Chudley vs Puddlemere (Aria)

Más de un año había pasado desde que atravesara el campo de Quidditch, sintiéndose a punto de vomitar cada vez que escuchaba los gritos de apoyo y los insultos desde las gradas. Aún cuando en esos momentos la adrenalina le corría por las venas, el tono pálido de su rostro, casi verdoso, tardaba en desaparecer. Hasta ese momento, ese glorioso momento, en que lograba detener el avance seguro de la quaffle. Sólo entonces olvidaba estar en el punto de atención de todos, sólo entonces se concentraba en el juego. Sólo en ese instante se sentía invencible.

Se había puesto la remera naranja de los Chudley Cannos con la escoba sobre su hombro, y levantó la mirada al cielo semi-despejado. No hubiera estado mal pedirle a Ginny que le acompañara, pero tenía muchas cosas en la que pensar, desde su estado emocional (el cual intentaba ignorar el 90% del tiempo) hasta lo que iba a ocurrir ahora en la parte profesional. No sólo estaba asistiendo a la Academia, también era agente directo de la Orden del Fenix, reemplazando a Fred... La batalla aún no había terminado, y estaba a la espera de contactar con el lider de la Orden. No quería preocupar más a Ginny, y ni siquiera lo había comentado con Hermione. Sabía lo que dirían ambas. Montó la escoba y dio una patada al suelo, elevándose rápidamente, y tomando una bocanada de aire comenzó a recorrer el perímetro del campo, el viento golpeando su rostro siendo un incentivo para intentar volar cada vez más rápido.

Al principio Ron apenas si se había dado cuenta de que hubiera alguien más en aquel lugar, hasta que se elevó de nuevo hasta los aros, y creyó reconocer una figura morena entre las gradas. ¿Hermione? No, no era ella, aunque el libro y la posición de concentrada lectura le había hecho dudar por un segundo. Al final la curiosidad había podido con él, así que se había acercado más para poder ver de cerca a la chica.

-Es un sitio algo extraño para estudiar...- Comentó al estar frente a la grada. Frunció el ceño, conocía a esa chica. -Oye, tú trabajas en la Tres Escobas, ¿no? Aria, ¿cierto?-

Se acercó más a las gradas hasta que pudo bajarse de la escoba, ya que sería algo incómodo mantener una conversación mientras flotaba en el aire. Intentaba recordar a Aria de años pasados, y estaba convencido que no era la misma chica frente a él, esa Ravenclaw algo tímida que a veces había visto entre el grupo de Ginny. Pero aparentemente, si que lo era.

-Has crecido.- Dijo torpemente para decir algo, antes de sentarse a su lado. Sonrió al escuchar su pregunta. -Sólo unos pocos, mientras el nuevo profesor de Defensas se adapta. Ya después, quizás venga algún fin de semana.-

Miró la cubierta del libro en su mano. ¿Runas Antiguas? A veces le parecía imposible que alguien, que no fuera Hermione, pudiera escoger esa materia por decisión propia. -Es primera vez que veo a alguien estudiar en las gradas del campo de Quidditch.-

Enarcó una oreja al escucharla decir que estaba leyendo el libro de Runas sólo por diversión. Vale, no sólo Hermione estaba loca después de todo. Sin embargo tenía algo más de sentido en Aria, siendo Ravenclaw.

-Ya, claro.- Terminó con una sonrisa, encogiéndose de hombros. A su pregunta se extendió aún más su sonrisa.

-¡Claro! Los he visto jugar toda mi vida. Y si, últimamente sus juegos no han sido muy buenos, pero tampoco es que estén de últimos en la liga. Sólo les falta un poco de entusiasmo extra y estoy seguro que ganarán.- Sin darse cuenta, Ron se había convertido en seguidor de las causas perdidas. Aún cuando sólo acompañaba a Hermione en el P.E.D.D.O. por resignación al ser uno de los "fundadores", podía verse que muchas de las cosas que el pelirrojo seguía y daba su apoyo incondicional eran aquellas que no tenían muchas posibilidades de triunfar. -Este año intentaré asistir a alguno de los partidos, no es mucho lo que gano trabajando las horas extras con George, pero las entradas para los partidos con los Chudley no son muy caras.-

También si lograba encontrar un momento en la que comenzaba a convertirse en una complicada agenda. Adios a los años de estudiante donde podía tomarse una tarde libre sin complicaciones. -¿Te gusta el Quiddicth?-

-¡Mujer de poca fe!- Le dijo él con dedo acusador, aguantándose la risa. -¡Fueron los mejores en el pasado, ganaron 21 veces! Si, Galvin Gudgeon es un idiota, pero estoy convencido que estaba bajo efecto de un hechizo de confusión ese año. Y Joey Jenkins es un gran bateador, sólo que es propenso a los accidentes. Pero es muy valiente de su parte al insistir en seguir jugando con la izquierda a pesar de la intensa fractura en la derecha. Si alguna vez fueron el mejor equipo que ha existido en la historia, ¿por qué no podrían volver a serlo?-

Se veía como aquel tema le encantaba, al mostrar un brillo en los ojos y que hablaba incluso más fuerte de lo normal. -¿A quienes sigues tú?-

-Pffffffffff, ya.- Dijo, soltando una carcajada. -Ya veo que no te gustan los retos, los Puddlemere son una opción fácil para los novatos entre los fanáticos. Es decir, ¿no has visto lo ridículo de sus "gruppies"? Aunque admito que con la incorporación de Oliver Wood el equipo ha mejorado bastante. Pero tiene sentido, después de todo es uno de los mejores guardianes que ha pasado por Hogwarts.- No era tan vanidoso como para incluirse entre "los mejores", pero teniendo en cuenta el resultado de 450 a 140 contra Ravenclaw en su último partido, tampoco se consideraba uno de los peores.

-No creí que te gustara el juego, Aria. ¿Que tal se te da volar?-

-¿A que te refieres con que no tienes escoba? ¿No tienes una propia o no tienes una ahorita?- Preguntó, sonriendo un poco a la descripción que hacía ella de volar. Se podía notar en la expresión que era algo que disfrutaba, quizás tanto como él mismo cuando lograba atajar una quaffle en el aire.

Se puso en pie, extendiendo su mano hacia ella. -¿Alguna vez le has dado la vuelta al campo de Quidditch a toda velocidad?-

-Ese es el espíritu. Veamos si podemos abrir el armario de Madame Hootch, te mereces tu primer vuelo en el campus, aunque le vayas a los Puddlemere.- Le sonrió el pelirrojo. Pensó en los gemelos, en que tipo de travesura se hubieran ingeniado ellos para tomar alguna de las escobas que estaban guardadas celosamente en el cobertizo cerca de los vestuarios.

-Será más rápido si bajamos con la mía.- Le dijo, ofreciéndole su mano para ayudarla a levantarse de las gradas. -No es una Saeta de Fuego, pero es bastante estable. ¿Podrás soportarme por menos de cinco minutos compartiendo la escoba?-

El pelirrojo le devolvió la sonrisa, antes de ayudarla a montar sobre su escoba. Esperó a que se sujetara a él, para dar la patada al suelo de las gradas y elevarse en el aire. Casi instintivamente, puesto que no estaba acostumbrado a llevar a otra persona en pleno vuelo, puso su mano sobre las de Aria para asegurarse que no se fuera a caer. Se estuvieron unos segundos sólo flotando en el aire, mientras se terminaba de acostumbrar al nuevo peso y así no perdería el equilibrio.

Sólo entonces, con la sonrisa que el vuelo a toda velocidad le proporcionaba, se lanzó en picada sobre el campo de Quidditch, elevándose justo a tiempo para no estrellarse sobre la hierba, para luego elevarse de nuevo hacia los aros que se suspendían en lo alto, sintiendo de nuevo la adrenalina en sus venas.

Soltó una carcajada ante el grito de Aria, que no estaba seguro si había sonado a divertida advertencia o a posible regaño. Tenía que reconocer que la chica tenía bastante fuerza, por la manera que se había apretado contra él. Volvió a poner su mano sobre la de ella que aún estaba agarrada a él, mientras comenzaba a tomar una curva suave hacia la derecha.

-Venga, el "Vuelo de la Victoria".- Le dijo riendo, mientras aceleraba y la acercaba a las gradas, dando una vuelta completa al campo a toda velocidad, tarareando levemente aquella tonadilla que había comenzado como una burla y se había convertido en el himno del último partido de quinto año: "Weasley es nuestro rey". Por fin comenzó a descender con suavidad, hasta que llegaron a nivel del césped. El pelirrojo esperó que la Ravenclaw bajara antes de hacerlo él también, comenzando a andar hacia el cuarto de las escobas.

No pude evitar tararear la melodía, yo había estado ahí, aunque no donde me encontraba ahora. Era demasiado excitante ver el mundo desde el lado del "jugador". Mi menté comenzó a divagar: una de las barredoras de la señora Hootch, el uniforme del equipo de Ravenclaw, seguramente una cola alta para más comodidad, y sobre todo ESA sensación. El liberador sentimiento que ahora invadían mis pulmones consiguiendo erizar mi piel, quizás era una mezcla peligrosa de adrenalina y hormonas la causa de que mi mente creara tal espejismo.

No me importaba qué era o por qué estaba causado, por primera vez en mi vida pensaba que debía atreverme e intentarlo. Ya sólo me quedaban dos años en aquel castillo y después de eso no tendría la oportunidad. Además, cada semana regresaban dos o tres alumnos, los equipos no estaban formados, habían demasiadas vacantes...

La imagen de un cerebro volando en escoba me empezaba a parecer algo de lo más racional.

Sacudí la cabeza al notar el césped bajo mis pies, tratando de volver a la realidad, ya seguiría soñando después. Bajé de un salto aún acelerada y posé las manos en el rostro del pelirrojo sin poder borrar la sonrisa de mi cara.

-¡Gracias!-dije dándole un beso en una de ellas.

Mi corazón seguía eufórico, seguramente Weasley no entendería a qué venía eso, pero en aquel momento ni si quiera me preocupó el hecho de que yo, Aria D'Angelo, había posado mis indecentes labios en la piel del ex-Gryffindor.

-¿Vamos?-comencé a andar mientras recorría con la mirada el campo de Quidditch.

Ronald pareció pasmado un segundo, las orejas enrojeciendo levemente. El beso de Aria había sido bastante parecido al que Fleur le había dado ya hacía muchos años, aunque no le había encendido las mejillas de la misma manera, no completamente. No pudo evitar una leve sonrisa bobalicona, aunque inmediatamente sacudió la cabeza, como espantando un mosquito. Ya había tenido la experiencia con Lavender para convencerse que lo suyo no era andar de cazanova, más cuando sólo había alguien en su cabeza.

Se apresuró a ponerse al paso con Aria, apoyando la escoba sobre su hombro. -No ha sido nada, aunque es primera vez que llevo a alguien en mi escoba.- Le hizo un guiño. Cuando llegaron hasta el armario miró a un lado y a otro, antes de apuntar a la puerta con la varita. -Alohomora.- Un click indicó que la puerta estaba abierta.

El pelirrojo intentó tragarse la risa al ver la cara de decepción de la castaña.

-Hey, ¿que te parece si lo hacemos justo?- Dejó su escoba apoyada en el interior del armario mientras tomaba una de aquellas viejas escobas. -Voy a convencer a George para que haga una donación al colegio para comprar mejores escobas, creo que a estas le han caído termitas.-

Sacudió la escoba, pasando el borde de su camiseta por el mango para quitar los restos de polvo, antes de montarse en ella y elevarse con una patada. No era muy estable, y estaba convencido que se rompería en la mitad si la forzaba mucho, pero quizás aquello sería lo divertido del reto. -¿Unas carreras, D'Angelo? Si gano tendrás que usar una banda de los Chudley Cannos sobre el uniforme por una semana entera.-

El revoloteo de la Ravenclaw a su alrededor le causó un efecto doble: emoción ante una sana competencia de vuelo que hacía mucho no realizaba, y un atontamiento idiota por lo grácil que se veía aquella joven en la escoba. Que lo llamara por su segundo nombre también lo desconcentró un poco, y antes de darse cuenta la chica ya había realizado el conteo regresivo, que lo puso en un apuro en intentar centrarse antes de escuchar el grito de partida, que había sonado alegre y emocionado en la voz de la adolescente.

Parpadeó un instante viendo a la joven adelantarse, la falda bandereando a los lados de la escoba. Sacudió la cabeza riendo y se lanzó a la persecusión, intentando sobrepasar a la castaña y al mismo tiempo mantener el equilibrio en la precaria escoba.

Aquí vamos...: