Dreamstate || Aria D'Angelo

Estaba en una cama, realmente estaba en una cama de la enfermería. No le gustaba que la vieran así porque se darían cuenta que ella no era más que una fachada, era una ignorante y tonta, le encantaría decir que estaba bien... y no lo dudaba, estaba mucho mejor que el resto porque la mayoría miraba el pasado y sentía miedo en cambio ella... ella estaba aterrada del futuro. Faltaba poco, tan poco, no entendía su cuerpo, siempre había estudiado la anatomía humana, pero aquí estaba... aun no se notaba nada en ella y se suponía que traería vida a este planeta en poco tiempo.

No sabía lo que Madame Pomfrey le había dado, pero se sentía adormilada y torpe, quería decir algo, pero no entendía, allí, panza arriba, con los ojos entrecerrados tratando de concentrarse en las plantas... y no tenía remedio. era difícil establecerse correctamente en ninguna posición. La Enfermera le había puesto un gel helado que al absorberse luego sacó la información y según ella todo estaba bien... ¿como podía estar todo bien?

El cabello estaba cortado desparejo a la altura de sus hombros y ella estaba desesperada porque a alguien le pasara algo solo para no sentirse tan sola en esa enorme sala. Por otro lado, odiaría que alguien por primera vez la viera sin energía, aunque parecería que no tendría esa suerte, su sentido ‘aracnido’ le decía que alguien entraría en cualquier momento.

Definitivamente debía dejar de transfigurar sin estar cerca de un mago adulto. Tratando de practicar el hechizo de la última clase uno de los rayos rebotó contra el espejo del dormitorio y fue a parar contra mis piernas. Si bien no me había transformado en un conejo, mis piernas se habían recubierto de un pelaje blanco; lo que eran mis pies humanos ya no lo parecían y temía que debajo de mi falda algo parecido a una "cola" pudiera estar agitándose nerviosamente.

Isabelle me cubrió con la capucha para que no me reconocieran, algo que sirvió de poco ya que ¿quién sino Aria estaría acompañada de Isabelle?. Después de unas cuantas miradas y risas llegamos a la enfermería, Poulain me acompañó hasta que la señora Pomfrey me obligó a tomarme un suero, luego me pidió que me quedara a lo que respondí asintiendo con fuerza. No quería volver ahí fuera, al menos no con ese aspecto.

Caminé hacia la cama mientras Isabelle se despedía de mi. Cerré los ojos mientras me tiraba en ella sin percatarme de que no estaba sola.

Escuchó la puerta y se giró a observar quien entraba, viendo una cruza entre persona y... ¿conejo?

La veela rubiecilla se quedó observando un buen rato hasta finalmente aceptar que era efectivamente uno de los alumnos del colegio con una mala transfiguración sobre los hombros, debiendo inclinarse para observarle a ver que era lo que pasaba.

"Hola." susurró con ojos abiertos como una lechuza, celestes como el cielo que eran se veían graciosos y muy grandes en una chica de un tamaño casi imperceptible. En estándares veela era muy baja a pesar de tener el encanto de estas criaturas al completo, inhibido, pero lo tenía allí bajo varias capas de magia. "¿Accidente?" Preguntó curiosa.

El parpadeo fue corto, como las alas de una mariposa, las largas pestañas rubias siendo revoleadas antes de regresar a un punto en que apenas estaban separados los párpados, observando a la chica de piel morena de esa forma que era más tradicional de Luna que de Louise, aunque siempre había sido algo compartido por ambas el ver pero no mirar.

Amabas manos fueron a refugiarse sobre su vientre, moviéndose un poco en un intento de que la manta la cubriera un poco más, realmente tenía sueño... deseaba dormir, soñar, recordar... los recuerdos eran agradables, en ellos aun podía reír con las bromas de sus amigos, podía jugar quidditch y ser castigada junto a Sam por haber jugado una de sus famosas bromas.

Aun recordaba las quejas, el hecho de que los gemelos Weasley fueran los más famosos no significaba que fueran los únicos bromistas del castillo o los únicos que sabían secretos de él.

"Yo... si... si... chequeo de rutina." No era habitual que les hicieran chequeos a los alumnos, pero algunos que habían sufrido maldiciones aun tenían controles, en el caso de Louise también los tenía pero por otras razones.

Tardó un momento en abrir los ojos lo suficiente como para realmente ver a Aria antes de volver a entrecerrarlos por el peso de los propios párpados.

"Hum... si... está todo bien, aunque probablemente me trasladen a San Mungo antes de lo pensado..." Susurró, tratando de girarse a algún lado. Realmente odiaba las camas de la enfermería pero sabía que no tenía otra opción que aceptar el hecho de que eran duras y no le permitían moverse como a ella le gustaba. Le gustaba girar y acurrucarse y por lo general cuando estaba en una de estas o algo dolía o la sedaban para poder tratarla por alguna razón.

¿Era hora de dejarles marchar?

"Pero no sé cuando... ¿a ti que te pasó?" Agregó tras un minuto casi completo, finalmente logrando acomodarse, los ojos cerrándose con fuerza antes de volver a abrirse. Odiaba estar en este estado, ni recordaba para que era la poción, pero Poppy había susurrado algo sobre que su cuerpo estaba reaccionando de forma negativa y que necesitaba darle algo para el estrés por los riesgo. Lo poco que entendió ayudó a que colaborara y bebiera la odiosa poción. Era realmente asquerosa.

"Louise Eisenberg." Respondió levemente, suspirando, acomodándose nuevamente. Estaba incómoda, no sabía en que posición ponerse sin sentirse terriblemente incómoda. Solía dormir panza abajo, aunque suponía que ahora esa no era realmente una opción.

Odiaba dormirse así... era como si el mismo infierno comenzara a arder bajo su piel, no tenía control ni de los recuerdos ni de los deseos personales, no tenía control y un objetivo claro que era cuidar del vientre que daba refugio a nueva vida. Quizá... ¿por que su mente vagaba? No deseaba que vagara, necesitaba que estuviera en su lugar, que no se distrajera, necesitaba ser Louise, o quizá... quizá era Emma... o puede que solo era una carta más en el maso de cartas.

"Estoy tratando de... de... no sé. Quizá sea hora..." Comentó sin mucho que decir y sin saber que trataba de decir, los ojos pestañeando rápidamente para tratar de alejar el sueño. "Supongo que ya luego no regresaré... extrañaré un poco Hogwarts..."

"Leben..." Susurró, sintiendo que estaba anocheciendo, haciendo un quejido bajo al sentir el cabello maldito volver a crecer como todos los días. Realmente debería buscar la forma de retractar este hechizo que le hacía crecer el cabello descontroladamente durante un minuto cada día.

"Vida... solo... tengo vida..." Tradujo tras un momento, quejándose suavemente antes de tratar una nueva posición más relajada, pero comenzando a temblar por el frío y debiendo volver a acurrucarse entre el abrigo de la cama. "Finalmente podrán estar felices, ya no tendrán a la Wila cerca amenazando el ‘equilibrio natural’." Respondió sin resentimiento ni desagrado, sino que era una plana frase que claramente venía con el dolor de los seis años en Hogwarts escondidos.

Muchas chicas del colegio al principio eran celosas de las semi veela, sin embargo no era nada en comparación a lo que eran capaces de expresar ante la veela de sangre pura. Lo sabía, ella lo había vivido constantemente hasta el momento de la guerra donde todos convenientemente habían olvidado como era encerrada fuera de la sala común o despreciada siempre al punto de que solo tenía amigos masculinos durante los primeros dos años de su carrera en este colegio por el hecho de que las mujeres hablaban, susurraban, murmuraban y despreciaban.

Aria no era la primera en mirarle mal... no fue tampoco la última. Pero si era una con saña suficiente como para hacerle sentir protectora de si misma, de hecho, recién notaba de quien se trataba, recién recordaba su rostro, cambiando a una posición de la que no se movió, una posición fetal que trataba de proteger su vientre con su propio cuerpo.

"Una semana..." Respondió moviéndose algo incómoda, respirando agitada al sentir la presión en sus riñones solo para respirar más tranquila luego de encontrar como acomodarse nuevamente.

Los ojos del color del cielo se abrieron lentamente una vez más, tratando de enfocarse en algo y nada al mismo tiempo. ¿Miedo? Si, el miedo que corría por su cuerpo, el egoismo de uno y ni siquiera tenía en quien recargarse. ¿Que haría ahora? Solo una semana quedaba de relativa paz y luego... luego volvería a ser como en Heidelberg. Ni nombre, ni hogar... una fugitiva sin pasado, una adicta sin futuro.

Esto iba a ser su muerte.

"Deberías estar feliz..." Le recordó con un gesto resignado.

"Aunque no nos conozcamos reconozco tu mirada. No hubieras sido tan diferente al resto si hubiéramos tenido la misma casa probablemente. Me odias, lo puedo ver en tu mirada y aun así no entiendes... y yo tampoco entiendo. Aunque a lo largo de mi vida hice mérito para ganarme el odio de las personas." Sonrió levemente, tratando de acurrucarse nuevamente, ya directamente porque no sabía si podría hacerlo y porque no quería quedarse quieta.

¿Por que era todo esto que pasaba? Se sentía desconectada, porque conocía lo que las personas eran capaces de hacer cuando odiaban algo y aun así sabía lo que eran capaces de hacer cuando desconocían algo, ambos finales eran en extremo crueles. También lo que era capaz de hacer un hombre por egoísmo.

"Supongo que no lo sabremos y es mejor así después de todo." Alzó los ojos una ultima vez, encogiéndose y optando por simplemente quedarse allí. No podía ofrecerle información, sin contar que aunque dijera que no era diferente a las chicas con las que solía convivir, las miradas aunque dijera que no son de odio erizaban su piel igual que la de otras chicas.

Podía sentir los escalofríos recorriéndole la espalda. Ya se sentía afiebrada. Esto no acabaría nunca, siempre era igual. Todos eran inocentes, las mujeres especialmente, mientras ella se paraba frente a los hombres sin saber si la veían a ella o solo la vibración que poseía a destiempo con los humanos, la cantidad de veces que había tenido que dormir a escondidas en Gryffindor o en Ravenclaw porque las chicas de su año la dejaban fuera, la cantidad de veces que había recorrido los pasillos tratando de esconderse de Filch para no ser atrapara por deambular en la oscuridad. Las palabras hirientes...

Y todos creían que una vez se acabara la guerra se olvidaría porque eran todos del mismo bando. ¿Como podían esperar eso de ella? ¡Todo porque era diferente!

Realmente debía descansar, enojarse en este momento solo era estrés para ella y la bebé, no debía estresarse...

Suspiró, trató de relajarse. Quería a Sam aquí para que tomara su mano como cuando se enteraron que esperaba un bebé. Había estado Samuel, fue una casualidad realmente, pero el chico había quedado paralizado sin saber que hacer durante un minuto entero antes de atraparla entre sus brazos y acunarla en su pecho tratando de tranquilizar a su amiga que aun no entendía que era lo que había pasado.

Se sacudió, tratando de hundirse en la cama una vez más, pero en un movimiento rápido y preciso se sentó en la cama, observando a Aria desde su lugar antes de bajar con los pies descalzos al suelo frío.

"No me odiarás, pero te desagrado, no puedes negar tus propias expresiones. Pero de que vale. Ya te dije, en poco no tendrás que lidiar conmigo."

"No hacer nada es lo mismo que hacer mal." Resopló cansada de esta conversación. ¿No es sencillo? ¿Que no es sencillo? ¡Por supuesto que nada es tan sencillo!

Estaba hablando con una veela que había vendido su alma al diablo prácticamente en un intento de sobrevivir a costa de su humanidad, que había luchado para seguir adelante mientras todos a su alrededor morían y que cuando esperaba muerta lo único que había conseguido era vida, ¡Vida! Como si estar embarazada y sola no fuera suficientemente difícil de por si.

Diosa Madre, estaba desesperando, luchar contra si misma era un suplicio cuando tenía un lado que quería estallar, dañar, maldecir a todos los que se acercaban. Quizá era el instinto de autopreservación que tenía que dominaba cualquier cosa que le rodeara.

"Me largo de aquí." Suspiró, finalmente tomando algo de la mesa de noche para comenzar a caminar hacia la puerta. "Supongo nos volveremos a ver."

Algo estalló en ella, quizá era que no tenía paciencia, quizá era que Madison no se había acomodado bien y los dolores subían de su vientre por la espalda y parecía que aceleraban la velocidad a la que todo se movía cuando se giró, golpeando el pie de la cama con el puño cerrado, por una vez su alegría desapareciendo por completo, solo dejando atrás grandes ojos celestes y llorosos que negaban debilidad.

"¡Nada! No hiciste nada... igual que todo el resto. Mientras eran absurdos y crueles con Luna y conmigo no hiciste nada. Y ¡Eso es lo que le gusta de ti me supongo! Porque es injusto todo esto, pero ¿que culpa tienes tu? Total no hiciste nada..." Quería morder en crueldad, enredarse en esas cadenas que en su mente le dejaban escapar... al pasado, solo al pasado porque si iba al futuro. En el futuro podía sentir el amargor de un beso no dado aun y el recuerdo de los cuerpos desnudos.

Quería enojarse con ella, contra el mundo. Quería enfurecerse porque iba a morir luchando la guerra perdida sin ninguna motivación para vivir y esta chica se atrevía a preguntar que había hecho... ¿que habían hecho para merecer esto? Aria era como el resto, no veía a Lara, despreciaba la presencia de Mad. Y nada tenía lógica en el futuro por mucho que luchaba por aferrarse al presente, los sueños repetidos de ellos en la sala de Ravenclaw, los ojos de espanto de Trix.

Golpeó el metal dos veces sin mucha fuerza tratando de borrar el dolor antes de tratar de girarse a la puerta.

"Supongo que no tienes la culpa de nada de lo que pasará..."

No podía comprender ni una sola palabra que pronunciaba la veela. Su alteración me sorprendió alterando la pasividad de mis pulsaciones, ¿le resultaba tan repulsiva como ella a mí?

Comprendía el por qué de mis emociones hacia su existencia, era consciente de que no habían sido motivadas por ningún acto exacto de la tejona, pero que aún así permanecían en mí. Separé los labios mostrando mi incomprensión, mi lengua buscaba una posición con la que reclamar o preguntar pero mi garganta no emitía sonido alguno.

Sus gestos y su entonación transmitían rabia y enfado, exactamente el mismo enfado que había experimentado yo en su presencia, pero el suyo sí parecía motivado por algo. "Algo" que yo era incapaz de comprender.

-¿A quién?-conseguí pronunciar.

¿De quién estaba hablando? ¿Qué pretendía que hiciera? ¿Acaso antes de aquella noche la platina sabía de mi existencia?

-¿Qué es lo que pasará?-noté la sequedad de mis labios pero todos mis sentidos se encontraban centrados en aquel ser mágico que tenía frente a mí.

"¿Para que contarte? Ya lo sabrás por ti misma..." Bufó llegando a la puerta, tomando el picaporte con una mano dispuesta a irse, pero se recriminó, aun tenía algo más que decir y ni sabía como empezar porque todo era un caos en su cabeza, nada tenía sentido, ni el pasado ni el futuro y ella solo quería ser libre, poder huir de este lugar para ser total y completamente libre.

Cada vez que veía las piedras que le rodeaban sentía como las paredes se venían sobre su cuerpo como aquella vez... aquella vez que no deseaba recordar, pero lo hacía, lo hacía porque no podía olvidar lo que les hacían a las veelas y a las semi veelas cuando las encontraban, porque ese lugar mugroso y destruido al punto que podía ver la luz del sol y sentir sobre su frágil piel los clavos oxidados que aun residían en ese cemento destrozado, observando el cuerpo quebrado de su prima que se enfriaba rápidamente.

"Digamos que tendrás algo que yo nunca podré tener... porque no importa lo que haga como veela estoy malditamente condenada a amar hasta que me partan el corazón y el muy idiota no va a hacerlo." Soltó finalmente, entre la molestia y los principios de un corazón roto, un corazón que sería reemplazado por otro completamente ajeno con la esperanza de que dejara de sangrar, convirtiéndola en la Dama de Corazones. Solo un naipe más en la baraja suicida que reposaba en las manos de la Reina.

Suspiró tratando de controlar sus emociones para cerrar la puerta e irse, no quería más, no quería volver a saber sobre ella, sobre Alan, sobre Luna, Samuel, James... no quería más, solo quería descansar y que las heridas dejaran de escocer.

OFF: