Once upon a dream [Aria]

Si no había clase ese era siempre nuestro lugar. A la medianoche o al mediodía, cuando el sol le pegaba de lleno. Había elegido seguir con Astronomía porque aunque en mi futura carrera no servía de absolutamente nada, era bonito ponerse con un telescopio y observar el cielo por la noche y buscar las estrellas, aunque no entendiera por qué demonios predecían el futuro. Estaba esperando a que se apareciera Aria por allí, porque tenía algunas cosas importantes que contarle...

"Damien", me repetí en la mente.

Y por lo que sabía ella también tenía algo, o eso había dado a entender. Realmente no tenía ni idea de nada, pero bueno... Estaba sentada en el borde de la torre mientras esperaba, segura de que si Sinistra me veía me iba a pegar la regañada del siglo. Pero nunca me había dado vértigo estar allí sentada, ¿cuál era el problema? Además llevaba unas galletas que me había enviado mi padre "por si se te antojan". Las había cocinado el elfo doméstico, casi seguro, pero siempre eran deliciosas, así que no me quejaba demasiado.

—Vaya, vaya, D'Angelo llega tarde por primera vez en su vida. —le sonreí cuando la vi entrar, pero no pude evitar decirle eso, porque ella incluso me contaba los minutos que me tardaba, e incluso me decía que nadie podía superar mi récord de media hora de impuntualidad. Mi madre había intentado inculcarme algo de puntualidad inglesa, pero era una virtud que no estaba en mis venas.

Ma lanza algo y lo cojo al vuelo. Es un cromo y cuando le doy la vuelta abro la boca sorprendida. Llevo cazándolo años. Porque es el único fundador que me falta y por fin está frente a mi. El barbudo y feo Godric Gryffindor (aunque nada supera, nada, a Salazar Slytherin ¿quien era el estilista de ese hombre?).

—Al final lo conseguiste tu... A mi me salió... —busco entre las bolsas de mi túnica y saco dos cromos—. Merlín por milésima vez y el hombre más guapo del mundo por segunda —le lanzó a Slytherin, que es Calvo y horrendo y palmeo a mi lado—. ¿Gustas sentarte?

Ha llegado el momento de ponerse serias. Tengo que contarle unas cuantas cosas y no sé como reaccionará. Tengo en la mente su posible reacción y bueno...

—¿Conoces a Damien Featherton? ¿Te suena? —pregunto—. Digamos que... que... —me pongo un poco roja—. Estaba yo, en la sala común, feliz, estaba estudiando y apreció él y... acabámos-besándonos.

Lo último lo digo tan rápido que apenas si se entiende, pero creo que Aria capta la idea.

—¿"Metomentodo" mejor conocida como Alyce Craw... algo?

La verdad es que también creía eso, sin embargo, después de su año de ausencia (como del de Aria) las cosas habían cambiado un poco y Damien había dejado a Alyce, o Alyce había dejado a Damien o los dos se habían abandonado mutuamente, según las setenta versiones diferentes de la ruptura de Alyce y Damien que eran, literalmente, LA pareja. La pareja más fingida, en serio, al menos al final.

—Bueno, si le preguntas a cualquier persona competente en chismes —empecé—, te dirá que cortaron. No sé la verdad. Hay diez mil versiones diferentes. Que si él, ella, los dos, cuernos, no cuernos...

Me encogí de hombros.

—¿Hablando de ti? ¿Hay chicos? ¿Chicas? ¡¿Quimeras?!

Eso era algo que me desesperaba. Damien era un caballero, pero de repente parecía haberse esfumado o algo. O me evitaba y por consiguiente yo lo evitaba a él y no pasaba nada. Creo que...

—No tengo ni idea... —confesé, en realidad—, creo que... ¡No lo sé! Creo que tengo que hablar con él, pero después de eso lo evito... ¡No me culpes!

Observé como ni siquiera le hizo caso a mi pregunta, lo cual probablemente tenía que ver con que sí había algo. Aunque tratándose de Aria, ese "algo" podía ser absolutamente cualquier cosa y yo no tenía ni idea. Entorné los ojos con sospecha, a ver si caía, pero sabía que mi gesto no era el más amenazante del mundo.

—Aria, ignoraste mi pregunta. ¿No chicos? ¿Chicas? ¡A la mejor es una quimera y por eso no quieres decirme! Ya sabes que te quiero aunque te enamores de los tentáculos del calamar gigante...

—¿Mi hermanoooo?

Abrí mucho los ojos. Siempre había sido muy sobreprotetora con él a pesar de ser la menor, pero el no se quedaba atrás en esas cosas. Lo cierto es que llevaba un tiempo intentando conseguirle novia y al final lo había logrado el solito.

—Bueno... supongo que... si no recuerdas nada es porque había alcohol de por medio —me costó sonreír, porque tendría que decirle que él ahora tenía novia—. Ahm... bueno, respecto a eso, creo que tengo algo que decirte, ¿vale?

Mi mente regresó a aquella aula abandonada donde me encontré a Lorelaine, y de como, eventualmente, me acabó confesando que era la novia de Edward. Una escena extraña, porque se sonrojaba a cada momento, parecía nerviosa y eso de la compañía ajena no parecía sentarle demasiado bien.

—Pero ahora tiene una novia, ¿no? —solté y cuando vi su cara noté que ya debía de saberlo—. Alguien de tu casa... de mi curso, creo. —Me quedo mirando su rostro—. Valeeee, quizá ya lo sabías y yo fui la última en enterarme de que mi hermano tenía novia. ¡Increíble!

Le sonreí mientras unas pequeñas risas escapaban entre mis dientes.

-Sí, sé quién es, una chica tímida, como Ed.-me pasé la mano por la nuca apartándome el pelo-Es que no estoy segura de si... supongo que tendré que hablar con él. Por si acaso prefería decírtelo.-arrugué los labios un poco preocupada de que le molestara, pero lo cierto es que parecía de lo más tranquila en ese momento.

¿Tendría la pelirroja suficiente? Sus ojos brillaban con curiosidad, era consciente de que notaba que había más. Tomé aire antes de hablar apartando la vista de sus ojos.

-Deberíamos platicar más a menudo de estas cosas-suspiré-¿Conoces a Cromwell , no?-tragué saliva Ravenclaw, de mi curso, aunque perdió un año y está ahora en quinto.-me mordí la comisura del labio sin saber muy bien cómo explicarlo-Era tarde, estábamos en la Sala Común y al final acabamos...-hice una pausa mientras mis ojos volvían a encontrarse con los suyos -...besándonos.

Se podría resumir en eso más o menos.

-No estoy enamorada de él ni mucho menos-agité la mano derecha quitándole importancia-Simplemente... no sé.-me encogí de hombros.-Simplemente no sé.

—Ya la conozco... creo que le va bien con Ed...

Aunque no sé por qué la plática que tuvimos es que me suena que la relación es bastante floja y a ratos unilateral. Es extraño, pero al menos me alegra que Ed haya tenido la valentía suficiente de declarársele a una chica y ahora sólo espero que no se le suba a la cabeza en lo más mínimo.

—No te preocupes... —sonrió—. Conociendo a Edward no pasó nada de nada. Es un alma pura o yo que sé...

O quizá sí. Quien sabe, no parece ser un tema demasiado engorroso y lo dejo pasar. Es mi mejor amiga y es mi hermano y es lógico que tengan una relación extraña, sobre todo porque Aria siempre tuvo cierta fijación por él o algo así. Pero abro mucho los ojos con la siguiente confesión.

—¿Cromwell? Me suena, al menos de vista... —acabo por decir—. ¿Lo besaste? Wow... pero... ¿cómo demonios pasó? Si, bueno, me lo imagino, era tarde, estaban solos... Esas cosas suelen pasar. ¿No sabes qué? ¿Qué hacer? ¿Cómo pasó? ¿Si te gusta...?

Parece que Aria tiene una confusión enorme y como siempre, está hormonada. ¿De eso se trata la adolescencia, no? De confusión, besos extraños, situaciones aun más extrañas y ese tipo de cosas...

—¿Y qué harás?

Las imágenes regresaron a mi mente provocando que mis mejillas ganaran un poco de vida. Escuché la pregunta de la pelirroja.

-No lo sé Belle...-solté todo el aire de mis pulmones mientras seguía escuchando sus preguntas -Empezamos a hablar sobre el quidditch, una cosa llevó a la otra...-aparté la mirada de Poulain mientras el olor de Cromwell se me repetía-...y el sillón azul estaba tan cerca que...-agité la cabeza mientras mi ceño se fruncía, mojé los labios y tragué saliva.

"¿Se supone que a esto es la lo que tengo que empezar a acostumbrarme? ¿A perder el control de mi cuerpo o, peor aún, escusarme en mi edad o en mis ataques hormonales? Eso no es nada racional Aria..."

-No tengo ni la más remota idea. Ni si quiera he vuelto a hablar con él; al parecer Trix nos vió...-doblé las rodillas acercándolas a mis brazos-...y no le agradó que digamos...-volví a apretar los labios al recordar la expresión de furia de la Ravenclaw.

¿Qué culpa tenía yo? No es que me hubiera confesado su amor eterno y yo traicionara su confianza. ¡Por el amor a Merlín ni que tuviera mucha experiencia en esos fortuitos mundos!