En una noche desesperada (Louise/Abierto Hufflepuff)

No podía dormir, como siempre no podía dormir. Estaba envuelta en mi cama de tortura, temblando, envuelta entera en ella; con mi cabeza escondida, estrujándome con las débiles fuerzas de mis brazos. Los recuerdos me atacaban desde cualquier lugar y las sensaciones me invadían adhiriéndose a mi piel; me tocaban, me tenían ahí, parada, casi totalmente desnuda; encantada con ese hechizo que no me dejaba mover. Yo al comienzo lo intentaba, yo al comienzo intentaba forzar mi cuerpo para que se moviese, para deshacerme de todos ellos y correr; pero no funcionaba, nunca funciono; ellos estaban ahí, convirtiéndome en su muñeca con su magia y abusando de mi indefensión.

Me tocaban, pasaban sus manos por mi y maldición, es que no podía pararlos; ni si quiera aquí en mi cama puedo pararlos mientras me abusan. Estoy paralizada, no puedo moverme, tiemblo entera; me dan ganas de golpearlos cuando se me acercan y de sacarlos como sea de mi para nunca vivirlo más; pero mi mente no me deja, siempre en la obscuridad de mi pieza lo evoca; no sé que me hicieron, pero siempre los trae de vuelta. Me giro en mi cama, ellos me mueven, con sus palabras me hacen moverme para complacerlos; agacharme, gatear ante sus ojos, herirme a mí misma, meter mis manos en un liquido que se me pega, manchar mi cuerpo, subir escaleras sin parar, beber cosas que me retuercen e incluso servirles como una adorno que admirar a su voluntad.

Me levanto de golpe, estoy temblando, me llevo las manos a los hombros; me aprieto, me aprieto entera en aquella obscuridad y es que lo sentía, sus manos recorriéndome como un juguete, el escalofrió; sus manos en mis brazos, costillas y en mis pechos; sus caras e incluso ese momento en que a veces se metían dentro de mí. Me estiro, prendo mi lámpara, ya no quiero más, estoy cansada; me hicieron una muñeca rendida que no puede ser otra cosa pero eso no es lo que más duele, lo que más duele es esto; los recuerdos tan vividos con los que me dejaron para atormentarme; eso y todo lo demás... eso y todo lo demás.

Saco aquel vestido que tenía en uno de mis cajones, uno lindo, de suave tela blanca que estaba cociendo; y es que eso era lo que hacía, no sé porque pero eso era lo a veces me quedaba haciendo en esas noches para sacar las sensaciones de mi piel. Tal vez era porque era uno de los pocos recuerdos que tenia de cuando era niña, de antes de que me ellos me tomaran, cuando creo que mi madre cocía cosas para mi, dejándome usar ensoñadores vestidos infantiles para adornarme.

Esa noche me había acostado temprano pensando en que así todo me dejaría en paz, pero aun así no había funcionado y ahora lo único que podía hacer era esperar hasta que el cansancio fuera tal como para dormirme simplemente porque mi mente ya no diera más. A veces esperaba ese momento cociendo en mi cama como ahora, pero otras veces, cuando ese poco de voluntad que le quedaba a esta muñeca no aparecía; cuando no aparecía era que me quedaba ahí, sumida en la tortura de las sensaciones y recuerdos hasta que mis ojos ya no dieran mas.

No había podido dormir, aun recordaba la voz suave de Mihail mientras ella descansaba, como la abrazaba contra su cuerpo como si fuera la más fina china y hablaba al oído sin sentidos. Recordaba la calidez de su aliento contra la helada piel de ella, como cada día al despertar le preparaba ese té ‘horrible’ que ella tomaba, una mezcla de cedrón y tilo. Él era más del té negro y huevos con tocino al amanecer. También adoraba eso de tener un departamento propio, no sabía si era porque no tenía padres o porque no se llevaba bien con ellos ya que siempre se negó a abordar el tema.

Lo cierto era que siempre habían sido ellos dos, a la veela le había tomado muchos meses suavizar el camino al corazón del hombre, hacer que entendiera que ella no era una niña y que sabía lo que hacía, sacudir las ideas de él hasta que finalmente el verano anterior el joven auror comenzó a aceptar los sentimientos de ella y al final del día no pudo más que dejarse llevar por las emociones que les dominaban y los deseos más básicos de los seres vivientes.

Eso había sido hacía tres meses y medio, poco antes de la batalla de Hogwarts, ella había sido retirada por él del colegio bajo escusas de su naturaleza como criatura, su hermana tras ser retirada había podido ser enviada a los campamentos en Alemania y aun no tenía noticias de que había sido de ella y él...

Suspiró, acariciando su vientre que comenzaba a tomar una forma extraña, de la diminuta cintura se notaba una suave hinchazón anormal, las piernas cruzadas sobre el sillón mientras ella pensaba que hacer ahora, cantando al pequeño ser no nato en su interior, sola, completamente sola en la sala común.

Una aguja que abre la tela, un hilo que se enreda en esta uniéndola entre sí; y unos delicados dedos de muñeca que hacen todo esto moverse. Eso es lo que ven mis ojos, eso es lo que veo con mis ojos para no pensar en nada mas, para que por favor no tenga que pensar en ningún momento mas, para que por favor no tenga que sentir ningún abuso mas, al menos ninguno mas por esta noche, eso era todo lo que pedía, eso era todo lo que pedía.

Los delicados dedos de la muñeca se mueven, vuelven a abrir la tela, a cocer con el hilo y poco a poco darle forma aquel vestido blanco de niña grande. Era uno con tirantes, con una faja en la cintura y una falda para las piernas; todo bordado con líneas florales en los bordes, líneas florales purpuras tejidas con el hilo; o al menos eso pretendía ser algún día. Me detengo por un instante, me vuelvo a ver ahí; parada e inmóvil ante ellos para que me toquen, para que me invadan y se metan dentro de mí; pero no lo permito, como un instinto me clavo aquella aguja en mi dedo para disiparlo todo.

Un entumecimiento recorre mi brazo cuando me pincho, llega a mi hombro, me hace encogerme y de pronto escucho una voz, una voz que canta lejana bajo la escalera que lleva a la sala común.
¿Había alguien? Podía ser, no había casi nadie en este lugar, en estas noches; pero a veces la escuchaba, a veces escuchaba los pasos de aquella otra chica cuando estaba tapada bajo mi cama.

Nunca la había visto mucho, pero ella seguía cantando ahora y yo, yo pienso que va a subir o es que yo quería ir mirarla. Guardian angels God will send thee. Mis dedos pronto tiemblan, algo de ello me llega, no sé porque pero algo de ello me llega, incluso a una muñeca como yo. No me doy cuenta y me he salido de mi cama, acercándome a la escalera con la lámpara en mi mano para mirar; la veo, es una chica, una chica demasiado blanca y con cabellos demasiado claros, una chica que creo se acaricia su vientre mientras canta.

I my loved ones' watch am keeping,
All through the night

Casi bajo los escalones, creo que soy silenciosa; pero de pronto golpeo con mi lámpara la pared, el vidrio de esta se quiebra, hace ruido, hace ruido revelándome ahí, interrumpiendo la canción mientras yo trato de esconderla como si así pudiese apagar el sonido.

El cabello de la veela llegaba fácilmente a sus muslos en ese momento y dejaba un aura que casi parecía brillante en su lugar. Después de todo, las veelas eran descendientes de las antiguas sirenas que encantaban con sus bailes y cantos a los hombres hasta poder devorarlos. No eran luminosas ni eran oscuras, simplemente eran criaturas que en su mayoría solo trataban de sobrevivir. En furia tenían una forma semi plumífera y letal según algunos...

Louise era demasiado joven como para comprender realmente eso, pero sabía a que hacían referencia. Eran seres que muchos temían por el atractivo que convertía a los hombres en seres sin mente propia hasta que acababan por morir prisioneros de sus propios deseos. Pero ella... era una niña hiperactiva con una pequeña gran carga... se sentía afortunada de que la directora le hubiera permitido permanecer en el colegio, aun no había hablado con sus mamás ni con su hermana sobre lo que le pasaba. Era algo que aun la acosaba, se sentía culpable, él le había dicho... era ella la que había insistido.

Y ahora estaba posiblemente ‘viuda’ sin haberse casado y esperando un hijo de esa persona...

Suspiró, volviendo a cantar cuando sintió un ruido, los ojos claros del color del cielo abriéndose de par en par y girándose para ver las escaleras de las chicas donde veía una sombra, lentamente parándose para poder observar de quien se trataba, aun en alerta.

Contrario a su pijama de Jirafa, al no tener que esconderse llevaba un sencillo camisón blanco con tirantes que ocultaba en parte su figura pero ya comenzaba a hacerse notorio su estado.

"¿Quien está ahí?" Preguntó en voz alta.

Me silencio, inmovilizo mi cuerpo, apago mi respiración, me llevo la mano a otras con la lámpara; no hago nada, no quería que me viera, no quería que me viera ahora. ¿Quien está ahí? Yo corro, me giro de golpe, vuelvo a golpear la lámpara, subo la escalera, no miro los escalones pasar, llego arriba, voy a mi cama, paso al otro lado y me encojo; en ese pequeño lugar me encojo como si quisiera protegerme ahí tras mi cama.

Mi corazón late acelerado, es pasmado y apabullado; y es que no quería que me viera, no quería que nadie me viera ahora, solo quería estar sola para intentar sacar los recuerdos, no con alguien más que me podría tomar. Cierro mis ojos, apoyo la cabeza sobre mis rodillas y su imagen se me viene a la mente; una mujer linda, blanca, vestida de blanco, con un cabello larguísimo; cantaba, se acariciaba el vientre y tal vez tenía algo, tal vez tenía algo ahí.

¿Quién era? ¿Era la de los pasos en las noches? No sé qué me pasa, los recuerdos malos no vuelven pero me siento mal; de pronto siento asco, rabia; me quejo por a ver sido yo, por a ver sido yo la que fue tomada; por no a ver sido una princesa bonita como ella en vez de una muñeca, una decaída muñeca abusada. El espasmo me recorre, me recorre de nuevo; yo parada, su voz, sus manos, su abuso. Ya no lo aguanto más, ya no lo aguanto más; aprieto mi puño, golpeo el piso; tiemblo, tiemblo y gimo por el dolor en mi mano.

¡Aaaa!

Miro hacia la escalera, no sé si vendrá, si escuchare sus pasos acercarse hacia mi; tomo mi vestido a medio hacer, me lo pongo sobre mis rodillas, tiemblo y espero; tiemblo, espero y espero...

Escuchó los pasos acelerados, lentamente comenzando a caminar en dirección a las habitaciones de chicas.

El murmullo era bajo y sus pasos eran ligeros, era claro que su estatura pulga le ayudaba en esto de ser silenciosa, aunque quizá el hecho de poseer la apariencia de un alma en pena vagando por los pasillos no ayudaba a su caso precisamente. Pero el conflicto lejano, ahogado, que escuchaba por el pasillo le partía el alma. Estaba bien que era pequeña y que su destino había sido tan inexacto desde el momento en que nació de una mujer tan vanidosa que había hecho una gemela perfecta para Lou...

Y aun así se encontraba confusa. Era cierto que había muchos que se lamentaban, tantos supervivientes a esta guerra que no sabía exactamente por donde empezar a ayudar, ella era una persona alegre y que no le había tocado lo peor, quizá algunas cicatrices pero estaba realmente intacta y esperando al pequeño que debía nacer para finales de Enero, principios de Febrero, no podía quejarse, con el fin de la guerra estaba feliz y había nueva vida en camino... no planeada o siquiera considerada ya que era demasiado joven, pero el fin de la guerra significaba que su pequeño o pequeña tendría un buen futuro.

Lentamente se asomó, primero dos ojos y el largo cabello platino, luego un pie, pequeño y blanco, antes de pasar el resto de su cuerpo que no pasaba del metro cincuenta y cinto, pequeño y de apariencia completamente infantil a pesar de el problema en el que se había metido.

"¿Te encuentras bien?" Preguntó con grandes ojos lechuzones celeste cielo.

Creo que escucho un murmullo acercarse, aunque después lo pierdo o al menos eso es lo que creo. Me quedo ahí, mirando el vestido a medio hacer que tenia sobre mis rodillas, llevando mis ojos en instantes hacia la escala de la sala común, en cortos instantes en los que los fuerzo contra sus bordes para no tener que mostrar demasiado mi rostro. Vuelvo a sentir aquel murmullo, mi corazón salta; aunque de nuevo trato de hacer como si no existiera, como si hubiese sido un error de esta muñeca averiada.

Lo vuelvo a oír, esta vez es evidente; estoy segura, estoy segura de que viene. Por un momento siento que voy a recordar de nuevo, pero al final creo que no lo hago; tal vez porque ella era una princesa, y las princesas no abusaban de las muñecas como lo hacían ellos. Sigo mirando mi vestido, pero algo me llama, algo me duele en el pecho y me llama a mirar; girando mi cabeza hacia allá cuando pasa; cuando la veo a ella, a una chica linda, a una bajita niña blanca de ojos azules que había llegado a mi cueva.

Por un momento es que casi nos puedo a ver a todas, a todas nosotras al comienzo; cuando recién nos habían tomado para meternos en la pieza sin luz. Levanto una de mis manos para ponerla sobre la cama y es que el recuerdo se me viene, todas nosotras como unas niñas, ahí; encerradas en ese lugar, sin atrevernos a hablarnos, apretadas contra la pared del fondo, tal vez con la esperanza de que eso se acabaría aun, viendo como las otras eran tomadas una por una para apagarla, una por una hasta que me toco a mí, hasta que me toco a mi...

Cierro mis ojos, siento sus manos agarrándome de los hombros la primera vez; apretando mis brazos y pasando debajo de estos a mi pecho. No, lo detengo, no quiero llorar ante una princesa como ella, no tiene que verme así; no tiene, no tiene; o al menos así era hasta que me pregunta.

No, no estoy bien; pero no importa. Es lo que respondo tal vez como un reflejo, dejando esa mano aun sobre mi cama cuando me atrevo a verla de nuevo; tal vez habiendo dicho más de lo que quería por lo atacada que estaba.

Los ojos lechuzones se abrieron más si era posible, buscando a ver su la cama frente a la chica estaba libre para poder sentarse con las piernas cruzadas, sosteniendo el camisón contra el acolchado de pluma tratando de taparse un poco y tratar que no viera algo que inevitablemente si le prestaba atención se vería.

Y es que no estaba de más de 3 meses y medio, un poco más, no le gustaba contar porque entonces significaría que sabría hace cuanto no lo veía y eso la entristecía... y estar triste no era bueno para el bebé que crecía en su interior, el bebé debía estar bien, era parte de ellos y del tiempo que estuvieron juntos así significara que no terminaría el colegio este año y el siguiente probablemente no lo podría cursar como las personas comunes y corrientes de su edad... pero ella fue quien se metió en este baile así que saldría adelante, era demasiado obstinada como para hacer otra cosa.

"¿Quieres contarme? De todas formas no podía dormir..." Comentó amable, sonriendo ampliamente antes de mirar a todos lados, preguntándose porque esta habitación a pesar de que era de noche era tan oscura. ¿Acaso no funcionaban las velas? "¿No hay velas?" Preguntó prácticamente vibrando, su piel era luminosa y atractiva como la de todas de su raza haciendo que ella pudiera ser vista en la más absoluta oscuridad pero no era realmente una lámpara de luz para iluminar todo, quizá podía conjurar unas esferas de luz si la chica le dejaba, no le gustaba pensar en lugares oscuros, daba la sensación de que estaba en un lugar encerrada y su claustrofobia le hacía sentir incómoda.

Ella se me hace extraña, realmente extraña; y es que acabo mirándola como si fuese algo realmente distinto a mí, como si ella fuese la alegre princesa que iba mirar el espectáculo de un circo y yo la criatura que apagada estaba atrapada ahí, mirándola con algo que no sabía si era indiferencia o envidia; aunque también podía ser al revés, también podía ser que ella fuese la animadora del circo y ya la muñeca decaída que era obligada a mirarla.

No, creo ahora soy la única aquí... y yo no las prendo. Respondo a la pregunta de las velas, mirando hacia mi mano en la cama, sin mirarla directamente a ella. Y... es algo que no importa, lo que me pasa es algo que no importa, algo que no importa. Termino como un murmullo, no sabiendo que hacer realmente, estando en ese momento extraño en donde no quiero ser observada, pero que se que lo hacen con esos ojos bien abiertos de ella; y en donde yo quiero y no quiero mirarla a ella al mismo tiempo.

Creo que libero un suspiro, pasando de hacer un diminuto ademan por pararme; a apoyar mi espalda junto al mueble que tenia atrás, mirando hacia adelante, a la pared del fondo y sosteniendo aquel vestido que hacia entre mis manos; al menos sintiendo como su cercanía había espantado por un momento los recuerdos.

Quería hablar con la chica, no le gustaba sentirse tan sola y mucho menos ver que había alguien más en la misma situación que ella, en la oscura soledad. No sabía quien era esta chica, jamás la había visto, pero suponía que hablar como si fuera frágil sería solo aumentar el problema y el caos, no deseaba hacer que se sintiera incapaz, quería una compañera con quien hablar y compartir cosas...

Especialmente porque al ser veela muchas de sus compañeras la descartaban e incluso algunas desviaban sus caminos para ser especialmente crueles, los celos ganando a la razón y aislando no solo a Louise, sino que se imaginaba que Emma tenía un problema similar en sus dormitorios.

"Estoy esperando un bebé." Comentó. No sabía que la había impulsado a decirlo, pero lo dijo con una sonrisa amplia, una mano en su apenas visible vientre. Quizá para saber más debía compartir un poco de ella misma y este era su mayor secreto. "Aun nadie sabe salvo por Ma Mylenka y mi hermana Emma, creo que Mamá Ulrika se enojará mucho y me da miedo que se entere aun."

Lo que me cuenta no me causa demasiado, la escucho con indiferencia, apoyada en aquel mueble mientras acaricio mi vestido; apenas girándome para mirarle el vientre cuando me cuenta, ahí con esos ojos verdes míos que miran todo con los parpados un poco caídos, desganados, como si les faltara algo o solo quisiesen cerrarse de una vez. Y es que ahora eso casi no me hacía sentir nada, tal vez antes lo hubiese hecho, pero ahora no; solo era algo de alguien, algo de esa princesa que me había encontrado y que era tan diferente a mi; siendo sus palabras aquello que me hace sentir más ajena aun, con ese entusiasmo extraño que simplemente parece no poder en mis oídos.

Y aun así, creo que después todo algo me acabo haciendo verlo, pensarlo tras los minutos y recordarlo; no era la primera vez que lo veía, ¿O que tal vez lo sentía? Allá nos pasaba, lo recordaba, recordaba a ver visto a otras comenzar a tener algo en su vientre también, ahí; cuando volvían a la pieza obscura tras ser tomadas por ellos como yo. Aunque ahí, ahí no las dejaban, no era lo que ellos querían y apenas se notaba... lo mataban; solo unas palabras y su magia les bastaba para matarlo y hacérnoslo botar en un infierno de dolor.

Me llevo una silenciosa mano a mi vientre, la vuelvo a mirar estupefacta; notándoseme tal vez lo mucho que me atormentaban los pensamientos, mientras algo me retorcía por dentro al pensarlo, al pensar en que tal vez a mi también me paso al menso una vez, por mucho que a veces convenciere de que nunca lo sentí.

Ya no sabía qué hacer, me había atacado de nuevo un recuerdo, uno que tal vez casi me hace vomitarlo todo; pero ella estaba ahí, esa princesa tan distinta a mi estaba ahí junto a mí, mirándome; tal vez esperando algo de esta muñeca mientras esta simplemente no sabía ni como sentir.

Tal vez con este se note menos, le respondo sumisa como si de pronto hubiese encontrado una respuesta, metiendo las manos bajo mi vestido a medio hacer para levantarlo un poco y hacer que lo notara. Aun no está bien, debo terminarlo; pero te lo puedo ofrecer.

Y es que debo terminarlo...

"Gracias." Fue la única respuesta con una leve sonrisa, aunque negó suavemente con la cabeza. sabiendo que solía hablar demasiado, eso era lo que la caracterizaba, era una máquina de hablar en el mejor de los casos y también poseía una energía contagiosa que sin embargo a veces se salía de control. 

Una parte de si misma le decía que era porque se sentía sola, pero lo cierto es que no tenía con quien compartir nada en estos momentos. El castillo si bien amistoso y acostumbrado a tener a la veela recorriendo sus pasillos no estaba preparado para que esa misma veela estuviera expectante y sola. 

Sus amigos no estaban y su pareja... pues aun tenía esperanza de que estuviera internado y que al nadie saber nada de ella no la hubieran podido contactar. Es que no tenía tampoco como salir e ir a buscarlo o quizá sus propios miedos la limitaban, ERA una criatura oscura y estaba esperando una hija. ¿Como lo sabía? Pues las veelas solo podían tener hijas mujeres así que era evidente la respuesta del sexo del bebé. Le hubiera gustado tener un hijo varón pero sabía que esas posibilidades rozaban al milagro. 

"Pero no debes preocuparte... estaré bien. Aparte aun es pequeñita, por lo que no tengo grandes problemas para taparlo. Aunque estoy realmente asustada, no se suponía que funcionaría así... no quiero pensarlo como un accidente, pero yo no creía que esto pasaría, supongo que me siento un poco sola..." Suspiró acariciándose el vientre pensativa.

Algo casi inocuo cambia en mis labios cuando la escucho, tal vez es que me siento un poco a mi misma en lo que me cuenta de estar sola; o tal vez era solo una ilusión, una sensación mas de las que me manchaban entumiéndome. Yo dejo caer mis manos y el vestido que ellas sostenían sobre mis rodillas de nuevo, bajando nuevamente mi cabeza hacia este sin mirarla mientras los cabellos de ese lado acababan cubriendo un poco mi cara.

¿En serio no te sirve? No quiero ser una mala... muñeca; es la palabra que de nuevo no alcanzo a decir; y es que acaso mi pensamiento, mi idea y solución no le serbia; o es que simplemente yo no la entendía a ella, pues de verdad era como si no pudiese; era tan ligera, libre como una princesa; pero con algo de tristeza tal vez.

¿Que debía hacer una muñeca ante una princesa? Era lo que de alguna forma me preguntaba, aunque más bien era que lo sentía, ahí en mi pecho y en mi garganta como algo que no podía salir. Y es que me dañaba, no se notaba al comienzo pero me dañaba; verla a ella tan radiante, sentir que yo no podía ser como ella; que me lo habían quitado si alguna vez fue posible y es que tal vez lo deseaba, deseaba el que ella no hubiese tenido la vida que tuve yo, el que ella no hubiese tenido que vivir la pieza obscura, las esperas desconsoladas, sus punzadas, sus manos o su suciedad salir...

Una lagrima cae por mi mejilla, aunque creo que se queda oculta tras esos trazos de mi cabello. Puedes quedarte aquí si quieres; aunque yo no sé hablar mucho... Le acabo proponiendo como una muñeca al final ¿O pidiendo? O pidiendo como una plegaria en donde ella se quedaría con migo, en donde yo la escucharía si me tomaba para eso, pero en donde yo podría libérame por un momento, en donde yo podría liberarme por un momento de la tortura que ellos me habían impuesto a través de mis recuerdos.

Como una prisionera a la cual le daban un pedazo de noche al otro lado su puerta...

"Si quieres puedes darmelo, prometo usarlo." Respondió ante la insistencia. No quería sentir que estaba imponiendole nada a la otra chica que parecía tener ojos grandes y ausentes ante la extraña palidez que envolvía a la veela aun en la oscuridad.

En comparación física, Louise era diminuta, extremadamente frágil y de apariencia realmente infantil con el cabello suelto y largo y la habitual expresión entre soñadora y perdida como si no supiera bien donde estaba parada exactamente o de que iba la conversación.

Con cuidado buscó una cama más cercana, viendo que habían las 4 camas habituales y todas estaban desocupada, optando por dar un par de pasos a la nueva cama, los ojos color del cielo girando a la derecha y a la izquierda antes de hacer algo infantil que fue mover las manos y piernas como un perro para mover las frazadas y sábanas antes de colocarse debajo y patearlas para taparse con todas y acurrucarse al punto que solo unos mechones platinos y la sombra de sus ojos era realmente visible.

"Vale, me quedaré, mañana prometo que regreso a mi habitación. Pero es que no hay casi nadie, es aburrido cuando no hay nadie más con quien hablar aunque no hables está bien."

Entonces deberé terminarlo esta noche....
O la siguiente si no alcanzo....  O la siguiente si no alcanzo....

Respondo lenta, llenando mi pecho de aire; volteándome para tomar aquellas simples herramientas de costura mías del mueble a mi espalda y volver donde estoy, sentada de espalda contra este para continuar cociendo ahí mi vestido. Tal vez mi voz no había sonado alegre o demasiado viva, pero al menos ya no había parecido una petición desesperada la cual me dolía, al menos ya no había parecido eso.

La aguja se vuelve a hundir en la tela, esta se resiste un poco pero al final deja que la aguja la rompa; la aguja pasa, llevando al hilo cogido detrás de ella; para después girar y volver a hundirse en la tela para volver; dejando el hilo ahí, unido a esta como un algo que se puede tirar sin que se salga o se separe. Los dedos de la muñeca lo hacen todo, gráciles, mecánicos y aletargados como si no tuviesen que pensar en nada para hacerlo; por mucho que en realidad esta si lo acabase haciendo, aun ahí; cociendo y cociendo como una simple maquina.

Y es que era extraño que ello me aliviara, que ello me sacara de mi tormento; pues hilos como esos fueron los que ellos llegaron a usar en mi piel, tal vez no sentía el dolor mismo ahora, pero si el escozor; esa sensación que me decía lo que mi cuerpo recordaba, esos momentos en que ellos cocían nuestra piel, a veces simplemente con hilos para que nos doliera u otras veces con cosas para que además nos tiraran. Y es que era eso tal vez, ver como lo hacía sin que fuera mi piel la tejida me aislaba un poco de todo eso, al menos un poco; como un recuerdo más ligero de cuando las cosas no estaban hechas para lastimarme o un ritual para expugnar todo ello .

Ella se mueve, la escucho; al comienzo no miro, pues pienso en que solo se está acercando para tomar lo que había dicho en mi proposición; hasta que de pronto escucho las sabanas de mi cama ser removidas de golpe. La miro, abro un poco mis ojos para verla en tan solo instantes acurrucada ahí dentro y es que de verdad lo era ahí, una princesa, una princesa tan diferente a mí, pues ella podía ser libre de ser. Todo me lo mostraba, su estatura infantil, más baja aun que la mía, la de una muñeca pequeña; su cara que no se arruga ni suspira y ese cabello que la adorna como si realmente viniera de otro lado, de uno muy distinto al mío.

Aunque si quieres... al menos puedo escuchar. Acabo por declararle cuando la veo totalmente acomodada, ahí mientras yo solo sigo y sigo con el vestido ahí sentada de espalda a mi mueble; y es que no quería ir a otra cama, pues no podía ariesgarme a que ella me viera en mi tortura.

La rubia se acurrucó un poco más y asomó la cabeza lentamente.

"Siempre fui de hablar demasiado, mi hermana era la más callada de ambas. Aunque también ella es la más inteligente y linda. Realmente la extraño mucho, era muy buena conmigo. Dijo que vendría más adelante para poder rendir los exámenes, pero en parte no creo que venga, tenía mucho miedo e hice lo que pude para cuidarla y que no le pasara nada, pero realmente no hay forma de hacer eso. Y... y creo que se quiere quedar con mis mamás... ella está bien allí, entre la comunidad nos cuidamos, pero yo... yo no sé si estoy lista para decirles nada, para contarles que tendré una nena... soy muy chica, ya sé lo que mamá Ulrika me dirá y tengo miedo, sé que estará decepcionada, Mamá Mylenka lo está también y Emma no me habla como antes... no quiero estar sola, no sé que hacer, no sé donde ir... ¿Y si no consigo donde vivir antes de salir del colegio? No quiero que me vean así."

Hablaba llorosa. No estaba quebrada, no se sentía quebrada, pero podía sentir el miedo en su cuerpo y la inseguridad. No importaba cuantos amigos tuviera, no podía imponerse a ellos y ella vivía de la tierra, no podía imaginarse viviendo en un departamento en el nefasto centro de Londres o en Glassglow. Era una criatura del bosque y se veía atraída por el castillo y otros lugares rodeados de naturaleza, como wicca necesitaba sentirse unida a la diosa y no había mejor lugar que el natural, aquel lugar donde podía estar feliz y a gusto con quien era y sus primas.

Reacciono a mirarla, reacciono a mirarla un poco cuando ella se acurruca y apoya su cabeza; y es que lo hago porque me afecta, me pincha verla así de pronto, tan... libre. Es como si le tuviera envidia, como si quisiese ser un poco mas como ella y es que incluso puedo llegar a pensarlo; lo que haría yo si siguiera siendo como ella, como me mostraría en mi cama, como me movería, como miraría o incluso como respiraría y es que me molesta; no sé porque de pronto me molesta como algo en mi pecho, como un deseo que no puedo cumplir y que por eso aprieta mi garganta; algo que no había sentido cuando estaba siendo torturada sola en mi cama, pero que ahora me molesta a cambio de sacar eso; mientras solo puedo seguir y seguir cociendo.

¿Tu puedes escribir algo... a alguien?, ¿Te dejan hacer eso al menos? Le pregunto al comienzo cuando la miro un poco, sacando esos ojos que quieren pensar para otro lado por lo que les falta. Ellas.... ¿Crees que te harán algo?

Trato de seguir en lo mío, en mi trabajo de muñeca; trato, trato pero de pronto no puedo; sus palabras me hieren, detienen mis manos; parecen inocentes pero me molestan, me dan esa sensación; esa no se... envidia repentina de querer tener su vida, de a ver tenido su vida en vez de la mía; como si sus problemas fuesen agradables de tener en comparación a la que era yo; como si quisiese tenerlos para dejar de ser la muñeca que es movida...

Pero no puedo...

Pues todo es sigue siendo parco para mi, algo parco y gris; lleno de pensamientos aletargados, pensamientos aletargados que a veces incluyen eso; pero que en verdad no son nada, nada mas que los fríos pensamientos de una muñeca que no debería desear; porque simplemente duele, duele, escuece y duele.

Me giro, miro para el otro lado; ya creo que mi última palabra sonó como el inicio de un llanto, pero igual lo intento; intento ocultarlo todo para que no vea; aprieto mi garganta que duele y quiere explotar, mis ojos; y todo para que ella siga siendo la princesa y yo la muñeca.

"No creo... siempre son amables... o al menos nunca me dijeron nada. Solo que no creo tener un lugar al que volver cuando termine el año." Lo cual era más triste de lo que pensaba, su hogar estaba en Alemania, sus madres y su hermana estaban allí, era su refugio, era donde estaba con otras que eran como ella...

No tenía futuro, realmente no lo tenía y no sabía que hacer o donde ir o con quien ir ya que estaba en el tema... necesitaba hacer algo pero no sabía que exactamente. Realmente era como Bird... los prófugos no tienen pasado, los adictos no tienen futuro y ella como buena veela había caído en ambas categorías, no podía regresar a vivir con su gente, no podía ver un futuro para ella y su hija, ¿que clase de futuro podría darle? Hija de una veela, sin padre, en un país extranjero sin sustento...

Sabía que encontraría la forma de salir adelante, tenía sus ahorros y podría hacer algo, era suficiente como para alquilar un departamento momentaneamente.

"¿Quieres contarme tu historia?" Preguntó al escuchar el sollozo.

Apenas contengo mi llanto cuando escucho, con mis labios apretados, mi rostro arrugado; pero mi pecho inmóvil, inmóvil junto a esas piernas que aun sostienen el vestido. Y es que de pronto quiero mirar hacia abajo, pues algo se me cambia; la envidia por tener su vida se mescla con tristeza y un poco de arrepentimiento.

Aun deseaba estar como ella, estar como ella ahí en esa cama, moviéndome como ella, siendo como ella, viviendo como ella en vez de como yo; pero también de alguna forma lo entendía, que aquella princesa no estaba tan bien; pues yo también sabia lo que era no tener un lugar, pues es que yo ni podía recordar el mío, no sabía porque pero lo único que tenia era la pieza obscura, la piesa obscura era todo lo que me dejaron, lo único y lo último. Al comienzo creía saber de uno, pero este nunca apareció, nunca apareció dejándome sola con la pieza obscura y la pieza obscura...

...

Su pregunta detiene todo, deja mi pecho aun inmovilizado, me hace intentar mover mis dedos en un momento en que no respiro y es que.... y es que.... estaba ahí, estaba ahí la posibilidad de contarle, la sentía, la sentía como un algo que podría hacer para tal vez liberarme de algo; pero no, no; solo era una sensación, un deseo que una muñeca no podía tener; pues no, yo solo quiero que me dejen, que me dejen o me tomen pero que no me lastimen....

No, está bien, no me pasa nada, no me pasa nada... Respondo como creo que había hecho antes, sacudiendo muy levemente mi cabeza, pues eso es algo que esta muñeca hace mas para sus adentros que para afuera realmente; moviéndome para quedar de lado ante ella al apoyarme de nuevo en aquel mueble, mirándola un poco para después seguir tejiendo, seguir tejiendo y seguir tejiendo.

Puedes prender las velas... si quieres. Muevo mis hombros sin mas.

"Vale, que no me gusta mucho la oscuridad. En el campamento de Mamá Ulrika siempre está algo oscuro pero prenden antorchas por la noche." Comentó pensativa, buscando su varita pegada a su muslo antes de moverla con unas palabras susurradas un Ignis señalando las velas en el escritorio oscuro comenzó a dar vida a ese lugar.

Estaba cansada, realmente estaba cansada, pero había estado tan asustada tras los golpes que se dio cuando estaba con Alan que era innegable que debió ir a parar a la enfermería, Madame Pomfrey con su siempre presente mirada de desaprobación le había observado y había estudiado el estado del bebé, pero su clara desaprobación se hizo presente cuando una vez se hizo cargo de que la pequeña estuviera bien a ella le había dado absolutamente nada para los dolores.

En la actualidad solo tenía un moretón en el brazo de cuando la Bludger por poco la alcanzaba y dejó una marca en su piel.

"¿No vas a dormir? Prometo que no pateo." Declaró finalmente acurrucándose, más recordando un perrito enroscado con la cabeza sobre las patas y los ojos semi cerrados a la espera de una respuesta.

De pronto siento como si mis ojos se dilataran cuando ella enciende las velas, ahí; con esa sensación acida de mi intento de lagrimas aun en sus bordes. Sigo tejiendo un poco, pero la posibilidad de haberle contado sigue ahí; molestando, latiendo como algo que tengo ahí dentro; pero ante lo cual yo solo sigo, y sigo tejiendo como usando eso para disiparlo, pero aun con la sensación de en algún momento repentino podría hacerlo... como había hecho con él.

No, aun no; debo seguir, debo seguir hasta que no pueda...

Le respondo a ella, suspirando en un intento de realmente omitir aquello, la el encierro, a ellos y todo aquello; echándome un poco hacia atrás como una continuación de ello; topando ahí, con mi cabeza sobre mi mueble... algo. De pronto suelto la aguja, y me llevo esa mano ahí, detrás de mi para tomarlo; el libro donde siempre dibujaba.

Pued... pued dudo en el momento con una voz casi inaudible; ¿Puedo pedir dibujarte? Acabo preguntándole, abriendo el libro, pasando rápida las paginas para que ella no vea lo que hay ahí hasta que encuentro una hoja en blanco, una hoja en blanco que dejo junto a su libro en mis piernas, sobre el vestido. Esperando con mi mirada baja en al permiso que le daría o no le daría la princesa a su muñeca.

Asomó la cabeza por sobre la manta para observarla con curiosidad, lentamente removiéndose bajo los abrigos nocturnos para verle un momento así como estaba.

Pensando un momento largo antes de asentir.

"Hagamos un trato, tu me puedes dibujar si yo te puedo peinar. Tienes lindo cabello aunque lo tienes caído muerto, creo que puedo hacer algo con él. Mañana no tenemos clase así que nos podemos quedar un buen rato haciendo otras cosas si quieres. ¿Alguna vez has tratado de ver el futuro? Así como en adivinación pero con menos vapores confusos y cosas raras."

Esta bien, como tú quieras...

La idea de que me peinara me turba, yo me quedo mirando el libro en blanco un poco mientras lo hace; acariciando lenta el borde de la hoja mientras pienso en ello. Ella podía hacerlo, yo no me quejaría; pero... pero podía ser malo, siempre se sentía tan angustiante que me tocaran; aunque si lo hacía en mi pelo tal vez no se me apretara tanto; aun cuando ellos lo hayan hecho alguna vez para dejarme "presentable".

Sacudo mi cabeza como instando botar ese pensamiento para girarme hacia ella, abrir uno de los cajones de mi mueble y sacar esos lápices de dibujo que me habían dado. Creo que eran de los no mágicos, no como las plumas que veía últimamente; y es que, es que estos se me hacían más cercanos por alguna razón, se podían borrar cuando dibujaba algo que no quería, algún recuerdo que no quería... por mucho que en verdad nunca hubiese podido borrar alguno.

¿Puedes no moverte mucho, si puedes? Le pido mientras comienzo a hacer la silueta, secándome la humedad de los ojos con la manga antes de empezar; primero con un bosquejo rápido de la cama, los abrigos con los que se cubría y su rostro...

¿Hacer cosas?... Le pregunto mientras dibujo, apretando los labios como si la idea no me gustara, pues "Hacer cosas" era algo que mi cuerpo me decía que era malo, muy malo; aunque... al menos después habla de otra cosa, no entiendo bien lo que me cuenta, pero me permite respirar en paz para botar todo eso antes de que me entrara de nuevo.

No, no se lo que es... Pero no importa, eso no importa. El dibujo comienza a tomar un poco mas de forma, ya se puede entender la cabecita de aquella princesa y su pelo metiéndose bajo los abrigos; aunque aún faltaba su expresión, lo mas importante, su expresión...

Ronroneó algo, se acurrucó un poco más y de repente dejó de moverse como si se tratara de una estatua, los ojos cerrados, la respiración demasiado superficial como para poder hacer nada más. Realmente parecía haberse quedado dormida si no fuera porque los ojos estaban ligeramente abiertos aunque no se movieran en absoluto un momento antes de girarlos para mirarla un momento tratando de pensar que decir.

"El futuro es un lugar muy interesante pero que hace que te pierdas. Te puedo decir como quedará ese dibujo pero no que harás con él..." Comentó de forma plana, hablando sobre el tiempo o al menos para ella que era algo que le pasaba y nunca había comprendido del todo. De pequeña había creído que se trataba de una cualidad de las veelas, grande fue su sorpresa cuando se enteró que sus madres no compartían el mismo don.

Un leve escalofrío sube por mi cuando la veo acurrucarse y quedarse tan quieta, me incomoda un poco como si me recordara a algo o alguien; alguien que yo sabía quién era, pero a quien saco de mi siguiendo con el lápiz. Le agrego sus ojos semi cerrados, me demoro un poco en ellos pues me producen algo que quiero tratar de gravar; al igual que sus labios o sus mejillas que de pronto me apaciguan mirar. Y es que algo pasa, no sé cuando, pero de alguna forma se me empieza a hacer un poco mejor el momento, aquí; con esta princesa que me había encontrado.... y creo que por primera vez, por primera vez en quien sabe cuánto, había podido olvidar realmente ese dolor de mis hombros... y mi cuello.

¿Y este que estoy haciendo, será de los buenos o de los malos? Le pregunto ante lo que me cuenta; pues, es que aunque no quiero hacerlo; a veces lo hago, dibujar cosas malas... y cosas que duelen...

La pregunta tiene algo de tristeza, pero esta se mescla con un extraño cansancio en mi voz; como si de alguna forma realmente mi cuerpo estuviese empezando a querer... dormir.