Los recuerdos me acechan [Niniel/Libre]

-¡¡Para!!- -¡Para!- -¡Para!-... -¡Que pare! ¡Que no sea así! ¡Que no sea como allá!- Le grito, me rompo, me quemo; me desespero, me desespero, me desespero... Manoteo, el aire me seca; lo miro, lo miro y solo lo miro; sin parpadeos, sin movimientos y sin nada...

¡No! No seas así, no lo hagas como allá, no lo hagas como allá... Retrocedo, aprieto mis manos, aprieto mi pecho, me corvo; voy a llorar, mi garganta me asfixia, un golpe escucho, un golpe escucho... Me detengo, todo se detiene, paro, el no exclama mas, yo paro y miro; yo paro y lo miro a él, a él, a su puño, la pared, su herida...

No sé qué hacer, no sé qué hacer; mis manos tiemblan, me lleno y vacio desesperada de aire; lo miro a él, no quería; no quería reaccionar así de nuevo, ¡No! No quería ser una muñeca que hiciera eso, no con él al menos, no con él al menos, no quería ser una muñeca que gritara con él al menos...

Se separa del muro, veo su herida sangrar, como se la limpia en él y como se acerca, como se acerca esa mano de nuevo a las mías. No lo dejo, a penas lo roso las quito; evito sentirlo pero tampoco las alejo, las dejo ahí; rodeando su mano herida como si de pronto quisiera ayudarlo, como si de pronto de verdad quisiese ayudarlo, al mismo tiempo que mi cuerpo lo rechaza; con esas manos ahí, que están tan cerca y lejos de la suya, que dudan, que tiemblan, que se ven hiladas a algo que les impide tocarlo por más que de pronto lo quieran, como las de una muñeca que no se atreve a acariciar a su amo.

Niniel, escuchar mi nombre me exalta, me aprieta el pecho; mientras que su pregunta solo me hace bajar mis ojos dormidos, ahí mientras dejo de apretar mis manos para rendirme, para rendirme y no poder tocarlo como quería. No lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé...

—Siento asustarte… —es lo único que se me ocurre decir cuando oigo sus gritos.

Pero llevo días con ese estúpido impulso. No puedo más. Tengo que sacar la podredumbre que se está anidando en mi corazón y no puedo. No puedo. No puedo. Me miro las manos de nueva cuenta y veo las heridas a medio limpiar, llenas de mugre. Aun tocan las de ella, pero no se atreven a aferrarlas, por miedo a que huya.

—Haga lo que haga, nunca será como haya, nunca, Nini… —murmuro sin completar sin nombre—. Yo, siento asustarte, sé que todo te asusta…

«¿Qué le hicieron, por Merlín? ¿Qué le hicieron?», me vuelvo a preguntar. Cada que la veo me sorprendo por ver cómo le arrancaron de cuajo todo libre albedrío que pudiera tener y la dejaron convertida en una muñeca de trapo con la que hicieron lo que se les antojó. No quiero imaginarme a cuantas vejaciones estuvo sometida o cuanto dolos tuvo que soportar, pero sé que no puedo convencerla de que no es una muñeca, entonces, no sé qué hacer. Tomo una de sus manos, esperando que no se asuste más y la pongo sobre mi pecho. Justo en el corazón.

—Tengo cicatrices ahí —murmuro—. Los recuerdos me duelen más que nunca. Pero, ¿sabes algo, Nini? —pregunto, aun manteniendo su mano justo en los latidos de su corazón—. Las cicatrices son algo hermoso. Indican que sobreviviste, que no te lo han podido quitar todo… —entonces suelto su mano—. Mi corazón late. Y eso me recuerda que estoy vivo. Tú también tienes uno. También estás viva —respiro hondo, sin saber cómo continuar—. También late, poco a poco y… ojalá supiera cómo curar tus cicatrices, para volver a verte sonreír. Nunca te voy a hacer daño. Es una promesa… —me quedo callado un momento, hasta que sé como acabar aquella parrafada—. La promesa de que te voy a cuidar.

«Nunca nadie, Niniel, nadie, te va a volver a hacer daño».

Antes, podrían pasar por encima de mi cadáver. Así que eso me había echado encima: una chica de mi edad a quién proteger. «Sólo tengo quince años», me digo. «Y ya quiero proteger al mundo». No más guerra, ni más sufrimiento para ella. Ojalá todo fuera tan fácil como usar las palabras.

De nuevo me pide perdón, de nuevo me pide perdón dejándome ahí, mirando sin nada mis manos, la de él, aun sofocada por no a ver podido responder algo mas aparte de no sé, no sé y no se...

.....................

Sus manos me tocan, un espasmo recorre mis brazos hasta llegar a mis hombros; él lo debe sentir, el entumecimiento repentino de esas articulaciones mías, que aun así esta vez se resisten para dejarse tocar por sus dedos mientras yo miro, ahí; rendida y solo expectante, solo expectante; mientras todo eso se me muestra como algo que me quiere engullir. Me lo vuelve a decir, me vuelve a decir que no será como allá y mi me llama... Nini, así me llama; Nini, Nini.

Mis dedos tiemblan de nuevo, levanto mis ojos, lo miro; ¿Nini? ¿Nini, que es lo que es? Es un nombre, uno extraño como vacio a la vez. Me afecta, esa palabra me afecta; la intento recordar; se me viene su sonido, la voz que burlesca me llama así; que deleitándose llama así a su muñeca como si fuese un juguete que saborear; pero también esta la otra, la que no es de aquí, ni de la pieza obscura, si no que de antes, de antes, de demaciado antes... No puedo, me llevo una mano a la boca, mi garganta me estruja, ¿Cual es la real? ¿Cuál es la correcta? No lo sé. ¿La quiero para mí o no la quiero? No sé, es yo; ¿Es esta muñeca o acaso otra cosa, otra cosa mejor?

...............

Lagrimas se escapan de mis ojos hacia mis mejillas, toma entera mi mano, tiemblo; tiemblo, no la muevo, me dejo llevar pero tiembla, mi mano tiembla mientras mi cuerpo pareciera que quiere escapar como si realmente no pudiera. El no me hace nada, aun no me hace nada; deja mi mano en su  pecho y habla, ahí me habla de sus heridas, de sus cicatrices, de su corazón y del mío, de como debía ser el mío.

A mi también me duele, a mi me duele todo. No sé porque le digo inflando tosca mi pecho, inflando trancada mi pecho como si así pudiese detener un poco los temblores de mi mano. Hicieron que todo me duela como si nunca acabara, que sienta sus manos tocarme como si nunca pararan, que los sienta dentro de mí… Empuño mis dedos, mi rostro se arruga, de pronto empuño mis dedos abrupta cuando esa mano finalmente vuelve a mí.

Y aun así trato de ser una buena muñeca, al menos trato; supongo que por ese corazón que tú dices debo tener... -- Si quieres tomarme con esa promesa hazlo, yo nunca me quejare; si no me dañas como allá nunca me quejare...

Aunque, solo no me pidas que sonría ahora, eso solo dolería mucho...

La veo llorar y me dan ganas de llorar a mí también. Últimamente me dan ganas de llorar a toda hora. Cuando distingo el muro en el que Colin inmortalizó a Lavender y a Parvati mientras la primera metía la palma de su mano en mi cabello asegurándose de que fuera natural. La columna tras la cual se escondió para asustar a Luna cuando pasara por allí y luego tomarle una foto a su rostro. Todo es Dennis. ¡Todo! Y ella, Niniel, casi la primera persona desconosida con la que me he encontrado, resulta tener una historia mucho más deprimente que la mía.

—No... no te pediré que sonrías —suspiró y pongo un dedo en su rostro, justo donde se estirarían sus labios su pudiera sonreír—. No sé puede obligar a nadie a ser feliz, y yo no lo haré. Quiero que un día sonríes porque quieres, no porque alguien te lo ordena.

Es lo único que puedo ofrecerle. Es poco, lo sé. Pero no puedo hacer nada más por ella en ese momento.

—¿Ya conoces el castillo? —pregunto.

Su respuesta evita que me duela, tal vez no cambia lo que siento pero al menos tampoco lo empeora; soltándome un poco de ese momento en que esperaba temiendo a que me dijera o hiciera algo cruel; quedándome yo ahí, fría y temblorosa, sin poder pensar en que hacer pero al menos sin algo más.

El continúa, de pronto estira su mano hacia mí, yo la veo venir; la miro, algo me llena; pero tan rápida como la veo de pronto ya está en mi. Siento su dedo en mi piel, en mi rostro, ahí cerca de los que son mis labios de muñeca; y es que esta vez se me hace cálido, como una gota acida que me toca para mezclarse con su notoriedad en mi y la calidez de algo que se me queda subiendo hasta mis mejillas.

No mucho, Comienzo a responderle, encogiendo mis hombros y llevándome mi brazo a la cara para secarme aquellas lagrimas de mis mejillas mientras terminaba sorbeteando un poco con mi nariz. Conozco Hufflepuff, el lugar que escogieron para dejarme; y lo demás... Prefiero no mirarlo o intentar pensarlo, todo menos un poco de lo que hay afuera... y este lugar. Y es que no quería pensar en ello, en los pasillos o salas de aquel castillo. Me enfriaban, me invadían y me aletargaban como un peso que me tiraba hacia el piso; eran demasiado obscuras y agrias; derruidas como la pieza o los pasillos por los que ellos me arrastraban.

Yo lo miro a él tras terminar, tal vez un poco mas aliviada, apagada; pero al menos algo aliviada y es que lo agradecía. No me lo había declarado realmente pero yo sentía como si el quisiese tomarme y ahora, ahora creia un poco en que me iba doler menos, ahí con él; siendo aquella pregunta ajena algo que al menos me permitía dejar de pensar en lo ellos me hicieron sentir.

Ahí, mientras me llevo mi mano a aquel punto que marcado por su dedo aun se sentía, extraño…

Veo el desconcierto ante mis gestos, lo que me lleva a pensar que no está acostumbrada al cariño. Deja pistas como un río, como esa súplica de que la tome, si quiere, pero que no duela. Me desconcierta, porque parece incapaz de notar la bondad a su alrededor y vivir en una cárcel que le forjaron especialmente a ella, entre las barreras de su misma mente.

—Ya sé que el castillo puede parecer extraño y frío algunas veces —empiezo a decirle, intentando hacer que confíe un poco más en el lugar, que no ande por los rincones, aunque sé que eso tardará años y yo no soy quien para intentar hacerla feliz porque ya tengo mis propios demonios—, pero aquí nadie te hará daño. Si alguien intenta hacerte daño, siempre recuerda que no tiene por qué hacerlo.

Le regalo media sonrisa. Al final, todas las relaciones van de entender a tus demonios con los demonios de otra persona, pero sé que pasará mucho tiempo antes de comprender todos sus recuerdos y lo mucho que le duelen. Porque a mí también me duelen y me siento desangrar. Porque no sé como pudieron haber acabado las cosas si Andrómeda no me hubiera encontrado una noche lluviosa, empapado de pies a cabeza. Porque sé que, si no estuviera en Hogwarts, las cosas serían peor y estaría más consumido en mi propio rencor de lo que ya lo estoy.

En Hogwarts puedo ser útil. En Hogwarts puedo convencer a la gente de la que la guerra es mala y no hay mejor ejemplo que Niniel.

—Nadie tiene por qué hacerte daño —le repito, para dejárselo bien claro—. Aquí no tienes porque sufrir, nunca, Nini, nunca.

"Y yo te protegeré como pueda, aunque sea lo último que haga". Necesitaba una promesa que me hiciera vivir. No podía alimentarme de recuerdos y rencor toda la vida, porque acababan pudriéndose y dejaban de servir. No quería convertirme en una cáscara vacía que sólo volviera palabras su rencor contra el mundo, porque el rencor pronto dejaba de servir.

—Nini... —murmuro, viéndola llevar su dedo a donde yo la he tocado—. Necesito saber qué peleo por algo. Qué hago una buena acción por alguien. Que tengo una razón para seguir viviendo... Y esa razón es protegerte.  

Él lo repite, lo repite una y otra vez; lo de que no me harán mas daño, lo de que no tienen porque hacerlo, lo de que aquí no sufriré, que nunca aquí alguien me hará lo que allá. Me quiebra, escucharlo de nuevo tensa mi cuerpo; dejando pegados aquellos dedos a mi rostro como cocidos a este, sintiendo de pronto la tensión que sostiene mi brazo ahí, mi codo y mi hombro detrás de él.

Y es que no entendía, no podía entender. ¿Lo que él hacia? ¿Lo que yo de pronto estaba sintiendo? Ese algo que de pronto me recorría entera entre los huesos que son la estructura de la muñeca y su piel, como algo que se arrastraba por todos lados dejando su marca, por todos lados dentro de mí. No lo entendía, pero ese terror que me hacia gritar a la nada hasta romper mi voz, ese terror de que ellos me volvieran a tomar para llevarme ahí, para llevarme ahí y usarme de nuevo; ya no estaba, estaba menos y en cambio; en cambio estaba eso, ese algo que no entendía pero que me hacia quedarme adherida ahí, como tejida al piso también.

................

Mi corazón late aletargado y de alguna forma lo que me dice se hace sensación, creo que doy un diminuto paso hacia atrás y de pronto quiero, algo en mi quiere arriesgarse y tomar su mano, como si de pronto quisiera creer un poco en lo que dice, como si de pronto de verdad quisiera creerlo un poco; como algo que realmente necesito, pero que ni yo misma puedo comprender. Y es que no se qué hacer, me trata diferente, me trata diferente y no sé qué hacer; esta muñeca no sabe qué hacer. Se siente como una niña, una niña que está molestando por su torpeza y como tal de pronto camina, pasa al lado de él para huir hacia la puerta y dejar de molestar.....

Aunque al final se detiene, se queda inmovilizada cuando intentaba huir; sintiendo un algo que no entiende, que no entiende ¡¡Y que no entiende!!; pero que la detiene ahí, cocida al piso de nuevo. Está bien que sea así, está bien. Digo levantando mi cabeza de espalda a él; No quiero molestar, nunca quiero eso; pero si tú me quieres puedes buscarme cuando lo desees; yo nunca me quejare y...

Y esque tal vez lo necesite....

Termino al final temblando, intentando dar un paso más para irme y dejar de sentir todo un momento; aunque al final no pueda hacerlo, temblando y estrujándome antes de devolver mi pie de muñeca al piso, dando un único e insignificante paso que me cuesta demasiado como para ir.

Da un paso. Uno tan pequeño que recorre una distancia minúscula en dirección a la puerta, pero se queda allí parada, estática, como si no supiera qué hacer. La miro un poco interrogante cuando la oigo hablar. Tiembla y me acerco a ella. No sé cómo consolarla, no sé qué hacer. Sé que pronto se preguntaran por mi ausencia en donde están trabajando en la reconstrucción y quizá alguno sospeche que me he tirado por la torre de Astronomía. La verdad es que les he dado multitud de razones para hacerlo. Desde mi humor ácido hasta la tristeza que destilan mis ojos.

Acorto la distancia entre Niniel y yo, de nuevo, tan rápido que quizá no le da tiempo a asustarse y la abrazo. Porque nunca ha recibido un abrazo decente, o eso creo yo. Eso me hace pensar esa actitud que tiene. Siento su cabello castaño en mi nariz.

—¿Alguna vez te han dado un abrazo de verdad? —pregunto.

Pero ya sé que la respuesta es no. O, si se lo han dado, ya no lo recuerda.

—Dicen que los abrazos sanan en alma… —me quedo callado un momento, esperando esa reacción que va a llegar, más tarde, o más temprano—. No sé por qué.

Mis piernas se quedan temblando después del paso, mi pecho me aprieta; mis muslos tiemblan quebrando mis rodillas, lo hacen por todo, por todo; y aun así creo que lo voy a hacer, igual creo que voy a dar el siguiente paso para irme a aquella puerta y dejar de sentir sin saber qué hacer, sin saber qué hacer.

Y de pronto lo siento, el me envuelve con sus brazos; no alcanzo a hacer nada, mi corazón salta, mi cuerpo se petrifica, mis hombros tiritan; mis labios lo hacen también y mis piernas siguen haciéndolo. Por un momento quiero gritar, pero no puedo, mi garganta se ahoga, tiembla; lo siento a él en mi cabello, sigo temblando, no me sostengo; trato de resistir pero apenas me sostengo ahí; mientras siento su cuerpo rodear el mío a través de mis ropas, su respiración en mi cabeza y todo como un capullo, como un capullo que de pronto me envuelve como una tela hecha para mantener a la muñeca un poco mejor, un poco mejor.

No puedo responder, todo me envuelve y me sonroja pero no puedo responder; y mis piernas no dan más, no dan más temblando hasta que me dejan caer sobre ellas ahí bajo sus brazos. No sé, no sé.... me llevo las manos a los hombros ahí tirada en el piso, niego con mi cabeza y me aprieto mas como queriendo desaparecer en ese capullo que ahora parecía envolverme.

Ya no se, ya no sé todo lo que ha sido de mi.....

No sabe. No sabe lo que es el amor porque no lo ha sentido de verdad en tanto tiempo… No sabe lo que es la esperanza porque se la arrancaron de cuajo hace mucho. Yo aun la recuerdo. Recuerdo la cara de Colin, sonriente y confiado, diciéndome que todo sería para mejor y lograríamos salir de todos nuestros problemas, que no eran pocos. Me quedan esos recuerdos para adivinar cuál es el color de la esperanza. Pero a Niniel no le queda nada, así que decido darle un poco cuando la libero del abrazo. A ella no le importa que le hable. A mí no me molesta hablarle.

—A veces, el año pasado, cuando mis hermanos y yo estábamos de verdad jodidos… —empiezo—. Él sonreía. Yo no podía creer que el pudiera sonreír, de verdad, pero al parecer… bueno, lo hacía. Y no importándole que tan hondo fuera el hoyo en el que estuviéramos metidos me decía que todo iba a mejorar. Y yo le creía.

De eso me acuerdo cuando me acuerdo de esperanza. De la sonrisa de Colin, porque, maldita sea, no la perdió ni siquiera al morir.

—Le creía cualquier cosa porque estaba desesperado por creer que las cosas mejorarían… —me quedó mirándola—. ¿Y tú? ¿Quieres que mejoren?

Me quedó mirándola. Es bonita, aun con esa cara triste que tiene, esa manera de comportarse, de moverse, como pidiéndole permiso al mundo. Pero me escucha y eso me agrada. No me dice «Colin desearía que sonrieras», o «No hay que hablar de temas tristes». Me escucha aunque no le importe mi historia. Pero simplemente por eso debo decirle «gracias».

«Gracias por haber dejado que abra mis heridas ante ti, Niniel», pienso, «porque ya no sé a quien contarle las penas que me acechan».

¡Porque!..., porque yo no pude tener algo así, porque no había nadie que sonriera sin a hacerlo a costa de abusar de su muñeca. Empuño mis manos en el suelo, sollozo, las lágrimas se me salen de nuevo y es que no podía, ya cuantas veces se me habían salido en esa sala, dolían al salir, caían, caían y caían sobre el piso y mis puños. Porque en mi pieza obscura no había nadie que pudiera hacer lo que él hacía en tu hoyo, porque por más que pedí al comienzo nadie me hiso creer que dejaría de ser así, como ellos querían, solo como ellos querían.

Si, era un berrinche, era un maldito berrinche lo que hacia esta muñeca ahora; pero es que me hacía sangrar, mi corazón estaba sangrando y sangrando; era distinto a como era allá, era distinto y eso me hacía sangrar como los primeros días en ese lugar… en mi caja obscura de muñeca.

Nadie sabe cómo fue, nadie sabe cómo fue; lo que fue estar tenida ahí, ser usada una y otra vez porque ellos querían, solo porque ellos querían. Me metieron magia, me metieron magia hasta quitarme mis movimientos y dejarme como esta muñeca; hacían que me doliera, me hacían llorar, me tocaban, me tocaban hasta apretarme sin parar, una y otra vez hasta que decidían meterse dentro de mí. Me dejo caer, dejo caer mi cabeza en el piso, entre mis manos para que se acabe; para que algún día se acabe, para que algún día se acabe…

Ya no sé cuantas veces han sido, ya no sé cuantas... y es que ahí los días no se sentían, ni las semanas, ni los años; solo me dejaban ahí, temblando en la pieza obscura, guardada en una pieza obscura en la cual nunca entraba luz; viviendo ahí cada una de mis palpitaciones sin que nunca acabara, sin que nunca me fuesen a dejar ir; y es que solo era eso… Estar tenida ahí, estar tenida ahí y estar tenida hasta que fuesen a usar su muñeca de nuevo y es que no sé, no sé y no se...

¡¿Porque me hicieron vivir así?! ¡¿Porque está bien que sea así?!

..........

La oigo. Sí, la oigo muy bien, su voz retumba en mi cabeza como nuna ha retumando ninguna, grita, exclama, hace caras y por fin me cuenta, sin que yo pregunte, todo lo que pasó. Qué le hicieron y no me cuesta imaginármela recluida, en un cuarto oscuro a merced de aquellos que sólo deseaban usar su cuerpo. No sé que decirle, así que la dejo hablar, esperando que nadie oiga sus gritos y venga y pregunte qué es esto: tiene razón, nadie sabe como fue, ni yo sé como fue, y apenas puedo imaginármelo. Sentirte la posesión de alguien que te usa o te deja olvidado según le conviene. Es horrible.

—¡¡NO ESTÁ BIEN!! —exploto finalmente—. No está bien, Niniel, nunca estuvo bien...

Suspiro y me acerco, la abrazo de nuevo porque ya no sé que hacer. No me importa que quiera escapar de mis brazos, es el único consuelo que puedo darle y ni siquiera sé si lo acepte. Ella llora y yo dejo que sus lágrimas me empapen la túnica. Es lo único que puedo hacer por ella en ese momento, no se me ocurre nada más.

—A partir de ahora, yo seré lo que mi hermano fue para mí —empecé—: todo. Seré tu consuelo, si eso quieres, te diré que todo está bien hasta que me creas e intentaré que vuelvas a tener esperanza. No puedo darte nada más... —mi voz tiembla, lo sé—. Seré lo que mi hermano fue para mí, te diré que todo está bien con una sonrisa aunque no lo esté, hasta que me creas. Creeme, Niniel, no quiero hacerte daño, no quiero usar tu cuerpo, no quiero que seas una muñeca. Sólo quiero que seas una chica y que las lágrimas que hoy viertes desaparezcan por completo...

Suspiro. Un suspiro largo y la abrazo aun más. No puedo hacer nada más.

—Me gustaría curar tus heridas. Entender tus demonios. Librarte de ellos.

..........

¡¿Porque me hicieron vivir así?! ¡¿Porque está bien que sea así?!

De pronto me golpea, el grita y sus palabras me golpean; y es que no entiende, no entiende; choca con todo, con el único consuelo que tenia al final; el de que estaba bien, el de que tenía que estar así porque me toco a mi; era lo único que tenia, tenía que estar bien, ese era el único pensamiento que podía tener para seguir viviendo ahí, y así; para seguir viviendo aunque fuese un poco.

¡Es que tiene que estarlo! Levanto mi cabeza, me tuerzo, lo miro; le grito. ¡No entiendes...! Que este bien es lo único que tengo, lo único que me permite seguir siendo algo... que este bien que sea así con migo; al menos así es para algo. Termino, le grito y termino; si ese era el berrinche de la muñeca ya lo había hecho, y me estruja, me sigue sangrando porque no sé, porque de pronto no sé qué es lo que él va hacer...

………..

Y me abraza, se acerca a mí y me envuelve de nuevo, me envuelve de nuevo. Mi corazón me sigue golpeando, pero estoy cansada, estoy cansada de todo; de llorar, de gritar, de botarlo todo, y de ser lo que soy, de a ver quedado atrapada aquí siendo lo que soy...

Ese cansancio me hace temblar menos cuando me toca, me mancha menos  y es que ya estoy demasiado cansada como para llorar eso también; pero, pero.... Es que se siente cálido, no lo entiendo pero incluso para esta muñeca se siente un poco bien; estar ahí, a verlo dicho todo y ser envuelta por unos brazos que solo se quedan ahí, abrigándome; sin moverse para recorrerme o apretarme.

Me quedo ahí, y es que me quedo ahí; me dejo envolver e incluso es que lo hago, me aferro yo misma a sus brazos para apoyar mi cabeza en su pecho, yo misma apoyo mi cabeza en él y lo escucho, lo que me promete y aun así no puedo parar, no puedo parar de sangrar; cada palabra, cada palabra me aprieta el pecho convirtiéndose en una gota de deseo, en una gota de un deseo demasiado desesperado que no entiendo, que no entiendo pero que me aterra perderlo, que no sea real, que vuelva a ser como allá; pero... ahora estoy aquí, ahora estoy aquí.

Y es que Lo siento, lo siento por todo esto... Nadie tenía que verlo, nadie tenía que verme así; yo no quería gritarte, no quería.

Sé queda entre mis brazos, no huye. Me hace sonreír al menos eso, una pequeña cosa, un pequeño detalle. Es extraño lo bien que se siente lograr algo, incluso algo tan pequeño. Esa sensación de que, después de todo, no estoy demasiado podrido por dentro, de que queda algo bueno, algo capaz de ser un pequeño consuelo, tan pequeño, que ni siquiera logro que deje de llorar.

—No importa —le dijo—. No importa. Llora cuanto quieras, alguna vez tienes que purgarte por dentro, Nini. —Suspiro, porque entiendo que yo no lo he hecho—. Los malos recuerdos son un veneno y tú llevas envenenada ya mucho tiempo.

Le sonrío, pero no sé que hacer. Ella es bonito, ¿por qué es así? ¿Por qué la torturaron durante los últimos años de tal manera que acabó siendo una simple muñeca, viviendo por y para las voluntades de otros? En serio rompe el corazón de una manera que no puedo explicar.

—Eres linda, Nini. De verdad. Te mereces algo bueno. Que no te haga daño. De verdad.

Sonrío. A la mejor, conseguir que se quede allí, entre mis brazos, es un paso. Ya ha sacado el veneno de dentro, pero sé que le queda muchos más.

No importa....
No importa. Llora cuanto quieras, alguna vez tienes que purgarte por dentro, Nini....

Yo le hago caso, por un momento no quiero más, pero todo me pasa, todo; el cómo me alcanzo todo esto a mí, él como todo lo que pude haber sido desapareció en un parpadeo para no volver a vivirlo nunca más, el cómo pude a ver sido como las demás de este lugar; una niña... una chica en vez de su muñeca; ¡El como pude a ver vivido su alegría en vez de las palpitaciones de la pieza obscura! Y es que maldición... siento la presión en mi cara, no puedo resistirlo, la hundo en su brazo para que me deje de doler, me aprieta la voz, me apretó yo a él y es que no puedo, quiero chillar pero mi voz no sale, no sale; y mis ojos manchan todo, todo, todo...

Si llorar sin consuelo o final era algo que podía ser; ahora pasaba, ahora me pasaba y es que, y es que me sentía tan tirada, tan tirada ahí sin que le importase a nadie; porque a ellos no les importaba, no... no les importaba como debía a ver sido, no; no les importaba ni si me rompía o no.....

..........

Sabes que era lo único que tenia allá..
Un clavo, un sucio y oxidado clavo con el cual marcaba la madera del piso en la obscuridad, simulando mientras lo hacía que era un juego; que podía jugar como una niña, como antes.....

Y se lo cuento, le cuento eso que hacía para intentar consolarme ahí; despegándome de su brazo lo hago, tratando de refregarme la cara con mi manga lo hago, pero solo para apretarme mas mientras me arrugo en cada palabra, en cada palabra envenenada que decía.

¿Puedes tenerme aquí? ¿Esta muñeca pude pedir quedarse aquí un poco más?
A ver si se puede sentir linda como antes.....

—Está bien... está bien... quédae aquí.

Suspiro y no digo nada más. Sólo la escucho, no quiero hacerle daño, ni quiero decir algo incorrecto mientras está allí y parece estar mejor de lo que lo estaba hace cinco minutos. Si eso la hace sentirse mejor, está bien. No hay problema. No sé cómo confortarla y en cuanto entro allí la asusté pero… pero…

—Está bien. Está bien.

No sé qué más decir, se me han acabado las palabras en ese momento.

—Espero que nos veamos más por allí… Ya sabes. Cuando empiecen las clases.

Muy bien, Dennis Creevey: eres un idiota.

Si, estaría bien que fuese así... Me refriego un poco el rostro en su brazo, tu eres el único de aquí que sabe lo que soy; y el único que sabe porque es que soy una muñeca. Y es que si, era el único que lo sabia realmente ahora, a la que me habían tirado para que fuese mi vida; lo que era yo y el porqué era eso; una muñeca que ya había sido demasiado usada.

¿No te molesta? ¿Qué te lo haya contado sin que lo pidieras? Tu... no tenias que escuchar eso y es que; se que fui torpe al hacerlo, se que fui una... Si, esta vez no dije la palabra, el me lo había mostrado, que le molestaba que la usara; y aunque fuese una no quería hacerle mal diciéndola mas por ahora, no quería y no quería...

Y es que acabo negando con la cabeza, separándome un poco; quedando sentada sobre mis piernas frente a él, mirándolo con mis lagrimas empezando a secarse, pues si; al menos ya no estaba llorando, me había secado; pero también era que al mirarlo ¿Quería algo acaso?, ¿Acurrucarme contra él?...

Aquí está más cálido y silencioso....
Y no, no entendía, no entendía; ¿Que estaba diciendo ahora?

«Podría enseñarte a ser algo más», pienso, mientras la oigo hablar. Ojalá pudiera, o supiera cómo hacer que dejara de ser una muñeca y empezara a ser una chica. Creo que quizá sólo un shock pueda sacarla del desastre, pero no sé cómo… No sé qué hacer, y, definitivamente, no sé si le haga más daño. Quizá me equivoque y lo que necesite no sea un shock que la fuerce e salir de ese mundo, sino que la traten bien.

—No, no me molesta —le respondo—. Puedes decirme lo que quieras, cuando quieras. Nunca me enojaré por algo que decidas contarme, Niniel.

Deshago el abrazo poco a poco, liberándola, dejándola libre y sola de nuevo. Le sonrío, intentando darle un poco de confianza.

—¿Quieres que te acompañe a algún lago? —pregunto, para dejar aquella aula, ya infectada de nuestros recuerdos, dejarla atrás, dejar tirados los recuerdos que llegamos a desechar y marcharnos, esta vez, con la certeza de que no estamos solos.

Off-Topic:

El se separa de mí y me siento extraña, como llevada por el ultimo empuje de sus brazos sobre mi cuerpo y de pronto demasiado seca aunque tenía mi rostro mojado; separada para estar sola con el frio aire de esa sala y los latidos de mi corazón de muñeca que seguía haciéndose notar. Era distinto, pero se sentía mas ligero; esa sensación de que me tirasen o abusaran que se ocultaba con cada palabra o acto que hacía con los otros no estaba; era como estar limpia, como a ver sido lavada de todo lo agrio por un momento.

... Era..., sobreacogedor.

Puedo ir donde quieras, tu solo dilo.

Si, seguía sin saber cómo hacerlo, como hacer realmente para intentar estar con alguien como él o ser como ellos; pero ahí al menos no me dolía y eso era demasiado desconcertante; pues no quería que no me viesen como siempre, si no que quería.....algo, algo que no sabía...

Muevo un poco mis pies, después mis tobillos y finalmente me paro sin usar mis manos; mirándolo al rostro aun desconcertada por un momento, secándome las lagrimas ya secas con mi manga para después solo suspirar, suspirar ampliamente en mi pequeñez con una mano sobre mi pecho.

Vamos.....

Off: