Un galeon, dos galeones, medio galeon... [Isabelle Poulain]

Vacaciones...

¿Vacaciones? Si, las clases de aurores habían terminado por ese año, para reincorporarse en enero, al igual que las clases de Defensa Contras las Artes Oscuras. No tendría que vigilar los pasillos, y Hermione se estaba quedando a veces en Grimmauld y otras veces en casa de Lovegood. Lynnea, por los momentos, estaba con su hija, mientras el pelirrojo esperaba el momento en que pudiera llevarlas a la Madriguera. Y aún así, su madre le había negado la oportunidad de poder dormir hasta la hora que le diera la gana.

Por eso, no era extraño que se hubiera quedado dormido, de pie, con la escoba en la mano, cuando George le anunció con un tono parecido, más nunca igual, al tono que usaban los gemelos cuando hacían alguna travesura, que le pagaría el doble si hacía la limpieza y mantenimiento del local sin usar la varita. Ni siquiera reaccionó cuando el sonido de una pequeña explosión cercana a él le indicó que alguien había activado alguna de las famosas trampas Weasley, ni cuando la campanilla que anunciaba la entrada de un nuevo cliente sonó estridente en el local.

¡Nieve! Nieve por todas partes. Londres se había teñido de un manto blanco y el Callejón Diagon tampoco se escapaba con una ligera capa. Llevo las bolsas de los regalos navideños bajo el brazo, esperando que Aria y Lorelaine no se maten en mi ausencia, puesto que no podía haber metido a una combinación más extraña en mi casa para las navidad. Edward bien gracias, a ver dónde demonios estaba. Había comprando un libro para Aria, una bufanda para mi madre, una poción para Nott y un perfume para Tori. Para Lorelaine... nada. No sabía que regalarle, era demasiado extraña. Quizá acabaría comprándole un libro.

Sin embargo, quiero hacer una pausa para comprar algunas cosas para la fiesta de navidad y no se me ocurre mejor lugar que ir a parar que Sortilegios Weasley. Abro la puerta del local, con un par de bolsas bajo el brazo y me quito la bufanda al entrar, pues el frío no es exagerado allí. Busco a alguno de los encargados, pero ninguno parece estar, hasta que me fijo, al fondo, con una escoba en la mano, en Ronald Weasley, el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras... que se está quedando dormido allí.

Me acerco.

—Ey... disculpa... —hablo, en un tono de voz más bajo—. Este... ¡disculpa! —vuelvo a la carga cuando no reacciona la primera vez.

Un ronquido, un despertar poco desequilibrado, y el pelirrojo fue a dar con escoba y todo sobre la caja de Polvo Peruano de Oscuridad Instantánea, cubriéndolo a él y a Isabelle.

-Jod...- Se escuchó entre la oscuridad, junto con sonidos y tropiezos del muchacho intentando ponerse de pie. Luego de varios intentos con la escoba, se apoyó de algo suave y cubierto de tela, que definitivamente no era la pared. Palpó con la mano varias veces, intentando descubrir que era lo que estaba agarrando.

Negro. Eso es todo lo que mis ojos ven después de un momento y luego siento algo en mi pecho. Algo que está palpando con curiosidad qué demonios es lo que está agarrando. Abro los ojos ojos e intento apartarme, pero nos e ve nada, nada de nada y tropiezo con algo y oigo un estruendo detrás de mí porque seguramente he tirado algo con el paso que si.

—Maldición... —murmuro. Aun no puedo ver nada pero intento quitarme las manos de quien me está agarrando de encima, no de manera muy efectiva, a decir verdad—. Espero que no me cobren los daños... —le digo al aire, porque no tengo ni idea de si alguien me está oyendo.

Hasta que el efecto pasa, al menos. Y el desastre se vuelve visible.

Segundos más tarde un sonido parecido al de aspas a toda velocidad inunda el lugar, mientras unos pequeños objeto parecidos a los infantiles molinos de viento de colores comienzan a girar, absorviendo la oscuridad a su alrededor. El pelirrojo parpadeó un par de veces hasta que logró descubrir sobre quién había caído... y donde estaban sus manos.

Abrió los ojos como platos a la vez que se apartaba casi dando un salto hacia atrás, y al instante del centro de los curiosos molinillos se dispararon bolas esponjosas color rosa hacia los dos pelirrojos, que les mancharon las ropas y la piel.

-¡Ajá! Ya sabía que finalmente intentarías una fechoría, pequeño Roninsky.- Dijo una voz desde lo alto de la escalera, otro alto pelirrojo con los brazos cruzados sobre el barandal. -¿Crees que en serío ibamos a ser tan tontos como para exportar polvo de Oscuridad sin antes asegurarnos que no intentarían usarlos en la tienda para robar? Tsk tsk..-


-¡George!- Gritó Ronald, poniéndose en pie, las orejas completamente rojas. -Fue un accidente, yo..-

-Si, si, vi lo que pasó. ¿Durmiendo en el trabajo, eh? ¿Algo que no te deja dormir en las noches?- Sonrió con picardía. Bajó las escaleras y ayudó a Isabelle a ponerse en pie. -Perdone a mi hermano, no importa cuantos títulos ostente, sigue siendo un bufón. En compensación, le daré un 50% de descuento en lo que compre.-

Ronald volteó los ojos. Ya sabía quién tendría que pagar el otro 50%. Adios a la paga de ese día. -Ronny, te voy a descontar la caja de polvos y lo que esté roto de aquella estantería.- Y adios a la paga de el resto de la semana.

El empresario, que tenía una muesca curiosa en una de las orejas, movió la varita y las manchas rosas de la Slytherin desaparecieron. -La dejo en... manos decentes, cuando quiere. Señorita.- Se despidió con una seña y volvió a su ronda por la tienda.

Ronald seguía manchado de pies a cabeza, algo abrumado. Soltó un suspiro. -En verdad lo siento... ¿Isabelle? Oh, demonios...-

Todo acontece, a mi parecer, demasiado rápido ante mis ojos. No ha pasado ni un minuto cuando se acerca el dueño de la tienda, George Weasley, a quién sólo conozco lejanamente de vista, y se disculpa y me ofrece un descuento que, por supuesto, no pagará él, cosa que adivino al ver la cara de Ron. Sonrío nerviosa porque realmente lo dejé contra la espada y la pared, pero quien lo manda dormirse en el trabajo y me limito a asentir como persona educada.

—Muchas gracias, pero... No es necesario, de verdad —no es que lo considere excesivo, o mal, simplemente me agarraron en uno de esos escasos días buenos que estoy teniendo. Pero es que soy ridícula: la gente muere, los bailes de Halloween acaban en tragedia en estado puro y yo... Yo... Me quejo de lo que puede parecer una tontería como lo es mi cuñada. La evito como si tuviera una enfermedad muy contagiosa. Pero bueno, estoy allí para comprar cosas, no para pensar en mis problemas que de problemas no tienen nada comparados a los de otra gente—. Estoy segura de que estoy en manos decentes... —acabo por responderle al pelirrojo mayor y a fijar mi vista en Ron, que parece apenado y suelta un suspiro frente a mí—. No es necesario lo del descuento —digo cuando estoy segura de que George ya no puede oír—, de veras...

Le regalo una media sonrisa, medio tímida, porque en realidad no sé como tratarlo. Digamos que antes nunca lo hubiera hecho, pero bueno, los tiempos cambian, las cosas cambian y él ha sido amable en general. Aunque no sé por qué recuerda mi nombre...

—Ronald... ¿Tienes fuegos artificiales?

Se llevó una mano a la cabeza, con gesto resignado.

-No, está bien.- Dijo, intentando restar importancia al asunto. -Igual encontrará una razón para descontarlo. Cosas de hermanos.-

Le sonrió de medio lado, antes de sacudirse el polvo rosa que tenía impregnado en el cuerpo. Al instante los molinillos volvieron a disparar, dejándolo nuevamente rosa. -Oh, perfecto.- Refunfuñó, pero no intentó volver a quitarse el polvo, escuchando la risa lejana de su hermano. Puso los ojos en blanco, pero relajó la postura y logró mantener una sonrisa amable. -Claro, por acá.-

La guió a través de distintos estantes, hasta llegar a la cortina de la pared del fondo, que apartó para dejarla pasar. -Están en la zona para mayores, la mayor parte de los fuegos artificiales Weasley no son recomendados para niños sin supervisión.- Le dijo, llevándola a uno de los más grandes estantes de la zona. -Bueno, ¿alguno en particular? -

Sí, entiendo lo de "cosas de hermanos" lo mío con el mío es una historia de nunca acabar, sobre todo porque yo soy la que lo martirizo a él.

—Digamos que con mi hermano las cosas son al revés... —sonrío, y casi deseo que regresen los tiempos en los que era fácil pelear con él y realmente nada iba en serio—. Yo lo molestaba a él. —Aunque ahora todo lo que hacemos es pelear de verdad, pero es que esa manía suya de desaparecer me vuelve loca, completamente loca y además está el asunto de Lorelaine... y... bueno, eso.

Ron se quita lo rosa justo antes de que el polvo lo vuelva a atacar y suelto una risa al ver como ha quedado de nuevo. Después, dejo que me guía hasta la zona de los fuegos artificiales.

—Quería algunos para el año nuevo... —comenté.

-¿Quieres despedir el año con un buen "Kaboom"?- Preguntó el pelirrojo, con una sonrisa de complicidad, antes de comenzar a revisar los artículos en el estante. -Hay de varios tipos. Silbadores, con retardo de sonido. Mariposas con alas que se encienden, chispas que se convierten en galeones falsos por una hora. ¿Recuerdas el dragón gigante que casi destroza el comedor?-

Señaló uno de los más grandes y delgados, que tenía la inocente forma de un gales verde. -Con esos hay que ser cuidadosos, tienen la manía de perseguir a sus presas.- Le dijo con una carcajada. Buscó una caja pequeña con largas varillas. -Estas son "estrellas". Las enciendes, hacen chispas... pero si las sacudes se transforman en pollos que flotan y estallan al llegar al metro de altura. No te recomiendo que estés cerca cuando pase eso.-

Mirando hacia los estantes, pareció distraerse con lo que revisaba. -Nott me invitó a su fiesta.- Dijo de repente, sin mirarla.

Río ante la pregunta de Ronald. Sí, muero por dejar atrás el año, enterrarlo y rescatar las pocas cosas buenas que me dejó. Además, creo que no soy la única persona a la que el año no le dejó exactamente cosas buenas, todos conocemos nuestro drama interno. Me muero por lanzar unos buenos fuegos artificiales en Nochevieja.

—Sí, quiero despedir el año con unas cuantas explosiones —sonrío y reviso lo que hay en el estante. Los dragones suenan geniales, pero mi padre me matará si le pasa algo a la casa, así que debo tener cuidado—. Los dragones son geniales, pero creo que pasaré... —sonrío—.¿Mariposas? Esas me gustan, y las estrellas...

Me cortó cuando oigo la última frase sin poder creer realmente lo que dice. ¿Nott? ¿Invitar a un Weasley a su fiesta? Sólo se me ocurre que pueda ser una de las bromas de Nott, pero parece que Ron habla demasiado enserio. Mi boca se convierte en una fina línea al recordar al resto de los invitados: esa fiesta no acabará en orgía acabará en desastre.

—Vaya... ¿irás? —pregunto—. Nott tiene ideas extrañas últimamente.

Sin mirarla, siguió revisando estanterías.

-Aquí hay unas bantante especiales.- Le mostró una serie de pelotas un poco más pequeña que una quaffle, de un material transparente que le hacía parecer una burbuja; tomó una de ellas y la rebotó contra el suelo. Cuando la atrapó de nuevo y se la mostró, se veía que dentro de la pelota había un festival en miniatura de fuegos artificiales. -Como los globos de nieve, solo que puedes lanzarlo al piso y a las paredes sin miedo a que se rompan.-

Tomó de otra repisa un trompo con un cordón, y la llevó hasta un espacio donde no habría peligro de incendiar el local. Le colocó el trompo en la mano y le ató el cordón al dedo. -Ahora apunta con cuidado, y lanza.- Cuando el trompo tocó el suelo comenzó a girar mucha velocidad, lanzando chispas de todos los colores alrededor. -Estos son los "rompesuelos" originales.  Giran por 24 horas sin detenerse, y deja un agujero en cualquier superficie donde lo pongas.-

Buscó en otra estantería un pequeño huevo azul. -"Canto de fénix"- Giró el huevo, que se abrió a la mitad, y de su centro salió un pajarillo de fuego azulado, que revoloteó sobre ellos dejando estelas de color azul y emitiendo un sonido demasiado suave que asemejaba el canto del ave mítico. -Viene en varios colores, y duran toda la vida. O eso dice George, aunque en sus propias palabras: "Cuando haya vivido toda mi vida te diré si estaba en lo correcto o no.- Sonrió. Parecía que había querido esquivar el mismo tema que él había sacado a colación, pero no tardó en volver a ello.

-Si iré. Y Hermione también, según sé.- De nuevo parecía esquivar su mirada. -¿Tú irás?-

Sigue enseñandome algunas cosas, unas bastante interesantes en las que seguramente desperdiciaré galeones al final del día, como el canto de fénix. Debo recordar comprar suficientes regalos de navidad, incluso para la rarita de mi cuñada o de mi no cuñada, pero que de todos modos lleva a mi sobrino en el vientre. Supongo que le regalaré un libro.

—Vaya.... —me quedo mirando huevo azul—. Sí que tienen cosas bonitas —comento, por comentar, porque en realidad quiero que me responda la pregunta que le hice. ¿Irá o no irá? La lista de invitados de Nott es de lo más variopinta, así que no me extrañará ver a Luna allí, aunque simplemente espero que Parkinson no aparezca—. ¿Cuánto cuesta eso? —señalo el huevo azul, sin importarme si dura toda la vida o no, ya estoy pensando en alguien a quien le gustará.

Al final, responde, y parece que evita mi mirada. Me pregunto por qué. Me quedo un momento en silencio ante la confirmación de que, efectivamente, irá a meterse en la cueva de los lobos junto con Hermione y al final encuentro las palabras para responder.

—Por supuesto —respondo. No es que me de mucha confianza que Nott meta bajo su techo a personas tan diferentes y menos con cantidades industriales de alcohol. Eso es sólo un mal augurio.

-Por supuesto.- Repitió el pelirrojo ante la respuesta de Isabelle. La verdad, era de esperarse; incluso tenía mucho más sentido la presencia de Poulain en una fiesta de Nott, que la de el pelirrojo o la morena Granger.

-¿Tienes alguna idea... cualquier idea, de que demonios planea Nott con esto?- Preguntó, con una mirada un poco enfurruñada. No le gustaba esa sensación de incertidumbre, sería más fácil si alguien pudiera explicarle la situación. Pero seguramente la Slytherin no tuviera tampoco la menor idea. -A ver, que últimamente Hermione parece tener mejor trato con.... su casa.- Intentó no decirlo con veneno, aún cuando la idea que tenía de las serpientes seguía siendo la peor.

-¿Tienes eso que ver? ¿O es que pretenden hacer burla de ella de alguna forma? ¿O de nosotros dos, en tal caso?-