Rojo fuego {Isabelle Poulain}

Por alguna extraña y nueva razón ponía demasiada atención cuando alguien nombraba a Poulain; ya fuera para comentar sus proezas en Pociones o los destrozos que causaba en la Sala Común junto a Theodore. No me preocupaba demasiado, un mujeriego; Belle era demasiado inteligente como para caer en esos juegos. ¿O quizás le gustaban?  Lo cierto es que no tenía ni la más remota idea; no es que conociera en exceso a la Slytherin, habíamos compartido conversaciones sin sentido sí, pero nunca nos confesamos secretos, pensamientos o ilusiones.

Había escuchado que últimamente visitaba mucho la Torre de Astronomía; ya la había buscado en la Sala Común y en los terrenos, por lo que me dispuse a subir al sexto piso. Los pasillos no se encontraban muy transitados, al parecer la mayoría habían salido a Hogsmeade a comprar sus trajes para la fiesta; según su amiga Aria, Isabelle iría al día siguiente. Caminé un poco más deprisa llegando hasta la puerta del aula, pegué antes de abrir y asomé la cabeza entre la puerta semi-abierta. ¿No estaba aquí?

Me adentré en la solitaria habitación llevando mis brazos a la espalda mientras notaba el calor recorrer mi frente, ¿dónde se había metido ese rojo abrasador que devoraba mis pensamientos?

Aun no tenía el disfraz, aunque estaba segura de que podría conseguir algo haciendo cambios en alguna túnica y sería la Bonnie perfecta. Sólo me haría falta la metralleta de utilería, no fuera a ser que a Nott les diera por dispararlas de verdad y tendría el disfraz completo. Así que, aprovechando la total soledad del colegio me dirigí a la torre de Astronomía. Aun no teníamos clases allí y extrañaba que me diera la una de la mañana allí mirando al telescopio.

Tomaba la clase simple y sencillamente porque me relajaba y me gustaba. Sinceramente no me iba a servir nada en mi carrera. Hasta Aritmancia me servía más... pero aquella materia. Era realmente porque me gustaba pasar horas en la torre, en la nada, siempre que Sinistra no me corriera y me dejara estar allí.

Entré con un libro en mano, dispuesta a concentrarme un rato cuando me fijé en la figura que ya estaba allí, con los brazos a la espalda, el cabello que le llegaba hasta poco más abajo del cuello, ese porte que tenía... Me quedé embobada dos segundos, sin saber qué hacer o qué decir, sobre todo porque estaba de espaldas a mí, recordando que habíamos dicho un paso a la vez o algo así...

—¿Damien? —llamo.

Seguí avanzando por el aula frunciendo el ceño involuntariamente.

¿Dónde podría estar? ¿Las cocinas? ¿La Sala Común de Slytherin? ¿El aula de pociones?

Su voz me hizo reaccionar, girando con las manos aún enlazadas en la espalda.

-Belle...-mi expresión se relajó al verla adentrarse en la habitación, no pude evitar curvar la sonrisa hacia un lado al ver su cabello danzar hasta mi.-Tenía ganas de verte.-separé las manos llevando una hasta su rojo fuego, sin atreverme a acariciar aquella textura que me llamaba.

No nos veíamos desde aquel encuentro inesperado en la Sala Común, aquel encuentro que seguía grabado con todo lujo de detalles en mi memoria. Atrapé uno de sus mechones hundiendo aún más mis dedos hasta llegar al contorno de su rostro. Su piel, tan cálida y suave como la recordaba, tan exquisitamente deliciosa y lejana a la vez. Tenerla a tan sólo unos centímetros después de todos estos días, sentir sus ojos clavados en los míos, su cuerpo reaccionar a la caricia de mis dedos que jugaban desde su oreja hasta su delicada barbilla. Y ahí, justo encima se encontraban ellos, imantados y dispuestos.

-Un paso a la vez...-me acerqué pudiendo disfrutar de su olor de nuevo, perdiéndome en su mirada sin rozar aún sus jugosos labios; no quería adelantarme si ella había cambiado de opinión, pero necesitaba que comprendiera que yo aún estaba ahí; que siempre estaría ahí para ella.

Veo la manera en que cambia su expresión en el segundo en que me ve, la manera en que su mano se acerca hasta mi cabello, ávida, curiosa, la manera en que se acerca, poco a poco, sin exigirme que le ceda mi espacio, sino con esa lentitud, poco a poco, con paciencia.

Dios, todos los días que me pregunté donde estaría metido, las dudas que llegué a tener... Todo parece disiparse mientras más cerca se encuentra, mientras su tacto se acerca, poco a poco, aun más a mí. Sonrío y soy yo la me me llevo la mano al cabello, torciéndolo un poco.

—Me preguntaba donde te habías metido, Featherton...

No me acerco demasiado, no en ese momento. Pero lo siento perderse en mis ojos y siento ganas de rozar sus labios y perderme en ellos para siempre. Esa sensación que ningún otro chico me despierta, ni siquiera la tensión sexual que tengo con Nott y que nunca se verá consumada porque a Nott nadie le va a quitar lo mujeriego. Damien es algo más, algo diferente.

—Pero aquí estás así que... —dejo las palabras morir en mi boca, esperando a que haga otro movimiento.

-Aquí estoy.-terminé de recorrer su barbilla separando los dedos de su piel.

Ahora que la tenía delante de mí, las palabras no salían con la misma naturalidad que frente al espejo; era algo sencillo de preguntar, nunca me habían costado este tipo de interacciones sociales, ¿por qué ahora notaba una especie de 'tic' en la ceja?

Carraspeé tratando de aclarar la garganta.

-Te debo una disculpa Belle,-volví a llevar las manos tras mi espalda-tuve que ausentarme la última semana, pensaba que iban a ser únicamente un par de días, pero el compromiso se alargó.-era consciente de que no tenía la obligación de excusarme, pero sentía esa necesidad que el apellido Featherton concedía.-¿Cómo has estado?-me apetecía escuchar su voz más que cualquier cosa.

—Ya...

Acepto sus explicaciones sin más, sé que Damien es una persona correcta a base de observarlo en Slytherin, su manera de hablar, de excusarse siempre. No era creído ni petulante, simplemente era Damien, el chico que recorre mi rostro con la yema de los dedos con un terrible cuidado.

—He estado perfectamente... Bueno, quizá unos cuantos percances... —me pasó un mechón de cabello por la oreja, recordando los últimos días—. Bueno, esos cuantos percances incluían la sala común hecha un desastre, ya conoces a Nott.

Sonrío medio nerviosa, pero aun así, empiezo a coger confianza delante de él, ya no me hace fruncir la nariz tan seguido, ni ponerme del mismo color de mi cabello cada tres segundos.

—¿Y tú?

Luego recuerdo algo: que no pregunté por el baile. Que mientras me muero de ganas de acompañarlo me he comprometido con Nott. Y si me pregunta o me invita me voy a poner tan roja que nada va a poder remediarlo.

-He oído algo, sí.-sonreí; había mencionado a Nott, quizás simplemente eran amigos.

Un momento, ¿Theodore Nott teniendo amigas? ¿Desde cuándo? Eso no era posible...

-Belle, yo...-comencé a juguetear con mis dedos tratando de calmar mis nervios-Yo quería...-di un paso acercándome a su tan apetecible cuerpo; tomé aire antes de pronunciar aquellas palabras tan ensayadas-Quería preguntarte algo.-curvé la sonrisa mirando fijamente sus labios rosados-¿Me concederías el honor de acompañarme en el baile, Belle?-me incliné un poco hacia ella mientras hablaba.

Realmente no recordaba haberme puesto nervioso jamás en algo como eso, era una simple pregunta ¿qué más daba la respuesta? ¿Por qué su pausa me creaba un molesto y nuevo nudo en la garganta? Con Alyce todo era más fácil; lo que estaba claro es que ella no provocaba las mismas reacciones en mí que la callada pelirroja que tenía delante.

-¿Belle?-mi sonrisa perdió intensidad.

Sonrío justo cuando pregunta lo que no quiero que pregunte y tengo que explicarle y rogar que entienda que iré con Nott, que sólo soy su amiga... que tenemos tensión sexual, pero que no pasará absolutamente nada y que me estoy haciendo un lío yo sola, así que cuando vuelve a llamarme por mi nombre tengo que responder algo, rogar porque algo salga de mi garganta.

—Oh, Damien... Yo... lo siento...

Supuse que eso pasaría, pero, ¿por qué no lo pensé antes? Simplemente le respondí a Theodore que sí sin pensar, porque sé que entre nosotros no se formará ninguna relación firme o algo parecido, no, pero... como explicarle a un chico que se muere por ti eso.

—En realidad estaba confundida y acepté ir con Theodore... —solté, lo mejor era soltarlo sin anestecia—. De todos modos, no pasa nada entre nosotros, para que no te hagas ideas equivocadas... Ya sé que es Theo, pero...

Hay un molesto, pero muy molesto, nudo en mi garganta.