Veneno en la piel || Libre

Ese salón está más sólo que el lugar más desolado del mundo, pero aquí es donde me he venido a esconder a fumar. Mi madre no sabe exactamente qué fumo pero si lo hiciera me diría drogadicta... Y eso que no es más que un inocente porro. Estoy pensando... al menos antes de llegar a la mitad del cigarro estaba pensando, intentando usar las neuronas, pero ahora la mitad están dormidas, la mitad ya están muertas y las demás... quien sabe. Estaba gestando algo en mi mente, pero ahora no sé que es, aunque sé que tenía que ver con vengarme del mundo.

¿Es lo que dicen, no? Si el mundo te da la espalda enséñale el culo.

"Ay, Pansy, ¿cuándo te enseñaron a ser tan malhablada? Suerte que en sociedad todavía sabes comportante. A veces, porque últimamente te falla bastante y cada día te invitan a menos cosas. El apellido Parkinson se está pudriendo."

Sonrío, aun tengo cierto encanto. Tengo pecho, tengo culo, tengo ganas de impresionar, tengo lo necesario y se meterme entre los hombres. Se pueden hacer tantas cosas con un par de tetas. El escote manda, tú nada más tienes que conseguir al chico fácilmente impresionable. Facilísimo, Hogwarts está lleno de ellos. Los que saben conseguir porros son sólo unos...; claro que sigo con acostarme con ellos. Cuando lo haga perderán todo el interés que yo sigo cultivando.

"Ay, Pansy, ¿cuándo te volviste tan... puta?"

Guía de vida según Pansy Parkinson: ser tan puta como se pueda, es la única manera de sobrevivir a la porquería que es el mundo.

A veces el instinto de lo que conoces y te hace sentir bien (antes de hacerte sentir como una mierda) es más fuerte que tu lucha por olvidarlo.

El olor del cigarrillo liado me llegó antes de llegar al final de la escalera. Fue como un chispazo de familiaridad. Cerré los ojos, aspiré fuerte. ¿Quién sería el idiota que estaba fumando aquello, a consecuencia de ser encontrado por algún profesor que supiera que ese olor particular no era el de una poción a medio hacer? Me volví sobre mis pasos, y llegué a la puerta de donde provenía aquello. No lo pensé mucho. Entré.

Cerré la puerta detrás de mi, apenas prestando atención a la figura que fumaba. Sólo un instante, mientras el olor me devolvía recuerdos, no todos placenteros.

-Parkinson.- Murmuré, entre incrédula y algo burlona. -Ver para creer. La señorita sangre pura con un vicio tan naturalmente muggle. ¿Qué dirían si te vieran?-

Ruedo los ojos cuando oigo la voz y me descubro con compañía. Hannah Abbott, una Hufflepuff del tres al cuatro me está mirando y, por supuesto, como el noventa por ciento del mundo, se mete conmigo. ¿Tengo un cartel en la cabeza que dice "métanse con Pansy Parkinson, por favor"? Quizá, no se me ocurre otra explicación.

-La mayoría ni siquiera sabría que es esta mierda... -levanto el porro antes de volver a llevarlo a mis labios-, pero al parecer tú sí. Bueno, aplausos para Hannah Abbott por conocer las drogas. ¿Quieres uno? Tengo otros tres más y ya sabes, fumar en soledad no es lo mismo que hacerlo con compañía, aunque sea compañía de mierda...

Me encojo de hombros. Expulso el humo de la tercera calada, ¿quién lo diría? Pansy Parkinson fuma mierda y bebe alcohol para olvidar que vive en un mundo de porquería. Sí, sí, no me enseñaron a comportarme así; puedo jactarme de que mis padres me criaron bien, pero yo les salí torcida y un día simplemente acabé de torcerme.

-Bueno, Abbott, ¿vas a decir algo más o te vas a largar para dejarme en paz? Me molesta la gente que sólo se para a insultarme, aunque no lo parezca. -Se que parece que los insultos no me tocan, pero si lo hacen. Oh, sí... Lo hacen demasiado. ¿Quién quiere convertirse en la puta de un niño rico? Nunca he sabido que siente Draco por mí, pero... ¿quién quiere que la vean así?

Mi boca se torció en una mueca, pensando y repensando porque mierda me había metido en aquel salón. Mi relación con los Slytherins había sido siempre pésima. No sólo por pertenecer a los Huff, sino por estar siempre del lado de los hijos de muggles, en la defensa de sus derechos. Siendo así, no debería importarme lo que Parkinson estuviera haciendo con aquel cigarrillo liado. Ni siquiera debería haberme acercado, siendo una de las reglas...

Bah, reglas y más reglas.

-Dame eso.- Terminé por decidirme, recortando el espacio entre nosotras en pocos pasos. Tomé el cigarrillo y lo coloqué en mis labios, usando el mismo fuego del suyo para encenderlo. Aspiré con ojos cerrados, dejando que el humo invadiera mis pulmones, antes de exhalar lentamente. -¿Quién te enseñó a liar?- Pregunté, mientras me acercaba a la ventana para abrirla de par en par.

Al ver a Abbott acercarse y tomar el cigarrillo liado que le ofrezco, más a modo de broma de verdad mi cejas se alzan de la sorpresa. ¿No era la niña santa de Hufflepuff que se juntaba con la que ahora es profesora? La veo prenderlo y darle una calada, y parpadeo, sin estar segura de que lo que veo es una visión. Porque sabe fumar, no ha empezado a toser como todos los que prueban un cigarrillo por primera vez.

-Zabini -respondo-. ¿Increíble, no? Los sangre pura sabemos divertirnos... -le regalo una sonrisa más enigmática, fijandome en sus labios y en la manera que sostiene el cigarro. Me causa curiosidad-. ¿Dónde aprendiste a fumar? Porque con los santos de Hufflepuff dudo que haya sido.

Dejé escapar una risa irónica al escuchar de las pericias de la serpiente. -No lo hubiera imaginado... Aunque quizás si.- Quién sabe que tipo de estupefacientes habrían tomado aquellas "personas" para borrar los restos de humanidad que pudiera quedarles en el cuerpo. Dejé escapar el humo con pesadez, sintiendo la leve relajación de mi cuerpo.

Le lancé una mirada divertida. -Hablando de estereotipos... No, no fue con ellos. La vida fuera de Hogwarts resultó ser bastante instructiva después de todo.- Me acerqué para sentarme frente a ella. -¿Y que hace la señorita Sangre Pura Parkinsosn drogándose en un salón abandonado, y no en su puritana Sala Común?-

-No me digas que no son unos puritanos... Smith quizá tenga lo suyo, hasta sea divertido... pero... ¿Bones? ¿Macmillan? ¿El otro idiota? -sonreí-. Esos ni en su vida pasada, por favor... Estereotipos hay muchos, pero esos los cumplen a la perfección...

En Slytherin había de todo, unos cuantos que sabían divertirse, otros que les parecía curioso y otros que la tenían metida hasta la garganta de lo aburridos que eran. En mis días buenos puedo reconocer que Nott y Poulain tienen ideas de como divertirse, pero en general no soporto a casi nadie. Otros nos metemos basura para olvidar que el mundo nos odia.

-Porque en mi sala común todo el mundo me quiere, de seguro... -suelto con sarcasmo-. Ser una serpiente desgraciada no siempre es bueno para la reputación, Abbott, ni siquiera entre serpientes.

Le daba lentas caladas al porro, extendiendo el tiempo en que mantenía el humo en mis pulmones lo más que podía, antes de volver a soltarlo. Le lancé una mirada poco amigable.

-Mira, yo no hago insultos a tu costa y tú no insultas a los míos, ¿trato?- Repliqué, inclinándome un poco más hacia ella. -Al menos los tejones muestran siempre sus verdaderos rostros.- Me detuve un instante antes de sonreír. -Bueno, casi todos los tejones.-

Quizás había olvidado lo que ser una Hufflepuff significaba. Que el resto de las serpientes odiara a Parkinson no resultaba una verdadera sorpresa. -Crea fama y échate a dormir.- Le dije, encogiéndome de hombros. -A veces los apellidos apestan, ¿no crees?-

-Trato, supongo -me encojo de hombros. No me importa callarme los insultos, los puedo pensar. Que últimamente se hayan convertido en mi barrera contra el mundo es otro asunto. Enfrento al mundo enseñándole el dedo corazón, que parece ser la única manera de enfrentar al mundo para mí últimamente-. No insultaré, está bien

Le doy otra calada al porro, sintiendo que se acaba demasiado rápido, que no será suficiente para elevarme a un mundo en el que todo es mejor. Lo peor es cuando necesito hacer magia, cuando necesito mantenerme cuerda y ver la mierda del mundo. El alcohol cada día hace menos y es terrible.

-Crea fama... sí, supongo. No solía ser tan desagradable dentro de mi casa, aunque no lo parezca... -acado suspirando, porque es cierto. Solía ser amable con los demás Slytherin-, pero sí, el apellido es el apellido y el mío apesta. Con todas las letras.

Me mordí la lengua. Acababa de quedar en que no haría insultos a su costa, pero es que me lo había puesto a huevo.

-Si, bueno, para eso esta el "crepy".- Dije, alzando el porro en gesto de sarcástica celebración. -Ayuda a olvidar los problemas por un rato, a veces.-

Otras veces no es suficiente. -Creo que es la primera vez que compartimos más de dos palabras, Parkinson. Ya con eso creo que dejamos claro que las apariencias engañan.- Le hice un guiño, aspirando el aire del cigarrillo liado que era cada vez más pequeño. -Y que las treguas son posibles.-