Genética [Libre]

Mi madre había despertado.

La profesora Macgonagall me otorgó un permiso para viajar hasta Londres para poder verla. Había salido de su estado crítico, adormecida por las drogas, mientras intentaban descubrir si las heridas producidas habían infectado su sangre con la maldición. Había esperado ese momento, para poder entrar, verla y pedirle perdón por todo, por no defenderla, por no ser más que un crío.

Entré a la habitación, y la vi respirando lentamente, pero ya sin tantos tubos. Sus ojos se abrieron, me miraron. Gritó. Comenzó a gritar de horror, haciendo que los enfermeros entraran de prisa y me sacaran de allí, y yo sólo podía ver el miedo en sus ojos, en su expresión, queriendo alejarse de mi. No, no de mi: de ese maldito engendro que es mi padre. No tengo que hacer preguntas, es demasiado claro para mi. Aunque lo quiera negar, sigo siendo su hijo. Y físicamente, soy él.


No sé si estoy solo en la sala de espera o no. Sólo mantengo mi cabeza enterrada entre mis manos, odiándolo a él, odiando lo que soy, como soy. Un gimoteo escapa de mis labios, antes de empezar a llorar. Sigo siendo un niño, sólo un niño...

Yo caminaba sola con mis pasos por ese corto pasillo, fría y aletargada había dejado la puerta de aquella mujer; tomándome un brazo como si supiera que me habían hecho algo ahí, que podrían habérmelo hecho; pero incapaz de recordarlo ahora; en ese mismo instante, por mucho que supiera que después se me vendría todo si es que paso. Me habían dejado de la escuela en este lugar, para que revisarme me decían... ver como estaba; por mucho que a mí este lugar me hiciera mal...

Y es que había sido aquí, aquí fue donde me tuvieron con las demás al comienzo, después de que ellos pararan con nosotras; en una habitación blanca donde estábamos todas a veces o en la que estaba sola, tirada sobre aquella cama blanca también; esperando sin nada a que me dijeran eso que era lo único que quería después de estar encerrada, que me irían a buscar; que alguien de como era antes me iría a buscar, que podría recordar como era de nuevo... Pero no, nunca paso; algunas de las otras se iban pero a mí nunca me lo dijeron; no queriendo mirarlas más, solo respirando en aquellas camas mientras, lloraba; con ese lugar obscuro donde me abusaban acosando mi mente y llorando... llorando...

...... ......

Veo una habitación pequeña adelante, me voy acercando tras salir y veo a alguien, la muñeca ve a alguien... a un chico, a un chico con las ropas de mi lugar de ahora; con las manos en el rostro... ¿Llorando? Me pego con mi hombro a la pared, aprieto un poco mi brazo cuando lo miro; y es que verlo me hacia algo, no sabía qué pero ver a otro llorando como yo me estaba haciendo algo... algo que me hace sentarme ahí, frente a él en otra silla; silenciosa, tratando ser silenciosa...

Morgan al menos se alegró de que fuera a visitarla cuando estaba en Londres, aunque no fue sencillo hacerle espacio a una futura sanadora. Parecía que se había tomado en trabajo muy enserio y… bueno… aun le quedaban unos años de entrenamiento, pero eventualmente lo lograría. Así que allí estaba yo, en uno de los lugares más deprimentes de todo el mundo mágico: San Mungo. Sólo hay que voltear alrededor para darse cuenta y…

Enarco una ceja, un gesto que nunca me ha salido nada bien cuando distingo a Samuel… Samuel… ¿Cómo se llamaba? Merlín, no puedo ser tan distraída, ¡se supone que está en mi clase! Bueno, era Samuel… algo… Mmm… ¿Bodder? ¿Brodick? Sí, creo que algo así, el caso es que cuando me fijo en él llora. Y justo cuando muevo la cabeza me encuentro a una de las personas más deprimentes que he visto en mi vida: Lemuri. Sabrá Morgana si ese era su apellido, pero bueno, parecía que era lo que recordaba. Niniel Lemuri.

Así que me acerco al chico, ya que Niniel parece que se lo ha quedado viendo…

—¿Samuel…? —pregunto a ver si alza la cabeza—. Soy Susan Bones… de Hogwarts.

En realidad debería decir profesora Bones, pero que demonios, sólo debe tener uno o dos años menos que yo.

La voz me tomó desprevenido, sobretodo porque no era una voz que no hubiera escuchado antes. Más aún, me había llamado por mi nombre. Espontáneamente levanté mi rostro, muy tarde dándome cuenta que debía tener los ojos enrojecidos y las mejillas empapadas. En un instante también capté a otra persona sentada en una silla frente a mi. Volví a bajar la cara un instante, tomando el borde de mi túnica y limpiándome la cara para dejar de tener una apariencia tan patética, aunque mis ojos y mi nariz seguían levemente hinchados.

-Hola.- Murmuré con voz ahogada, carraspeando un poco. Tratando de recuperar la apariencia de payaso de la clase y fallando completamente. No había esperado encontrar gente que me conociera en aquel lugar, y ahora estaba ni más ni menos que con la profesora de Estudios Muggles, y la chica pálida sentada frente a mi llevaba también el uniforme. -Estoy bien.- Respondí mecánicamente, aún cuando nadie me lo había preguntado.

Y me quedo ahí; encogida, con mis manos frías en las piernas; mirándolo con esos ojos que escondo mientras esta así, ¿Llorando en mi silencio?; yo ahí sin que mi cuerpo de muñeca quiera moverse más, flácido; tal vez no queriendo que me vea mas o aletargada por eso, solo por eso... Y es que los llantos allá se veían también, yo lloraba siempre; y las demás también lo hacían, también lo hacían... Al comienzo dolía, lastimaba adentro y ahogaba mi cuello cuando empezaba a llorar yo al ver como estaban, al sentirme tan fría por como estábamos todas; aunque después a veces no lloraba, a veces, solo a veces era solo una cómplice que solo escuchaba como ahora a otra, fría; demasiado fría porque no sabe qué hacer cuando no es ella la que llora tanto.

Una voz se mescla con mis oídos como si aun estuviera demasiado lejos mientras estoy así, siendo una muñeca totalmente inerte; apagada por los llantos de ese otro cuando creo sentir a alguien más a mi lado; moviendo un poco mi cabeza para reconocer a esa persona desconocida de la cual no quiero saber; viéndola de apoco a ella, a la que me llevo para verme como dolía con las marcas desnudas; pero a la que también me llevo al lugar donde habían mas casas.

Ella habla más, el trata de quitar las lagrimas, me molesta verlo así por algo, pero no sé porque, no sé porque si él no es muñeca. Ella habla... y él responde, yo solo estando ahí; solo pudiendo estar ahí...

Veo el patético intento de Samuel Broddick de aparentar normalidad. No me gusta calificarlo así, pero es que no puedo hacerlo de otra manera. No lo conozco demasiado y para colmo soy su profesora; pero también soy Sue y no es tan fácil que deje pasar aquella situación cuando mi carácter, quizá demasiado «blandito», como solía calificarlo Zach, me hace querer consolar a todo el mundo. Ojalá pudiera hacerlo, ojalá… No conozco demasiado a Samuel, sólo sé que es relajado en clase y no parece tomarse demasiado en serio mi materia aunque sabe demasiado de cosas muggles y no le va nada mal.

Mi conocimientos acaba allí.

—¿De verdad estás bien? —pregunto. Su rostro enrojecido me da la pista de que no, pero quiero que él lo diga—. Mmm… —tenso los labios, preguntándome qué pudo haber pasado—. No soy una entrometida, ni nada, no me malinterpretes, pero pareces necesitar de alguien que te oiga…

Sí, esa es Sue, siempre. Desvío un poco la mirada y cual no es mi sorpresa al encontrarme a una cara conocida. Parecía ser el día de las caras conocidas en ese lugar… Suspiro, preguntándome si es pertinente que le hable, si no reaccionará de una manera extraña. A pesar de lo mucho que lo he intentado, me declaro incapaz de comprender a Niniel Lemuri en toda su extensión, pero algo me hace adoptar cierto instinto protector con ella.

-Si..- Empecé. -No... No lo sé...-

No quería levantar la mirada, pretendiendo controlar una situación que de verdad no podía controlar. Mi mirada se encontraba una y otra vez con los ojos de la estudiante al otro lado de la habitación, desviándola siempre pero inevitablemente volviendo a ella, como si fuera el único punto en toda aquella habitación que podía mantenerme levemente sereno.

-Es... Es mi madre...- Intenté explicarme, pero el nudo volvió a la garganta y negué con la cabeza, volviendo a pasar la manga de mi túnica por la cara. -¿Usted que hace aquí?-

Era un día normal en San Mungo, bueno, con normal quería decir cinco idiotas que habían ingresado de madrugada, calificados como idiotas porque habían intentado quedarse con unos muggles haciéndoles un truco de magia que les había fallado, y encima habían roto el estatuto, así que tenían problemas con la ley a parte de su salud, después, una familia entera que había sufrido los desperfectos de una poción mal elaborada, y una serie de pacientes extra por accidentes, duelos, enfermedades, y otras cosas que eran problema diario. Yo simplemente llevaba todo el día tras Andrómeda Tonks o cualquier otro de mis superiores, aprendiendo, tomando notas, recogiendo resultados de pruebas y trayéndoles ingredientes, así como ocupándome de pacientes con padecimientos más leves, que eran los únicos que me dejaban tratar sin supervisión constante, pues sólo veía uno de mis superiores cada 24h a ver la evolución del paciente.

Acababa de terminarme el sándwich que comía durante mi descanso, y paseaba por uno de los pasillos, revisando unos documentos sobre la evolución de algunos de los pacientes que me habían encargado vigilar mientras mis superiores se encargaban de otros casos, cuando vi una melena pelirroja que me resultaba familiar. Paré en seco y entonces me percaté de que era Susan Bones, y que junto a ella estaba nada más y nada menos que Samuel Broddick, cuya madre tenía entendido que estaba ingresada en el Hospital, pues era de las pacientes que a veces, me encargaban vigilar, y Niniel Lemuri, otra paciente a quien a veces me costaba mucho entender, si no siempre. Me acerqué a ellos discretamente y vi que el señor Broddick no parecía estar en uno de sus mejores días.

—Perdonad la intrusión pero... señor Broddick... tenía entendido que su madre había despertado por fin, ¿hay algún problema, puedo ayudarle en algo? —comenté en tono amable. De no estar nadie más que Susan, hubiera arrancado en la afectuosidad con ella, pero en aquél momento pensé que mis prioridades debían estar con mis pacientes o sus familias, por lo que miré a Niniel—. Señorita Lemuri... quizá debería ir a descansar un poco...

El me mira, el me mira una y otra vez sacando sus ojos, como escondiéndolos y yo... yo solo me quedo ahí, sin querer hacer nada; mirándolo hacia abajo pero no quitando mi vista del todo, no queriendo evitarlo del todo y es que me hacia algo, verlo llorar ahí me paralizaba, me dejaba tirada ahí sin poder moverme; tal vez como era al sentir a una de las otras llorando, cuando yo ya no podía llorar mas; sin poder moverme abrazada a mis piernas, intentando verla con mi mirada baja en esa pieza obscura, petrificada sin saber que hacer a menos que me pidiera acercarme; sabiendo tanto por lo que pasaba, lo que era eso que a todas nos hacían sentir; lo que era estar respirando ahí encerrada, lo que era ser llevada a las piezas de ellos para ser usadas como querían sin que nunca cambiara.., sin que nunca cambiara….

No sé qué es lo que ha sentido él, pero es tan parecido; se siente tan parecido a estar ahí, solo mirando baja y queriendo desaparecer; queriendo desaparecer de ahí si ella me ayudara...

.......

Hasta que alguien más llega, una nueva voz me llega ahí, no sé quien es pero habla como si supiera, me habla a mí como si supiera; pidiéndome descansar.... Yo.., creo que estoy bien aquí..; no sé qué hacer... Le respondo llevándome una mano a mi hombro, tocando mi brazo en esa búsqueda perdida de algo, de algo que me hubiesen insertado mientras desaparecí; sintiéndome tan perdida de pronto con ellos aquí, atrapada y la vez tan mirada como una muñeca que esta donde no debería estar; tal ves como cuando me tenían aquí con la pulsera que tenía ese nombre por el cual me llaman....

Miré a Niniel sin saber muy bien qué hacer. La chica siempre me había llamado algo la atención, principalmente porque siempre me había parecido de esas personas que necesitan ayuda y no pueden explicar cuál o cómo, lo que vuelve a la gente loca porque no los entienden, empeorando la situación. A la gente le desesperaba no ser capaz de entender a otros cuando éstos estaban mal, y lo sabía por experiencia. Miré a Susan con la preocupación reflejada en el rostro, sabía que ella no necesitaba un efusivo "Hola" o un abrazo, o un millón de cumplidos, para ver que me alegraba de verla, y ver que simplemente ahora era más importante atender a aquellos dos jovencitos con cara de disgusto.

Con cuidado, no queriendo asustarla, pasé una mano acariciando la espalda de Niniel casi sin rozarla, y miré a Samuel, creyendo que era ya momento de explicarme, al darme cuenta de que probablemente no me hubiera visto nunca como yo sí le había visto a él por los pasillos.

—Soy Percy... trabajo aquí, Samuel, me pidieron estar atento a tu madre hoy, porque con el ajetreo que hay montado, querían tener un par de ojos fijos en ella —expliqué delicadamente—. Si puedo ayudarte en algo, dilo, ¿de acuerdo?

—Vine a ver a una amiga, medimaga… —le respondí a Samuel.

Aunque justo después de eso vi aparecer a Percy que acababa de empezar su entrenamiento como medimago, le dirigí una sonrisa de agradecimiento, pero no me quité de al lado del chico en ese momento. Tenía la idea de que, más allá de la enfermedad o de lo que hubiera sufrido su madre, había algo más.

—¿Tu madre está bien, Samuel? —pregunté con interés, sin saber qué esperar por respuesta, pero después me volví hacia Niniel. Realmente su estado siempre era de miedo, algo aterrorizado, y desde que la había conocido en Agosto, me había acostumbrado a sus reacciones y a la manera de tratarla, para intentar no incomodarla demasiado—. Niniel, si tienes que volver a Hogwarts, puedo llevarte después.

No sé si le van a hacer algo más, pero parece que las visitas a San Mungo la aterran más de lo habitual.

La nueva intrusión repentina me hizo sentirme más pequeño aún. Demasiada gente de repente...

"Niño, ¿Estás bien? ¿Me escuchas?"
Luces que parpadean en la oscuridad, una luna llena brillando en el cielo. Dolor en todo el lado izquierdo...
"Mi.... mi madre..." Logré murmurar. La mirada del medimago repasando mis pupilas me incomoda, e intento apartar su mano para verlo, para saber... "¿Donde...? ¿Ella está...?"

-Ella está bien... Me dijeron que estaba bien. Despertó.- Sólo eso puedo decir, antes de volver a hundir mi cabeza entre mis manos, respirando profundo. Me odia, me teme. Mi propia madre...

Yo respondo y me quedo en ese lugar, simplemente en ese lugar, tal vez mirando las paredes que aquí son blancas, las baldosas del piso o los sonidos que se escuchan desde el pasillo; como antes, cuando estuve por primera vez en este lugar, cuando miraba las paredes que no era de esa manera descarada, esas paredes que tenían luz y aun así eran distintas, distintas a antes de estar encerrada ahí aunque ya hubiese mirado una pared así alguna vez. Desde que me tuvieron ahí todo se ve distinto, todo se siente distinto y por eso... por eso es que creo haber caminado por estos pasillos como una niña que no sabe qué hacer con un mundo que descubre tan cambiado después de mucho tiempo, viendo a otros que le hacen sentir algo por dentro que la afecta y la afecta haciéndole sentir mal porque ya no sabe cómo ser como ellos....

Hasta que ese el se acerca y pasa su mano envolviéndome desde mi espalda, casi imperceptible en mi pero sabiendo que está ahí a la vez que mi cuerpo se contrae un poco por dentro; y es que eso... eso no me gustaba, no de esa forma; y es que podía ser como allá, como cuando allá me pasaban sus brazos para sentirme como a su muñeca, haciéndome sentir a mi también aunque no quisiese, aunque no quisiese con mi cuerpo solo pudiendo rendirse a ello como siento que podría pasar ahora, temblando; y sabiendo que el tal vez sentiría lo flácida o temblorosa que me pongo; hasta que ella quien me cuida me habla...

Esta bien, debo volver supongo... Le respondo devolviendo las dos manos a mis piernas, levantando un poco mi vista con aquel chico que llora habla, y hunde sus manos... igual que allá, igual que allá cuando llorábamos porque no paraban de ir a buscarnos nunca... No lo puedes ayudar, ¿No puedes? Le susurro a ella o al que me envuelve que está más cerca cuando me duele adentro... cuando me duele tanto adentro a mi también por todo....

Me quedé contemplando la escena desde mis ojos en silencio, pensativo, con las manos entrelazadas en el regazo, sentado en una de las sillas. La gente seguía pasando a nuestro alrededor, algunos corriendo si eran medimagos que tenían alguna urgencia médica, otros más despacio, sobretodo los pacientes, y nosotros estábamos allí, sentados, sumidos en nuestros pensamientos y preocupaciones y, los más jóvenes, parecía que bastante apesadumbrados.

Yo no los culpaba. Al fin y al cabo, ¿en qué universo podría ser un hospital un lugar alegre o esperanzador? era un lugar horrible, donde cosas horribles pasaban y yo, como aspirante a medimago, me enfocaba en las cosas buenas, en que además era un lugar donde los milagros pasaban, pero no siempre. Conocía a la señora Broddick muy levemente, conocía su historial al dedillo, pues multitud de veces me había tocado vigilarla, cuando médicos más importantes, como Andrómeda Tonks, tenían urgencias más grandes. Y no era un asunto bonito, tener a tu madre en el hospital, pero sabía que si Samuel usaba la experiencia adecuadamente, le haría mucho más fuerte.

—No despertó como esperabas, ¿no? —pregunté, imaginando por donde iban los tiros. Pasaba a menudo, cuando alguien pasaba largo tiempo dormido, su despertar siempre era raro. A veces su familia no les identificaba, a veces perdían la memoria, a veces odiaban a sus parientes—. Bueno, señor Broddick, he de decirle que muchas veces pasan cosas así, es raro que cuando alguien despierta de cosas así sea el mismo, pero estará bien, con un poco de paciencia. Todo volverá a la normalidad y lo sé porque en los pocos meses que llevo aquí, lo he visto mucho —comenté mirando al joven amablemente.

Suspiro, oigo a Percy pero no sé que decirle a Samuel, nunca he sido buena en esos momentos y me parece que lo estamos azorando demasiado, que acabará por romperse allí mismo. Sé que la intención de Percy es amable, pero quizá, quizá, Sam necesite un momento. Cuando me senté estaba solo, pero ahora somos tres personas alrededor de él y eso nunca puede ser bueno, podría explotar en cualquier momento. Miro a Niniel y le sonrío.

—Puedo intentar ayudarlo —le respondo a ella, dejando por un lado que la atención hacia Sam disminuya un poco—. ¿Veniste a... una revisión? —preguntó. No sé exactamente por qué la traen a San Mungo, pero sé que ocasionalmente sale del colegio por eso.

No me gusta el lugar, es deprimente, extraño... No sé. San Mungo es un lugar con esperanza, pero a veces, sólo a veces, desearías no estar allí porque ves a la gente que lo ha perdido absolutamente todo.

—¿Qué te han dicho? —pregunto con un interés. Al menos, de ahora en adelante me aseguraré de que la traten bien allí. "Ay, Sue, ya estás otra vez defendiendo lo indefendible..."

No sé.., creo que sí, dicen que debo venir para que me revisen, para que este mejor aunque yo no sé, yo no me siento mejor aquí... Le respondo a ella con un susurro que no quiero que se escuche mucho, no atreviéndome a mirarla por los otros, quedándome ahí con las manos una arriba de la otra sobre mis piernas. La mujer me dijo que estoy infectada.., que debo tomar pociones.., por eso y para dormir sin soñar.... O eso creo que había dicho, eso había dicho después de que me hiciera tomar lo que me hiso desaparecer para despertar después, sin dejarme saber que me había hecho y molestándose con esta cuando creo que pregunte...

Aunque... ¿Dormir sin soñar? Eso, eso me da miedo... No sé porque me da un poco de miedo si yo no puedo dormir, cuando me acuesto... No puedo dormir, nunca puedo hasta que mis ojos no dan más; siempre pienso cuando estoy sola intentando dormir, acabo de nuevo tenida en esa pieza; sintiéndolos mientras me apretó bajo las sabanas y viviendo la forma en que me usaban de nuevo como sueños... o pesadillas. Dormir sin soñar podía ser bueno, pero me daba miedo; ¿Como seria...? ¿Como no sería?; y es que es como todo... me da miedo como todo.

Y yo, yo creo que quiero estar en otro lugar, aquí no me gusta, me molesta; pasan personas por el pasillo, es frio... Siento como estuve tirada en una de las camas esperando a que alguien me fuera a buscar para que nunca pasara.. Queriendo volver a ser una niña tal vez, pero no pudiendo casi recordar otra cosa que no fuera ser esa muñeca de ellos y este lugar... El blanco de este lugar y aquel chico a quien también creo que le duele…

Mama, ¿Por qué me tiene doler? ¿Porque a él le duele? ¿Por qué ha algunas personas nos tiene que doler tanto? Ella.., ella podrá ayudarlo ¿Cierto…?

En ese momento ni siquiera me atreví a levantar la cabeza. Escuché aquella voz tan suave que murmuraba si podrían ayudarme y eso me hizo sentirme peor, repetirme en la cabeza que estaba bien, que podría soportarlo. Los hombres no lloran, maldita sea...

Por fin levanté los ojos hacia el medimago. -No me diga señor Broddick...- Respondí de repente con algo más de energía, esa energía al escuchar aquel título. -Samuel, o Sam.-

"El sr. Broddick es mi padre", pensé, cerrando la mano en un puño. Hijo de puta, hijo de puta...

-¡HIJO DE PUTA!- Dije por fin a la nada, al aire, al ente invisible que ahora resultaba también ser parte de mi. El fantasma de un monstruo. No sé en que momento mi puño entró en contacto con la pared, pero ahora me dolía y tuve que cubrirlo con la otra mano, volviendo a mirar el suelo enrabietado y avergonzado.

Al final, acabo por entender, una parte. Me acerco a Samuel ante el grito que pega al aire, que hace que mucha gente nos voltee a ver. La mayoría sólo lo ven con lástima, quizá, otros tienen esa cara de "no se debe gritar en los hospitales".

—Ey..., Samuel, creo que con ese alarido vendrán un par de medimagos e intentarán sacarte de aquí —le digo, con una sonrisa, no menciono nada más, no de momento—. ¿Quieres ir a dar una vuelta? Quizá un poco de aire te haga bien.

Sugiero aquello porque parece que alejarse de ese ambiente medio opresor le hará mejor que cualquier otra cosa.

—Luego podemos volver, si quieres.

Mi pecho salta cuando grita, me empujo contra la pared, me quedo petrificada, mi pecho sigue golpeándome y yo tiemblo, trato de no temblar pero no puedo y es que me deja asustada, el me deja asustada con su grito; con mis brazos a los lados temblando, empujando con mis manos contra el asiento para tratar de dejar de temblar; como sosteniéndome y es que me da miedo que grite de nuevo y es que no… no quiero que grite de nuevo, no quiero escuchar más gritos, no quiero escuchar más gritos…..

Y de pronto me quiero agarrar mi cabeza, tapar mis oídos para no escuchar, para no sentir; pero de pronto habla ella y yo no hago eso… esperándola a ella para que pueda hacer algo, para que pueda hacer algo y ¿Salir?... ¿Yo deberé salir también? Pregunto casi silenciosa desde atrás, aflojando un poco mis brazos y pensando en salir, en si quiero salir…

Levanté la mirada hacia la profesora, aún sosteniendo mi mano con la otra. Abrí la boca un par de veces, como para contestar, pero al final no se me ocurría nada para decir. Sólo asentí, volviendo a cerrar la boca y me puse en pie.

Salir, a cualquier lugar. Cualquier lugar menos éste. La pregunta de la otra alumna me es indiferente, aún cuando sé que no es a mi a quién pregunta, yo sólo me encojo de hombros para dar a entender que no me importa que venga. Pensar en cualquier otra cosa...

Samuel asiente finalmente después de parecer tener un dilema, pero le hará falta aire fresco, y desde luego, despejar un poco su mente, quizá. Me pongo en pie rápidamente mirando a Percy para decirle que al menos lo sacare de allí después de su exabrupto con una sonrisa de disculpa, porque apenas sí nos vimos un momento.

Después Niniel hace una pregunta y no se que responder. No sé si alguien la va a llevar de vuelta al colegio, pero la dejaron sola y eso me hace pensar que quizá olvidaron que estaba allí.

—Ven si quieres, Niniel —sonrío—. Luego te llevo al colegio.

¿Quiero salir? ¿Estaré mejor si salgo? No sé, yo nunca se; pero no quiero quedarme sola, no me siento bien y ellos van a salir; así que creo que debo salir si no quiero quedarme aquí.. y yo no sé, aquí se siente un poco mas mal; y yo me paro detrás de ellos, no me atrevo a mirar al doctor, es extraño y me quedo detrás de la profesora, lejos de el porqué no quiero que grite de nuevo, atreviéndome de pronto a tomar una de las manos de ella, temerosa pero entendéoslo con algunos de mis dedos desde atrás.

Y es que me daban algo los pasillos de este lugar, yo había estado aquí, con las otras; caminando alguna vez tal vez, mirando tan asustadas como eran los otros, con ganas de llorar porque me sentía tan mal, tan mal siendo como una muñeca ante ellos... y las demás, las demás creo que se sentían mal también, pero al final yo les deje de hablar y se fueron... y ahora las extraño, creo que las extraño y estos pasillos me hacen mal, haciéndome sujetarla a ella de pronto; tal vez porque no quiero que desaparezca también.

Comencé a caminar, sin pensar, mirando mis pies. Embolsillé mis manos en el pantalón, repentinamente sintiéndome frío. Me detuve en seco, llevándome la mano a la frente.

-Las flores. Mierda.- Tenía la impresión de haberlas tenido a la mano. Pero cuando salí (¿me sacaron?) de la habitación, ya no las tenía. ¿O si?

Miré alrededor, hacia las sillas. No, no estaban allí. -Louise se esforzó tanto...- Estarían en la habitación. Con su olor a frescura. ¿Ayudaría a sus buenos recuerdos? ¿O lo relacionaría con la visión de terror que sufrió al verme?

Quiero salir de allí con Sam y con Niniel, si es posible, rápido. El ambiente de hospital nos afecta a todos, así que le dirijo una última mirada a Percy antes de irme por donde vine, las calles de Londres serán lo mejor. Pero Sam se detiene y dice algo de unas flores. No recuerdo haberlo visto con flores cuando llegué, así que supongo que se quedaron en la habitación

—Preguntaré por ellas, Samuel, por las flores... —le digo, rápidamente, dirigiéndole una mirada de consuelo. No sé que más hacer por él y no quiero obligarlo a hablar conmigo.

Yo camino siguiéndolos a ellos, dejo menearse un poco mi mano mientras ella me lleva por esos pasillos y es extraño; se siente vacio... como si alguna vez hubiera sido diferente, más lleno; mas colorido esa vez que se siente como si hubiese sido antes del lugar malo; siendo llevada por alguien de la mano como ahora, en un lugar como este tal vez, en un lugar como este aunque no sé porque, como si hubiesen querido mirarme también, pero por algo que nunca fue tan malo como estar en esa obscuridad...

No quiero mirar nada, da miedo pero los escucho hablar; la voz de él se oye abrupta al comienzo, yo contengo el aire porque creo que volverá a gritar pero no lo hace y ahora se escucha triste, duele y ella... yo no sé como nombrar la voz de ella; siempre es difícil nombrar las voces de otros pues no siempre están tristes como yo, aunque el... se siente algo mal que el este triste ahora también.

¿Si él las quiere...? ¿No podemos ir a buscarlas si él las quiere?.. Pregunto sin querer mirar casi en silencio, como si no supiera si mi voz se va a escuchar, como si estuviese tan perdida por todo en ese lugar... Extraña, extraña y sofocada...