Let the record show... § Dennis Creevey

Cuando dejó que Isis saliera por la ventana se sintió por un rato largo morir. Harry y Ron habían quebrado su varita, o eso creía, la memoria era borrosa, era realmente dañina, le hería, le encerraba y destruía por dentro. Había tenido que separar caminos con la última varita que la había elegido, algo injusto aunque hubiera pertenecido previamente a Bellatrix Lestrange, era su varita, y Bellatrix no estaba viva como para que regresara a por ella.

Pero la furia ciega no era su motivación. Era... era algo diferente. O mejor dicho, necesitaba de algo diferente, algo que le volviera a sentir viva. No sabía si era un algo o alguien o quizá es que las palabras de Dennis se hubieran clavado en su mente como semillas del mal, lentamente tomando lugar en su vida diaria, preguntándose y cuestionando algo básico: ¿Que estaba dispuesta a hacer para que no hubiera más guerras? ¿Que tan lejos estaba animada a llegar? Porque esto es simplemente un juego, un ajedrez trunco donde todas las piezas salen perdiendo y hay 3 jugadores en lugar de 2... Todos peleando por el primer movimiento.

Si ella fuera una jugadora, ¿Que haría? ¿Como comenzaría? ¿Que era esta locura que le rodeaba? Las cosas se van complicando y hasta ahora lo único que había hecho era llorar mientras veía a sus amigos reconstruir sus vidas desde las raíces.

Tantas decisiones, tantas preguntas, y la única persona que podría darle una respuesta era Dennis... o al menos podía guiarla. O mejor dicho... tenía las respuestas, pero no tenía las preguntas, por eso lo necesitaba a él.

Se sentó, cabeza entre las manos, tratando de entender que es lo que estaba pasando allí. Demasiadas cosas pasaban por su mente.

Ha pasado el tiempo y Hermione… Bueno, simplemente se esfumó una noche, un día y la gente comentó sobre aquello, pero no me preocupé demasiado. Yo la había dejado en el borde de la madriguera, dispuesto a aventarla si hacía falta, esperando que ella decidiera lanzarse al vacío. Porque si ella lo hacía no podría culparme por haber arruinado su vida cuando descubriera que la madriguera no era un lugar de maravillas, sino más bien eran sólo tres cuartos en Cabeza de Puerco donde el aroma a pociones ilegales inundaba el ambiente.

Así que esa tarde no tenía nada que hacer… el colegio estaba demasiado tranquilo y ya me había acostumbrado a esa tranquilidad aunque aun podía ver los recuerdos de Colin por los rincones y en las aulas. Pero me había acostumbrado a vivir con eso y me había endurecido en aquellos meses. Simplemente… simplemente lo hacía hecho. Me había arrancado el corazón y se lo había regalado a alguien que lo necesitaba más que yo sin mirar atrás. A alguien que lo protegiera y me protegiera por si volvía a latir y me recordaba que estaba vivo.

No quería esa, ya no más. Caminaba por los pasillos con la expresión medio ausente y medio perdida hasta que noté su figura en un aula abandonada. Se veía tan diferente. ¿En qué demonios se había convertido Hermione Granger? Nunca espere que ella cayera tan hondo que no pudiera salir, ¿dónde estaban sus amigos en ese momento? Me lo pregunté e incluso me tentó pasar de largo, olvidar que la había visto y que estaba allí. Pero no lo hice, entré al aula y me quedé parado cerca de la puerta, mirándola, viéndola sentada tan pequeña, con la cabeza entre las manos.

—Hermione… —la llamé—. Dijeron que te habías ido. Pero… volviste. ¿Por qué?

Sé a que volvió. Y esta vez no miraré atrás cuando caiga en la madriguera.

"Porque soy tonta y masoquista, pero la respuesta que busco no la puedo encontrar allá donde fui." Respondió con seguridad, sin siquiera alzar la cabeza. Conocía esa voz, la conocía demasiado bien, había resonado en su cabeza una y otra vez, hasta que las noches eternas de insomnio se habían hecho una pesadilla en vela, su voz atestiguando la lenta caída, como si todo lo que le rodeara tratara de detenerla en el tiempo, en ese momento en que este mismo chico le había declarado la asesina de sus propios sueños.

¿Como podía vivir consigo misma? ¿Como podía vivir sin saber si había matado a alguien? ¿Si no podía salvar a nadie más? ¿Como salvar a las personas cuando ni siquiera saben que quieren ser salvadas. Ella no sabía que quería ser salvada hasta el momento en que se tuvo que enfrentar a la realidad. Esa realidad en que se sentía tan sola en este colegio, tan pequeña e insignificante, pero a su vez tan dañina. Porque sería tonta creer que no causaba daño a las personas solo porque no hacía nada por ellas, sino había que ver a Ron... ¿No lo había herido por ser egoísta? ¿Por no darle una oportunidad?

Y las confusiones iban y venían, la incertidumbre, la confusión, el deseo de prevalecer pero no tener como hacerlo. No tener como luchar contra los demonios porque no los conocía, no sabía contra que se estaba enfrentando.

"Pero calculo que eso ya lo sabías, ¿no?" Comentó lentamente separando el rostro de las manos para poder mirarlo. La mirada fija, penetrante de esos ojos chocolate tratando de escanear al chico. Ella había cambiado pero él se había convertido en... titanio. "¿A que agujero me estás empujando, Dennis? ¿Por que presiento que simplemente no sabré donde me he metido hasta que no sea demasiado tarde?" Preguntó, no era por nada la chica más inteligente de su generación, pero por alguna razón en este instante no le importaba demasiado las respuestas a sus propias preguntas.

—Tonta y masoquista... Curiosa elección de palabras para la persona más inteligente que conozco —le digo.

No estoy mintiendo, pero ella puede pensar lo que quiera. Es una pena, mientras más la miro, ver en qué se ha convertido. Solía ser segura y tener una determinación férrea, una voz fuerte capaz de regañar incluso a los mayores cuando estos querían pasarse de la raya. No sé que le pasó, pero me da lástima y me da rabia ver que ha dejado que le pase. Nos pasó lo mismo, pero ella no tenía la misma fuerza de voluntad que yo, ella solía ser infinitamente superior y ahora soy yo la persona que la está mirado por encima.

—La respuesta... depende de qué respuesta quieres oir —continuo, caminando hacia ella—. Las de allá afuera serán mentira, pero quizá las quieras oír. Son amables, te ayudarán, te salvarán.

Pero mi respuesta. Mi respuesta tampoco es verdad aunque quiera pasarla como la verdad absoluta. Si lo hago, ella no me creerá. Yo sólo estoy aquí para proporcionarle la respuesta que ella quiere oír en el fondo y lanzarla tan hondo que no se de cuenta de lo rápido que cae.

—Sí, ya lo sabía —acepto—. Que ninguna de las otras respuestas que iba a satisfacer y que seguirías buscando, una y otra vez. ¿Quieres saber que tan hondo se hunde la madriguera, Hermione? ¿O prefieres huir cuando aun estás a tiempo?

Es la última oportunidad que le doy y ya sé a ciencia cierta que no la tomará. Cavará su propia perdición y yo estaré allí para ayudarla a caer.

"Inteligencia... todos parecen estar obsesionados con eso. ¿Realmente me ves inteligente? Libros... puedo hablarte sobre materias y sobre hechizos. Cuando tuve que aprender sobre algo diferente: Sobre las personas, sobre vivir, sobre construir un objetivo propio me convertí en esto que ni yo misma reconozco en el espejo. Y ¿sabes que es lo más gracioso? Aun no sé construir un objetivo propio... daría lo que fuera por recuperar mi confianza, por ser esa persona, pero no lo soy."

Hablaba, o parecía hablar. Era más bien como si estuviera vomitando todo lo que le pasaba en este momento por la cabeza. No era exactamente inteligente, pero su cabeza trabajaba tres veces más rápido de lo que podría admitir nunca. Mientras muchos trataban de acusarla de trampas, de memorizar o memoria eidética, lo cierto es que simplemente sus procesos mentales estaban más acelerados, trataba de absorber, de entender, de comprender.

Pero hacer eso no significaba que supiera que era lo que tenía que entender. En este caso no estaba segura. Este caso en particular era ácido, doloroso, corroía y dejaba su cuerpo y su mente débil.

¿Que era lo que quería escuchar? ¿Que era eso que podría salvarla finalmente de si misma? Porque ya no podía mentirse, el daño se lo estaba causando ella misma, nadie más. Debía ser fuerte, debía hacer algo porque no podía seguir así, esto era un desastre...

"Miénteme. Miénteme en la cara y hazlo sonar bonito. Dime... que dentro de esa madriguera hay sueños y esperanza. Necesito un motivo para seguir viviendo, Dennis... aun cuando ese motivo no sea más que una ilusión, necesito que me mientas en la cara y yo te creeré aunque sé que no es cierto porque si sigo así no es en una madriguera que me meteré sino en mi propia tumba." Admitió con voz pesada, esa voz que Dennis escuchó en algún momento en la sala común de Gryffindor.

Le estaba pidiendo que le devolviera la confianza y la seguridad de ser quien era aunque solo fuera una ilusión óptica.

—Inteligencia. No saber mucho, sino saber actuar. Siempre supiste tomar las decisiones correctas —le espeto, con la voz ácida, quizá cargada de veneno, de un reproche porque me está obligando a lanzarla a lo más profundo de la madriguera—. Pero ahora estás aquí, frente a mí, haciendo lo peor que puedes hacer, Hermione.

Me acerqué aun más, porque le iba a inyectar veneno en lo más hondo de su ser y no iba a mirar atrás para comparar a una y a otra Hermione. Se había dejado consumir de una manera patética, no se había dejado ayudar y ahora estaba frene a la peor persona que se podía encontrar alguien en un momento como ese, en el que cualquier cosa que quiera oír les suena a la verdad más absoluta aunque sientan que es mentira.

Un reclutador. El sombrerero.

—Imaginate un mundo sin guerras y sin gobernantes corruptos, un mundo que no esté movido por idiotas que toman malas decisiones —espeté—. Un mundo en el que la guerra nunca más sea necesaria. Un buen motivo para ti, Hermione, ¿no es cierto? Es lo único que puedo ofrecerte. Un motivo bonito, un ideal que no es una mentira, una ilusión que parece verdad.

"Lo peor que podía hacer era dejarme morir, y ya lo hice, supongo que tras eso nada de lo que haga puede ser mucho peor." Bufó por lo bajo, resignándose a ser alguien que no era, tratando de encontrar en los labios de Dennis el objetivo que a ella le faltaba.

Y podía sentir el veneno recorrer sus venas. Lo podía sentir y sabía que no era más que veneno pero no podía detenerlo, era como si estuviera viviendo en perspectiva las cosas, una perspectiva en la que cualquier cosa era mejor que lo que tenía porque ya se había hundido y este objetivo que le ofrecía era suave, la acariciaba, la enroscaba y le sacudía desde el fondo de su alma. No era más que una ilusión a la cual no quería entregarse la parte objetiva y decidida mientras que la otra, esa que deseaba destruirse nuevamente, la que no estaba conforme con lo que estaban construyendo era una que le tiraba de las riendas para que parara...

Pero ella no se detuvo, escuchó, diseccionó cada palabra hasta no tubo otra opción que aceptar el hecho de que quizá era mala idea pero que tampoco podía dejar de hundirse, de sentir, esto le hacía sentir algo aunque sea, fuera bueno o malo, solo necesitaba respirar.

Can I trust you?
But I don't want to
I will swallow
If it will help my sea level go down
But I'll come back to haunt you if I drown

"Dime que es lo que tengo que hacer... dime que se esperará de mi y que es lo que puedo ofrecer." Trató de ir al grano.

Le regalo un intento de mueca que aspira a ser una sonrisa retorcida que probablemente no sepa que significa. No me acerco demasiado a ella, no me siento. Me quedo mirándola desde arriba con los ojos demasiados duros porque ya no siento nada. ¿Qué sentía antes?

—La muerte nunca es lo peor, no importa lo que pienses —le espeto—. La muerte es casi un regalo, algo demasiado definitivo, ya no hay vuelta atrás, no hay nada de lo que te puedas arrepentir.

Ah, pero de la madriguera tampoco hay regreso aunque alguien lo desee. Y quizá Hermionbe acabe deseándolo, no lo sé, no me importa. Ni siquiera me complace arruinarle la vida y venderle mentiras, pero lo hago. Está miserablemente acabada, no tiene qué la mueva y sé que Andromeda puede encontrarle alguna utilidad a la cáscara vacía que se ha convertido Hermione. O dejarla a merced de Argine, quien acaba a merced de Argine nunca acaba bien.

—De aquí no hay retorno, Hermione, la madriguera es muy honda muy profunda y una vez que caigas lo único que puedes hacer es abandonarte, porque nadie... te ayudará a salir. —"Ni siquiera yo", pienso, y ya no me detengo a preguntarme si me estoy convirtiendo en algo terrible—. Ve con la Reina Roja. Pregunta por ella en Cabeza de Puerco, ella sabrá que hacer.

Asintió.

Quizá le quería decir algo o preguntar sobre la profundidad de esta madriguera donde había caído y sabía que no era tan cálida como la de los Weasley pero era un lugar donde podría refugiarse.

Quizá como Alicia cayó por la madriguera ella en su desconcertante inteligencia se daría cuenta que era todo un sueño, una ilusión de las mentes destrozadas.

O Quizá era solo que ya no había nada que esperar de esta tierra.

Es por eso que no dijo más nada, solo asintió con firmeza y caminó a la puerta del Aula Abandonada, dejando que Dennis Creevey destrozara su mundo, ella consciente a cada paso que él daba en torno a su realidad. No dudaba que cuando todo esto acabaría ella no estaría entre los bueno exactamente. Porque la historia siempre la escriben quienes vencen y esta nueva ‘guerra’ no parecía dibujarse en un plano de estrategia de dos bandos donde unos pierden y otros ganan.

Así que se decidió a ir a por la Reina, dejando atrás a un Dennis que sabía ya se podría haber deshecho de ella si deseaba .