¿Pretendiendo humanidad? (Dennis Creevey)

Hola...., gusto en verte,
creo que...., ya debo conocerte,
adios...., digo ya...., te has ido,
no...., te he visto, no has venido.

......

Yo estaba sentada en el borde de la pared, con el lugar obscuro de los pasillos y habitaciones tras esa pared a mi espalda; y uno despejado ante esos ojos míos que ahora miran, y esperan... Hace dos días en este lugar habían estado varios cuando la pared estuvo escrita, pero ahora no había nadie, ni escrito ni nadie. Estaba solo yo, la que llamaban antes como muñeca; esperando, dejando pasar el tiempo con el leve viento; esperando a que tal vez llegara el, o alguien...

¿Que era sentirse mal? ¿Esto acaso? ¿Lo que hacían invadirme allá? No sabía, pero no lo quiero, me siento tan fría, tan húmeda y abandonada. Perturbada, perturbada como si aún tuviera lo que ellos adherían a mi piel con sus manos, ese sensación que se metía en mi cuerpo, que no quería, que no debía tener; y todo, todo porque estaba sola y ahora extrañaba de nuevo... extrañaba de nuevo como había hecho tanto al comienzo, al comienzo en ese lugar donde encerrada me tuvieron.

No sabía si el, ella o alguien vendría con esta hoy; pero yo espero, no me atrevo, me duele pero quiero; quiero que me encuentren... por eso lo hago, para que el me encuentre; por eso me pongo aquí, por eso he estado esperando algunos días escondida para mirar el lago; por eso hoy dejo pasar el tiempo en este lugar, porque quiero que me encuentre; porque estos son lugares donde había estado con él y yo... yo esperaba que volviera con un momento para esta; pues no sé dónde estaba, no me había podido encontrar aun.

Tenía mi libro escondido, aquel en el que dibujaba los momentos de los otros o la pieza obscura cuando no quería, tenía que mostrárselo, el había dicho que lo vería. Y mi vestido, también llevaba aquel vestido de niña que había hecho para la princesa de la pequeña y que al final me permitió quedar; aquel con el cual intentaba fantasear a que era una niña escondida en mi cama o sintiéndolo debajo de las ropas de aquí como ahora; y es que era suave, yo no debía usarlo pero lo quería tanto, lo quería tanto que ahora lo usaba al mismo tiempo que lo ocultaba, ahí; intentando imaginar que era una niña de nuevo, pero tan aterrada de que lo rompieran cuando me llevaran de nuevo, de que me lo quitaran...

......

Espero con una mejilla sobre mis rodillas ahora, mirando sola hacia donde se veían algunos a los lejos; no sé si desesperanzada o aterrada ; pero viendo como me ira, como me iría a esperar al lago cuando ya no viniera a aquí...

Off:

Paso caminando, ensimismado, en lo mío. Volteo la vista hacia el muro ya sin frase. Alicia y está en Wonderland. He estado medio perdido desde lo del anuncio de McGonagall, quizá será porque tengo demasiadas cosas en las qué pensar a veces. Si embargo, cuando miro, notó la figura que está allí, en el suelo. Retraída.

El perfil es inconfundible. Me acerco, ya que nos hemos estado encontrando en las clases y... Vale, cuando pintaron la frase. Suspiro y me pongo en cuclillas ante ella, mirándola.

—¿Niniel? —ladeo la cabeza, esperando que me devuelva la mirada.

No es que no la halla buscando, simplemente estuve más tiempo metido en Cabeza de puerco, con la cabeza en otro lado y ahora no puedo evitar sonreír al encontrármela.

—Hola.

.... El  viene, sí; lo veo aparecer desde ese lugar donde la pared se dobla para recorrer en otra dirección, caminando hacia ese lugar donde estoy encogida yo. Mi pequeño corazón se vuelve loco en mi pecho, apretando yo las manos contra mis rodillas por qué no se qué hacer; era lo que quería si, pero como me debería ser ahora, como haría para intentar no ser una muñeca del todo. Veo sus ojos y percibo que esta atraído a otra cosa, pues yo suelo percibir esas cosas de otros en mi silencio; lo noto cuando mira la pared antes escrita como si le molestara algo; pero también veo que como se suaviza al ver que estaba yo... sí, esta...

¿Yo?... Le respondo cuando se acuclilla frente a mí, mirándolo y no mirándolo del todo; aun aunque antes lo hubiese mirado sin despegarme mientras se acercaba. Hola... Continuo de una forma que no comprendo, que no comprendo pero que es mejor; estirando un poco mis labios como hace el en ese instante... ¿Una diminuta sonrisa? ¿Casi una?

Y…¿Como estas..., tu?... ¿Qué era eso? ¿Que era esa pregunta? No sabía, no sabía lo que estaba haciendo; estaba ahí, encogida como cuando me tenían encerrada en la obscuridad, como cuando estuve encerrada pero haciendo eso, eso que de pronto aquí afuera era distinto; distinto y un poco mejor....

"Sí, tú, si no... ¿quién?"

No hay nadie más allí, pero bueno, no es como si le fuera a responder así. Sólo es que tengo todo a flor de piel y tengo una idea rondandome en la cabeza desde hace días, o más concretamente desde el anuncio de McGonagall en el Gran Comedor y supongo que no puedo simplemente decir "no iré al baile"

—Bueno... estoy bien, de una pieza —sonrio—. Mm... estaba pensando algo...

No sé cómo decirlo. Bien... Estoy a punto de pedirle una cita quizá a la chica más extraña que haya conocido nunca y no me importaba en lo más absoluto. Para una fiesta de disfraces, además de todo. Bueno... ¿qué tal difícil podía ser?

—¿Recuerdas el anuncio de McGonagall? Lo del baile de Halloween —explico, antes de soltarle todo a bocajarro—. Bueno, pensé que... ¿Quieres ir conmigo?

Estoy bien, de una pieza...

Eso me dice él y supongo que no es malo, el no se ve mal ahora; aunque como... ¿Cómo es estar bien? ¿Yo estoy bien ahora?... Yo no puedo decirlo, esta nunca sabe; solo estaba aquí esperando encogida y el llego; eso es bueno, pero sigo estando fría, el sol parece no poder calentarme a mí por alguna razón, eso me deja mal pues cuando estaba encerrada tampoco lo hacía; y es que acaso a él lo calienta, ¿O el siente igual que yo?

¿El anuncio?... Yo no sé, no escuche mucho con mis oídos de muñeca; pero si lo recordaba a el mirándome mientras todos hablaban y yo aceptando lo que fuera con mi mano y... mis ojos. Yo..., si, como quieras. Aunque... yo no sé cómo se hace un baile; espero no hacerlo mal.

Y también...; meto una de mis manos bajo la túnica que cubría un poco mis piernas, tomando el libro que tenia suelto ahí abajo esta para ponerlo débil sobre mis rodillas, traje el libro donde dibujo; tu dijiste que lo podrías ver.

Le estaba mostrando aquel libro mientras respiraba con aquel vestido que aun ocultaba, aquel libro en donde dibujaba a los demás cuando podía, como si quisiese guardar los momentos de los que no fueron desaparecidos como yo ahí y es que, que: ¿Qué dibujaba? ¿Qué me hacia dibujar mi conciencia? ¿Seguía estando viva después de ellos? ¿Porque a veces convertía mis líneas en el lugar sucio de donde no me podía ir, en el momento después de que me hurgaran? o ¿Porque otras veces en las vidas de los demás cuando podía?.... ¿Porque no podía ni elegir eso que ahora el vería?....

Evito rodar los ojos, pero es tan lógico que ni siquiera tenga ni idea de lo que es un baile. Y luego es de disfraces, ¿de qué demonios voy a ir? No es que odio disfrazarme pero no tengo una imaginación demasiado activa para ello y además supongo que tendré que pensar por ella. O pedirle ayuda a cualquier chica disponible, porque yo soy un desastre para algunas cosas.

—No lo harás mal —aseguro, pero es que no estoy tan seguro. No es que lo haga mal, es que simplemente no sabe cómo hacerlo. ¿Cómo se lo arrebataron? La capacidad para ir a un baile, a alguna fiesta—. Sólo es una fiesta... de disfraces.

Extiendo la mano cuando me ofrece el libro de sus dibujos, con interés. Tengo una vaga idea de qué demonios me voy a encontrar en ese lugar y no estoy seguro de querer verlo del todo, pero bueno... No puede ser tan malo. Sólo son recuerdos oscuros, todos los tenemos. Niniel en mayor cantidad que los demás ciertamente.

Lo abro lentamente y veo los dibujos, uno por uno, pasando las páginas.

—Son... bonitos...

Miento. No todos son bonitos. La mayoría no lo son, parecen lejanos, extraños, vistos desde la perspectiva de Niniel. Algunos incluso oscuros.

Aquel libro mío no tiene nada escrito en la tapa, solo esta forrado en negro con un sutil patrón en los bordes; el color de las hojas está entre el blanco y el café, habiendo en la primera un dibujo; un dibujo que tal vez intenta ser una lejana casa, una casa incompleta dibujada con líneas de grafito, como las de los lápices muggles. Apenas se pueden distinguir los bordes de aquella casa, una puerta, tal vez un camino que pasa al frente de esta, lo que pudo haber llegado a ser un poste, líneas cortadas como si no se hubieran podido pensar bien y algunas flores, flores pequeñas que se pierden en la pared de esa puerta; dando la sensación de que estas fueron dibujadas después que el resto del incompleto y lejano trazado.

Los dibujos de grafito siguen en las páginas de adelante, momentos de los demás, momentos de los demás gravados ahí como si fueran un intento de foto hecho a mano; pero algunos con los rostros ennegrecidos como con carboncillo. Esos son momentos simples, dos alumnos sonriendo mientras comen con una alumna en el gran comedor; siluetas lejanas que caminan por los pasillos, dos personas tomadas de la mano en una curva, una chica sentada en las escaleras con un libro abierto, dos alumnos que se miran caminando por el exterior y personas que el podría reconocer tal vez... Varios tenían el rostro obscurecido, pero otros tenían recreadas con intento de demasiada definición las expresiones de los rostros, como si fueran algo ajeno al mismo dibujo incluso...

Aunque el resto, los dibujos que no eran ninguna de esas dos cosas eran distintos; en esos se miraba desde atrás,  eran siempre en un lugar de encierro, con paredes derruidas, ventanas entabladas y ninguna sombra que evocara la presencia de luz alguna. Al comienzo estaba la que podría ser una niña, pegándose a la pared, poniendo sus manos en la puerta; aferrándolas a las tablas de la ventana como si quisiese tirar, tirar o golpear para salir mientras otras en siluetas la miraban; sin hacer nada, sin que nadie hiciese nada.

Y después, después había una puerta, a veces cerrada, a veces abriéndose u otras veces abierta con una silueta mirando ahí; mientras que atrás, estaba aquella niña u adolecente ahora; de espalda a quien miraba, siempre viéndose su espalda desnuda; a veces sentada con los brazos cruzados sobre las rodillas que apretaba encogida contra su pecho, con su pelo cayendo sobre su espalda marcada con líneas entramadas mientras no quería sacar su rostro, con las otras como ella a lo lejos; u otras veces sola, parada, con las siluetas obscuras que parecen extender sus manos hacia ella para tocarla casi como si la fueran a apretar, con telas cocidas a su piel mediante agujas he hilos que parecían amarrarla mientras una silueta mas miraba o a veces tirada, sentada de rodillas con un rastro de sangre en el suelo bajo su regazo.

Cerca de la ultima hoja ocupada, después de todo aquello y los restos las hojas arrancadas; habia un dibujo en donde parecían estar todos los del lugar de ahora como formas perdidas, mirando a lo lejos una pared que parecía tener algo; con la que podría ser la misma adolecente de la pieza sin luz de la cual tirada no se puede ir, a un lado, encogida ante a una pared pero usando un vestido de una parte con aspecto infantil, junto a un chico que parece mirar perdido mientras rodeaba los hombros de ella con su brazo; con un escrito en la esquina que no parecía ser parte del dibujo, sino más bien un pequeño recordatorio de algo que vio.

Alicia empezó a sentirse medio dormida y siguió diciéndose como en sueños: «¿Comen murciélagos los gatos? ¿Comen murciélagos los gatos?» Y a veces: «¿Comen gatos los murciélagos?» Porque, como no sabía contestar a ninguna de las dos preguntas, no importaba mucho cual de las dos se formulara.

............

Yo.... yo no sé si son buenos, pero a veces es lo único que puedo hacer para estar... a veces duelen, pero es donde la muñeca puede intentar... Y no, lo había dicho; había dicho lo que no tenía que decir, tenía algunas lagrimas en mis mejillas; me raspaba; había hecho todo lo que había dicho no hacer... Y lo siento, me refriego la cara, tratare de no decirlo más, tratare....

Paso las hojas, una a una, la casa, los trazos, delicados a veces, más apresurados otras y más oscuros. La oscuridad se impregna en algunos de los dibujos y procuro no fijarme demasiado en ellos, procuro pasar las hojas rápido, mientras mis ojos miran, desolados, aquellos trazos en los que Niniel ha impreso todo lo que le queda. Yo no tengo algo así, ni una manera de evadirme. Luna me ha dicho que podría intentar escribir y le dije que sí para no defraudarla, pero ni siquiera lo he intentado. Tengo otras cosas que hacer.

Y al final, el último dibujo, es un momento que recuerdo perfectamente. El momento en el que todos miraban como Alicia caía en la madriguera y se preguntaba si comían murciélagos. Todos mirando y Niniel y yo estuvimos al fondo. Sonrío al ver la imagen y repito la frase que Alicia repite en ese trozo del libro.

—¿Comen murciélagos los gatos? —repito, con la mirada fija en el dibujo y luego cierro el libro de forma abrupta para mirar a Niniel y concentrarme en ella. No es mi conejo blanco, pero se le parece. Mi conejo blanco era Colin, siempre fue Colin. Me arrastraba a todos lados y ahora su muerte me ha arrastrado a otros—. Ven al baile conmigo. Por favor. Sé mi Alicia…

Es la primera vez que me doy cuenta lo que Niniel es para mí. Es extraño. Es mi Alicia y todo sombrerero necesita una. Pero pase lo que pase, Alicia nunca acaba bien cerca del sombrerero y eso me hace pensar que debería alejarla. Pero no lo hago. La necesito. Es la primera vez que lo admito y algo me parece extraño en todo aquello.

—Todo sombrerero necesita su Alicia… —murmuro en voz tan baja que apenas si me doy cuenta de que lo dije en voz alta.

Él lo está viendo, él está viendo el libro donde esta dibuja; donde todo, todo lo que soy tal vez; todo lo que es este cuerpo de cuerpo usado como un muñeca y la que está adentro mirando; mirando y sintiendo. Lo que añoro está ahí, lo poco que recuerdo está ahí, la obscuridad que tuve que vivir sin acabar estaba ahí; y todo… él lo estaba viendo, cuando intentaba huir, cuando creía que tendría que salir para solo ser como una mariposa encerrada en una botella pintada de negro, cuando lloraba, cuando después ya no era nada más que algo que respiraba…. Él lo estaba viendo todo, yo lo había dejado; tal vez quería que el pudiese entender lo que se sintió, pero porque; era malo, era una miseria… y porque, porque quería que el supiera lo que era mi miseria de muñeca;... así sonaba tal vez cruel de mi parte.

…………………..

El cierra el libro fuerte, me hace mirar, el me mira a mí; a esta chica flácida como muñeca que tiene al frente y le pregunta; me vuelve a preguntar si quiero ir con él, si quiero ser su… ¿Alicia? Está bien, yo lo puedo ser; seré lo que quieras porque quiero estar un poco más contigo.

Respiro amplia tras esas palabras, siento como mi cuerpo se pierde sutil un momento, dejo de sentir por un instante; dejo de sentir como me pasa tantas veces al decir que si a una petición, por eso que salía de mi espalda en donde me escribieron con la tinta que no me puedo sacar; eso que sutil inhibe un poco de todo, incluso de lo malo cuando a veces decía que si, mezclándose con migo por un instante; por un corto instante de nada para, devolviéndome a mi cuerpo después y haciéndome sentir todo con tanto detalle, como si me hiciera consiente de cada cosa que vivía mi piel; los dobleces de mi ropa en este momento, su leve presión, el peso de esta en mis piezas… todo; ahora no era malo y además en parte quería, no como antes; cuando me hacía querer dejarme para después sentir todo lo de ellos.

Aunque, ¿Cómo debería ser una Alicia…? creo que necesito saberlo para hacerlo bien. Le pregunto tras volver un poco; y es que eso, era un nuevo nombre, un nuevo nombre que no se si está bien o mal; no me llama muñeca, me pidió que yo no lo haga; pero no me llama flor como yo alguna vez le pedí, si no que ahora me da otro… uno que aun esta no entiende... Alicia.

—Sólo se tú…

Me encojo de hombros. Ella, como es, ella es Alicia, como la otra Alicia, la que no entendía nada y creía que pesar lo que iba a decir era lo mismo que decir lo que pensaba, a la que el conejo blanco arrastró hasta la madriguera y a la que el sombrerero le sirvió té…

—Tú misma, no importa, así está bien…

Me dejo caer a su lado, porque hasta entonces había estado en cuclillas frente a ella y me pregunto qué demonios es exactamente ella. No es una cara bonita y me niego a que sea una muñeca. Es una chica tan rota que necesita demasiados arreglos, pero quizá sea imposible.

Para los demás será una introvertida más, para mí, es Alicia. ¿O no? ¿O Alicia es otra? Me da lo mismo, presiento que esto no puede acabar bien de ninguna manera pero… pero…

—Alicia una vez cayó por la madriguera del conejo blanco y fue a dar al País de las Maravillas —murmuró—. Y conoció al sombrerero y el sombrerero nunca pudo olvidarla, Niniel. O eso creo.

¿Que solo sea como yo? Yo... esa respuesta me hace mirar hacia abajo, me toca; sé que me toca y calienta un poco mi rostro; y es que... sí, me pedía algo; pero dentro de ese algo el quería que fuese yo, que solo usara un nombre diferente pero que por lo demás ¿Fuera como era yo? Yo... no sé si podía ser eso, no sé cómo era yo antes de que me tomaran; y creo que ya no puedo serlo después de haber vivido como allá, pero entonces que... ¿Ser como me dejaron? No sé, me siento un poco mejor pudiendo pensar así, por un momento sin que me pidan; sin que la sensación que se mescla con mi cuerpo me haga sutil hacer lo que me dicen; pero es que tampoco se... después de estar tanto tiempo siendo nada más que un algo que respira; ya no sé que soy sin nadie que me lleve, que soy aparte de la que intenta desaparecer del mundo.... Aunque, ....

¿Un sombrerero? ¿Qué hace un sombrerero? Le pregunto sin más cuando se pone a mi lado, tal vez sin ninguna carga esa vez; mirándolo un poco antes de pararme lenta y encogida ante él, dándome vuelta para quitarme las ropas que me hacían usar en ese lugar y dejarlas a un lado agachándome suave; quedando solo con el vestido que ocultaba debajo, ese que dejaba mis hombros descubiertos al igual que la parte superior de mi pecho. Así...¿Esta se puede parecer a Alicia?

El vestido era liso, tal vez un poco como el que usaría una niña; lo había hecho con una tela semi blanca, una adornada de flores que alguien dejo abandonada en mi lugar alguna vez, una que la muñeca encontró una noche y que había convertido en ese simple vestido sin cuello, de tirantes delgados sobre los hombros y falda en una sola pieza.

—Se supone que un sombrerero hace sombreros…

¿El de Alicia los hacía? No lo recuerdo. Ni siquiera sé si en verdad el sombrerero nunca pudo olvidar a Alicia, pero suena bien aquello… Aunque tengo la idea de que Alicia nunca acaba bien cerca del sombrerero y yo estoy a punto de lanzar a Niniel por la madriguera del conejo simplemente porque… se me antoja. Pero, de algún modo, la siento necesaria, cercana, no sé si me entienda pero la primera vez que la vi.

No sé. Hizo latir mi corazón. Latir de verdad. Hacer que doliera, pero que se sintiera vivo.

Es curioso. Una chica como ella hace latir mi corazón.

—… pero el Sombrerero de Alicia hacía fiestas de té y… —suspiro—. Da igual. Supongo que no importa. —Medio sonrío, simplemente porque no quiero pensar en algo más y me quedo viéndola. Está rota, como yo, pero de una manera más extraña que apenas si alcanzo a comprender. La rompieron mil veces y sigue allí y sigue viva y no nos parecemos mucho, pero de algún modo, es mi Alicia—. Dejémoslo en que eres mi Alicia. Así, tal cual...

¿Así? ¿Esta puede usar este vestido entonces...? Le respondo llevándome una mano al pecho para señalarlo, siento los latidos ahí; y es que tenía miedo, siempre tenía miedo de que me doliera... pero era esta vez no era tanto yo; si no que también tenía miedo de que ellos me rompieran el vestido si me tomaban de nuevo, como rompieron a la niña; porque yo alguna vez fui una niña ¿Cierto?, ¿Alguna vez fui una niña antes de su uso...? Y es que si lo fui, se que lo fui antes de que me rompieran y es que tiene que ser por eso, debe ser por eso que duele tanto.... Aunque no puedo hacer nada, no puedo volver a serlo después de haber vivido ahí y tampoco puedo borrar la sensación de haberlo sido alguna vez...

.......

Suspiro amplia, mi mano se relaja; un par de lagrimas se me han escapado a mis mejillas mientras alcanzo a pensar aquello, con mis labios secos ahora que siento el viento; pues nunca me los cuido.... ¿Que haremos se pregunta Alicia? Aunque, Alicia..., ¿Alicia se pregunta si puede pedirle algo al sombrerero? Acabo preguntándole ahí, no pudiendo sentir del todo en ese momento; queriendo aferrarme a mis hombros para obligarme a sentir pero sentándome ahí, frente a él en el pasto; con mis piernas dobladas debajo de mi, envueltas por mi falda y yo misma que caigo en mis talones.

Ahí, alterada en silencio por lo que sentía, por todo lo que sentía; lo más ligero que era llamarme así pues era como intentar creer que no fui la muñeca Niniel que tomaron; pero por el otro tan apretada, tan apretada porque sabía que lo era, que lo fui y que en cualquier obscuridad lo acabaría pensando de nuevo...

—Claro, Niniel.

Es mi Alicia, pero aun tiene nombre. El por qué es mi Alicia no lo sé, pero tengo la idea de que empezó a serlo en el momento en que decidí protegerla. En el fondo sé que no soy bueno, en el fondo sé que la venganza me está consumiendo. En el fondo, sé que no puedo asegurar que ella a mi lado esté bien, pero tampoco quiero apartarla. Quiero que sea mi Alicia, entera con todo lo que eso implica, pero he llegado al punto muerto en el que no sé que significa todo aquello.

O quizá sólo juego a hacer cosas de mayores y de resentidos y la arrastro a la corriente conmigo con la promesa de protegerla y quien sabe si al final seré capaz de cumplirla. Pero lo voy a intentar, porque ya fracasé protegiendo a aquellos a quienes deseaba proteger por ser demasiado pequeño, demasiado insignificante, por no tener la edad necesaria.

La miro y me sorprende la manera en que se mueve, esa lentitud extraña, como si incluso pidiera permiso para hacerlo. Es extraña. Pero la acepto así, tal como es. Porque es Alicia. Porque la necesito. Porque hace latir mi corazón. Porque me hace sentirme vivo.

—Pídeme lo que quieres.

Que... que no me pienses tanto... Solo no tanto, tampoco un nunca o un poco, solo algo que no sea demasiado; aunque yo.., estoy bien aquí; me siento mejor estando con tigo o escuchándote, me gusta... pero es solo que no me quiero aterrar más... Me llevo una mano a mi brazo sentada ahí, escuchando mis palabras pero no sabiendo si son buenas o malas; y es que era esa sumisión fría que me hacían sentir allá, amarrada o hechizada... No era que el mi hiciese daño o me hiciese sentir mal; es solo que tengo miedo, desde que los sentia a ellos pensarme así me da miedo que me piensen demasiado, que alguien podría pensarme como lo hacían ellos... y no, él no es así, yo quiero estar cerca de el pero a veces solo recordarlo me hace sentir tan… nada, tan invadida, asqueada y usada; solo de pensarlo... solo de pensarlo yo, que no quiero que nunca me haga pensarlo a mí.

Y es que a veces trato, por dentro a veces quiero tratar de no pensarlo más pero no puedo; nunca puedo y a veces no sé cómo sigo respirando; incluso aquí ante el que es bueno, con el vestido que uso intentando fantasear con que soy una niña me sigue molestando y es que éramos sus juguetes, nos abusaban, nos entregaban a otros y nunca pararon por cómo se sentía para nosotras… por como lo sentía todo yo.

Ya no sé qué me pasa, porque de pronto siento todo eso de nuevo cuando solo debería ser Alicia; yo estoy ahí, me siento tan mal por lo que digo debido a la mancha de esas manos; esperando que entienda, que el quien ya me escucho llorando todo lo que me hicieron vivir lo entienda, que entienda que no es por él; si no que por todo lo que vivo en los días después de como tuve que estar viviendo encerrada.

¿Qué es ser cruel? ¿Quiénes son crueles?
¿Ellos acaso?...

—Niniel, no te volverán a hacer daño…

«No digas mentiras».

En bonito momento ha decidido resucitar mi conciencia, cuando lo que digo no es técnicamente una mentira. Si de mi dependiera nadie le volvería a hacer daño nunca, pero… bueno, no puedo controlar el futuro para asegurarlo y hay tantos peligros en el mundo.

—Al menos mientras estés en Hogwarts, ¿entiendes? Nadie te hará daño, nunca. Nunca. La gente no quiere hacerte daño…

Mi voz suena más dura de lo que inicialmente pretendo, pero lo cierto es que ha llegado ese momento en el que deseo despertarla, sacarla del sopor y del terror en el que vive perpetuamente y no sé exactamente cómo hacerlo. Sólo tengo a las palabras por aliadas, pero esas se pueden volver también contra ti.

—Niniel, este no es el lugar en el que estuviste. Aquí no hay torturadores ni gente cruel. Aquí nadie te hará daño y es hora, quizá… de que te des cuenta…

Suspiro. Ya han pasado casi tres meses y no mejora en lo más absoluto, pero aun así la ¿quiero? No lo sé. Me siento con el deber de protegerla y nada más. Pero a la vez me gustaría que fuera una persona normal. Ella se lo merece.

Yo.., yo me quedo paralizada... de pronto me habla más duro, insiste e insiste en que no me harán daño y en que tal vez yo debería ser diferente; pero yo.., yo no sé si puedo, yo no sé como aguantaría el dolor de intentarlo... Y es que ahora es tan distinto, no sé si este lugar es bueno o malo pero yo no sé que es, y yo no sé que soy yo ahora... Apenas puedo hablar, no se casi hacerlo; mi piel enloquece de solo sentir cosas como el pasto o una flor porque allá no podían existir; porque allá no podía tener o sentir algo así aunque lo añorara, doliendo tanto porque lo pensaba al comienzo, doliendo tanto por no poder tenerlo como una niña y... cuando me miro a mi misma, cuando me siento a mi misma no me atrevo a mirarme, no es como mirarme reconociendo ahí a esa muñeca tan usada en la cual los veo a ellos manchándola tanto...

Yo... no sé, no sé si me harán daño o no... Pero me miro.., siempre que me miro veo a esa que tuvieron ahí, a esa que fue una muñeca que usaron tanto... queriendo gritar porque los vuelvo a sentir, queriendo arrancarme la piel para no sentirlo nunca más tantas veces... ¿Cómo puedo aprender cómo se tenía que sentir el sol? ¿Cómo puedo aprender cómo se tenía que sentir el pasto, una tela, o un vestido? ¿Cómo puedo aprender a estar sin que haya pasado?... ¿Cómo puedo? ¿Cómo puedo seguir respirando así?

Tu... ¿Qué vez?... ¿Qué es esa que vez cuando me miras?... ¿Esta manchada? ¿Es una que fue usada? Le pregunto ahí sentada ante él, con lagrimas que se me escapan tanto en silencio; apretando mis labios para no sollozar, llevándome una mano a mi rostro para ocultarlo, para no mancharme el vestido con las lagrimas que iban a caer si seguían; escapándoseme un diminuto gemido que duele tanto, que duele tanto por todo....

Suspiro. Me costará más trabajo de lo pensé, por supuesto. Las palabras son grandes aliadas, pero hay veces que no funcionan lo suficiente. Las palabras pueden convencer a algunas personas de que destrozarse y dejar la vida atrás actualmente es bueno para alguien, pueden echarlas por la madriguera y conseguir que dejen de mirar atrás, pero no pueden hacer milagros. Mis palabras no pueden sacar de Niniel a su infierno aunque lo intente. La oigo hablar con su nerviosismo habitual, como ese miedo impregnado en cada una de sus palabras, un miedo que se huele de lejos, que se percibe justo en el momento en el que empieza a hablar.

—Cuando te miro, veo a una chica… —le sonrío, intentando darle ánimos, pero… ¿corresponderá a ese intento o será inútil como todos los anteriores?—. Una chica con miedo, sí, pero una chica hermosa. Pura. Una chica que tiene unos ojos grandes que aún pueden ser capaces de sonreír, eventualmente. —Llevo la mano a su mejilla y la acarició un poco, con una sonrisa en mis labios. Si fuera una sonrisa real, sincera, quizá cambiaría, pero no puedo sonreír… la guerra me arrancó la risa y la manera en que curvaba los labios—. Así es como te veo, Niniel. Así.

Le veo empezar a llorar, y no sé qué hacer. El llanto me paraliza, no sé qué hacer cuando está allí, pero tengo que detenerlo. Porque ella no se merece sufrir, pero a la vez… ¿cómo enseñarle que todo ha cambiado? ¿Cómo demostrarle que ya no tiene por qué tener miedo del mundo?

—Niniel, Niniel… No llores… —intento limpiarle las lágrimas con la yema de los dedos, pero ella esconde la cara y es complicado—. No llores, estoy aquí… Por favor… Niniel…

Cuando te miro, veo a una chica…
Una chica hermosa. Pura.
Una chica que tiene unos ojos grandes que aún pueden ser capaces de sonreír...

¿Una chica? ¿Una chica pura? ¿Una chica de ojos grandes? No se qué hacer, no sé qué hacer pero lo escucho; lloro, no puedo parar de llorar pero de pronto siento sus dedos en mi cara, tratando de sacarme las lagrimas; yo por un momento quiero gritar, gritarle y sacarme esa mano que siento intentando mover mi piel; pero me dice que no, que no lo haga más; que el esta aquí y que por favor no llore mas... Me cuesta... no llorar cuesta mucho; todo lo que pienso me hace llorar.... Levanto mi mano, levanto mi mano y la poso en la suya, temblando; no sé si queriendo sacarla o abrigarme en ella pero la dejo ahí, tocándola...

Yo... no sé, ¿De verdad vez eso? ¿Una chica? ¿Cómo es una chica? Logro dejar de llorar, creo que dejo de llorar un poco y levanto mi cara para mirarlo, sosteniéndome a su mano en mi mejilla; sintiendo caer las lagrimas que me quedan en mi vestido, pero respirando, respirado con mi rostro un poco aliviado, un poco aliviado de todo...

Preguntándole, preguntándole cómo es eso que dice que ve en mi; una chica... Yo tal vez quería ser una chica, una niña tal vez o una chica y él me dice que la ve, que esta ahí asustada pero que la ve; y yo... yo no sé, yo quiero ser una chica pero veo tanto a la muñeca en esta, escuchándolo a el porque quiero que me diga más que soy una chica; dejando de llorar pero sintiendo tanto con las cosas que me hacían, no pudiendo sentir nada como era antes de estar ahí....

Y es que no, todo se siente diferente o eso siento porque no recuerdo; no sé porque pero creo que todo se siente tan diferente, nunca sé donde estoy o que debo sentir pero es distinto; el sol calienta un poco pero es como si me doliera después de mucho tiempo, y el pasto, el pasto es como si fuera algo que perdí, algo que siento triste porque ya no sé como tocarlo sin temer tras haberlo perdido por tanto y mi piel, mi piel ya no sé si es buena o mala después de lo que hacían con ella, después de lo que me hacían percibir a través de ella... y una chica, ser una chica creo que es como el pasto; algo que ya no sé como reconocer sin que sea triste después de ser una chica que ellos invadían, aunque quiero, quiero tanto que el me vuelva a llamar una chica, quedarme con él para que lo siga haciendo a ver si me siento mejor...

Tal ves como una chica que caminaba soñando mientras miraba el cielo en una calle, ahi junto a alguien....

La abrazo intentando confortarla, pero no sé si en vez de eso sólo la asustaré más. Intento no hacerlo, de todos modos, al pasar mis brazos alrededor de ella y ofrecerle un consuelo, algo a lo que pueda aferrarse. En el fondo no me importa si llora, pero me gustaría que no lo hiciera, que pudiera ver el brillo del mundo, porque aun queda gente buena, no gente como yo. pero no tuvo suerte y fue a toparse conmigo, que aun no estaba seguro de lo que iba a hacer...

...y que ahora me veo convertido a tiempo completo en un sombrerero que no hace sombreros, ni fiestas de té, sino que murmura palabras que son mentiras en los oídos que quieren escucharlas y sólo le doy la verdad a ella. Porque se la merece.

—Sí, una chica... no una niña, una chica. Una joven... y eres linda, Niniel —la dejo llorar si quiere, y no sé que responderá—. Entonces, ¿me acompañarás al baile?