¿Como borrar su nombre? || Louise Eisenberg

Habiendo tenido el permiso de la Profesora Macgonagall por todo el fin de semana, me encamino hacia la Cabeza de Puerco, intentando no sentir nervios. Aún así sé que estoy sonriendo, y es una sonrisa suave, bañada como siempre con toques de melancolía.

Todo un fin de semana, desaparecer sábado y regresar el domingo sin que hagan preguntas. Bueno, la verdad dudo que alguien más pregunte por mi. Llevo mi bolso con algunas cosas, una muda de ropa, por si acaso, algunas barras de regaliz, dos cajas de ranas de chocolate, una de grajeas de todos los sabores, y una cajita pequeña que había conseguido de palomitas de maíz dulces, de color rosa. También llevo una copia de Alicia en el País de las Maravillas, que he comenzado a leer. Aunque dudo que lea mientras esté con Louise.

Entro al lugar, que de alguna forma se me hace familiar, y saludo al señor Dumbledore antes de recorrer el lugar con la mirada, esperando ver la cabellera dorada de la Veela.

El lugar estaba casi vacío, quizá era por eso que Louise parecía manejar la música en la radio, hechizándola para poder captar señales internacionales y señales muggles.
Por eso es que cuando Luna llegó la rubia estaba en realidad ayudando a limpiar. Su ropa no era más que una falda debajo de las rodillas y una camisa. Casi parecía fuera de su elemento, como una señorita de sociedad, bailando por todos lados con una pequeña niña en brazos, la radio en la frecuencia de Alemania mientras con la varita sacaba la suciedad de las mesas, del piso, de la barra mientras Mr. Dumbledore observaba la puerta y saludaba a la persona que entraba.

Louise simplemente cantaba y bailaba por todo el lugar, cada tanto algún cliente asomándose para verla entre sus saltos alegres de que hoy por fin tendría visita.

Se giró de repente, observando a Luna llegar con su mochila al lugar, viendo que Abeforth le saluda antes de ella acercarse.

"¡Luna!" Sonrió brillante, corriendo a ella, sosteniendo a la niña que reía y movía los brazos contra su pecho con risas y sonrisas como si de nuevo el alma de Louise estuviera ligera de cargas personales, habiendo tomado la decisión final, ya todo se había acabado al menos en su cabeza.

Leb Deine Träume:

La veo acercarse y siento que todo parece iluminarse aún más a mi alrededor.

-Hola, Louise.- Le digo, inclinándome con cuidado para no aplastar a la pequeña Maddy mientras alcanzó la comisura de sus labios por un instante. Bajo entonces mi mirada a la niña encantadora, que también parece reír como su madre. -Hola pequeña Madison Rose.-

Le doy un beso en la frente y la punta de la nariz, antes de acercar mi dedito a sus manos para que lo tomara. Ver a Louise de esa manera me hace sentir como si flotara. Creo que jamás había sentido su efecto como hasta ese momento, pero no creo que sea simplemente por ser ella una Veela. Creo, en verdad creo, que es por ser ella. -¿Como estás? ¿Ya comiste?-

La veela vibró, moviendo suavemente la cabeza para darle un ligero roce de labios a Luna antes de bajar la mirada a la niña que con nueva fuerza apretaba el dedo de Luna entre sus deditos, tratando de sacudirlo entre risas infantiles al la madre dejar de moverse.

"No, aun no como la verdad. Como dijiste que vendrías estaba esperando, aunque aun es temprano, apenas es la 1 de la tarde. ¿Como has estado? ¿El colegio? ¿Tus amigos?" Preguntó rápido, dejando el trapo a un lado e indicando que tomara a la niña para poder ir a lavarse las manos y guardar los utencillos para limpiar que tenía allí. "En realidad vine temprano para ayudar a Abeforth a limpiar, no es un lugar demasiado popular este pero necesita una mano femenina." Comentó, inclinandose para sacarle la lengua al patrón que hizo un gesto de restarle importancia desde su lugar en la barra.

"Podríamos comer algo. Creo que aun queda guisado o pastel de carne en la cocina." Agregó mientras indicaba las escaleras que daban a la zona de habitaciones del lugar.

Sostengo a Maddy en mis brazos, con el cuidado que se tiene no sólo a lo que es frágil como ella, sino a lo que es de la persona que quieres. La siento con más fuerza que antes, y no me sorprendería que para Navidad esté más grande, mucho más.

-Todos están bien. Draco algo silencioso, Astoria muy parlanchina, y creo que le recordé a Hermione que uno puede reírse a veces... Mi papá en casa, esperando las vacaciones de Navidad para verme.-

Sonrío al ver el gesto del señor Dumbledore. Siempre ha sido algo huraño, a diferencia del afable profesor Dumbledore. Pero hizo tanto por nosotros durante este último año que no puedo evitar sentir un profundo agradecimiento hacia él. -Bueno, la próxima me dices y te ayudo también. No muchos creen que sé limpiar, pero mi papá es poco ordenado.- Me acerco a ella para seguirla hacia donde indica. -Ambas suenan delicioso.-

Rió y asintió a lo que le comentaba, una vez con las manos limpias comenzando a subir las escaleras a la parte alta solo para indicar la segunda puerta de un largo pasillo y extenderle los brazos para que le regresara a Maddy.

"Esta es nuestra habitación, espero no te moleste compartir, pero Mr. Dumbledore me deja quedarme de gratis a cambio de limpiar y ordenar el lugar y no me animaba a pedirle otra habitación." Explicó abriendo la puerta para que viera la habitación simple, bastante parecida a la del Caldero Chorreante. Una cama de dos plazas en madera rústica, un escritorio viejo con una silla, un perchero para lechuzas y una mesa bajo la ventana, todo en un reducido espacio que daba la sensación si agregaran algo más al lugar no podrían pasar.

De hecho, en la silla había un saco grande con cosas adentro, probablemente la ropa de ese fin de semana para Louise y Madison y en un rincón un moisés hecho de una canasta de mimbre como extra para la bebé.

"Acomódate y vamos abajo a comer, ¿quieres? Maddy estará con nosotras casi todo el día porque aquí no hay mucha gente que esté disponible para cuidarla, en Londres tengo a una niñera casi permanente. Vive en mi casa ahora que entre las dos pudimos alquilar algo levemente mejor." Siguió explicando.

Le sonrío mientras observo la reducida habitación. -Acogedora.- Digo, pasando mis manos por los distintos objetos alrededor, antes de dejar mi propio bolso donde encontrara lugar. -No me molesta compartir, será como estar en casa.-

Me quito el abrigo y la bufanda, recogiendo un poco mi cabello. -¿Entonces lograste mudarte? Que bien, espero que sea un sitio más agradable. No sólo en el precio, sino en la gente y vecinos. Y que tengas donde poner flores, ¿sabes? Aunque sea junto a la ventana. Estoy lista.- Termino de decir, esperando para seguirla abajo.

-¿Ya has comenzado a seguir tus clases para aprobar los E.X.T.A.S.I.S.? Si necesitas ayuda con algún apunte avísame.-

Se acomodó a un lado y luego al otro finalmente pudiendo acomodar a la pequeña en un brazo para poder con la mano libre tomar la de Luna, indicando que bajaran de regreso.

"La zona es la misma, pero de una habitación solamente logré alquilar un pequeño apartamento con dos ambientes. Es solo una habitación que comparto con Maddy y Mariah tiene su cama en el comedor/Living Room. Pero así entre las dos nos sale más económico y podemos ver si podremos alquilar algo dentro de Londres el año que viene, aunque me supongo que recién en los bordes de la ciudad porque tampoco ganamos tanto. Ella cuida personas y limpia casas y yo estoy de contorsionista callejera de momento." Explicó mientras bajaba los escalones al salón centrar de Cabeza de Puerco, de allí con una sonrisa a Mr. Dumbledore que apenas le dirigió un gesto pasó a la parte de atrás que parecía una cocina antigua, con cocina de hierro y mesa de la misma madera rústica de todos los muebles.

En las hornallas se encontraban efectivamente un pastel y un caldero pequeño con lo que quedaba de la comida del mediodía que se sirvió a los clientes.

"En realidad creo que estoy bastante preparada, pero aun dudo a veces... no es lo mismo rendir en el colegio con 7 años completados, que hacerlo con 6 incompletos y en el ministerio de magia ante una mesa de directivos estudiantiles. No sé si estoy preparada aunque TENGO que estarlo, sino no podré conseguir un verdadero empleo..."

Me voy dejando guiar mientras la escucho, bajando las escaleras con ella. Pasamos a la cocina, y allí suelto su mano con suavidad para buscar platos y comenzar a servir tanto para ella como para mi.

-Contorsionista... Tiene sentido, eres bastante ágil y, bueno, elástica.- Digo, recordando su cuerpo desnudo en el baño de prefectos, y sus movimientos sobre la escoba en los partidos de Quidditch. Admito, sin embargo, que me da un poco de pánico, al imaginarla en la calle y que algún transeúnte de malas intenciones le proponga hacer los actos de contorsionismo en algún lugar oscuro. -¿Te quedas hasta muy tarde en la calle?-

Busco cubiertos y pongo la mesa, intentando en lo posible de que Louise no tuviera que hacer nada mientras yo estuviera allí. -¿Cuantas materias tienes que aprobar?-

"El mínimo de EXTASIS son 3 para conseguir un empleo de medio pelo en el ministerio. Pero estaba aspirando a llegar al menos a 5. Entre criaturas, Herbología, Pociones, Estudios Muggles y adivinación." Explicó algo torpe y pensativa, tratando de ayudar y dandose cuenta que ella iba a los cubiertos pero Luna ya los había tomado. Iba a los platos pero antes de tocarlos Luna ya los tenía en sus manos y estaba sirviendo así que resignada se volvió a sentar en la mesa.

"Me quedo lo que puedo... sé que tengo que hacer al menos 3 galeones, a veces llego solo a 1 y me tengo que quedar hasta más tarde otras ocurren milagros y llego a los 5 y puedo salir más tarde al día siguiente. Mariah ayuda, la pobre mujer quedó viuda y sus hijos murieron en la primer guerra. Así que entre las dos nos arreglamos, ella limpia casas y cuida personas cuando yo me quedo con Maddy y luego nos turnamos la verdad. Así que no es tan grave..."

Entre tantas palabras se podía distinguir el sutil ‘me quedo lo que haga falta para sobrevivir’. Aunque, ¿para que decir? De propuestas indecentes había tenido muchas, tantas que en momentos había realmente considerado acceder pero el asco que se dio a si misma de solo pensarlo ganó sobre la necesidad de dinero.

Pero eso era ahora, si la situación seguía empeorando no quería pensar lo que sería capaz de hacer.

La observo con seriedad, aún cuando mis ojos siguen mostrando una mirada de soñadora melancolía.

-Sabes que no tienes más que pedirme ayuda, si la necesitas, ¿verdad?- Le digo, volviendo mi mirada a mi plato. -Es decir... Bueno, si está en mis manos. A mi papá no le molestaría que hiciéramos una pequeña donación de vez en cuando "para fomentar el arte callejero".- Sonrío a mi plato, antes de levantar la mirada. -Ya que no puedo ayudarte a cuidar a Maddy...-

El estofado no está mal, la verdad.

Sonrió ante la amabilidad de Luna. Realmente la chica se esforzaba, realmente merecía más que esto que podía ofrecerle pero, a esta altura de su vida donde ya no sabía que era exactamente esto que tenía para ofrecer, ¿Por que no aceptar que alguien quería sanar sus heridas sangrantes?

Quizá fuera algo lento, no por haber sido rechazada significaba que lo amara menos, solo había logrado alegrarle por él ya que estaría seguro y Alan para todo lo que era... era un chico débil. Tristemente era cierto eso, si tuviera que estar aquí fuera como estaba ella, ganándose la vida de lo que pudiera quizá sobreviviría por necesidad, pero no estaría listo para la crudeza de la calle en la que ella creció, no estaría listo para luchar una guerra, era más un nene huyendo, miedoso... todos hablaban de Draco Malfoy pero, ¿No era Alan igual? Menos prepotente, más carismático pero... si la quería hubiera hecho que eso alcanzara y hubieran empezado por algún lado, ¿verdad?

No huiría, pero evidentemente si no huía, no sobreviviría la nueva guerra que se gestaba en el submundo.

Pero Luna no era así, ella sobrevivió y fue valiente, siguió luchando, siguió adelante y aunque le dolía tenía una sonrisa que ofrecer. Luna Lovegood era una chica fuerte a la que no quería dañar aunque en una relación siempre se sale dañado, solo hay que saber si vale la pena la herida y suponía que si Luna la dañara, en su inocencia, esa herida habría tenido mayor valor que la que ahora portaba el corazón sangrante.

"No digas tonterías, Luna. Tu padre vive pero te tiene a ti que debe cuidarte y mantenerte. Yo tengo a Madison y me las ingenio bien. No debes preocuparte por mi, prometo que estaré bien, aun no he caído tan bajo como para venderme..." Aunque hubiera sido tentador con lo que ofrecían y seguro que no era nada comparado a lo que ya había vivido en materia sexual, esos dudosos consentimientos...

Comenzó a comer el guiso con ganas, apartando si quedaba algo de carne en él.

"¿Como ha estado el colegio? ¿Como están las cosas allí?"

-No son tonterías. Y creo que toda persona merece tener gente que se preocupe por ellas. ¿Por qué no puedo hacer eso por ti, si es algo que quiero hacer?- Respondo en ese tono de estar explicando algo simplemente obvio. -Una persona más o una persona menos siempre hacen diferencia, aunque no parezca.-

No se lo estoy reprochando. Sé que es poco lo que hemos hablado ella y yo, es poco lo que nos conocemos en todo este tiempo estudiando juntas. Ella ya tiene amigas, como Solaranielle, Alan, e incluso Trixie. Y sin embargo...

-Están algo lentas. Supongo que es difícil planear clases para tantos alumnos, ¿sabes? Pero muchos pasan bastante tiempo en las bibliotecas, y otros practican lo que saben. En cualquier caso comenzarán a hacer las clases más duras para los de quinto y séptimo, por los T.I.M.O.S. y E.X.T.A.S.I.S....- Tomo otro par de cucharadas. -Y bueno, está el suceso de "Alicia". Es un libro muy curioso. "Curioser and curioser"...- 

"Si, lo vi... estaba allí con Madison. Solar y Aaron trataron de acompañarme a casa." Admitió sin dar mucha vuelta, esa pequeña sonrisa en los labios que denotaba su conocimiento en la materia.

"Adoro Alicia, aunque por alguna razón me comparan con la Reina Roja... no creo tener su carisma, quizá sería más parecida a la Condesa, no sé si lo has leído todo, pero creo que ya me lo aprendí de memoria." Admitió con una sonrisa de oreja a oreja. "¿Has sacado alguna conclusión respecto al mensaje? Cuando apareció muchos sacaron conclusiones pero como hablaban todos juntos no pude entender nada... era una linda cita, de como comienza la historia."

‘Me pregunto si mi conejo blanco también sintió que caía por su madriguera antes de hundirnos aquí...’

"Y Luna..." Sonrió antes de regresar a la comida. "... el decirte que eres prioridad también es una forma de preocuparse, ¿sabes?"

-Apenas lo estoy empezando a leer, aunque tengo una copia conmigo. Desde el primer momento me intrigó...- Sé que en estos momentos, cuando me emociono, se hace más fuerte mi expresión de sorpresa ingenua, aún cuando en mis ojos brilla la curiosidad innata de los Ravenclaw. -Sabía que era el inicio de algo, pero no exactamente las primeras líneas. Luego Hermione me explicó. Alicia sigue a un conejo que siempre tiene prisa, que no tiene tiempo de ver a su alrededor y darse cuenta que no tiene que llegar a ningún sitio tan pronto. Y la caída por la madriguera del conejo, el inicio de la locura. Y me pregunto: ¿Era esa una advertencia? Quién lo haya eso nos está avisando, quizás, que todo está por ponerse de cabeza. No sería extraño, ¿sabes? Ya de por si hay muchas cosas de cabeza, los Slytherins siendo gente amable y civilizada, por ejemplo. O relaciones que antes no se creían posibles.-

Le lanzo una mirada dulce. -Y no veo nada de malo en tenerte como prioridad. Además de las clases.-

"A veces la caída a la locura no es realmente la caída... quizá ya caímos y solo tratan de advertirnos que estamos en ella a la espera de que alguien levante la vista y vea a su alrededor... a veces creo que todos son conejos blancos salvo por ti, Luna." Admitió con una leve sonrisa, inclinando la cabeza para ver por esa ventana que había visto mejores días, tan oscurecida, algo blanquecina.

Era complicado todo.

Muchas ideas pasaban por su mente cuando le hablaban de Alicia, tantas cosas que podría decir que no se avergonzaba a dar a entender que había aunque sea una leve posibilidad de que ella haya sido la causante de la dichosa cita que adornaba el muro exterior del colegio.

"Alicia cayó por la madriguera a la locura siguiendo un sueño que no le prestaba atención, que no la veía... cada quien tiene su conejo blanco, lo que tiene que hacer es tener cuidado de no dejarse arrastrar por este. La madriguera siempre contuvo historias escalofriantes, pero una más maravillosa que la otra."

Al escuchar las palabras de Luna no pudo evitar sentir ese calor en su pecho recorrerle, ese momento tan cálido y propio que le hacía sonrojarse y sentirse quizá como esa tierna adolescente de 12 años que si bien había sufrido la crudeza de proteger su territorio aun poseía ese encanto, esa magia de creer en las personas y de encontrar confort en los brazos de sus primas y familia. Era un calor que no podía devolver, pero que agradecía desde el fondo de su alma, cada dulce mirada de ella era una suave llama que trataba de cerrar la herida de su corazón que se negaba a desprender de aquel nombre que tanto daño le hacía pero no podría borrar.

La escucho con curiosidad, y sonrío a sus palabras. -Es fácil no ser un conejo blanco, sólo hay que pensar en que por ir más rápido no se llegará más lejos. En que hay más cosas sucediendo alrededor que el correr del tiempo. Y que a veces hay que dejar de pensar en uno mismo para detenerte a ayudar a alguien más.-

Voy vaciando el plato poco a poco, como si quisiera alargar cada bocado, para disfrutar más la compañía. Alzo las cejas un poco, mientras mi mente trabaja en silencio, haciendo conexiones que sólo entenderé en cierto punto. -Supongo que es una historia muggle bastante conocida, como los cuentos del Beetle el bardo. Pero cada vez parece menos una historia para niños, ¿sabes? Hermione no parecía verlo con tanto interés como lo haces tú; ella parecía conocerlo como si fuera una de las tantas materias de las que sabe, pero en ti suena como si te sintieras identificada con ella. ¿Sientes que tu mundo es un sueño? ¿Quizás una pesadilla?- La miro con expectativa, realmente interesada en lo que pueda responder.

"Mi mundo es una pesadilla... es algo que he aceptado hace tiempo." Admitió con una leve sonrisa que no parecía arrepentirse, que no parecía querer demostrar precisamente a la clase de infierno que se enfrentaba cada vez que se metía en si misma y veía sus demonios a la cara.

A veces se sentía como Alicia, perdida en un mundo de fantásticas pesadillas donde lo increíble se hacía realidad y lo que desearía fuera imposible cobraba vida y se transformaba en algo mortal. Ella era algo mortal cuando era efectivamente provocada. Era algo tan sutil... tan diferente.

Como ese guisado... un guisado que comía sin ganas, las pociones le habían arruinado el apetito, pero sabía que debía comer, no quería enfermar y estaba amamantando. Debía cuidar su cuerpo para poder cuidar de Maddy.

"Pero he aprendido a bailar entre las llamas, si tiene sentido para ti." Comentó con una media sonrisa, volviendo a comer del plato. "A veces me siento un poco identificada... fui lanzada a un mundo para el que no estaba preparada pero lentamente me fui adaptando para aceptarlo y abrazarlo. Y ahora no sé si sería capaz de vivir fuera de él."

Asiento. La entiendo. Sé que para el resto no soy normal, no soy como ellos. O al menos es lo que reflejan las miradas que ponen sobre mi.

-Serás capaz. ¿Sabes? Hay ciertas cosas que no se olvidan, aún cuando pase mucho tiempo desde entonces... Como, tu primera vez en una escoba. Aún si dejaras de volar por muchos, muchos años, la sensación de volver a flotar sobre el aire no desaparecerá, y te darás cuenta que puedes aún hacerlo. Sólo procura no olvidar lo que aprendiste de este lado de la madriguera.-

En mi plato no queda ya casi nada, pero el suyo aún tiene bastante. Me sirvo un poco de jugo, y le agrego algunas ruedas de cebolla que quedan del estofado, antes de revolverlo con la base de mi cuchara. -Aunque casi no vuelo, ¿sabes? Al menos no en escoba. Recuerdo una vez, aún cuando mi madre vivía, que viajamos a Grecia, y estuvimos todo un fin de semana con un hombre que había vivido con Abraxas salvajes. Tenía un par amaestrado y aprendí a montar con ellos. No es tan sencillo como con los Thestrals, porque son mas grandes. Pero fue muy divertido.-

"Yo... los thestral me dan miedo. Los pude ver toda mi vida. Pero no sé si es por lo que soy o porque algo pasó cuando nací. Mi hermana también los veía aunque al principio teníamos miedo de admitirlo ambas." Sonrió levemente, jugando con la comida ya que simplemente no podía autoconvencerse de comerla...

No tenía hambre, no podía obligarse, ya más tarde comería de nuevo si era necesario.

"Aprendí a volar cuando era pequeña... Mamá Ulrika siempre nos decía que en caso de emergencia quería que tuviéramos las escobas cerca así podríamos escapar. En parte creo que eso de ser medio pajarraco loco sirvió porque es algo en lo que se nos dio siempre bien a las dos, pero Emma de pequeña detestaba la idea de jugar Quidditch. Decía que era muy violento y que no era lo suyo, así que mientras yo me reunía con las chicas de la primaria para practicar ella se quedaba mirándonos mientras leía algo aburrido." Sonrió ante el recuerdo de Emma, sin embargo algo en ella no brillaba, los ojos sosteniendo una cierta congoja sutil.

"¿Y si lo olvido? ¿Que pasaría si olvido como era la vida antes y no me queda más que seguir con lo que tengo? ¿Alcanzaría para ser feliz?" Era una pregunta que en parte era retórica, pero algo en ella necesitaba la respuesta a sus plegarias. Sabía que su mente tarde o temprano se consumiría... ¿Estaba lista para convertirse en una pesadilla?

-El problema con los thestrals es que son incomprendidos. Pero son tan interesantes como un unicornio. La manada del colegio está entrenada, y nunca han hecho daño. Yo creo que son unos de los tantos protectores del Bosque Prohibido. Puedo enseñarte.-

Veo que deja de comer, y en movimientos apenas perceptibles, recojo nuestros platos y coloco los restos en un envase más alto con tapa, tomando dos cucharas para tener a la mano. Luego tomo dos botellas de cerveza de mantequilla y le sonrío. -Podemos seguir en la habitación un rato, ¿te parece bien? Así podemos descansar un rato, incluso dormir. Y si tenemos hambre de nuevo...- Señalo los envases con suave sonrisa.

Escucho sus últimas preguntas. -No olvidarás. La vida está hecha de aprendizajes, aún cuando son dolorosos. Si olvidas, dejarás de ser tú. Y tú eres muy especial para dejar de ser tú.-

"Puede ser... en realidad no sé porque me dan miedo para empezar. No me molestan... al contrario, cuando mamá Ulrika nos encontró estábamos siendo protegidas por un thestral... supongo que es algo instintivo, es como las arañas... devoran insectos que nos molestan, pero dan impresión." Trató de explicar su relación con el caballo alado.

Era complicado, porque como siempre los había podido ver, cuando era pequeña no podía comprender como había gente que no podía hacerlo y cuando fue lo suficientemente grande solo pudo aceptar que quizá era algo extraño en ellas. Esos animales se supone que no debían poder verse. Claro que había otras criaturas que tenían requerimientos para dejarse ver, esa era la única razón por la que estaba siempre indecisa sobre las criaturas que solía mencionar Luna...

Por un lado, había criaturas que solo se dejaban ver por otros seres mágicos donde vivía, que cuando estaban los magos se escondían pero si estaban solamente las veelas se dejaban ver. Eso le había llevado a considerar que quizá Luna tuviera algún antepasado hada... quizá unas 4 o 5 generaciones atrás... todo era posible.

Tanto pensar que cuando Luna había sacado todo y había tomado su comida para llevarla a la habitación ella recién se estaba enterando de que estaba haciendo, parándose lentamente, por un segundo confusa.

"Claro... claro... igual, Madison comenzará a llorar en cualquier momento." Admitió alzando la cabeza como esperando que la niña comenzara a hacer sonidos desde la habitación. "Mucha emancipación pero hasta rendir los NEWTs aun tengo el rastreador del ministerio. No que me puedan expulsar del colegio pero me pueden multar por uso de magia fuera de Hogwarts." Admitió con una media sonrisa para explicar el porque no tenía la niña un hechizo de control y tenía que recurrir al simple oído para asegurarse que no le pasara nada.

Asintió al ver la comida y miró a Luna, sonriendo con su pobre corazón que le daba un vuelco... ¿realmente era incapaz de olvidar? La cámara de tortura le solía hacer olvidar... aunque aun era suave y eran olvidos menores no sabía si sería así por siempre, si no despertaría un día sin saber su nombre o quien era.

"Sería triste olvidar..." Admitió con gesto, abriendo la puerta para invitar a Luna a pasar para que regresaran a la sala principal y luego de allí escaleras arriba a la habitación, acercándose a Abeforth para agradecer la comida como solía hacer. No podía darle más que agradecimiento después de todo lo que él hacía por ella.

"Vamos, Maddy en cualquier momento despierta otra vez..." Contempló mientras indicaba que regresaran a la habitación de arriba.

-Puedes hacer un diario.- Le digo, siguiendo sus pasos, luego de sonreír al señor Dumbledore a modo de agradecimiento. Comienzo a subir las escaleras junto a ella. -A veces lo hago, pero no es un diario realmente. Escribo tantas cosas en los pergaminos que muchas veces no tienen que ver con lo que me sucede ese día. A veces lo vuelvo a leer y encuentro ideas que había tenido hace mucho tiempo, y puedo volver a pensar en ellas. Deberías intentarlo.-

Pongo mi mano sobre el pomo con cuidado, por miedo a despertar a Maddy si es que aún duerme.

Hizo seña de que abriera para que pudieran pasar con un gesto pensativo.

"Nunca has visto mis notas, ¿verdad?" Comentó con un gesto divertido, abriendo para que pudieran entrar, caminando a su baúl para rebuscar entre sus cosas algún anotador de las últimas clases que había tomado.

Era realmente gracioso si lo pensaba porque había muchas cosas en blanco, un par de diagramas y algunas caricaturas al margen. Como siempre, ni ella misma sabía que era lo que estaba anotando o como había mantenido las notas hasta sexto. De hecho, sospechaba que habían sido cortesía de los colapsos y esas raras amistades con los Slytherins que había hecho al refugiarse en las mazmorras para estudiar antes de ir a dormir con sus amigos a diferentes lugares.

Pergaminos y pergaminos llenos de nada.

Bueno, si, había cosas allí, pero no tenían sentido para una mente que no fuera exactamente la de Louise a pesar de tener una letra pequeña y perfectamente redonda.

Cosas como ‘No debo recoger en Luna Llena’, ‘Debería servir para Annie’, ‘Grumpy ha vuelto a las andanzas.’ aparecían más que las propias notas en realidad.

Tomo los pergaminos y comienzo a revisarlos, con una sonrisa. Con cuidado, comienzo a colocarlos sobre el suelo, poniendo juntos algunos, y juntos otros. Quizás para una mente cualquiera no tuvieran sentido, pero no tardo en encontrar ciertas concordancias, como un entretejido de telarañas, que me permite seguir las ideas. Aunque es posible que no fuera eso exactamente lo que Louise estuviera pensando cuando lo escribiera.

-"Los huevos de hada son más brillantes bajo la luna, y más venenosos... No debo recoger en Luna Llena."- Leí al unir dos pergaminos, unos sobre anotaciones de Astronomía, y el otro sobre Estudios Muggles. -"Jesse no debería ser un 3, eso concuerda más con Sam..."-

Se me amplia una sonrisa con la última mezcla de frases. -"Helado de canela y nuez... Agregale un poco de dulce de leche y una pizca de sal... Con eso conquistas el corazón de los Abraxas."-