[Flashback] Como me encontraste [Andrómeda]

Estimado señor Creevey:

Le informo que Hogwarts ha vuelto a abrir sus puertas por si...

Así empezaba la carta que una lechuza me había entregado en la ventana del orfanato. Afortunadamente, nadie se había dado cuenta del extraño medio por el cual había llegado. La arrugue hasta meterla en el bolsillo antes de saltar al alfeizar, que estaba sólo en un primer piso y de allí al suelo. Odiaba aquel lugar lleno de niños cuyo único propósito en la vida era... ¿conseguir una familia? Definitivamente no podía haber nada más patético. Algunos llegaban en el mismo estado ue yo, después de ver morir a toda su familia y podía compadecerme de ellos un momento, pero no demasiado. No conectaba con nadie y por eso huía.

Me subí la capucha de la chamarra que llevaba y me dirigí a cualquier parte. Con tal de perderme en londres, todo estaba bien. Empezó a llover y ni siquiera me di cuenta cuando ya estaba empapado. Simplemente seguí caminando sin una sombrilla, con la vista fija en el piso. La gente se fijaba en mí, pero cuando yo les dirigía una mirada asesina dejaban de mirarme. Me daba igual si me volvían a castigar en el orfanato por huir. "Sólo tienes quince años", "no puedes ir a donde tú quieras", "haber perdido a tu familia no te da derecho a mandarte solo". La voz de la directora del orfanato me irritaba de sobremanera. Ella no había visto lo que habían pasado mis padres, simplemente creía que había sido un accidente, no una guerra.

Seguí caminando hasta darme cuenta de que estaba perdido en medio de Londres. Barajé mis opciones parado frente a un semáforo. Podría preguntar como volver al maldito orfanato o meterme en una cafetería. Podría tomar el autobús noctámbulo y largarme a Hogwarts sin equipaje. Pero me quedé allí parado cuando todos cruzaron la calle, empapado, sin ningún paragüas que me cubriera, sin nada que hacer. Era de esas noches que simplemente me daban ganas de ponerme a llorar.

¿Por qué me pasaba todo a mí?

I want to hold you to the sun
I want to be your faithful one
I want to show you all the beauty
You don't even know you hold
I'm hurting you for your own good
I'd die for you, you know I would
I'd give up all my wealth
To buy you back the soul you never sold

Era raro ver a Andrómeda Black caminar por las calles de Londres, quizá en parte porque era todo nuevo, era todo gris y el calor que hervía en su interior no tenía un límite real cuando estaba sola, pero la realidad era que había pedido a Harry ir a visitarle, ver por última vez la ancestral casa de los Black antes de que se ‘adaptara’ a los gustos del nuevo dueño.

No sentía pena por tal cosa, realmente no le importaba tanto que esa casa se pudriera, pero algo siempre la llamaba de regreso a la sala del árbol genealógico. Y allí con permiso de Harry había pasado casi toda su tarde, comparandose con sus hermanas que se encontraban en el mismo árbol. Ella... ella y Bella podrían haber pasado por mellizas si no fuera por la palidez extrema de su hermana por no ver la luz del sol en mucho tiempo y lo delgada que le había visto la última vez que vio su rostro, pero tenían facciones parecidas, los mismos ojos, los mismos ángulos.

Realmente le hubiera gustado poder salvarla de si misma tantos años atrás cuando Trixy decidió que era su lugar con Voldemort y ese amor enfermo que despertó en ella, pero sabía que no podía, se sentía atrapada con este detalle, realmente atrapada. Ahora solo tenía a Narcisa, deseaba salvarla de su familia pero sabía también que la familia era lo único que le hacía ella ahora, que la mantenía con un motivo para seguir luchando.

Familia que ahora ella no tenía a pesar de ser una de los ‘buenos’.

Así fue como la encontró la lluvia, lentamente, primero unas gotas luego un baño, el saco de hilo se pegaba a su cuerpo mientras ella caminaba por las calles de Londres sin ningún sentido y mucho para pensar. Era raro que algo le llamara la atención, pero por un momento...

No sabía su nombre, pero recordaba haberlo visto dentro de Hogwarts cuando fue a ayudar a Madame Pomfrey. Ese cabello rubio platino igual al de uno de los caídos, solo una pequeña esperanza de no sentirse sola en este mundo, necesitaba seguir luchando, necesitaba evitar que todo esto volviera a pasar.

"¡Chico!" Trató de llamarle la atención antes de que cruzara, los ojos abiertos de par en par solo con la esperanza de que no fuera una ilusión y que se estuviera volviendo loca en su soledad.

La lluvia me resbala parado en aquella esquina. Me resbala por la piel, levanto la cabeza y se me mete en los ojos. La gente camina a mí alrededor pero no me preocupo. Sé muy bien que parezco perdido, pero a todos les da igual. Todo el mundo tiene esa habilidad tan arraigada de pasar de lo demás y caminar tan rápido por la vida que les da igual lo que pase alrededor. Ni siquiera se detienen a admirar esa belleza melancólica que encierra la lluvia, porque se les hace tan normal que llueva en Londres que no pueden alzar los ojos un momento.

Es por eso que el grito me desconcierta y me hace buscar insistentemente con la mirada a la mujer que lo ha proferido. Cabello negro, alta, de cierto porque aristocrático y distinguido, está tan bien bajo la lluvia y por alguna razón se ha fijado en mí. Sólo en mí. Examino su cara conforme doy unos pasos en su dirección y me resulta dolorosamente conocida. Me recuerda a Bellatrix Lestrange, mujer a la que sólo vi lo imprescindible, pero aun así… No puedo quitarme de la mente el hecho de que cuenten que fue quien torturó a mis padres. Aquel rostro conocido me despierta toda esa serie de recuerdos que no quiero despertar y que siempre acabo haciendo. Me estoy pudriendo a los quince años y no estoy haciendo absolutamente nada por remediarlo.

Camino y me doy cuenta de que su rostro es, quizá, más amigable. No puedo quitarme la mala sensación de la memoria, pero no importa. Una persona que se detiene a ver qué pasa alrededor es una persona que merece si quiera un seguro de atención. Cuando estoy a casi un palmo de ella descubro que es más alta sólo por unos centímetros. Sin embargo, ante su mirada, descubro las mismas sombras que nublan mis pupilas.

—¿Señora…?

Un intento de pregunta que me sale apresurado, a borbotones, porque sí. Es lo único que tengo. Una voz seca, que se ha apagado, y recuerdos. Tantos recuerdos, que ya no sé ni cómo contarlos.

Sonrió levemente a pesar del agua que escurría por sus pestañas de forma copiosa. Si, el chico era conocido, era difícil no conocerle, al menos para ella que había estado allí... quizá no la primer fila del enfrentamiento, pero era una medimaga, había atendido a muchos de los chicos que habían insistido en pelear por lo que creían...

Por lo que creían, igual que su hija y su marido, su yerno también se fue peleando hasta el último aliento. Y se preguntaba, ¿por que no le tocó a ella? ¿Por que toda su familia sufría y ella no podía hacer nada? ¿No había estudiado precisamente para ello? ¿No era medimaga para poder luchar contra los demonios de la gente, contra sus males físicos?

Y aquí estaba, frente a un niño que no debería estar aquí, pero se encontraba en las mismas condiciones que ella, empapado por completo, el agua escurriendo de su cuerpo. Recordaba haber tenido que verlo por una maldición y un golpe que milagrosamente no había sido severo. No recordaba su nombre, pero recordaba su rostro, el rostro de la absoluta angustia, del corazón quebrado, un corazón hecho añicos como el propio.

Deseaba sanarlo, deseaba que nadie más sufriera este destino, era mucho más cruel seguir con vida cuando todos tus seres amados están al otro lado, aun incluso aquellos que sabes no se merecen tu amor como Bellatrix; Bella era una persona especial, que nadie la terminaría de comprender. No siempre había sido así, pero los ideales de sus padres y la obsesión de los primeros mortífagos la habían convertido en esa bestia sedienta de sangre que encontraba el placer en el dolor y el dolor en la calma.

"Te conozco." Estableció lentamente, acortando el último paso entre ellos, el labio inferior temblando de solo recordar ese momento. Era grande, era una persona preparada para afrontar la pérdida, pero su alma había abandonado su cuerpo en el momento en que vio el castillo completamente arruinado, el lugar que tantos llamaban hogar por 7 años de sus vidas no era más que un recuerdo y probablemente sin la ayuda de todos aun lo sería. "Te recuerdo en el castillo..." Agregó tras un segundo sin saber decir, ni siquiera sabía que era lo que quería decir en primer lugar.

La examino con una mirada a medias insolente a medias curiosa. Estamos los dos parados a plena calle y nos cae la lluvia encima, como si el día estuviera triste. En Londres más de la mitad de los días lloran, lo que no es extraño, pero este en especial me afecta. Las gotas me siguen cayendo en la cara, en el pelo, resbalándome por la ropa.

—La Sanadora.

Lo recuerdo finalmente. Me atendió cuando estaba al lado de Colin. Recuerdo que me encontraron tomándole la mano, sentado a su lado, cuando pasó la euforia de la victoria; euforia que nunca llegó a mí. Miro con atención a la mujer y le veo el innegable parecido con la mortífaga que empapelo los periódicos con últimos meses, junto la cara de Voldemort. Bellatrix Lestrange. Uno de los íconos de la victoria.

—Se parece a Lestrange —le hago notar. No sé si mis palabras le parezcan rudas, pero realmente sólo estoy constatando un hecho. No lo digo como reproche, simplemente... Lo digo. Me preguntó porque me ha parado, porque me ha llamado y porque estoy ahí frente de él. Pero no pregunto nada de nada.

Me quedo allí, mirándola. Supongo que si me habló, algo quiere de mí.

El gesto de ella se torció entre la bronca y la melancolía, los labios fruncidos levemente, conteniendolos tanto como le fue posible antes de respirar pesado en un intento de decidir que era la respuesta más acertada. La cruda verdad era quizá lo mejor.

Medias verdades y mentiras eran parte de este camino al infierno que habían transitado ida y vuelta en Hogwarts hacía no tanto tiempo como deseaba, era el hecho en si mismo el problema. Con cuidado, lentamente, dudando si hacer contacto o no, pero suponía que ese chico lo necesitaba tanto como ella la cercanía...

"Bellatrix era... mi hermana mayor." Admitió tras un momento, la culpa de haber dejado atrás a sus hermanas para ser influenciadas por esa familia devoradora era algo que quizá jamás se perdonaría. Si tan solo el Wizengamot funcionara bien, si tan solo las leyes fueran justas no habría pasado la mitad de las cosas, se hubiera prevenido un monton de males innecesarios a lo largo de la guerra...

Y pensar que aun varios seguían trabajando en puestos de poder a pesar de que Kingsley y Minerva habían tomado posición en los lugares más altos de la escala alimenticia...

"Yo... ¿Quieres tomar algo?" Preguntó por lo bajo, el sonido de su propia voz sonando amargo hasta para sus oidos. ¿Que podía ofrecer a alguien que había visto, había sentido, había vivido lo mismo que ella?

Lo supuse. No lo digo, porque sonaría más borde de lo que planeo. Lo soy, pero no tanto. Aún tengo el pergamino que dice que puedo volver a Hogwarts guardado en la bolsa de la chaqueta y lo aprieto aún más. Lo estoy haciendo chicharrón, quedará irreconocible después de eso. No digo nada, sigo con la mirada fija en la nada. Porque supuse que Bellatrix era… lo que es y esa mujer habita mis pesadillas. Dicen que no fue ella quien mató a mi hermano, que no vieron quien fue y que probablemente siga libre.

Pero, oh, joder. Me gustaría tanto encontrármelo. No me molestaría convertirme en el antagonista de la historia si puedo ponerle las manos encima al bastardo desconocido que mató a mi hermano: me daría exactamente igual. Disfrutaría de todo el asunto, ya saben. No me molestaría convertirme en asesino por ese maldito hijo de perra.

—Ah… —es lo único que sale de mi garganta.

«Ah», suspiro, «eres patético Dennis». Y sigo mojándome. Poco a poco, el agua me escurre por los cabellos casi blancos y alzo un poco más la mirada para encarar a la mujer que me habla y me pregunta si quiera tomar algo porque sí, nada más.

—Está bien… —respondo. No tengo nada mejor que hacer. Volver al orfanato no es una maldita opción. Esas cuatro paredes no significan nada cuanto tuviste casa, padres y hermano y ahora sólo tienes una maldita carta que dice que puedes volver a Hogwarts si no tienes ningún lugar a donde ir.

Pero maldita sea, no quiero ir a Hogwarts sin Colin. No sin él. Será un recordar perpetuo, una maldita agonía.

«Me estoy pudriendo por dentro». Y lo acepto. Lo acepto. Maldita sea, tengo quince años y lo acepto como si cualquier cosa, como si no importara. Tengo quince años, intento repetirme, pero todo es lo mismo, me estoy desangrando por dentro y nunca sufrí una herida en la guerra.

—Ahí hay un café… —«de mala muerte» es lo que me falta añadir. Cruzando la calle. De repente me doy cuenta de que no quiero mojarme más.

"Quizá... quizá puedas ayudarme." Comentó suavemente, observando al chico de reojo cuando el cuerpo giró claramente con el objetivo de ir a donde él le había indicado. Era extraño el tratar de hablar con alguien de menos de la mitad de su edad sobre cosas tan importantes. Era necesario, era algo básico que requería de toda su atención. esta amistosa charla en realidad era algo que daba a todo sentido, daba una esencia, un lugar, algo a lo que responder y corresponder.

Las cosas eran demasiado complicadas, incluso para ella.

Observó el lugar, para alguien de su sociedad era un rincón del mundo perdido, mugroso y sin sentido, para otros simplemente era un lugar un poco menos rebuscado, la simpleza del oscuro rincón apartado del mundo era bastante atractiva, nadie miraba con asombro a la mujer que se parecía a Bellatrix Lestrange, claramente marcando que en realidad se trataba solo de un lugar muggle olvidado por los peatones.

"Pide lo que desees..." Aclaró aun antes de tomar asiento, apenas habían entrado y la campanilla había anunciado la presencia de un nuevo cliente para el establecimiento.

"¿Has conocido de cerca a mi hermana?" Preguntó en una muestra de valor... prácticamente le estaba preguntando si había sufrido en manos de su familia algún destino funesto.

¿Ayudar? ¿En qué? Ayudar a una sanadora que me doble, triplica o cuadruplica la edad es algo que no está en mis planes. Pero no pierdo nada por escucharla, ciertamente y no quiero volver al orfanato tan temprano. Me dirijo caminando hasta la cafetería, con el pelo chorreando. La campanilla sonó e hizo que la única mesera que estaba en el establecimiento levantara la cabeza. Una chica de cabello rizado que probablemente sólo estaba esperando el final de la jornada para irse a casa y perdía allí, en ese lugar mugriento, las horas de su vida.

Me dirijo hasta una de las mesas del rincón, y recibo la carta de la chica. Sólo quiero… cualquier cosa.

—Capuchino —es lo que sale de mi boca, es lo primero que se me ocurre. A mi mamá le gustaban.

Entonces, pregunta si conozco a su hermana. No es sólo conocerla, es en qué sentido. Y sólo hay una forma de conocer a Bellatrix. De ser su víctima. Si me lo pregunta, sólo fui víctima de un montón de carroñeros y de los Carrow. Pero mis padres… ellos sí que conocieron bien a los dos Lestrange, o eso cuentan…

—Mis padres —respondo—. Mató a mis padres.

«Y cómo se divirtió».

—Ojalá… ojalá pudiera habérselo cobrado… —respondo—. Ojalá tuviera más edad para haber podido defenderlos… —mi voz se rompe, se queda hueca—. Pero sólo pude esconderme, ¿sabe?

«Como cobarde…»

"A veces me pregunto si las cosas podrían haber sido diferentes." Admitió tras un momento con una voz baja. "Si podría haber evitado que Bella se convirtiera en esa bestia sanguinaria que se convirtió bajo los cuidados de mis padres y del Inmencionable. Quizá si hubiera estado en casa podría haberla protegido y ella hubiera sido quizá la rebelde de la familia." Sonrió levemente ante el amargo recuerdo.

No justificaba a su hermana, sabía lo capaz que era de hacer daño, lo inteligente y astuta así como ella misma, después de todo, las tres hermanas Black habían pertenecido a la casa de las serpientes a mucha honra. Pero no podía evitar preguntarse si las cosas hubieran sido diferentes habría logrado salvarla de ese destino, ese enfermo amor por el mago más oscuro de los últimos tiempos.

"Quiero hacer algo, realmente quiero lograr que esto no se repita, pero parece absurdo... soy solo una persona, aun no logro saber como lo haría si pudiera." Comentó sentándose, distraída observando a la distancia una ventana empañada y oscurecida, de forma ausente pidiendo dos capuccinos, ya sin mirarlo a él ni mirarse a si misma.

"¿Como evitarías que se repitiera? ¿Como cobrarías tu venganza y marcarías fin a esto?" Era una pregunta en buena parte para si misma pero que quedaba abierta a respuesta.

La dejo hablar de su hermana y de su familia. No me interesa meterme en ese tema, me da exactamente lo mismo. Bellatrix hizo mucho daño y tuvo lo que se merecía: la muerte. Me hubiera gustado restregarle en la mano las lágrimas que lloré cuando murieron mis padres asesinados por ella y, supuestamente, por su cuñado. Pero sé que no hubiera servido de nada porque las lágrimas no van a a cambiar el mundo. Le doy un trago al café que acaba de llegar, pero algo me hace levantar la vista.

Ese "me gustaría hacer algo". Sí, a mí también. Llego dándole vueltas en la cabeza una, dos, tres veces... Muchas más de las que seguramente Andrómeda Tonks imagina, pero no se me ocurre a los quince años, que demonios puedo hacer. Por Merlín, ¡soy sólo un adolescente! Es lo que me frustra más que todo. Pero cuando oigo su pregunta, no dudo que tengo que responder ni un sólo segundo.

—Cambiar la mentalidad, poco a poco —sugiero—. Hablar con la gente si es necesario, hacerle ver que la guerra sólo es destructiva. Supongo que... valdría para intentar empezar a hacer algo.

Los ojos grises de la mujer se centraron de nuevo en él, una mirada sombría y penetrante, tan diferente a los ojos de la hermana mayor loca. Si, se parecían demasiado, pero la otra Black no poseía el brillo afilado, centrado de la hermana de en medio, eso era algo que todos en el entorno de Andrómeda habían admirado realmente, el hecho de que fuera tan igual por fuera y por dentro tan diferente ya que era la muestra de una verdadera serpiente, una Slytherin por donde se le viera, aun más que los que se llamaban Mortífagos ya que nunca dejó que nadie corrompiera su vista.

"Pero siempre habrá corruptos... y ellos se alimentan de la guerra, engañan a las personas y les hacen creer que tienen razones. Él era un desgraciado, un asesino sanguinario que solo deseaba dominar sobre todo y todos, en busca de una aprobación que no deseaba de todas formas. Era poderoso, no por lo que podía hacer con su varita sino por lo seductor de sus palabras. Era un mestizo entre sangre Pura y logró convencerlos que sus ideales eran lo que lo motivaba." Frunció el ceño observando nuevamente fuera de la ventana pensativa.

"Kingsley está haciendo un buen trabajo, pero no sé si es tan amplio y cuidadoso como podría, tantos mortífagos se han escapado... ¿Jamás te preguntaste que harías tu en su lugar? Si tuvieras el poder de decidir que es lo que está bien y lo que está mal."

—Sí —es lo primero que escupe mi boca—, siempre habrá desgraciados mal nacidos. No espero que desaparezcan de la noche a la mañana...

Mis puños se aprietan, pensando en todo lo que he perdido por culpa de los ideales de un megalómano. Lo he perdido todo, no me queda nada. A veces, al ver las caras de los chicos del orfanato, descubro era lástima con la que me voltean a ver, porque si la mayoría de ellos nunca conoció el calor de un hogar yo sí lo hice durante catorce años. Unos padres y un hermano y ahora lo he perdido todo.

—Me gustaría desaparecerlos, ahogarlos en sus propias ideas enfermas —musito, con mi propio rencor y mi propia amargura en la que sí me estoy ahogando—. Pero sólo tengo quince años, no... No puedo hacer mucho, ¿sabe? Esperan de mi que vuelva al colegio, que supere este y... No puedo. Simplemente no puedo olvidarlo, dejarlo pasar o perdonarlo. Ya he perdido todo lo que tenía.

Y tengo la idea de que ella también ha perdido todo lo que tenía, pero lo esconde mucho mejor que yo, mojado hasta los huesos, con un café enfrente que no me calienta las venas.

Ve por un momento que le observa y sonríe, sonríe porque sabe que es lo que debe estar pensando al verla y fuera de las muertes ella ya había perdido todo antes de aprender a caminar por los deseos de su propia familia que le negaron la capacidad para soñar.

"Yo quiero ahogarlos..." Comentó con una mirada soñadora a la ventana. "Deseo que lentamente la gente aprenda de esto, que lloren lo que han hecho. Los mortífagos no eran tantos, sin embargo el miedo de lo que creían muchos se hicieron a un lado, lo tenían en el rostro, dominaban el Ministerio aun antes de controlar al ministro. Y todo porque los dejaron. Todos esperaron a último momento, prefiriendo creer al ministerio en lugar de al supuesto salvador... ¿como puede la gente esperar luego de eso que un niño sea quien nos salve a todos. Tres adolescentes, un puñado de adultos y los niños que estan aterrorizados dentro de un colegio, porque no he visto a nadie más pelear esa batalla. Nadie vino en el momento en que el Ministerio estaba siendo atacado o las casas de los llamados Infieles." Estaba furiosa, pero no con él, sino con la sociedad en general que esperaba que simplemente las cosas se arreglaran mágicamente. Todos creyendo que con el progreso de todo las cosas se habían arreglado.

"Quisiera poder ayudar... quiero juntar personas, personas que sepan lo que quieren hacer y que quieren hacer. He considerado hacer lo que otros no quieren por miedo, ¿que otra cosa me queda? Teddy tiene a Harry, pero Georges sigue pasando leyes contra las criaturas, Thicknesse está tan traumado tras el imperio que no puede ni hablar y se retiró a trabajar en Transporte mágico por miedo a volver a ver su propio trabajo. Hay hitwizards matando a diestra y siniestra según su conveniencia y no estoy hablando del año de terror sino de estos últimos meses. A veces desearía..." Se cayó, pero los puños apretados se veían blancos como la nieve con la fuerza que se contenía.

Me quedo oyendo todo lo que escupe con furia ciega, una rabia que no puede ni conn ella. Sé que yo también la tengo pero no odio a tantos como ella. Sólo odio a quien mató a mi hermano, pero nadie sabe quien fue. No sé si prefiero tener nombres y apellidos como en el caso de mis padres, que tengo a Bellatrix y a su esposo, o no.

No tengo un nombre, así que los muertos y los vivos son culpables potenciales, incluso aquellos bajo la imperios. Suspiro. Le doy un trago al café pensando en mis opciones.

—Hagámoslo —le digo, sin pensar realmente lo que estoy diciendo—. Estoy a su dispocición. No tengo nada mejor que hacer. Quiero castigar a los culpables, verlos retorcerse... Supongo que esto es lo más cerca que estaré. Seré sus manos, sus ojos, lo que quiera, señora Tonks. Pero necesito sentir que me estoy vengando de alguien y que estoy evitando otro desastre.

Siento que es algo que me va a rebasar, que es demasiado grande, y no me importa. Me da exactamente lo mismo.

Tardó un momento, mirándolo entre la curiosidad y la culpa, pero finalmente resignándose. Él era lo único que tenía en este momento y recién lo conocía. Es triste pensar que una adulta solo tenía a su disposición a dos personas en su vida, el hermano del muerto director de Hogwarts y un niño.

Sonrió por lo bajo. Quizá había esperanza para lo que buscaba, para cambiar todo y destruir los esquemas. Este mundo necesita un cambio radical, y cuando decía radical se refería a destruir toda la estructura para que empezara de cero la vida. Esto era lo que necesitaba.

"Si, se puede hacer... tu puedes conocer a otros chicos. Otros que nos necesiten. Puedo hacer algo por ellos. No sé cuan buena seré al momento de la verdad, pero podemos hacer algo, algo más sutil." Trató de razonar no solo con él sino que consigo misma. Podía hacerlo. Podía iniciar todo aquí, una charla con un chico que debería estar muerto si su propia hermana tuviera algo que ver en esto. "¿Donde estás viviendo?" Preguntó directa. Quizá algún familiar lo había tomado bajo su cuidado. Esperaba que así fuera.

Algo más sutil...

El problema es que algo más sutil no se ajustaba del todo a lo que quería, pero sí a lo que podía hacer. Algo era algo. Podía ser sus ojos, buscar a aquellos necesitados, o a aquellos que pareciera, iban a convertirse en una amenaza. De todos todos, tenía que volver a Hogwarts, tarde o temprano, y con lo mucho que odiaba el orfanato y las caras de lástima pintadas en las caras de chicos y grandes que ni siquiera me conocían... lo haría mucho más temprano que tarde.

—Puedo hacerlo —dije—. Puedo encontrar a otros. Y... bueno... no me queda nadie. Mis padres eran hijos únicos y... acabé en el sistema. Un orfanato. Se supone que deben buscar una familia de adopción, pero las familias de adopción siempre quieren niños pequeños, no adolescentes.

La mujer frunció levemente el ceño ante la idea de que el chico viviera en un orfanato muggle. Eso no funcionaba, no entenderían, los muggles debían ser protegidos y segregados al mismo tiempo. No estaban preparados para entender el mundo mágico así como tenían grandes problemas para comprender lo que les rodeaba, la percepción de ellos era menor, incluso a veces creía que no tenían ni siquiera la definición olfativa que tenía un mago.

Los muggles simplemente no comprendían la guerra, ellos vivieron momentos de confusión y algunos ataques terroristas, no temían salir a la calle y ser perseguidos o asesinados por sus colegas. No temían simplemente despertar para ver la casa en llamas y descubrir que habían sido descubiertos al fin y solo quedaba un montón de cenizas. No sabían porque sus hermanos o padres morían, no tenían que verlo o asumir que miles podrían llegar a morir si no fuera por un solo niño.

"Dame la dirección, yo me encargo... tengo mucho espacio en casa desde... desde la guerra." Comentó dudosa. Ya no estaba Ted allí para hacerle compañía y no tenía una habitación para Remus y Nymphadora preparada. Solo era ella y Teddy en una habitación. "No creo que le pongan peros a una médica."

Abro mucho los ojos y me llevo el café a la boca para no tener que decir nada por un momento. Cuando lo vuelvo a dejar en la mesa siento como la espuma se ha quedado en el lugar donde debería estar mi bigote... que no está, al menos no aún y me pasó la lengua por allí. Al final, sigo siendo sólo un niño de quince años y nada más sorprendido porque una sanadora planea dejarme un lugar en su casa.


—¿En serio...?

"Demasiado sorprendido, Dennis, ¿y así esperas que te traten como adulto?". Al final lo único que demuestro es que estoy muy solo. Irremediablemente solo, y que me escapo del orfanato para olvidar mis desgracias y todas esas cosas. Una psicóloga me ve dos veces por semana, porque al parecer los del orfanato sí que saben que perdí a mi familia de manera traumante, aunque no conozcan los detalles. Yo la ignoro. Ella dice que estoy demasiado encerrado en mi mismo y que, aunque es una de las etapas del duelo, prologarla eternamente sólo me haría mal. Yo... la ignoro.

—Gracias... Gracias.

Sé que no será a cambio de nada. Que les estoy entregando todo lo que soy a Andrómeda Black. Pero no me importa. Ya no soy nada. A duras penas soy Dennis Creevey. Tuve un hermano, unos padres y murieron en la guerra. Hoy estoy sólo y sé que nadie me va a extrañar. Tuve una familia. Ahora, ahora quiero vengarla. Enterrar a los culpables.

Pero sólo tengo quince años. Sólo quince años...

"No importa", me digo a mi mismo. "Harás lo que sea necesario." Por que a veces, sólo a veces, la muerte o la fatalidad se vuelven parte de un plan.

—Haré lo que sea, lo que sea, lo juro. Por lo último que me queda, lo que me arrebataron, no me importa. Siempre y cuando no vuelva a existir una guerra... —Es demasiado, porque Andrómeda puede pedir demasiadas cosas. Pero las cumpliré. No importa. No me queda nada, seré sus ojos, su voz, su sombra. Lo que necesite. Me convertiré en lo que ella quiera que me convierta, porque no tengo absolutamente nada más.

¿Así es comos e siente estar vacío?

"No deberías preocuparte, hay mucho por hacer por delante y no puedes quedarte en un lugar donde no pueden comprenderte. Debes estar en un lugar donde sentirte seguro y confiado." Respondió aunque tenía un ligero gesto amargado de saber que si había alguien en la posición de Dennis significaba que probablemente varios más estuvieran igual. Era imposible de predecir la verdad, solo podía hacer lo que estaba a su alcance pero para una persona como antes establecieron era imposible estar en todos lados.

Dennis parecía un buen chico, si era sincero podría ser sus ojos fuera de su cuerpo, era lo que necesitaba, su sanidad mental, su cordura dependía precisamente de poder ayudar a otros. ¿Como ayudar cuando el mismo Ministerio de Magia aun era un centro de corrupción? Debería pensarlo, deberían moverse lento bajo la piel, hasta que la gente no supiera que esperar de ellos.

“If I had a world of my own, everything would be nonsense. Nothing would be what it is, because everything would be what it isn't. And contrary wise, what is, it wouldn't be. And what it wouldn't be, it would. You see?”

"Te llevaré allí cuando terminemos el café para ver lo del papeleo... no te preocupes. Estaremos bien." Sonrió al chico con una pregunta en mente... ¿En que se parece un cuervo a un escritorio?