Lejos de... [Flashback/ Melody]

No, no podían engañarlo. Lo sabía, podía verlo desde hace tiempo. La manera en que se miraban, que se abrazaban. Si, seguro que ahora estarían celebrando que se había ido. Ya no los molestaría, el pelirrojo fastidioso, el pelirrojo demasiado estúpido para darse cuenta...

Se colocó una mano en el pecho, donde hacía unos minutos se encontraba aquel pesado medallón, que cada vez parecía más pesado. La voz que se confundía en su pensamiento se había empezado a desvanecer, no así la sensación de por fin verlo todo cada vez más claro: siempre había sido el sobrante. Hundido, lleno de un odio feroz, se había adentrado al primer agujero que había encontrado, que apestaba a alcohol y a tabaco. Sin ver a nadie, murmurando por lo bajo, se acercó a la barra y pidió lo más fuerte que tuvieran, muy tarde dándose cuenta que estaba en un bar muggle. ¿Pero que importaba en ese momento? Ya vería como salir de esa. Quizás podía empezar una pelea...

"Vaya vaya vaya... mira lo curioso que uno encuentra en estos lugares. Pero si es un Weasley...." Pudo escuchar tras su oreja un aliento cálido y un olor a alcohol mentolado.

Melody para variar se encontraba haciendo de las suyas, poco interesada en seguir las leyes de un mundo exterior cada vez más interesante. No es que no fuera parte de los mortífagos, solo que no le importaba cual era el objetivo de estos mientras trajeran diversión a su puerta. El tema comenzaba cuando se planteaba que era la diversión para ella y cada día eso iba variando...

A veces eran los gritos de dolor y angustia de familiares que veían su familia rota. Otras eran los gritos de tortura de víctimas, gemidos de placer, jadeos que se mezclaban con dolor...

Hoy solo era poner a prueba algo básico según si misma, esas ideas de correcto, de equivoco, esos que insistían sus morales estaban tan altas que deseaban la derrota de Voldemort aun cuando no eran el objetivo. Aquellos que decían que nunca tocarían a otra mujer o que no sentían morbo por algún miembro de sus familias... quería probar sus límites. Quería destruirlos y ver lo que se convertían en aquella enferma crisálida.

Por eso había sido casual entrar precisamente en ese bar y completamente común el notar que uno de los más buscados se encontraba allí.

"Sh... aprendiz de auror. No planeo llevarte de regreso." Aclaró como si eso fuera razón suficiente. En realidad si viniera de otros labios quizá lo hubiera sido. Pero no era así, solo jugaba con la pobre y evidentemente frágil mente del chico. "¿Que hace uno como tu en un lugar como este?"

Por un instante pensó en pretender que no sabía de que estaba hablando, pero sabía que la expresión de su rostro lo había delatado demasiado rápido, al tomarlo desprevenido. Maldijo el color de su cabello, mientras el vello en la nuca se le ponía de punta por aquellas palabras. Su mano voló a la chaqueta donde estaba la varita, pero no llegó a sacarla. Demasiados Muggles. Aún cuando estaba seguro que la mujer que le hablaba al oído no le importaba aquello, no sería él quién rompiera las leyes. Quizás si lo hacía, enviarían mortífagos trás él...

-Podría preguntarte lo mismo. Los tuyos preferirían incendiar este lugar en vez de ahogar las penas en él.- Dijo, haciendo acopio de un valor que no tenía, infundado por los sentimientos aún vivos en él, y quizás sintiéndose tentado a un reto. Eso les demostraría, ¿no? Les demostraría a ellos dos que no era un simple pelele. Se bebió de un trago el vaso que habían puesto ante él sin preguntar siquiera que era, y en un segundo su rostro se había puesto encarnado, con los ojos llorosos y la garganta quemándole, comenzando a toser. Y ahí es cuando la dignidad se iba a la mierda.

Estoooo:

"Los míos... que interesante concepto que manejas... querido. Aunque muchos se preguntarán quienes son los ‘míos’... ¿te refieres al departamento de Aurores? Porque si, probablemente todos y cada uno de ellos desearían... incendiar este lugar hasta escuchar los gritos de los muggles mientras corren por la puerta, rogando por sus vidas mientras lloran porque alguien les salve, porque alguien escuche sus ruegos a pesar de saber que una vez que el techo se derrumbe no habrá dios que pueda salvarlos."

Lo último fue un susurro, un susurro demasiado cercano, un ronroneo en el oído del pelirrojo, un ronroneo con promesas de pecado, un pecado en el que muchos caían. Un pecado que iba más allá del sexo sino que exploraba los tabúes de cada persona, que trataba de explotar cada uno de los miedos personales y los deseos más oscuros.

Por eso amaba los locales muggles. Los Muggles tenían una forma muy particular de ser que le permitía casi completa libertad de hacer lo que deseara y nadie cuestionaría, incluso ya tenía permiso para desmemoriar así que podía hacerlo cada vez que sentía que se asomaban demasiado a sus asuntos personales.

Pero de mientras, se asomó de detrás del pelirrojo, dejando ver las curvas ataviadas en latex que se ceñía a cada milímetro de su piel, el calor que generaba el material entre sus piernas sumado al pequeño vibrador que habitaba desde que despertó en las profundidades de su cuerpo era algo remarcable.

¿Que harían ahora las personas en este lugar?, era una buena pregunta. Ciertamente lo había elegido porque estaba perdido en el mundo, nadie le buscaría en un lugar así.

Imagen:

De nuevo sintió una extraña repugnancia al escuchar ese "querido". Le recordaba mucho a... si, a Umbridge, y también a Rita Skeeter. Una "dulzura" llena de veneno. Se recuperó de a poco, las manos cerradas en un puño mientras la escuchaba, antes de darse la vuelta y poder verla de reojo.

No le parecía conocida, pero no podía tener más que unos cuantos años más que él. Su forma de vestir resultaba algo desconcertante. Esa no podía ser ropa muggle normal. Al menos jamás había visto a Hermione usar algo así... Hermione. Harry. De nuevo el picor de enojo se asomó a sus ojos, aunque esta vez comenzaba a aparecer una vislumbración de duda y de arrepentimiento, que sin embargo apartó sacudiendo con enojo la cabeza. Ellos estaban bien sin él, estaba seguro de eso. Más que bien.

Trató de recuperar su aplomo, de ignorar a la mujer que estaba allí. Pero, cosa extraña, la sensación de estar con alguien más que sabía de magia lo hacía sentirse un poco menos perdido, aún cuando aquellas palabras estuvieran tan cargadas de odio.

-Estás mintiendo. Sé de más de uno que daría su vida por...- El no estaba susurrando, así que no intentó ser tan abierto como lo estaba siendo ella en sus término. -...por ellos.-

"¿En que mundo has vivido, Weasley? Los aurores de esta generación si defienden algo es el ministerio y con algo de suerte sus viejos y arrugados traseros. Los pocos que quedan son la Élite y cuando no reclutan a los más... violentos y con menos escrúpulos para la división de asesinos." Sería gracioso si preguntara cual era su posición considerando que ERA una aprendiz de Auror y mantenía unas notas más que aceptables salvo en la parte de Infiltración y Sigilo, nunca le gustó pasar desapercibida, ella no estaba creada para pasar desapercibida.

Si, podía ser sigilosa si se lo proponía, pero, ¿para que? Si cada vez que entrara a un lugar nadie saldría vivo o recordaría su nombre y apariencia, ¿que sentido tendría la parte de disimular entonces? Bueno, si... la parte de tomar de sorpresa era útil, quizá sería el único motivo para ser sutil en su caso.

Aunque claro, los mismos aurores le habían denominado como Wild Card, era una persona que no sabían para que bando jugaría, como cuando o donde dependía de sus antojos personales y esos decían que si se le antojaba jugar a la muggle lo haría y si deseaba explorar fantasías con sangres puras lo haría aunque el resultado fuera la muerte de líneas genealógicas enteras, solo y únicamente porque se le antojaba.

"Casi diría que estabas mejor donde fuera que estuvieras..." Bufó divertida, sin amenazar con tomar su varita, aun no, quería saber cuan divertido puede ser este chico.

-Te equivocas.- Volvió a bufar el pelirrojo, volteando hacia ella. No estaba seguro si lo estaba diciendo por su generalización de los aurores, o de que estaba mejor donde estaba. Una parte de él le decía que ella tenía razón: estaría mejor con Harry y Hermione, los tres juntos, como siempre había sido. Pero aún la voz de los celos y las dudas que habían colocado el medallón en su pecho no terminaba de desaparecer.

-Un auror es un defensor, no solo de los derechos sino de las vidas, ya sean magos o muggles.- Esta vez se había atrevido a romper un poco con el cuidado, casi mirando hacia los lados para saber si llamaban la atención, pero casi seguro que todos estaban envueltos en sus propios sufrimientos y pensamientos, que intentaban ahogar en alcohol. -Son aquellos que no están en este momento en el Ministerio, sino que están luchando por no convertirnos en esclavos de... Quién-tu-sabes...- Sintió una punzada de rencor hacia si mismo por no pronunciar el nombre. Harry lo hacía, Hermione también. ¿Por qué no él?

Frunció el ceño, claramente el chico no entendía lo que era ser un auror.

"Te confundes... ser auror no es sobre defender sino sobre imponer y hacer respetar las leyes. Aunque las leyes dijeran que tu debes caminar sobre las manos. Si no lo haces mi deber sería dispararte hasta que aprendas a hacerlo y cumplas la ley o llevarte ante la justicia por desobedecer injustificadamente ya que evidentemente si quisieras podrías hacerlo. A veces, incluso, se debe castigar al que no puede hacerlo. Y eso no es sobre este ‘reinado’, el día de mañana cuando la locura hubiera pasado y traten de imponer nuevas leyes ilógicas también habrá aurores... no nos confundas con justicieros, son cosas completamente diferentes."

Y es que justicieros eran quienes iba por la justicia o lo que considerara justicia y seguiría luchando aun contra la ley, hasta que la misma ley que defiende, la justicia tácita y los hechos con el tiempo se convirtieran en un crimen pasional por una loca idea de bondad.

¿Justicia? ¿Que es eso? Lo que es justo para unos es injusto para otros y por lo general ambas partes creen estar haciendo lo correcto.

Lo irónico del hecho es que los aurores por lo general se metían en el programa pensando que saldrían como personas de bien, personas que ayudarían a una justicia igualitaria mientras se convertían en personas apenas capaces de distinguir lo ‘bueno’ de lo ‘malo’ y solo podían dedicarse a hacer las cosas que les ordenaban si no eran lo suficientemente despiertos como para entender lo que les pedían.

Testarudo, volvió a negar con la cabeza. Moody no era así, Tonks tampoco. Ninguno de los aurores amigos de su padre, a los que había admirado siendo pequeño. Y una punzada en su cabeza le intentaba decir que aquellos eran distintos. Mirados inclusos como extraños, lunáticos. No le gustaba lo que aquella chica lo estaba haciendo sentir.

-¿Qué viniste a hacer aquí? ¿También estás siguiendo órdenes?- Sabía que había sido mera coincidencia haberse encontrado de esa manera, pero no por ello dejaba de mostrarse menos a la defensiva.

"Siempre sigo órdenes... por supuesto." Asintió divertida. "Aunque mejor dicho, siempre tengo órdenes, de allí a aceptarlas o seguirlas es a gusto de cada quien... En mi caso me alegro de que al menos esto se haya tranquilizado aunque claro, no sabes lo que ha estado ocurriendo en el ministerio..." Comentó pensativa, relajándose en el asiento al lado de él.

"O puede que simplemente paseaba por aquí para... no sé, pasar un buen rato, pero hasta ahora todos me miran como si fuera una mercancía pero no un juguete... no aprenden. Todos somos juguetes, tu, yo, el mismo Dumbledore debió ser un juguete usable. Pero si vamos de cosas... vine aquí a beber algo porque estaba aburrida." Sonrió divertida, sabiendo que deliraba sin sentidos, que era natural para ella cambiar el tema de conversación cada pocos segundos.

El salto de ideas lo confundió, dejándole una expresión graciosa mientras intentaba masticar el montón de palabras y buscarles un sentido. Se volvió a mirarla.

-¿Qué?- Inevitablemente, no había logrado conectar los puntos. Sabía que quizás debía sentirse insultado en algún punto de la conversación, aunque no estaba seguro donde exactamente. Las únicas palabras que habían tenido algo de sentido le hicieron entrecerrar los ojos, y sin darse cuenta, había puesto su mano sobre su brazo, como si pensara que en cualquier momento podría desaparecer. -¿Qué ha estado ocurriendo en el Ministerio?-

Miró alrededor, notando las distintas miradas sobre ellos. Pero trató de ignorarlas.

Sonrió de lado, entretenida por las estúpidas reacciones del pelirrojo, buscando con una mano entre sus cosas para sacar el Papel del indeseado numero 1, 2 y 3.

"Pues, depende que quieras imaginarte, porque desde que se metieron en ese agujero estan como locos buscandolos por todos lados y, nada personal, pero no me gusta ser uno de esos perros que persiguen su propia cola.Es cuestión de perspectiva, ya sabes." Comentó como quien no quiere la cosa, restandole importancia al asunto entre manos.

"Los hijos de muggles siguen siendo llevados a Azkaban, varios recibieron el beso hace poco, hay varios ‘desaparecidos’ y los registros cada vez son más ‘importantes’." Aclaró sin sentir emoción alguna entre estas palabras. Por algo estaba en línea para ser Hitwitch y no Aurora común, la falta de emociones que le hacía un ser tan peligroso era lo que habían visto de positivo. "Yo que tu busco un camino a casa o de ver mi familia, hoy yo estoy de ‘paro’ porque me aburre correr tras locos... pero mañana puede que sea otra persona quien te encuentre. Más bien debería estarme cobrando este favor."

El semblante del pelirrojo se fue endureciendo, al pensar en cuantos podrían haber sido llevados a Azkaban. Cuantos podrían estar ahora en tumbas silentes, comunes, sin ni siquiera algo que los identifique. La mano que mantenía sobre el brazo de la rubia apretó un poco más, comenzando a sentirse mareado.

-Esto no está bien..- ¿Qué diablos estaba haciendo allí, en ese sitio? Se suponía que él debía estar ayudando a Harry a terminar con eso, a poner fin a esa extraña pesadilla. Harry había querido ir solo, pero él había insistido. Igual que Hermione. Se llevó la mano en el pecho esperando encontrar el medallón, pero ya no estaba allí. Tampoco estaba la voz insistente, sólo un sentido de culpa cada vez más fuerte. -Merlín, ¿que estoy haciendo?- Preguntó al aire, la vista perdida en algún punto del bar.

A veces se preguntaba como sería sentir empatía por algo, pero luego de un tiempo se le olvidaba, porque en serio... ¿que estaba haciendo?

"No sé, para mi que te estás comportando como un idiota en un bar muggle... y yo personalmente tampoco sé muy bien que estás haciendo porque por lo personal vine a buscar a alguien a quien llevar a la cama y lo siento, pero no eres mi estilo, o quizá lo fueras si no estuvieras tan ocupado llorando el hecho de haberla jodido." Y eso que ni sabía en que forma lo había jodido...

Considerando que estaba solo en un bar muggle comenzaba a tener varias sospechas.

"¿Que pasó? ¿Te echaron por no lavarte los dientes? Digo, sino no entiendo porque te encontrarías solo en esta situación. Hasta yo sé que es una locura caminar sola si me están buscando y puedo asegurarte que soy más de ir al frente que esconderme en un rincón..."

Ron volvió de nuevo la mirada hacia ella, soltándola. Se sintió ofendido en principio, saltando un segundo a darse cuenta que ella le había insinuado llevárselo a la cama, y de nuevo volvió a la molestia.

-No es tu maldito problema... Y no te tocaría ni con una vara de ocho metros.- La miró con ojos entrecerrados. Sin embargo, hasta ahora la tia no había hecho nada amenazante, y parecía más bien... ¿aburrida? -Estoy solo porque soy un idiota, si tanto te interesa. Y ahora es que lo estoy viendo claro.-

Volvió a girarse hacia ella, y de nuevo le puso la mano en el brazo. -Estás sola también, ¿cierto? ¿No hay nadie más aquí contigo? ¿O estás esperando que me de la vuelta para lanzarme un hechizo a la espalda?-

Cansada de los agarres del pelirrojo hizo una maniobra rápida, tensando el músculo del brazo para obligarle a crear una abertura antes de con un movimiento seco zafar el brazo y mirarlo a los ojos terminante, girando el brazo para tomarlo de la muñeca y tirar de él para dejarlo cerca, tan cerca que sus narices solo necesitaban milímetros, los ojos acerados clavándose en él con evidente hartazgo de su comportamiento infantil.

"Mira, niño. Me vale mierda lo que hayas hecho o como lo hayas hecho, no te metas en mi camino y estaremos bien. Podría haber llamado aurores hace rato para encerrarte en un mugroso calabozo por el resto de tus cortos días, así que si quieres cuestionarme en lugar de preguntar que diantres hago aquí preguntate porque aun te quedas en primer lugar. Me estorbas, así que vete de una vez a lloriquear tus jodidas penas en otro rincón a menos que quieras que me arrepienta de dejarte ir y decida restringir tu libertad. ¿Entendido?" Los siseos eran claro, apenas un susurro y las palabras flotaban a gran velocidad, sin detenerse, aprovechando el segundo de sorpresa que tenía, esperando que él se soltara para irse de una endemoniada vez.

Toda aquella maniobra lo tomó por sorpresa, quedando a merced de aquella aprendiz de auror y demasiado cerca como para ignorar el furor de su mirada irritada y el aliento de sus labios, que no resultaba repugnante, ni siquiera alcoholizado comparado con el suyo propio. Se sintió como un niño en manos de aquella chica; ¡que diablos!, un demonio de mujer con cara de niña. Entendió en aquellos pocos segundos que no querría volver a encontrarse con ella en circunstancias adversas, nunca más.

Carraspeó para recuperar la voz, soltándose de ella. Sin embargo se quedó mudo, sin saber que decirle después de aquello. Lo mejor era marcharse e intentar volver con Harry y Hermione, ahora que lo veía todo claro. Se alejó unos pasos, y de nuevo la miró, confuso.

-Oye... Gracias.- Sabía que a aquella mujer esa palabra posiblemente no le valiera para nada, que si aún no había dado la alarma era porque no estaba interesada en seguir sus órdenes, fueran las que fueran; de alguna forma estaba agradeciendo que, por una vez, la suerte estuviera de su lado. Dicho eso, se apresuró a salir de aquel lugar lleno de humo y vahos de licor, con la sola idea de pedir disculpas a sus amigos por su actitud. Las dudas, por el momento, habían dado paso a un sentimiento de lealtad más fuerte.

Ante las gracias bufó, esperando que se marchara antes de soltar una media sonrisa.

Si, era mortífaga, si, hacía lo que se le antojaba con lo que quería y le importaba muy poco la vida o la muerte ajena, la verdad que la gente le valía un asco, mientras pudiera seguir gozando de lo que quisiera como quisiera, la verdad que le daba exactamente igual.

Y quizá ayudar al pelirrojo no era lo que quería hacer, pero hacerlo le traía un beneficio, si llegaba a caer junto a los mortífagos tendría alguien que atestiguaría a su favor.

Al fin de cuentas, la vida era un tablero de ajedrez, si jugaba bien sus fichas sacrificaría peones pero ganaría torres.