La Armada de Dumbledore [Invitados]

Invitados:

Los falsos galeones se calentaron para dejar un mensaje a todos los antiguos miembros de la AD.

"Reunión el sábado, sala de menesteres."

No sabía cuantos harían caso al mensaje, o si aún mantenían aquellos galeones a la mano, si es que no los habían perdido o abandonado. Me paseo frente a la entrada de aquella habitación, pensando: "Una habitación para practicar Defensas contra las Artes Oscuras, una habitación para practicar Defensas contra las Artes Oscuras, una habitación para practicar Defensas contra las Artes Oscuras..."

La pared se transforma y da paso a una puerta, a la que entro sin dudar. Sigue exactamente igual, incluso parece recién limpiado. ¿Sabían los elfos que vendríamos? Tomo asiento en el suelo, y comienzo a dar vueltas a la moneda, esperando.

Estaba acostada en la cama, con las piernas colgando a los costados mientras leía mi libro de magia no verbal, cuando algo debajo de mi almohada comenzó a calentarse. Fruncí el ceño antes de sentarme y revisar. Allí estaba la moneda del Ejercito. Me sonreí con nostalgia hasta que vi el mensaje que aparecía en ella. 

No pude evitar abrir los ojos sorprendida, antes de ponerme de pie, ponerme el calzado, tomar la varita y guardar el galeon en el bolsillo trasero del pantalón antes de salir de la torre Gryffindor.

Camine por el pasillo como si nada hasta llegar a aquella puerta en la que tantas veces habíamos entrado antes de la guerra.

"Una habitación para practicar defensa contra las artes oscuras..."

Pienso mientras veo aparecer la entrada. La ansiedad comenzaba a correr por mis venas cuando abrí la puerta y entre, revisando que nadie estuviese vigilando, para encontrarme allí a Luna. Me sonrío mientras me acerco a ella y me siento como india a su lado.

-Hey... Hacia mucho que no nos reuníamos aquí...-

No me sorprendí cuando el galeón se calentó. Lo mantenía entre mis cosas, pues había estado en el Ejército de Dumbledore dos años completos y el objeto tenía cierto valor nostálgico. No me sorprendió en lo más absoluto, contando que muchos de los miembros de la armada se encontraban en el castillo. Aunque, por supuesto, faltaban casi todos los de mi casa. Hannah... Ernie... Justin. Sonreí mientras me peinaba frente al espejo de la habitación que McGonagall me había asignado y, cuando terminé con un resultado medianamente aceptable, o sea, unas trenzas, me dirigí hasta la sala de menesteres.

Habían pasado tantas cosas allí...

"Un lugar para practicar Defensa contra las artes oscuras, un lugar para practicar defensa contra las artes oscuras..."

Hasta que, finalmente, la puerta se abrió y lo giré el picaporte. Me encuentro allí a Solar y a Luna, a quienes casi no he tenido tiempo de ver en los últimos días y sonrío.

-Hola, chicas.

Por alguna razón, siempre la tenía en el bolsillo. Era la mía y de mi hermano. De los dos. Las habíamos tenido siempre, esperando que en cualquier momento volvieran a calentarse, a poner una fecha, una reunión, cualquier cosa. Sin embargo, casi la había olvidado después de la guerra, creyendo que todos estarían muy ocupados festejando la victoria. Pero cuando metí la mano en la túnica y sentí el calor de la moneda y la saqué para leer el mensaje, me convencí de que nadie se había olvidado del ejército de Dumbledore: ahí estaba el mensaje.

Me dirigí hasta la sala de Menesteres, el silencio, preguntándome a quién vería por allí. Seguro a Luna, a Solar... a las demás chicas. Tal vez a Ron Weasley, que había oído se encotraba en el castillo. Me paré frente al muro antes de caminar tres veces delante de él, pensando en un lugar para practicar Defensa y que la puerta apareciera ante mí.

Al menos, no era el primero en llegar: había ya tres chicas que estaban allí, a las que reconocí de vista. Simplemente alcé la mano a modo de saludo.

Ha sido un largo día de trabajo. Sigo sin poder dominar la oclumancia y ahora es una materia obligatoria si se quiere ser auror. Me duele la cabeza, no de la forma que lo hacía antes, como si mi cicatriz quemara o se abriera de nuevo. Simplemente me duele, creo que por primera vez en mi vida comienzo a comprender lo que es una simple jaqueca. No es algo mortal, no como antes, al menos, sólo es un dolor constante sobre el ojo, justo en la sien.

Hago crujir mi cuello mientras camino por el nuevo vestíbulo de mi casa. Ahora si es mi casa. Todas las cosas que antes no se podían quitar de los muros han sido arrancadas de raíz, como las pinturas de los antepasados de Sirius. No me siento mal de haber quitado a su madre porque estoy seguro que a él no le importaría. Miro las fotografías con que ha sido sustituida. La Orden del fénix original, una de Teddy, la de mis padres, una donde estamos Ron, Hermione y yo, la del Ejército de Dumbledore y una del profesor en persona. Poco a poco, y tumbando literalmente muros, esta comienza a ser en verdad mi casa. Me quito la capa de viaje y la dejo en el perchero, pero Kreacher aparece para descolgarla, diciendo que va a lavarla, dándome las buenas tardes y encima avisándome que la cena está casi lista.

- Gracias- le digo, mientras camina de vuelta a la cocina. Ahora nos llevamos de maravilla, se podría decir que casi somos amigos. Me estiro, moviendo los hombros para desperezarme. Echo de menos a Ron, con él las clases en la academia son más divertidas que otra cosa. Sigo hasta mi habitación, la única que sigue exactamente como era antes: la de Sirius. Me cambio la ropa, dejando la túnica sucia a un lado y poniéndome ropa muggle. Quizá se deba al mundo en el que crecí durante once años o que no puedo perder la costumbre, pero siempre que no estoy en la academia suelo usarla. Me pongo lo más cómodo posible, unos vaqueros, deportivos y una playera cualquiera de un grupo muggle que ha comenzado a gustarme bastante. Eso me hace notar el poco tiempo que tenía para apreciar cosas comunes que otros hacían normalmente.

Bajo para sentarme a la mesa cuando Kreacher aparece corriendo con algo en la mano. Me dice que está caliente. Al inicio no lo entiendo hasta que centro mi vista en el galeón que lleva en la mano. Algo se mueve dentro de mí. Es mi galeón falso del Ejército de Dumbledore. Lo tomo de su mano y veo el mensaje en él. Hay una reunión hoy mismo, y si el galeón se acaba de calentar, sin duda es lo antes posible. Un nudo se me forma en el estomago de pensar que puedo verlos de nuevo, a todos ellos y me pregunto si mis amigos irán, Neville, Seamus, Dean, Ginny... pero también me asaltan las dudas de ver a otros como Dennis Creevey... La imagen de Colin aún me despierta en las noches. Quiero verlos, pero no sé qué hacer. Kreacher me da la respuesta, dice que preparará algo de comida para que pueda llevármela, que le de un poco de tiempo, pondrá un trozo de tarta y algo de carne. Le sonrío, agradecido y lo sigo hasta la cocina donde él se pone manos a la obra. En menos de dos segundos aparece todo envuelto en una tela para que pueda llevármelo, además me tiende una capa de viaje limpia. Me la echo sobre los hombros, tomo las cosas y le agradezco a mi elfo doméstico. Se me ocurre una idea y agito la varita sin decir palabra (me he vuelto muy bueno en eso). El Mapa del merodeador llega volando desde mi cuarto. Me lo guardo en el bolsillo del pantalón. Salgo por la puerta de la cocina y me desaparezco para aparecerme en Hogsmeade.

Los últimos visitantes de ese lugar se retiran a sus casas. Todo es silencio. He olvidado por completo la capa invisible de mi padre, por lo que me pongo a resguardo. No quiero que nadie me vea. Paso entre las callejuelas solas hasta llegar a Honeydukes. No me es difícil entrar al lugar que ya ha cerrado sus puertas. Me cuelo sin hacer ruido hasta el sótano, levanto la trampilla y comienzo a caminar. Como siempre en ese lugar, pierdo la noción del tiempo hasta que me doy contra algo. Abro la joroba de la estatua y salgo en silencio. Debo esperar a que los últimos alumnos dejen el pasillo para ir corriendo al séptimo piso, ayudado por el mapa  así no me topo con nadie. Llego cansado, sudando un poco y nervioso. Respiro profundo y comienzo a caminar de un lado al otro mientras le pido a la sala que me muestre el lugar donde están mis amigos. Entonces, la puerta se abre y a mí se me ilumina el rostro cuando veo a Luna.

- Hola- saludo a nadie en particular y entro a la sala, escuchando ese familiar sonido de cuando se cierran las puertas a mi espalda. Tengo más emoción que miedo porque me siento de vuelta en casa.

Admito que me sorprende un poco ver la rapidez en que todos han asistido, saludando con la mano y una sonrisa a cada uno que iba llegando.

-Hola Solar.- [b]Digo al verla sentarse junto a mi. [b]-Buenas tardes, Susan.- Saludo a la nueva profesora que es también una antigua compañera. -Hola Dennis, sientate con nosotras.- Inclino mi cabeza hacia el joven muchacho, con una suave sonrisa melancólica.

Pero no me espero la nueva entrada. -Hola Harry.- Saludo, y lo veo pasar casi sin ver con una sonrisa. También yo sonrío. Quizás al final si estemos todos reunidos...

Al parecer, aquello galeones tenían una capacidad de convocatoria demoledora. Sí, eso fue lo que pensé al ver entrar a Harry con un rostro pintado de nostalgia, pero también con una expresión de felicidad. Estábamos entre amigos y, aunque faltaran algunos, como por ejemplo el hermano de Dennis, e incluso Lavender, se sentía bien estar allí. Ver que muchos aun nos manteníamos en pie.

—Hola, Dennis —le sonreí cuando hizo sólo un intento de saludo con la mano, porque no me lo había topado demasiado por allí. Entonces llega Harry, que saluda a nadie en especial, y sonrío. Para muchos será una sorpresa encontrarlo allí, pienso—. Harry —saludo.

Probablemente sólo me recuerde por las trenzas que cada día uso menos (aunque aun me peino así, en recuerdo a que mi tía Amelia me enseñó a hacerlas, del mismo modo en que guardo una fotografía suya en mi recién estrenado despacho) y porque le pregunté si era verdad que pudiera a hacer un patronus corpóreo la primera vez que se reunió el ED oficialmente. Desde entonces ha pasado mucho.

—Bueno..., ¿esta es una reunión para recordar el pasado, para volver a instaurar el ED o para las dos cosas? —sonrío de nueva cuenta con mi sonrisa normal, medio maternal, tierna. Siempre he tenido ese carácter y lo cierto es que me ha ayudado a acercarme a la gente en muchas ocaciones—. De todos modos, se siente bien estar aquí —prosigo, hacia nadie en particular—. En familia.

O al menos así lo siento yo. Como en casa. Como en la única familia que nos queda a muchos. Entre amigos. Porque en la guerra se forjan lazos que son difíciles de olvidar. Al menos, en nuestro caso.

‘Shhh... un momento más’. Se decía a si misma, el cuerpo temblando, el corazón acelerado.

Era un día más, un día más de colegio, Ronald quizá tenía razón, podría ser grande fuera, pero por alguna razón había elegido torturarse allí dentro, había decidido ser esto, una sombra de lo que podría haber sido, dejando morir el potencial por aferrarse un poco más a la idea fallida de normalidad que le perseguía desde hacía años... 7 años para ser exactos. Nada era normal, y la nueva paz hacía que todo el pasado regresara a ella.

No solía tener esta clase de episodios descontrolados, su corazón acelerado mientras buscaba con hechizos que hacían más mal que bien borrar esa cicatriz cruenta que le marcaba como Sangre Sucia, tanto sudor, tanta sangre y esa palabra no desaparecía, era como si estuviera grabada en sus huesos y ningún experimento que hiciera lograba deshacerla.

Tristemente como muchos sabían, Hermione Jane Granger era una mujer testaruda, extremadamente testaruda y por de más autodidacta e independiente... lo cual sabía que en realidad era solo una forma de decir estúpida y poco sociable. Era tímida, no le gustaba hablar sobre si misma y por lo general sus amigos se enteraban de sus cosas cuando ya era en extremo tarde, como en este momento que tras hablar con Luna había regresado a su habitación individual, el galeón en su mano mientras calentaba el cuchillo imbuido en ni se acordaba que pero que lo compró a una vieja bruja en Hogsmeade para tratar de cortar abierta la cicatriz para desangrar el maleficio de la hoja del anterior cuchillo.

Fue cuando había abierto la ultima D de Mudblood que se preguntó sinceramente donde había ido a parar la suave y racional hija de muggles. Hermione Jane Granger jamás recurriría a algo tan extremo como esto... o eso quiso hacerse creer, borrando de la memoria la vez que envió a Umbridge con los Centauros... o la vez que ayudó a rescatar a Sirius en el lomo de Buckbeak... de hecho, si hacía memoria realmente no sonaba muy racional ni para si misma...

El galeón se calentó bajo sus dedos, debiendo tomar las bendas que había preparado rápido para evitar sangrar, envolviendo el brazo con fuerza antes de salir corriendo a toda velocidad, si llegaba muy tarde sería notorio ya que ella misma fue la que le dijo a Luna de reunirse todos, algo en contra de su instinto. Se cubrió con un sweeter, no deseaba que creyeran que de repente se volvió suicida, cosa que estaba muy lejos de la realidad.

Y así fue como llegó, la puerta aun no había desaparecido del último que entró, de hecho, quizá por eso es que dio dos pasos y chocó con una espalda fuerte, masculina aunque no muy ancha y debió apartarse con una expresión de dolor al su nariz sufrir el impacto solo para notar finalmente que la puerta se cerraba con un golpe al haberla soltado.

"¡Hagui!" Exclamó aun sosteniendose la nariz, los ojos abriéndose de par en par ante tamaña sorpresa, soltandola antes de agregar. "Ron me dijo que no vendrías... no me digas que también te castigaron en la academia." Lo último lo dijo en tono bajo para que solo él lo escuchara con el ceño fruncido, aun sin caer en el resto de los presentes.

El pelirrojo se detuvo dos, tres veces sobre sus pasos, retrocediendo y volviendo a encaminarse hacia aquella habitación que había sido el refugio de todos ellos durante el quinto año. Dos ideas se debatían demasiado firme en su cabeza: el viejo equipo todos reunidos, y esta vez él tendría la oportunidad de demostrar lo poco que había aprendido en aquellos meses, pero lo mucho que también había aprendido en esos siete años.

Por otro lado... Fred y George no estarían alli. Aún cuando sabía, estaba seguro, que el gemelo sobreviviente tenía aún ambos galeones en su poder, y que estaría pensando lo mismo que él. ¿Aparecer unos minutos por Hogwarts? Y la sonrisa de Fred volvía a dibujarse en su mente. Mierda.

Sin darse cuenta, había llegado hasta la entrada del salón, y su mirada estaba fija en la pared aparentemente sólida. Terminó sacudiendo la cabeza. ¡Coño, tío! No lo vas a revivir pensando en él. El ED había representado mucho para ellos, demasiado. Y aún si fuera sólo por conservar la tradición, debía ser parte de ello, junto a Harry y Hermione. Con un último asentimiento, dio los pasos pertinentes para abrir el cuarto de menesteres. Y descubrir que se había llenado rápido. -Hey. ¿Que tal?- Saludó con media sonrisa, reconociéndolos a todos como si no hubiera pasado el tiempo desde la última vez que estuvieron allí.

Observo a todos entrar de a poco. Rostros conocidos, recuerdos familiares... y dolorosos... De una época donde pensábamos que solamente eramos unos críos en contra de las reglas. Pero no puedo evitar sorprenderme al ver a Harry allí. Él era la ultima persona que me hubiese imaginado llegar. Automáticamente detrás de el llegan Hermione y Ron ¿Casualidad? Tal vez... Me sonrío levemente.

-Bueno... al parecer podemos estar todos lejos pero cuando el Galeon llama todos acudimos... Me alegro de verlos nuevamente Harry y Ron...-

Me pongo de pie lentamente, recorriendo con la vista a los presentes. Era bueno volvernos a juntar después de todo lo que había pasado. Opinaba igual que Susan. Era bueno volver a estar en familia...

Hasta ahora las cosas van mejor de lo que pensé que serían. Al menos nadie se ha lanzado sobre mí, varita en mano, con la idea de tomar venganza. Es más de lo que pensé que tendría. Reconozco a la mayoría, incluso a Susan, quien se ve mejor que nunca. Según me dijo Kingsley, ella ahora es profesora. Me alegro de ello, siempre se necesita sangre nueva que ayude a educar a las siguientes generaciones. Yo tuve muy buenos profesores y aprendí mucho de ellos, incluso fuera de clase.

Saludo a Susan con una sonrisa y al resto también, intentando que mis comisuras no flaqueen cuando veo al pequeño de los Creevey. Quizá muchos opinen que no fue mi culpa, pero yo no dejo de sentirme como si lo fuera. Incluso a él le dedico una sonrisa mientras doy el primer paso para ir a sentarme al lado de Luna pero alguien choca contra mi espalda. Doy un traspié y me giro para ver si la persona detrás de mí está bien. Sonrío ampliamente al darme cuenta de que es Hermione. Hace tres meses que no la veo, básicamente desde que comencé con mi entrenamiento como auror, además, tuvimos menos tiempo cuando ella volvió a Hogwarts. Me acerco a ella, y a pesar de que parece que le he golpeado la nariz, le doy un fuerte abrazo. Me alegra mucho verla, lo que me recuerda que aún debemos charlar de ciertos temas. Entonces aparece mi amigo, lo cual me hace sonreír aún más. Me aparto de Hermione, porque cierta escena en un bosque aún no se borra completamente de mi mente.

- No me castigaron ni nada parecido- aclaro- Mañana es mi día libre en la academia y quise venir a saludarlos a todos- saludo a Solaranielle con un movimiento de cabeza, preguntándome a qué se debe esta reunión. Sea como sea hay una cosa que tengo bien clara, Susan tiene razón, estamos en familia.

Harry. Ron. Hermione. Esbozo una media sonrisa, lo único que le queda a mis labios cuando veo que sus caras se iluminan al encontrarse, casi por casualidad, en aquel lugar. Susan, la de las trenzas, dice que se siente como en familia aquel lugar. Quizá sí. Pero también están los recuerdos y, como le dije a la chica nueva hace unos días, los recuerdos duelen. Aun me quedan las marcas en los nudillos cuando me los dejé en la piedra y, si cierro los ojos, casi puedo ver a Colin a mi lado, en cabeza de puerco, diciéndome lo genial que es Harry Potter.

Me quedó mirándolo y me doy cuenta de, por un momento, la comisura de sus labios parece temblar. Pero quizá es un espejismo, una ilusión, porque sonríe igualmente al verme. Me gustaría poder sonreírle de vuelta, pero sé que mi sonrisa se quedó enterrada junto con Colin, en un féretro pequeñito, justo encima de mis padres. No me queda más que aceptar que estoy irremediablemente solo y que verlos allí a todos sonreír me provoca un ligero desasosiego. Porque no puedo hacerlo. Porque, puedo parecer el mismo, pero en el fondo resulta que soy un Dennis mucho más ácido y mucho más desconfiado. Un Dennis Creevey que no tiene nada en el mundo.

Y, sinceramente, apesta.

Porque puedo “estar en familia”, pero siempre me va a faltar algo. Colin.

—Quizá —digo con voz medio baja, sin saber si alguien me va a oír— no estaría mal hacer algo por los que ya no están.

Colin. Lavender. Uno de los gemelos. No sé quien más. No me importa. Con Colin tengo suficiente para que la herida que tengo dentro de mí siga pudriéndose, infectándose y doliendo. Sobre todo doliendo.

Los brazos de la castaña rodearon a su casi hermano, apretándolo contra el menudo cuerpo y sintiendo el escozor de la nueva herida que se había causado en un intento de sanar nuevamente, suspirando contenta al sentir ese olor a cera de escoba que le era tan familiar.

Estaba allí, realmente estaba Harry entre sus brazos, las ganas de gritar de alegría por una vez siendo ahogada en una lágrima rebelde y una sonrisa secreta que solo compartía con él habitualmente. Era lo normal, era lo correcto, era su familia, la única familia que le quedaba aunque no corriera su sangre pos las venas.

"Dios, Harry, que bueno verte, no seas extraño." Susurró sosteniendole aun con fuerza antes de que este se separara al escuchar otra voz. Esa voz que también reconoció, en este entorno familiar fue bienvenida y amada al mismo tiempo, acelerando su pulso al sentir como Harry se separaba para ir a por su otro amigo. Quizá nadie entendiera el porque se emocionaba tanto, tratando de no llorar pero apenas conteniendo las lágrimas mientras observaba todo. Realmente... realmente sus dos chicos estaban allí. Si tan solo Ginny pudiera pronto llegar tras su tiempo en la enfermería estaba segura que todo estaría bien... si, todo estaría bien.

Se apartó un poco de ellos, abrazando a Solar y saludando a todos, uno por uno, un beso en la mejilla, un apretón, una palmada, no había en quien no se detuviera puntualmente, el beso en la mejilla y el abrazo a Dennis siendo especialmente fuerte, no importaba lo que hiciera, el chico era la viva imagen de Colin y a pesar de que a veces el otro chico era algo molesto con su cámara de fotos por todos lados, sacando fotos de los momentos más incómodos como esa vez que los gemelos lograron hacerle una broma y acabó con el cabello rojo Weasley por un día, Colin era... simplemente él mismo, no había forma de describirlo con exactitud, adoraba al otro chico solo un año debajo de ellos, su cuerpo inerte estaría gravado en sus retinas por siempre.

Tras un momento, observó alrededor, realmente observando a todos los presentes antes de por primera vez tomar mando, buscando una tarima a un lado, escuchando la voz de Colin en el fondo, recordando este mismo lugar.

Silenció, un gimoteo escapando de sus labios a pesar de que resistía aun las lágrimas. Los observó a todos, sonriendo a pesar de la confusión de las emociones en su interior, a pesar de todo, había dudado porque creía que no estarían sus amigos para ver esto, pero aquí estaban, Luna tenía razón, quizá era algo necesario, recordaba como se había formado y sabía que era necesario, era la esperanza, una luz al final del tunel para algunos.

"Ya hemos superado la etapa en que sólo podíamos aprender cosas en los libros. Necesitamos un profesor, un profesor de verdad que nos enseñe a usar los hechizos y nos corrija si los hacemos mal."

Así que observó las paredes planas, tratando de no llorar antes de tiempo cuando alzó la varita, la misma varita que día a día corrompía su alma, que en algún momento había servido a una de las brujas más oscuras del último siglo, un susurro escapando de sus labios.

"Vera Spectrum" En lo alto de la sala un rivete comenzó a tomar forma, emblemas con los rostros de los caídos adornaban la nueva sala de entrenamiento, imagenes salidas de su memoria, Fred riendo, Colin con su cámara, Remus dando clase, Nimphadora cambiando su rostro para entretener a Ginny, Lavender maquillandose en la mañana, la fotografía de los Potter bailando en la nieve, el profesor Snape impartiendo clase, el primer discurso que habían escuchado del director Albus Dumbledore. Realmente las memorias eran interminables y solo eran unas cuantas que guardaba con recelo.

"Nos hemos reunido aquí con el fin de aprender defensa... pero es cierto, no debemos olvidar a los que faltan." Explicó atragantándose y ya sin poder hablar más, mirando a Harry significativamente... no podía hacer esto, este no era su puesto, él era el que más sabía, ella era solo... solo.

Esperó los comentarios y las críticas, realmente no podía hablar, se le había cerrado la garganta al ver y darse cuenta cuantas fotos había... ¿realmente eran tantos los muertos?

"-Alan, tienes que quedarte con esto
-¿Pero qué es? ¿Un Galleon?
-Es falso, sirve para pasar mensajes entre el Ejército de Dumb...
-¡Basta Seamus! Si sigues con eso del ejército te van a terminar matando, ¡No eres alastor del ministerio para meterte en esas cosas!
-¡No seas estúpido! ¿No ves que se va todo al garete? Los únicos que podemos hacer la diferencia somos nosotros.
-No me uniré al estúpido ejército Seamus.
-No te iba a pedir eso, simplemente quédatelo, si necesitas saber donde estoy ya tienes una manera, ¡Y más te vale que cuides a mamá y a los demás!
-Eso ni se dice, por supuesto que voy a cuidarlos, tu solamente preocúpate por que no te maten maldito loco estúpido."

Eso había sido hace unos meses atrás, y mucho había pasado, y mucho dentro de Alan también, había vuelto en el último momento, buscando una oportunidad de redención y esperando que todo fuera aunque sea un poco mejor de lo que había imaginado, aún que como ya se sabe, el resultado final de la última batalla de Hogwarts había sido peor de lo que se podía imaginar.

Y ahora estaba ahí, en frente de la Sala de Menesteres y sabía que cuando cruzara sería un extraño, no un enemigo, o alguien detestable, pero no podría mirar a Harry Potter con la misma cara que lo harían todos, ni tampoco podría mirar al chico Creevy sabiendo que quizá, si llegaba un par de días antes, solamente quizá, su hermano estaría vivo.

Pero ahí estaba, y como Luna había dicho hace algunos días atrás, las blancas habían ganado y era tiempo de devolverle el color a las piezas, quizá era eso lo que él tendría que hacer.

....aula de defensa, aula de defensa, aula de defensa y....... ahí estaban, todos "Nos hemos reunido aquí con el fin de aprender defensa... pero es cierto, ano debemos olvidar a los que faltan."

Hola a todos, siento llegar tarde-Podría haber dicho buenas, pero dado que varias caras fúnebres ocupaban espacio de la sala, supuso que no era un lugar para "buenas"

Observo la reacción de Hermione y me sonrío levemente cuando me abraza. Sabia que sus dos amigos eran dos faros para ella en este momento difícil y eso era importante, siempre tener donde aferrarse cuando uno estaba mal.

Y entonces hizo un homenaje a los caídos en la batalla. Mis ojos se llenaron de lagrimas al verlos. Ver a Remus, mi maestro, amigo y mentor quien me había enseñado tantas cosas. A Dumbledore con su sabiduría y carisma. A Tonks divirtiendo a los demás. A Colin que intentaba inmortalizar todos los momentos con su cámara. Me estremecí al ver a Lavender... recordar su cuerpo atacado por Él hacia que todo el calor de mi cuerpo desapareciera. Snape... Recordaba su expresión en clase y su sabiduría... extrañaba todo eso. Y Fred... realmente extrañaba su risa y sus bromas, la calidez que ambos desprendían cuando estaban juntos y ahora su luz se había apagado para siempre.

Las lagrimas caían por mis mejillas de manera silenciosa al verlos. Me dolía el pecho con aquellas imágenes. Aquellos recuerdos agridulces de las personas que amamos y que ahora no estaban pero que nunca iban a irse realmente.

"-La muerte no es mas que el paso previo a la siguiente gran aventura de la vida...-"

Recordaba esa frase que me había dicho mi madre tiempo atrás y esperaba que donde quisiera que estuviesen ellos tuviesen su merecido y sus recompensas por todas las cosas buenas que habían hecho en vida.

Saludó a Harry con unas palmadas, y se encontró saludando a todos como viejos tiempos, como una reunión de viejos amigos que no se veían en años. De alguna forma, las palabras de Dennis resultaron ser el deseo escondido de todos ellos, y un nudo se le formó en la garganta al ver aquellas imágenes, de todos los que habían caído, defendiendo aquello en lo que creían.

Tardó más de dos segundosen apartar la mirada de la imagen de su hermano, que pasó pronto a Colin. Dennis también había perdido a su hermano mayor, además de a su familia. Hizo un pequeño asentimiento hacia él, reconociendo su valor ante toda aquella prueba que se estaba convirtiendo el ser sobrevivientes.

Sintió la voz de Hermione romperse, y se colocó a su lado, pasando un brazo sobre sus hombros para confortarla. Su mirada también se dirigió hacia Harry, a la espera de sus palabras.

Se hizo un nudo en mi garganta al reconocer a mi tía Amelia entre las fotos que aparecían. Yo aun tenía una en mi nuevo despacho, en la que sonreía y saludaba a la cámara. «Aun no término de despedirme de ti», pensé, mirando la fotografía. Ya había pasando casi un año, pero la herida seguía muy reciente dentro de mí. Le sonreí a Dennis, intentando mostrarle mi apoyo, pero, de lejos, me pareció que estaba perdido entre las fotografías. Sobre todo aquellas en las que, de lejos, se adivinaba una ligera huella de Colin.

—Llega un momento en el que tenemos que decir adiós... —digo, casi para mí.

Veo como todos se conmueven, pero sé que es un nuevo día y que el sol, aunque se ha tardado, ha salido al fin y nos está iluminando a todos. Hay esperanza porque ya no hay guerra, y no habrá más muertos nunca más. O eso espero.

—Al final, entre todos hemos hecho de este, un mundo mejor para aquellos que vendrán después.

-Orchideus.- Murmuro en voz suave haciendo una floritura con mi varita, y un ramillete de flores aparece frente a cada una de las imágenes. Las miro una a una con ojos melancólicos. No parecen que se hayan ido, casi puedo escucharlos aún, incluso el "click" de la cámara de Colin, las risas de los gemelos, la voz de Lavender...

Las miradas pasan de un lado a otro, reconociéndonos entre nosotros, unidos por las experiencias que vivimos juntos entre estas paredes y delante de sus muros. Algunos recaen en Harry, como si esperaran que fuera el quien iniciara esta reunión. Igual que la primera vez. Parpadeo, antes de carraspear.

-Es agradable verlos a todos de nuevo, reunidos aquí.- Comienzo. -Hay incluso algunas agradables sorpresas inesperadas.- Miro a Harry con una sonrisa. -Me siento orgullosa de poder llamarlos a todos mis amigos.-

Mantengo un minuto de silencio. -Comienzan las clases, algunos deben realizar sus TIMOS, y muchos otros enfrentaremos este año nuestras EXTASIS. Jamás aprendí tanto en una clase como fueron en nuestras sesiones semanales de la Armada, por eso pedí a Hermione que pudiéramos continuar con ellas, y así compartir juntos, recordarnos experiencias. También pienso, ya que no somos un grupo secreto, podamos invitar a otros a unirse. No sólo a los nuevos...- Inclino un poco mi cabeza. -Sé que entre los Slytherins hay pocos que puedan ser redimidos, pero muchos han cambiado luego de los últimos sucesos, han visto la verdadera cara de la guerra y conocido su puesto en el mundo. Pienso que deberíamos darle una oportunidad.-

Alan se quedó callado mientras todos hacían su necesario desahogo de penas con las imágenes de los caídos entre las cuales no figuraban muchos conocidos del chico. Era obvio que se sentía triste viendo todas esas caras que ya no volvería a encontrar entre pasillos, pero lejos estaba del resto, como había predicho, estaba lejos.

Levantó la cabeza cuando Luna mencionó a los nuevos y finalmente a los Slytherin, si bien el no era una voz dentro del ED, no le entusiasmaba la idea de compartir el espacio con las serpientes, pero Luna era tan inocente y pura a veces que parecía inútil tratar de hacerle entrar la opinión de una persona normal y rencorosa.

Hermione lanza el hechizo y al minuto siguiente veo a todos perdidos en las imágenes de todos los que murieron. A algunos no los reconozco del todo, pero allí aparece desde mi primer profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Moody, hasta Colin. De hecho, reconozco una foto de Lavender sonriendo junto a Parvati que Colin tomó y eso hace que casi no pueda contener las lágrimas. Sé reconocer sus fotos porque son tan espontáneas que nada parece forzado, tienen su firma, esa esencia tan especial. Él sale en unas cuantas de las fotos y me hace sonreír, recuerdo casi todos esos momentos a su lado y todos fueron felices. Sin embargo, irremediablemente, siempre recuerdo que no habrá más. Yo no digo nada, como Susan, ni conjuro algunas flores, como Luna. Simplemente me quedó allí, mirando a Colin, preguntándome, como cada que tengo oportunidad, por qué murió.

—Te extraño, Colin —murmuro para mí, sin dejar que nadie más me oiga. Ya bastante tengo con que me traten como si fuera una bomba a punto de explotar.

En algún momento en encantamiento se rompe y dejo de prestar atención a las fotografías porque Luna empieza a hablar y sugiere incluir Slytherins en el ED. ¿Está loca? La primera vez ellos nos atraparon. Aunque quizá no todos sean malas ideas… pero, de solo pensar en estar en la misma habitación que Malfoy me dan arcadas. Él fue quien metió a los Mortífagos la primera vez a Hogwarts. Sé que los estoy prejuzgando, y quizá podría aceptar a algunos.

Pero a Malfoy nunca. Él tiene una pequeña parte de la culpa por lo de Colin. Si él no hubiera metido a los mortífagos en Hogwarts esa primera vez, quizá las cosas podrían haber sido diferentes.

Sabiendo que probablemente Harry no podría hablar en este momento entre las emociones de regresar aquí y el desconcierto ante los nuevos, los viejos, las ideas de Luna, las luchas internas y principalmente... los muertos. Tantos habían sido, que casi cuando se giró para dar la espalda a los cuadros dolió, como si estos le observaran acusadores desde lo alto, como si ella hubiera fallado... tan concentrada en mantenerse con vida que no había podido mantener con vida al resto...

"Lo que dice Luna es cierto. Y no quiero que nos rodeemos de hipocresía, ¿cuantos deseamos correr o escondernos? Hace poco ni habíamos pensado en aliarnos con los Slytherin, si hubieramos tenido la ayuda de ellos hubieramos tenido quizá mucha mejor suerte que la que tuvimos. He estado allí y vi el terror de varios de ellos atrapados por sus propios padres en las ideas de un lunático -Sin ofender, Luna.- Quizá es hora de que comencemos a quebrar eso que ellos nos hicieron creer, que solo podemos ser enemigos por las decisiones que tomó un hombre hace cientos de años." Habló tratando de convencerlos, apretando suavemente la mano de Ron... sabía que en este momento no diría nada pero probablemente expresaría su descontento cuando estuvieran a solas.

"No digo abrirles las puertas de la sala de menesteres, probablemente si MacGonagall nos da permiso podremos usar otro lugar, un salón grande o el patio de transfiguraciones para poder practicar. Debemos preparar a los más chicos para sus TIMOs y los más grandes estamos aquí para rendir los ÉXTASIS, especialmente los que regresamos, quizá esta es una oportunidad para hacer las cosas diferentes."

Dicen que hay que conocer su historia para que esta no se repita.... Lo cierto es que, justo ahora, historia conocida y no, siento como si las cosas se repitieran una y otra vez. Casi espero que los gemelos Weasley entren por la puerta y me digan que han hechizado a Flich con la comida, o que Cho aparezca con esa amiga cuyo nombre prefiero olvidar. El estomago se me contrae y comienzo a pensar a quien debo darle la comida que Kreacher me preparó, dudo que me entre en la boca aunque sea.

Estas son sólo las caras de los que quedamos, y es bueno verlos, pero siendo sincero, siempre faltará el resto. Me siento extraño, ajeno. Como si todos ellos merecieran estar aquí y yo no. Es algo parecido a lo que experimenté con la muerte de Ojoloco, el único problema es que ahora no tengo whisky de fuego. Luna me mira y dice que todos somos sus amigos. Un monstruo enorme se revuelve dentro de mí. Quizá ella piense de esa manera, pero estoy seguro que muchos de los aquí presentes no piensan lo mismo de mí. Aún así no bajo la cabeza, porque sé que, al menos en un sentido estricto de la palabra, sus muertes no fueron mi culpa. Todos, sin excepción, tuvieron la opción de irse. Compongo una sonrisa para Luna y Hermione, principalmente, porque sé que Ron está conmigo siempre, incluso cuando dice que no lo está. Hace mucho que ese pelirrojo ha dejado de ser mi amigo para convertirse en mi hermano.

Escucho lo que Luna y Hermione dicen y estoy seguro que tienen razón, mucha. Sin embargo, algo dentro de mí no me deja asimilarlo por completo. Muchos Slytherin nos perjudicaron dentro y fuera de la escuela. Muchas de las cosas malas que ocurrieron en el mundo mágico comenzaron a generarse ahí, esa fue su cuna. Y si bien todo fue culpa de los desvaríos de Voldemort, no significa que muchos de ellos, queriendo o no dejarse influenciar por sus otros amigos Slytherins, terminaron por tragarse las palabras de Tom y seguir a pies juntillas su empresa. Pero a mí no me toca decir nada porque yo no estaré este año en Hogwarts. Si me lo permiten puedo venir a ayudar con las clases del Ejército, pero debo continuar con mi preparación como auror. La única pregunta que me hago es cómo se supone que soportaré más días como estos si a duras penas puedo mantenerme tranquilo para no salir corriendo ante sus miradas que, si no lo son, a mí siempre me parecerán de reproche.

Alan sigue callado, y con cada palabra de Luna o Hermione se siente todavía más extraño en aquel grupo que había vivido muchas penurias juntos, mira uno a uno los cuadros, evidentemente triste, pero sin poder realmente llorar o sentir algo más que pena por los que ahora si estaban en el salón y habían perdido a su familia y amigos. Para Alan los mellizos Weasley, Colin, y muchas otras caras desconocidas no le reportaban más que el usual respeto por los muertos, y eso le angustiaba más que la muerte de los mismos.

Hermione volvió a mencionar a los Slytherin, pero por más palabras que se agregaran al asunto él no podía evitar pensar que era mala idea. ¿No habían sido ellos los que formaban la Brigada Inquisitorial? ¿No era Slughorn y sus alumnos los que habían dudado de defender el colegio? ¿Entonces qué le debían a los Slytherin para darles otra oportunidad? El chico no podía entenderlo.

Bajó la mirada y se enfocó en Potter que permanecía extrañamente callado para lo que Alan consideraba un "líder" dentro de todo ese movimiento. Quizás no era realmente un líder, y solo estaba en el centro de los acontecimientos por ventura del destino, pero no podía asegurarlo. ¿Qué pensaría Potter de la idea de los Slyrherin? ¿No se había odiado él a muerte con Draco Malfoy todos esos años?

Darles oportunidades a los Slytherins. No era mala idea, sobre todo para aquellos que no habían pintado nada en todas las malas ideas que habían destruido Hogwarts. No me apetecía tener a Malfoy allí, pero otros... Bueno, no estaría mal para cambiar un poquito la mentalidad del cerrado grupo que formaban. Muy pocos se relacionaban abiertamente con la gente de otras casas precisamente porque había demasiados prejuicios -muchos bastante justificados, sólo había que ver a Malfoy... y a Parkinson que saltaba detrás de él-, aunque a la mejor...

-Quizá debamos darles una oportunidad a algunos... -puntualicé muy bien la palabra "algunos", que no quería decir "vamos a dejar a entrar a todo el que pida-. ¿Cómo pretendemos que cambien de mentalidad si no les damos ni siquiera una oportunidad? Además, dudo que adolescentes sean psicópatas en potencia a esta edad... Si los seguimos relegando al papel de los malos de la historia van a acabar por creérselo y eso no es bueno para nadie.

Asintió, observando miradas pensativas y reservadas ante la idea de tener Slytherins entre sus filas, pero lo cierto es que lo que decía Susan era cierto y remendar esa brecha que los separaba era el objetivo principal de ellos como personas. Necesitaban ayudar, hacer algo porque esto no se repita constantemente que era lo que hacía Hogwarts. Entre los prejuicios que no solo sufrían los alumnos sino que también los profesores, autoridades y todos los que rodeaban al alumnado los habían predispuesto a pensar que todos los Slytherins eran malos y todos los Gryffindor buenos.

"Susan, ¿puedes pedir permiso para usar el Patio de Transfiguración? Prefiero que si vamos a tener a los Slytherin no sea en ‘nuestro lugar’, este es el lugar donde nosotros aprendimos simplemente no se sentiría correcto traerlos aquí donde conmemoramos a nuestros amigos. Si alguno tiene conocidos de Slytherin que crean puedan... encajar, pueden invitarles. De momento creo que es hora de practicar un poco de defensa. Ron, ¿que hechizos habías pensado para el primer día de escuela? ¿Escudos?" Preguntó a su pelirrojo favorito que se encontraba a su lado para saber por donde empezar esto.