Buscando un lugar (Luna)

La veo rechazar mi mano. Hum, no le gusta el contacto con otros, ¿por qué será? ¡Oh, quizás tenga una piel delicada y el contacto físico le haga daño! Y por eso es que se mueve así, como si pensara cada paso que va a dar por miedo a hacerse daño. Eso si es curioso... Espero que Madame Pomfrey pueda asistirla en ese sentido.

-¿Engañarte?- De nuevo parpadeo varias veces. -No tengo razones para engañar o mentir. Creo que es una de las razones por la cual la gente me mira como si estuviera algo loca. Y huye de mi para no sentirse incómodos.-

Guardo mis manos en los bolsillos, andando hacia el castillo. -Pues porque no está bien hechizar a otra persona. A veces resulta inevitable, con los muggles, para que no sepan de la magia e intenten cazarnos, pero aún así es mejor intentar no hacer magia frente a ellos y así evitar tener que hacerlo. Y hay muchos magos que lo hacen sólo por maldad, por demostrar su poder sobre otros. Eso está mal. Nadie debe tener el poder sobre otro ser humano, igual que a las criaturas mágicas, hay que respetarnos. Los mortífagos no respetaban. Obligaron a muchos a obedecer, controlando sus mentes o haciéndoles sufrir tanto dolor que había que obedecer. Incluso en la muerte, sin respeto a los cuerpos caídos.- No puedo evitar que mi voz se torne algo más seria, aunque lo digo con la misma naturalidad con la que contaría como los Torposolos zumbaban en tu oído para confundirte.

Yo camino llevada por ella cuando se dirige al castillo, aun me sentía retumbar un poco por la caída cuando me movía, como si aun sintiese algo del golpe empujando mi columna; sujetándome una mano con la otra en mi falda como antes, solo que esta vez sobre mi túnica en vez de bajo esta. Aun no me lo quitaba todo, sentía como estaba estrujada debajo de mi piel, tensada como si aun me fuesen a hechizar como allá y es que se sentía, se sentía como mi cuerpo no quería; lo mucho que aun no quería por mucho tiempo que lo allá sentido.

Me responde... Me dice que ella no engaña, me hace algo, me da algo y de pronto quiero escucharla, como quien se mantiene a cierta precavida a distancia, pero que igual quería seguir escuchándola y lo hago; dirigiendo mi mirada hacia otro lado lo hago, lo hago hasta ¡Que lo siento!... Hasta que maldición... lo siento todo un instante en mi piel cuando lo dice, mortifagos, obligar a obedecer, dolor... obligar a obedecer, estar ahí.. y estar ahí.

Detente, ¿Te puedes detener?...

No me doy cuenta y estoy aferrada a mis hombros, bajo mi cabeza apretándome un poco y de una repentina zancada me adelanto; dejándola un poco atrás para que no viera lo que me pasaba, para que no lo viera...

-Seguro.- Me detengo al escucharla con curiosidad, y la veo avanzar unos pasos más lejos de mi.

Hum... quizás no se refería a que me detuviera de caminar. Retomo mis pasos hasta darle alcance, pero nuevamente respeto su espacio, y me aseguro de no tocarla. -De acuerdo, me detendré. Sé que no es un tema agradable.- Me encojo un poco de hombros. No, hablar de eso no es agradable, ni recordar lo que eran capaces. Comparadas con otros, mis heridas no son visibles...

-¿Sabes? Hay muchos otros sitios en el castillo que son también agradables y silenciosos. Y si lo que no te gusta es estar rodeada de pareces, está el invernadero. O el Lago. ¡Oh! ¿No has visto aún tu primera clase de Astronomía? La torre es preciosa, y desde allí puedes ver todas las estrellas, incluso planetas...-

Dice que se va a detener, me sigue pero dice que se va a detener; y aunque me estrujo entera por recordarlo eso resulta que esta mejor, esta aunque sea un poco mejor; haciéndome soltar un poco el apretón en mis hombros y permitiéndome respirar un poco mas mientras siento de pronto lo húmedo que estaba mi cuerpo.

No, no era un tema agradable; simplemente volver a saber que había pasado me hacía sentirlo todo, sentir de nuevo sus torturas en mi piel, su abuso sobre esta muñeca movida; imaginarlo y volverlo a vivir en esa sucia obscuridad que nunca acabo, que nunca acabo. De eso era de lo que escapaba cuando salí del castillo y es que ya no quería mas, allá adentro cualquier momento, cualquier distracción de mi mente me llevaba de vuelta allá, devuelta allá a sus manos...

No, no sé qué es lo que es... Ya nos encontramos a poco del castillo. Pero no importa, ya estoy mejor... Ya estoy mejor. Acabo respondiendo como llevada de nuevo, y es que no podía evitarlo; a veces no quería pero no podía evitarlo.... había pasado tanto tiempo solo con palabras así, sin poder decir nada que fuera escuchado realmente.

Por un momento casi pregunto "¿Segura?", pero desde el primer instante que la conocí ha parecido esquiva. Sólo en estos últimos momentos ha comenzado a tener más confianza, o al menos eso me ha parecido, al hacerme preguntas en vez de intentar evitarme.

-Pues te ves mejor. Aún así iremos a la enfermería.- Le digo divertida, andando junto a ella. -A veces no nos gusta reconocer cuando estamos mal. Algunos lo hacen por orgullo, otros por miedo. Pero inevitablemente, hay un momento en que debemos admitirlo si queremos mejorar, si queremos sanar.-

Pocos saben lo que sucedió mientras estuve "prisionera". No lo preguntan, la verdad. Creo que es mejor así. No tienen que saber las cosas que Draco vio por obligación, a nadie tengo que atormentar con el recuerdo de mis gritos... -Eventualmente, todo se cura. Pero no puedes hacerlo sola.-

Me encojo de hombros cuando dice que aun iremos a la enfermería, si me lo pedía simplemente lo iba a hacer; pero verla moviéndose tanto al menos me lleva a eso, a encoger mis hombros. Yo, no se… Y es que no importa. No importa, no importa como yo este pues ustedes, los otros simplemente pueden hacer lo que quieran.

Eran palabras tristes, palabras que dolían y que apenas entendía; pero que más podía decirle. Si, estaba mal, apenas dormía unas cuantas horas en las noches, sufría en los pasillos por solo verme dejada, sentía a diario lo que me habían hecho, añoraba las vidas de otros por no haberlo sufrido y aun así me sentía incapaz de hablar; simplemente no podía contarlo sin que fuese como vomitar mis propias entrañas y es que era eso; decir que no importaba, obedecer como siempre había hecho la muñeca era más fácil que flagelarme diciéndolo; era triste, pero al menos me desgarraba menos; y es que solo una... solo una vez se lo había vertido a alguien.

¿El lugar donde me llevas? ¿Cómo es? Pregunto deteniéndome un poco cuando veo al castillo estar un poco más cerca, tal vez queriendo quitar esa conversación de lo que dañaba o sanaba de mi mente; o viéndome amedrentada por la idea de volver a esos pasillos de angustia nuevamente.

-¿"Como ustedes"?- Pregunto, esta vez verdaderamente intrigada. -¿A quienes te refieres? Tú también puedes hacer lo que quieras... ¿No? Oh, ¿eres una squib?-

Eso explicaría porqué no lleva varita, pero ¿no tiene que ser maga para poder entrar a Hogwarts? -Bueno, el lugar al que vamos juntas...- Hago énfasis en las últimas dos palabras, para darle a entender que no estaba obligándola a ir. -...es una sala muy amplia, con grandes ventanales y lleno de cortinas de color verde; con muchas camas,y llena de cuadros relacionados con la medicina, con enfermeras y curanderas que visitan entre los cuadros para revisar a los pacientes. Y está madame Pomfrey. Te agradará, es una señora algo dura pero muy maternal y cuidadosa.-

No, no creo que sea eso; tampoco sé lo que es. Y ustedes... ustedes solo son ustedes. Respondo con una voz que realmente parece no llevar ninguna emoción o si lo hace, es algo tan insignificante que es como si no existiera. Y es que no podía decir más, no entendería, ella no entendería lo que tenía que pasar una muñeca como yo; además de que no tenia porque hacerlo.

Si tiene ventanas grandes tal vez no sea malo, pues no hago las cosas tan bien cuando no sé si es de día o de noche. Y es que en realidad si había luz era mejor, pues eran los lugares obscuros, esos en los cuales no se puede diferenciar el día de la noche los que de apoco me hacían sentir... abusada, como si fueran la habitación sin luz desde la cual ellos me impregnaban con todo lo suyo.

El castillo estaba más cerca y eso me hace pararme un poco; solo un poco como para quedar algo detrás de ella, como un instinto de la muñeca que se siente mas cómoda siguiendo a quien la lleva que arriesgándose a que esa persona la descubra, siendo ese énfasis en que íbamos juntas algo que me choca lo suficiente como para querer apagarlo.

Sus palabras resulta curiosas, a la vez que extrañas. "No hago las cosas tan bien..."

-¿Por cuanto tiempo...?- Dudo un segundo, a la vez que me detengo para mirarla mejor. Podía estar equivocada. -Niniel, ¿estuviste mucho tiempo entre paredes? ¿Sin saber si era de día o de noche?-

Creo que comienzo a entrever lo que ha sucedido. Alguien ha tenido atrapada a esa niña, que parece haber perdido su voluntad. Y ahora, se encontraba como un títere sin cuerdas, sin vida. Al momento desvío la mirada, no quiero incomodarla. -Es horrible, ¿cierto? No estar segura de las horas que pasan, si la luz que entra por los pequeños barrotes es de sol o de luna. Y esperando, esperando a que la puerta se abra en cualquier momento. Saber que no puedes escapar.-

¿Por cuanto tiempo...?

Por un momento no entiendo, ¿Por cuanto tiempo que?; y ademas ella se queda a mirarme ahi como si de pronto me estuviese estudiando ¿¡O algo!?....

La escucho, la miro y la escucho; pero de pronto no puedo, me llevo un brazo a los ojos, no puedo detenerlo, mi rostro se me arruga, aprieto mis parpados bajo la manga para evitarlo; ¡Y es que no!, ¡No puede saber eso!, ¡No puede decirme eso...!

¡No...! ¡¿Porque ella tenia que saber como era?! Lo que era estar ahi, solo ahi y solo ahi; en esa habiatacion retirada y obscura a la cual no podia entrar nada, luz ni nada. Y es que si, era horrible; ese lugar lo borraba todo, el dia o la noche, las horas, los dias, los meses o los años; y es que nada de eso importaba, era estar ahi, estar ahi y estar ahi sin que nada pudiese cambiar, tirada solo con mis palpitaciones esperando a que ellos abrieran la puerta para arastrarme y abusarme como quisieran y es que maldicion.... No sabe, no sabe cuanto llege a gritar o llorar las primeras veces para que me dejaran ir, para que me devolvieran a mi calle o lugar; para que dejaran de hacerme todo eso que me hacian para despues tirarme ahi con el dolor o su posecion en mi. Pero no, podia poner mil veces las manos entorno a las ranuras de la unica ventana entablada para intentar ver algo, empujar, aferrarme o lo que sea; y no, nada cambio; nada cambio hasta que deje de gritar o pensar; solo para estar ahi, sentiendo y llorando por dentro.

........

¡Si.....!
No...

No se cuanto pasa, pero me voy; no soporto escucharlo o sentirlo mas, me largo corriendo de ahi; no dejo que vea mis rostro todo mojado de muñeca; corro, corro y corro hacia el castillo, hacia cualquier lugar... No veo mas hacia atras, veo la gran mole de piedra acercarse, la entrada; no la quiero, verian a la muñeca; sigo la pared, sigo la pared alejandome de esta, llorando; llorando hasta que me alejo y no doy mas; callendo sentada detras de una roca que alguna vez fue parte de ese castillo.

Y es que porque, porque estubo bien que fuera asi; acaso no veian que dolia, no ven que ser una muñeca duele demaciado, demaciado en mis brazos...

Y es que años, para mi fueron años que no pude contar...

Si, estoy en lo correcto. Su actitud, su huida... Por un instante dudo si en quedarme quieta o seguirla. Si hubiera entrado al castillo... Pero no, sigue corriendo. Puede hacerse daño en ese estado, romperse como una muñeca de cristal. Así que la sigo, y pronto la veo derrumbarse tras una roca, gimoteando. Me acerco lentamente, intentando no asustarla.

-¿Sabes? También me tuvieron atrapada. Fueron sólo unos meses...- Comienzo, y me siento en la hierba, al otro lado de aquel trozo de escombro. No la puedo ver, pero espero que me escuche. -Pero hubo un momento en que dejé de contar los días. Quise mostrarme fuerte, intenté hacerlo. Intenté no gritar... Había alguien allí que me aliviaba por un tiempo, apenas unos minutos. Pero el resto, estaba sola. Y olvidé como pasaba el tiempo. Me resigné a que no saldría de allí, no con vida.-

A mi creo que me tuvieron ahí años, no los pude contar pero años, varios años. Y ahí no habían días, noches, semanas, o meses; solo una sucia pieza obscura donde me tenían tirada hasta.... que lo hacían. No, no quería hablar de lo que pasaba cuando ellos iban a tomarme, ha sacarme arrastras por la puerta si me resistía; no, ella no podía saber eso, no podía saber todo lo que hacían con migo aun, no tenia porque...

Esto era sobre el tiempo después de todo ¿Cierto? Solo sobre el tiempo, aunque...

Yo grite, yo lo grite todo al comienzo; pero no sirvió de nada, no sirvió nada, fue eso lo que eligieron para mí y nunca lo cambiaron; aunque... aunque porque, porque todos tenían al menos a alguien que lo apaciguara, al menos a alguien; y es que yo no, yo no tenía a nadie. Pues las otras solo eran lo mismo que yo, muñecas con nada más que contar aparte de lo que nos hacían ahí.

Porque ellos habían tenido a alguien; y es que era así, ellos siempre habían tenido a alguien, ella hablaba de alguien y el había hablado de su hermano cuando estuvo en aquel hoyo del que contaba. Yo a nadie, tal vez alguna de las otras contaba algo al comienzo; pero después, después de los que creo fueron los primeros meses ya ninguna lo hacia.

Todo era un sollozo y una queja, una maldita queja de esta muñeca, ella podía escucharlo; lo mucho que me dolía decir mis palabras como si una cuerda me apretara el cuello, como apenas podía respirar por mi nariz.

Vaya...

-Hum...- Aún con mi espalda contra la piedra, sin mirarla y sin que ella me mire a mi para poder darle esa sensación de no ser observada, extiendo mi mano sobre la hierba, con la palma abierta hacia ella, pero sin llegar a tocarla. Un ofrecimiento de paz, de amistad. ¿Aceptaría?

-Quizás puedo imaginarlo, o quizás no. No seré hipócrita y diré que sé como te sientes, porque lo más probable es que no sea así. Pero, si me dejas, puedo ser tu amiga y ayudarte a avanzar. A ser una como nosotros. ¿Te gustaría eso, Niniel? Ya no tienes que estar sola.-

No sé, no sé; yo no sé lo que quiero. Miro su mano pero no la tomo; y es que no sabía, era tan extraño; como supo lo tirada que estuve, lo que me preguntaba ahora y es que no, no sabía; no me estaba tomando, podía pensar esta vez, y esta muñeca necesitaba pensar.

Yo... Si no me haces hacer nada, necesitaría esperar. Quería decirle que esperara, que necesitaba tiempo; que ahora no quería aceptar nada de este mundo aunque lo anhelara, no después de cómo había cambiado todo para tirarme ahí. Era eso, pero no, aun así no sabía cómo decirlo, era una muñeca demasiado torpe, por eso miraba en vez de hablar; porque nunca sabia como, nunca sabia como hacerlo.

Dejo de llorar un poco, así que me refriego la cara con mi manga y no, no tomo su mano, no esta vez; solo me muevo un poco enroscándome sobre mis piernas dobladas mientras me seco mi rostro; suspirando, lanzando mi cabeza hacia atrás tras un momento; ahí, golpeándomela un poco contra aquella roca.

Sus palabras siguen siendo algo curiosas, pero poco a poco las entiendo mejor. Mantengo mi mano allí, mientras me reclino sobre la piedra con los ojos cerrados, el rostro hacia el cielo y la respiración suave.

-Está bien, puedo esperar. Y cuando estés lista, seguiré aquí, ¿está bien?- Y con las piernas cruzadas me sumo en un estado de duermevela, tarareando alguna vieja canción de cuna, de las que mi madre cantaba. Atenta a los sollozos, hasta que Niniel esté lista para intentar volver al colegio conmigo.

Yo iba a esperar, ella me dejaba y era lo que necesitaba, lo que necesitaba…..

....................
...............
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Pero no… Me resistía, no había pasado ni un instante y me estaba resistiendo; me molestaba tenerla ahí esperándome; el silencio no había durado nada antes de sentir a mi corazón de muñeca pulsando. No lo pensaba pero lo sentía; lo que había pasado, la caminata que me maltrataba en el pasillo, mi escape al exterior, el momento de la luz que me hiso caer, el momento en que corrí; y lo que sabía, vendría si no lo detenía; lo de allá, todo lo que me abusaba de allá.

Y es que no doy más, algo en mí no puede estar ahí; así que me paro, rodeo la piedra al lado de su mano para mirarla;  viéndola cantar, escuchándola cantar….

¿Qué era? De pronto no puedo continuar, mis piezas no se mueven y no puedo hablar y es que no… Lo recordaba, el cómo me habían cantado así antes; no se quien, pero alguien me cantaba así antes de ser tomada ¿Tal vez cuando dormía? ¿Cuándo esperaba? ¿Cuándo solo estaba? Y es que no sé, sé que lo hacían, que era bueno; que tal vez era algo de lo que significaba vivir como antes, algo tan cálido que ahora añoraba doliéndome, doliéndome demasiado porque no lo había sentido más, nunca más.

Para, por favor puedes parar; suena bien, pero… pero…
¿Podemos ir? Mis ojos me arden llorosos, doy un paso hacia el castillo, espero que pare de cantar; me lleno de algo entera, y es que era eso de nuevo, igual que allá al comienzo, cuando añoraba las cajas musicales que alguna vez me habían acompañado… y los cantos que alguien alguna vez me habían regalado.

Abro los ojos lentamente, antes de mostrarle una sonrisa, la sonrisa perdida que va a juego con mis ojos de perpetua sorpresa. Creo que la incomodo, o eso expresa con los movimientos de su cuerpo, con su mirada difusa entre lágrimas que, al menos, parecen haberse detenido.

Me pongo en pie. -Cada vez te pareces más a "nosotros". El resto tampoco me soporta mucho.- Le digo, inclinando suavemente mi cabeza, antes de ponerme a su lado; lo suficientemente cerca para que sepa que estoy con ella, y lo suficientemente lejos para que tenga su espacio personal. Sacudo mi falda de tierra, y doy unos pasos seguros hacia el castillo, en contraste con los dubitativos de ella.

Mi garganta me suelta un poco cuando ella para, y aun así me siento extraña; como flácida; flácida ante eso que se había ido pero que casi me hace llorar al pensarlo, al dejarme vacía, entumida como si fuese algo que me falta demasiado, realmente demasiado. La siento detrás de mí, ni muy cerca, ni lejos; aunque sus palabras no las entiendo, y es que como me podía parecer ellos; no sabía, me miraba y no sabía; a ella tal vez si, si era verdad lo que me había contado; pero no a los otros, ellos no tienen que estar con lo que me devuelve mi conciencia de una vida donde simplemente no me dejaban ir.

No respondo, simplemente no me nace nada pues me desconcierta; no hay una respuesta clara para lo que me dice, solo sensaciones, lo que veo.

Cuando la siento limpiarse la falda comienzo a hacer lo mismo; me vuelvo consiente de lo entierrada que estaba después de la caída y me comienzo a pasar las manos para limpiarme como si la copiara. Yo había pasado mucho tiempo estando sucia por esa pieza, pero en otros ellos me tomaban para dejarme "presentable" limpiándome; cosa que era peor, pues yo sabía lo que venía después.

¿Voy a tener que entrar? Le pregunto cuando llegamos ante la entrada del castillo, para esperar.....

-Eventualmente, si.- Le sonrío. -Un día podemos preguntar a la profesora Macgonagall si nos dejaría dormir afuera, sería divertido. Pero por ahora, no creo que sea muy conveniente, es posible que llueva y no te conviene andar con un resfriado.-

Cruzo mis manos detrás de la espalda, mientras avanzo hasta la puerta. -Vamos, Niniel, todo estará bien. Yo estaré contigo esta vez, así que nada malo va a pasar. ¿Me crees? ¿Crees que puedes llegar a confiar en mi? ¿Me darías la oportunidad?-

No sé, no sé; lo siento pero no sé.

Y es que era difícil, me siento helada de solo pensarlo y su sonrisa solo me hace sentir mal por no saber qué es lo que la hace hacerla; y es que era difícil porque no sabía qué hacer. Tenía que entrar de nuevo ahí, pero es que me había sentido tan mal allá adentro antes, sola; como tirada en la obscuridad como si el solo estar ahí fuese algo que me abusaba; y es que era eso. Estaba la desesperación de sentirme encerrada, la soledad de estar tirada sin más, o el letargo por sentirme la muñeca que tenían ahí; pero era eso otro lo que más me lastimaba, que me sentía tan abusada, usada y dejada ahí, y aquí cuando a veces por estos pasillos sin saber qué hacer.

La sigo a ella y me pongo a su lado de pronto para entrar, y es que, que me quedaba por hacer, hacerlo solamente; hacerlo y sentir, hacerlo y sentir como siempre.

¿Puedo... no sé si pueda;
pero puedo intentar tocar tu mano?

La veo acercarse, y sus ojos reflejan aquel extraño terror por las paredes. Me alegra que el ala del Hospital tenga ventanas grandes, y así no se sienta encerrada, sofocada. Levanto una ceja ante su petición, pero sonrío. Es un paso, quizás uno muy grande, por muy pequeño que le pueda parecer a cualquiera.

-Por supuesto.- Entiendo mi mano hacia ella, apenas un movimiento suave como un soplo y sin querer romper aún esa barrera invisible que aún existe entre nosotras. Me pregunto que será para ella ese momento, ese instante. Espero en silencio, tranquila, una mano en el pomo de la puerta y la otra esperando el momento en que Niniel decida dar el siguiente paso.

No sé cuánto tiempo pasa, pero es lento; veo la puerta por la cual entraría, su marco, sus dibujos, la piedra del arco que la rodea y si, sé que me está esperando; mi corazón de muñeca bulle por eso, miro cualquiera de esas cosas cansada, queriendo que ese momento no llegue; aislada, aislada de pronto en todo eso que siento, lo que me recorre por dentro o lo que sale como frías gotas temerosas por mi piel.

¿Dejar que tome mi mano? Acerco un poco la mía a la de ella, pero aun no lo hago. Y es que me entume, adelantarme al momento hace que algo chirrié por todo mi brazo como cuando los veía a ellos estar a punto de tocarme; a veces cerrando los ojos cuando podía o dejándolos para ver en un acto auto flagelante que no entendía, para que después solo lo sintiera, comenzara y me apretaran. Lo estaba pensando mucho, lo estaba pensando mucho; la muñeca estaba pensando mucho... tenía que pasar, iba a ser mejor ahora ¿Cierto?; ahora ya...!

Muevo mi mano, encuentro sus dedos; los tomo, los sostengo con los míos; siento su piel, es suave, la mía esta húmeda, caliente; no puedo evitarlo, se me sube ese algo por mi brazo; cierro los ojos esta vez, cuento... uno, dos, tres y suspiro; suspiro de pronto intentando creer, intentando creer aun con miedo que no me tomara, que no me torcerán de una forma mala esta vez.

.........

Si quieres podemos ir...

Sus dedos tocan mi mano por fin. Una pequeña mano de porcelana que parece insegura, sin apoyarla por completo al principio pero luego permitiendo presionarse sobre la mía. A mi vez mantengo aún la palma abierta como una invitación, porque sé que la puedo asustar si cierro mis dedos alrededor de su mano. Aún si lo hago como gesto suave, podrá parecer una garra para sus ojos velados por tantos terrores. Está fría, y de nuevo me preocupo por su salud. Intento trasmitirle el calor de mi mano a la suya, y suavemente coloco el pulgar sobre su dorso.

-Vamos entonces.- Digo, haciendo un leve gesto de avanzar, pero sin halar, esperando que ella de un paso antes de dar el siguiente. Y así, como si se tratara de una niña llevada de la mano, avanzo con ella por los pasillos. -Disculpa si sudo, mis manos se calientan mucho a veces...-

Aun anticipo con terror el cómo se va a cerrar y es que cuantas veces ellos habían envuelto mis pequeñas manos con sus dedos antes de... y solo porque querían, solo porque querían; pasa un instante en el que me deja esperar y solo un dedo es lo que se hace aparecer en mi mano. Un entumecimiento que se nota me recorre entera cuando lo siento, como mi cuerpo reaccionaba siempre ante sus dedos sobre mi piel; aunque esta vez, aunque esta vez nada mas lo sigue aunque me aprieto entera, esperando, esperando con mi corazón zumbando.

-Vamos entonces.-

Me dice ella, pero no me lleva, no avanza para llevarme haciéndome dudar mientras apenas controlo los temblores de mi mano. ¿Debía avanzar? Eso esperaba que la muñeca hiciera... Cosa que acabo haciendo lenta, mas como una marioneta que era movida para que lo hiciera que otra cosa y es que como; ¿Como podía estar con inocencia por los lugares de encierro, teniendo el recuerdo de mi tortura en la obscuridad?... Yo no sabía cómo, no sabía;

Pero estaba ahí como siempre, solo que esta vez con mi mano pegada a la de ella, demasiado pegada a la de ella.

No importa, no importa... Las mías también lo hacen; aunque cuando no...
aquí suelen estar secas.

Avanzamos despacio, a su ritmo, con la mano de ella en la mía. Mientras caminamos le señalo un cuadro, de un gran salón de baile.

-Será bonito que haya una fiesta en el castillo. Podrás ponerte la ropa que quieras, y habrá música. Mi padre y yo bailamos mucho, cuando estamos felices. Otras veces, en la Sala Común, cuando todos duermen y yo no tengo sueño, me gusta bajar y bailar con el sonido del fuego chispeante.- Sin soltar su mano, me deslizo suavemente en vez de andar. -Si quieres, un día, cuando confíes más en mi, te puedo enseñar a bailar.-

De nuevo vuelvo a andar, pero esta vez sostengo el borde de mi túnica con la mano libre, como si fuera una larga falda.