Buscando un lugar {Winky}

Llevaba toda la semana huyendo a diferentes lugares solitarios para disfrutar del sonido de mis propios suspiros. La sala de trofeo ya estaba ocupada, igual que las otras tres que había visitado, de pronto, una puerta enorme se abrió ante mi.

No era consciente de que estaba en aquel piso, miré hacia los lados pero no había nadie así que entré en la Sala de Menesteres.

Desde luego todo aquello no había salido de mi cabeza: todo estaba desordenado, había cristales por todas partes y varios estantes llenos de botellas de... ¿alcohol?

-¿Pero esto está permitido?

Puse cara de incrédula a la vez que dejaba mi bolsa en el suelo. Comencé a caminar por la estancia cuando...

Cuando se vio un plumero, una figura pequeña y claramente inocua. Ya no era normal ver elfos domésticos, antes quizá si se quedaban un poco más de tiempo despiertos podrían vislumbrar una sombra de largas orejas y grandes ojos como pelotas de tenis. Eso ya no corría en el actual y deprimente Hogwarts que se escondía entre escombros mientras las criaturas, incluso los fantasmas apostaban por un nuevo intento, reconstruyendo, limpiando, sanando y volviendo a crear.

Winky, la elfina se había encargado de limpiar la sala que había sido incendiada por dentro, la mayor parte de los objetos escondidos incendiados hasta las cenizas, asomándose al ver que la sala había tomado forma más allá del depósito que se supone era cuando la sala estaba desactivada.

Los pasos de pies grandes y planos se movieron para ver que era lo que había hecho reaccionar la sala. Winky no podía entender y si Winky no entendía podía llegar a ser algo malo, por lo que decidió asomarse al notar que una alumna se había adentrado al lugar, la elfina frunciendo el ceño al notar que era exactamente lo que había aparecido.

"Alumna no debe estar aquí, Winky no puede dejarla." Aclaró saliendo de lo que parecía el esqueleto de un sillón, frunciendo el ceño levemente y sacudiendo sus orejas.

Abrí los ojos lo más que pude, sabía que ya no era tan "normal" encontrarse con los elfos domésticos, y que a la mayoría ya no les gustaba acercarse a los magos.

La túnica roida y llena de manchas de la elfina hizo que sintiera lástima por ella. Era el elfo doméstico más bonito que había visto jamás, quizás por el tono colorado de sus mejilas y... ¿nariz?. No comprendía por qué la tenía tan colorada pero tampoco me atrevía a preguntar.

Recordé que jamás les había agradecido a los elfos el gran trabajo que realizaban por nosotros en el castillo y me sentí avergonzada.

-Perdón, no sabía que estaba... ocupada..

Miraba las orejas de la elfina, estaban algo más curvadas que las del resto de elfos domésticos que había visto. Recordé cómo Astria trataba a Shina y sentí cómo empezaban a arder mis entrañas.

Acababa de proponerme algo: hacerle ese día más fácil a aquel ser que me observaba con tanto disgusto.

"No está ocupado, los amitos no deben estar en la profesora MacGi no estará contenta de ver alumnos en la sala que viene y va, la amita debería regresar a su sala." ‘Razonó’ la elfina doméstica. Realmente no entendía porque los amitos no entendían que debían quedarse en la seguridad de sus casas y preferían estar deambulando por todos lados. ¿Si les pasaba algo y los elfos no podían llegar a ayudarlos? Ya había visto lo que les había pasado en la guerra...

No, no, no... los amitos debían estar en sus salas comunes donde estaban seguros.

La elfina se acercó, jugando y estrujando sus manos de largos dedos verdosos, observando cohibida a la humana, jugueteando con sus pies inquieta.

"Amita, ¿Winky la puede ayudar en algo?" Preguntó cuando estuvo realmente cerca, mirándola a ella y luego al suelo avergonzada por hacer contradicho sus deseos de estar aquí.

Observé divertida la manera en la que la elfina movía sus pies, ¡era demasiado adorable! Sabía que si le preguntaba qué le apetecía hacer se confundiría y se pondría nerviosa así que habría que tener otra estrategia.

-¡Claro que sí! Pero antes, dime tu nombre-le sonreí

Di unos cuantos pasos para acercarme a ella y de paso echar un vistazo a la sala.

-Necesito que me ayudes con algo importante, estoy muuuy triste y me gustaría alegrarme, ¿por qué no me das ideas de lo que podría hacer para estar contenta otra vez? ¿Qué te gusta hacer normalmente?

De pronto recordé que los elfos domésticos estuvieron durante la guerra, aquella elfina de ojos radiantes y pies nerviosos había sido de muchísima ayuda y aún seguía ahí, haciendo todo lo posible.

Recordé lo nerviosa que se ponía Shina cuando intentaba complacerla, sólo esperaba que aquella hermosa criatura no supiera cuáles eran mis planes.

Los ojos como pelotas se giraron de la amita a la sala y de regreso a la amita, alarmándose al escuchar que estaba triste.

"No, señorita, no esté triste. ¿Que puede hacer Winky por usted? El nombre de Winky es Winky, no esté triste... A Winky le gusta cocinar, ¿La señorita quiere un pastelillo? Los pastelillos alegran a la gente, Winky puede ir a buscarla alguno." De repente estalló en palabras la elfina tratando de consolar a una alumna que se sentía mal...

No, No, la guerra había terminado y Winky quería que los amitos estuvieran alegres, no podía permitir que los amitos estuvieran tristes, ella les lavaría y cuidaría y les daría pastelillos y chocolate caliente que siempre alegraba a los amitos. Si, eso haría... la amita quizá solo necesitaba un poco de chocolate caliente para sentirse bien.

Las orejas largas de Winky se levantaron, girando y demostrando atención y alerta, moviendo sus manitos nerviosa e impaciente por poder ayudar a la amita.

Me encantaba fer la efusividad de la elfina. Se veía contenta y nerviosa a la vez por poder ayudar, le sonreí complacida.

-Un pastelito estaría muy muy bien Winky, estoy segura de que estará delicioso...

Me acerqué a ella observándola mejor, tenía unas pestañas bastante largas para ser un elfo doméstico y movía sus manitas arritmicamente, detalle que no podía dejar de observar.

-¿Quieres que vayamos a las cocinas entonces? ¿O prefieres ir a otro lugar? Puede que las vistas del lago sean más bonitas, ¿no le parece Winky?

De pronto hice un ruidito mientras fruncía el ceño.

-Hay un pequeño problema, a mi me haría feliz compartir el pastelito, ¿crees que podrás compartirlo conmigo? ¿O no te gustan?

"Oh, nonononono." De repente negó con la cabeza efusivamente. "Winky es una elfina, las elfinas no comen pastelillos." Sentenció, las largas orejas volando a un lado y al otro, golpeando su pequeño rostro de gran nariz roja con estas antes de comenzar a saltar sobre los talones.

No era algo demasiado extremo como lo que era conocido el elfo libre Dobby, pero era bueno tener trabajo ahora que la paz había regresado a esas paredes. Quizá debiera hacer otra cosa.

"Si me espera la amita en seguida le traeré algo para comer, ¿o prefiere ir a la cocina?" Prácticamente no parecía haber entendido en absoluto o convenientemente omitido la parte de que ella se suponía debía elegir para ver que comía y donde, Winky era una buena elfa y no se atrevería a hacer tal cosa, una osadía tan grande no le correspondía a ella, no, no. Winky no debía ser mala, porque si era mala los amitos se enojaban y les hacía mal.

"Winky come, Winky come bien. Come Escamoles y legumbres, en un preparado con hielo triturado." Comentó curiosa por tal pregunta. Nadie nunca le preguntaba a los elfos que comían, todos asumían que comerían comida humana, pero ellos se alimentaban de una mezcla de insectos y magia.

Quizá la amita querría probar comida de elfo... aunque algunos las probaban, pero no a todos les sentaba bien, bueno, quizá si hablaba con los otros elfos en la cocina, Myny era una buena elfina anciana y ella sabría que hacer, Myny seguro que ayudaría...

"Claro, amita Aria, acompañe a Winky, Winky la llevará a la cocina. Pero no esté triste, amita." Comentó extendiendole una mano en ofrecimiento para llevarla a la cocina desapareciéndose instantáneamente.

Lo siguiente que escuchó fue el pequeño grito de la elfina anunciando que quizá no estaba en fuego pero era riesgoso apoyarse en cualquier lugar sin previo aviso.

"Amita, cuidado amita Aria con los cuchillos, se va a cortar. Tenga cuidado, aquí, aquí." La tomó de la pierna guiandola a tres pasos donde se encontraba una mesa de las largas y sentándola en uno de los bancos para que no se cayera por el mareo. Agradecía ser una buena elfina y tener toda su magia para ayudar a sostener el cuerpo de la alumnita.

No, no... los mareos eran malos... las mentas ayudaban a los mareos. Si. Buena idea...

La dejó en lugar seguro antes de ir por una cajita con mentas dulces para traer a la amita para que comiera una a ver si asentaba su estómago. No todos los humanos estaban acostumbraros a desaparecer... eso. Pobrecita, debería haberle avisado antes...

"Perdón, amita, disculpe a Winky... Winky es un mal elfo, debería haberle avisado antes..."

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