Quelqu'un m'a dit [Louise]

Hora de averiguar que tan bien cuidaban mi corazón, o de desafiar a Morgan porque me daba la gana o simplemente de... ser yo, ir y cagarla. Pero quería verla. tenía curiosidad. ¿Sería feliz? ¿Tendría una sonrisa pintada en el rostro de nuevo y habría dejado atrás todo lo que era como Judith? No tenía ni idea. Un día me había despertado en medio de dos realidades que Morgan se había creado de crear con total maestría, pero... ¿por qué mi mente no había cambiado? No tenía ni idea de qué había de especial en mí, o probablemente no hubiera nada, pero Morgan sólo lo había hecho por joder. Quién sabía por qué hacia las cosas.

Me encamino hacia el campo de Quidditch, que es donde suele estar. Algo del equipo de Alemania es, ni siquiera me he molestado en averiguarlo. Sólo la he visto de lejos, con el cabello rubio, la sonrisa, esa manera de moverse, con la terrible certeza de que no es ella, de que le quitaron una parte importante. De todos modos, a ella la sacaron de la madriguera. ¿Quién estaría dispuesto a hacer eso?

¿Sabrá que lo que tiene colgado al cuello, en cierto modo, es mío? En realidad es eso lo que me impulsa a pararme frente a ella, porque se lo vi colgado un día, de reojo, el colgante... el corazón.

El calor en su pecho le hizo que bajara de la escoba en un momento, sintiéndose confundida, su pecho apresado, contrayéndose en sensaciones que no sabía como expresar pero que optaría por omitir de momento. Ya estaba cansada, bajándose al campo mientras el resto del equipo seguía haciendo un sobrevuelo circular para reconocer la cancha.

Comenzó a caminar, buscaría descansar un rato en el barco, seguro que Niniel ya comenzaba a extrañarla. Era bueno regresar a casa tras un día largo como los que ella solía sufrir entre tanto que hacer. Estaba que deseaba relajarse un rato con una taza de té mientras estudiaba.

Pero no todo era perfecto. Había un chico en su camino, que la miraba raro, tan intenso que se sintió diminuta ante su mirada, la mano automáticamente subiendo al relicario, apretandolo sin querer dejarlo expuesto, una posición que inconscientemente decía 'es mío'. Y es eso lo que su mente le decía con una pequeña voz infantil aunque no lo terminara de entender...

'Es mío... me lo regalaste.'

"Buenas, eh..." Se dejó llevar por el momento incómodo, sin saber que querría este chico que parecía tener más o menos su edad.

"¡Idiota... idiota! ¡No la mires como si te la fueras a comer o como si...!", me digo. Sacudo la cabeza cuando se acerca, pero aun así la mirada de curiosidad me puede. Me quedo callado un momento, alargando el silencio incómodo después del "Buenas" hasta que la no puede alargarse más y deseo correr de allí. Idiota, a qué fui a buscarla. ¿Qué le digo? Aun cuando era Judith ni siquiera le prestaba atención, ni siquiera me acercaba a ella. Pero ahora estoy allí, sin saber qué decir. "De verdad, Dennis Creevey, tu único talento para hablar te abandona". Quizá el problema es que yo tengo una historia en mi cabeza y no es la real. Yo tengo una historia en la cual mi Alicia no era su hija y ella no era de Durmstrang, una historia en la que ella me conocía y...

Sacudo la cabeza. Esta es otra historia. Sobreescrita sobre la que conozco y no sé que decir.

Señalo el colgante... alzando la mano lentamente. No sé por donde empezar, pero por decir "eso es mi corazón" no. De todos los comienzos malos que conozco ese estaría en el top ten y causaría que probablemente ella saliera corriendo, una reacción totalmente lógica y normal, sobre todo si un chico raro te está mirando de una manera demasiado penentrante.

—Bonito colgante —comento y... se vuelve a hacer el silencio. Mierda, mierda, mierda... mierda... ¿cuántas veces he dicho mierda desde que estoy parado frente a ella?

El silencio se estira, se vuelve insoportable. ¿Qué hubiera hecho, no sé... Colin? Tomarle una foto... okey, no. ¿Qué hubiera hecho yo hace dos años? Ni siquiera me hubiera acercado... ¡Demonios! Estoy volviendo todo un momento demasiado incómodo y es que realmente no sé como comportarme ante una Louise que no es Judith, porque nunca me di el tiempo de conocerla ni siquiera como Louise. Al final, me pregunto si recordará algo, aunque sea algo pequeño, si está confusa algunas veces sí...

—Eisenberg... —empiezo—, ¿sabes en que se parece un cuervo a un escritorio?

Se lo pregunté una vez. Pero ella no lo recuerda.

"Que ambos tienen plumas y escriben pocas cartas..." Respondió de forma automática, aun sin saber de donde salió esa pregunta... o esa respuesta de hecho. Lo único que sabía era que ese extraño chico platino le intimidaba. Esa mirada era muy intensa, como si tratara de desnudar su alma y hacerle añicos bajo la fuerza de esta.

No entendía el porque, este chico se le hacía demasiado familiar, como si tuviera que saber quien es pero no supiera por donde enfocarlo, quizá algo perdido en su memoria, algo que deseaba olvidar por el bien de todos. Pero de una forma u otra, aquí estaba, sosteniendo con una mano el colgante, dispuesta a defenderlo a como diera lugar, debía hacer las cosas como corresponde y el corazón era suyo, no se lo podría entregar a nadie.

"Gracias, me lo regaló un amigo." Comentó forzándose a abrir los dedos y dejarlo caer, casi luchando contra su instinto que le decía que nadie debía fijarse en él, que era suyo y por ende nadie debería tener derecho sobre este, ni siquiera a mirarlo de ser posible.

"¿Tu quien eres?" Preguntó al fin tras un momento de meditación.

Curveo la boca en una media sonrisa cuando responde casi automáticamente para después quedarse callada a media frase. Respuesta correcta, bingo, hay algo en su mente que aún recuerda, aunque sea por instinto o por reflejo de quien era ella y quien era yo, y hace tiempo le hice la misma pregunta… y la respondió de la misma manera.

—Respuesta correcta… —respondo, alargando las palabras, arrastrándolas. Casi disfruto con su desconcierto, con esa mirada que me dirige. No es que quiera martirizarla porque total, ella se libró del infierno… ladeó la cabeza, pensando. ¿Se libró realmente o es posible volverla a lanzar? Me tienta, claro, pero no quiero enfrentarme a Morgan, no en ese momento.

Después, vuelvo al colgante, mis ojos se fijan el celo con el que lo protege y me responde que se lo dio un amigo. ¿De verdad? ¿Lo recuerda? —Un amigo… ¿qué amigo? —pregunto con la única intención de confundirla aún más, algo que realmente disfruto hacer en ese momento—. Yo soy Dennis Creevey… —acabo diciéndole, presentándome, pero no extiendo la mano.

Sólo la miro.

"¿Que... amigo?" Preguntó ausente, los ojos verdes perdiéndose en el chico de cabello platino. ¿Que amigo? ¿Quien fue? ¿Acaso fue Samuel? Jesse no podía ser, lo sentía como su mejor amigo de siempre pero recién lo conoció hacía poco. No podía darse ese lujo, no era así... pero entonces, ¿como?

¿como se hacían las cosas? ¿quien era ese amigo suyo? Necesitaba ayuda, necesitaba que alguien le dijera de que le hablaba, no quería pensar, si lo analizaba demasiado dolía la cabeza y entonces.

Hizo un sonido de desconcierto seguido por uno de angustia, una mano viajando entre sus cabellos para sostenerse por el dolor que esto le estaba generando, no quería seguir pensando, no quería seguir sufriendo. Prefería dedicarse a algo diferente. Necesitaba quizá hacer algo como... preguntarle a Morgan sobre este chico, si, sonaba a buena idea. ¿Por que se sentía confusa y mareada de repente? ¿Acaso estaría cogiendo gripa?

"yo soy... Louise Eisenberg..." Comentó finalmente respondiendo al menos una de las dos preguntas.