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Homesick. Así le llaman, en inglés, a ese sentimiento que te invade cuando añoras tu casa. En el frío de aquella parte de Europa donde la nieve caía con total normalidad, los inviernos en México se hacían cada vez más lejanos. Las tradiciones y la apertura de la gente no era ni siquiera la misma y todo aquello empezaba a pesarme. Había dado unas cuantas clases, sí, me había encontrado con que me gustaba el trabajo y que la tenía muy fácil para continuar con mi investigación, pero más bien el castillo se me antojaba... deprimente con sus grandes muros, sus techos altos y el  

Las cartas salían, pero recibían respuesta una eternidad después. Hubiera dado cualquier cosa porque fueran más rápidas, porque la comunicación con mis primos no fuera tan lejana y estuviera llena de altibajos. Pero no todo era tan malo y si algo era de agradecer era la claridad del cielo y lo hermoso de los paisajes de los terrenos cuando no tenía frío. Todas las túnicas habían resultado ser insuficientes a la hora del frío, de la verdad, y había acabado usando dos, una encima de la otra, sin preocuparme demasiado.

Definitivamente, el invierno era muy diferente. Además de que las horas parecían extenderse terriblemente en aquel lugar donde las horas pasaban con lentitud porque no conocía casi a nadie. A sus alumnos de cara y a los demás profesores porque los había visto una o dos veces... pero realmente se la había pasado encerrada en la torre, entre sus papeles y anotaciones hasta que se había frustrado. ¿Por qué las estrellas sólo le daban designios malos? Parecía que el cielo inglés no podía predecir otra cosa, más que desgracias...

No sabía que hacia ahí, nunca sabia que hacía en ningún lugar excepto el de mi mama y en ese pasillo no podía encontrar la salida, ya no sabía si la buscaba siquiera; tenía miedo, no quería estar ahí pero había sido casi como si mis piezas me hubiesen querido a guiar a otro lugar, no al sol que quema para llegar al barco si no que a un lugar de aquí que no puedo ver pero que siento como si existiera; aprieta mi pecho, creo que ahí algo me paso, es como si hubiese estado en alguna sala oculta en estos pasillos aunque no debería; no aprieta como en la pieza con obscuridad, lo hace de una forma extraña que no entiendo... es como si quisiera estar ese lugar que no existe, como si quisiera recordar algo que paso ahí aunque yo no se... Yo quiero volver con mi mama, las manos de ellos podrían volver en este pasillo y yo debería volver a casa con mi mama...

Mis pasos de muñeca se escuchan solitarios en aquel pasillo, no pienso en eso, al menos aun no pienso en lo malo por ese otro lugar que extraño y que tal vez busco... Giro silenciosa en una esquina y creo que veo a alguien, a una persona de los que no se cómo hacen ahí... Una mujer creo, de pronto me detengo, mis ojos decantan decaídos, no quiero que me vea; este momento es extraño, aun no tengo tanto miedo pero sé que vendrá y mis pasos... mis pasos se escuchaban y ella debe saber.

Sigo caminando hundida en mis pensamientos aunque una figura en el pasillo completamente desierto acaba por distraerme completamente, una chica joven, más o menos de quince... quizá un poco más o poco menos, nunca he sido buena calculando las edades. Me acerco, sin apresurar el paso, pues si algo he aprendido es que aquí a nadie le gusta toparse con un profesor de la nada porque, en general, se comportan como si estuvieran rompiendo las reglas, aunque generalmente no lo hagan. Así que doy pasos normales hasta que puedo ver a la chica claramente.

-Buenas tardes... -saludo, en un inglés con acento, algo más lento de lo normal, pues he aprendido que cuando lo hago rápido mucha gente no lo entiende-. ¿No tienes compañía?

Muevo mi cabeza negando en silencio como mi forma de decir que no tengo.., ahi, esperandola quieta cuando camina hacia mí en ese lugar, con los dedos de una mis manos tocando temerosos la pared áspera de ese pasillo.

Hola… le digo sin mirarla mientras llevo mis ojos a esa mano mía de la muralla, ahí sin querer hacer algo o nada más que volver donde mi mama o encontrar ese lugar que tal vez buscaba. Mi pecho palpitaba sin querer descansar junto a ese frio de siempre en mi espalda por aquel lugar obscuro pero esta vez aun no temblaba ahogándome y sollozando pidiendo poder salir; solo había venido hasta aquí como una muñeca tirada por sus hilos y aun creo que podía estar sin llorar mientras ellos no vinieran o sintiera como era allá de nuevo….

Aunque yo, yo no sabía cuánto iba a aguantar sin ello, nunca sabia y siempre se vuelve a sentir eso en mis piernas. Yo estaba vestida con un poleron carmesí, aquella falda gris con calzas para mis piernas y la túnica de la otra escuela donde iba con mi mama como siempre desde que me dejaron salir con ella; la ropa me protegía pero ellos podían llegar a arránquemela y yo no quería, yo nunca quería que me la sacaran, pero talves eso no tenia porque pasar ahora y ella no me debería poder tocar…

Ropas de Niniel: