Ahogando Penas (Abierto)

No era difícil convencer a MacGonagall para salir a Hogsmeade, ella estaba más preocupada por los eventos venideros y por la protección de los alumnos menores, de manera que alguien como Alan podía salir del colegio casi a gusto, o a disgusto más bien.

Lejos del colegio era lo mejor para poner las cosas en perspectiva, o directamente olvidarlas, acerca de eso no se podía decidir, el que hacer con los recientes eventos era algo que no quería pensar, pero tendría que hacerlo, y por eso entraba a las Tres Escobas ese día.

Por suerte Aria no estaba, una de las protagonistas de tantos pensamientos confusos y la única con la que no había hablado desde...bueno, eso. En cambio Solar, Louise, Trix...diablos, estaba peleado con el maldito universo, ¡Y no era culpa suya! ¿O acaso Louise no sabía como era él? ¿Para qué se había hecho esas ilusiones?

En cualquier caso, llegó a la barra y se pidió una buena cerveza de mantequilla, se sentó con un ejemplar de El Profeta y comenzó a leer. Quizás las desgracias de los demás empequeñecerían más las suyas.

Convencer a McGonagall es algo.. Fuera de mi alcance. Sé que McGonagall no tiene la misma opinión que tenía Dumbledore de mí porque el viejo ese debía tener una opinión medianamente decente de mí para conseguir que Snape me nombrara prefecta. Pero bueno, sabía como escabullirme del llegué y como no tenía clase y tampoco quería topárme con Damien o con Nott por allí. Además de que aun no tenía el disfraz del baile y debería preocuparme por eso.

Pero acabé en las tres escobas, con una cerveza de mantequilla en la mano, ya que aros era no preguntó que demonios hacia allí, gracias Morgana y... Bueno, vi a alguien sentando en la barra cuando me acerqué a pedir al que reconocí. Verlo en los pasillos me había hecho reconocerlo, pero luego cuando Aria me había hablado de él su nombre se me había quedado grabado.

—¿Cromwell? —me acerqué y después de un carraspeo lo llamé por su apellido. No tenía ni idea de que le iba a decir pero no me apetecía estar sola.

Un primer trago, corto y rápido, como para ocupar su cerebro y boca en el sabor de la bebida y no en otra cosa, y después ojeó El Profeta para horrorizarse con ver a Marcus Flint en la portada junto a uno de sus compañeros de los Kestrals, y la noticia de su cruento asesinato. Flint era una de esas figuras que Alan adoraba ver en el campo demostrando su talento, de manera que sintió como la cerveza se le atascaba en la garganta a medida que seguía leyendo la nota cubriendo el funesto suceso.

Tenía la nariz pegada al diario cuando escuchó una voz llamándole por el apellido, solo para levantar la cabeza y encontrar a esa chica de Slytherin, no sabía como se llamaba, pero le había visto con Aria varias veces. Definitivamente escapar de Hogwarts era imposible, pero no tenìa nada en contra de aquella chica, más que fuera de Slytherin, de modo que procedió con su habitual sonrisa bienhumorada.

¡Ah, hola! Con Alan basta en serio-Cerró el diario dejando a Marcus Flint mirando hacia la barra, sabiendo que tendría que volver a la lectura luego.

Lo siento, pero creo que no me acuerdo de tu nombre-Se pasó una mano por el cabello, divertido por la paradójica situación de no reconocer a alguien ahora que habían muchos menos alumnos-¿Greengrass?-Adivinó para corregirse rápidamente-¡Ah, no! Esa es la morocha, la prometida de Malfoy-I...I...¡Algo demonios! ¿O era con A? Bah...

—No me acordaba de tu nombre de pila —le digo.

Lo cual es perfectamente normal porque no he hablado ni una sola vez en mi vida, no compartimos sala común, ni clases, al menos hasta este año y tiendo a ignorar a todas las personas a mi alrededor que no conozco. De hecho, tengo la ligera idea de que seguiría sin saber su apellido si no fuera porque Aria lo había mencionado un buen par de veces.

—Es Isabelle Poulain —respondo. Y miren... ES la primera vez que me confunden con Greengrass. Al menos podría haberme confundido con alguna pelirroja. Hay una profesora pelirroja, y están las gemelas que de hecho son de mi casa y a cualquiera le dan bastante mal rollo con las caras largas que tienen todo el maldito día—. Si, Astoria es la morocha. Yo no soportaría ni dos horas prometida con Malfoy. Ahora que lo pienso no sé como lo soporta ella...

Me siento en el lugar que está justo al lado de él sin preguntar y le doy un trago a la cerveza de mantequilla que está bastante fría y tiene un sabor delicioso.

Bien, no conocía a Alan tampoco, lo cual era realmente curioso, ¿Porqué dos personas que se habían ignorado mutuamente durante toda su vida ahora decidían hablarse? Quizás porque eran menos, quizás porque nunca habían tenido realmente una oportunidad de conocerse, o simplemente aquella chica quería hablar con alguien y Alan estaba casualmente en Las Tres Escobas.

Poulain...Poulain... ¿No era el apellido de un Hufflepuff también? De cualquier forma era inútil, no había más información acerca de la pelirroja en la cabeza de Alan más allá de "la amiga de Aria"y de Greengrass no sabía absolutamente nada tampoco, salvo que era la prometida de Malfoy. Las cosas que hacían los Slytherins para mantener sus líneas de sangre intactas eran patéticas en verdad.

Ya, Isabelle entonces-Se le escapó una carcajada con el chiste acerca de Draco, pues siempre había visto al platino como el "líder" de las Serpientes, pero al parecer había algunos que compartían su aversión por tal personaje, posiblemente algo tenía que ver con lo sucedido hace unos meses.

Bueno entonces, por no estar comprometida con Malfoy, ¡Salud!-Y brindó chocando apenas la jarra de Poulain para dar un largo trago a la cerveza, disfrutando de su sabor y de como iría turbando su mente de a poco-¿Que te trae a Las Tres Escobas Isabelle?-Preguntó un poco más dicharachero.

—Entonces... Alan.

Sí, no me se el nombre de las personas con las que comparto el colegio y más recientemente las clases de todos los días, felicidades por mi. De hecho, no me sé el nombre de casi nadie... Intento recordar algunos, pero me suena sólo la veela porque estuvo pegada a mi hermano en una fiesta hace un año o dos... quizá, tampoco me acuerdo de eso, me puse un poco ebria con una identificación falsa, también me suena... el rarito del cabello platinado de Malfoy, el chico enorme que atormentamos en su primer día, la gente de Slytherin y... ¿ya? Sí, creo que esa es toda la retención para las personas con las que no tengo una relación cercana.

—Por no estar comprometida con Malfoy... —choqué un poco la jarra—. No es que me caiga mal, este es mi séptimo año soportando su engominado cabello pero es un poco idiota... —sonrío, siempre me pregunté por qué Malfoy parecía tan popular. Seguro no por las entradas prematuras—. Bueno, no quería estar en Hogwarts y me escabullí, así que como estamos aquí supongo que tampoco querías estar por allí. ¿Cierto?

Bueno, sólo es una supocisión, pero... qué más da. Seguro que es acertada, Las Tres Escobas está totalmente vacía de estudiantes: ni siquiera Aria o mi hermano, al que se e metió en la cabeza trabajar por allí están presentes.

Soportar a Malfoy debe ser trabajo de tiempo completo, aun que también nosotros tenemos nuestros patanes. Davies era bastante insoportable ahora que lo recuerdo.-Alzó una ceja, extrañado por el súbito recuerdo del capitán de Quidditch Roger Davies. Era un tipo listo, guapo, decidido, deportista, y bastante insoportable, no estilo Malfoy claro, pero aquella imagen del alumno perfecto se volvía odiosa con el tiempo.

Dio un sorbo corto a la jarra en perspectiva de que tendría que estar lo suficientemente sobrio como para mantener una conversación normal, lo cual difería mucho de sus planes anteriores de salir de Hogwarts y borrarse la memoria con métodos más imprecisos que el encantamiento Obliviate.

En cuanto a lo demás, si tienes razón, quería escaparme un rato del colegio, tengo demasiado tiempo libre ahora, y la perspectiva de estar estudiando Historia de la Magia es....impensable-Se rió y volteó el cuerpo hacia la pelirroja, ahora prestándole más atención a la charla.

—Bueno, cada quién tiene sus propios idiotas por casa... —comento. La verdad es que Malfoy siempre fue un niño presumido que tenía pegada a Parkinson los trescientos sesenta y cinco días del año. Pero había otros...

Sobre todo algunos chicos mayores que era mejor olvidar, por el bien de todo el mundo. Altaneros, mujeriegos, de esa clase de chicos. Al menos Malfoy era sólo Malfoy... Pero sí, cada cada tenía su patán personal, recordaba, por ejemplo, al rubio de Hufflepuff que odiaba a todos los Weasley, y, por supuesto a Mr. Perfecto que Ravenclaw, que había mencionado Alan.

—¿Tenías historia? Mi pésame... —es la peor materia del mundo, sobre todo si la imparte Binns. Ahora que oído que hay una nueva profesora bastante decente, pero yo boté la materia, ¿para qué la quiero en ÉXTASIS?—. Yo tenía un tiempo libre... Ya sabes, destinado a estudiar, ir a la biblioteca, esas cosas, pero no me apetecía andar por allí...

Sí, es terrible, incluso con la Profesora nueva no termina de causarme sueño, parece que no era todo culpa de Binns, es sencillamente una asignatura aburrida, pero supongo que estudiar cualquier otra cosa sería abrumado, más ahora que tengo o.w.l.s a final de año-Dio un trago lento a la cerveza, pero a la mitad levantó un dedo y apuró el sorbo rápidamente, como si una idea se le viniera a la cabeza y temiera que se fuera.

¿No es curioso que los dos estamos en el mismo lugar, por la misma exacta razón pero no nos conocíamos absolutamente nada de antes?-Sonrió divertido, los ojos azules todavía atentos sin sufrir el efecto del alcohol.

Le parecía curiosa esa chica, amiga de Aria, pues hasta hace unas semanas también ignoraba a la Ravenclaw, y había llegado a...conocerla en una situación poco usual, descubriendo facetas de ella que parecían improbables. Quizás Isabelle le sorprendería también, en otra forma claro.

—Historia es terrible, pero al menos Binns no se fijaba siquiera si poníamos o no atención…

Era verdad: podías salir, entrar, dormir. Lo que fuera, siempre y cuando consiguieras pasar rozando la materia al final del curso. Yo solía usar esa clase para hacer la tarea de las demás, jugar gato con mis compañeras de curso o jugar en la esquina de los pergaminos mientras Binns seguía perdido en sus revueltas de duendes y yo confundía los nombres de todos. Al final acababa acudiendo a Aria o a cualquier persona más aplicada que yo para sacar una calificación aprobatoria en los exámenes. Historia de la Magia siempre fue mi peor materia. Le doy un trago a la cerveza de mantequilla.

—¿OWLS? Bueno, sobrevivirás. Yo sobreviví, lo cual ya es notable… —le respondo—. Suerte con ellos.

Oigo lo que dice y lo cierto es que tiene razón: no nos habíamos hablado nunca. Jamás. Para mí no es raro que la gente ignore a los Slytherins, a menos de que sean completos desubicados.

—Bueno… Te había visto en los pasillos… —me encojo de hombros—. Y sí, bueno, es curioso, pero nadie más está huyendo de la escuela a esta hora. ¿Qué te trae por aquí?

Sé que Alan y Aria se conocen. O más bien, Aria me contó que quizá no es que se conozcan mucho, si no que lo hacen demasiado íntimamente. Pero no es la primer frase que le voy a decir: “te revolcaste en plena sala común con mi indecisa amiga”. No, eso sólo serviría para asustarlo y ya tengo mis propios problemas como para resolver los de alguien más. Empezando porque Nott tiene sentimientos, ¿quién iba a decir que ese cabrón de hecho, sentía algo?