Una huésped nueva [Hermione]

Aparecimos en mitad de un camino, justo pasada las grandes cancelas con las iniciales "LM" grabadas en oro. Ante nosotros, se cernía la mansión. Al otro lado de las cancelas sólo se veía una enorme zona de carretera con forma circular, donde había algunos coches aparcados, y de ahí una carretera de grava viajaba montaña abajo atravesando el campo en dirección a la autopista.

Estábamos en un camino de gravilla, y a ambos lados habían frondosos árboles, arbustos en flor, algunas farolas encendidas, y grandes explanadas de césped verde hasta donde alcanzaba la vista. Había una escultura de piedra a cada lado del camino con forma de grandes águilas, y un poco más adelante que nosotros, y como formando una rotonda, había una gran fuente con peces de colores. Allí el camino hacía una rotonda y al otro lado de la fuente estaban las grandes puertas de madera de la mansión y, después, el camino se dividía hacia los lados. Había un poste con flechas de madera apuntando en cada dirección del camino con indicaciones tipo "establos" "piscina" "huerto" "garaje", como los del Oeste, que a mí me encantaba porque las indicaciones las habíamos escrito mis hermanos y yo de pequeños con pinturas de colores, y estaban rodeadas de dibujitos absurdos, como gatos y tortugas.

Precedí a Hermione hasta la puerta, que abrí yo mismo. Junto a la puerta había un buzón con nuestro apellido "Lightwood" escrito en él. La mansión en sí era bastante grande. Tenía tres plantas y además, un desván, que haría de cuarta, y un sótano. Por fuera tenía un aspecto agradable, armónico y encantador, con grandes ventanas sin barrotes pero con cortinas interiores de terciopelo azul, y era de un color pastel, aunque en los marcos de ventanas y puertas era de piedra a la vista y sin pintar. Había algunos balcones y tanto de ellos como de las ventanas colgaban plantas diversas, algunas con flores, y desde el tejado colgaba una enredadera por toda la pared hasta el lateral de la puerta principal.

—Bienvenida a casa —dije mirando a Hermione con una sonrisa cuando entrábamos en el vestíbulo. Toda la casa era de suelos de madera, de piedra en las cocinas, de mármol en los baños, y de moqueta en los dormitorios. Por todas partes había cuadros, estanterías repletas de libros, fotos, y otros objetos, esculturas, alfombras y buena luminosidad. La escalera era una gran escalera de piedra que ascendía por todas las plantas, aunque había otra en el extremo opuesto de la mansión. Del vestíbulo nacía un largo pasillo hacia un lado, que pasaba por detrás de la escalera, y en otro lado había una pequeña puerta que daba al escobero—. Estás en tu casa. Por ese pasillo, baños, cocinas, lavandería, piscina interior, salón, comedor, y diversos saloncitos y salas de usos múltiples. Segunda planta, biblioteca, despachos diversos, sala de juegos, y otras salas diversas, incluidos algunos servicios. Y la tercera planta, los dormitorios, otros baños, otra biblioteca, lechucería y otras salas múltiples. En el sótano hay una piscina, una mesa de billar, un pequeño bar, juego de dardos y salas de los elfos y otros sirvientes. En el desván, trastos varios, pero está cerrado así que no tienes que preocuparte por ratas ni nada de eso. Si exploras alrededor de la mansión, tenemos un garaje, bicis, la zona caballos, un arroyo, una piscina, y varios campos que pertenecen a nuestra finca pero están fuera de las verjas. Te enseñaré tu dormitorio —expliqué despacio para no liarla mucho. La guié escaleras arriba hasta uno de los dormitorios de invitados en la tercera planta. Era una sala amplia y espaciosa, con estanterías con libros, dos armarios, una gran cama matrimonial llena de almohadas y con dosel, una alfombra enorme, un escritorio, un sofá con mesita y unos sillones, una silla en el escritorio, y una puerta que daba al baño.

La primer reacción fue la de intimidarse. Si, el lugar era lindo, aunque ostentoso y precisamente ostentoso con Hermione Granger no encajaban bien exactamente. Y es que sus padres habían sido Dentistas, una profesión digna pero no con un ingreso que ameritara más que una casa de dos plantas y bastante bonita pero de relativa normalidad.

El único lugar que vio así era Malfoy Manor y se hacía algo intimidante pensar en un lugar tan grande. Solo escuchó lo que le interesaba. No le interesaba ir a nadar ni el billar o el bar. Solo registró la sala de los Elfos, las dos bibliotecas y su habitación. Eso era más que suficiente. El comedor sería inevitable suponía aunque quizá ni siquiera comiera mucho que se diga. Pero como invitada debería respetar los horarios de las comidas para no faltar el respeto del anfitrión. Saber donde están las cocinas también aunque le sonaba curioso que no tuviera un laboratorio ser recordó que muchos simplemente usaban las cocinas cuando necesitaban, simplemente era mucho más sencillo si se pensaba bien.

No dijo nada. Realmente no veía necesidad de decir nada, realmente no se lo había pensado demasiado bien, jamás pensó la incomodidad de sentirse inadecuada en un lugar. Hacía demasiado tiempo que no se sentía inadecuada o quizá era que al estar en otro lugar esa sensación renacía, la idea de pensar superfluamente en su presencia en un lugar como este.

Le siguió con curiosidad, mirando la habitación. Tenía razón, era lindo. Realmente era muy lindo, inmenso en realidad solo para ella. Era la primera vez que veía algo como esto y no sabía si sentirse maravillada o cohibida por tanta ostentación. Deseaba pensar que había algo más chico por algún lugar, pero al notar que esta habitación se le había sido asignada no pudo más que aceptar y entrar, lentamente dejando la pequeña bolsita sobre la mesa.

"¿A que hora debo estar para la cena?" Preguntó algo intranquila de haberse ido sin avisar a nadie, ni siquiera tomó sus cosas, solo marchó con lo que tenía.

Lastima, probablemente casi ni usara lo que le ofrecía realmente.

Contemplé a Hermione desde el marco de la puerta pacientemente, esperando a ver como se adaptaba, sabiendo que a veces era demasiada ostentación, lujos, grandezas innecesarias, que a veces hasta a mí me resultaban excesivas. Pero la casa había pertenecido a mis abuelos, a mis padres, y ahora a mí y a mi hermana, y realmente no habíamos podido hacer gran cosa por cambiarla, y casi nos habíamos acostumbrado, pero intentábamos hacerla menos sombría cada día. Habíamos pintado a nuestra manera extravagante algunas habitaciones, habíamos correteado por los pasillos y jugado al Quidditch dentro de la mansión.

—Sobre las diez, estará bien, pero cuestión de que tengas hambre o no. También pueden subirte la cena o lo que quieras, en la mesita hay un telefonillo, conque marques el botón naranja podrás hablar con algún sirviente. Quiero que estés bien, así que pídeme lo que necesites, y si necesitas escribir a alguien, hay papel y boli en un cajón y puedo traerte cualquier lechuza. También tenemos una pequeña casa del árbol que hicimos mis hermanos y yo con mi padre, si prefieres un rato de menos lujos —sonreí y contemplé la habitación.

"No te preocupes. Eres muy amable." Asintió con la cabeza, ausente de sonrisa, ausente de mirada cargada de conocimiento.

Era mejor adaptarse a lo que ofrecía, tendría que aprovechar lo que le daba ya que necesitaba realmente la distancia y no creía realmente tener otro lugar al que ir aunque Harry cuando se enterara probablemente diría que aun tenía espacio en Grimauld Place, que no tenía porque ir a la casa de un simple conocido que si bien le había ofrecido espacio no pasaba de momento de ser un mero conocido.

Tranquilamente podría estar siendo secuestrada para lo que valía y luego él iría fuera a indicar que la tenía cautiva a cambio de vaya uno que querría el dueño de una mansión como esta. Pero fuera como fuera solo pudo asentir con la cabeza. Probablemente no se podrían volver a ver por unos días, ella necesitaba pensar... pensar mucho realmente. Pensar hasta que ya su cráneo le presionara y las ideas fluyeran en desarreglos ilógicos.

"Estaré bien aquí, solo necesito enviar a pedir el resto de mis cosas, quizá Solar pueda pasármelas con una lechuza. Aunque no sé cuanto tiempo me quedaré en realidad, no sé si no será mejor dejar la ropa y pedir que me pasen solo los libros..."

Asentí contemplándola con un dejo de preocupación en la mirada, mientras intentaba pensar en formas de hacerla sentir más como en casa, más cobijada en su ambiente, y menos en una ostentosa mansión de un tío que apenas conocía de mucho. Tampoco es que yo fuera un Harry o un Ron... exacto.

—Hermione —una buena idea acababa de venirme a la cabeza— ¿qué te parece si invito a Harry, Ron y Ginny a cenar? digo, si te sentirías mejor con su compañía —sugerí amablemente. Ellos podrían quedarse igual con cara de ¿qué hace un apenas conocido invitándome a cenar a su mansión? pero no sabía ya muchas más formas de alegrarle el día a la gryffindor. No quería hacerla sentir como una intrusa. Quizá vendría bien si empezara a conseguir ser considerado más como un amigo que como un casi total desconocido—. Que te lo traigan todo, y si después te quedas poco tiempo, yo mismo te ayudaré a llevarte tus cosas a tu nuevo hogar. Por eso no te preocupes —sonreí intentando sin demasiado esfuerzo ser amistoso, aunque no era algo que me costara, sino que estaba más bien en mis capacidades naturales—. Te apetece... ¿quieres hacer algo, puedo ayudarte con algo? —pregunté levantándome del sofá en el que me había sentado.

Lentamente se giró a mirarle, tratando de sonreir ante la idea de que vinieran sus amigos a verla, sin embargo solo un gesto amargo se formó en sus labios.

"Claro. Supongo que no puede hacer daño." Fue la replica de media alma, lentamente caminando para ver el exterior considerando que si era tarde cuando había escapado del colegio ahora ya la luna estaba apareciendo entre el cielo que se teñia de amarillo a naranja, pasando por un vibrante rosa hasta que caía en el oscuro violeta para desaparecer en inmenso negro.

Invitar a Harry y a Ron era una locura y Ginny ya ni replicaba las cartas. Pero si él quería invitarlos no lo iba a detener, ella solo no sabia si tendria alma para seguir hablando con ellos y afrontar los ojos de decepción de Ron o la mirada que trataba de ser de apoyo de Harry y a Ginevra Weasley ya casi ni la conocía. Quizá no era tan malo reunirlos a todos y ver como estallaba todo. Hasta podría llegar a hacerles bien.

"De momento... creo que quiero estar sola un rato."

Iba a abrir la boca para hablar, pues presentía que no estaba segura al cien por cien de lo que me estaba diciendo, pero finalmente, me callé. No entendía tanto a las mujeres como muchas personas, y Hermione era totalmente un mundo nuevo en el que iba a ser complicado andar, por lo que asentí suavemente y me di la vuelta para salir de la habitación. Cuando alcancé la puerta, me paré en el marco dejando la puerta levemente entre abierta y me giré para mirar a la gryffindor un momento.

—Les escribiré entonces. Te veré para cenar, si necesitas algo avisa —musité rápidamente y eché una última mirada a la habitación antes de salir de ella y encaminarme hacia la mía propia. No sabía bien cómo lidiar con ella pero estaba seguro de que de alguna manera lo acabaríamos averiguando. Era cuestión de tiempo que nos acostumbráramos el uno al otro, y así podríamos acabar entendiéndonos completamente. Tampoco sabía que estaba pasando con Harry, Ron y Ginny, pero era una parte tan personal de la vida de Hermione que no pensaba hurgar en ella.

Los próximos tres días los pasaría sin salir de la habitación ni siquiera.

Comía, pensaba, leía, todo allí. Tratando de olvidar o tratando de reorganizar sus ideas antes de tener que volver a salir a batallar con el mundo.