Cazando estrellas fugaces || Theodore Nott

El aula de Astronomía siempre ha sido uno de mis favoritos, la torre más alta e imponente del castillo, desde la cual se puede ver Hogsmeade y un poco más. Está un poco quemada y derruida por los lados, pero se mantiene firme y es faro de luz en la oscuridad.

Rodeada de ese silencio, me estiro sobre las baldosas, mirando el cielo que por una noche no está cubierto de nubes, y permite ver las estrellas. Cualquiera que me mirara podía creer que estaba pensando en muchas cosas, en la eternidad y la lejania, en si algún mago ha estado en Plutón, en que pasaría si soltaran un toporsolo en el espacio.

Sin embargo, yo solo estaba uniendo los puntitos. Una linea de la estrellita A a la estrellita B...

-Bu-Dije al oido de la rubia que se encontraba absorta en el cielo plagado de pequeñas estrellas, pero increíblemente brillante.
Lunática Lovegodd quizás había sido objeto de mis burlas y gilipolleces desde que la conocí. Nunca lo hice con mala intención, simplemente me parecía interesante aquella rubia majara y absorta en un mundo maravilloso que ninguno de nosotros podríamos tocar ni percibir en ningún momento.
Sonreí al ver la expresión del rosto de la muchacha, la había sorprendido.

-¿Estás buscando narggles o cualquier cosa que suelas buscar?-Dije sonriendo, me tumbé en el suelo junto a ella, con los brazos por detrás de la cabeza.
¿Y qué hacía yo a esas horas en la torre de astronomía?
Llevaba una semana durmiendo unas pocas horas por la noche, no por las pesadillas ni por las de Draco (que me habían quitado el sueño durante varias noches) Simplemente me despertaba a las pocas horas de quedarme dormido, un golpe seco me arrancaba de Morfeo y me dejaba mirando el techo durante horas, hasta que la luz entraba por la ventana de mi habitación. No soy una persona a la que le guste quedarse quieta en un lugar, por lo que salía a pasear por el pasillo, cada noche a un lugar diferente.

Miré el cielo y silbé, impresionado.
-Wao, es...algo precioso...y a la vez da miedo-Dije

Doy un respingo al escuchar la voz de aquel Slytherin, parpadeando un instante para reconocerlo en la oscuridad de la torre.

-¡Oh! Hola, Theodore...- Saludo, desviando la mirada un instante para verlo colocarse a mi lado. ¿Desde cuando Theodore Nott se acercaba a alguien que no fuera de su casa, sin esa actitud de "no te tocaría ni con el palo de una escoba"? -No, no hay narggles en el cielo, están en los muérdagos.- Le respondo con seriedad, volviendo de nuevo mi cabeza hacia las estrellas. -Estaba uniendo puntitos. La profesora Trelawney nos enseñó de las constelaciones y sus significados, pero creo que se pueden hacer formas más bonitas que Medusas y Basiliscos en el cielo. Por ejemplo, si unes aquellas de allá...- Le señalo un grupo de estrellas, donde Marte brilla como un ojo rojo. -Puedes ver a un mono araña colgado de su cola comiendo plátanos...-

Vuelvo a cruzar mis manos sobre mi estómago. -Realmente mirar el cielo te hace sentir muy pequeño. Aunque nunca se me hubiera ocurrido que tú, Theodore Nott, tuvieras miedo de alguna cosa. O que lo admitirías en voz alta.-

Río un poco al oír sus comentarios.
-Perdón! Perdón!-Sonreí-No sabía que los Narggles solo vivían en el muérdago!-Me puse las manos en la cabeza-No me mates!
Me señala un lugar en el cielo, según ella habría Basiliscos y Medusas, pero yo veía...yo veía estrellas en el cielo.
-Yo veo...estrellas-Dije sonriendo-Lo siento luna, pero mi imaginación es terriblemente mala-Sonreí-Además, me quedaba sobado en las clases de adivinación, y eso que dices del mono...lo siento pero...es raro-Reí.

La miré con una sonrisa y me estiré en el suelo.
-Todos tenemos miedo, solo que yo soy demasiado egocéntrico para reconocerlo-Sonreí-Pero no te digo nada que tu no conozcas!

Volví a mirar al cielo, respirando el aire fresco y nocturno que nos envolvía.
Sentí un escalofrío de frescor y sonreí, a pesar de llevar una chaqueta el aire me estaba poniendo los pelos de punta.
-Tienes frío?-Dije

Alzo una ceja a su comentario.

-No tengo razones para matarte, Theodore.- Parpadeo, y lo escucho con un poco de curiosidad. -Supongo entonces que somos un dúo curioso, tú careces de imaginación y yo tengo de más.-

Le sonrío, aún un poco intrigada por esa repentina cercanía. Quizás es que no tuviera nada más que hacer en ese momento. Y la verdad, si Flich nos encontrara, seguro estaríamos en problemas. Pero pocas veces lo he visto subir a la torre, y ahora mucho menos debido a lo semi derruida que está.

Menciona el frío y tirito, pues la verdad no le había estado prestando atención a las corrientes de aire. -Pues si, un poco. Pero se está tan cómodo aquí que lo había olvidado.- Vuelvo a enarcar una ceja para mirarlo. -¿Por qué estás aquí? Me refiero, aquí arriba... Es bastante lejos de tu Casa.-

-¿Ah no? Las personas más calladas son las que tienen más cosas que decir-Dije guiñando un ojo-Y si, tengo poca imaginación para algunas cosas...pero para otras...-Dije sonriendo con cinismo.

Veo como tirita de frío, y haciendo un gesto raro en mi, me quité la chaqueta y se la dí.
-Ten, te hace más falta que a mi-Dije sonriendo-Pues...si te soy sincero, digamos que estos días Morfeo no quiere saber nada de mi-Dije volviendo a tumbarme en el suelo-Pero al parecer no soy el único, he visto que bastante gente no puede dormir estos días...aunque no es difícil adivinar el por qué.

Moví las piernas y escudriñé el cielo.
-Esa es Géminis, no?-Dije señalando la constelación que creía que se trataba de los gemelos Castor y Pollux-Aunque ahora que la veo bien...¿Es Capricornio?-Dije con una ceja alzada, haciendo gala de mis dotes astronómicas-Por cierto, sabes que la torre está a un tiro de piedra de derrumbarse, ¿Verdad?

-¿Si? ¿Cosas como qué?- Pregunto con curiosidad. Tal vez es que sea inventivo cocinando... o pintando. Tomo su chaqueta y me la pongo sobre las piernas, donde tengo un poco más de frío. -Gracias, Theodore.-

Miro también hacia las estrellas que señala, inclinando un poco la cabeza. -No, creo que es realmente Piscis... ¿Ves la aleta del pez? Y si Saturno estuviera ahora sobre Neptuno, formaría un Ying Yang.- Me acerco más, para tomar su mano, pegando mi mejilla contra su mejilla para poder estar segura que visualmente estaremos viendo lo mismo, solo con algunos centímetros de diferencia. Pongo mi dedo índice sobre el suyo, para señalarle y dibujar el camino entre las estrellas. -¿Lo ves ahora?-

Le suelto la mano y dejo de estar tan pegada a él. -Si, está muy debilitada... Supongo que es lo que hace que no me quede dormida, esperando que venga un balanceo y caiga con la torre. Pero es también lo divertido, ¿no crees? Esa expectativa de no saber que pasará.-

-Bueno, digamos que lo que hago no es muy comentable-Dije riendo-Y no me llames Theodore, llámame Theo, o Nott. Como prefieras, pero Theodore suena fatal.

Se pegó a mi para señalarme la forma de la constelación, por un momento pensé "Olé, esta quiere marcha" Pero dí un frenazo y me dije "Espera, estamos hablando de Luna "Lunática" Lovegood...¿desde cuando no se ha pegado así a la gente?"

-Si te soy sincero...no-me giré para mirarla-Suelo sacar buena nota en astronomía, pero la práctica es muy diferente-Reí-A duras penas distingo un planeta de una estrella.-Señalé la luna, brillante en el firmamento-Mira, ahí está tu tocaya.

Reí con lo de la torre, decididamente a esta chica le daba igual que se cayera en cualquier momento.
-Pues a no ser que tengas alas...lo llevamos crudo si se cae la torre-Reí-Siempre podemos saltar antes del impacto ¿no?

-De acuerdo, Theo entonces.- Digo, aunque me sueña extraño. ¿Para que resumir un nombre? Si se lo han puesto completo es por algo. Lo veo señalar a la luna, que es difícil de ver casi siempre por lo nublado de la noche, pero esta noche está radiante, como una sonrisa pícara. -Esa es fácil de adivinar, es el objeto más grande en todo el cielo...-

Levanto una ceja divertida, girando mi rostro para verlo. -Vale, pues si estás pensando ser astrónomo algún día, te daré una pista: las estrellas son las que parpadean.- Me giro esta vez de cuerpo completo, con una pierna encogida sobre la otra y apoyando mi cabeza bajo mi brazo. -¿Tienes miedo a las alturas, Theo?-

Sonrío un poco.
-Gracias, no sabía que la luna era la cosa más grande del cielo nocturno-Reí.
Me fijé bien y si parecía que algunas parpadeaban, había un par de planetas rojos y una estrella fugaz cruzó el cielo.
-Viste eso? Pide un deseo-Dije sonriendo.

Negué con la cabeza.
-La verdad es que no, no tengo miedo a las alturas-Dije-No se a que tengo miedo, si te digo la verdad.
Me encogí de hombros y suspiré, la vida era tan simple y tan complicada a veces.
-¿Tu a que tienes miedo?-Pregunté curioso.

Sigo la mano de Theodore para ver la estrella fugaz. Cierro los ojos.

-Deseo que la Torre no se caiga mientras estemos en ella.- Digo en voz alta, antes de volver a abrir los ojos con una sonrisa suave. -Hum... pues temo muchas cosas. Tengo miedo a perder a mi padre, por ejemplo. No es tanto por la sensación de soledad, ¿sabes? Estoy acostumbrada a estar sola. Es más por el hecho de ser él la única persona que me quiere incondicionalmente, y que no habrá nadie igual.-

Me encojo de hombros. -Temo quedarme encerrada en algún lugar muy pequeño, porque entonces quizás si me volvería loca de verdad, y terminaría hablando con seres invisibles. Temo a la muerte, aunque es natural, y la acepto como es. Supongo que si muero, quiero que sea rápido. No quiero pasar el resto de mis días u horas moribunda en una mazmorra, rogando por que mi vida acabe pronto.-

La escucho en silencio, haciéndome pensar en mis miedos...miedos que yo sabía que existían pero desconocía.

-Luna, yo no me abro fácilmente como si fuera un libro-Dije-Cuantas más cosas saben de ti, más desprotegido te sientes.

La miré y estiré los brazos.
-No debes temer a la muerte, creo que es una buena amiga-Sonreí-No me mal interpretes, pero un mundo sin muerte sería un mundo sumido en el caos. Debe haber un punto medio de todo.-La mire-Y aunque lo niegues, el hecho de mencionar esa mazmorra me dice que aun no superaste lo de la mansión Malfoy.

-Esta bien, no estoy pidiendo que te abras si no quieres hacerlo. Es suficiente con que me escuches, aunque no te interese lo que hable. O si piensas usarlo en mi contra algún día. Pero ¿sabes?, a veces es mejor así, porque entonces sabes que tienes que sobreponerte a tus miedos para que no los usen en tu contra.- Le respondo, apoyando las palmas de mis manos sobre el suelo, y cerrando los ojos, dejando que me invada esa sensación curiosa cuando todo está en silencio, y todo comienza a dar vueltas. Como si pudieras flotar. Al mencionar la Mansión Malfoy, suspiro.

-No ha pasado tanto tiempo para olvidarlo, Theo. Quizás ya no duela, quizás ya no tenga ese miedo de que en cualquier momento entrarán a buscarme... al menos no siempre. Pero las noches...- Me estremezco aún con ojos cerrados.

-No se, nunca he sido muy abierto para contar mi vida-Dije-Mi vida ha sido una mierda en muchas ocasiones...pero tengo la sensación de que...algo va a cambiar.

Sonreí y bostecé, escuchando a la rubia mientras me contaba, como temía que por las noches entraran a por ella. Nunca tuve miedo a la oscuridad, era algo normal en mi casa, parecía una mazmorra en vez de un "hogar".
En realidad era una mazmorra en todos los sentidos.

-Mira, es de noche y no ocurre nada malo-Sonreí-Te contaré un secreto, pero no te acostumbres. Cuando tenía seis años, para que no me saliera de la cama por la noche, mi padre decidió que por una vez no me daría una bofetada. Me dijo que debajo de mi cama, había una monstruo asesino que me comería si bajaba de la cama por la noche. Cuando cerró la puerta, lo primero que hice fue agarrar una de las velas y meterme debajo de la cama, a ver si encontraba al monstruo y convercerle de que mi padre era mucho más delicioso que yo y que él solía estar levantado hasta mucho más tarde. No sabes lo decepcionado que me sentí cuando solo encontré un par de pelusas y un micropuff que pensaba que el gato viejo y gordo de mi padre se había comido-La miré con una sonrisa-Si tienes miedo por la noche porque piensas que te van a atrapar, levántate y vete a buscarlos...quizás solo sean micropuffs.

Le sonrío, y empiezo a reír. Primero suavemente, luego con más fuerza hasta que me doblo de la risa. Cuando logro respirar lo miro con ojos llorosos y las mejillas rojas.

-Acabo de imaginar muchos micropuffs vestidos de mortífagos, lanzando mini hechizos con sus mini varitas.- Le explico antes de seguir riendo. Al final logro tomar aire, riendo cada vez con más suavidad.

-No eres malo relatando secretos; quizás sólo necesitas práctica.- Le doy una palmadita suave sobre el hombro. -Gracias, Theo. Prometo tener menos miedo.-

Me pongo en pie, tomando la prenda que Theodore usó para cubrir mis piernas, y me la pongo alrededor de los hombros, acercándome con cuidado a una de las aberturas de la torre. Siento la brisa en mis mejillas y suspiro. -Estamos en el ojo de la tormenta...-

Reí con ganas a la vez que ella ante su ocurrencia.
-Sería el ejercito más adorable del mundo, seguro que todos se habrían rendido ante ellos-Miré a la chica rubia con un sonrisa sincera-Nunca había visto a nadie reír así, quiero decir...así de alegre.

Volví mi vista al cielo y cerré los ojos, respirando el aire nocturno que refrescó mis pulmones e hizo que me sintiera como si flotara durante unos instantes.

-Nunca me habían dicho eso, quizás debería escribir un libro. "Memorias de un cabrón en ciernes"-Solté una carcajada-Podría ser el próximo Lockhart, quien sabe.

Observo como se levanta y como su cabello vuela a causa del viento. Nunca había prestado demasiada atención a Luna Lovegood, pero siempre pensé que era demasiado huesuda y que tenía aspecto de una liebre. Pero ahora...el tiempo la había tratado bien, y había que reconocer que aparte de su extraña personalidad, era hermosa y tenía algo que encantaba a quien podía pasar un rato con ella.

-Pues si hay tormenta...-Me levanté y me coloqué a su lado-No estamos en el mejor lugar para contemplarla ¿no?

-Quizás no...- Respondo, con voz adormilada y sonrisa perdida. -O quizás estamos exactamente donde debemos estar.-

El cielo sobre nosotros contradice mis palabras, despejado por completo de nubes. Incluso la brisa helada que se cuela entre mi cabello no trae olor a lluvia. Pero no me refiero a ese tipo de tormenta. Esta calma es impredecible, este silencio que cayó sobre toda la comunidad mágica luego de un año de lucha, un año de pérdidas. No es... natural. Como si todo a nuestro alrededor se arremolinara, previendo algo más terrible aún. Recojo un mechón de cabello detrás de mi oreja.

-¿Hay alguna cosa que te gustaría hacer antes que todo acabe, Theo? Si supiéramos, aquí y ahora, que no despertaríamos mañana.-

No puede evitar pensar que en ese momento parecía que se había tomado o estaba en trance.

-Si tu lo dices...-Me encogí de hombros y me apoyé en el medio destruido muro, observando como Luna vivía en sus pensamientos. No quise molestarla y volví los ojos al cielo.
Justo en ese momento, una estrella fugaz cruzó el cielo, me sorprendí ya que era extraño verlas en aquella época del año y con tal claridad.

-Quiero ser parte de algo por una vez en mi vida-Contesté a Luna y a la vez pedí el deseo a la estrella.
Bajé la mirada y sonreí a Luna.
-¿Y tu? ¿Que querrías hacer? ¿Volar? ¿Encontrar alguna criatura extraña?-Sonreí sin mala intención-¿O formar una familia?

-Son tres opciones muy atractivas.- Le contesto con suave sonrisa. -Quizás primero lo de las criaturas y luego formar familia. Sería algo difícil conocer el mundo con un bebé en brazos. No todas las criaturas mágicas son seres inocentes.-

Me apoyo con los codos al borde de la torre, y mis mejillas sobre la palma de mi mano. -¿Sabes? Yo también soñaba con ser parte de algo alguna vez. Entonces conocí a Harry, a Roanld, a Hermione, a Ginny y a Neville. Y a muchos otros más. Pero ellos, sobretodo, se hicieron mis amigos.- Lo miro con una sonrisa. -¿Te gustaría ser parte del Ejército de Dumbledore, Theodore?-