A cara o cruz [Celelia]

Ese lugar apesta. Sucio, hay una cabra detrás del mostrados, el tabarnero tiene una cara de odiar a todo el mundo por igual y tiene algo así como... ningún cliente. Vale, hay un par de raros en la parte de atrás que están sentads y parece que se toman la enésima copa de Whisky de fuego del día. Yo estoy esperando a la licántropo. Una mujer caótica como ella sola y quizá más sedienta de sangre que yo. Aunque nadie le gana a Lucifer... o Melody. O como sea que le digan ahora. Su sed de sangre sólo tiene comparación con la cantidad de hombres y mujeres que se ha tirado.

—Ponme un whisky de fuego —pido—. El más fuerte que tengas.

Llevo una copia del profeta bajo el brazo, con la fecha. Se cumplen años de su desaparición y en vez de dejarle flores en una tumba que, de todos modos no tiene, bebo a su salud. Por otro lado, no hay demasiados mortífagos que haya logrado localizar, porque aunque mi identidad no es conocida, muchos otros si sufren persecusión. Entonces la veo entrar, con su cabello de color, ese porte que no tiene, su manera de caminar y una mirada a primeras instancias inocente.

Pero Celelia Galeryth tiene de inocente lo que yo de buena persona. Nada.

—No te pedí nada... —le digo, cuando llega a la mesa—. Elije tú.

- Llevaba puesta una una chaqueta de un verde bastante oscuro, pero su cabello era de un verde mas claro, con unos labios muy definidos que dejaban una presencia bastante inquietante, contactarla no era muy difícil ya que se encontraba trabajando en el ministerio, que mejor palanca para un mortifago y muchos que solo quieren esconderse.

- Al llegar pudo ver a Ffion aquella dama de cabellera negra con aquel rostro la juventud era algo que empezaba a dejarla pero sus curvas eran bastante agradables, y nunca habia tenido la oportunidad de estar junto a una veterana... Pero eso no venia al caso también había peleado en alguna ocasión junto a ella pero jamas supo si ella tambien llevaba aquella marca en su brazo, y era difícil confiar en alguien que no la llevara, pues en varias ocasiones que iba a matar a alguien era salvado por aquella marca... Claro esta muchos cobardes también la llevaban ¿el cola-gusano? - Luego de eso escupió a una cantimplora que se encontraba cerca... Solo pensar en aquellos cobardes le daba asco.

- dejo una mirada en aquel cantinero, el lugar no parecía de su agrado pero bueno había estado en peores - Tequila esta bien - luego de unos momentos se le fue servido con un disgusto, cuando aquel hombre dejo la copa poso su mano sobre ella mientras el la sostenía aun, con tanta fuerza que aquel no la podía levantar dejo unas palabras en el aire mientras lo miraba con los ojos de aquella bestia en su interior - ¿Cargado? - luego de unos segundos de silencio retiro la mano, y sin decir palabra alguna fu servida en otra copa.

-Dejo una mirada en Ffion pero con gentileza y se volvía a ver la ternura en su rostro y lo delicada que eran sus palabras - Vamos, cuéntame que ha pasado.

La miro. Con atención. Para mí sigue pareciendo una novata, pero sabe trabajar de manera encubierta y eso es bueno. Al menos estamos en una silla apartada y me quito el guante de la mano derecha, aunque dejo el de la izquierda, como siempre. No quiero que se vea la marca, si el tabernero es quien he oído que es: el hermano del difunto profesor Dumbledore.

—No he tenido noticias de muchos... —empiezo hablando—, ya sabes... los nuestros.

En realidad, sé que la mayoría están escondidos. Los dos Lestrange sobrevivieron, aunque la esposa de uno no lo haya hecho, o eso tengo entendido. Aunque según lo que recuerdo, Greyback está más muerto que nada, sin embargo, uno de sus mejores discipulos, Scabior, sigue creyendo que el Señor Tenebroso es lo mejor que le pasó al mundo. Es patético y no se ganó una marca porque era un carroñero de segunda.

—Pero es buen momento para reagruparnos, sé que estás dentro del ministerio... —hago referencia a nuestro encuentro del otro día, cuando tropecé con la pelirroja—. Podríamos derrumbar al mundo desde allí. —Bajo más la voz, si es posible—. Podríamos, ya sabes... derrumbar esto por allí. Dime, Celelia, ¿cuánta pena quieres causar?

- Jamas le había importado lo que pensaran de ella pero para quienes la conocían y no estaban muertos, su cabellera cambiaba de acuerdo a su personalidad... Pues su propia esencia tan pura y bondadosa había sido arrebatada por aquellos que la maldijeron y experimentaron con ella. lo que hacia de ella una buena espía junto con sus roles.

- No me esperaba menos, muchos afirman están seguros y buscan de mi para que ayude a ocultarlos - lleva un trago a su boca y continua - Cobardes.

- Realmente apoyaba su punto de vista - ¿que mejor forma de tirar la pirámide que desde la base - luego de que se levanto el guante y no vio ninguna marca empezó a sospechar un poco acerca de ella, pero bueno no le di mucha importancia en el momento muy pronto tenia que mostrarle su marca... Sin eso no podían confiar ni una ni la otra - Esas palabras son pesadas pues muy pocos quedamos con poder sobre el ministerio - bajo la voz - Tendría que ser algo muy planeado y sabes que carecemos de personal para los echos ...

-PENA!...Pena!- PENA!... No quiero que nadie pase pena quiero que todos partidas de canallas mágicos queden expulsados de este reino donde sus pies se posan sobre el suelo. No quiero pena, quiero la muerte para todos aquellos que no son de nuestra clase. Su rostro se pausa por unos momentos mientras sus ojos cambian y dejan ver la bestia por unos momentos luego de unos segundos se reincorpora - No quiero pena, amo el color escarlata que desciende cada ves que actúo sobre una persona... ¿y tu? - dice mientras mira el trago servido junto a ella.

No creo que los que están ocultos sean cobardes, pero no tienen fachadas, ya estuvieron en Azkaban tiempo atrás o son mortífagos conocidos. Yo no estaba precisamente arriba de la cadena de mortífagos, como tampoco lo estaba Cel, según recuerdo, debido a su juventud y crear una fachada fue más sencillo. Claro, que de haber pasado más tiempo… al ritmo que uno ascendía

—Sí… cobardes o cuidadosos, según el espejo con que se mire —sacó un cigarro, el único vicio muggle que tengo, que adquirí después de la desaparición de mi esposo, y nunca me he podido quitar—. Intentaré contactar alguno… Digamos que sé cosas de muchos.

Secretos. Ese bien tan menospreciado últimamente. Lo que se podía conseguir con eso. Los secretos movían más al mundo que un Avada Kedavra y eran mucho más sútiles, aunque era cierto que el avada era siempre más contundente y me hacía disfrutar mucho más.

—Sé que no hay muchos con poder dentro del ministerio… —le doy una calada al cigarro y saco el humo—. Digamos que sé que estás tú y estoy confiando en ti.

Me inclino sobre la mesa para evitar que otros vean lo que haré y me bajo un poco el guante del antebrazo izquierdo, donde está la marca tenebrosa de todos los mortífagos y le muestro al menos un pedazo de ella. No puedo bajarme todo el guante porque sería muy evidente. Sin embargo, tengo que poner algunos puntos sobre las íes.

—Aunque si vuelves a besarme… bueno, no seré tan amable. —No es precisamente una amenaza, porque sé que ella también es peligrosa—. Mejor llevar la fiesta en paz. Y yo quiero que me supliquen por sus vidas, Cel, o mejor… que supliquen por una muerte lenta. Lenta…

- Ffion querida, no sabia que podías llegar a ser tan dulce - dice llevando otro trago a la boca que el cantinero acababa de servir concierta incertidumbre de aquella mujer de cabello corto, le había perdido el miedo a la muerte... En ocasiones podía llegar a temer mas que su vida acabara mientras ella no era la dueña de sus acciones, o quizás si era ella aquella desenfrenada culminaba con la vida de niños y adultos sin diferenciar solo por la sed de convicción entre ser o no ser o quien pudo llegar a ser antes de convertirse en aquel verdugo

- Cuando alguno de ellos canallas se digne a cooperar sin tener que irles a buscar me tragare mis palabras - dice con una ligera sonrisa algo escalofriante... muchas veces tenia miedo de si misma pero le encantaba no tener una personalidad definida. Eso hacia mas fácil la labor de trabajar con cierta incógnita...

- Deja caer su brazo izquierdo bajo la barra igualando el método que ella había usado mientras revelaba una fracción de aquella marca del señor oscuro, ella había sido el método de asesinato mas común ante aquellos de los que quería desaparecer... Tomándola como una supuesta prisionera en aquellas noches de luna, desatando ríos de sangre, tal cual había ganado su lugar y su marca. Luego de acercarse a su oído con una ligera sensualidad le susurra - Creo, que ya no te estas arriesgando - volviendo a su lugar con su copa.

- se echa a reír un poco - Vamos, pero si he visto tu rostro en tu cara se ha visto la incógnita con la que has quedado, no me puedes decir que no lo deseabas muy en el fondo - dice mientras voltea hacia ella dejándola a la expectativa por si reacciona de una manera brusca.

¿Dulce? En serio. Percibo regusto de sarcasmo en sus palabras, pero dulce no es un adjetivo que me guste. Me gustan más las palabras que no tienen necesidad de decirse con ese tono extraño de ironía, las más directas. Palabras como "desgraciada" o "despiadada". Menos elegantes, menos sutiles, pero mucho más esclarecedoras en todos los sentidos. Pero sí, puedo ser extremadamente dulce, como asegura ella.

—Sí... puedo ser "dulce"; extremadamente dulce —lo digo con ese tono que usa ella, medio torciendo la boca a la hora de responder. Sé que no soy del todo un enigma. Más bien, todo el mundo me conoce y cree que soy respetable, me valgo de esa coraza para hacer lo que se me da la gana y de una máscara plateada para construis a esa segunda identidad, la mortífaga que no tiene que rendirle cuentas a nadie—. No tienen modo de saber que nos reagrupamos si nadie les avisa... Pobrecitos... —uso el mismo tono de fingida lástima de hace un momento, pero la verdad es que no me dan lástima. Haré llegar un aviso, porque necesitamos aliados.

Pero será uno solo. Un ultimatum y ya está. No habrá más avisos después de ese, y ni siquiera habrá misericordia. Algunos mortífagos incluso se alegrarán de que la guerra haya acabado. Los Malfoy... por ejemplo. A esos les guardaré algún conjuro especial con la varita. Un crucio, por ejemplo.

—Oh, querida, creo que confundes caras de confusión con deseo —sonrío—. Porque te aseguro que no deseaba ni esperaba ese beso. Para besar y... para otras cosas, ya tienes a Melody. No me enlisté en los mortífagos por ser una puta, eso te lo aseguro.

Sonrío. No, cuando me enlisté ya estaba casada. Y a mucha honra. Le doy un trago más al whisky de fuego, porque es el aniversario de su desaparición, y porque sea lo que sea, se lo merece.

- Todas podemos llegar a ser dulces, si quieres puedo ser tu amante una noche y portarme como el único ser que has amado incluso podria llegar a que me llamaras por otro nombre que te apetezca... Mi cordura ya no existe en su lugar a quedado una cicatriz que por mas magia siempre la llevare - Quizás cuando joven y todo esto no había pasado fui una niña dulce que cuidaba de sus conejos y animales - Pero. PERO... Por que me han echo esto no perdonare un alma su cuando muera estaré condenada en el Infierno valdrá la pena., con la única condición de verles las caras fundidas en la tristeza y el miedo.

- Mi mano se poso en la copa Temblaba un poco mientras mi cabello cubría mis ojos, de los cuales uno de ellos era llevado por un intenso tic que a simple vista no se veía. Lleve la copa a mi boca tomando un gran sorbo luego de esto una sonrisa se poso en mi y de un salto me gire hacia Ffion - Lose, no hay manera de decirle pero algo tenemos que hacer... Ellos están solos y creo que al menos entregaran sus vidas con un propósito - digo mientras la observo de una manera muy tranquila y gentil.

- Vamos Ffion hace mucho no hago estragos quiero ver sangre correr, y se que no eres ninguna puta ¿y si nos divertimos un rato?... Bueno sin que te lo tomes a mal por ahora estoy algo agotada para hacerte algo a ti - Digo mientras me sonrió y la observo como una niña queriendo tener en sus manos un caramelo... Realmente quería ver sangre no de Ffion ni mía si no de un inocente o un canalla aparecido. De una forma u otra había que dejar miedo en estos lares.

—No seré tu amante —aclaro, con la voz tranquila, como si dijera «el cielo es azul». Es sólo la constatación de un hecho de algo que nunca va a ocurrir, algo que acepté desde siempre. Un hecho que no cambiará—. No hoy, no mañana, nunca. —Es ya mucho decir que me tome la molestia de aclararlo. Yo estoy con los mortífagos por algo más. La diversión nunca fue mi prioridad allí y mucho menos pasarlo bien.

Pero hay maneras de pasarlo bien que no involucren fluidos, aunque Celelia no quiera creerlo. Existen maneras de arrancar gritos, de oler el miedo, ver miradas de súplica. Existe ese sentimiento de ver caer a los adversarios, algo que disfrutaba por sobre todas las cosas. Algún día lograría lo que quería, ya fuera con los mortífagos o sin ellos.

—Sangre correr… —repito, murmuro las palabras con un regusto ácido en la boca, disfrutando la manera en que suena—. También deseo eso. Caos, muertos. Sangre… Creo que estamos juntas en esto.

- Cálmate, Ffion no tengo intensiones de acostarme contigo... A menos que me lo pidas - Digo mientras le guiño un ojo ligeramente sensual - Cabe resaltar que juntas tenemos un gusto grata por el dolor y sangre del otro... Y bueno puedes ser mi amante y no necesaria mente del placer mundano del amor, que dices si luego de encontrarnos con Melody hacemos estragos por el pueblo, parece que nos han olvidado - digo con la voz baja para que aquel que nos servia en el lugar no se mantuviera al tanto de nuestra conversación.

- Pensaba e aquellos desastres que podíamos hacer juntas, quizás con sus influencias y las mías pudiéramos llegar ha reformar sucesos pasados o quizás cosas mas impresionantes y sangrientas que de solo pensarlas podía saborearla junto con la bebida que bajaba por mi boca.

Sonrío, fingo pensarme un poco lo de causar desastre, pero Cel sabe cual va a ser mi respuesta y yo sé cual será la cara de desilusión que ponga.

—Bueno, en este pueblo hay demasiada Órden del Fénix... —empecé—. Y Hogwarts está por allá y sus profesores acudirán en cuando se oiga hablar de una amenaza. No, prefiero guardarme el desastre para cuando no me asegure una idea directa a Azkaban.

Se decepcionará, pero yo, de momento, quiero jugar bajo seguro.

—Aquí no. Demasiado peligro. Quizá si tienes ganas de alguna otra cosa mucho menos rastreable... Podemos hacer grandes cosas juntas, sí.

- En sus palabras se sentía el miedo a Azkaban... Pero no habría por que juzgarla a mi tampoco me gustaría parar en ese lugar antes de cumplir mi prometido tome un gran suspiro - ¿Podríamos viajar a londres? - Dije con un rostro de emoción y una mirada picara - Claro esta... Luego de cumplir nuestro prometido con Melody - dije mientras rodeaba con los dedos la copa de la mesa.

-Claro si es que en verdad lo que buscabas era una excusa para desacerté de mi... Sera obvia tu respuesta - digo mientras me giro hacia ella con una mirada profunda y algo inquieta, realmente me encantaría saber el punto en el cual puedo confiar en Ffion.

—¿Londres? —finjo pensármelo.

Nunca he sido partidaria de la violencia por la violencia, pero a veces es relajante. Torturar porque sí nunca fue lo mío, pero me encantaba tener un propósito, un nombre de arrancar, una dirección, un lugar. Oir como lo dicen es oír una rendición, música para mis oídos.

—No quiero deshacerme de ti… —mentira, a veces me encantaría. Pero no es sólo con ella, es con todo el mundo. Y ese día en general, es el aniversario de SU desaparición. Eso me da una idea—. Vayamos a Londres, entonces, me apetece encender una hoguera funeraria. Una enorme hoguera funeraria…

Sonrío. Tengo en la boca pintada una sonrisa que nunca augura nada bueno.

Off:

- Casi se me pudo haber echo agua la boca con sus palabras LONDRES, que mejor lugar para infringir terror que uno junto al ministerio - Es una gloriosa idea - Dije mientras me mordía ligeramente y sensual mi labio inferior mientras la observaba.

- Nunca había echo nada que forjara mejor una relación, no me gusta la idea de secuestrar y torturar... Pero esto suena espectacular, cabe esperar hasta que punto pude llegar la bestialidad de Ffion o sus ideas y mi locura pueden llegar bastante lejos. Digo dejando salir una sonrisa bastante picara.

- Deje unas monedas sobre la tabla y me levante casi de un salto - ¿Que nos vamos?