Houdini [Luna Lovegood]

Estaba, de nuevo, afuera. Odiaba la opresión que sentía en el castillo, aun con sus grandes muros y sus altos techos. Me gustaba más que me diera al aire, aunque no tuviera ningún propósito en especial. Salgo con un libro bajo el brazo que, estoy seguro, no abriré la mitad del tiempo. No me importa, el punto es aparentar que hago algo porque solo me estoy sintiendo inútil. En Hogwarts no parece haber trabajo que hacer porque hasta Draco Malfoy parece verse arrepentido... aunque claro, yo no seré quien lo averigue. Lo primero que haré será darle un puñetazo y lo segundo... Bueno, eso no lo sé. Tengo demasiado dentro de mí para perdonarlo. Es demasiado... demasiado...

A lo lejos, distingo un cabello platinado, largo y desordenado, bastante enamrañado. Le pertenece a Luna. Iba en el mismo curso de mi hermano... Si mi hermano estuviera vivo se estaría preparando para los NEWT. El caso es que no lo está. ¿Quién sabrá ahora que quería ser reportero? Bueno... creo que lo decía por lo de tomar fotos. Eso nunca se le pasó y yo aun guardo su vieja cámara en el fondo del baúl sin animarme a sacarla.

—Luna... —saludo, cuando me acerco un poco más—. ¿También te gusta tomar el aire?

Todavía no entra el otoño, así que el clima en escocia es de lo mejor.

Sobre mi oreja izquierda descansa, como siempre, mi varita. El tiempo es agradable hoy, así que decido salir a tomar algo de sol, aprovechando los pocos momentos que el sol logra aparecer entre los parches del cielo. Respiro el aire, y sonrío con ojos cerrados. Escucho mi nombre y alzo la cabeza, de manera que veo hacia arriba un rostro familiar. Sonrío.

-Hola Dennis.- Respondo. -Si, pero cuando el tiempo es bueno. Si el tiempo es malo, no me gusta tomar aire.-

Doy un par de palmadas junto a mi, para que tome asiento. -Hoy es mejor estar aquí afuera que allá adentro, ¿no crees? A veces siento claustrofobia...-

Sonrio ante las palabras de Luna, siempre es de esa manera, al parecer. Totalmente excéntrica y a la vez terriblemente sincera. Me cae bien aunque realmente no nos conocemos demasiado. Supongo que eso puede cambiar, porque tengo unos largos años por delante y casi nadie con quien hablar.

—Pero ahora el tiempo es bueno —le digo—. Aun no hace frío, y el aire es agradable, despeina sólo lo necesario, no embarra el cabello en la cara de nadie...

Me gusta así. Me siento en donde Luna me indica con la contundencia de unas palmadas y me abrazo las rodillas. Dejaré la túnica atascada, pero qué importa.

—Hum, entiendo esa sensación. me sentía exactamente así...

Apoyo uno de mis codos sobre una rodilla y mi mejilla sobre la palma de mi mano, mirándolo de medio lado.

-Es algo extraño, ¿no crees? Que los muros alrededor puedan causar esa sensación siendo tan amplio. Hasta tenemos un techo falso que imita el cielo nocturno. Pero aquí estamos, y como nosotros dos, debe haber muchos otros buscando consuelo fuera de las paredes de piedra.- Vuelvo de nuevo la mirada hacia el Lago. -O quizás lo estén buscando en la oscuridad de las aulas y baños del colegio. Últimamente todos están algo hormonales, como si el hecho de haber estado a punto de morir les hiciera querer vivir al extremo todas las emociones existentes.-

Me he enterado de algunas cosas, sí, de como parece que muchos, viendo que lo que vivieron el año pasado no fueron sus últimos días, se han desatado.

—Me he dado cuenta y... he oído algunas cosas —me encojo de hombros—. Todo parece volver a la normalidad poco a poco y las hormonas sólo están bastante más desatadas de lo normal.

"Supongo que eso volverá a la normalidad en algún momento", pienso, pero la verdad es que estamos internados en un colegio y somos adolescentes y, aunque no lo parezca, muchos, al ser sobrevivientes, nunca se habían sentido tan vivos.

—Y sí, a veces me siento encerrado, Luna, esas paredes me recuerdan tantas cosas que siento ganas de salir al aire libre y quizá despejarme y gritar... y... Olvidarme de todo sólo un momento.

Mi sonrisa melancólica se hace mucho más grande.

-¿Sabes? Esa es una idea excelente.- Le digo, y antes que pueda decirme nada le tomo la mano, corriendo algo más lejos del castillo, de la cabaña de Hagrid o de cualquiera que pudiera preocuparse. Aunque no hay necesidad de preocuparse, es sólo para darle a este chico un instante de esa extraña libertad que sólo se obtiene al soltar aquello que nos mata por dentro. Y quizás me haga mucho bien a mi también. Solo me detengo cuando encuentro un punto donde la brisa podrá llevarse los sonidos hacia el Lago, hacia Londres quizás.

-¿Estás listo?- Le pregunto con una sonrisa emocionada. -Ahí voy.-

Y comienzo a gritar, sin importarme quién me escuche; liberando en un sólo grito cualquier miedo extra que pudiera quedar en mi, las frustraciones de la soledad, de los sentimientos que aún no encuentran su cauce. No se parecen a los gritos de dolor en casa de los Malfoy, es uno de euforia, que me deja agotada y riendo. -Es tu turno.-

—¿Idea excelente, qué?

Me tardo más en preguntar que en ser arrastrado por Luna más allá, corriendo más lejos, alejándonos cada vez más sel castillo y entonces se detiene me mira y grita. Grita increíblemente, con una voz que casi me deja los tímpanos, un grito que parece de euforia, pero me doy cuenta de que así puede salir todo lo que me carcome.

—Mi turno.

Pero mi grito no es del todo eufórico o alegre, pero tampoco desesperado. Es un grito medio amargo, medio furioso. Por una vez quiero enseñarle el dedo corazón al mundo, recordarle que me quedé solo, completamente sólo y olvidarme de eso por un momento.

Me callo hasta que mis cuerdas vocales no pueden más.

—¿Qué tal?

Lo escucho, ese grito que refleja los sentimientos que lo hacen triste, callado. Cuando termina, lo abrazo con fuerza.

-Eso me lo tienes que decir tú, no yo.- Sonrío besando su mejilla, me separo de él y me dejo caer sobre la hierba boca arriba, extendiendo manos y pies como si intentara abarcarlo todo. -Si sientes que el peso en tu pecho es menos, quiere decir que estás mejor. Y si no es así, puedes intentar gritar otra vez. O puedes hacer otra cosa, como cantar. O reír a carcajadas, aunque no sean risas de felicidad. Reírte de todo.-

Pienso en algo gracioso y comienzo a reír, reír hacia el cielo, hacia las nubes, hacia Dennis que me está mirando como si me hubiera vuelto loca. ¿O más bien es una mirada de comprensión? Es curioso, usualmente soy buena descifrando emociones a través de miradas y expresiones, pero en este momento, no estoy segura de saber que piensa este joven platino de ojos tristes.

—Bueno... —me llevo la mano al pecho, la verdad es que, por un momento, se siente mucho mejor—. Creo que se siente mejor. Como si ya no sintiera claustrofobia en este lugar...

Sonrío al verla reirse, la miro con una mirada extraña, como si no entendiera, pero a la vez entendiendo por qué lo hace. Debe sentirse liberador, porque una vez que encuentro un momento para soltar carcajadas acabo riéndome yo también, hasta que no puedo más y me duelen las costillas.

—Luna, eres una genia... O genio... no sé como era... —sonrio—. Eso es mágico, de verdad.

Sé que mis ojos se quedarán tristes, pero... no importa. Al menos puedo sonreír un poco, sentirme mejor gracias a Luna. Dios, le daría mil abrazos. Por lo menos, claro, le doy uno rápido y fugaz en ese momento.

—¡Sólo no me hagas cantar! Lo hago como una banshee.

La risa de Dennis y su abrazo fugaz me reconforta, y le vuelvo a hacer señales para que se siente a mi lado. -De acuerdo, no te diré que cantes. Tampoco queremos romper tímpanos, o que atraigas a las sirenas por intentar hablar sireno en tierra firme.- Digo cerrando los ojos, con el rostro hacia el cielo.

Choco las puntas de mis zapatos mientras los balanceo de uno a otro lado. -¿Ya has pensado que quieres ser cuando salgas, Dennis? Este año te toca presentar los T.I.M.O.S., ¿cierto?-

—Ya, ya, en serio, cuando canto hablo sirenio en tierra firme...

Son gritos sin sentido en general. Recuerdo en que hubo un tiempo en que no me importaba demasiado porque Colin estaba a mi lado y el mundo no eran tan oscuro y... No estaba escencialmente deprimido toda mi vida. Aunque ahora creo qye ya pasó la peor parte. Como solía decir la psiquiatra muggle del orfanato: son las etapas del duelo y hay que honrarlas todas, el problema es que nunca le puse atención.

TIMOS... ¿De verdad voy a llegar vivo a los TIMOS? Empiezo a dudarlo, o quizá es que me han dejado de importar demasiado, me da todo bastante igual y... creo que la psiquiatra también dijo algo sobre que eso era un problema o algo así. También, como era mi costumbre, la ignoré.

—No tengo idea... —respondo con total sinceridad—. Cuando me de cuenta McGonagall estará dandome una plática sobre cómo deno planificar mi futuro, pero juro que no tengo idea. Lo más obvio es acabar siendo un Auror, pero...

Dejo las palabras al aire. Es lo más obvio, pero no me acaba de gustar.

-¿Por qué lo más obvio? Hay muchas otras maneras de enfrentar la adversidad que siendo Aurores. El mundo no está lleno sólo de magos oscuros intentando dañar.- Extiendo mi mano para tomar la suya, porque sé que las palabras que diré a continuación pueden ser algo dolorosas y espero que entienda por mi gesto que puede apoyarse en mi si lo necesita.

-Quizás deberías pensar en tu parte artística. Colin, por ejemplo, hacía fotos maravillosas. Sabía como captar las emociones en una sola imagen, estuvieran o no en movimiento. No digo que tu debas seguir sus pasos, porque hasta los hermanos son distintos entre ellos. Pero... ¿Si tu arte es otra cosa? Podrías probar escribiendo, ¿sabes? Acerca de emociones y vivencias, acerca de recuerdos que quieras compartir. Si te interesa, puedo hablar con mi padre y podrías ayudarnos con el "Quisquilloso". Siempre tenemos espacio de opiniones para artículos de aprendices de escritores. ¿Te gustaría?-

—Es lo que creen todos... y como mi hermano murió en la guerra supongo que muchos dan por hecho que es mi vocación.

Ruedo los ojos. El empleo de auror está sobrevalorado. Hay quien tiene la vocación, sí. Pero yo no soy una de esas personas que tiene esa vocación y definitivamente no sólo va a haber magos oscuros amenazando, a veces las amenazas vienen del propio ministero y... No tengo ganas de ser un guerrero. Ya no me quedan.

—¿Escribir? —alzo una ceja, incrédulo, porque nunca me lo plantee—. Bueno, sé que no se me da tomar fotos o dibujar pero... podría intentarlo. Buscar mi lado artístico o algo...

Sé que está allí, pero lo perdí hace tantos meses que ya no sé como recuperarlo.

—¿Seguirás con el quisquilloso?

-Quizás. Al menos al principio, aunque haré de corresponsal extranjera un año, porque quiero viajar y conocer Europa. Aún no sé si mi papá me dejará hacer sola este viaje, sin embargo. Lo más probable es que viaje conmigo.-

Es difícil estar lejos de papá mucho tiempo. Acepta que venga al colegio, pero si fuera por él me diría que pasara todos los fines de semana en casa con él. Y ahora que estoy por terminar el colegio, será mucho más. -En general, siempre estaré con "El Quisquilloso", aunque me interesa más estudiar y encontrar criaturas en todo el mundo, adentrarme donde nadie más ha ido.-

—Oh, buscar criaturas, suena interesante. Podrías buscar nuevas criaturas y luego puedes escribir algún reportaje para la revista...

El plan que se forma en mi cabeza es atrayente, una vida que no me importaría nada si lo mío fuera la zoología mágica. Que no lo es, pero aun así viajar por todo el mundo es algo que no pude permitirme en la familia nunca; dicho de manera algo más cruda: éramos pobres. Mi padre era lechero y ahorraba horrores para comprarnos el material de Hogwarts. Estaba feliz de tener dos hijos magos, tanto que nunca imaginó lo mal que le iba a salir.

—Por mi parte no tengo demasiados recursos y me quedan dos años por delante, así que... Intentaré escribir algo. Te lo enseñaré.

-Ese es exactamente el plan. A nuestros lectores les interesará saber donde se encuentran ubicados en estos momentos distintas criaturas que se creen extintas. Pero tendré que hacerlo cifrado, o los temibles cazadores del Ministerio de criaturas curiosas podrían dar con ellos e intentar usarlos y llevarlos a una verdadera extinción.-

Le miro y le sonrío. -Me gustará leerlo. Tu artículo. Por cierto, ¿tienes aún la cámara de fotos? Necesito hacerme una con Isabelle y Solaranielle.-

Sonrío al oír como planea hacer Luna cifrado para que nadie pueda usar las fantásticas criaturas que encuentre. Al final, el Quisquilloso seguirá siendo el quisquilloso y Luna seguirá siendo igual de Luna que siempre.

—Me agradará leerlo... —aseguro, por ser amable, aunque las criaturas mágicas no están entre mis intereses—. Y sí... escribiré algo. Al menos lo intentaré y te lo enseñaré todo aunque sea un desastre.

No sé si saldrá. No sé, si quiera, si lo voy a intentar. Pero por Luna... Por Luna quizá me plantee ponerme frente a una pluma.

Pero sólo ella logra eso.

Le sonrío, antes de dedicarme a mirar el horizonte. -Es muy bonito desde aquí, ver el lago e imaginar Londres a lo lejos. Aunque Londres me da algo de miedo. ¿Sabes? Mucho movimiento, y mucha gente en todas partes que no parecen estar seguros de lo que hacen.-

Cierro mis ojos y alzo el rostro, como si quisiera recibir en mis mejillas los últimos retazos de sol.


-Mucho ruido pero sin que digan nada... ¿Me entiendes? Ruido sin sentido...-

—Yo vivo en Londres. Solía vivir ahí. ¿Tiene su encanto, sabes? —le cuento, porque recuerdo mi vida en los suburbios, un lugar mucho más agradable que el mismo centro de Londres, caótico y a veces hasta desesperante—. Aunque supongo que tienes que acostumbrarte al ritmo. Un ritmo frenético, extraño... Incluso hasta sin sentido, como dices tú.

Le sonrío como puedo, pero me sale torcida la sonrisa, como siempre. La última vez que estuve en Londres fue en un orfanato y procuro no recordar ese tiempo. Demasiado gris para mi gusto, sin nada que lo definiera.

—Sí... te entiendo. Prefiero este lugar. Hay más paz, relativamente.

-Si... aunque es una paz extraña. Siempre han dicho que hay mucha tranquilidad cuando se está en el ojo de la tormenta.-

Volteo a mirarlo. -Algo está por ocurrir, Denn. ¿Me crees? Lo presiento.- Pongo mi mano sobre su corazón. -El aire está lleno de silencios, como si miles de Torposoplos estuvieran zumbando en la cabeza de todos. Está cambiando. Todo está cambiando. Y ahora, ese mensaje...-

Vuelvo a poner mi mano esta vez sobre mi pecho. -Si Alicia cae por la madriguera, ¿despertará?-

Ay, Luna, Luna, Luna. ¿Por qué tú? ¿Por qué eres tan cuerda que te das cuenta de lo que nadie puede darse cuenta y lo disfrazas con tus criaturas fantásticas haciendo que al final nadie te crea? Si te escucharan más, descubrirían antes las cosas y atarían cabos.

—¿Por qué lo dices...? —mantengo en mi cara una perfecta cara de indiferencia, finjo no saber a que se refiere, ignorar lo que dice, porque si ella lo presiente es por qué va a pasar—. Si Alicia cae por la madriguera, tendrá que vivir todo el sueño...

Es lo que me atrevo a decir. No sé qué más añadir, pero no agrego que esta vez el sueño será para siempre.

"Lo siento, Luna, por todo lo que estoy haciendo y ayudando a hacer, y por todo lo que haré y pasaré por alto."

-Si tan solo fuera un sueño, Dennis...- Murmuro, volviendo mi mirada hacia el horizonte que se pinta más allá del lago. -Quizás Diana la gata nos despierte a lametones antes que el sueño llegue al final.-

Le tomo la mano, un poco fría y pálida. Levanto los ojos hacia él. -Tengo miedo. Y al mismo tiempo, quiero saber que pasará. Quiero llegar al final, descubrir el misterio. Verlo con objetividad, con los ojos de quien mira un espectáculo de lejos; de quien lee un libro y se encariña con personajes, pero recuerda siempre que es ficción.-

Aún lo miro con intensidad, con ojos muy abiertos, antes de sacudir la cabeza. Suelto su mano y me revuelvo el cabello, rasco detrás de las orejas con risas. -No te acerques demasiado, Dennis, o los torposoplos saltarán de mi cabeza a la tuya.- Vuelvo a lanzarme boca arriba sobre la hierba, extendiendo todo mi cabello para que las criaturas invisibles me dejen en paz. -Perdona que te incomode con el tema. No hablaré más de ello.- He notado el rictus de sus labios, la mirada esquiva. Quizás la historia de Alicia haya calado más en él al haber vivido entre muggles; o quizás el recuerdo de la guerra sigue tan presente en él que es algo en lo que no quiere pensar. Como todos, que intentan olvidar. Pero olvidar en algo que no podemos hacer, menos ahora, o no recordaremos los errores del pasado, volviéndolos a cometer.

"No, no sigas porque te estás acercando a la respuesta. Ni se te ocurra seguir por la senda porque encontrarás que el País de las Maravillas da mucho miedo, no sigas porque no quieres vivir el caos. No quieres. El caos da miedo y lo vamos a provocar."

—No... no importa —digo finalmente, por no decir nada más—. No te preocupes. Siempre has sido más perceptiva que las demás personas, Luna.

Es un halago, sí. Pero también tiene escondida una advertencia.Vuelvo la vista al castillo antes de que Luna siga hablando del tema, porque no quiero que acabe descubriendo todo mediante conjeturas y si sigo allí hablaré en algún momento y... No. No quiero.

—Tengo que volver al castillo —le sonrío—. Ya sabes, eventualmente tengo que hacer deberes.

Off:

Volteo a mirarlo.

-Oh, está bien. Ya nos veremos entonces, Dennis.- Le digo desde la hierba. -Cuando decidas escribir, búscame y se lo enviaré a mi padre.-

Me incorporo un momento para besarle la mejilla y vuelvo a recostarme, cubriendo mis ojos de los rayos de sol que han decidido traspasar las nubes en estos últimos momentos de la tarde.

¡Adios!: