The Hours on the Fields § Abierto

Sing for me that strange softness.
Dance in me,
words dropped out of my lips
with no sense.

Era la primera vez que Maddy salía de la casa. Aun era demasiado pequeña, tanto así que cabía más que cómodamente entre sus brazos sin necesidad de un carrito salvo para cuando se cansaba de la posición.

Había bebido el té con la profesora MacGonagall, había ido al invernadero para que la profesora Sprout hiciera divertidas caras a la niña y hablara rápido sobre lo preciosa que era a pesar de que aun su piel era demasiado fina y arrugada. Había pasado pro la cabaña de Hagrid que apenas verla había largado a llorar entre lo preciosa que era la niña y lo mucho que temía el hecho de que no pudiera terminar sus estudios, cosa que él siempre lamentó, incluso ofreciéndole a vigilar a la pequeña que cabía en una de sus enormes manos con facilidad.

Y ya los alumnos estaban en la última clase del día por lo que simplemente se sentó a esperar. Le había dicho a Luna que aquí estaría por lo que esperaba que ella viniera a conocer a Maddy que estaba dormitando acurrucada contra su pecho boca abajo, un dedito habiendo encontrado el camino a la boca mientras la madre se recostaba boca arriba usando una pequeña bolsa como almohada.

Todo era cuestión de descansar un rato, ya quien quisiera encontraría el camino para verle.

Madison:

Delete my thoughts,
count down my fears
as the wind blows the hour on the fields.

Este día apenas si he prestado atención a clases. Si nos tocaba clases en salones con ventanales, bajaba la mirada hacia el exterior, esperando ver... Avancé por los pasillos, y mi corazón se detenía un latido al ver una estela rubia pasar por la esquina. Pero no llegaba a verla. Es la última clase, y mi mente está en otro lugar. Hasta que el profesor nos permite salir.

Recojo mi mochila, y me pregunto si tendré tiempo de dejar las cosas en la torre antes de salir. Hm, no. Tampoco son tantos libros, no importará cargarlos un rato más. Encamino mi paso ensoñador hacia el exterior, aunque quizás avanzo algo más rápido, algo más alegre. Ni siquiera miro el suelo, me guio por las lechuzas que nos sobrevuelan luego de repartir el correo vespertino, y algunas plumas caen a mi cabello que ya ha perdido el cuidado que había aplicado Louise sobre ellos, volviendo a ser esa larga cabellera rebelde y con aspecto más cenizo.

El resto corre a mi alrededor, por fin libres de clases tediosas para empezar el fin de semana, pero para mi sólo parecen ir más lento cuando puedo reconocer a la figura desde una de las ventanas antes de bajar las últimas escaleras que me llevarán a la planta baja. Salgo de las paredes de piedra para rodearme de verdor, y acercarme, con curiosidad, a madre e hija que reposan luego de tan largo día...

La fría piedra donde estoy posada se empieza a sentir algo dura y.... fría; al igual que yo, aunque aquí afuera lo estuviese un poco menos. No era la primera vez que me pasaba y es que no había soportado estar mas ahí dentro como aquella vez, y es que esa aula; esa clase en la que estaban las imágenes de las cosas crueles que le hacían a otros me había raspado, me había raspado entera al hacerme sentir en mi piel de nuevo lo que mi cuerpo no quería.

No había entrado, la mujer de ahí me pidió que saliera y eso estaba bien; ahí iba a ser una muñeca demasiado rota y eso estaba mal, dolía y estaba mal. No sé cuánto tiempo llevaba sobre aquella escalera de piedra que daba al exterior, pegada contra la pared de la esquina de esta; cuando comienzan a salir los "otros", rápidos y tal vez ligeros como eso que tanto me aprieta ver por ser lo que era.

Probablemente me hubiese ido con mi garganta apretada si no es porque la vi a ella salir, la chica de afuera que con tanto dolor había tomado su mano... para que al final no fuera tan malo, no fuera tan malo. Creo que esta vez la muñeca no sabía que hacía, pero se levanta para seguirla; de lejos, manteniendo la distancia tímida ahí; quedándome un poco atrás cuando se acerca a la que antes estaba en mi lugar, tímida; tal vez sin dejar que la de afuera me vea, pero si ella; la que miraba hacia el castillo donde estaba yo, la que tenia a la que había nacido.

El suave sonido de pasos detrás de su cabeza hizo que abriera los ojos del color del cielo, alzándolos para inspeccionar quien era que se había encontrado caminando a la presencia de la ex-Hufflepuff.

Con cuidado posó una mano tras la cabecita de Madison antes de sentarse con cuidado, la niña quedando sentada en posición de indio con la pequeña sosteniendo en un pequeño puño la camisa y la túnica de abrigo de la madre como si le pidiera que no la soltara para no caer.

Los ojos celestes se iluminaron al ver a Luna acercarse rápido con esos pasos danzarines que parecía una mezcla entre un baile ritual y un salpicado de saltos sin sentido, haciendo gesto para que se acercara con suavidad y se sentara a su lado antes de notar otra presencia tras Luna, la chica de Hufflepuff, invitándola con un gesto de la mano a que se acercara a ellas.

"Madison está algo adormilada, acaba de comer así que está en su hora de siesta nuevamente." Lo dijo divertida ya que la bebé como todo neonato dormía fácilmente 20 horas diarias y cuando no estaba durmiendo estaba comiendo. Su cuerpecito pequeño y arrugadito contra el pecho, sosteniéndola con una mano bajo la cola para que no resbalara.

Le sonrío desde lejos, apresurando algo más el paso al ver sus señas. Allí está, ella con ese brillo maternal que había logrado descifrar en nuestro encuentro, y la razón de su alegría en sus brazos.

Al llegar hasta ella le beso la mejilla muy suavemente, antes de inclinarme sobre aquella pequeña. -Hola Madison Rose.- Saludo, algo temerosa de tocarla por lo pequeñita que es. A través de los ojos achinados puedo adivinar la mirada azul brillante que heredó de su madre, aunque es seguro que no aguantará tenerlos abierto mucho tiempo. Toco su manita, esos deditos tan diminutos que se aferran con una fuerza imposible a la ropa de Louise. La veo bostezar y sonrío con ternura.

-Es totalmente adorable.- Murmuro, antes de levantar mi mirada a la otra persona que se acerca. Con un gesto de la mano, animo a Niniel a que se acerque más. Quizás ver esa vida nueva, tan pequeña e inocente, sea algo bueno para la confundida Hufflepuff.

Me comienzo a acercar cuando me hacen ir con sus manos, ven, te hacemos venir; es casi lo que escucho cuando veo los movimientos de sus dedos y yo lo hago, pero no sintiéndome del todo mal, si no que casi con un movimiento extraño en mis labios de muñeca. Las veo a ellas tan placidas ahí; a la que llamo princesa, a la que me encontró afuera y a la… ¿Bebe?

Podía ser curiosidad o un encanto pero de pronto termino mirándola, con cada paso termino mirándola un poco más como una alguien tímida que no se atreve a mirar a una pequeña criatura por no pertenecer a la realidad que la rodea; como una muñeca exterior que llego ahí solo por un accidente. Y es que era tan distinta, tan aparte de todo; aquella pequeña se sentía como de otro mundo, no como el mío en donde me tomaron, el de ella que también… y el de la princesa que había cambiado.

Está bien…. ¿Está bien que yo la mire? Pregunto mirando cómo sin atreverme a las chicas de cabello claro, doblando un poco mis rodillas temerosa, apoyando los dos libros que tenía pegados a las manos sobre mis muslos.

"Lo sé, pero tiene un horario que más puntual no puede ser... tiene hambre toda la noche y durante el día es la más grande ternura dormilona." Sonrió divertida a Luna, indicándole que se sentara así podría recargarse un poco en ella que estar sentada sin nada en que apoyarse y con Madison en brazos no era precisamente lo más cómodo que había hecho en su vida.

De momento todo parecía bien, encogiéndose de hombros levemente ante la pregunta extraña de Niniel.

"Claro que puedes mirarla, no creo que Maddy se queje. Acércate, no tiene dientes, prometo que no muerde. ¿Quieres cargarla?" Agregó en su tono bromista, viendo que la pequeña a pesar de que tenía sueño al contacto con su pequeñita mano abrió los ojos curiosa, buscando la raiz de la nueva experiencia táctil, moviendo el bracito para buscar de nuevo que era eso raro que había sentido que no era la piel de mamá pero tampoco su ropa y estaba caliente y agradable.

"A veces me pregunto como hacía Mamá Mylenka con dos... pero por suerte se porta bien, solo ha tenido cólicos una vez, probablemente en San Mungo aun me recuerden como la loca que entró corriendo con una bebé en brazos..." Sonrió divertida ante esa pequeña primer experiencia en la maternidad: Ver a su hija llorar sin saber que le pasaba. Y cuando no sabes, solo una clase de persona podría tener la respuesta, las matronas.

Paso un brazo alrededor de la cintura de Louise para que se apoye a mi hombro, mientras veo con sonrisa ensoñadora aquella manito que toca mi dedo, y lo agarra con tanta suavidad y fuerza al mismo tiempo que me hacen exclamar de extraña alegría.

-¿Pero estaba bien? No sabía que los bebés tuvieran cólicos... Pensé que eso era algo sólo de las chicas cuando empezamos a menstruar.- Miro con curiosidad a Louise. Recuerdo ese primer día, y lo incómodo que fue... Aunque menos incómodo que la conversación que intentó tener mi papá conmigo sobre por qué mis sábanas habían amanecido con un color rojo, y que no era que estaba muriendo con una herida interna.

Dejo a mi cuerpo descender cuando escucho su respuesta, quedando de rodillas en el pasto; con aquellos libros aun sobre mis muslos y empujándome con mis manos a los lados para acercarme a la pequeña que justo en ese momento tomaba el dedo de la otra. Era extraña, no me doy cuenta pero sigo embobada mirándola, su pequeñez, su piel arrugada, esos ojos cerrados y su manito que buscaba antes de aferrarse.

¿Cargarla, yo? ¿Estás segura… de que yo puedo? Respondo nerviosa, tal vez olvidándome de lo que era sentirse una muñeca ante aquella criatura, petición... o posibilidad; poniendo mis manos debajo de la pequeña, en una posición incomoda en realidad pues aunque intentaba hacer fuerza sentía que con mis brazos tan estirados no la podrían... ¿Tal vez si doblo un poco mis codos? Alcanzo a pensar en mi nerviosismo cuando escucho a la otra, mirando aun mas a la pequeña para no pensar en lo que podría recordarme eso...

"Claro, cuidado." Comentó, con cuidado moviendo el brazo de Niniel, tocándola sin pedir permiso para acomodarle y que pudiera sostener la cabeza de la niña en el hueco de su codo. La niña abriendo los ojitos para ver quien era el nuevo y comenzando a reír, moviendo los bracitos tratando de agarrar algo más que el dedo de Luna.

Ante el gesto de su hija no pudo evitar reir también, por suerte había heredado el buen humor de la rebelde Eisenberg, sino no sabría que hacer con una niña constantemente llorando.

"Si, los niños tienen cólicos aunque diferentes, son de gases o simplemente lloran y estaba tan desesperada porque lloraba y no entendía porque, nada la calmaba. Así que ante la duda salí corriendo al hospital." Suspiró recargandose en el hombro de Luna, cerrando un poco los ojos y dejó su cuerpo relajarse, dandole un lento beso en la mejilla, inclinandose para pasar los brazos por su cintura  en un abrazo íntimo mientras observaba a Niniel con Madison en brazos.

-Pues entonces eres una mamá muy considerada. Otra mamá quizás hubiera dejado que el bebé siguiera llorando hasta que se cansara.- Le digo con ternura, viendo a Niniel sostener aquella figura tan pequeñita. Por un momento temo hacer la siguiente pregunta.

-¿No... estaba nadie contigo en ese momento... que te llevara?- En esa pregunta disimulo la verdadera, aquella que aún no creo poder preguntar, pero que ella puede adivinar. ¿Ese que amas, que está en tu corazón, estuvo allí para ti? ¿Te está haciendo pasar por esto tu sola? ¿O eres tú quién no lo deja?

¿Estás tú también en su corazón, como lo está él en el tuyo?

Un indeciso espera…. Se escapa de mis labios cuando ella va a tomar mi brazo, sintiendo la infiltración de su piel en la mía como algo que se nota, pero dejándome hacer igual; percibiendo la pequeña cabecita de la pequeña ahora donde se dobla mi brazo y de apoco todo su pequeño peso como algo que tira un poco de mi pecho. Veo sus ojitos abrirse para mirarme, como… ríe, agarrando uno de los trazos de mi cabello con su manito libre mientras yo simplemente la dejo tirarme un poco.

¿Esta te hace reír? Pregunto algo incrédula cuando la miro, echándome un poco atrás cuando ellas se acomodan para no molestar, y tenerle a la pequeña. Yo… nunca pensé que lo haría; ¿Lo hace siempre?... ¿O hace mucho lo de llorar?... Iba a preguntar cuando me quedo obligada al silencio; no sé porque, pero entiendo que la muñeca no debía entrar en la pregunta que se hacían; aunque sin entenderlo bien, solo… porque a veces sentía un poco de esas cosas en los demás; un poco de cuando preferirían que no estuviese ahí, un poco de cuando una no debía interrumpir; y un poco de cuando alguien entendía algo de mí; termino mirando a la que me habia llevado antes, para bajar mis ojos a la pequeña de nuevo… con mis mejillas calientes.

Rió por lo bajo, observando a Niniel.

"Si te refieres a reír, si, ríe a menudo, es una niña alegre, aunque los cólicos le hacen llorar bastante por la noche. Largas noches sin dormir me ha dejado la peque. Hoy estaba bastante huraña, se ve que algo le molestó, no sé si no son los pañales que le molestan y debería buscarle otra marca." Ah, la economía, no era algo agraciado para ella en este preciso instante.

"Estaba sola." Admitió un poco más bajo, sin dejar de sonreir pero la mirada un tanto más seria y torturada al recordar todo el proceso, razón por la cual había sufrido una leve depresión pos parto. Era en ese momento como si eso era lo único que había para ella, soledad.

"La Profesora me retiró de la clase de cuidado de criaturas y me llevó a mi habitación para que recogiera las cosas mientras todos estaban en clase. Pasé la tarde en la enfermería y a la noche fuera de hora me llevó a San Mungo, la división de Criaturas donde me tuve que quedar una semana hasta que comenzó el trabajo de parto y... luego vinieron Solar y Trix a verme, pero... bueno, luego estoy viviendo sola." Mamá no me quiere de regreso en casa y probablemente tampoco quiera que Emma se vuelva a juntar conmigo.

"Aunque no fue tan malo, conocí más gente y la matrona era muy amable. Claro que no pudieron dejar a ningún hombre cerca, dicen que perdí el control mientras estaba de parto así que tuvieron que sacar a todos los hombres del sector incluyendo al camillero."

-Debió ser algo incómodo. Me alegra que Sol y Trix pudiera ir a verte.- Mi abrazo se estrecha un poco más. No quiero que esté sola, no porque no crea en que no puede, sino porque sé lo que es una familia de dos.

-Si me dejas, podría pedir permisos especiales para ir a verte; sólo si tu quieres.- Sonrío, fijando mi mirada en el pequeño retoño en los brazos de Niniel. Ella parece distinta sosteniendo a la bebé. Sonrío un poco más. Creo que es la primera vez que veo a una muñeca sostener a un bebé y no a una bebé sostener a una muñeca. Y sin embargo, puede que la pequeña Madison fuera quién estuviera sosteniendo a Niniel, haciéndola menos un títere y más una de "nosotros". -Es bastante grande para tener sólo cinco meses de gestión...-

Yo me quedo mirando a la pequeña que sostengo en brazos, tal vez meciendo un poco su peso con mis brazos cuando ella tira un poco y un poco mas mi cabello. Aaa, me quejo casi en silencio cuando ya intenta bajar mi cabeza tirando, terminando por hacerlo yo misma; quedando esta vez con los dos trazos de mi cabello sobre ella, trazos que acomodo con mis manos para que no le fuesen a molestar en la cara, quedando a su alrededor como un ligero entramado de lianas a su alrededor.

No sabía que me pasaba pero de pronto me sentía cansada, tal vez era aquella pequeña o algo mas, pero sentía a mis ojos de muñeca querer nublarse de poco y es que... y es que no sé; no sabía pero ella me hacia algo, no sabía qué; pero el frio de mi piel creo que se había ido un poco, aunque sea un poco. ¿Porque ella no puede estar con tigo? ¿En nuestro lugar...? podrías dormir, pues si me lo pides; puedo estar yo con ella. Pregunto cuándo ellas me dan un silencio, y si eso pregunta la muñeca; ¿Porque no podían estar donde antes...?

"Las veelas tenemos entre 6 y 7 meses máximo de gestación, al menos que yo sepa de los mestizos. La verdad es que el nacimiento de otras como yo es un misterio hasta para mi misma." Admitió pensativa, observando a Maddy tironear de Nini pidiendo atención, que no se quedara quieta. "Quiere jugar." Aclaró a la chica frente a ellas, posando su cabeza en el hombro de Luna.

Se detuvo un momento. Quizá era posible, quedarse una vez, nadie podría salir herido y Minerva MacGonagall disfrutaba de la presencia de la Semi-veela más de lo que admitiría nunca.

"No te preocupes, Luna. Me encantaría, pero vivo en Londres y en una zona no muy linda. Es más seguro que yo venga a que tu te acerques a casa. Quizá si me mudo pueda invitarte. O..." Quizá pudiera invitarla, Luna nunca le había juzgado, creía realmente que quizá podría darle la oportunidad de ir a mi casa conmigo. "A veces me quedo en Cabeza de Puerco para poder venir los fines de semana que no trabajo. Si quieres puedes... ya sabes, venir conmigo si te dan permiso." Sonrió con dulzura.

Sonrío ante las muestras de afecto que muestra Madison con Niniel, aún cuando son muestras de afecto algo dolorosas. Al menos la joven parece más animada, menos asustada. El milagro que había nacido de Louise quizás es capaz de obrar un milagro en la Hupplepuff de pasado angustioso.

-Pediré permiso a la profesora Macgonagall, aunque siendo Hogsmeade no creo que se oponga.- Le susurro con ternura. Me agradará pasear por Hogsmeade con ella, y quizás tomarnos algo caliente en alguna de las tiendas, o simplemente conversar muy juntas en el Cabeza de Puerco. Tal vez ni siquiera conversar, sólo... estar.

Creo que mis palabras no son escuchadas esta vez, o solo no importaban; pues no me las responden. ¿Era que a la princesa no le importaba estar en ese lugar? ¿O era yo la que no debía estar? Yo quien ahí las podía ver juntas, tal vez de una forma que yo no había podido hacer esa vez, que no había podía estar nunca con alguien; pues es que me era tan ajeno o difícil... e igual me hacía sentir algo que me ahogaba por dentro, como si me mostrara algo que me faltaba, apretando en mi adentro, en mi vientre; donde estaba la pequeña ahora.

...¿Y que se juega... con ella? Intento preguntar cuando la bebe vuelve a tirar mi cabello, tomando con suavidad ese trazo desde más arriba para que me tironeara menos, meciendo un poco mi cabeza hacia ella para acercarme un poco mas; quedando como con esta encerrada ante la visión de la pequeña. El cabello de esta le gusta .. creo...

Rió al notar la incomodidad de Niniel, negando con la cabeza.

"Hazle caras. Le gusta tu cabello porque es suave, todo es nuevo para ella así que las cosas agradables se vuelven buenos recuerdos. Los niños a esta edad son como esponjas realmente. Las emociones, las sensaciones, todo es información, reconocen las cosas buenas y tratan de probar cosas nuevas..." Bueno, tuvo que leer todos los libros de maternidad mientras podía, de hecho, su última noche de insomnio en Hogwarts la había pasado en la enfermería rodeada de libros sobre maternidad, sufriendo por no poder aprender todo eso.

La siguiente semana aprendió algo nuevo: La maternidad no se puede aprender de libros. Ver a Madison tan pequeña y necesitando asistencia para revisar que todo en ella estuviera bien le había lanzado a un pánico inexplicable, el miedo de que a su hija le pasara algo era aterrador.  

"Bueno, hoy me quedaré a dormir, hablaré con la profesora a ver si me deja usar mi habitación en Hufflepuff para hacer compañía. ¿Te parece, Niniel?"

No puedo dejar de observar aquella relación maternal, donde la pequeña intenta reconocer en el cuerpo de Niniel el mismo afecto y calor que produce Louise. No ha llorado, ni parece molestarle la presencia de la delgada Hupplepuff, sino que la sigue examinando con una curiosidad propia de los niños. Y Niniel se está dejando hacer. Sonrío.

Mi mano en la espalda de la rubia se entrelaza con los mechones de cabello a mi alcance con suaves caricias. La maternidad es un tema que jamás me he planteado bien, puesto que nunca he tenido alguien con quién plantearla como tal. Claro, muchas veces me he puesto a pensar como serían mis hijos si los tuviera con tal o cual persona, pero siempre ha sido para mi un juego de reconocer detalles en esa otra persona. ¿Tendría el cabello negro, castaño, rubio, rojizo? ¿Sus ojos serían de esta o de otra manera? Mientras veo a Louise admirar su hija con tanta dulzura, me invade esa curiosidad, todo ese proceso del cuerpo femenino para producir un bebé.

¿Hacerle caras?

Yo... siento que no se, que lo haría mal si lo intentara; es como algo que siento vacio en mí, como si nunca la hubiese hecho de nada; y es que era mas fácil dejar que me tiraran el cabello, aunque... Abro mi boca, abro un poco mi boca, saco una diminuta punta de mi lengua y giro un poco mi cabeza, aun manteniendo mi mano sobre la de ella que me agarraba el cabello.

¿Te gusta? ¿Esta... lo hace bien? Le pregunto, para solo seguir sintiendo como agarraba un poco mas mi cabello, enredando sus deditos en las hebras de este e incluso intentando alcanzar mi mano un poco más arriba; cuando escucho a la princesa decir que me acompañara, ante lo cual trato de ponerme como pueda para mirarla un poco mas sin que tire demasiado; siendo eso como algo que me anestesia un poco, sacando un poco de lo que me molesta; haciendo que mis hombros de pronto no tiren.

Si, está bien; yo te escuchare como la otra vez y... y debo terminar tu vestido. De pronto siento que mi rostro esta extrañamente caliente; y es que se sentía un poco mejor, pensar en que ella estaría allá, con sus pasos en la noche o esa apariencia que aunque me hace envidiar... también me hace doler menos, un poco menos sacando lo malo de mis noches; aunque nunca le allá contado nada, como a casi todos.

"Si quieres terminarlo. Aunque creo que más le quedaría un vestido a Maddy que a mi si quieres hacer uno." Comentó con una amplia sonrisa dejándola ser. Realmente Maddy parecía divertida, parecía entretenerse con cualquier cosa, las caras de Niniel si bien eran toscas eran graciosas para la niña y con el tiempo ya se soltaría por si misma seguramente. Uno no puede estar cerca de un bebé con cariño y no terminar haciendo lo posible para hacerlo reír, realmente las risas de los niños eran algo adictivo, quizá mucho más que una droga o el mismo alcohol al cual Jesse parecía tan apegado incluso en días de semana.

Suspiró contenta, sintiendo los mimos de Luna y acomodándose un poco más. Hacía rato que no tenía tanta paz, quizá venir a Hogwarts habría sido algo bueno, por alguna razón aquí, entre Luna y Niniel se sentía contenida de todo lo que enfrentaba día a día de las puertas hacia fuera.

Con un sentido ausente se pasó la mano por el costado de la cintura como si quisiera asegurarse que aun estaba allí su varita antes de regresar a ver la escena.

"Prometo hacer una cena sin intervención de los elfos. Lástima que no puedas venir, Luna. Prometo llevarte comida en la mañana para el almuerzo, ¿te parece?" Ofreció a la otra rubia con una ligera sonrisa.

-Oh, seguramente será delicioso.- Contesto ante la idea. No me parece extraño que Louise sepa cocinar, luego de haberla visto devorar tantos dulces imagino que al menos debe ser una experta preparando postres y tortas. -No sabía que también te prestaran las cocinas; a mi a veces los elfos me dejan, pero usualmente están muy cerca, vigilando. Creo que es porque una vez la masa infló demasiado y se escurrió por el horno...-

Siento el movimiento de su mano hacia la cintura con extrañeza. -¿Lou, estás bien? ¿Te duele algo?-

Veo a aquella pequeña abrir su boquita, a la piel de su rostro arrugarse cuando lo hace y su cuerpo contornearse un poco cuando trata de levantar aun mas sus brazos hacia mi; y es que supongo que esa era mi pequeña respuesta, algo de no estaba mal; aunque en realidad si no fuera por verla un instante mas ya querría salir de esa posición en donde me tiraban, aunque era mejor... Me dejaba sin respirar a ratos al igual que en el otro lugar, pero era mejor; estar siendo usada por aquella pequeña se sentía mucho mejor que lo otro... Pues ella solo tomaba porque era así, no por algo más que pensaba.

No sé.., ese debía ser para ti; a ella le puedo intentar hacer otro un dia... uno pequeño. Tal vez esa era una respuesta necesitada de la muñeca, y es que de verdad quería terminar el que hacia; si yo lo quería. Y es que aunque era para la princesa a mi también me hacia algo; no sabía qué pero incluso yo me veía llevada por algo al ver como se creaba su forma... era como si mi hiciera.., fantasear.

.....

¿Iras tarde...? Intento preguntar inflando mi pecho, pero la otra chica agradable no me deja al hablar primero; ni ella, ni la pequeña que sacude su brazo libre rosando mi rostro.

"En realidad... a veces me prestan las cocinas, pero no me gusta estar cocinando con cinco elfos rondándome todo el camino por lo que cuando voy a la cocina por lo general les doy indicaciones a los elfos y dejo que ellos cocinen." Admitió sacando la lengua, tomando las manos de Luna para jugar con sus dedos, preguntandose cuando sería la próxima vez que podría tener tanta paz en un lugar, estar tan cómoda en su propia piel...

¿O era su piel? Aun a veces se preguntaba quien de ellas era la verdadera, quien Tweedledum y quien Tweedledee, porque algo similar debe haber ya que la linea cuando estaban juntas dejaba de existir y no sabía si era ella el enemigo o su doble perfecto.

"No te preocupes, Niniel, me parece bien." Asintió aceptando que ese vestido sería para ella aunque no sirviera ya. No tenía un vientre que ocultar ni otras cosas que hacer con esa clase de vestidos aunque admitía que era bonito, pero ya estaba desde pequeña muy acostumbrada al cuero y a los refuerzos hechizados para casos de emergencia cuando salía con sus ‘matoncitos’ como decía Emma.

"Si. Estoy bien. Solo un poco incómoda..." No sabía como explicar las heridas y engarces que llevaba bajo la ropa, sería imposible de explicar realmente, no sabría por donde empezar. "Solo pasé por una modificación física y aun me molesta un poco." Resumió sin mentir pero sin contar todo.

Jamás sería capaz de explicar la clase de torturas a las que se exponía por voluntad propia para poder sobrevivir día a día.