Agridulce [Astoria]

Sentí sus manos a nivel de los hombros para intentar levantarme... Bien, al menos se que no me he roto la columna si aún puedo sentir. Estuve tentado a asustarla más de una vez mientras la veía hacer la inspección de mi cuerpo, pero me había pedido que no bromeara. Creo que ya la había asustado lo suficiente por un día. Lo que me hizo entrar en pánico fue la propia reacción que, por supuesto, me estaban causando sus toques, y a pesar del frío tuve que bajar la mirada para ver si se notaba el endurecimiento a través del pantalón...

¡Venga campeón, no es momento de asustar a la señorita! De los mismos nervios, me incorporé demasiado rápido, haciendo que mis ojos se nublasen y me llegara un leve olor a sangre en las fosas nasales, para tomar sus manos entre las mías y así evitar que ella siguiera el mismo recorrido que había realizado mi mirada y terminara quedando en evidencia. -Oye, oye... tampoco quiero que te congeles.- Expulsé aire caliente sobre sus manos y las froté con las mías. -Creo que con un empujoncito puedo levantarme...-

Me caí de culo a la nieve cuando se levantó tan rápido, y pensé que se podía haber hecho daño.
-Yo...yo estoy bien-Me calentó las manos con las suyas y sonreí-Espera, déjame que me levante.
Intenté incorporarme y me sacudí la nieve de la caída, para mirar a Sam y agarrarle del brazo derecho para levantarle.

Al parecer le agarré mal, ya que me resbalé y me volví a caer de culo, pero esta vez rodamos ambos colina abajo en la que se encontraba el árbol.

Me incorporé y me intenté sacudir la nieve del cabello, solo para darme cuenta de que tenía la camisa llena de nieve.
-¡Ay!-Intenté sacarla dando saltitos, pero al parecer tenía nieve en lugares insospechados y la cosa no parecía mejorar.-¿Sam? ¿Estás bien?

*Verás que lo  has matado*
Me quité los zapatos, que parecían barcas de lo empapados que estaban y les saqué la nieve, estaba empezando a tiritar a causa de la ropa empapada y no tenía ni puñetera idea de donde había ido a parar mi abrigo.
-Joder...-Me mordí el labio inferior y busqué entre aquel mar blanco a Sam.
Me sorprendió ver una manchita roja en la nieve, y me llevé la mano a la boca *Sangre*
Si, sangre, pero no tardé en darme cuenta de que provenía de mi frente, casi donde empezaba mi cabello.
-JODER-Agarré un poco de nieve y me la puse en la herida, vaya tardecita.

Esta chica me va a matar... literalmente.

Lo último que vi fue blanco, cuando comencé a rodar colina abajo. ¿Qué es peor que golpearte la cabeza con una caída? Golpeártela.. dos veces.

Esta vez si que quedé inconsciente. Creo que por varios minutos, teniendo en cuenta lo helado que estaba cuando volví a parpadear. Como cubierto por una almohada me llegaba la voz de Astoria. Intenté mover mis brazos y apartar la nueve, y solté un quejido. Hijo de... Creo que me disloqué el brazo. Con la izquierda logré abrirme espacio entre la nieve, recuperando la respiración. Me senté y el dolor fue más agudo.

-¡Carajo!- Solté cuando intenté ponerme de pie. Miré hacia los lados y pude verla. -Astoria.- Caminé hacia ella. -Astoria, ¿estás bien?- Miré con pánico la mancha de sangre, arrodillándome a su lado. -Ay mierda...-

Me quité el abrigo haciendo lo posible por no gritar al pasarlo por mi brazo, y se lo puse sobre los hombros. Con la mano izquierda intenté ver la herida que estaba cubriendo con nieve. No parece un corte muy profundo, pero mancha bastante. -¿Te duele mucho?-

Suspiré de alivio al verle, aunque abrí los ojos cuando vi que tenía el hombro colgando.
-No puede ser...te voy a acabar matando en vez de "sanarte"-Cambié la nieve de mi herida-No, no me duele nada, casi no lo siento.

Puso su abrigo sobre mis hombros y sonreí.
-Sería una cabrona si dejara que siguieras quitandote ropa...y yo no me quitara nada-Intenté sonreír pero volví mi vista hasta su brazo y me mordí el labio.

-Creo...creo que puedo colocártelo, pero no creo que sea una buena idea después de haberte tirado colina abajo...a ver si te lo rompo y termino la faena-Me incorporé y me acerqué a él. reptando por la fría nieve-Lo siento mucho, Sam-Le di un pequeño beso en la mejilla y me di cuenta de lo fría que tenía yo la nariz.

-¿Quieres que vayamos a Las Tres Escobas? O sería mejor a Hogwarts...para que te curen el brazo y a mi la herida, espero no necesitar puntos o algo así-Me encogí de hombros y estornudé-Lo que me faltaba.

Me sobrepuse al dolor del brazo, mostrándole una sonrisa gigantesca al escucharla bromear usando mis propias palabras, y luego de aquel beso helado en la mejilla. Me pregunté si se molestaría si intentaba calentársela...

-Oye, tranquila. No ha sido tu culpa. ¡Vaya cita que te estoy montando!- Le dije completamente divertido. -Bueno, no puedes negar que hasta ahora la nuestra es una historia de guerras, canciones, apuestas y heridas... Sólo falta que el truhán conquiste a la doncella... Pero un paso a la vez.-

Me le acerqué al rostro, pudiendo respirar su olor entre la helada nieve, y le besé la punta de la nariz, luego soplando un poco de aire caliente sobre ella. -¿Mejor? Venga, quizás en Las Tres Escobas podemos pedir algo fuerte que me haga olvidar el brazo. Pero a Hogwarts no regresaremos hasta que terminen las dos horas que te comprometiste conmigo, ¡como que yo me llamo Samuel!- Le hice un guiño. -A menos que prefieras volver, claro.-

-Dios mio Sam...estás loco-Sonreí y me levanté demasiado colorada por su beso en la nariz.
Le miré el brazo con una ceja alzada, no era una buena idea que fuera por el mundo con el brazo dislocado, podía hacerle algún daño permanente.

-No tienes porqué hacerle el vikingo delante mio, si te duele...puedes decirlo-Sonreí y le agarré de la mano sana-Creo que deberíamos volver al colegio y continuar esta "cita" en la enfermería, no creo que lleve mucho tiempo arreglarte ese brazo-Le saqué la lengua-¿O es que temes a los sanadores?

Me agaché a su lado para recoger mis guantes y mi bufanda, me incorporé y me agarré a su brazo sano.
-¿Vamos o te llevo a rastras para que te sanen?-Le guiñé un ojo y me coloqué el abrigo.

Era extraño el hecho de que en menos de una hora, Sam había empezado a gustarme. De alguna manera la presencia de ese chico me agradaba, me gustaba su sonrisa, me gustaba la manera en la que me hablaba, me gustaban sus gestos, sus bromas...Él me gustaba, y eso era algo que no quería que pasara.
Estoy perdida.

-Creo que debería compensarte por tirarte por la colina-Le sonreí, todavía agarrada a su brazo-¿Alguna idea?

Solté una carcajada a sus palabras, mientras me ponía en pie con ayuda de ella. -Vale, vale. Por esta vez dejaré que te salgas con la tuya, futura sanadora Greengrass.- Le dije, manteniéndola muy cerca y tratando de apurar el paso para que no pasáramos tanto frío.

Se me apareció una sonrisa maliciosa a sus palabras. -Ah, ¿Así que puedo elegir compensación? ¿Lo que yo quiera, chica S? Tengo un par de ideas en la punta de la lengua...-

Y otro par de ideas de lo que pudiera hacer con la lengua... Pero eso ya lo veremos. Le guiñé un ojo, juguetón.

-Te agradezco que no hayas dicho Sanadora Malfoy-Hice una mueca-Y no me estoy saliendo con la mía, encima que pienso en ti...-Reí y me agarré a él por la cintura, intentando no tocar demasiado  su brazo.

Era bastante complicado caminar por la nieve y encima agarrados el uno del otro, pero en parte era divertido sortear los montículos y tocones llenos de nieve. Tan solo me preocupaba el que pudiéramos volver a caer.

-Hmmm...Depende, ¿vas a ser malo conmigo?-Sonreí y torcí la boca con una sonrisa-Bueno, si no quieres tirarme por otra colina para vengarte...supongo que si puedes elegir.

Tirité a causa de la ropa empapada y me froté los brazos un instante. Esperaba no llegar con una hipotermia al castillo.

-Aún no eres Malfoy... Y ni siquiera tú estás segura que lo vayas a ser.- Le digo con un guiño. Luego hace aquella pregunta. ¿Por qué tiene que decir cosas como esa? Lo ha dicho con el tono más inocente del mundo, pero a mi me ha sonado a una tentadora propuesta indecente. Solté una carcajada a la idea de lanzarla colina abajo.

-Esa sería la actitud más infantil que pudiera tomar, de completa bajeza... ¡Que no soy tan crío!- Le dije, divertido. La época en que le hacía maldades y les halaba el cabello a las niñas que me gustaban ya pasó. La sentí tiritar de frío. -Oye, hagamos una parada primero en alguna de las tiendas hasta que entremos en calor y de allí a Hogwarts, que la idea tampoco es pescar un resfriado además de las contusiones.-

-Si...si, tienes razón-Devuelvo una brillante sonrisa a su guiño.

Bueno, parecía que se me estaba dando bien el jueguecito de la angelita virginal y el chico divertido que se transformaba en una victima jugosa, ya dije que yo también podía jugar al juego de las maldades. Y me lo estaba pasando en grande.
Aunque...¿Era verdad que Samuel me gustaba? Apenas le conocía y...de alguna manera sentía que podíamos ser algo más que este estúpido juego de picarnos entre nosotros. Pero luego...no, no podía querer a alguien...sería doloroso para ambos...

-¡Oh! Podemos ir a una cafetería primero si quieres, pero...-Miré al suelo y sonreí un poquito sin que me viera, totalmente divertida-Mmmmm...digamos que la nieve se ha derretido y tengo la ropa empapada...y la tela no es muy gorda...así que a menos que no te importe que de un espectáculo visual al entrar a algún sitio, deberíamos volver a Hogwarts-Levanté la mirada y le sonreí dulcemente.

Lo de la ropa era cierto, estaba empapada y la blusa que había elegido ese día parecía una segunda piel pegada a la mía, dando una buena imagen de "lugares" que una señorita debería esconder. Tan solo iba cubierta por el empapado abrigo de Sam, y dejé caer un hombro que volví a colocar rápidamente.
Sonreí ante la mirada de Sam e hice como si nada ocurriera, aun agarrada a su brazo.

El tono de su voz me hizo voltear a mirarla justo cuando parte de mi abrigo se deslizaba por su hombro, dándome una muy agradable perspectiva de sus atributos. Muy, muy buenos atributos...

-¿Acostumbran compararte con tu madre o con tu padre?- Pregunté en un leve carraspeo. -A ver a cual de ellos dos tendré que agradecerle la belleza de la hija...-

Mostré una sonrisa amplia, deteniéndola un momento en seco. -Tengo una idea... ¿Confías en mi?- Le susurré, metiendo mi mano dentro del abrigo sin tocarla... aún.

Sonreí de lado a lado con su comentario.
-Si quieres, puedes ir al mausoleo Greengrass y agradecérselo a mi abuela. Seguro que le encantará conocerte-Arreglé el abrigo para colocarlo sobre mis hombros decentemente y noté como una de sus manos se hacía camino entre la tela y mi cuerpo, pero sin tocarlo.


Le miré sorprendida, pero no asustada ni le retiré la mano. Había ido a jugar mis cartas.
-Depende... ¿Debería?-Sonreí hacia un lado y me giré para quedar enfrente suyo-Bueno, veamos que te traes entre manos.

-Perfecto. No te muevas.- Despacio, muy despacio, fui levantando la tela de su vestido, apretando con fuerza para que el exceso de agua cayera sobre la nieve. Me aseguré de estar muy cerca de ella, de manera que pudiera cubrir la parcial desnudez de su cuerpo con el mío, en caso que algún indiscreto se le ocurriera la idea de pasar en ese momento. Así también, el vaho de mis labios podría calentar sus mejillas y su cuello.

Una vez terminé el proceso con la falda, subí mis brazos a su cintura. -Esta parte será más difícil, estando tan ceñida. ¿Quieres ayudarme?- Dije con una sonrisa, esperando su reacción.

Ahogué un grito de sorpresa al sentir sus manos levantar mi falda, observé como dejaba caer el agua tras retorcerla y también vi su sonrisa, lo estaba pasando bien.
Su rostro estaba a pocos centímetros de mi cuello, podia sentir su aliento caliente en mi cuello y era agradable...mucho.
Arqueé una ceja, yo también podía jugar.
Dejé caer el abrigo y me dí la vuelta, para dejarle que tirara de la cintura de la falda para escurrirla.
-¿Te vale así o quieres que me la desabroche?-Dije con una sonrisa, oculta por mis cabellos
Samuel Broddick podía ser un maestro jugando, pero yo era una Slytherin...y siempre tenemos nuestros trucos

La perspectiva de su espalda cubierta levemente por su cabello, me dio mucha oportunidad de recrearme visualmente. Si le ponía la mano en la cintura, y agarraba su cabello, haciendo que inclinara su cuello hacia atrás, mi pelvis golpeando su trasero...

Dioses...

-Por esta vez, no lo desabrocharé.- Hice énfasis en el "por esta vez", para que supiera que este juego no pensaba llevarlo sólo un día. Fui haciendo presión en las distintas partes de la tela, hasta que la humedad no era tanta. Me agaché para recoger el abrigo, sintiendo un leve escalofrío ante todas las imágenes que me regalaba mi mente. Volví a incorporarme, pegándome a su espalda mientras la cubría con el abrigo. -¿Mejor?- Le hice un guiño, antes de reír.. -Vale, admito que lo hice más por darme un gusto, pero si me dices que ya no sientes tanto frío, habré matado dos pájaros de un tiro.-

-¿Esta vez?-Sonreí, algo ruborizada-Suena...bien-Reí totalmente divertida y esperé a que sus manos recorrieran la tela del vestido.
Luego, un silencio. Podía sentir las caricias de sus dedos sobre la tela y noté como la piel de mi cuerpo se erizaba, sensible a su tacto. Casi me quejé cuando sentí que se separaba de mi para recoger el abrigo, y sentirle..."debajo" de mis piernas, era bastante excitante.
-Mucho mejor-Sonreí, sintiendo su pecho cercano a mi espalda-Oh...hace un rato que ya no siento frío-Creo que dije eso en alto, decididamente lo hice.
Con media sonrisa en el rostro, giré sobre mi misma y quedamos ambos cara a cara...muy cerca...demasiado cerca.
-¿Un gusto? ¿Le gusta secarme la ropa, señor Broddick? ¿O le gusta ver mi piel?-Dije con una sonrisa pícara. Oh si, yo voy a ganar. Miré sus labios y me mordí el labio inferior, para después clavar mi mirada en la suya.
-Hazlo-

-Creo que me gustaría más "sacarte" la ropa que "secarte" la ropa.- Repuse divertido, abiertamente sincero. Su giro rápido, cercano, me había encendido por completo haciéndome olvidar los dolores de nuestra ridícula caída. Dioses, esta niña es una tentación divina...

No me esperaba esas palabras. Miré sus labios sonrosados, la marca de sus dientes aún reflejados en el labio inferior. ¿Estaba nerviosa? ¿Jugaba conmigo? ¿Era un reto o una orden? No llegué a responderme ninguna de esas preguntas.

-Como desees...- Dije en un hilo de voz, atrayendo más su cuerpo contra el mío con el brazo aún un poco lastimado, poniendo mi mano entre sus cabellos, detrás de su oreja, y aprisionar sus labios con los míos, respirando su aroma, saboreando la suavidad de ellos, y ese particular toque ácido de su lengua que me hizo pensar en el más dulce de los venenos.