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Madrugada {Alan}
3 participantes
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Re: Madrugada {Alan}
Hacía algunas semanas que Alan Cromwell deseaba volver en el tiempo e ir a una época más conocida, más familiar, con menos llanto y más risa, menos ruinas y más gente, pero eso ya no se podía, se había resignado a vivir en estos tiempos difíciles que tocaban, y tratar de sacarle lo bueno que quedara.
Lo curioso es que en ese mundo familiar y anterior, la Aria que conocía era una persona ajena, desconocida, y seguramente la Aria que él conocía se habría quedado helada ante el atrevimiento del beso, pero en cambio, en este mundo que ahora transitaba la chica había optado por otra cosa.
Quizás el nuevo mundo no fuera tan malo después de todo.
Recibió a la chica sosteniéndola nuevamente por la cintura, riendo por dentro cuando la veela se puso de puntillas. Con la izquierda haciéndole un mimo en la mejilla antes de volver a besarla y comprobar que Aria podía ser mucho más de lo que él había pensado jamás, más sensual de lo que un ingenuo Alan había recordado cuando bajó las escaleras de la Sala Común.
Quería decir algo, expresar su confusión y agradable sorpresa de alguna manera, pero supuso que cualquier estupidez que podía surgir de sus labios podía arruinar el momento, de modo que se calló y entrecerró los ojos que le brillaban con el acogedor reflejo del fuego.
Lo curioso es que en ese mundo familiar y anterior, la Aria que conocía era una persona ajena, desconocida, y seguramente la Aria que él conocía se habría quedado helada ante el atrevimiento del beso, pero en cambio, en este mundo que ahora transitaba la chica había optado por otra cosa.
Quizás el nuevo mundo no fuera tan malo después de todo.
Recibió a la chica sosteniéndola nuevamente por la cintura, riendo por dentro cuando la veela se puso de puntillas. Con la izquierda haciéndole un mimo en la mejilla antes de volver a besarla y comprobar que Aria podía ser mucho más de lo que él había pensado jamás, más sensual de lo que un ingenuo Alan había recordado cuando bajó las escaleras de la Sala Común.
Quería decir algo, expresar su confusión y agradable sorpresa de alguna manera, pero supuso que cualquier estupidez que podía surgir de sus labios podía arruinar el momento, de modo que se calló y entrecerró los ojos que le brillaban con el acogedor reflejo del fuego.
Alan Cromwell- Mensajes : 323
Re: Madrugada {Alan}
Mis pensamientos se bloquearon durante los segundos en los que Alan me sujetaba de la cintura, su pecho se fundía con el mio y sus labios me estremecían. Mi mente estaba demasiado centrada en mis sentidos, era de vital importancia que cada una de mis neuronas transmitieran la información a los axones correctamente, no podía arriesgarme a interrumpir su trabajo pensando en si realizaría bien la tarea de Pociones o no.
Sentía cómo una parte de mi había sido liberada, una parte que llegaba a asustar, que desajustaba mi ordenada vida y mis tan meditadas acciones. Finalmente la lejana "vocecita" se había apoderado de mi cuerpo y había hecho lo que quería con él.
Tras disfrutar del sabor del irlandés me separé lentamente, con los ojos aún cerrados y los labios entreabiertos, colorados por el momento. Temía abrirlos y ver su reacción pero debía hacerlo; ahí estaba, observándome con los ojos entrecerrados, sin pronunciar palabra. Junté mis labios a la vez que los curvaba en una media sonrisa al ver las mejillas sonrosadas de Alan, no era la única con la temperatura por las nubes.
No lo entendía, nunca había tenido mucho trato con el irlandés, a penas habíamos hablado en años anteriores, a no ser que fuera por alguna tarea de Historia de la Magia. Si bien era cierto que Alan tenía su atractivo, nunca había sido el suficiente como para descolocarme, nunca hasta ese momento.
Sentía cómo una parte de mi había sido liberada, una parte que llegaba a asustar, que desajustaba mi ordenada vida y mis tan meditadas acciones. Finalmente la lejana "vocecita" se había apoderado de mi cuerpo y había hecho lo que quería con él.
Tras disfrutar del sabor del irlandés me separé lentamente, con los ojos aún cerrados y los labios entreabiertos, colorados por el momento. Temía abrirlos y ver su reacción pero debía hacerlo; ahí estaba, observándome con los ojos entrecerrados, sin pronunciar palabra. Junté mis labios a la vez que los curvaba en una media sonrisa al ver las mejillas sonrosadas de Alan, no era la única con la temperatura por las nubes.
No lo entendía, nunca había tenido mucho trato con el irlandés, a penas habíamos hablado en años anteriores, a no ser que fuera por alguna tarea de Historia de la Magia. Si bien era cierto que Alan tenía su atractivo, nunca había sido el suficiente como para descolocarme, nunca hasta ese momento.
Aria D'Angelo- Mensajes : 413
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Re: Madrugada {Alan}
Siempre había una etapa de sorpresa, de agradable sorpresa en que las personas se encontraban de formas que nunca habían experimentado, y Alan era más bien de no arriesgarse mucho en esos primeros y a veces extraños momentos, y menos con alguien como Aria.
De todas formas, decidió que ese momento en el que muchas cosas podían salir mal ya había pasado, y ahora estaba a la deriva de sus placenteras sensaciones, como una pequeña balsa perdida en medio del mar se sentía ahora, atemporal, sin importar lo que pudiera pasar al rededor, mecido por suaves olas y la disfrutando las deliciosas curvas de Aria.
Por un momento los ojos que se entreabrían a breves intervalos vieron algo prometedor más allá de su compañera-El sillón-No sabía si lo había pensado o susurrado, y tampoco importaba, lo que era importante es que en la Sala Común de Ravenclaw había un hermoso sillón azul que los invitaba, y fue llevando suavemente a la hermosa francesa con una mano en la cintura y otra tomándole de la nuca, sintiendo su suave cabello y su calor, para volver a traerla hacia sí y besarla.
De todas formas, decidió que ese momento en el que muchas cosas podían salir mal ya había pasado, y ahora estaba a la deriva de sus placenteras sensaciones, como una pequeña balsa perdida en medio del mar se sentía ahora, atemporal, sin importar lo que pudiera pasar al rededor, mecido por suaves olas y la disfrutando las deliciosas curvas de Aria.
Por un momento los ojos que se entreabrían a breves intervalos vieron algo prometedor más allá de su compañera-El sillón-No sabía si lo había pensado o susurrado, y tampoco importaba, lo que era importante es que en la Sala Común de Ravenclaw había un hermoso sillón azul que los invitaba, y fue llevando suavemente a la hermosa francesa con una mano en la cintura y otra tomándole de la nuca, sintiendo su suave cabello y su calor, para volver a traerla hacia sí y besarla.
Alan Cromwell- Mensajes : 323
Re: Madrugada {Alan}
No había por qué pronunciar palabra alguna. Quizás hacerlo resquebrajaría la cúpula invisible que el calor de la chimenea, la sala a oscuras y nuestros cuerpos hormonados habían creado.
Las manos del irlandés volvieron a rodearme, provocando que cerrara los ojos a la espera del tan deseado contacto. Nuestros labios se entrelazaron en un beso un poco más exigente que el anterior; el beso causante de que mis inocentes manos perdieran el control recorriendo la cálida y húmeda piel de Cromwell.
Comenzamos a desplazarnos entre risas y medios pasos, separando los ahora imantados labios durante milésimas de segundos. No tenía ni la más remota idea de a dónde me llevaba, pero en ese momento mi preocupación residía en la ilógica ley química por la cual la tela no se evaporaba al roce.
Sin previo aviso mi talón se encontró con una superficie dura, la cual provocó un pequeño golpe en mi gemelo derecho haciendo que me desequilibrara lo suficiente como para tener que separar mis manos del cuerpo de Alan.
-¿Qué...?-fue lo único que salió de mi boca entre suspiros quejicas.
Apoyé la mano izquierda en el sillón, con las caderas aún en el aire, tratando de reducir al mínimo las distancias entre ambos, sonriendo juguetona al percatarme de que el tropiezo no iba a suponer una pausa. Agarré el borde de la camisa del irlandés tirando hacia mí; provocando que uno de los diminutos botones se desabrochara dejando ver durante un segundo un poco más de piel.
Las manos del irlandés volvieron a rodearme, provocando que cerrara los ojos a la espera del tan deseado contacto. Nuestros labios se entrelazaron en un beso un poco más exigente que el anterior; el beso causante de que mis inocentes manos perdieran el control recorriendo la cálida y húmeda piel de Cromwell.
Comenzamos a desplazarnos entre risas y medios pasos, separando los ahora imantados labios durante milésimas de segundos. No tenía ni la más remota idea de a dónde me llevaba, pero en ese momento mi preocupación residía en la ilógica ley química por la cual la tela no se evaporaba al roce.
Sin previo aviso mi talón se encontró con una superficie dura, la cual provocó un pequeño golpe en mi gemelo derecho haciendo que me desequilibrara lo suficiente como para tener que separar mis manos del cuerpo de Alan.
-¿Qué...?-fue lo único que salió de mi boca entre suspiros quejicas.
Apoyé la mano izquierda en el sillón, con las caderas aún en el aire, tratando de reducir al mínimo las distancias entre ambos, sonriendo juguetona al percatarme de que el tropiezo no iba a suponer una pausa. Agarré el borde de la camisa del irlandés tirando hacia mí; provocando que uno de los diminutos botones se desabrochara dejando ver durante un segundo un poco más de piel.
Aria D'Angelo- Mensajes : 413
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Re: Madrugada {Alan}
Ya poco importaba lo demás, de que alguien bajara por la escalera o lo que el mundo se acabara, lo único que importaba era la que tenía más cerca de él, y el torrente de sensaciones que le inundaba su cerebro, pues ahora era todo placer, todo suave y bello.
Hubo un pequeño tropezón, una palabra difusa y el tirón de la camisa, todo haciendo que Alan sostuviera a Aria con un brazo por la cadera, dejando espacio entre ambos en el que los ojos celestes del irlandés parpadearon dando cuenta nuevamente del tiempo y el espacio por un breve segundo, de que estaba en la Sala Común, de que el corazón le latía fuerte dentro del pecho que bajaba y subía, y de que Aria era realmente hermosa.
Quítala si tanto molesta-Dijo el irlandés con una sonrisa menos inocente que lo habitual antes de aflojar para que la semi veela cayera en el sillón y él detrás de ella besando ahora su cuello y su mano izquierda subiendo despacio por su espalda, sintiendo las hermosas curvas de su cuerpo.
¿Hacia dónde iba esto, terminaría acaso? No sabía y no era digno de pensarse tampoco, solo importaba ir hacía adelante, más, más y más de aquello que lo traía loco.
Hubo un pequeño tropezón, una palabra difusa y el tirón de la camisa, todo haciendo que Alan sostuviera a Aria con un brazo por la cadera, dejando espacio entre ambos en el que los ojos celestes del irlandés parpadearon dando cuenta nuevamente del tiempo y el espacio por un breve segundo, de que estaba en la Sala Común, de que el corazón le latía fuerte dentro del pecho que bajaba y subía, y de que Aria era realmente hermosa.
Quítala si tanto molesta-Dijo el irlandés con una sonrisa menos inocente que lo habitual antes de aflojar para que la semi veela cayera en el sillón y él detrás de ella besando ahora su cuello y su mano izquierda subiendo despacio por su espalda, sintiendo las hermosas curvas de su cuerpo.
¿Hacia dónde iba esto, terminaría acaso? No sabía y no era digno de pensarse tampoco, solo importaba ir hacía adelante, más, más y más de aquello que lo traía loco.
Alan Cromwell- Mensajes : 323
Re: Madrugada {Alan}
Ahí estaba, una pequeña muestra de todo lo que escondía esa blanca y seguro que incómoda camisa, en una milésima la imagen de la piel de Alan se esfumó. Debía liberarle del sufrimiento, estaría ayudándole, dejando que su sentido del tacto se duplicara, evitando que su suave epidermis se irritara con el roce. El hecho de que me acelerara de tan sólo pensar en lamer esa pequeña esquina de su abdomen no tenía nada que ver en mi decisión.
Escuché sus palabras dirigiendo la vista hacia sus ojos, fijándome en el reflejo de mi excitada imagen en sus pupilas. Relamí mis labios mientras introducía las manos debajo de su camisa, notando a Alan estremecerse al subirlas hasta su pecho, encogiéndome al escuchar aquel gemido emanar de sus labios. Fue aflojando su fuerza en mi cintura, haciendo que mi cuerpo descansara en el sillón. Pasé las manos alrededor de su cuello, llegando a enredar mis dedos entre sus cabellos, obligándole a amoldarse a cada una de mis curvas mientras notaba sus labios. Un cosquilleo recorrió mi espalda al notar el roce de su mano, obligándome a curvarla quedando aún más cerca de él.
Era consciente de que su blanca camisa incomodaba más que nunca, se encontraba remangada hasta arriba, impidiendo que mis manos pudieran jugar en libertad para así poder hundir los dedos en cada línea de sus músculos. Incliné la cabeza volviendo a besar al Ravenclaw, mordiendo levemente su labio inferior mientras me volvía a separar para observarle.
Estaba incontrolablemente atractivo en ese momento; el pelo totalmente despeinado, los labios húmedos y jadeantes y esa mirada, esa mirada que hacía que mi pecho se estrujase, que aguantara la respiración durante unos segundos antes de entregarme a la poca cordura del momento. Y es que estábamos en un sillón, y no en uno cualquiera; era el sillón azul de la Sala Común de Ravenclaw, aquel sillón que había acogido a cientos de alumnos durante tantos años. Ofreciéndoles un regazo para dar un último repaso a sus materias, tener conversaciones sin sentido o poder echar una siesta antes de clase. Y ahí estábamos nosotros, desnudándonos con la mirada.
No había podido observar el torso del irlandés y ahora me moría por hacerlo, tiré de su camisa provocando que Alan levantara los brazos, haciendo que desapareciera de nuestra vista por fin. Posé mis manos en sus hombros obligándole a separarse unos centímetros para poder observarle, consiguiendo cambiar de posición, quedando ahora sobre su cuerpo. Las bajé lentamente por su pecho, disfrutando del calor que transmitía su dermis. Definitivamente era demasiada excitación para alguien inexperta en aquellos actos de pasión, pero era incapaz de controlarme, debía seguir recorriendo esa suave y tersa piel. Las manos, poseídas por el momento, acabaron llegando al borde de su pantalón, levanté la mirada esperando su reacción. Su expresión había cambiado en los pocos minutos pasados, se veía seguro, travieso, excitado. Volví a mojar mis labios inclinándome sobre él para volver a besarle, provocando que mi cabello rozara su ahora desnudo pecho.
Escuché sus palabras dirigiendo la vista hacia sus ojos, fijándome en el reflejo de mi excitada imagen en sus pupilas. Relamí mis labios mientras introducía las manos debajo de su camisa, notando a Alan estremecerse al subirlas hasta su pecho, encogiéndome al escuchar aquel gemido emanar de sus labios. Fue aflojando su fuerza en mi cintura, haciendo que mi cuerpo descansara en el sillón. Pasé las manos alrededor de su cuello, llegando a enredar mis dedos entre sus cabellos, obligándole a amoldarse a cada una de mis curvas mientras notaba sus labios. Un cosquilleo recorrió mi espalda al notar el roce de su mano, obligándome a curvarla quedando aún más cerca de él.
Era consciente de que su blanca camisa incomodaba más que nunca, se encontraba remangada hasta arriba, impidiendo que mis manos pudieran jugar en libertad para así poder hundir los dedos en cada línea de sus músculos. Incliné la cabeza volviendo a besar al Ravenclaw, mordiendo levemente su labio inferior mientras me volvía a separar para observarle.
Estaba incontrolablemente atractivo en ese momento; el pelo totalmente despeinado, los labios húmedos y jadeantes y esa mirada, esa mirada que hacía que mi pecho se estrujase, que aguantara la respiración durante unos segundos antes de entregarme a la poca cordura del momento. Y es que estábamos en un sillón, y no en uno cualquiera; era el sillón azul de la Sala Común de Ravenclaw, aquel sillón que había acogido a cientos de alumnos durante tantos años. Ofreciéndoles un regazo para dar un último repaso a sus materias, tener conversaciones sin sentido o poder echar una siesta antes de clase. Y ahí estábamos nosotros, desnudándonos con la mirada.
No había podido observar el torso del irlandés y ahora me moría por hacerlo, tiré de su camisa provocando que Alan levantara los brazos, haciendo que desapareciera de nuestra vista por fin. Posé mis manos en sus hombros obligándole a separarse unos centímetros para poder observarle, consiguiendo cambiar de posición, quedando ahora sobre su cuerpo. Las bajé lentamente por su pecho, disfrutando del calor que transmitía su dermis. Definitivamente era demasiada excitación para alguien inexperta en aquellos actos de pasión, pero era incapaz de controlarme, debía seguir recorriendo esa suave y tersa piel. Las manos, poseídas por el momento, acabaron llegando al borde de su pantalón, levanté la mirada esperando su reacción. Su expresión había cambiado en los pocos minutos pasados, se veía seguro, travieso, excitado. Volví a mojar mis labios inclinándome sobre él para volver a besarle, provocando que mi cabello rozara su ahora desnudo pecho.
Aria D'Angelo- Mensajes : 413
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Re: Madrugada {Alan}
Me habia despertado con mucha hambre. Eso me pasa por ir a entrenar y no llegar a tiempo a la cena.
Esperaba poder escabullirme hasta la cocina y hacerles la pelota a los elfos para que me dieran un bocadillo.
Uhm iba casi de puntillas para no hacer ruido y pensando en en gran bocadillo de jamon york con queso, o de jamon y una manzana.
Me seguian 3 gatos las lechuzas de noches salian a cazar o dar una vuelta asi que no solian estar.
Mierda habia alguien la sala comun.A esas horas, pero quien coño.
Pero si es.....
El mundo se me vino encima, pare en seco aun medio oculta por las escaleras, vi a Alan y estire un poco mas el cuello no pude evitar mirar quien estaba con el ¿Aria?
Joder era Aria arrancandole la camisa a Alan.
Vale sabia que no tenia ninguna posibilidad con el por muy colgada que estuviese. Pero coño, de "creerlo" a literalmente ver como Aria se lo come.
Uno de los gatos me hizo una caricia en la pierna y esta vez le aparte un poco.
Eso me hio reaccionar y subi de nuevo las escaleras.
No hacia ruido, al subir pero al llegar a la puerta de la habitacion no pude evitar que las lagrimas escapasen.
Estaba claro, ya era real.
Ahora tocaba llorar por el y despues superarlo. Aunque era mas facil pensarlo que hacerlo.
Joder Aria, las mosquita muerta, cabrona
Esperaba poder escabullirme hasta la cocina y hacerles la pelota a los elfos para que me dieran un bocadillo.
Uhm iba casi de puntillas para no hacer ruido y pensando en en gran bocadillo de jamon york con queso, o de jamon y una manzana.
Me seguian 3 gatos las lechuzas de noches salian a cazar o dar una vuelta asi que no solian estar.
Mierda habia alguien la sala comun.A esas horas, pero quien coño.
Pero si es.....
El mundo se me vino encima, pare en seco aun medio oculta por las escaleras, vi a Alan y estire un poco mas el cuello no pude evitar mirar quien estaba con el ¿Aria?
Joder era Aria arrancandole la camisa a Alan.
Vale sabia que no tenia ninguna posibilidad con el por muy colgada que estuviese. Pero coño, de "creerlo" a literalmente ver como Aria se lo come.
Uno de los gatos me hizo una caricia en la pierna y esta vez le aparte un poco.
Eso me hio reaccionar y subi de nuevo las escaleras.
No hacia ruido, al subir pero al llegar a la puerta de la habitacion no pude evitar que las lagrimas escapasen.
Estaba claro, ya era real.
Ahora tocaba llorar por el y despues superarlo. Aunque era mas facil pensarlo que hacerlo.
Joder Aria, las mosquita muerta, cabrona
Trix- Mensajes : 500
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Re: Madrugada {Alan}
Era difícil, el tratar de apurarse, de quemarse los dos, pero todo era tan excitante y delicioso que quería detenerse en cada segundo, lástima que no se podía, que aquello debía tener un fin, pero ahora no pensaba en eso exactamente, sino que se deleitaba en el juego travieso de las manos que los obligaba a ambos a curvar sus espaldas, sintiendo ahora sus abdominales contra el vientre de ella que subía y bajaba con esa respiración hipnótica y agitada.
De nuevo el beso, esta vez ya claramente lujurioso, el mordisco, ¿Era aquella Aria, no estaba soñando él? De cualquier manera prefería a esa Aria por sobre todas, esa que ahora le arrancaba la camisa y lo manejaba a su parecer, y él ahora mecido por las suaves curvas de la veela de un lado y del otro la relajante tela oscura del sillón.
Ahora Alan debía equiparar la situación y la mano en su espalda la atrajo hacia si para volver a besarla mientras todo se volvía oscuro por la cortina de su cabello, de modo que por unos segundos fue todo tacto, todo beso y las manos de ella bajando por pecho mientras él buscaba ávido la traba del sostén en la curva de su espalda.
Las manos bajaban y bajaban, hasta que encontraron el pantalón, ¿En serio? ¿Era quizás posible? Él nunca había llegado tan lejos, y dudaba de que Aria tampoco, ¿Pero entonces ese brillo en sus ojos que era? Alan no pudo evitar aguantar la respiración ante el tacto en su cintura, pero poco duró, y dejó hacer a la Ravenclaw lo que quisiese con él. Mientras tanto su izquierda tomó la traba y la abrió con un movimiento algo apresurado.
De nuevo el beso, esta vez ya claramente lujurioso, el mordisco, ¿Era aquella Aria, no estaba soñando él? De cualquier manera prefería a esa Aria por sobre todas, esa que ahora le arrancaba la camisa y lo manejaba a su parecer, y él ahora mecido por las suaves curvas de la veela de un lado y del otro la relajante tela oscura del sillón.
Ahora Alan debía equiparar la situación y la mano en su espalda la atrajo hacia si para volver a besarla mientras todo se volvía oscuro por la cortina de su cabello, de modo que por unos segundos fue todo tacto, todo beso y las manos de ella bajando por pecho mientras él buscaba ávido la traba del sostén en la curva de su espalda.
Las manos bajaban y bajaban, hasta que encontraron el pantalón, ¿En serio? ¿Era quizás posible? Él nunca había llegado tan lejos, y dudaba de que Aria tampoco, ¿Pero entonces ese brillo en sus ojos que era? Alan no pudo evitar aguantar la respiración ante el tacto en su cintura, pero poco duró, y dejó hacer a la Ravenclaw lo que quisiese con él. Mientras tanto su izquierda tomó la traba y la abrió con un movimiento algo apresurado.
Alan Cromwell- Mensajes : 323
Re: Madrugada {Alan}
Otra vez atrapada en sus labios, compartiendo el cálido aire entre beso y beso. Necesitaba respirar, dejar de disfrutar de su boca y mendigar por el poco oxígeno que el fuego de la Sala Común despreciaba, intentar que la sangre llegara de nuevo a mi cabeza y dejara de controlar el resto de mi cuerpo. Me separé justo cuando su mano pasaba por donde milésimas antes estaba el cierre de mi sostén. Mantuve los alvéolos tensos, reteniendo el aire unos segundos mientras notaba cómo la tira derecha resbalaba por mi hombro. Un ligero sonido emanó de mis labios al sentir el escalofrío que su dermis electrificada y mi nueva "libertad condicional" me producían.
En los siguientes segundos mi cerebro se oxigenó, percatándome del lugar en el que nos encontrábamos y de la postura nada inocente que habían tomado mis piernas. No me había fijado, pero en el momento en el que Alan se dirigía hacia una lucha inminente contra mi ropa interior, mis manos habían optado por sujetar su cinturón con fuerza, temiendo que el irlandés lograra vencer. Y ahí estaba ahora, con los labios entreabiertos, los sentidos a flor de piel y el sostén a medio quitar.
¿Cómo podía ser posible si hacía tan solo quince minutos estábamos hablando de cosas intrascendentes? ¿Por qué ahora no podía separar la yema de mis dedos de su piel? Ya no había ninguna tela que cubriera su abdomen, podía juguetear desde su cuello hasta su ombligo sin que nada me lo impidiera.
Le miré fijamente a los ojos, inclinando la cabeza hacia un lado, dejando que mi cabello se posara sobre mi hombro. Estaba acelerada, de eso no cabía duda, pero no tenía por qué darme prisa, quizás podría disfrutar del juego que me proporcionaba esta posición un poco más. Notaba cómo a cada movimiento que hacía la tira de mi sostén iba resbalando más y más. No pude evitar sonreír, morderme el labio, era patéticamente agradable recorrer su abdomen con mi dedo índice mientras sus ojos se llenaban de impaciencia. Me humedecí el borde de la boca mientras ejercía un poco de fuerza en el centro de su pecho, comenzando a bajar de nuevo, esta vez siguiendo las líneas de su cuerpo.
Estaba segura de que él tampoco había imaginado que así acabaría el día: mojando la tela del sofá con su espalda, un par de piernas dificultándole el movimiento, mientras que una parte de su cuerpo exigía mayor flujo sanguíneo. No sabía hasta dónde iba a llegar esta experiencia, pero por el momento lo único que me preocupaba era su adictiva piel y el sabor que ésta tendría.
Definitivamente no quedaba el suficiente oxígeno en toda la habitación como para que mi mente produjera un nanogramo de cordura.
En los siguientes segundos mi cerebro se oxigenó, percatándome del lugar en el que nos encontrábamos y de la postura nada inocente que habían tomado mis piernas. No me había fijado, pero en el momento en el que Alan se dirigía hacia una lucha inminente contra mi ropa interior, mis manos habían optado por sujetar su cinturón con fuerza, temiendo que el irlandés lograra vencer. Y ahí estaba ahora, con los labios entreabiertos, los sentidos a flor de piel y el sostén a medio quitar.
¿Cómo podía ser posible si hacía tan solo quince minutos estábamos hablando de cosas intrascendentes? ¿Por qué ahora no podía separar la yema de mis dedos de su piel? Ya no había ninguna tela que cubriera su abdomen, podía juguetear desde su cuello hasta su ombligo sin que nada me lo impidiera.
Le miré fijamente a los ojos, inclinando la cabeza hacia un lado, dejando que mi cabello se posara sobre mi hombro. Estaba acelerada, de eso no cabía duda, pero no tenía por qué darme prisa, quizás podría disfrutar del juego que me proporcionaba esta posición un poco más. Notaba cómo a cada movimiento que hacía la tira de mi sostén iba resbalando más y más. No pude evitar sonreír, morderme el labio, era patéticamente agradable recorrer su abdomen con mi dedo índice mientras sus ojos se llenaban de impaciencia. Me humedecí el borde de la boca mientras ejercía un poco de fuerza en el centro de su pecho, comenzando a bajar de nuevo, esta vez siguiendo las líneas de su cuerpo.
Estaba segura de que él tampoco había imaginado que así acabaría el día: mojando la tela del sofá con su espalda, un par de piernas dificultándole el movimiento, mientras que una parte de su cuerpo exigía mayor flujo sanguíneo. No sabía hasta dónde iba a llegar esta experiencia, pero por el momento lo único que me preocupaba era su adictiva piel y el sabor que ésta tendría.
Definitivamente no quedaba el suficiente oxígeno en toda la habitación como para que mi mente produjera un nanogramo de cordura.
Aria D'Angelo- Mensajes : 413
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Re: Madrugada {Alan}
Ella volvió a separarse mirándolo desde una corta distancia que parecía un infinito comparado a tener su rostro pegado al suyo, disfrutaban los dos pero de formas diferentes; mientras Aria torturaba a Alan con su suave y pausado tacto él quería arrancar toda la ropa que había en el entre medio de ambos cuerpos, pero se medía, sabía que debía hacerlo de querer seguir viviendo la pasión de aquella mujer.
Levantó el torso sintiendo las piernas de Aria firmemente apretadas contra él, la atrajo con una mano en la espalda y la beso con premura, sintiendo como la sangre se le agalopaba en todo el cuerpo, más con cada beso y caricia que pasaba, sumiéndolo más en esa dulce locura.
Al diablo
Los tensos músculos de los brazos y el pecho desnudos de Alan tomaron a Aria y la dieron vuelta, dejándole la espalda apoyada contra el acogedor sillón azul. Ahora era él el que miraba desde arriba, más dominante en aquel entrelace de cuerpos. Su pecho bajaba y subía, la piel blanca brillando por algún relflejo de la luz del fuego y el sudor.
Realmente no sabía lo que hacía, pero habían sido tantas las historias, anécdotas y demases que era imposible no darse una idea, o mejor aún, dejarse llevar por el instinto, todo sería más fácil así, dejándose llevar por aquella inconsciencia que le asaltaba detrás de su cabeza, instándole a ir por más de Aria.
La miró de nuevo, y bajó la mirada despacio hacia el lugar por donde la tira del sostén se resbalaba despacio, sabiendo que había más placer por experimentar, y así se relamió, depredador, y hundió la cabeza en el cuello de a chica, llenándola de besos y suaves mordidas, bajando despacio hasta el pecho.
Vislumbrando lo que le esperaba, ya estaba decidido a no detenerse por nada. Mataría a cualquiera que podría bajar esas escaleras e interrumpir ese momento, o siquiera a detenerlo por unos segundos.
Con una sacudida de las piernas se vio libre de los zapatos, solo quedaba el pantalón, pero prefería dejarlo a iniciativa de su compañera de la que ahora no encontraba los ojos, pues era todo piel, piel y placer.
Levantó el torso sintiendo las piernas de Aria firmemente apretadas contra él, la atrajo con una mano en la espalda y la beso con premura, sintiendo como la sangre se le agalopaba en todo el cuerpo, más con cada beso y caricia que pasaba, sumiéndolo más en esa dulce locura.
Al diablo
Los tensos músculos de los brazos y el pecho desnudos de Alan tomaron a Aria y la dieron vuelta, dejándole la espalda apoyada contra el acogedor sillón azul. Ahora era él el que miraba desde arriba, más dominante en aquel entrelace de cuerpos. Su pecho bajaba y subía, la piel blanca brillando por algún relflejo de la luz del fuego y el sudor.
Realmente no sabía lo que hacía, pero habían sido tantas las historias, anécdotas y demases que era imposible no darse una idea, o mejor aún, dejarse llevar por el instinto, todo sería más fácil así, dejándose llevar por aquella inconsciencia que le asaltaba detrás de su cabeza, instándole a ir por más de Aria.
La miró de nuevo, y bajó la mirada despacio hacia el lugar por donde la tira del sostén se resbalaba despacio, sabiendo que había más placer por experimentar, y así se relamió, depredador, y hundió la cabeza en el cuello de a chica, llenándola de besos y suaves mordidas, bajando despacio hasta el pecho.
Vislumbrando lo que le esperaba, ya estaba decidido a no detenerse por nada. Mataría a cualquiera que podría bajar esas escaleras e interrumpir ese momento, o siquiera a detenerlo por unos segundos.
Con una sacudida de las piernas se vio libre de los zapatos, solo quedaba el pantalón, pero prefería dejarlo a iniciativa de su compañera de la que ahora no encontraba los ojos, pues era todo piel, piel y placer.
Alan Cromwell- Mensajes : 323
Re: Madrugada {Alan}
El calor de la sala comenzaba a ser asfixiante; una gota de sudor resbaló desde mi nuca, realizando pequeños surcos hasta descansar en la hendidura de una de mis clavículas. ¿Cómo había podido vivir sin esa nueva sensación que ahora empañaba cada uno de mis poros?
De nuevo su lengua jugueteaba en cada recoveco de mi boca; ya comenzaba a conocer los movimientos del irlandés pudiendo adelantarme o sorprenderle con alguna pequeña lamida en su comisura. Alan se incorporó pegándome a su pecho, por un momento pude sentir su sexo presionando mi ropa interior; mis labios no fueron capaces de retener el jadeo mientras notaba que esa zona se alejaba, llegando a la nueva y sumisa posición.
No pude evitar humedecer mis ahora ardientes labios ante la nueva imagen que los ojos me regalaban, el contraste de su piel mojada y el fuego de la chimenea provocaron que cierto cosquilleo surgiera en mis caderas. Esa mirada estaba creando más excitación que cada una de las pasadas caricias, se relamió causando que una pequeña risa nerviosa escapara entre mis labios.
Era tan distinto estar ahí abajo; impaciente, deseosa, con temor y curiosidad a la vez. Todos aquellos posibles sentimientos se desvanecieron en cuanto el ojiazul se inclinó sobre mi piel, saboreándome como nadie lo había hecho; divirtiéndose con las respuestas de mi inexperto cuerpo a cada mordisco o beso. Cerré los ojos disfrutando de ese tacto que me envolvía; llevé las manos al cabello de Cromwell, dejando que se enredaran igual que su lengua lo hacía en ese momento en el nacimiento de mi pecho. Estiré uno de los brazos sintiendo su fuerte espalda tensarse a cada pequeño movimiento, notando el sudor emanar de su piel. Las piernas, temblorosas, se enroscaron alrededor de su cuerpo; abrí los ojos pudiendo vislumbrar el techo estrellado de la Sala Común. El mismo techo que podría estar viendo cualquier alumno si bajara las escaleras que se encontraban justo delante de nuestros enlazados cuerpos.
Tomé aire volviendo a cerrar los ojos, tratando de disipar ese nuevo pensamiento y seguir embriagándome de cada caricia; los primeros botones de mi camisa se hallaban desabrochados, no recordaba que en ningún momento alguno de los dos hubiéramos realizado dicha acción. Al parecer en ocasiones las casualidades pueden llegar a dar exquisitas sorpresas.
El Ravenclaw seguía erizando mi piel mientras descendía, llegando a la copa de mi suelto sostén. No podía negar que unos pequeños e incómodos nervios surgieron en mi estómago mientras su ondulado cabello me producía cosquillas. Apreté los labios tratando de callar la pequeña risa a la vez que bajaba la mirada para observar los movimientos de su traviesa lengua cuando algo más llamó mi atención: la insignia de Prefecto. Esa maldita placa seguía colocada en mi camisa, mirándome furiosa y decepcionada. ¿Es que acaso no había otro lugar para aquello, Aria? Expulsé el poco aire que escondían mis pulmones; nuevos y desagradables pensamientos invadían mi mente.
-Alan-le llamé mientras mi mano seguía exigiéndole que recorriera mi sendienta piel. Era consciente de lo que debía hacer; eso no estaba bien, no ahí, no en ese preciso momento. ¡Maldito sea mi repulsivo sentido de la moral!-Alan...-me sumergí por enésima vez en esos ojos excitados mientras mi cuerpo seguía reaccionando a su contacto.
De nuevo su lengua jugueteaba en cada recoveco de mi boca; ya comenzaba a conocer los movimientos del irlandés pudiendo adelantarme o sorprenderle con alguna pequeña lamida en su comisura. Alan se incorporó pegándome a su pecho, por un momento pude sentir su sexo presionando mi ropa interior; mis labios no fueron capaces de retener el jadeo mientras notaba que esa zona se alejaba, llegando a la nueva y sumisa posición.
No pude evitar humedecer mis ahora ardientes labios ante la nueva imagen que los ojos me regalaban, el contraste de su piel mojada y el fuego de la chimenea provocaron que cierto cosquilleo surgiera en mis caderas. Esa mirada estaba creando más excitación que cada una de las pasadas caricias, se relamió causando que una pequeña risa nerviosa escapara entre mis labios.
Era tan distinto estar ahí abajo; impaciente, deseosa, con temor y curiosidad a la vez. Todos aquellos posibles sentimientos se desvanecieron en cuanto el ojiazul se inclinó sobre mi piel, saboreándome como nadie lo había hecho; divirtiéndose con las respuestas de mi inexperto cuerpo a cada mordisco o beso. Cerré los ojos disfrutando de ese tacto que me envolvía; llevé las manos al cabello de Cromwell, dejando que se enredaran igual que su lengua lo hacía en ese momento en el nacimiento de mi pecho. Estiré uno de los brazos sintiendo su fuerte espalda tensarse a cada pequeño movimiento, notando el sudor emanar de su piel. Las piernas, temblorosas, se enroscaron alrededor de su cuerpo; abrí los ojos pudiendo vislumbrar el techo estrellado de la Sala Común. El mismo techo que podría estar viendo cualquier alumno si bajara las escaleras que se encontraban justo delante de nuestros enlazados cuerpos.
Tomé aire volviendo a cerrar los ojos, tratando de disipar ese nuevo pensamiento y seguir embriagándome de cada caricia; los primeros botones de mi camisa se hallaban desabrochados, no recordaba que en ningún momento alguno de los dos hubiéramos realizado dicha acción. Al parecer en ocasiones las casualidades pueden llegar a dar exquisitas sorpresas.
El Ravenclaw seguía erizando mi piel mientras descendía, llegando a la copa de mi suelto sostén. No podía negar que unos pequeños e incómodos nervios surgieron en mi estómago mientras su ondulado cabello me producía cosquillas. Apreté los labios tratando de callar la pequeña risa a la vez que bajaba la mirada para observar los movimientos de su traviesa lengua cuando algo más llamó mi atención: la insignia de Prefecto. Esa maldita placa seguía colocada en mi camisa, mirándome furiosa y decepcionada. ¿Es que acaso no había otro lugar para aquello, Aria? Expulsé el poco aire que escondían mis pulmones; nuevos y desagradables pensamientos invadían mi mente.
-Alan-le llamé mientras mi mano seguía exigiéndole que recorriera mi sendienta piel. Era consciente de lo que debía hacer; eso no estaba bien, no ahí, no en ese preciso momento. ¡Maldito sea mi repulsivo sentido de la moral!-Alan...-me sumergí por enésima vez en esos ojos excitados mientras mi cuerpo seguía reaccionando a su contacto.
¿Caer del precipicio o mantenerse a salvo en el borde del mismo?
Aria D'Angelo- Mensajes : 413
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Re: Madrugada {Alan}
Con cada pequeño mordisco y cada beso en la suave piel de Aria, él se iba adentrando cada vez más en experiencias desconocidas, y por más chicas que hubiesen pasado por la vida de Alan, ninguna se había atrevido a tanto como ella, de modo que quería llegar tan lejos como se pudiera, disfrutar tanto de ella como se pudiera y eso incluía ignorar el hecho de que estaban en la Sala Común, de que cualquiera podría entrar en cualquier momento, o de que simplemente estaba mal.
Elegía no pensar en ello mientras recorría con los labios el pecho de su compañera, y eligió no hacer caso la primera vez que escuchó su nombre, pero a la segunda no pudo evitar levantar la cabeza y encontrar los ojos de Aria que le miraban expectantes.
Acompasó su excitada respiración, pensando en que querría Aria en ese justo momento, y la única respuesta lógica era detenerlo, y eso no podía pasar, no era posible, aquello tenia que seguir, ese mar de placenteras sensaciones.
Shh-La calló con un susurro suave, llevando un dedo a sus labios, dándole a entender que no era una situación para hacer ruido, y bajó la cabeza de nuevo, enterrándose en el cuello de Aria, y rodeándola con los brazos despacio, buscando tirar de la molesta camisa y eliminar otra barrera entre ellos dos.
Elegía no pensar en ello mientras recorría con los labios el pecho de su compañera, y eligió no hacer caso la primera vez que escuchó su nombre, pero a la segunda no pudo evitar levantar la cabeza y encontrar los ojos de Aria que le miraban expectantes.
Acompasó su excitada respiración, pensando en que querría Aria en ese justo momento, y la única respuesta lógica era detenerlo, y eso no podía pasar, no era posible, aquello tenia que seguir, ese mar de placenteras sensaciones.
Shh-La calló con un susurro suave, llevando un dedo a sus labios, dándole a entender que no era una situación para hacer ruido, y bajó la cabeza de nuevo, enterrándose en el cuello de Aria, y rodeándola con los brazos despacio, buscando tirar de la molesta camisa y eliminar otra barrera entre ellos dos.
Alan Cromwell- Mensajes : 323
Re: Madrugada {Alan}
Si hablaba en ese preciso momento quizás no volvería a poder rodearle con mis curiosas piernas; si separaba los labios para algo que no fuera exhalar, seguramente esa agradable sensación se desvanecería. Rompería de una vez esa cúpula que con tanto esfuerzo habíamos creado; insensatos de nosotros.
Cualquiera podría bajar, era cierto, pero él ya se hallaba bajando en ese preciso momento; ¿no estaría igual de mal impedirle que siguiera jugando?
Las reacciones de mi cuerpo eran claras, y es que por nada del mundo quería que el irlandés parara; necesitaba que siguiera devorando cada centímetro de mi piel. Deseaba seguir sintiendo esa vibración hasta el momento desconocida, en esa zona tan exquisitamente delicada. Si eso era lo que conseguía hacer Alan con un par de mordiscos sutiles, qué vendría después?
Después... Abrí los ojos de golpe, volviendo a observar aquel techo característico de la sala.
Me moría por seguir descubriendo cada una de las reacciones que me esperaban, el problema residía en que una nueva y estresante vocecita empezaba a apoderarse de mi conciencia, ¿o acaso sería la misma?
Segundos antes tenía claro que no me importaba en absoluto sacrificarme y desentrañar el misterio de cada uno de sus músculos definidos, poder palpar qué era lo que escondía exactamente el Ravenclaw debajo de esos incómodos pantalones; experimentar a mi antojo con cada pulgada de su inmaculado cuerpo.
Pero, ¿ahora mismo?¿En ese momento? ¿Encima de aquel sillón de terciopelo azul, el cual comenzaba a ser extrañamente incómodo?
-Alan...-repetí, lamiendo instintivamente el dedo que colocó en mis labios tratando de callarme, acabando por morderlo tras saborearlo. ¿Por qué todo tenía que ser tan jodidamente contradictorio?-Espera...-apreté los labios insultándome a mi misma por lo que estaba a punto de decir, terminando con un suspiro antes de morderme el labio inferior, rogando para no pronunciar aquellas palabras que comenzaron a salir de mi boca antes de lo planeado-Estamos en medio de la Sala Común-un cumulo de inquietud, enfado y excitación, provocó que entre mis jadeos saliera una leve risa nerviosa-Quiero...-bajé la mirada fijándome en el camino de humedad que había creado Cromwell hasta mi escote; la aparté rápidamente tratando de no desviarme. Era demasiado complicado no dejarse llevar, más aún sintiendo las contracciones de su cuerpo a cada roce de mis piernas.-Pero...-hundí mis dedos en su cabello de nuevo, notando el sudor de su nuca y observando su mirada extrañada; curvé la sonrisa.-No está mal para un primer encuentro...-volví a perderme entre su lengua, disfrutando de aquel beso que podría ser el último.
¿Cómo iba a mirarle de la misma forma? ¿Cómo hablar ahora con él sin querer desvestirle de nuevo? Volver a pasar por cada una de las caricias de aquella noche; y sobre todo, avanzar... descubrir cómo el sentido del tacto podía llevarme a zonas inimaginables.
¿Cómo iba ni si quiera a dormir esa noche?
Cualquiera podría bajar, era cierto, pero él ya se hallaba bajando en ese preciso momento; ¿no estaría igual de mal impedirle que siguiera jugando?
Las reacciones de mi cuerpo eran claras, y es que por nada del mundo quería que el irlandés parara; necesitaba que siguiera devorando cada centímetro de mi piel. Deseaba seguir sintiendo esa vibración hasta el momento desconocida, en esa zona tan exquisitamente delicada. Si eso era lo que conseguía hacer Alan con un par de mordiscos sutiles, qué vendría después?
Después... Abrí los ojos de golpe, volviendo a observar aquel techo característico de la sala.
Me moría por seguir descubriendo cada una de las reacciones que me esperaban, el problema residía en que una nueva y estresante vocecita empezaba a apoderarse de mi conciencia, ¿o acaso sería la misma?
Segundos antes tenía claro que no me importaba en absoluto sacrificarme y desentrañar el misterio de cada uno de sus músculos definidos, poder palpar qué era lo que escondía exactamente el Ravenclaw debajo de esos incómodos pantalones; experimentar a mi antojo con cada pulgada de su inmaculado cuerpo.
Pero, ¿ahora mismo?¿En ese momento? ¿Encima de aquel sillón de terciopelo azul, el cual comenzaba a ser extrañamente incómodo?
-Alan...-repetí, lamiendo instintivamente el dedo que colocó en mis labios tratando de callarme, acabando por morderlo tras saborearlo. ¿Por qué todo tenía que ser tan jodidamente contradictorio?-Espera...-apreté los labios insultándome a mi misma por lo que estaba a punto de decir, terminando con un suspiro antes de morderme el labio inferior, rogando para no pronunciar aquellas palabras que comenzaron a salir de mi boca antes de lo planeado-Estamos en medio de la Sala Común-un cumulo de inquietud, enfado y excitación, provocó que entre mis jadeos saliera una leve risa nerviosa-Quiero...-bajé la mirada fijándome en el camino de humedad que había creado Cromwell hasta mi escote; la aparté rápidamente tratando de no desviarme. Era demasiado complicado no dejarse llevar, más aún sintiendo las contracciones de su cuerpo a cada roce de mis piernas.-Pero...-hundí mis dedos en su cabello de nuevo, notando el sudor de su nuca y observando su mirada extrañada; curvé la sonrisa.-No está mal para un primer encuentro...-volví a perderme entre su lengua, disfrutando de aquel beso que podría ser el último.
¿Cómo iba a mirarle de la misma forma? ¿Cómo hablar ahora con él sin querer desvestirle de nuevo? Volver a pasar por cada una de las caricias de aquella noche; y sobre todo, avanzar... descubrir cómo el sentido del tacto podía llevarme a zonas inimaginables.
¿Cómo iba ni si quiera a dormir esa noche?
Aria D'Angelo- Mensajes : 413
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Re: Madrugada {Alan}
La duda, la duda solía atrapar a las mujeres, no así a Alan que no estaba seguro me miles de cosas en este mundo, pero no por eso iba a abandonar aquel rato de goce con una chica hermosa como Aria. Y por eso mismo tenía un poco de miedo, de equivocarse, de ir demasiado rápido o demasiado lento, de hacerla pensar en todas las cosas por las cuales no podía ser, y ese miedo volvió a aparecer cuando habló, haciéndole levantar la cabeza coronada de rulos rubios y los labios enrojecidos.
La miró sabiendo que disfrutaba pero que vacilaba, la miró expectante, sin saber como convencerla de que aquello era lo mejor que podía haber entre dos personas, entendiendo que las palabras no eran ninguna solución en esa situación donde los cuerpos podían articular argumentos mucho más convincentes.
Una mano la tomó por la espalda, levantándola despacio mientras ella volvía a hablar algo de lo que no había verdadera necesidad, pues los ojos azules de Aria se posaron sobre los de Alan, diciéndole todo lo que necesitaba saber en aquel momento, que dudaba, pero el placer era demasiado, el ansia de conocer aquella hermosa experiencia valía más que cualquier temor juvenil.
La besó, dejando que las lenguas juguetearan despacio, seguro de que nada cambiaría en aquel lugar, que el fuego seguiría ardiendo y manteniéndolos calientes, que nadie bajaría de improviso, que el sillón seguiría siendo tan cómodo ahora como siempre y que ambos querían esto.
Sonrió, divertido por la incapacidad de poner en palabras cuanto disfrutaba ese momento y resignándose a simplemente disfrutarlo, acercando los labios al cuello tenso y húmedo de Aria, besándolo para ocultar su cara enrojecida de verguenza por lo que iba a hacer, y entonces ahí empezó su iniciativa acariciando una de las suaves piernas de la chica hasta llegar a su cintura y de ahí a su mano que tomó y condujo despacio hasta su propio cinturón, haciéndole sentir indefectiblemente como su miembro estaba tieso y expectante.
Sentía como el ardor se propagaba a todo su cuerpo, pero ya estaba demasiado comprometido en aquella obra para dar cualquier paso atrás, y como en toda obra, debía hacer su parte, y comenzó por tomar la camisa, destruyendo la prisión que contenía la tersa piel de la mujer, dejando al descubierto el sostén por completo y el contorno de sus deliciosos pechos.
La miró sabiendo que disfrutaba pero que vacilaba, la miró expectante, sin saber como convencerla de que aquello era lo mejor que podía haber entre dos personas, entendiendo que las palabras no eran ninguna solución en esa situación donde los cuerpos podían articular argumentos mucho más convincentes.
Una mano la tomó por la espalda, levantándola despacio mientras ella volvía a hablar algo de lo que no había verdadera necesidad, pues los ojos azules de Aria se posaron sobre los de Alan, diciéndole todo lo que necesitaba saber en aquel momento, que dudaba, pero el placer era demasiado, el ansia de conocer aquella hermosa experiencia valía más que cualquier temor juvenil.
La besó, dejando que las lenguas juguetearan despacio, seguro de que nada cambiaría en aquel lugar, que el fuego seguiría ardiendo y manteniéndolos calientes, que nadie bajaría de improviso, que el sillón seguiría siendo tan cómodo ahora como siempre y que ambos querían esto.
Sonrió, divertido por la incapacidad de poner en palabras cuanto disfrutaba ese momento y resignándose a simplemente disfrutarlo, acercando los labios al cuello tenso y húmedo de Aria, besándolo para ocultar su cara enrojecida de verguenza por lo que iba a hacer, y entonces ahí empezó su iniciativa acariciando una de las suaves piernas de la chica hasta llegar a su cintura y de ahí a su mano que tomó y condujo despacio hasta su propio cinturón, haciéndole sentir indefectiblemente como su miembro estaba tieso y expectante.
Sentía como el ardor se propagaba a todo su cuerpo, pero ya estaba demasiado comprometido en aquella obra para dar cualquier paso atrás, y como en toda obra, debía hacer su parte, y comenzó por tomar la camisa, destruyendo la prisión que contenía la tersa piel de la mujer, dejando al descubierto el sostén por completo y el contorno de sus deliciosos pechos.
Alan Cromwell- Mensajes : 323
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