Henry Lee § Alan Cromwell

Get down, get down, little Henry Lee
And stay all night with me
You won't find a girl in this damn world
That will compare with me
And the wind did howl and the wind did blow

Esta era una prueba para ella, no porque quisiera ir a hacer una confesión de eterno amor o algo así, solo tontos aceptarían algo así de una veela. Una veela como ella... No, Alan era la muestra de todo lo que ella era o había sido en los últimos años y deseaba ver de frente al chico que había podido cautivar su mirada durante más que un rato.

Suponía que sería agradable ver a su amigo nuevamente y a su vez la pregunta era ¿podía mantener esa fachada? Ella era Louise, era energética cuando estaba inhibida y ahora sin todos esos inhibidores era realmente una veela, ¿podría nuevamente simular ser humana? ¿volver a jugar y a reír de aquella forma?

‘¿Como esperas que pueda sostener a mi hija con estas manos?’ Susurró un eco del pasado en su propia voz...

Si, quizá ver esa cara conocida ayudaría a saber cuan perdida estaba o si quizá había esperanza para ella, quizá no todo estaba perdido y podría volver a esa normalidad engañosa que adoraba. Si, realmente podía rearmar su vida pero para eso necesitaba a sus amigos.

Había llegado a ese pasillo conocedora, sabía que pasaría por aquí, ese instinto conocedor de quien tiene el don de la visión... una sonrisa fácil mientras se sentaba en el alfeizar de una de las ventanas, jean negro y campera de cuero, destacaba horriblemente en la academia, quizá debería haber considerado usar el viejo uniforme.

A little bird lit down on Henry Lee
I can't get down and I won't get down
And stay all night with thee
For the girl I have in that merry green land
I love far better than thee
And the wind did howl and the wind did blow

Iba solo y era raro, pero no raro en estos días, después de todo, muchos tenían asuntos muy personales que atender y no se podían dejar caer en las charlas superficiales y alegres que Alan tanto amaba, pero en cualquier caso no seguiría mucho tiempo así, iría hasta la Sala Común a hablar con alguien, molestar, terminar un trabajo, algo, cualquier cosa antes que seguir en el silencio mortal de los pasillos, y por eso silbaba.

Giró el pasillo y la vio en toda su veelosidad, la tonada se le atragantó antes de poder formular la primer palabra de sorpresa por ver de nuevo a la tejona-¡Louise!- Y se quedó algo helado, sin poder moverse del lugar, puesto que la imagen que tenía en frente de él no era la habitual...no, seguía siendo Louise Eisenberg, y no era el pelo largo o el cambio de ropa lo que impactaba, era otra cosa más profunda y desconocida.

Trix me contó....Solar me contó...emmm, ¿Cómo has estado?-Se le atropellaban tanto las palabras que sentía que se le iba a enredar la lengua, y ahora se daba una ligera idea del porqué, pero de todas formas...

¿Acaso estaba más alta de lo habitual?

El movimiento fue suave, ligero, como si solo fuera una pluma balanceándose en el viento cuando sus pies quedaron colgando hacia dentro, esa misma destreza con la que tantas veces había saltado, movido, reaccionado, una ligereza indescriptible a ojos humanos, pero que allí estaba, esa sonrisa tranquila y alegre.

Al menos al principio, cuando al verle el aliento murió entre sus labios y comenzó a darse cuenta que quizá esto no era una muy buena idea ya que sus emociones ahora desbordantes y a flor de piel como todas las de su raza le estaban matando con solo verlo allí, tan... tan él. Así que hizo lo que supo hacer desde el primer día, evocar esa niña que no era ella, la máscara de donde había nacido Louise Madison Eisenberg, el primer engaño, el pecado original...

La escusa perfecta siendo que era la tonta de la familia Eisenberg-Olechka... siempre era algo bueno, ¿no?

Ese paso lento y cuidadoso, no... no había crecido, pero su pose daba la sensación de que así fuera, irradiando calor en la piel, las manos ardientes cuando le tomó de la túnica y tiró de él para obligar a que se agache para besar su mejilla.

"Buenos días, Alan... ¿que es eso tan interesante que te han contado Trix y Solar?" Susurró para él nada más, claramente tratandose de la voz de las sirenas, ese sonido atractivo y llamativo que poseían las de su raza.

¿Cómo podía una persona cambiar tanto? Todos lo hacían, pero dentro de ellos todavía se encontraba esa esencia primordial de lo que eran, y así por más que hubieran pasado cosas con Aria, seguía siendo Aria, y Luna era ahora una cara familiar, pero todavía mantenía esa cualidad indescriptible que la hacía ser ella.

¿Pero seguía siendo Louise Eisenberg? Mientras la miraba con esos movimientos felinos, la caminata, la voz, ¡Seguía siendo Louise! ¿Pero porqué estaba tan confundido? ¿Porqué no podía dejar de mirarla y bromear como siempre acerca de algo sin sentido?

Y el beso en la mejilla, afectuoso por parte de Alan, pero sus ojos celestes lo traicionaban, todavía tratando de situarse en ese momento en el campo de Quidditch en que había conocido a la veela más que nunca, parpadeó un par de veces, sorprendido.

Que no estabas en el castillo....-Dijo algo mecánicamente, para luego sonreír con los ojos entornados al seguir hablando-¿Está todo bien?-

No, él solamente desvariaba, era la ropa, el cambio de look y el saber que no había otra vida entre los dos cuando ella le había tirado de la corbata, nada más, no podía haber nada más. El mundo tenía que seguir siendo tal y como era, y esa hermosa y pequeña rubia que estaba ahí delante suyo, hablándole entre susurros melosos era Louise Madison Eisenberg.

El cuerpo de ella se separó levemente, los ojos pálidos del color del hielo observándole, como si tratara de inspeccionar realmente que era lo que pasaba por su mente. Realmente, ¿quería saberlo? Estaba parada aquí ante él, dañandose a si misma nuevamente para saber que era verdad y que era mentira.

La realidad, él era encantador, pero debía dejar que las cosas siguieran su curso, no podía seguir jugando su propia alma ahora que había alguien que se había adueñado de ella, y Madison no desaparecería de un día para otro, ella era su hija, alguien que la necesitaba por sobre todas las cosas. Se lo debía no solo a Gaspard sino que a Samuel y Jesse que nunca la conocerían. Lo cual le llevaba a preguntarse si Stan estaría bien en Francia...

Suspiró regresando al momento, retrocediendo para de un salto volver a sentarse en la ventana, observándolo con esa sonrisa alegre de todos los días. Si tan solo supiera en el pasado como lo habían odiado dos chicos del castillo que en realidad ni lo conocían...

"Pesó apenas 1.900Kg, pero me mandaron de regreso a casa inmediatamente. Claro que la profesora MacGonagall me debió retirar ‘permanentemente’ del colegio." Soltó de una, sintiéndose por primera vez extraña, una mano posándose en su vientre que jamás había crecido solo para que tan rápido como comenzó terminara, recordaba el dolor... un dolor anormal incluso para una parturienta.

"Es... bueno ver que estás bien." Comentó tratando de olvidar todo lo que había sentido, el miedo de tocar, de mirar a Madison por demasiado tiempo, creyendo que podría llegar a corromperla con su mera presencia, ella era Louise, era fuerte, era un pilar de fuerza para los suyos, había quienes dependían de ella y no podría dejarlos sufrir porque no se sintiera del todo ella misma.

Dioses, realmente la vida le afectaba en negativo en estos días. Debía comenzar a considerar que quizá... quizá se acabó todo. Debía liberarse, debía volver a su esencia, aunque a veces ya no podía reconocerse a si misma en el espejo. Le observó, es sonrisa cariñosa, los ojos brillantes y alegres a su forma, una forma algo melancólica, pero agradecida. Quizá en unos años Madison sería quien correría por estos pasillos como ella lo hizo durante 6 años junto a sus amigos.

Los ojos de Louise, siempre tan habituados a esa expresión inquisidora, tan punzantemente claros, pero a diferencia de antes, cuando la observación solía venir acompañada de alguna ridiculez o algo que bajara la tensión de tan glacial mirada, ahora la Hufflepuf parecía realmente querer ver algo dentro del alma del irlandés, y era bastante inquietante.

La sonrisa fue como una briza fresca que le permitió volver a sonreír en presencia de la chica, ¿Porqué estaba tan diferente a antes? ¿Porqué no podía ser el mismo? La siguiente frase de Louise contestó varias de esas interrogantes.

Bajó las manos muertas al costado del cuerpo, sin saber exactamente que decir, y así pasaron unos segundos, hasta que pudo moverse algo duro hasta la ventana y abrazar a la veela, un abrazo afectuoso, difícil de dar.

Me alegro que tu bebé esté bien-Dijo despacio, con el acento tan suyo acentuándole las palabras-Seguro podremos hacer algo para que puedas terminar tu cursado

¿Ya? Había pasado una semana desde lo del campo de Quidditch y el vientre había sido inexistente, se sentía algo torpe, inadecuado por no haber podido ayudar a su amiga, pero ahora la niña ya estaba en el mundo, Louise era una mamá, era difícil de entender, de volver a romper el mundo para poder comprenderlo.

Las manos temblaron al recibir el abrazo, quebrando su resolución por un momento, pero apretando los ojos antes de rodearle con sus brazos, tanta diferencia había entre ambos... realmente deseaba que las cosas fueran diferentes, pero el miedo a si misma era tan grande, tan grande el hecho de conocer que realmente los límites eran solo líneas imaginarias que nadie apreciaba realmente.

Y era la ternura del momento que le quebró el corazón, no quería torturarlo así con su media vida y una amistad que podría acabar de forma horrible. Sin embargo es una veela, egoísta en algún sentido tan propio de su vanidad, deseaba este abrazo tierno que durara un poco más.

"No deberías ser tan amable... podrías hacer que una tonta se ilusione." Soltó con un tono que trataba de ser broma, tratando de apartar sus sentimientos personales de él, enterrando su rostro en el pecho y respirando profundamente para tranquilizar ese corazón que no quería colaborar. Las cosas habían cambiado, siempre cambiaban pero ella podía ser libre al fin.

Rió por lo bajo.

"Sabes... aun me debes ese helado. ¿Puede ser de fresa? Me gusta la fresa... son algo ácidas cuando llegas al centro y suaves por fuera." Lo dijo deliberadamente, era algo que la Louise en Hogwarts hubiera dicho, un amasijo de información que giraba en torno al mismo eje sin pies ni cabeza, unas palabras torpes y deliberadamente rápidas para confundir. Ser raro ayudaba a alejar las miradas y el acoso de sus propias compañeras... ahora era una bocanada de normalidad en un castillo donde todo había acabado patas arriba...

Todo había comenzado con un ritual de Beltane... un ritual que si tan solo hubiera aceptado a su mejor amigo, quizá ahora las cosas serían tan diferentes. Jesse no hubiera hecho lo que Gaspard.

Suspiró, acurrucandose levemente contra él sin querer soltar el abrazo, estaba demasiado cómoda así.

¿Era esa temblorosa chica que apenas llegaba a abrazarle por debajo de los hombros la Louise Madison Eisenberg que conocía? En el primer momento que la había encontrado en el castillo, al lado de esos amigos que siempre fueron desconocidos para él, siempre se había visto segura, estable en su pequeño mundo caótico, siempre sonriendo y hablando estupideces, ¿Había sido entonces tan terrible su vida, y él tan ignorante e insensible que nunca se había dado cuenta de nada? Hasta el día del campo de Quidditch donde la veela se había quebrado y mostró que su mundo interior era más vasto de lo que la mayoría pensaba.

Oh, perfecto, los helados son mi forma predilecta de seducir mujeres-Respondió riéndose para luego darle un beso en la larga cabellera platina, un beso que enmascaraba un montón de preguntas que quería hacer, pero sabía que no podía, no ahora, no con ella en ese estado.

¿Porqué él, porqué ahora, porqué los que siempre habían sido su contención la habían abandonado ? Quizás solo se estaba preguntando demasiadas cosas que no iban al caso, quizás solamente Louise era una persona frágil que necesitaba ayuda y Alan estaba para ayudarla.

Sin respuesta, se limitó a apretarla contra su pecho.

"Aww... ¿a quien vas a seducir?" Hizo puchero contra él al separarse lentamente, tan lentamente que era evidente que no se trataba de algo que deseaba hacer, solo que debía hacerlo por el hecho de que necesitaba un poco de aire... si, eso que les rodea, muy importante para poder sobrevivir.

Y necesitaba ser ella, así que lo que hizo simplemente fue tomarle de la mano y bajarse de la ventana entre risas, tirando de él para que fueran caminando por los pasillos en busca de las escaleras.

"Aparte, tienes otras cosas para seducir, eres hombre, creo que con eso ya alcanza para un porcentaje de las chicas. Otras preferimos ciertas sutilezas que no todos observan, pero créeme, el hecho de que seas hombre ayuda casi siempre." Comentó divertida, aun tirando suavemente de la mano para que caminara con ella, aunque la imagen se veía graciosa, la chica que si se le veía bien parecía demasiado juvenil y pequeña en su tamaño y el chico que le llevaba media cabeza de altura con facilidad. "Aunque si es un tema físico admito que un buen par de tetas y unas lindas piernas no se desprecian nunca... claro que es un poco irónico." Lo último lo dijo para si misma, pensando profundamente en sus gracias habituales...

Comenzaba a creer que Jesse prefería la compañía de compañeros hombres tras lidiar con los desastres de Louise entre las mujeres.

"Si, debe ser eso... como notarás mi habla no es mi medio de seducción... aunque en inglés siempre me trabo tarde o temprano, en alemán es más fácil y suena más natural... bueno... creo que es evidente el porque. Siempre me dijeron que más evidente no puedo ser, considerando que mi rango idiomatico me tardó 3 años viviendo en inglaterra para poder conjugar correctamente el verbo ser... nada personal, pero son demasiado enrevesados ustedes." Parloteó alegremente.

Volvía a ser Louise, el puchero lo confirmaba, el lento retorno a los manerismos infantiles y graciosos de la Hufflepuff le volvían a dar sustento al mundo en el que Alan vivía, de modo que aceptó que la pequeña rubia se separara con ese gesto y el simplemente se riera, naturalmente, porque todo volvía a caer en su lugar.

Aceptó también el tirón y comenzó a caminar al lado de Lou, con su habitual paso, algo arrastrado mientras trataba de seguir el tornado de ideas que se amontonaban en la boca de la veela.

No me bajes el autoestima así querida, quisiera pensar que son esas sutilezas siempre las que me garantizan el éxito-Dijo riendo por fuera pero recordando extrañado que las inclinaciones de aquella chica no eran precisamente las más tradicionales, y viéndose obligado una vez más a espantar fantasías improbables de su mente-Las tetas y las piernas nunca se deberían pasar por alto-Menos las tuyas

El parloteo idiomático de Louise hizo que levantara las cejas, realmente de tanto de tiempo en Hogwarts escuchando acentos dispares mezclados con palabras arcanas y hechizos tendía a confundirle a uno y olvidarse de los orígenes de los demás, y eso también iba para él.

Is é an casta iad -Replicó mostrando todo su acento natal en cada una de las palabras en irlandés-Los complicados son los ingleses-Tradujo después, su irlandés estaba algo oxidado ya que solo lo usaba en casa, pero quería ver que cara ponía la rubia-El alemán debe ser complicado, a mi se me hace que siempre están gritando-Agregó para soltar la risa contenida mientras bajaba los escalones, cada vez más lento para acompasarse al paso corto de la veela.

"Bueno, conmigo funcionarían... pero supongo que en otros casos con el simple hecho de un beso y buen sexo funciona." Comentó divertida, recordando cuantas veces la técnica de besar, follar, hablar había funcionado no solo con ella sino que con sus amigos también, ¿por que avergonzarse y negarlo? Era cierto, muchas chicas buscaban eso en sus vidas...

Ella buscaba lo contrario solo que por todos los caminos equivocados, lo cual era bastante gracioso considerando que el hecho de buscar un constante no significaba que debía negarse el placer de compartir el confort de su cama con alguien más.

"Ups. Lo siento, siempre me dicen que esas cosas no debo hablarlas..." De repente soltó abriendo mucho los ojos y regresando la vista a él, aun sin soltarle la mano, prefiriendo caminar de espaldas para verle con esa sonrisa que encerraba demasiada gracia, muchas bromas que podrían fluir por su lengua y resonar horriblemente en ese pasillo como la vez que le había dicho que se había tocado pensando en él a Jesse... si era cierto o no prefería dejarlo a la imaginación, pero el sonido de susto y acabar rodando por el pasto tratando de eludir las ramas del Sauce Boxeador había valido la pena, con esa expresión que jamás se borraría de su memoria y el grito de ‘¡No quería saber eso!’.

"Aunque quien sabe... quizá mostrarlas." Era una broma en sus labios y ojos cuando la mano libre recorrió de su cuello el costado de su cuerpo hasta descansar en su muslo como si tratara de dibujarse una figura curvilinea que poseía pero a su vez exageraba en sus pasos.

Los ojos al escuchar el tema del idioma se abrieron recordando de donde era él y ganando en curiosidad solo para inclinar la cabeza y observarle fijamente pensativa, como si buscara una forma de contradecir lo que dijo sobre su idioma natal mientras demostraba lo interesante de su capacidad para moverse sin soltarle, aunque en un paso soltó el agarre, solo dejando los dedos corazón tocando para pasar bajo su brazo en un lento baile, cantando una suave cancioncilla en alemán que parecía influida por el tono de voz de su raza.


Era una canción aunque nadie lo supiera bastante alegre a pesar de lo tranquila que sonaba. Y por supuesto, con su energía habitual demostró que no necesitaba respirar si podía moverse, sin molestarse en invitarle a bailar la lenta canción, simplemente usando el brazo de él como compañero de baile, girando debajo, dando vuelta, moviéndose tranquila en ese espacio que era la distancia entre ellos.

"Lo siento, el pop no es mi estilo, pero es la canción favorita de Mamá Mylenka... así que debí aprenderla o aprenderla. Puedo asegurarte que mi rapeo igualmente no es tan bueno. Y debo ser la única veela que se tropieza con sus pies al tratar de hacer los bailes tradicionales... pero aun canto relativamente bien, calculo que la voz ayuda, si fuera humana creo que cantaría como un perro canta la serenata nocturna."

Traducción:

El beso y el sexo pueden tener sus sutilezas también-Soltó con una sonrisa ausente, vagando dentro de su cabeza en el cómo era posible que Louise mostrara tanta fragilidad y emoción en un momento y al otro fuera esa chica segura, sexual y depredadora que siempre había sido. Y no es que a Alan le gustara más una o la otra, sino que ambas en un solo cuerpo, en un solo momento era simplemente demasiado confuso para que el se sintiera cómodo. ¿O quizás muchas más mujeres que las que él creía eran así? No pudo evitar pensar en Aria, en la Sala Común a la que nunca podría ver de la misma forma, ¿Cuántas caras tenías las mujeres en realidad? Algo frío le sacudió la columna, y quizás alguna otra parte del cuerpo...

Hay algunas que hacen sin decir nada antes-Reafirmó su habitual sonrisa contagiosa al ver que la veela volvía a aquel mundo de bromas y despreocupación de siempre, pero le duró poco al volver a ver la mirada helada y la melena rubia cayéndole a un lado con la cabeza inclinada, en cierto sentido, parecía un pájaro de grandes ojos ¿Había dicho algo raro?

La observó atento y tranquilo mientras cantaba y bailaba, cosas que sabía que a las veelas se les daba bien, pero nunca había visto de cerca, era curiosamente hipnótico, pero no tan sensual como se solía comentar, o por lo menos como lo quería Louise en ese momento.

De todas formas cantas bastante bonito, mucho mejor que yo seguro-Sí, había tenido su "etapa artística" como cualquier otro, pero nunca le había llenado mucho particularmente, más que no podía cantar nada que se saliera de un registro medianamente normal-¿Cuál es tu estilo entonces?-Preguntó al final, intrigado.

Fue un segundo solamente, el aire escapó de sus pulmones como si hubiera sido golpeada por algo en el pecho, los ojos tan abiertos que casi podía reflejar la luz de los ventanales, solo una exclamación en sus labios, solo un segundo, una respiración pesada, un sonido pesado de metal en su cuello antes de contestar la pregunta muerta en labios de un fantasma que podía expresar lo que pasaba por su mente.

"Ich weiß nicht, wer du warst, nicht, wer du bist! Ich hab nur grad vergessen zu vergessen,
dass es dich gibt!"

Era inevitable el captar una vibración de él. Era intenso, le enfermaba... le enfermaba pero no tenía derechos. Así que tragó pesadamente, trató de contener la expresión, regresando a base uno sonrió, tratando de borrar las imagenes de los eventos recientes como una escueta predicción. ¿Pasado? ¿Futuro? No importaba, prometió no permitirse salir herida, debía cuidarse, ¿no? Pero sabía también, era una ironía que lo que pasaba por su mente y la de él traían como recuerdo una consecuencia física. Él... él la deseaba.

Ella lo deseaba, pero... no. No quería hacerle daño. Era una veela, no quería causarle daño, no iba a hacerlo por mucho que sus manos temblaban por la sola idea de tocarlo aunque fuera un roce en su rostro.

"Alan... soy una veela." Le recordó con rostro algo preocupado, tratando de que este se concentre en sus ojos, parándose frente a él, prácticamente pegada al punto que debía echar atrás la cabeza para verle bien. "No te dejes guiar por la voz o el movimiento, era una canción pop común y corriente, los bailes son otra cosa, son totalmente hipnóticos, son capaces de dejar hombres sin capacidad de razonar por si mismos, dejando sus vidas atrás para no dejar de mirar. ¿Sabes lo que es estar parada aquí y no saber si a la que miras es a mi o a la criatura que nací?" Preguntó con seriedad, alzando una mano a la mejilla de él como hipnotizada, no tan diferente a la expresión que por un momento él portó antes de reaccionar al bailecillo.

Saltó levemente, dispuesta a poner nuevamente distancia entre ellos.

"Igual, de donde vengo lo que hay es hiphop, rap y Rock." Explicó apartando la mirada al pasillo con una gran sonrisa en los labios, murmurando una melodía baja sin siquiera haber notado que entre todo el palabrería quizá usó una frase que no era en inglés. "¿Tienes tiempo para ese helado hoy o prefieres que regrese otro día?" Preguntó alegremente regresando a su salpicado habitual, los pasos con un ritmo propio tan diferentes a los pulcros de una veela.

Volvía a ser lo mismo, el paso hacia delante, ella tan cerca y personal con sea mirada , la mano posándose sobre su mejilla y él incapaz de decir nada que no fuera una estupidez o una obviedad, con la palabra incorrecta en la punta de la lengua, de modo que se la tragó y por un momento ambos se miraron sin decir nada, aun que a diferencia de Louise, Alan no sabía que quería decir exactamente.

El paso hacia atrás, evitando que el tuviese tiempo para pensar o hacer algo, la cancioncilla irrelevante y la Louise que se ocultaba del mundo y de él. Y ahora Alan volvía a tener que sonreír y pretender que todo estaba bien, que entendía a la veela y que podía ser un lugar de apoyo, ¿Quién sería el primero de los dos en quebrarse y admitir que eran débiles y humanos?

No-Sacudió el cabello acompañando la negativa-Realmente no tengo idea-Sonó como algo involuntario, una frase escapada, sin modular-El helado por otro lado, puede arreglarse ya, tampoco quiero estar mucho rato en el castillo-Admitió con un gesto de incomodidad.

La mano lo soltó con tanta lentitud que Louise parecía perdida, los ojos estaban perdidos al menos, algo que no estaba tan diferente a lo que era habitual, siempre había vivido fuera de tiempo, le gustaba el presente pero no podía evitar estar encadenada con el pasado y el futuro, tratando de crear un presente de las cadenas que se enredaban en su corazón y lo oprimían hasta hacerle sangrar por dentro.

Y una parte de ella quería quebrarlas, simplemente estaba jugando con los finos hilos de plata de lo que ‘podría ser’, pero hiciera lo que hiciera alguien saldría herido, Alan, Luna, Aria, ella misma...

"No sé quien eras, ni quien eres. Solo me olvidé olvidar que existes." Susurró para si misma en un reclamo, sintiéndose débil a pesar de estar bailando alegre, finalmente recordando ese grito ausente de su mente, tomándose los cabellos con una mano, realmente tenía el corazón en las manos, era una tonta, tonta tonta tonta... de tantos males que padecía día a día un chico podría hacerla sufrir como una Magdalena. Rió con amargura para si misma.

Al menos esperaba que valiera la pena, Alan era una persona que merecía ser feliz, ¿no? Sino no lo hubiera elegido en primer lugar.

Vibró como si de las plumas de un ave se tratara, jadeando ante la incomodidad de los pensamientos que se arremolinaban antes de poder regresar al presente y borrar el pasado y el futuro incierto.

Pero algo no estaba bien, simplemente no estaba bien... por eso es que lo movió, el cuerpo pequeño y menudo demostrando esa fuerza que si bien no era sobrenatural demostraba que era entrenada, atrapando el cuerpo de él contra la pared, los brazos a ambos lados para evitar que huyera. ¿Que él huyera o que ella misma lo hiciera? Era una tejona cobarde, probablemente más lo hacía por ella que por él cuando lo atrapó con su cuerpo, aprovechando la sorpresa del repentino movimiento para lograrlo.

Quería gritarle, realmente no sabía si por celos o porque sabía que alguien lo había visto lo cual temía aun más la respuesta de quien. Las respuestas variaban, nuevamente nada tenía sentido. No era valiente como para besarlo porque si, ni tampoco para alejarse nuevamente y hacer que no lo arrinconó por un momento en ese pasillo.

Así que solo bajó la cabeza y la apoyó en su pecho, respirando profundamente, sintiendo el corazón acelerado en la incertidumbre y el miedo de lo que él haría ahora. Odiándose por quedar en manos de alguien...

¿Donde estaba Louise? ¿Se había creído ella misma su propio acto que se había convertido en el reflejo de su hermana?

Quería sostenerla, aguantar su peso un rato para que ella no tuviese que hacerlo, hacerla sentir tan ingrávida como ella quería, tan libre de preocupaciones como estuviese a su alcance, pero no sabía como, era torpe y lento en actuar y en pensar para esos temas, y Louise simplemente parecía bailar en un espacio inalcanzable y confuso.

¿Louise? ¿En serio Alan? Es linda y todo, pero es una rubia como cualquiera
Es más complicado de lo que crees Seamus
Tienes las hormonas revolviéndote la cabeza, eso es lo que pasa
Puede que tengas razón, pero aún así....

Y por tiempo se había olvidado, y creía que ella también, con sus amigotes siempre a su lado y él con otras juntas, en universos diferentes, y mientras él había pasado años sin preocupaciones ni temores mayores ella había sufrido, había vivido y había surgido esa sombra en sus ojos celestes que ahora no podía descifrar.

El susurro inaudible le hizo ladear la cabeza, extrañado y temiendo que quizás la veela ya no sea alcanzable por las palabras, pero antes de cualquier cosa se vio con la espalda en la pared y una serie de pensamientos arremolinados en su mente y reflejados en el rostro. ¿Que había sido eso, iba a besarlo acaso?

Lo próximo que sintió fue la cabeza de la veela contra su pecho y su corazón latiendo con fuerza contra su cuerpo, la melena rubia tapándole la cara, el no pudo hacer más que abrazarla.

Alan Cromwell estaba totalmente perdido, y no podía soportar seguir estándolo.

¿Qué es lo que pasa Louise?-Dijo con un hilo de voz, incapaz de saber si las paredes se caerían en los próximos segundos.

"¿Por que me preguntas? No me preguntes... no ves que..." ¿Que no quiero dañarte? ¿Que te quiero con locura? ¿Que sé lo que haces y me estás matando?

"No puedo seguir jugando. Ya... ya di lo que me pidieron, y a cambio no puedo regresar a mi vida. Pero te quiero, Alan Cromwell. Solo te quiero y no..."

Tragó sin mirarlo. No podía hablar con el nudo en su garganta. Es algo que era tan duro de admitir para si misma que hacerlo para él era aun más difícil. Odiaba tener esta sensación en su piel, el deseo de vibrar a cada roce, sentir ese abrazo nuevamente, el calor de su cariño. Respirar contra su pecho. Pero si realmente quería dejar ir, debía dejar todo aquí, debía matar un futuro inexistente... porque ella jamás sería esa persona para él o al menos eso temía.

Así que tomó aire, llenó sus pulmones con el olor de él, algo que jamás creyó que haría, jamás, hace un año, hubiera creído estar lo suficientemente cerca como para poder confesarse, o siquiera conocer el olor natural de él.

"Hace tres años me gustas." Murmuró por lo bajo sin levantar la mirada. Si lo hacía se acobardaría, no quería ser cobarde, no en este momento. Estaba estirando su destino, alguien iba a salir herido, no le gustaba esto, no le agradaba. "... a veces Jesse ni tenía resaca, pero yo iba igual..." Sonrió por lo bajo ante el recuerdo y como su amigo, su alma gemela, se había burlado siempre de su testarudez, recordándole una y otra vez que quizá solo necesitaba follarse a alguien para olvidarse de él... o que simplemente debía follar y dejarse de joderla.

Beltane, como odiaba y amaba esa fecha a la vez.

"... solo. Sé que debí haber dicho esto antes. Tu no hubieras..."
No me hubieras obligado a tener una cria, que amo pero que no estoy preparada para ella...

El dilema de las dos Louise estaba ahí, a flor de piel, en aquella pequeña veela que no podía terminar sus oraciones, y para Alan el misterio estaba resuelto, pero como él pensaba, la respuesta distaba de ser algo satisfactorio esta vez, pues encerraba otra pregunta.... ¿Quién era él?

"Hey Seamus, sabes, lo que te había dicho de Louise...olvídalo"
"¿Ya se lió con otro tipo?"
"Ajá"
"Te dije que no valía la pena matarte pensando en ella"
"Supongo que tienes razón"

Era rara esa dicotomía, tener el cuerpo helado e inmóvil y sin embargo sentir el corazón latiendo muy fuerte, pensar en tantas cosas pasadas y al mismo tiempo estar ahí en ese pasillo con una Louise que la quería.

Lou...yo...-Soy un idiota, un insensible y un cobarde-Yo también te quiero pero....¿Ahora? ¿Porqué ahora Louise?-No podía aclarar su voz, su usual acento era un murmullo agónico.

Porque estaba devastada, sola, asustada, sí, era comprensible, ¿Pero porqué decírselo ahora? ¿Que podía él cambiar en ese mundo gris? ¡No era justo que ella se guardara todo eso durante años y ahora se lo largara en la cara en un pasillo, después de todo, el bebé y lo demás!

¿Qué quieres de mi Louise?-Suspiró, tratando de que el corazón no le explotara y de que el mundo siguiera moviéndose, sabiendo que la respuesta podría ser un desastre.

"No quiero nada de ti." Susurró, pero ya la agonía no se podía ocultar en su voz, realmente estaba matandola, podía aceptarlo, podía abrazar el dolor si eso lo hacía feliz, porque era una estúpida y con los brazos de él rodeandole en un abrazo tan cálido, tan sentido, solo no podía evitar dejarse morir. A veces temía que en este proceso, en este cambio, lo iba a matar a él también o como mínimo a su memoria, porque no podía seguir así.

"No lo entiendes, Alan. No quiero tu compasión, no quiero nada de ti que no estés dispuesto a entregar y tu no quieres entregar nada. Te quiero, te adoro. Desearía que me dieras esa oportunidad, pero creo en el fondo que no lo harás y no quiero que sufras por cumplir con algo que no deseas." Tragó pesado tratando de mover el nudo de su garganta, los labios secos entre el miedo de lo que deseaba, lo que quería y lo que debía. Los sentimientos son algo demasiado complejo y esto era su muerte desde ese día. Sabía que era tonto cumplir con ese rito con un desconocido y ahora por eso estaba matando sus posibilidades de una vida.

No hay vida para ella, no hay donde esconderse, no hay donde ir. Ahora era el momento de ser fuerte, de enfrentarse a la vida con la cabeza en alto, tratando de valer todo lo que tenía, había renunciado a su inocencia, a su fuerza y ahora debía encontrar el valor para hacer lo que necesitaba hacer.

"Ahora porque antes no pude. Porque si lo hacía antes..." se cortó ante la memoria de como había perdido el brillo en los ojos y recordar el proceso de decadencia al que había sido arrastrada. Alan no era culpable, no tenía nada que ver, él había sido la primer escusa para alejarla.

‘¡Lo hiciste para que no viera a Alan, eres de lo peor, Jesse!’
‘Escuchame, Lila. Alan no te quiere. Eres una veela, por supuesto que te va a ver, te va a mirar, pero él solo va a querer una cosa...’
‘¡Dejame a mi decidir eso!’
‘¡Lo hago porque eres mi amiga! Eres mi otra perfecta mitad caótica y si vas allí, él te va a hacer daño. Y cuando estés llorando las personas que estarán allí para consolarte seremos el idiota de Samuel, la perra de Solar y yo. ¡No vas a ir a él,¿Entiendes?!’

"... solo porque no podía hacerlo antes. Al principio creí que esto sería una despedida. Que no me volverías a ver nunca más, pero parece que no me puedo alejar demasiado aun cuando me lastimas. ¿Por que es tan difícil? ¿Por que te quiero tanto? Morgana, esto no me puede estar pasando a mi, se supone que soy el demonio con patas." Murmuró para ella misma más que para él. Odiaba sus propias emociones, porque mientras más las analizaba peor eran, pero iban y venían, se enredaban, se hacían confusas y todo caía en las manos de él. Deseaba pedir ese beso de despedida aunque sea, pero no tenía corazón para demandar nada de él, bastante la tortura a la que lo exponía con su sola presencia.

"Lo que quiero es que seas feliz, de la forma que prefieras, solo... solo que seas feliz, ¿si?" Respondió finalmente un poco más alto, más segura de lo que se sentía pero aun sin poder mirarlo a la cara.

Repasemos otra vez, ¿Porqué te gusta Louise?
No lo sé
¿¡Ves!? Estás tan idiotizado por su carita de veela que ni siquiera sabes lo que tienes en frente Alan, ¡No seas estúpido!
No tengo idea, pero sé que me gusta.
¿Acaso tienes idea de qué es realmente Louise Eisenberg?
No, pero creo que tu tampoco.

Dos años de aquel diálogo con su primo, dos largos años en los que él había fantaseado que todo seguiría siendo igual mientras el mundo se reordenaba y Louise mostraba otros colores, más pálidos de lo que Alan nunca hubiera imaginado. Aún así, la pequeña rubia abrazada frente a él parecía ser otra cosa que las palabras que salían de sus labios, ¿Porqué no podía hablar desde el alma, con franqueza y dar a entender al confundido muchacho que estaba con ella lo que realmente quería? ¿Porqué serpenteaba tanto un camino del que ninguno de los dos conocía final?

Louise...-Tenía la boca seca, y la voz extrañamente quebradiza, como la de un moribundo-No puedes decir eso Louise-La apretó con fuerza y aspiro el perfume de su pelo, temiendo que pudiese ser la última vez en aquel lugar tan loco al que había caído.

La apartó de él, tembloroso por todas las palabras que se le atoraban entre el corazón y la garganta y trató de encontrar sus amplios ojos azules, esperando que la usual clara y llena mirada de Louise le diera alguna certeza, pero como era de esperarse no encontró allí mas que su misma tristeza, y quizás lágrimas.

¡No puedes decir eso!-Quería decirlo fuerte, gritarlo como si fuera un potente conjuro que transformara la realidad, pero le volvió a fallar la voz-¿Qué se supone que hago con eso? ¡Si digo que si pensarás siempre que estoy fingiendo, y si digo que no seré el mismo estúpido de siempre!-Estaba frustrado consigo mismo y enojado con Louise, o la que fuera que estaba parada en frente de él, porque ya no sabía cual era la Louise real, o si había alguna.

Yo no puedo decirte que hacer Louise...-Y la soltó, consciente de que muchas cosas podrían caerse y perecer por no haber podido entender a la pequeña veela que ahora le miraba con ojos llorosos.

¿Furia? Furia, si... eso era lo que hervía bajo su piel en este instante.... si le decía que si él creía que ella no confiaría en él y si decía que no sería el mismo estúpido según él.

Y fue por la furia que lloró, no porque doliera sino porque ya no sabía que hacer para que le entendiera, para que escuchara, era lo mismo que cuando era chica, gritando a viva voz para que alguien, quien fuera le ayudara y al final solo ella misma podría ayudarse. Sol le había dicho que luchara si quería estar con él, pero era el destino, ¿no? Ella iría afuera a luchar una guerra perdida mientras él se quedaría en el castillo ignorante a todo lo que pasaba.

Por eso pensaba alejarse, por eso pensaba dejar atrás estas paredes, Trix, Luna, Solar... si salía de este pasillo no podría regresar nunca más, si tomaba esa decisión final, el cambio, la tortura, regresar a la sala donde las dos Dames eran torturadas para el bien mayor. No podía verse en ese vestido rojo nuevamente sin el dolor de saber... de sentir... ¿sería capaz de sobrevivir una semana más? ¿Un mes?

¿Acaso sería para ella Alan el conejo blanco que le haría caer?

La piel se erizó en clara anticipación cuando fue liberada pero no podía dejar que esto quedara así. No podía hacerlo porque si lo hacía todo sería nuevamente oscuro. No dependía de Alan, no podría cargar a nadie con ese peso, pero si era algo que deseaba, era alguien a quien quería con sinceridad aunque doliera. Y por eso las palabras de él dolió más, la distancia la estaba hiriendo cuando por fin había podido acercarse, y es por eso que hizo lo que hizo, tomarle del cuello para que volviera a estar a su altura, secando las lágrimas furibundas con el dorso de la mano en rápidos movimientos, practicamente sacudiendolo, los ojos brillando como esa Louise de primer año, la misma determinación y cuidado que solía tener.

"¿Sabes porque peleabamos siempre con Jesse? ¡Por ti! ¡No quería dejarnos solos, no quería que te dijera! ¡Porque yo creía que me podías ver! ¡Creía que realmente te importaba aunque fuera lejanamente! ¡Yo no creía que fueras capaz de fingir! ¡Pero no creo que quieras tomar el coraje para hacer nada tampoco! ¿Que hace falta para que entiendas? ¿Que hace falta, maldita sea?" Respiró dos veces, sabiendo que las lágrimas se sacaron y ya no había mucho que ofrecer, porque no tenía nada que ofrecer realmente más que ella misma con sus locuras, su energía desbordante y sus muchos secretos.

Era una adolescente de 16 años cuya vida se había acabado hacía rato, pero suponía que podía dejar que Alan determinara eso... una vez que entendiera.

Por eso juntó sus labios a los de él, un beso entre la curiosidad y el miedo. Un deseo que quizá estaba prohibido o sería negado, pero si realmente le rechazaba ahora al menos no habría perdido nada... le dijeron que luchara, y si no lo hacía, si no seguía luchando y regresaba, entonces la baraja la consumiría.

Un recuerdo, un pequeño Alan, ingenuo y travieso suelto en su casa, solamente explorando y satisfaciendo esa curiosidad particular que le seguiría siempre. Otro, descubriendo el espejo, un vidrio grande y claro en el que en pequeño se miraba con detenimiento, explorando las facciones de su cara y las proporciones de su cuerpo por primera vez, por primera vez se daba una idea de quién era él, y no otro sino esa imagen frente a él, en el espejo.

Lágrimas, las de Louise, porque él estaba demasiado abrumado incluso para llorar, ¿O no era que uno lloraba de tristeza, de furia o de alegría? Alan no sabía en cual de todas esas estaba, o si era verdad que él estaba ahí, en ese pasillo, que todo se había vuelto tan vertiginoso y difícil.

La veela, pequeña como era, lo sacudió como una hoja en el viento, y el no hizo nada más que mirarla, esperanzado que aquellos ojos azules le dieran alguna intuición, un reflejo, alguna pista de lo que estaba bien o mal, pero no había nada más que palabras, una tras otra golpeando al muchacho. Jessie, alguien que nunca le había importado y nunca lo haría, ¿Pero para ella significaba algo no? La opinión de un idiota que quiso ocultar algo que podría haber sido hermoso...si, podría.

De nuevo, quería decir algo, pero se sentía tan fuera de tiempo, tan extraño todo aquello.

Ella no quería rendirse, resultaba conmovedor, triste y hasta heroico todo lo que Louise hacía, y quizás por eso recibió ese beso, y lo devolvió, lo devolvió lo mejor que pudo, con calor, con la mejor intención que quedaba en su cuerpo, con toda la comprensión que podía llegar a aunar.

Quizás por primera vez desde que se conocían, Alan Cromwell actuó primero, y antes de que se dijera nada la abrazó nuevamente, la estrechó contra su pecho, haciéndole saber que realmente no le deseaba ningún mal, que no le tenía ningún resentimiento, y si estuviese en su poder, sería feliz con ella.

Louise,,,yo-La estrechó más fuerte. No quería que le interrumpieran-Yo...te comprendo, pero no puedo darte lo que quieres-Se sentía tan mal diciendo eso que temía caer mientras la sostenía a ella, estaba rendido, el drama lo había vencido al final.

No sé si podrá ser, alguna vez, pero ahora...creo que quererte no va a ser suficiente-Tenía que terminar, tenía que darle un punto final a su sufrimiento, verlo otra vez quizás pero desde la distancia, desde el recuerdo. No podía seguir parado con tan pocas fuerzas.

Siguió sosteniendo a Louise, pero la alejó de su pecho. Quería mirarle los ojos otra vez, y allí los encontró, dos espejos azules, teñidos de lágrimas que le devolvieron el recuerdo del el espejo cayendo al suelo y haciéndose pedazos.

Alan, allá entonces y ahora, mirándose distorsionado,sin saber quién era.

Quizá la sinceridad del momento es lo que nubló su juicio cuando la alejó y la miró a los ojos. Louise no era más que una marioneta. Quizá era una realidad distocionada, un pasado y un presente que se anudaron y la dejaron sobrevolar un mundo de fantasía donde seguir, y seguía...

Cada lucha, cara herida, cada dolor...

Cada dolor. Ese era el tema cuando la tomó así y la primer reacción fue sacudirse violentamente para que reacomodara sus manos, dolía, dolía y seguía doliendo. Ahora recordaba, cada roce había dolido, cada agarre, cada movimiento, un suave murmullo en su cabeza donde le recordaba los gritos. Si, era mejor que no alcanzara... era mejor esa distancia, porque si él estaba a la distancia entonces nada lo alcanzaría. Era por eso que había venido a hablar con él, había venido a matar su cordura y la memoria de lo que no fue.

"Claro... claro." No había lágrimas, salvo una suave humedad en las mejillas tan pálidas como siempre, los ojos tan celestes como el cielo o quizá no... en esa luz extraña ya no eran celestes sino que violetas. Ya el pálido rostro parecía regresar a la normalidad, una normalidad que no estaba lista para afrontar pero como toda veela lo haría.

El cuerpo le temblaba en esos extraños espasmos de dolor que se producían desde los costados tratando de concentrarse. Le había puesto fin, era esto lo que deseaba, esto por lo que había venido y aun así... La mano temblorosa descendió en el bolsillo de su chaqueta, sacando un reloj de bolsillo plateado, un simple dedo en el aire siendo lo único que hacía falta para relentecer los segundos que sonaban ensordecedores desde la cruel revelación.

"Llego tarde..." Susurró para si misma viendo las manecillas paradas en un número al azar. ¿Acaso importaba la hora? Siempre llegaba tarde a la fiesta de té. Aparte hoy le tocaba... en el laboratorio. Odiaba el laboratorio... ¿habría más té? ¿Habría de sus pastelillos favoritos?

Los pasos fueron lentos, algo ausentes, encerrada en su mente y con el alma encadenada, podía sentir con asco como esos labios habían estado en los de ella... aquella que la miraba con odio solo por haber nacido como su Madison, echándole a Louise la culpa de una madre desprovista de cariño para su hija. Le daba asco... pero era lo de menos. Era... lo... de... menos...

Fue cuando recordó donde estaba, con quien estaba y la situación actual. Los labios frunciendose levemente en desazón. Todos le decían que él no valía la pena, todos renegaban y le insistían que lo olvidara y al final del día, tanto el dolor de su cuerpo com ode su alma no se lo debía a nadie más que a ella misma. A veces ser insistente no era bueno al parecer. Querer a algo o a alguien de esa forma no era justo, nunca era justo cuando no podían devolver los sentimientos.

"Liebt sie dich so wie ich?" Murmuró para si misma ¿o para él? No importaba, solo sonrió por lo bajo, volviendo a caminar con el mismo paso aireado de siempre para alejarse. "Fue agradable haberte conocido, Alan Cromwell... espero que llegues lejos allí donde vayas. Y no la culpes a Sol, ella... solo se preocupa." Alzó la voz en ese tono soñador que la caracterizaba, tratando de marcharse, de no mirarlo, porque si lo hacía las consecuencias para ambos podrían por una vez... ser fatales.

Por amargo que fuera era un final, era un cese al fuego en aquellas ideas extrañas que lo bombardeaban, sin dejarlo dormir por días, sin dejarle ser lo que quería y planteándole lo que debía ser. Pero a eso le había puesto un punto final aquella rubiecilla danzarina, despidiéndolo como si nunca el destino los volviera a unir, y aun que presentía que no iba a ser así, tenía el alivio de que la tregua propuesta por Louise duraría mucho, años quizá.

Al estar libre de no tener que sostener a nadie, se dio cuenta que a penas podía aguantarse el mismo, y dejó caer su espalda pesadamente contra la pared de piedra, que por más dura que fuera ahora se le antojaba como un reconfortante colchón de plumas.

Se pasó una mano por el cabello, y la cara, preguntándose si no había sido demasiado cruel, o débilmente cruel, o solo era que Louise pedía demasiado para un chico de 16 años, ¿Porque era solamente un chico no? No podía hacerse cargo de otras personas, no seria justo, ni posible.

Levantó la cabeza, viendo como la veela emprendía aquella marcha tan suave y a la vez enérgica, tan suya, y le pareció curioso que fuera capaz de hacerlo en tal situación. ¿Siempre viviría aquella mujer entre máscaras? Había confiado en el, eso era claro, sino nunca la alegre Louise podría haberse mostrado como la triste Louise.

Le tentaba quedarse en su colchón de piedras, pero le debía algo a la danzarina Louise, después de todo algunas no pocas alegrías le había dado. Claro que no sabía como hacerlo, pero se arriesgó de todas formas. Volvió a pasarse la mano por la cara, y se despegó de la cómoda pared.

¡Louise!-La voz del irlandés, altisonante, y marcada, como si nada hubiese pasado-¿Adonde irás? ¿Que harás?-Tenía curiosidad, o no, mas bien le importaba, muchas veces le había importado, pero nunca como para hacer algo significativo, no lo suficiente para ella.

Sonrió, una sonrisa cansada, pero alegre, después de todo ¿Las historias solo terminaban cuando uno dejaba de escribir no?

Oh, no. No quería hacerlo fácil... que desagradable de su parte, que desagradable definitivamente. No quería tener ni quería dejar marchar. Una parte de ella lo resintió en ese instante en que no le permitía libertad mientras la otra estaba más preocupada por esa pequeña burbuja que temblaba bajo presión y estallaba llevando una nueva oleada de dolor a los músculos y de desconcierto al cerebro.

Realmente este no era el momento para charlas en pasillos del colegio. No era el momento para nada de hecho, debió ser muy estúpida como para dejarse llevar por la posibilidad de ese momento. ¿Que había hecho? Dioses, no... no debía volver a acercarse a ninguno sino...

"No te preocupes, probablemente me verás... aunque no puedo decir que yo te pueda ver. Tengo un partido de Cricket y no debo llegar tarde. Tengo tanto que limpiar y Mariah no puede hacerlo sola... no puede. Ugh..." Se quejó por lo bajo porque mientras más se escuchaba menos sentido tenía lo que decía no importaba cuanto intentaba dárselo, cuanto trataba de hablar y responder esa pregunta simplemente la habían estropeado. Si, Alan merecía algo mejor que alguien que no podía pensar por completo, alguien que por sus venas pasaban tantas cosas en una semana de experimentación que ya no servía. Ninguna de las dos servía pero Louise estaba mejor sola que en la situación de Argine mil veces.

"Tic tac, el reloj rueda y yo me debo un helado de fresa... o quizá de mandarinas. Quien sabe... la última vez que alguien me preguntó algo no supe que responder, ¿en que se parece un cuervo a un escritorio?" Preguntaba y caminaba, se alejaba, hablando para si misma aunque tenía otro destino en mente: La torre de astronomía.

Después de todo, vino para esto, ¿no?

Las risas se escucharon retumbar en todo el pasillo, realmente no sabía lo que había dicho, pero se sentía bien.