Dibujando melancolía (Susan Bones/Abierta)

Como siempre había llegado a la sala común a esa hora, tal vez un poco más temprano de lo que debería o tal vez no; pero resulta que estaba vacía o eso parecía. ¿Que estaba haciendo de mi? Me preguntaba a veces en esos momentos de antes en que simplemente los observaba a todos desde mi silencio, tal vez esperando a que alguien me reconfortara o que alguien tomara los hilos de mi voluntad nuevamente. No lo sabía, pero ahí estaba; pensando siempre en lo mismo y no pensando en nada al mismo tiempo y es que... ¿Que podía hacer sola?No lo sabía y no sabía si alguna vez lo sabría.

Me acerco a la mesa que hay en el centro de la sala, y dejando los pocos libros que llevaba a un lado, es que saco ese libro de dibujos que a veces usaba. ¿Qué me gustaba dibujar? ¿O que terminaba dibujando más bien dicho? Dependía, si era yo la que lo creaba podía pasar desde los exteriores de la escuela hasta la habitación donde me tuvieron confinada, por muy tortuoso que suene; y cuando sacaba de otros, simplemente lo que hacían, el cómo vivían sus vidas normales aquí en el colegio. Su caminata en un pasillo, sus expresiones en la sala de clases; todo en realidad, pero sobre todo expresiones, esas expresiones que ha mi tanto me costaba hacer ahora.

Me puse a dibujar ahí, eran dos chicos y una chica que había visto al lado mío en el comedor, probaban unos helados mientras se empujaban unos a otros en lo que parecía algo gracioso; llevaban sus libros y atuendos de la escuela; y siendo sincera, era que yo me sentía realmente cómoda cerca de ellos, aunque no fuese parte de su historia o no les hablase en nada. Semi costada sobre la mesa era que seguía con mi dibujo, bastante melancólica como siempre; ahí moviendo y moviendo al lado de mi cabeza caída aquella mano donde sostenía mi lápiz.

¡Tenía mi propio despacho! Y una habitación propia también. Pero, sinceramente, por más vacía que estuviera, seguía sintiéndome mucho más cómoda en mi antigua sala común, donde había pasado los últimos años, hablando hasta las dos de la madrugada con Hannah en la cama, y oyendo las tonterías de Justin e Ernie, que hacían la tarea en los sillones de la sala y acababan con los pergaminos manchados.

Cuando entré en la sala me encontré con una chica de aspecto algo angelical, aunque rostro concentrado sobre un dibujo. Dudé entre su acercarme, pero al menos, estaba segura de no haberla visto nunca en la escuela. ¿Quizá la hubieran educado en casa? Me acerqué lentamente, para no parecer una entrometida, como siempre hacía Hannah mientras se retorcía las trenzas.

—Hola —dije, cuando estuve frente a ella, esperando a que levantara la cabeza—. Eres nueva, ¿no? —sonreí—. Nunca te había visto por aquí... —Extendí la mano, para estrecharsela—. Soy Susan.

"Ojalá no me tome por entrometida", pensé.

Mi dibujo ya había comenzado a tomar algo de forma, se podían distinguir las siluetas de los alumnos con sus túnicas y las expresiones de sus rostros, eso sobre todo; pues aquello era por lo que siempre empezaba, por los rostros. A veces los conservaba ahí tras dibujarlos para ver si me podían hacer sentir mejor como un recuerdo cuando los volvía a mirar u otras veces simplemente los ocultaba, obscureciéndolos con un lápiz de carboncillo como si de alguna forma me diese miedo verlos realmente. Era una situación extraña, una situación extraña en donde peleaba con migo misma; una situación extraña en la cual nunca sabía que decisión acabaría realizando en cada vez; pues así era, la mitad de mis dibujos de otros tenían sus rostros descubiertos y la otra mitad siempre ensombrecidos.

Es cuando estoy a punto de tomar el carboncillo para obscurecer esos rostros que esta vez solo me entregaban desesperación, que escucho unos pasos entrar en la sala, cosa que me hace entumecerme mientras los escucho acercarse; tratando de mirar de reojo por sobre mi brazo quien era. Creo que no la había visto antes, no recordaba haberlo visto en la sala u haber sido una de las personas que en algún momento me habían hablado.

¿Hola? Esas palabras me hacen reaccionar como un entumecimiento, me hacen reaccionar un poco; pues era obvio que me hablaría, después todo yo era la única que estaba ahí. Yo levanto mi cabeza como perdida, sin saber que hacer o decir; hasta que ella me hace una de esas preguntas, una de esas preguntas a veces tanto me dolían. Sí, soy nueva; Comienzo tras liberar un suspiro. Estoy aquí desde hace tres meses. Y… yo…

A mí me llaman Niniel. Termino bajando mis ojos verdes como quien quiere esquivar algo.

Su actitud me resulta extraña, la manera en que tiene de voltear a verme, de soltar un suspiro antes de responderme. Algo en su manera de hablar y en sus gestos. Me fijo que tiene un dibujo frente a ella y, después de que se presenta como Niniel baja los ojos, como intentando esquivar mi mirada, o desaparecer. Es una actitud que he visto los últimos días, sobre todo por parte de aquellos que perdieron a alguien en la batalla, pero nunca tan acentuada y tan libre de resentimientos. Sólo es… ¿timidez? ¿miedo? Por primera vez cuando le hablo a una chica no sé a que me enfrento y me desconcierta.

—Bueno pues… Bienvenida —me esfuerzo por sonreír—. Espero que en Hogwarts te sientas como en casa.

Tuerzo la boca, como siempre hago cuando no sé que agregar y el silencio empieza a volverse incómodo. No quiero preguntar por qué antes no venía a Hogwarts, porque me he encontrado todo tipo de historias y a veces no es mejor escarbar. Vuelvo a sonreír antes de que el silencio se haga un poco más tenso y me animo a preguntar algo más:

—¿Te gusta dibujar?

.... si, al menos no me molesta hacerlo. Le respondo ahí, sin levantar mi cabeza o quitar mi mirada del dibujo que estaba haciendo. Arrepintiéndome en un impulso de manchar aquellos rostros con el carboncillo, para pasar a remarcar los trazados con mi lápiz en un intento de darle algo de vida las expresiones, aunque eso fuese imposible hacerlo del todo en un dibujo, al igual que dentro de mí misma. ¿Te gusta? Pregunto tras impregnar algunas líneas mas en el papel, para después terminar levantando mi vista por un diminuto instante en que la miro como si intentara estudiarla, estudiarla para saber si está o no a salvo con ella.

¿Había sido ella? ¿Acaso fue su llegada la que me hiso cambiar mi intención? ¿Por qué? Vuelvo a bajar mi cabeza para seguir remarcando y remarcando líneas casi como inconsciente, tal vez más ligera y suelta que antes, levantando cada tanto en tanto mis ojos hasta asfixiarlos contra mis parpados con tal de mirar a la otra por un instante sin querer que eso llegase a ser del todo visible.

La chica era extraña, tenía esa extraña actitud pasiva, como si tuviera miedo del mundo y de lo que este representa para ella. Veo el dibujo que me enseña y sonrió al verlo. No es una obra de arte, retrata solo una escena cotidiana, y lo hacía bastante bien, pero parece que tiene los rostros oscurecidos... O algo parecido.

—Es bonito —le digo, dándole una sonrisa para mostrarle confianza.

Me preguntó si hay algo que desee olvidar. He visto a muchos como ella en los últimos días, pero su actitud me llama la atención. Parece tener algo mucho más roto por dentro de los otros.

—¿Es la primera vez que vienes a Hogwarts? —no puedo contener mi curiosidad.

La escucho, ¿Es bonito?; muchos me decían eso, pero la verdad es que me hacía falta algo mas; me sentía demasiado vacía y a algunas veces, algunas veces deseaba que alguien me pudiese llenar un poco. Eso intentaba hacer con mis dibujos después de todo, llenarme un poco con eso que me hacía falta, como si creyera que en alguno de ellos podría surgir aquella respuesta mágica para todo.

Si... Es mi primera vez aquí. Respondo levantando mi mirada para intentar hacer la respuesta lo más simple posible, casi como tratándole de decir que era un tema sin importancia del cual no valía la pena hablar; aunque fuese todo lo contrario y la realidad, el hecho de que era yo la que no quería hacerlo. ¿Quieres que haga algo más? Le pregunto de pronto, bajando mi mirada sobre mi cuaderno para pasar la página y poner mi lápiz sobre una de las hojas en blanco, adelantándolo un poco hacia ella para que lo viera. Ahí, como si de pronto quisiese parar preguntas ofreciéndome para hacer algo hacia ella, un favor tal vez o un deber; todo dependiendo como ella lo viese.

Me pareció que después de mi respuesta analizaba un poco el dibujo, como si no le satisficiera demasiado o algo parecido. Era complicado leer su expresión, pues parecía ser lo contrario a mí, que era todo sonrisas.

Me respondió la pregunta, mirándome directamente. No era extraño que hubiera tantos nuevos, pues venían muchos de otros lugares ahora que la guerra había terminado definitivamente, sin embargo, lo que me desconcertó fue la pregunta que hizo después.

«¿Quieres que haga algo más?», fue lo que dijo. Como si estuviera acostumbrada a recibir órdenes o algo parecido. Preferí no pararme a descubrir que significaba eso, pero no pude disimular mi mueca de desconcierto ante tan extraña pregunta.

—No... Por supuesto que no —titubee. Luego, después de una ligera pausa—: Ojalá disfrutes tu estadía en Hogwarts. Es un lugar muy amigable.

Esta bien. Le digo bajando mi cabeza devuelta al cuaderno pero quedándome ahí, mirando perdida aquella hoja en blanco que había descubierto como si n o supiese hace nada con ella. Me sentía mal, tremendamente mal; es que era así, siempre era así; siempre era como si me faltara algo, una parte de mi que ellos me habían quitado para siempre o una respuesta al como ser una muñeca en este nuevo lugar.

¿Cuánto tiempo has estado aquí? Me atrevo a preguntar cuando creo que se va a ir, levantando esos decaídos ojos míos nuevamente para mirarla cuando creo que se va ir; ahí sin saber realmente que hacía, pues ella después de todo no me había pedido nada. ¿Qué quería? ¿Porque preguntaba yo ahora? Tal vez quería saber cuánto tiempo iba a estar aquí para intentar mezclarme con ello, para saber cuánto tiempo más me había a sentir así; aunque yo creyera que iba a ser así para siempre, pues era verdad; yo ya no podía crear algo distinto para mi, ni un lugar diferente donde estar que aquí con migo misma; por mucho que a veces solo quisiese desesperada gritar por ayuda.

Me pregunto si tuvo problemas antes y llevo a la conclusión, al ver la manera en que pronuncia "está bien" y se queda mirando a la nada. Me parece extraña, pero por primera vez estoy enfrente de un enigma y no sé como tratarla, ni nada por el estilo. Entonces, abruptamente, me hace una pregunta que me resulta fácil de responder y estoy a punto de soltar un suspiro de alivio.

—Este será mi octavo año aquí —respondo—. Daré clases aunque... aun me considero una alumna.

¿Octavo? ¿Serán ocho? ¿Pero si los cuatro de allá nunca acababan...? Un entumecimiento me recorre entera y creo que doy un espasmo casi inconsciente con mis hombros que se nota, era demasiado; se escuchaba como demasiado después de haber pasado cuatro en ese lugar; no lo soportaría, ocho allá me hubiesen dejado en nada, en absolutamente nada; y aquí, pareciera como si fuese a estar los ocho siendo nada también.

¿Qué hago? ¿Cómo debe ser una muñeca para sentirse mejor? No lo sé, simplemente no lo sé, si solo; si solo pudiese olvidarlo, dejar de sentir todo lo de allá para olvidarlo, para sacarlo de mi como si nunca me lo hubiesen hecho. ¿Qué hago? Se me escapa como una pregunta efímera, casi que capas de disolverse en el aire; será mucho tiempo. Suspiro, miro la hoja y muevo mi mano, trato de atrapar la silueta de su rostro con unas cuantas líneas rápidas, ella parecía estar mejor que yo, como todos, pero más aun; y de alguna forma quería guardarme eso para mí, aunque solo fuese como un recuerdo de muñeca mas.

Seguí observándola, me resultaba demasiado extraña en ese momento, pero ya tendría ocasión de conocerla un poco mejor y desentrañar un poco el misterio que la chica, Niniel, representaba. Entonces puso una cara que sólo pude traducir como congoja, quizá confusión, porque me resultaba demasiado difícil leerla, al oír mi respuesta.

—Bueno... sólo son siete —aclaré—, pero yo daré clases este año y ya considero a Hogwarts como mi hogar.

Sonrío. Ojalá ella llegue a pensar en Hogwarts de esa manera, para que ya no tenga que temer el mundo, que es lo que parece que le pasa.

—Pero se pasan rápido, ya verás... —entonces me fijo en algo y es que, evidentemente, no tiene once años—: ¿Apenas vas a primer año?

Si, es el primero. Y apenas puedo con el. La sigo dibujando, mirando mi libro, levantando esa mirada como dormida a veces para mirarla y recordarme como es, dibujando y dibujando líneas en aquella hoja para tratar de crear un recuerdo alegre; ahí, casi que envolviendo aquel dibujo entero con los trazos de mi cabello que caían a los lados de mi rostro.

¿Te gusta? Le vuelvo a preguntar, esta vez levantando aquella cabeza mía para sacar los cabellos del dibujo y mostrárselo a ella, mostrarle aquel dibujo insipiente de la que sería ella misma; si es que no lo arruinaba. Estaba la silueta de su rostro, la melena que formaba su cabello, un intento de representar aquella expresión algo confundida con la cual ella estaba desde que me encontro y eso, solo eso por ahora; todo dibujado con simples líneas de lápiz grafito. Me quedo mirándola, con el lápiz entre mis delicados dedos blancos, pero no dibujando; solo dejándolo absolutamente quieto con su punta sobre el papel; ahí, mientras la miro quieta y esperando.

Me sorprende que sea sólo el primer año, pero con todo lo que he visto los últimos meses, no me extraña demasiado. Hay muchos chicos de su misma edad que están pasando por situaciones parecidas. Decido no preguntarle por qué ha entrado Hogwarts con tal retraso, pues no estoy allí para abrir heridas que deberían estar cerrando, sino para animarla, quizá dedicarle una sonrisa o algo parecido.

Sonrió al ver el dibujo y reconocer la silueta que encaro en el espejo todas las mañanas. Noto mi melena y apenas un atisbo de la expresión con que la estoy mirando. Son apenas unos cuantos trazos, pero es obvio que Niniel tiene talento para el dibujo.

—Soy yo —le digo, aun con la sonrisa en el rostro—. Es muy bonito. Quizá dentro de unos años podrías aprender a animar tus dibujos, como las pinturas —agrego.

Soy yo. Cuando veo aquella forma en sus labios, aquella sonrisa; rápidamente me vuelco sobre el dibujo y es que intento cambiarla, intento cambiar esa expresión de duda que tenía antes por aquella sonrisa, pues de alguna forma ahora quería guardarla así, era mejor; se parecía mas a lo que me alimentaba de los dibujos buenos, como el de los tres chicos que había creado al comienzo.

Casi que volcada sobre la mesa dibujo, moviendo un poco mi cabeza, los trazos de mi cabello y finalmente escuchándola. ¿Animar mis dibujos? ¿Como los cuadros? No sé si pueda hacer eso, comienzo como perdida, casi que en ese intermedio en donde quiero mirarla y a la vez no. Aunque, tal vez si me lo pides sería bueno; si me dejas alguno podría llevarlo a mi cuarto para intentar hacerlo... Creo que corto a propósito esa frase, como si me hubiese dado cuenta de que podría terminar diciendo algo que no quería, algo que era solo tenía que ser mi propio dolor.

Observo, sin decir una palabra, su mano con el lápiz, cambiando el dibujo, la expresión y me preguntó porque lo hace, aunque es innegable que su talento es especial. La veo trazar las líneas de mi rostro y me reconozco en el dibujo, y en esa expresión sonriente en la que intenta retratarme. Me agrada, y sin embargo, luego vuelve esa actitud extraña que tiene…

—Animar las imágenes es algo más complejo —le respondo, con una sonrisa—. No te preocupes por eso ahora, aunque quizá dentro de unos años puedas preguntarle al profesor Flitwick como se hace. ¿Lo conoces? Imparte encantamientos…

No digo nada sobre el hecho de que parece acostumbrada a recibir órdenes y a cumplirlas tajantemente.

—Dibujas muy bien…

Una línea aquí, y otra acá después; los trazos de su cabello, los de su frente, los de sus ojos, los de sus mejillas, los de su boca y la forma de su expresión; de esos labios ligeros que quería guardar para mí. Sigo volcada sobre el dibujo mientras la escucho, pareciendo que apenas la escucho mientras estoy concentrada en ello; ahí, nuevamente con los cabellos envolviendo mi rostro y aquella mano mía que muevo debajo de estos.

No, no lo sé. Me han hecho ver a algunos, pero aún no se reconocer a nadie. Respondo mientras sigo dibujando, tal vez solo deteniendo un poco la velocidad con la que lo hago al hablar; pero nunca apartando la mirada de aquella imagen que para mí quería guardar. Y es que a las personas dibujadas las podía mirar sin que me abusaran, estaban ahí, en el papel; dejando que yo las mire sin que puedan tomarme o usarme para lo que quieran.

Un entumecimiento de pronto me invade, una línea mal puesta aparece en mi libro cuando mi brazo da un espasmo descontrolado; saliéndose el lápiz de mis dedos para caer volcado sobre el papel, mientras yo con mi mano tendida me quedo paralizada. ¿Qué lo hacía bien? Eso no era lo que quería, que alguien más dijera que hacia bien; y es que estaban sus voces, las de ellos cuando decían que lo hacía bien; las de ellos cuando me decían eso solo para tomarme y abusarme más sin dejarme ir.

Lo siento, yo no quería; yo no quería hacerlo así… Me quejo afligida, casi como si fuese a llorar mientras miro aquella mala línea temblorosa.

-Bueno, Flitwick es uno pequeñito, lo reconocerás enseguida -le dije-. Tampoco es tan importante que los conozcas a todos ahora, de todos modo las clases aun no empiezan.

Le sonrío de nueva cuenta, porque me recuerda, a pesar de la cercanía de su edad con la mía, a una niña pequeña algo perdida. Siento la necesidad de confortarla, pero no sé como.

Es entonces cuando tiene esa reacción ante mis palabras, sus ojos parecen humedecerse, su expresión de contrae y me asusta. Además, se disculpa, lo que me hace pensar que ha sufrido, y que no quiere oír esas palabras. Debería preguntarle a la psicóloga del ministerio, Lynnea, por esa chica. O a McGonagall, porque me encuentro con un rompecabezas demasiado complicado que resolver.

-Ey, ey, no te disculpes... -comento, enseñándole una sonrisa, pero con un ligero rictus confundido en la frente-. Hacer algo bien... no es malo. No importa lo que te dijeran antes... -Suspirpo-. Se supone que es un halago, ¿vale?

¿Pero es que duele? Después de hacer bien dolía mas...

Mi voz se corta y es que ya no quiero decir más; me dolía, me llevaba de vuelta a ellos, a sus manos y a sus juegos; y es que por eso mismo no quería que nadie estuviera acá, para poder estar sola con mi dibujo, sola con mi dibujo guardando esas expresiones que a mí me faltaban. Sigo desganada el lápiz con mis ojos, lo veo girar por el libro, después por la mesa y finalmente caer al suelo con un pequeño sonido que me estremece.

Me giro hacia ella al escucharlo, aprieto mi rostro como si quisiese contener algo, tal vez lágrimas o solo una vergüenza de muñeca incomprensible. Mis mejillas se quedan tensadas y mis labios helados, miro de reojo el lápiz caído, pongo mis manos sobre el dibujo y la miro a ella, la miro un rato mas a ella. Aunque... está bien, tratare de que me duela menos si es un halago; aunque...

Aunque no sé si pueda, es lo que de pronto quisiera decirle, es lo que quisiera decirle pero no puedo; pues después de todo me hacían hacer todo igual, aunque nunca alla entendido lo que significaba. Su suspiro se me queda en mis oídos, eleva un poco de calidez por mis mejillas como algo acogedor, como si de pronto todas esas sonrisas que ella mostraba hubiesen hecho algo en mi, aunque fuese algo tan pequeño como para nombrarlo ahora.

—Hagamos algo, ¿te parece? Si te duele, no te lo diré... —le digo, con una sonrisa, intentando inspirar confianza—. Se supone que debes estar cómoda en Hogwarts y eso es lo menos que puedo hacer.

Anoto mentalmente preguntarle a Mconagall por ella. O a Lynnea o a quien sepa algo de ella. Me iría bien para, al menos, saber de qué manera tratarla.

—Aquí nadie debería molestarte aunque, bueno, hay gente desagradable —tuerzo la boca al recordar a los slytherins—, pero todos en general son muy amables, ya lo verás cuando empieces a ir a clases.

Su proposición no me gusta, me hace sentir mal, como si realmente lo hubiese hecho mal; no lo entendía muy bien, pero lo había hecho; había sido un muñeca torpe, aunque no quisiera decirlo. Simplemente muevo mis hombros como respuesta, bajando mis ojos apagada, para después agacharme a recoger mi lápiz en silencio, en un absoluto y lento silencio que me tomo para hacerlo.

¿Que iba a hacer ahora? No lo sabía, simplemente no lo sabía; ella seguía ahí, sentía como si le hubiese fallado una y otra vez como muñeca, pero no se iba; se quedaba ahí con migo hablándome. Yo quiero seguir con mi dibujo, pero veo de nuevo aquella fea línea que había hecho antes y me molesta, no me deja continuar mientras ella sigue con sus palabras, palabras que por alguna razón apenas escucho por lo ajenas que me son.

Debería ser así, le digo simplemente; pero con una voz totalmente distante, y es que no me importaba, no podía confiar en que eso fuese así; y realmente era que me sentía tan ajena de todo, de este lugar, de los demás y de todo......

Y es que después solo era eso, una muñeca; una muñeca y nada más.

Frunzo el ceño ante la reacción pero ya no digo nada. El tiempo se me está pasando y sé que tengo que volver al despacho para terminar de ordenar todo, porque sé que las clases comenzarán el día menos pensando.

-No importa -le sonrío abiertamente, pero veo que no me presta demasiada atención. Le preguntaré a Lynnea por ella cuando la vea, porque realmente es muy extraña-. Niniel -empiezo-, tengo que volver a mi despacho... Espero verte por allí y que te adaptes pronto...

Suspiro, porque no sé si eso pasará. Me pongo en pie para irme, esperando no haberla molestado.

Off-Topic:

Adiós...

Es todo lo que digo cuando me cuenta que se va, siguiendo con mi concentración en el dibujo, sin llegar a mirarla realmente; aun pensando y pensando que hacer con aquella mala línea que había hecho. La siento ponerse de pie y caminar para irse; lo cual después de todo, me hace levantar mi mirada un instante para observarla una última vez cuando sale; y es que de pronto me sentía mal, algo me molestaba en mi pecho por el hecho de que ella se fuera... por alguna razón me molestaba.

No sé si me da una última mirada, pero finalmente el sonido de nuestra puerta se escucha; yo bajo al dibujo, aquel dibujo con el cual no sabía qué hacer y a esa sensación que me molestaba; y con la cual tampoco sabía qué hacer, con la cual esta muñeca tampoco sabía qué hacer.

Dejo caer fuerte mi mano sobre la hoja, presionándola, afligiéndome; comenzando a arrugarla, a arrugarla como si intentara borrarla queriendo que así que la sensación desapareciera, pues no sabía si soportaría estar con una sensación como esa mas, con una sensación de desasosiego más.

De pronto suelto mi mano, dejo la hoja semi arrugada y rendida dejo caer mi cabeza sobre la mesa, tal vez con ganas de llorar o de quejarme al mundo por dejarme así...

Aunque, aunque al menos había decidido guardar lo que me quedaba de ella en mi libro al final...  
No había roto eso al menos...

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