Casting Susan Bones

Le habían ofrecido el trabajo, quizá porque no tenían a nadie más. Pero le agradaba la idea, aun cuando imaginaba que algunos de sus estudiantes serían de su edad. Raro. Pero, al ver la carta, decidió que estaba dispuesta a aceptar el reto, ayudar a que Hogwarts volviera a ser un colegio normal, común y corriente. No quería, bajo ningún concepto, ver de nuevo aquel castillo enorme que siempre la había hecho sentir como en una segunda casa asolado por la guerra.

«Profesora Bones», pensó y sonrió al hacerlo. No sería la titular, ni mucho menos, pero desde la primera vez que había leído la carta se le había quedado la idea pegada en el cerebro. Sólo era Estudios Muggles, pero era mejor que nada. Sabía que no iba a seguir la carrera de su tía Amelia en el Winzengamot, ella no tenía madera para esas cosas. Lo suyo era cambiar el mundo desde una posición menor, aunque no se notara mucho. Desde allí podía cambiar la opinión generalizada de que los muggles eran unos inútiles, podía ayudar a sus alumnos a darse cuenta de muchas cosas.

—¿Lo crees, tía Amelia? —le dijo a una fotografía que descansaba en su mesilla, a un lado de la cama a medio hacer—. Seré profesora en Hogwarts.

Sonrió. Tenía que hacer la maleta. Ayudaría en Hogwarts. De ser por ella, nunca más abría guerra. Abrió el baúl, que aún tenía cosas dentro y frunció un poco los labios. Tenía tan poco tiempo para prepararse que la empezaba a atacar ese nerviosismo de principiante. «Estás loca, Susan», se dijo. «Tú puedes».

Curiosamente, lo primero que hecho al baúl fue el retrato de su tía, que había sido como una segunda madre para ella, a la que le habían arrebatado los mortífagos de un tajo hacía dos años. Había pasado muy poco tiempo desde la batalla y las heridas estaban por fin comenzando a cerrarse. Después de poner en el baúl, perfectamente acomodados, unos cuantos libros, sus túnicas y algunas otras cosas más se acercó a la ventana y tomó un pedazo de pergamino del escritorio que tenía allí. Abrió el tintero, con calma y tomó una pluma, antes de empezar a escribir una carta dirigida a McGonagall diciendo que sí, que aceptaba el trabajo que le estaban proponiendo.

—Seré profesora de Hogwarts —repitió, para sí, sonando confianda y con una media sonrisa pintada en los labios.