Creatures of the Night (Ophelia Duncan)

Feliz cumpleaños a mi, feliz cumpleaños a mi...

Ventisiete de Noviembre de 1998. Sentado contra la cerca de la clase de criaturas, le dedicaba canciones a la luna y las estrellas. Tampoco es que esperara este día con ansias, sólo es un año más. 16 años, hooray por mi. Ya puedo enlistarme en el ejercito americano si me da la gana.

Es el primer cumpleaños que pasaré sin mamá. Es posible que ni siquiera lo recuerde. No importa, honestamente. Importa que ella mejore pronto, esté sana. Y podré irme de este castillo de una vez por todas para volver a mi cacería particular.

Comencé a rasgar las cuerdas sin un acorde concreto, sólo por el querer escuchar algún sonido distinto al de la noche que comenzaba a caer en el castillo. ¿Ir a cenar? Meh, tampoco tenía mucha hambre...

Una noche más, realmente estaba cansada, más cansada de lo que admitiría nunca, y eso era porque una noche más se estaba preguntando en que había fallado. En serio, necesitaba saberlo... deseaba saber ¿que había hecho mal? No era bonita, no era especial, había hecho todo lo posible, siete años de relación a la basura por no sabía que razón siquiera.

Solo un día había decidido levantarse e irse, yay, no sabía a donde, doble yay.

Así que no estaba de humor para ir a ridículas cenas o hacer sociales con profesores que parecían estar al mismo nivel que los alumnos aunque en parte no los podía culpar, tenían casi la misma edad que los alumnos.

"Ey... ¿No deberías estar cenando?" Preguntó al escuchar la guitarra aun antes de que se fijara de quien se tratara, en la mitad de la noche acercándose para finalmente distinguir un rostro conocido, el chico de quinto o sexto que había ido preguntando por hombres lobo. "Oh, tu... ¿no deberías estar con tu novia?" Preguntó de repente recordando como se marchaba acaramelado con una chica mientras la otra cantante iba a ayudar al bosque... una tragedia bastante idiota, lo peor es que si bien querría poder reclamarle por haber dejado a la chica de la cual tuvo que ayudar a recoger los restos, no podía hacerlo, era solo un chico, no tenía la culpa ni podría predecir lo que pasó.

Detuve el rasgueo de la guitarra alzando la mirada, y alegrándome que no se tratara de un thestral intentando morderme la oreja.

-¿Qué hay, profe Duncan?- La saludé, volviendo a sacarle melodías a las cuerdas. -Meh, ya comeré algo después.-

Cuando mencionó a mi "novia" alcé una ceja, y luego solté una risa. -Esa es noticia nueva para mi. Creo que ya me sacó lo que quería, puesto que me lleva ignorando desde entonces.- De repente es una coleccionista de semen, o piensa montar su propio centro experimental de embarazos in-vitro, o qué se yo. ¿No decía que quería ser sanadora?

A pesar de la oscuridad noté que había algo distinto con ella. Sigue teniendo esa mirada que me hace sentir más idiota de lo que creo ser, pero hay algo más que seguramente nada tiene que ver conmigo. -¿Le gusta la música muggle, profe?- Le dije en una sonrisa, comenzando a puntear las primeras notas de "Stairway to Heaven". Sumamente cliché, lo sé; pero mejor empezar con algo conocido y fácil, y no lanzar lo mejor del repertorio de primero.

Iba a decir que no o algo igualmente idiota pero... ey, ya estaba entregada y realmente frustrada en estos días que no sabía por donde tomar las cosas, resignandose a aceptar que las cosas no podrían ser mucho mejor.

El cabello caía lánguido y negro, pegándose al cuello, aun sus ojos conservaban el tono azul aunque era un tanto más pálido, más cercano al tono real que era un gris casi blanco que era un rasgo familiar de los Duncan, ella lo odiaba, siempre decía que parecía un muerto viviente de solo mirarla, por lo que prefería usarlos a juego con el cabello habitualmente.

Asintió ante la propuesta de música, un gesto pensativo en lo que se giraba para sentarse en la cerca, a la derecha de él para poder ver el castillo a lo lejos en los terrenos.

"Al menos fue ahora y no 7 años después, supongo..." Comentó en un tono algo ausente. 7 años, ¿realmente había pasado tanto tiempo desde que lo había conocido? Ella iba en 5to año, Slytherin, él en 7mo, Hufflepuff y al final resultó que la basura era él. Segunda vez que cancelaban el matrimonio, como quinta que desaparecía y ya sinceramente estaba harta de ese tipo de cosas, porque nunca había una explicación en primer lugar.

"¿Que te trae por aquí?" Preguntó finalmente, girando los ojos para verle con algo de curiosidad.

-Es mi cumpleaños, y me apeteció celebrarlo con mis amigos.- Dije sonando más bien divertido. No me he esforzado por hacerme amistad con la gente de este lugar. Cuando me vaya no tendrán que recordarme. La vida del bardo, yippie kai yei.

.¿Siete años? Pfff, joder...- Le lancé una mirada de soslayo. -Tuvo que ser alguien que supiera como rogarle, usted no tiene pinta de ser quién aguanta a un idiota tanto tiempo porque si. Digo, por lo que he visto en clases.- Le sonreí, puesto que al idiota de las clases al que me refería era yo mismo.

-¿Y que hizo el muy bruto para que usted rompiera con él?-

Lo observó un largo rato, un silencio que se estiró en la oscuridad, suspirando por lo bajo antes de hacer un llamado a la elfina Winky que apareció, la profesora inclinándose para pedir algo cerca de su oído y dejar que la elfina se marche sin más mientras escuchaba la pregunta, frunciendo los labios levemente.

"Es más complicado que un ‘lo dejé’. Nos íbamos a casar el próximo mes pero siempre es el trabajo, siempre le pasa algo... no puedo olvidarlo pero tampoco puedo vivir a la espera de que pasará, lo siento, pero no es mi estilo." Admitió cruzándose de piernas con la mirada de regreso al castillo, una leve sonrisa en los labios. "Te sorprendería, realmente no soy una persona de molestarse tan fácil como parece. Tenía también mi cierto orden de prioridades, iba a casa a limpiar y dejarle preparada la cena los miércoles y los viernes me quedaba a dormir ya que siempre trabajé lejos, pero yo solía regresar a casa siempre, él no tanto."

Suspiró encogiéndose de hombros, quería que no fuera tan grave o actuar como si fuera una tontería, pero siete años aun no desaparecían tan rápido, después de todo, Jonathan ha sido su primer y único hombre.

"Supongo que no era tan idiota, después de todo, la que acababa rogando era yo..." Admitió, recordando la extraña relación de puertas adentro.

-Mierda.-

Es la mejor palabra que se me ocurre. No se mucho de parejas felizmente casadas, pero eso sin duda ya sonaba a matrimonio, igual de infeliz e insatisfecho. -No te hubiera imaginado ama de casa, la verdad. ¿Te soy sincero? Me es más fácil imaginarte con una espada y sobre un grifo volando a matar dragones.-

Y con una armadura de cuero muy corta y apretada... ejem...

-Suena a que este tío no le importaba mucho una relación.- Me encogí de hombros. Se sentía acorralado y prefería estar lejos para no sentirse agobiado. Pensándolo bien, ¿cuanto hubiera tenido que pasar entre Astoria y yo para sentirme de esa manera con ella? Le lancé una mirada de soslayo. No tenía pinta de ser obsesiva y posesiva. -Los tíos así no valen para eso; no hacen más que joderla. Y las tías son desgraciadas porque los dejan que les hagan eso.-

No lo estoy justificando. Cuando se es así, uno tiene que dejar las cosas claras. No esperar 7 años para poner los puntos sobre las íes. -Estás mejor sin él, te lo aseguro.- Terminé por decir, haciéndole un guiño. -Oye, te toco lo que quieras. ¿Alguna petición?- Me estoy refiriendo a música, claro. Esperaba que no me quitara puntos si me malinterpretaba... Aunque tampoco estaría mal si me malinterpretara.

‘Mejor sin él’...

Lo peor del asunto era que sabía que estaba mejor sin Jonathan, no podía vivir a la espera de que decidía o que quería, pero era duro aceptar que las cosas no funcionaban, uno siempre intenta un poco más, entrega un poco más con la esperanza de que las cosas cambien. Trata diferente, intenta otra cosa...

"Supongo que tienes razón... como empezamos ya debería haberme dado la pauta de como acabaríamos." Admitió girando la cabeza para verle desde su lugar sobre el cerco. "Él estaba de novio o algo así, era conocido porque le gustaban todas... y de repente un día se enamoró de mi aparentemente. La ex le reclamó porque no sabía que era lo que tenía yo que ella no, imaginate, un chico de 17 años y una chica de 15, yo no era competencia con su compañera de curso... creí que eso probaba algo cuando me eligió, quizá es que era la más tonta de las dos..." Se pasó una mano por el cabello, suspirando frustrada, mientras más vueltas le daba al asunto menos entendía, era un desastre, nada tenía sentido, ciertamente no funcionaba del todo bien desde ese momento.

"El amor apesta..." Concluyó con un suspiro. Se negaba a ser débil ante un alumno, solo Jonathan la había visto llorar o quebrarse con la muerte de un compañero de trabajo deborado por una hembra antes de poner sus huevos, o cuando el mismo Jonathan había desaparecido por días y ella estaba desesperada creyendo que le había plantado nuevamente y fue a dejarle el anillo de compromiso solo para descubrirlo herido.

Había pasado por alto mi "ofrecimiento"... O es que estaba muy distraída en su propio sufrimiento como para buscarle doble sentido a mis palabras. Quizás sea mejor así, no me ganaría una detención o puntos menos por estas insinuando cosas a una profesora.

De todas formas acompañé sus palabras con las notas de la guitarra, aunque tenía la vista fija en ella. Es lo que se supone que se tiene que hacer en estos casos, ¿no? Mostrarse comprensivo y "escuchar".

-Secundo eso.- Admití, tocando un acorde final. Coloqué la guitarra contra el cerco, levantándome del suelo y sentándome a su lado. -No eres tonta. Eres chica.-

Error. Me di cuenta apenas lo había dicho, y me apresuré a corregirme. -Que no me expresé bien, joder. Ehm...- Me supe la mano en la barbilla, antes de dar un suspiro y mirarla. -¿Has visto alguna película de Disney? ¿Sabes lo que es Disney, en primer lugar? Hm... mal ejemplo. Intentaré otra cosa. Las chicas, aún cuando sean duras, independientes; en el fondo, muy en el fondo, creen lo del "príncipe azul" y "felices para siempre". Algunos chicos también lo llegamos a creer; lo de la princesa rosa y damisela en peligro.- Dije, sonriéndole. -Pero muy en el fondo, ¿eh? Luego descubrimos que de "princesa" sólo tienen el nombre, y que realmente son unas arpías que te usan y después se olvidan de que existes.-

"Si, debe ser eso..." Sonrió por lo bajo, girando levemente la cabeza para verlo con algo de gracia. "¿Sabes? No estás mal para un Gryffindor..." Bromeó alzando nuevamente la vista indecisa sobre como continuar la charla. No quería recordarse lo mucho que dolía todo o la desesperanza que le atrapaba la mitad del tiempo: Años con la misma persona, la única persona, el único hombre de su vida y comenzaba a dudar si era real, después de todo, él estuvo con muchas chicas antes de ir a por ella, pero ella ¿habría estado con alguien más?

Era orgullosa, no le gustaba mostrar esa debilidad o ese momento de fragilidad... pero le sonrió, pensativa. Temerosa por arriesgar ya que era un chiquillo, ¿que podría saber él sobre lo que ella necesitaba? ¿Que podría ofrecer que otros no le hubieran ofrecido?

¿Que sabría sobre lo que ella pensaba? Y aun así, era cierto, ella había creído en el ‘Felices para Siempre’ y al final lo único que consiguió fue un corazón roto y muchas jaquecas.

"Tócame algo..." Mencionó de repente, sabiendo el doble sentido y consciente que había abandonado la guitarra así que solo había una respuesta posible a esta afirmación, pero dejándolo como un consentimiento sutil. No sabía lo que pasaría y estaba aterrada, o quizá él solo tocara un rato la guitarra y se fuera. Al final, no era más que una serpiente con alma de tejón.

Un halago y una sonrisa. ¿Quién lo hubiera dicho? Estaba comenzando a pensar que no me soportaba... Bah, estoy seguro que no me soporta, pero en los momentos vulnerables, se puede encontrar consuelo en quién menos esperas. Y algún jodido Dios que le gusta hacernos miserables se ha encargado de que coincidamos justo en un momento así.

La miré a los ojos con curiosidad cuando dijo aquello, y no pude evitar sonreírme. Venga, ¿matas al tigre y le tienes miedo a la piel? -¿Lo que sea?- Prueba uno: le tomé la mano. (En mi cabeza escuché un claro ¡GAY!) Pero bueno, que si me abofetea por tomarle la mano ya sabré que no puedo hacer otra cosa. Prueba dos: Apartar el cabello de su mejilla.

... ¿Si le agarro un seno? Nah, eso sería ya buscarme la muerte rápida y dolorosa. Primero tenía que salir vivo de la prueba tres.

"Feliz cumpleaños a mi..." Pensé, cuando acerqué mis labios a los suyos y la besé. Que no me golpee... y si lo hace, que no sea en la entrepierna...

La mano, estaba bien, podía hacerlo... El cabello era un gesto tierno, uno de esos gestos que extrañaba y desde que Jonathan no estaba en su vida nadie se había atrevido a realizar, probablemente por el miedo a lo que implicaba o el color anormal que solía poseer su cabello, tan diferente al color negro que había adoptado en algún momento y los ojos de un puro color blanco delineado con un sutil negro que recordaba a veces a la mirada de un Husky. Eran sus colores naturales, cosa que causaba gracia a muchos siendo que se trataban de colores neutrales para la mayoría.

El beso... Sin querer soltó una patada. No fuerte, pero del susto, apenas chocando con la pierna, probablemente le doliera luego, pero no rechazó el roce, lamiéndose los labios indecisa sobre como reaccionar, observándolo cono ojos grandes, claramente tomada por sorpresa de que se hubiera atrevido antes de tragar, el labio temblando al no saber como decirle.

"Creo... que no salió del todo bien. Quizá deba intentarlo de nuevo." Murmuró sin saber aun en lo que se metía, pero ya se había hundido y el chico parecía sincero.

No quería amor eterno o algo así, esos son sueños de princesas y caballeros, solo que la amara durante un rato le bastaría, tenía demasiado miedo como para arriesgar un para siempre.

Por ello esperó un momento a que se diera cuenta de la patada que le había dado antes de tomarle de las mejillas y atraerlo de regreso para besarlo tratando de que ese beso los relajara a ambos, tratando de olvidar los nervios de lo desconocido.

Debí haberme esperado la patada.

Al menos no la había dirigido a las "joyas de la familia", o me hubiera dejado aflautado, además de bastante humillado, por unos cuantos días. Tuve que mirarla para saber el efecto. ¿Desagrado, horror? Y me encontré con una mirada de sorpresa y... ¿Se acababa de relamer los labios?

Claro, lo que siguió logró que el sorprendido fuera yo. No llegué a procesar sus palabra de "intentarlo de nuevo", cuando ya sus manos sostenían mis mejillas y volvía a probar sus labios. Mi cuerpo fue más rápido que mi mente, colocando una mano sobre su cintura y otra entre sus cabellos oscuros. Lo que comenzara como una presión nerviosa entre labios desconocidos se fue convirtiendo en un gesto cada vez más natural, tentando suavemente con mi lengua en los bordes de sus labios sin maquillar. Tenía los ojos cerrados, e intentaba respirar sin acelerarme, llevando suficiente oxígeno a la cabeza para no hacer algo estúpido... Claro, que el oxígeno no llegó a tiempo, en el momento que mi mano subió desde su cintura y se colocó sobre su pecho, apretando y acariciando su seno a través de la ropa.

¿Sobreviviría "Segunda Base"?

Si, sobrevivió a segunda base, aunque no fue un campo de rosas cuando ella se separó y lo vio.

¿Que estaba haciendo? ¿Con un alumno? Era una locura, no estaba bien. Ella fue mujer de un solo hombre por los últimos 9 años de su patética vida, era injusto con el chico, no tenía experiencia y fácil le sacaría unos 7 años de plano, no quería ser la fuente del despecho de un adolescente y mucho menos quería que dicho adolescente fuera la fuente de su despecho.

Por eso, Ophelia Duncan se separó, soltando las mejillas y con suavidad tomó la mano de él para apartarla de su pecho, era raro, pero... a pesar de apartarla la apretó y sostuvo. Dioses, suponía que nadie entendería realmente, su imagen de mujer ruda, intimidante, de cabello de colores y botas militares no ayudaba a la idea de que quizá, solo quizá, ella no deseaba un revuelco gratis con cualquiera, era emotiva, una persona que deseaba y amaba, no iba a dejar que su partida la destruyera, pero tampoco iba a convertir el cumpleaños del chico en un revuelco de despecho y desamor.

La gran pregunta sería, ¿que decirle ahora? Porque claramente, era uno de esos momentos donde no sabría como comenzar conversación, por lo que alzó la mirada, viendo las luces del castillo detrás de él, un gesto amenazador a las paredes de piedra que evidentemente eran testigos de su nudo emocional... ¿ceder a las promesas de un nuevo comienzo? Oh, pero... estaría en tantos problemas...

Claro, debí haberme esperado algo así. Mientras la sentía alejarse me fui inclinando hacia adelante con ella, sintiendo que apretaba mi mano, hasta que inevitablemente tuve que abrir los ojos al darme cuenta que la sesión de besos había terminado. Shit.

Tragué fuerte, respiré profundo, y la observé en silencio. Es hermosa. Joder, ¡está increíblemente buena! Pero era algo más que eso. Una fuerza que la rodea, que la hace ver tan inalcanzable, pero al mismo tiempo podía percibir su fragilidad. Noté que miraba detrás de mi, y sin poder evitarlo me volteé también levemente, notando aquel castillo que se había convertido en mi hogar temporal, sólo hasta que encontrara la manera de salir y seguir con lo que tenía que hacer para poder intentar tener una vida normal. Volví a mirarla, a mirar su mano, y puse mi otra mano encima de esta, de manera que su mano suave quedaba entre las dos mías, que resultaban no ser tan pequeñas en comparación, aún cuando nuestras edades dijeran lo contrario.

-Perdona si no quiero detenerme...- Le murmuré, y me llevé sus dedos a los labios, sin dejar de mirarla. ¿Qué estaba buscando realmente? ¿Que me golpeara, que me mandara a detención? Ya ni lo sabía, pero en ese momento no quería volver a la Sala Común, ni ir al Comedor, ni estar en ningún sitio solo. ¿Ella no sentía lo mismo? Era más que seguro que no.

La sorpresa le inundó por un instante, girándose a verlo con sorpresa sin saber exactamente que decir, que argumentar para que entendiera y a su vez sin saber exactamente que esperaba que entendiera.

"Eres mi alumno..." Murmuró como si eso fuera a responder las muchas dudas que tenían ambos. Pero no, eso no respondía nada, algo pasaba aquí, algo en él y en ella, eso que no sabía si era positivo, estaba loca, debía estarlo en el momento que las manos cálidas y masculinas rodearon la de ella, esto no estaba bien pero era quizá lo más real que tendría por un tiempo.

Esto era injusto, él tenía 16 años, ella 24... él buscaba libertad y ella asentarse, era algo básico, todos lo entendían eso, ella había esperado formar una familia, su familia, un esposo e hijos. No tenía nada que hacer con un chico de 16 años que probablemente estaba aun calculando en cuantas bragas se podría meter antes de los 18.

Pero no había más palabras para ello, así que inclinó la cabeza con una media sonrisa y asintió, aquí iba la mujer madura que quería ser, dejándose llevar por el confort de un chico que probablemente ni empezaba a vivir. Estaban perdidos, ese castillo frente a sus ojos tenía la culpa de sus desgracias, sabía que no debía regresar aquí, sabía que debía haberse quedado en la reserva de dragones, pero...

Dioses, que frustrada y confundida se sentía.