Give a Little More || Vacaciones en la Casa Poulain

Tercer día aquí. Creo que es más el padre el que me recibe que la hija, de ella y su amiga no vi ni el pelo por el tiempo que he estado aquí. En si solo paso tiempo en la habitacion de invitados, miro la ventana, bebo te y leo. No me parece mal salvo porque luego de un tiempo comienzo a sentir la distinia volver a causar estragos en mi mente. Necesito hacer algo o compañia. En su defecto si todo falla correre a la medimaga que haga algo. No puedo estar embarazada y aparentemente alguien tuvo la tonta idea de que no sé como se hacen los bebes... que no lo hubiera pensado en ese momento no significa que no supiera en primer lugar como se hace. A cambio debi quedarme dos horas escuchando al Sr. Poulain dandome la charla.
Como para no saberlo despues de lo que vi. Lo que hicieron.

Hace frio. Me vesti con calzas y un short de jean como cuando iba a las clases de danza. Ya me cuesta abotonarlo pero aun es holgado para mi. Lo bueno de ser quiza demasiado delgada. Nuevamente me he consumido aunque estaba luchando para evitarlo. Solo busco un rincon, un lugar donde descansar. Un sillon para una persona donde acurrucarme pequeña con un libro a la espera de que pase algo o que me vuelvan a llamar. Siempre me vuelven a llamar porque es la unica cosa que es mia. Debo detener esta locura.

Si tuviera que llamar hogar a algún lugar, sin duda sería aquel. Amaba el olor de su vegetación; aunque ahora se encontrara cubierta por una densa capa de nieve, era capaz de percibirlo, o quizás sería más bien mi mente jugando con mis sentidos. Unos pocos minutos después de poner mis zapatos sobre la propiedad del Sr Poulain, corrí hacia su despacho como si el tiempo no hubiera pasado. Dejé mis pertenencias en la entrada y subí las escaleras de tres en tres; aquel hombre era la única figura paterna que me quedaba y mi subconsciente me susurraba que era más parecido a mi padre de lo que yo pensaba. Quizás era por eso por lo que disfrutaba tantísimo de su compañía; me recibió con un caluroso abrazo y una taza enorme de chocolate caliente, el mismo aroma que había acompañado cada una de sus conversaciones. Me senté y escuché; escuché y me asusté; me asusté y callé. Me incorporé y salí del despacho, no sin antes recibir otro abrazo; esta vez uno amargo y doloroso.

Llevaba únicamente un par de horas en los terrenos de los Poulain. No estaba segura de si Belle iba a llegar ese día o no, últimamente se encontraba copulando sin cesar con el Slytherin en cada superficie que encontraban y, sinceramente, prefería que lo siguieran haciendo a cierta distancia. De Edward no tenía ninguna noticia, ninguna buena al menos...

Al volver a la entrada me percaté de que mis pertenencias ya no se encontraban ahí, seguramente los elfos habían  hecho de las suyas. Escuché unos pasos lentos y largos, el sonido de aquellos zapatos resonaban en toda la estancia; me volteé y pude ver una larga melena azabache. Recordé las palabras del Sr Poulain.

-Buenos días... -avancé hacia ella sin saber muy bien qué decir o hacer.

Ya me había instalado en casa para pasar las vacaciones, pero no había pasado allí más de dos horas seguidas. Ir al Fabric, de compras, a las Tres Escobas, salir con Theo cada que podía... Todo por evitar mi casa. Mi padre apenas si me había visto el pelo y, como era común en él, no me había dicho ni pío. Se interesaba por lo que me pasaba y siempre tenía tiempo de escucharme, pero lo cierto es que era evidente lo mucho que se había distanciado del mundo después de perder a mi madre, la única mujer que lo hizo dejar su tierra natal. Gracias a él sé hablar francés sin acento. Llego a casa después de un encuentro con Nott cuando el único elfo doméstico que hay allí —y que ya va a alcanzar la edad senil—, me avisa que "llegó la señorita D'Angelo". Sonrío, contenta por tenerla en casa y subo corriendo las escaleras, sin embargo, me detengo al ver ante que puerta se ha detenido.

La de Lorelaine. A ser sincera, la evito. Quiero ayudarla pero no sé como y acabo huyendo, como adolescente normal. Se acerca mi cumpleaños, en unas semanas y... Dios mío, tendré dieciocho años. Suspiro y me acerco a la puerta. La casa no es muy grande, pero tiene suficientes habitaciones de invitados como para que pueda permitirme tener allí a las dos chicas. Estilo más moderno que el de la mayoría de los magos, no es una casa señorial de finales del siglo pasado. A lo sumo, le calcularía que es una gran casa de finales de los cuarenta, o eso afirmaba mi madre. Al menos me alegra que no sea una mansión silenciosa y repleta de pasillos que nadie visita.

—Hola, Aria, te esperábamos hasta más tarde... —sonrío—. Pero ya vez, no soy la persona más puntual del mundo. —Mi padre a menudo se queda de la puntualidad inglesa. Y de la comida. Por lo demás, creo que no extraña francia en lo más mínimo—. Hola, Lorelaine... —saludo a la otra chica, quizá más fríamente, nunca sé como tratarla—. ¿Necesitas algo?

- Me habia perdido en el tiempo, espacio quizás soñaba con un mundo donde mi realidad fuera tan solo un sueño... Pero el tiempo me habia tomado por sorpresa quizás no me di el tiempo que dedique para mi, ¿Pero era necesario hacerse mas fuerte no? ¿no?

- No tengo palabras para hablar con isa, quizás un ''estupido'' sea suficiente con mi padre... Pero Isa, se acerca su cumpleaños y es bastante obvio que debo estar junto a ella. Mientras caminaba entre la nieva como el hijo prodigo regresando a su hogar, el frió en mi cuerpo se hacia pasajero ya que gracias a la animagia y el pasar tanto tiempo en mi forma animal había aprendido a regular mi temperatura; Vestía un traje bastante formal... Quizás la ocasión lo necesitaba, me había dejado crecer la barba... Era bastante obvio que me quitaba un poco la cara de culicagado que cargaba siempre.

- Al ver como la chimenea de mi hogar dejaba salir ese humo navideño que nos acompañaba cada navidad junto a Aria y Isa, me fue inevitable sonreír frente a aquella vista... Solo faltando un poco de camino me detuve - Pero que dire. ¿Hola papa volvi?... Que idiota no tengo palabras como quisiera tener a Isa, ella siempre fue buena cuando necesitábamos una excusa .

- Saque mi ocarina con la esperanza de que alguien recordara mi melodía, mientras la notas llenas de música hablaban con las palabras que yo no podía encontrar.

La primera en llegar no pude mas que obsequiar una sonrisa y un ‘Hola’ indicando que era bienvenida. Se quien es, despues de todo durante 6 años estudiamos juntas aunque en diferentes años. aunque yo nunca fui notada realmente yo siempre he notado a todos. He prestado atencion a quienes tengo a mi alrededor.

Aria era esa que. que? Tengo el presentimiento que deberia tener una informacion de ella que desconosco por eso solo asiento tratando de regresar a mi libro. Pero otra persona nuevamente interrumpe mi lectura al final. Es Isabelle que supongo nos hemos estado eludiendo mutuamente. Yo me quedo en la habitacion y ella hace de su vida lo que se le antoje.
- Estoy bien. Gracias. - Sonrio a pesar de que se le sienta incomodo. Aunque no creo que tan incomodo como a mi el hablar con la hermana del que era mi novio. Si se puede decir novio a alguien que está un dia y al siguiente se ha hecho humo.
Pero el sonido lo reconozco. Parece que no estaba tan hecho humo evidentemente. Por lo que aun frente a Isabelle y Aria cierro el libro, poniendome de pie pero en lugar de ir a la musica voy al lado contrario, buscando la salida trasera con toda la dignidad de una miembro de la familia Ainsworth.

Ya tengo mis papeles asi que es todo cuestion de mover mi trasero y alejarme. No quiero ver a Nadie y aunque hace frio quiero estar lejos de este lugar para la calida bienvenida del hijo prodigo. 4 meses y ya parezco una culebra que se trago una canica. No quiero que me vea o en lo que me converti. Nadie debe ver en lo que me converti.

Asiento ante la respuesta de Lorelaine y le regalo una sonrisa a merias forzada, a medias algo... No lo sé. Me cuesta tratarla, pero después del encontronazo en los baños intento ser un poco más delicada con ella, no lo sé. No gritarle tanto ni desesperarme tanto, pero mi cara de queda desencajada en el momento en el que la melodía llega a mis oídos. No puedo pensar en nada, más bien... no quiero pensar en nada. Veo a Lorelaine alejarse en la dirección contraria y, mordiéndome el labio, me quedo un momento mirando a Aria. Finalmente tomo una decisión.

—No... dejes que se vaya... —le digo, quizá demasiado rápido, demasiado estrangulado, antes de seguir a la música y plantarme enfrente de aquel que nunca debería de haberse ido. Se ve más viejo y demacrado, lleva barba y definitivamente me recuerda a mi hermano, pero es completamente diferente. No sé que decir. No me salen las palabras.

Me balanceo de una pierna a otra intentando ordenar mis pensamientos, dejando que mi semblante se vuelva frío y seco, como nunca creí que lo sería con él y al final lo encaro.

—Una carta habría venido bien —espeto—. Al menos una señal de que no te habías largado a Siberia para siempre.

Escucho a Poulain pero no entiendo por qué todas sus facciones se han tensado.

-¿Qué ocurre?-susurró.

Inmediatamente recibo una respuesta musical, volteo rápidamente y veo a Lorelaine tratando de salir por la puerta más alejada.

-¡Espera! -corro hacia ella y la agarro de brazo impidiendo que pueda seguir avanzando.- Te mereces saber qué ha pasado, no tienes por qué contarle nada. -mis ojos bajaron a su vientre.

¿Edward había vuelto? Esa era su melodía, siempre la tocaba; sólo podía ser él. ¿Dónde demonios había estado todo este tiempo? ¿Sabía acaso que en pocos meses sería padre? ¡Por Morgana!

- No quiero verlo. No quiero saber. No se fue de la casa, se fue del colegio y desaparecio del mundo. no quiero saber el porque. Me tengo que ir, ya el Sr. Poulain hizo mi transferencia, no necesito pasar las vacaciones aqui. Estare en Tokio acomodando mis pertenencias.

No quiero admitir debilidad. No quiero aceptar que no me quiere. Pero es así. Quiero ser libre pero no me deja serlo. Deseo salir de aqui. No quiero volver. No quiero verlo. Deseo seguir mi rumbo y progresar nuevamente. Quiero sentir que tengo control sobre mi vida pero no lo tengo. No puedo. Ella esta ahi susurrandome en el fondo de mi mente que deberia liberarme de esta cadena.
Y ahora tendre un bebe. No estoy lista para un bebé.

-Al abrir los ojos un rayo de luz vuelve a entrar cegando mi vista por tan solo segundos, el cielo a pesar de todo se encontraba gris quizás una tormenta era la que llegaba anunciándose... Pero un rostro de ira y confusión hacia el paisaje desaparecer, isa se acercaba casi como si fuera a golpearme y ciertamente era algo que ya había esperado cuando me viera.

-Deje de tocar mientras ligeramente sonreía al acecho de una mano que no pasarían segundo antes de que se posara sobre mi rostro, deje caer mi ocarina mientras se arrastraba ligeramente por la nieve; sus palabras al llegar fueron como la música que ponía mama cada navidad que hacia un hogar lleno de felicidad y donde sabes que ahí perteneces... ''Al menos una señal de que no te habías largado a Siberia para siempre'', - Realmente si os contara por todas las cosas que había tenido que pasar podrías muy bien matarme a cachetadas - No tienes que ser tan dura, muy en tu interior sabes que si te hubiera dicho que algo como esto iba a pasar sencillamente no me dejar ir y en el pero de los casos de vas conmigo - digo mientras ligeramente rozo mis mano con su mejilla y acomodo ligeramente detrás de su oreja un mechón rebelde que siempre la ha molestado.

-¿Crees que aun sea bienvenido?

Oigo sus palabras y me enoja, simplemente me enoja que parezca minimizarlo todo y diga como si nada que no debería preocuparme. No es la primera vez que desaparece, pero no entiendo como puede dejar todo atrás tan fácil e irse, y sobre todo como... Suspiro. Una vez. Contengo la respiración. Suspiro de nuevo. Mi cara de hastío acaba en...

—¡No me iría contigo! ¡Si sigues así nunca conseguirás graduarte! —acabé gritándole en la cara. Tal vez, muy tal vez estoy exagerando mucho, pero es mi hermano, maldita sea, y su novia... o su ex novia... o lo que sea el intento de robot que estoy alojando en mi casa—. ¡Yo quiero graduarme! ¡Ser pocionista! ¡Conocer el mundo cuando tenga un futuro asegurado, Edward! ¡Y tú te vas y no avisas! ¡¡Pudiste haber muertooo!! ¡Y tendría que virir con la pérdida de mamá y a tuya...!

Y su última pregunta sólo me hace soltar un suspiro. ¿Cómo decirlo de forma amable? Exacto: no hay forma amable. Pues bien, estoy tan enojada que lo soltaré sin anestecia:

—Lorelaine está embarazada y no quiere verte.