"Vigilando" el lago (Lorelaine)

Me adentré en Hogwarts con el propósito de vigilar los exteriores. Me habían mandado a Hogwarts muchas veces últimamente preocupados por la seguridad de los alumnos, o quizá, temiendo suicidios por aquellos que habían perdido tanto en esta guerra que la vida ya no les servía de gran cosa, pero de cualquier manera era mi deber como auror procurar la máxima seguridad a todo ser viviente que pudiera, aunque sólo fuera un gato, y mira que eso tampoco es que lo pusiera en mi juramento, simplemente estaba ahí, en las cosas que por moral, consideraba que no podría vivir conmigo mismo si no las hiciera correctamente. Aún llevaba poco de auror, apenas unos meses, y desde luego, aún no había perdido a nadie. Y no quería hacerlo. En el ministerio me consideraban de los jovenzuelos y así parecía estar bien, era ayudado todo lo que podían ayudarme y eso me encantaba. Y siempre podía hablar con mi jefe de grupo de lo que fuera, se hacía bien cargo de sus aprendices pese a que, como él me dijo una vez, alguien que ha luchado tantas batallas no necesita exámenes para probarse como auror. No más.

Me adentré en los jardines hasta que llegué al lago y suspiré, de pie ante la inmensa superficie de agua que se cernía ante mí, con los ojos cerrados concentrándome en mis sentidos, en la brisa fría que venía de todas partes y ninguna, en el crujido de las hojas bajo mis pies, en todos y cada uno de los detalles que me hacían sentir vivo, sentir cosas a parte de mi propio corazón latiente y mis pensamientos amontonados en mi mente. Allí simplemente se estaba demasiado bien, demasiado para ser creíble, real, natural. Tanta calma y tranquilidad resultaba casi abrumadora pero, desde luego, yo no iba a ser quien se quejara, porque francamente estaba fascinado. Por no hablar de la extraordinaria belleza del sitio. Abrí mis ojos y casi sonreí para mis adentros por poder estar allí.

No fui afectada por la guerra me quiero suponer. O mejor dicho, eso es lo que me dije una y otra vez desde que regresé a este sitio, no fui afectada, no temi correr contra la corriente, no vi esas torturas ante mis ojos, no vi a mis hermanos convertirse en monstruos. Son mis hermanos, cuantas veces me he debido recordar que esas personas eran mis hermanos, quienes me habían hecho ver lo que pasaba, lo que hacían, las torturas, el dolor, todo a cambio de poder proteger a Luke de ellos.
Yo soy el neutrar, el terrenos estéril, la olvidada entre una familia de sombras, un espectro de lo que puede ser y aunque no fuera así...
La distinia sigue consumiendo mi mente y mi cuerpo, mi alma se siente dividida, deseo seguir adelante pero aun no tengo la fuerza, no tengo el valor y ahora... ahora tengo a Edward, quien me confunde y me daña pero me ama al mismo tiempo y me siento perdida, sin respuestas. O quizá respuestas que solo él puede darme. Y también está la mujer... Amelie se llamaba que me llevó de la estación de Hogsmeade a un paseo por el pueblo sin tener en cuenta mi necesidad de distancia.
La resina se frotó insistente hasta notar que el suave polvo blanco cubría las cerdas de cola de caballo antes de guardarlo en mi bolsillo y comenzar mi practica solitaria en este rincon perdido del lago. Solo había una piedra comoda para sentarme y finalmente alli me acomodé quitandome los zapatos para poder sentirme firme.
Hacia cuanto no practicaba? No mucho. Aun me duele mi hoido izquierdo que fue reventado dos veces. Una durante la guerra y la segunda en un arranque de locura cuando subí a la torre de astronomia. Pero no podia. Debo segur practicando. Si dejo de sentir la musica entonces yo dejaré de existir incluso para el silencio. No quiero morir. No quiero entregarme ni rendirme.
Aunque a veces, a veces desearía ceder y juntar más fuerza... claro. Si recedo entonces, quiza signifique morir.

Musica de Cello:

No llevaba allí mucho rato cuando llegó una chica que no me sonaba demasiado, pero me parecía haberla visto años anteriores en la Sala Común de Ravenclaw, de hecho me parecía conocer su apellido. A... A... Uhm, nada, no me acordaba. Vi que la chica, de apellido Algo, sacaba un cello que había ido llevando hasta el sitio donde finalmente lo acomodó, se sentó y comenzó a tocar. Me senté cerca, en el césped, y sonreí escuchando con atención. Definitivamente adoraba la música y no tardé en reconocer los bellos toques de Bach. Entonces, recordé su apellido, como si fuera asociado con la música. Ainsworth. Cuando terminó de tocar, aplaudí y me levanté.

—Excelente, tocas muy bien Aisworth —admití amablemente. Como pianista, apreciaba la música increíblemente, sobretodo la música clásica y Bach era inevitablemente admirable, pero no sería igual si las manos que lo tocan no fueran al menos la mitad de excelentes, así que podía notarse claramente el talento del que la ravenclaw podía presumir—. Soy Percy, quizá me recuerdes porque íbamos a la misma casa cuando yo iba a Hogwarts. Así que... eres cellista ¿eh?

Las últimas notas vagaban por el aire mientras bajaba el arco, lentamente descansando mi cuello contra el mástil del chelo, los ojos cerrados porque nuevamente me duele el oido izquierdo que es donde llega a apoyarse el instrumento. Duele mucho. Duele tanto que no sé que puedo hacer para sanar a esta altura. La posición del violonchelo era diferente a la de otros músicos y era que en estos momentos debía recargarlo un poco más para poder sentir las vibraciones del instrumento contra su cuerpo ya que sus oidos aun no sanaban del todo.
Por suerte ya oigo pero ha sido un proceso desafortunado y me ha dejado sensible y expuesta a nuevos daños. Y aun así sigo tocando. No sé si esto no es simple y puro masoquismo.
La voz de alguien llama mi atención, soltando el vibrato de la cuerda y girando a ver de quien se trata. Por lo general solo Edward me ha encontrado en este lugar por lo que me resulta algo extraño ver un rostro conocido pero que no debería estar aquí.
Percival Lightwood. Quiza ni conozca mi nombre, realmente no me importa mucho, es común. Yo tengo el tiempo para mirar a la gente mientras no notan mi presencia. Eso de ser una sombra a veces es agradable incluso cuando te das cuenta de lo mucho que puedes aprender del resto.
-Te recuerdo. Tambien sabes de música recuerdo. - Respondo parpadeando rápidamente, los ojos grises abiertos de par en par para observarlo bien. Era uno de los chicos guapos de la casa, ella era una mujer, aunque a veces desearía ser un ente amorfo, y por tanto lo había visto un par de veces aunque nunca se había detenido demasiado tiempo en él salvo al saber que conocía de música que era lo que a ella le interesaba. - Gracias. Si. Yo... bueno.
"Toco el Chelo hace años" era lo que quería decir, sin embargo no me salian las palabras de los nervios de saberme descubierta por alguien mientras practicaba. Quiza debía la próxima restringirme a la torre de Astronomia sabiendo que a la profesora Sinistra no le molestaría.

Lorelaine Ainsworth, tal y como la recordaba, siempre había sido más bien alguien de pocas palabras. Y tampoco es que yo me hubiera fijado nunca mucho en ella, era una chica más, pero más de una vez la había visto en algún rincón de la Sala Común, más bien solitaria, sin hacer gran cosa aparentemente, sin mucha compañía, y siempre me había llamado la atención ese hecho, pero nunca había echado más cuenta de la necesaria. Supongo que yo era mayor, y por tanto, tenía otras ocupaciones más prioritarias que hablar con una chica solitaria, y al ser yo también solitario y saber que no era algo para mí desagradable, sino que me encantaba, tampoco pensaba que me debiera preocupar mucho.

La observé atentamente y sonreí durante unos segundos antes de acercarme a ella y me senté junto a ella en el césped, observando el instrumento con curiosidad. Me parecía un instrumento memorable el chelo, me encantaba, no tanto como el piano, pero había parientes en mi familia que lo tocaban y yo chapurreaba muy ligeramente, pero finalmente me había remitido a mi piano y nada más. Al decir que me recordaba la miré con una expresión amable en el rostro, preguntándome si era habitual para ella llevarse un instrumento tan grande aquí tan campante, con magia sí era verdad que no tenía que irlo cargando, pero igualmente era algo un poco raro.

—Sí, soy pianista —respondí a su comentario de que recordaba que yo sabía algo de música—. Puedes seguir si quieres, estaré callado.

-L-lo siento. Creo que no puedo. - Admito sonrojandome. Me encantaría poder mostrar alguna pieza completa quizá de Bach o quiza algo más moderno. Pero la realidad es que duele tocar. Bajo la mirada sin embargo, aunque digo que no puedo se que seguiré tocando hasta que comience a sangrar. Siempre lo hago aunque digo que no, que estoy bien. Probablemente nunca recupere del todo mi lado izquierdo de esa explosión.
-No. Si puedo.- Respondí sobre mis palabras anteriores, negandome a caer en ellas, regresando mi vista al joven hombre que se presentó ante mi como uno de mis antiguos compañeros de casa. - Te gusta... la musica moderna?- Pregunto algo dudosa, sacando mi varita, la madera de peral resplandeciente considerando que había hecho mantenimiento solo la noche anterior y preparando para hacer un hechizo simple que era el reemplazo de los pedales de los instrumentos muggles.
Sé que la gente no esta acostumbrada a verme en ese modo determinado. Quizá es el hecho de que sé que puedo estar peor, estoy peor, lo puedo sentir en cada vertebra los diferentes ingresos que crearon en mi cuerpo para poder trabajar en el sin necesidad de ser tan cruentos, pequeñas esferas dolorosas adornandome bajo la piel. Podria estar sentada junto a la otra mientras sufrimos los dolores de los experimentos.
Victima o Victimario? aun no lo tengo en claro.

La miré extrañado cuando dijo que no podía, imaginándome rápidamente algún motivo poderoso, como la guerra y cosas así. A mí la música me paliaba el estrés, la ansiedad y los recuerdos, y tocar el piano me llevaba a otro mundo, porque tenía la suerte de conservar mis oídos en buen estado. Habían aguantado bien las explosiones, y de ellas las había protegido tan bien como había podido. Y afortunadamente, mis manos estaban bien, con pequeñas marcas de pequeñas heridas superficiales que acabarían por desparecer por completo, pero estaban bien. Y entonces, Lorelaine podía. Y yo sonreí, porque sabía que la mejor forma de convivir con uno mismo era superarse y aferrarse a uno mismo, desafiándonos al máximo a mejorar.

—Claro que puedes, estoy seguro de que si eres tan fuerte como para estar aquí lo eres para superar lo que te impide tocar —intenté animarla y asentí a su pregunta. Verdaderamente no había música que yo renegara, excepto el regetón muggle—. Me gusta todo en la música excepto algún tipo muggle concreto, pero me cautivan las piezas -modernas o no- que contienen piano, que es el instrumento que toco desde que puedo recordar —comenté mientras la observaba con gran curiosidad, esperando a ver qué hacía. Sin duda la chica me inspiraba curiosidad.

Había mucho y con detalle que recordaba de la batalla, aunque en cierto punto mis recuerdos se volvían confusos. Recordaba estar con mi hermano uno junto al otro contra tres mortífagos y un semigigante, recordaba haber estado muy ocupado para fijarme mucho en mi hermano, el semigigante le había lanzado lejos cuando me giré, y inmediatamente, lo alcanzaban arañas trepando por las paredes, él intentaba zafarse y un mortífago se acercaba, antes de que yo pudiera hacer algo, y le lanzaba un maleficio que creaba heridas constantes, lo cual sólo atraía a los bichos. No sabía cómo había conseguido evadir a los mortífagos y correr a intentar ayudar a mi hermano, hasta tenerlo muerto en mis brazos. Lo había cogido en volandas, había saltado por la ventana, pues estábamos en un pasillo de las plantas más bajas, y el césped estaba cerca, y lo había ocultado, no sé cómo, entre unos matorrales. Recordaba haber continuado peleando cuando Voldemort entró, haber recibido golpes dolorosos, haberme tenido que sentar donde había podido más de una vez a evaluar mis heridas, haber cojeado y finalmente, una gran explosión. Y cuando me desperté, estaba en una sala contigua al Gran Comedor, con el cadáver de mi hermano dejado cubierto con una manta no muy lejos, y la guerra no acababa, y estaban ahí, en el Comedor, y llegaba a tiempo para ver la victoria.

Con algo de cuidado apreté los ojos. Suponía que se lo merecía. No era algo que pudiera realmente manejar. O al menos no creia que pudiera manejarlo. Pero él decía que debia hacerlo, que podia. Que la musica liberaba. Por eso gravé la primer tonada ritmica antes de encontrar la primer nota para poder sumarse a mi propio sonido.
El dolor a la primer vibracion fue notorio, lentamente dirigiendose a mi cerebro, enredando mis dedos en cada nota, cada vez que las cuerdas vibraban, dandome el tiempo para sentirlo y frunciendo los labios al sentir el primer desgarre bajo, todo ruido sentía era acallado por una burbuja que se iba formando en cada lenta vibración. Pero no me detuve. No me debia detener. Toda cancion tiene un inicio y un final. Si no llego al final estaré inconclusa, no seré como papá quiere y Luke se preocupará.
No tarde en sentir la sangre de mi oido explotar y comenzar a derramarse, ya no había sonido, nuevamente no había sonido en mi mundo, como ese dia. Como la guerra donde corria. Corria tan desesperada. ¿Por que Luke debia estar allí? Apenas y si mi mellizo estaba preparado para salir al mundo. Recordaba como había saltado sobre él para protegerlo de la explosión. El calor no habia quemado la piel pero habia perdido eso que consideraba lo más preciado y constantemente sigo dañando mi capacidad de oir, llevandola al limite como esa noche.
Un escalofrio me recorrió al recordar esa primera vez en que me había convencido de su necesidad. Yo no queria, pero él parecia ansioso en que fueramos intimos. ¿Realmente era normal ese tipo de cosas?

With or Whitout You:

La observaba tocar cuando vi el gesto de dolor en su cara y sangre abundante saliendo de uno de sus oídos. Rápidamente me levanté y la separé del instrumento, contemplándola preocupado. No parecía muy consciente de que le estaba sangrando el oído de esa manera, pero era evidente que allí no podía dejarla, que tenía que llevarla a la señora Pomfrey de inmediato, quisiera ella o no, antes de que perdiera el oído por completo.

—Tengo que llevarte a la señora Pomfrey de inmediato, Lorelaine, debemos ir a la enfermería, ¿me oyes? —pero se me hacía bastante evidente que no me estaba oyendo para nada, así que intenté parar el sangrado con un pañuelo y sin mucho esfuerzo, cargué a la chica en mis brazos. No me imaginaba a nadie intentando robar ese chelo así como así, y menos en esos tiempos, así que con un movimiento de la varita lo trasladé tras unos matorrales, sólo por si acaso, cargué mejor a la chica, y nos encaminamos a la enfermería.

Off ¿Abres o abro?

Extendí mis brazos en algo de desesperación cuando sentí que me alejaban de la vibración de mi instrumento que me ataba a los sonidos del mundo aun cuando no podía apreciarlos realmente. Era algo extraño, nadie me había alejado de él. Nadie, la ultima vez que me habían alejado del instrumento habia sido no para ir a curarme exactamente. El recuerdo de mi entrega me hizo estremecerme no precisamente con agrado. No entiendo realmente que pasa, mover la cabeza me marea, no tengo eje o mi eje se mueve demasiado fácil quiza.
Fue recien entonces cuando note que mis pies descalzos ya no estaban en el suelo humedo sino que en el aire, el ritmo de un pecho que se movia en miedo. No queria asustarlo. Esto era mi culpa, debia haber avisado que podria pasar. No queria que creyera que era demasiado debil para poder seguir manejando lo que me pasaba. Es algo que me ha pasado varias veces desde ese día.
Pasé mi mano por el cabello tratando de ordenarlo. Avergonzada al sentir que no me dejaba caminar por mi misma.
-P-erdon. - Formo la palabra lento y a conciencia, puede que no salga exactamente como queria que sonara. No puedo saberlo, solo el oido derecho funciona y aun asi es algo ahogado el sonido.

OFF: Ahora abro.