Mad as a hatter [Autonarrado]

Me acerco al baúl y lo abro, poco a poco, disfrutando de la total y absoluta soledad en la que está sumido el dormitorio de los chicos de quinto. Estoy más sólo que nada en ese momento, entre baúles ajenos y lo disfruto de todas las maneras posibles. Abro el baúl y sacó la ropa y algunos libros poco a poco hasta que al fondo, algo queda al descubierto: un álbum de fotos.

Resulta increíble de después de tanto tiempo no me haya atrevido a abrirlo. Pero en ese momento lo hago y me encuentro con todos los recuerdos dolorosos. Es de cuando Colin empezó a tomar fotos, antes de irse a Hogwarts y tomó una de mamá y papá conmigo —que era aún más pequeño que a los quince—. Dijo que le haría bien mirarla cuando nos recordara y en ese momento me constó lo mucho que lo hacía, porque la fotografía estaba desgastada de las esquinas.

La siguientes muestran a Harry Potter con Lockhart y varias cosas de Hogwarts que ya he visto miles de veces, así que las voy pasando con más rapidez. Coote aparece por allí sacándose el moco, y hay más fotos de Harry. Luego empiezan las mías, y esa en la que Colin sale dándole un beso en la mejilla a Parvati después de perder una apuesta. Sonrío y voy hasta las últimas páginas, poco a poco, para encontrarme con la última foto. Salgo yo. Recuerdo muy bien el momento en el que me la tomó, en la sala de menesteres, pocas horas antes de la batalla. Me dijo que tenía que irme, o al menos refugiarme con Abeforth.

Salgo de espaldas y poco a poco me volteo para dedicarle algo parecido a una sonrisa, pero que al menos parece sincera. ¿Cuándo perdí esa sonrisa? Dejo el álbum en el suelo y me acerco al único espejo que hay allí. Intento curvear los labios, pero no me sale absolutamente nada. Sólo una sonrisa amarga, medio torcida, es lo único que me queda.

Pero no importa. No dependo de una sonrisa para hacer mi trabajo. Dependo de tener buenos oídos y buena boca. Convencer que la guerra es mala y encontrar a aquellos que nos necesitan. Curvo la cabeza. Soy los ojos, los oídos, soy sólo una extensión de la Reina en Hogwarts. Aunque podría decirse que me ha tocado el mejor trabajo. O algo así…

Suspiro y vuelvo hasta el baúl a volver a poner todo dentro. Sé que las cosas están por empezar, porque Alicia ya cayó por la madriguera. Poco a poco las cosas se van a acomodando y tarde o temprano, la Liebre de Marzo celebra su fiesta de té. El sombrerero no puede faltar. Guardo todo y me dirijo hasta la puerta y de allí hasta la sala de menesteres, porque sé que aun puedo abrir el pasadizo.

La liebre de marzo está esperando.