March of Mephisto § James Sullivan

Estaba en las gradas por una vez. En realidad se encontraba sentada en el borde de estas, las piernas al vacío demostrando como tantas veces la presencia de la criatura que aun rondaba Hogwarts desde hacía algún tiempo. Nadie sabía quien era realmente, apenas y si sabían que estudiaba en el colegio, sexto año de Hufflepuff. Sin embargo tras el primer mes de regresar al colegio, a mitad de septiembre comenzaron los rumores de que había sido expulsada.

Lo cual no estaba tan lejos de la realidad si lo pensaba bien. Realmente MacGonagall quiso argumentar a su favor pero el consejo la había expulsado. Desde entonces si bien era Louise Madison Eisenberg, era una extraña que rondaba los pasillos de un castillo olvidado en medio de Escocia, vivía en lo más oscuro de Knockturn Alley, trabajaba como contorsionista callejera, hacía lo que podía para poder sobrevivir en esta mierda que era el mundo. De momento lo único que podía hacer era sentarse en lo alto esperando. La Ex Hufflepuff, ex bateadora de su casa y por todos conocida como la veela de Hogwarts a pesar de vivir cargada de inhibidores para no destrozar las mentes masculinas de la zona se encontraba frustrada. Una vez más se había escapado de la clase de transfiguraciones y al día siguiente tenía que trabajar, su hermana gemela no aparecía, Luna seguia jurando su amor pero hasta que Alan no se decidiera no podía corresponder.

En este instante la cabeza de Louise era un mar de problemas y lo único que quería era reventar algo con esa famosa mala suerte que le caracterizaba. Vestido de cuero y chaqueta, cada que entraba al colegio sobresalía como pulgar golpeado, no había forma de ocultar que ya no era alumna a pesar de que siempre se le veía rodeada por la Gryffindo Solaranielle Lych y las Ravenclaws Trixie Hardrada y Luna Lovegood... aunque también se había mezclado con Alan Cromwell y Niniel Lemuri, más con el primero que con la segunda.

Contrario a todo eso, hacía solo 2 años esta misma chica estaba siempre bajo la atenta mirada de otros dos chicos, Jesse de Ravenclaw quien ahora tendría 18, Sam de Gryffindor quien tendría 17 y por supuesto la misma Solar que aun la acompañaba... los dos hombres de su vida, sus mejores amigos había muerto en la guerra tratando de proteger a la veela tristemente.

Y mientras ella vivía en confusión Alan se follaba a su compañera de casa.

El grito frustrado se escuchó antes de que el bate de madera saliera de las gradas con fuerza descomunal y un sonido iracundo de quien nada le salía bien en los últimos tiempos. La furia de la única veela de sangre pura de todo el colegio en este momento solo alcanzaba para hacerla aun menos predecible. Si no estuviera inhibida ya hubiera perdido el control y se hubiera transformado en una arpía.

No quería estar sola... pero no sabía que haría si encontrara alguien con quien compartir esta frustración... ¿quizá jugar un partido amistoso de Quidditch?

Todos los días empezaban a hacerse monótonos y repetitivos. No era algo que me disgustara, ya que yo era metódico y rutinario, me gustaba hacer las cosas según un patrón. Los primeros días en Hogwarts siempre eran más imprevisibles, ya que los alumnos se empezaban a adaptar y a acostumbrar a los horarios, a las clases y demás. Sin embargo, dentro de la monotonía tenía que encontrar ratos en los que pudiera despejarme y alejarme de tanto bullicio y escándalo propio del castillo.

Y mi principal vía de escape era coger mi escoba y dirigirme hacia el campo de Quidditch para dedicarme a una de las coas que más me gustaban, que era volar en escoba. Iba pensando en mis cosas. Estaba en mi último año de Hogwarts y me tocaba empezar a pensar qué demonios haría cuando acabara la escuela. Probablemente trabajaría en el Ministerio de Magia, pero solo aspiraba a un puesto de importancia, así que me tendría que aplicar mucho este año. En el Ministerio solo escogían a los mejores, y si quería un puesto de alta importancia debía esforzarme al máximo y dar todo lo mejor de mí.

Llegué al vestuario del campo de Quidditch y me vestí con la ropa de entrenamiento, dejando la túnica en una de las taquillas para recogerla después. Me ajusté lo guantes y tomé mi escoba para salir al campo. Pero cuando quise darme cuenta un bate voló desde las gradas con dirección al campo. Menos mal que no estaba volando aún o podía haberme dado. Una figura en la gradas parecía mostrarse algo enfadada. Al parecer ni iba a poder tener un rato de soledad, pero si la compañía era buena tampoco iba a molestarme. El hecho era que no conocía a quien estaba allí. Así que di una patada en el suelo y mi escoba se elevó. Volé hacia la chica hasta llegar a su altura.

-Ey, hola -saludé mirándola -He venido a entrenar un rato, espero que no te moleste y que no me tires un bate a la cabeza -bromeé, a modo de invitación por si quería quedarse. No me molestaba que estuviera allí a la misma vez que yo.. Sin embargo, como no la conocía permanecí a la espera a ver que decía. Si no, empezaría a dar vueltas alrededor del campo para ir calentando.

El sonido del viento y una voz despertó de sus enmarañadas cabilaciones que le llevaban a conclusiones violentas y deseaban despertar ese otro lado de ella, un lado que era mucho más ligero y tenía un largo pico de ave y fuego que expresaba la base de su ira. ¡Ira! Eso era lo qeu tenía a esta altura...

Había pasado por la fase de la negación y la adaptación donde ya no existía Emma y Louise sino que Emma era Louise y Louise era Emma. Había llegado al momento de las lágrimas hacía casi 6 meses cuando su amigo Samuel la había estado consolando durante una noche entera entre chocolate y abrazos para el destino que le tocaría a partir de ese momento. Habría aceptado el dolor de la pérdida cuando su pareja fue asesinada y ni siquiera era su pareja realmente sino que el padre de Madison. El auror que había jurado se quedaría a su lado pasara lo que pasara y ni se había enterado que había cumplido el puto objetivo de tener descendencia a costa de la cordura de una veela.

Y otra vez desvariaba, realmente debía dejar de hacer eso... siempre hacía lo mismo, se ponía de objetivo hacer algo de su vida y al final solo se quedaba como una pelotuda mirando el vacío en un lugar mortalmente peligroso como era el borde de la tribuna de un campo de quidditch, 30 metros de altura y ella felizmente tentado su suerte.

Louise era en la mejor de las descripciones un ángel. No porque deseara serlo y más bien parecía un angel resignado y con ojeras, pero era inevitable distinguir no una ascendencia veela exactamente ya que ella era una veela de sangre pura. Sus ojos eran celeste brillante como el mismo cielo, su cabello ondulado de un rubio platino que llegaba debajo de los hombros en un mal corte cortesía de que se cansó de tenerlo largo siempre (errores de hechizos, el maldito cabello crecía constantemente cortesía de pulga Eisenberg y sus horribles transfiguraciones), las piernas y los brazos mostraban la piel blanquecina de las de su raza y todo eso oculto en un simple vestido de cuero corto y una chaqueta haciendo juego...

Aunque fuera del colegio realmente no parecía pertenecer allí.

"Prometo no arrojar más bates, aunque creo que mejor esperas un momento porque tengo un par de cosas más que arrojar." Arqueó una ceja en una diversión desafiante. Seguro que tenía algo más para arrojar, dios, era Louise, ¡dale suficiente tiempo y destrozaría las gradas y las arrojaría por la ventana!

"¿Practicas de Quidditch? ¿Planeas presentarte a las pruebas para el equipo del colegio?"

Notaba en aquella muchacha un aura de misterio y sin saber bien por qué, me resultaba algo interesante. Sacudí la cabeza levemente. En realidad tenía algo extraño que me hacía sentir curiosidad y ganas de saber qué era eso tan llamativo en ella. De momento su carácter parecía que no, ya que aparentaba algo enfurecida y huraña, a saber por qué.

Quizá esa chica tenía algún tipo de problema, porque no era normal que desafiara la alturas en la posición que estaba en las gradas. Me habló con un tono de voz algo desafiante y sonreí de manera ladeada, sin saber bien qué responder. Hasta que me encogí de hombros y amplié mi sonrisa, con cierto matiz irónico -Sí, sería todo un detalle por tu parte arrojar todo lo que te falta por arrojar antes de que puedas darme a mí y yo que sé... matarme o algo -apunté esperando por si era verdad que tenía más cosas que tirar. Parecía una chica extraña, y no pensaba arriesgar mi integridad física en un momento así.

La miré en silencio unos segundos cuando preguntó si pretendía presentarme a las pruebas de Quidditch. Hasta ahora no me había presentado, ya que me consideraba a mí mismo demasiado competitivo, hasta el punto de poder incluso hacer daño a alguien si iba perdiendo un partido oficial. Y no quería arriesgar mi expediente académico con algo así. Pero en los últimos años había conseguido templar bastante mi carácter y creía que por fin podría presentarme y jugar de una manera razonable y sin querer derribar a mis adversarios de las escobas en todo momento -Es posible -respondí finalmente tras un largo suspiro.

Miré a la muchacha con curiosidad -¿Te gusta el Quidditch? -pregunté -Y por cierto, soy James Sullivan -me presenté, puesto que aún no la conocía y suponía que ella a mí tampoco.

Tan solo debió decir que arrojara lo que debía arrojar para que se demostrara que efectivamente, la rubiecilla iba a arrojar más cosas, entre las cuales aparecieron cosas como una bola de cristal en miniatura, un medallón de vaya uno a saber que religión y un biberón solo para después gritar con furia a la gran nada, comenzando a respirar agitada hasta finalmente cerrar los ojos y comenzar a relajarse, respirando profundo antes de sacar un último objeto de su bolsillo, abrir un ojo para observarlo pero volviendo a guardarlo.

"Bastardo..." Murmuró para si misma como si se dirigiera al dueño de eso que guardó, una placa de auror. Ni sabía porque la conservaba o como llegó a sus manos, suponía que alguien esperaba que le contara a Madison algo bueno sobre ese maldito bastardo.

Volvió a abrir los ojos al ver al chico que había esperado que arrojara todo antes de mostrarle las manos en clara señal de que no estaba armada.

"Listo, el campo es tuyo." Aclaró con una jocosa sonrisa de inocencia como si recién no hubiera... como decían... ‘Screaming Bloody Murder’ hacía solo unos momentos a la mismísima nada. Pero bueno, no es como si alguien pudiera esperar mucho del rubio torbellino que era la chica.

Su objetivo al venir aquí era descansar o descargarse, aunque era una agradable coincidencia que alguien viniera para no estar realmente sola. Tal punto que sonrió con esas sonrisas que parecía que el sol brillara en su boca y los ojos brillantes del color del cielo que casi parecían decir que no había hecho nada, algo evidentemente engañoso considerando que había por poco arrojado parte del barandal desde su lugar, si tan solo hubiera podido arrancarlo.

"Claro que me gusta el Quidditch, era la bateadora de Hufflepuff... bueno, hasta el otro año. Louise Eisenberg... la expulsada de sexto Hufflepuff por la que rondan muchos rumores... y no, no estoy en la calle ‘usando mis habilidades para cazar mortífagos’ hasta donde me enteré... ni golpee a Snape ni tampoco le dije a Binns que estaba muerto... Aunque entre nosotros, creo que jamás le gustó cuando le hablé de mi vida pasada como coleccionista de pajillas." Aclaró sobre todos los rumores que aun debían circular por el colegio de su ‘desaparición’.

Algo había en esa chica que no acababa de cuadrarme del todo. La observé con tranquilidad, intentando localizar en mi mente algún momento en el que la hubiera visto antes. La verdad es que me sonaba de antes, pero era incapaz de localizar de qué o de dónde. Era posible que la hubiera visto antes por Hogwarts. Me quedé mirándola con curiosidad y algo duditativo, sin saber si se dirigía a mí cuando soltó ese improperio. Me quedé callado sin importunar a esa chica tan rara. Pero me producía una extraña fascinación, como si no pudiera apartar la vista de ella por algún tipo de influjo externo.

Me mordí el labio inferior sin saber qué hacer cuando dijo que el campo era mío. No solía ser amable con la gente, ni prestar demasiada atención a quien me interesaba poco, pero esa chica me producía curiosidad. Esperé suspendido en el aire sobre la escoba a que la chica se presentara. Al parecer era la Hufflepuff que habían expulsado un año atrás por tener problemas con Binns y Snape. Sin saber bien qué decir me encogí de hombros mirándola y solté la pregunta que rondaba por mi mente -¿Y cómo es que estás de nuevo aquí? -pregunté tratando de componer una sonrisa, pero aún confuso por cómo se estaban desarrollando los acontecimientos.

Estaba empezando a sentirme yo mismo algo extraño, como si estuviera en un sueño. Lo cierto es que la situación era algo pintoresca. Yo allí en el aire y ella mirándome y contándome que la habían expulsado. No sabía cómo hacer para que fuera todo algo más natural. Así que me limité a sonreír -Bueno... -murmuré encogiéndome de hombros -¿Ya que estás aquí y te gusta tirar cosas... ¿Qué te parece si me ayudas a entrenar? -ofrecí. No era cuestión de ser descortés con la muchacha, además de que con ese carácter me daba algo de pánico que le diera por tirarme algo o embrujarme mientras volaba. Parecía inofensiva, pero había aprendido a no fiarme de nadie.

Parpadeó una vez, dos veces, se pensó la pregunta porque técnicamente no había sido expulsada.

"Me ‘expulsaron’ hace un mes. No es tan grave considerando que en realidad no fue una expulsión, solo no pueden acomodar mis necesidades. Las cuales según la directora deberían poder acomodar pero según el consejo de padres es imposible y daría un mal ejemplo al alumnado." Aclaró con una sonrisa fácil. No parecía realmente notar la incomodidad del interlocutor, pero tampoco parecía desarrollar demasiado, ya casi todos la tenían conocida aunque sea de vista y la verdad que no había sido secreto lo que le pasó tras Solaranielle entrar en el despacho de la directora, expresar su furia destrozando todo y marcharse en la dirección opuesta en dirección a San Mungo...

O cuando Jesse se enteró que había puesto el grito en el cielo, mortífagos y todo al acecho, razón por la que había tenido que huir el último mes de quinto año.

"Vale, pásame una bludger o liberala que yo la atrapo, por suerte aun no pierdo entrenamiento." Declaró con una sonrisa alegre, de esas que eran capaces de iluminar un estadio entero si pudiera verse, lo único que hizo en realidad fue ponerse de pie, tomada de la torre, aun en el borde sin importarle el riesgo de caer al vacío por una tontería como una práctica de quidditch. Sacó su varita, núcleo de cabello de veela, indicando al pasto debajo de ellos. "Accio Bate".