Walking with Strangers § Autonarrado

Sabía que llegaría el momento, la Reina le había avisado de que haría esto por lo que si bien no estaba preparada no se sentía mal, no le sorprendía, no temía. Ella lo había dicho, Madison mientras estaría bien cuidada y no tenía nada que temer al respecto.  Pero eso no quería decir que a pesar de aceptar esto que harían con ella dejaría de doler.

Podía sentir la aguja penetrar su piel, podía ver el líquido lentamente siendo empujado al interior de sus sistema sanguíneo, el músculo ceder, el dolor comenzar... el juego en su vientre, podía sentir sus entrañas retorcerse mientras voces de fondo trataban de tranquilizarle. No era tan doloroso como el parto, pero podía sentir como si estuviera siendo sujeta bajo un cruciatus, los músculos contrayéndose mientras eran penetrados por invisibles filos que luchaban por separar tendones, carne, hueso.

Era un experimento, por eso no le habían avisado cuando, no habían hecho tal cosa para no ponerle más nerviosa de lo que podría estar sabiendo que había heredado un don curioso.

Fue cuando todo se detuvo, todo se hizo más lento, el grito habiendo desgarrado su garganta y dejandole un sabor sanguiñolento en los labios.

Podía verlo... el asesinato de un mortífago, un hijo de muggles dejándose llevar por la decadencia, las imágenes se arremolinaban, incluso un mestizo quien había perdido todo y trataba de cobrar venganza contra inocentes en San Mungo. Esto era triste... tan triste. Tosió tratando de recuperar su capacidad para seguir gritando, retorciéndose ante las visiones que la asechaban, impulsadas por esa poción que había sido dada con el objetivo de disparar sus visiones.

Jadeó, tratando de apretar los ojos y alejarse de lo que podía ser considerado imágenes dañinas. ¿Quien podría vivir con eso? ¿Quien podía ser tan desalmado para hacer ese tipo de cosas?

Abrió un ojo, el dolor había pasado, las imágenes ya no se arremolinaban. Abrió el otro, la habitación estaba oscura, escuchaba la voz de fondo, algo sobre Madison y comida. Podía sentir los pasos, sabía que no estaba sola y que esta persona no era la reina precisamente. Era evidente que otros participarían, pero era la primera vez que veía a alguien dentro de la casa que no fuera la Reina o los niños.

Y fue de esa forma que observó, observó hasta poder distinguir la figura solo para que los gritos aterrados comenzaran a sonar nuevamente.