Entre copas y medallas [Libre]

Sorprendentemente, aquel salón es uno de los que menos ha sufrido por la batalla. Me acerco al acabar la clase, rozando con mis dedos las distintas superficies de las vidrieras, las armaduras que voltean a verme al pasar a su lado y dar un golpecito en sus corazas huecas. Nop, no hay Wargbits en ellos...

Allí está la copa de Quidditch. Alrededor de ella, aparecen con cintas de colores el año en que cada casa la ganó, y sus jugadores destacados. Sonrío. Allí está Harry, e incluso Ronald tiene una marca. Y el último año, la cinta es de los cuatro colores, representando la unión de todas las casas por un mismo enemigo. Sigo leyendo los nombres en medallas; Hermione por supuesto está allí, Neville y Ginny también...

Observo mi reflejo en las vidrieras. ¿Debería sentirme triste al saber que no habrá nada en esta habitación que hará que me recuerden? Acabará el año, y mi nombre desaparecerá.

Si había un sitio que me gustaba para evadirme era: cualquier lugar. Sí, cualquier habitación poco visitada en esa época se convertía en mi refugio. Al principio usaba la sala común, siempre de madrugada, pero en la época de exámenes se llenaba y debía buscarme otro sitio. Acabábamos de empezar las clases sí, pero ahora mismo el sitio menos visitado era aquel. Nadie se sentía con fuerzas de recordar los buenos momentos, todos estaban tristes y apenados. Aún se escuchaban sollozos por los pasillos, y aunque el aspecto del castillo había mejorado notablemente, se podía oler el dolor.
Me encontraba embriagada de placer con mi última adquisición, había estado rogándole años para que me dejara este libro y, por fin, tras una batalla, se le ablandó el corazón.

Escuché el sonido de unos pasos, unos pasos lentos y suaves, no sabía si por la insonorización de la habitación o por qué, pero podía escuchar suspirar a aquella persona como si se encontrara a mi lado.

Me arrinconé aún más esperando pasar desapercibida, no quería que pensaran que me escondía para llorar, ya me había visto obligada a múltiples charlas sin sentido donde debía contar cómo me había afectado la batalla.

Sí, había sido doloroso, pero yo no estuve allí. Yo no pude defenderles, no pude hacer nada. Yo...

Cerré de golpe el libro.

-¡Ah!- El sonido resulta inesperado. Ha sonado como si alguien se hubiera "aparecido" en la habitación, pero que yo sepa, el Castillo ha recuperado sus protecciones. ¿Será un elfo domestico? ¡Oh, quizás es un Puffskein! Aunque no sé si los Puffskein hagan esos ruidos...

También puede ser Peeves. Espero que no sea Peeves.

-¿Hola? ¿Eres una criatura mística que vive entre los trofeos? ¿He invadido tu madriguera mágica?-

Escuché una voz extremadamente aguda y dulce, una combinación un tanto extraña. Pude ver unos cabellos dorados acercarse hasta donde me encontraba, junte mis piernas y me incorporé apoyándome en la pared mientras con la otra mano sujetaba mi preciado tesoro.

-Más o menos-Dije con una media sonrisa que no pude controlar al escuchar aquellas palabras de la joven. Cuando terminó de caminar la reconocí, era Luna Lovegood. Estaba un año por encima de mi y había sido de mucha ayuda durante la batalla, una de las que sobrevivieron y lucharon.

-Sólo estaba...-Agité la cabeza mientras movía el libro mostrándoselo-En estos días es un poco complicado encontrar una habitación tranquila... -Metí el libro en mi mochila.

-Ah, hola...- ... -Eh....-

...

-Hum...- Sé que lo tengo en la punta de la lengua...

-¿Angela D'Arial?- No, ese no es... -¿Ariadna AnD'reas?-

No, no, es como... algo Muggle, relacionado con música... Con ópora, o algo así... ¡Ah!

-Aria. Aria D'Angelo, ¿no?- Me dejo caer a su lado. -¿Que lees?-

-Gracias por las versiones de mi propio nombre, son mucho más divertidas que la original- dije sin poder aguantar la risa. Se desplomó a mi lado así que volví a sentarme apoyándome en la pared.
-Esto...-metí mi mano derecha en el bolso buscando el libro que segundos antes había buscado- es un libro sobre encantamientos prohibidos- no pude controlar un temblor de excitación en mi voz, se me iluminaron los ojos y sonreí.
-Me gusta pensar que seré capaz de realizarlos- me pasé el libro de la mano derecha, a la izquierda- ¿te interesan?- se lo ofrecí.

Siempre me había llamado la atención Luna, pero nunca había tenido la oportunidad de hablar con ella, mis compañeros la veían rara, "loca" la llamaban, pero a mi me parecía diferente y fascinante.

Entrecierro mis ojos un poco. -Hum... Prohibidos... ¿Como las Maldiciones Imperdonables?- La miro con curiosidad. Es común entre los Ravenclaws que nos interese la magia de distintas maneras, quizás por ello tenemos cierta afinidad con los Slytherins. Sin embargo, admito que nunca me interesaron temas tan oscuros como esos. Y luego de haber sufrido el Cruciatus en carne propia...

Pero parece un libro curioso. -¿Como lo encontraste? No creo que lo hayas conseguido en Flourish and Botts-

Noté en su cara un poco de "respeto" por el libro que sujetaban mis manos. Aunque se lo ofrecí no lo tomó.

-Son encantamientos prohibidos porque alteran el tiempo, el espacio, en definitiva: el futuro. Jamás se han podido realizar correctamente, y el que trata de realizarlo no suele acabar muy bien-Abrí el libro por la página por la que iba para mostrarle unos esquemas.-Me lo prestó la Señora Pince, llevo años rogándoselo pero hasta ahora nunca me había hecho caso.

Me quedé mirando a Luna esperando alguna respuesta por su parte, no quería que pensara que era una loca de las artes oscuras, simplemente me llamaba demasiado la atención la diversidad de magias, y este libro se relacionaba demasiado con mi asignatura favorita: la alquimia.

-Oh... Hum...- Miro los esquemas con interés, aunque algo dudosa.

-¿Y para que quieres cambiar el tiempo? Si lo que somos ahora es justamente lo que las experiencias han hecho de nosotros... No quisiera cambiar lo que soy. Hasta de las experiencias dolorosas se aprende.- Sigo mirando aquel libro con un poco más de interés. -Aunque parece curioso sin duda. Pero habría que ser muy cuidadoso con algo así, o puedes terminar en otro plano. O desmembrada, como cuando fallas "apareciendo".-

-No lo tengo para practicar, no ahora mismo...

No me gustaba hablar de mi memoria, por experiencia a los alumnos no les hacía demasiada gracia la facilidad con la que memorizaba todo.

-Me gusta tener información, es parte de mi alimento diarío-reí-Es interesante saber hasta dónde se ha llegado...-me emocioné mientras proncunciaba las palabras-y más aún tratar de averiguar qué se podría descubrir...-pasé la página.

-Es normal, eres Ravenclaw. El saber es nuestra adicción, de alguna manera.- Asiento pensativa. -Hum... bueno, adicción es una palabra muy fuerte. Digamos que es lo que nos apasiona, igual que para Gryffindor es hacer grandes proezas, para los Hupplepuff la sinceridad, y para los Slytherin los retos mentales. Si es lo que te gusta, y eres cuidadosa, puede que sea algo sorprendente y único lo que logres hacer. Y tu nombre aparecerá entre algunas de estas placas, seguramente. O en el Profeta.-

La miro divertida. -Aunque salir en el Profeta no siempre es algo bueno. Les gusta exagerar un poco, o torcer la verdad en su beneficio.-

Mientras Luna hablaba me dejaba llevar por su aguda y armoniosa voz, veía imágenes de entregas de premios, frimas de libros y conferencias mágicas.

-Prefiero no salir en el Profeta entonces...-dije con aire divertida.

Luna tenía el mismo "aura" que antes de la guerra, sabía que ella había estado ahí, en primera fila y era incapaz de imaginarme cómo estaría ahora mismo. Si se encontraba mal, lo sabía disimular perfectamente.

-¿Cuál es tu addicción?-pregunté divertida esperando una historia increíble llena de criaturas que sin duda tendría que investigar.

Entrecierro mis ojos, divertida.

-Mi adicción...- De uno de mis bolsillos, saco el último ejemplar del "Quisquilloso", con editorial de mi padre recordando nuestro viaje a Suecia hace unos años. Abrí la página principal, donde hacían mención a las criaturas fantásticas indexadas existentes, entre ellos el escurridizo Snorkack de Cuerno Arrugado.


La miro con una sonrisa. -¿Sabes que anualmente el libro de Criaturas mágicas tiene que ser actualizado? Ya sea porque alguna especie desaparece, o porque se descubre una nueva criatura. Sin embargo, ¡ellas existen desde hace miles y miles de años! Sólo que han tenido que aprender a adaptarse para sobrevivir. Hay algunas tan pequeñas como la mitad de la uña de tu dedo meñique, otras capaces de desaparecer ante tus ojos. Incluso algunas que desprenden un olor que hacen que las olvides, o te desmayes.-


Vuelvo a guardar el ejemplar. -Son fascinantes, ¿no lo crees?-

Mientras Luna iba hablando poco a poco mi boca se iba abriendo. ¡Necesitaba más información!

-¡No!-tiré de la revista para que no la guardara y la abrí-¿tan pequeños dices?-me miré la uña del meñique.

Sabía que se actualizaba el glosario de criaturas mágicas, era lógico, pero no había leido sobre los Snorkack de Cuerno Arrugado.

-Y también los hay gigantescos, pero son capaces de pasar desapercibidos. Hay incluso criaturas de tamaño de casas que... bueno, se hacen pasar por casas.- Le sonrío, mientras le alcanzo el ejemplar. Entre las hojas centrales está un dibujo detallado de un Snorkack de Cuerno Arrugado, ya que nunca se ha podido fotografiar.

-Mi sueño es ser la primera en encontrar a esta criatura en su hábitat natural, y descubrir las propiedades que lo hacen tan difícil de encontrar. Quizás es que hay muy pocos en el mundo, deben estar en extinción. Y si es así, convertiré esa zona en sitio de protección natural para que puedan reproducirse y extenderse por el mundo. En fin, esa es mi pequeña adicción.-

Le paso las gafas de color rosa, y le doy vuelta a la revista para que la vea al revés. -Si quieres puedo suscribirte para que recibas "El Quisquilloso" mensualmente, hay entrevistas muy interesantes.-

-Sí, ¡me encantaría suscribirme!

Amaba la idea de poder almacenar nuevos datos en mi cabeza. Nunca había escuchado hablar de esas criaturas por lo que el ansia de saber que sentía era inmenso.

-Quizás tienen la capacidad de hacerse invisible, si no pueden desplazarse con mucha rapidez puede que evolucionaran de ese modo; o puede que así cazaran a sus presas con mayor facilidad.

Miré a los enormes y redondos ojos de Luna

-Aunque en ese caso sería muy fácil que se reprodujeran y por consiguiente sería lógico que los hubieran encontrado... Quizás el cambio climatológico les afectó demasiado y murieron...

-Oh, espero realmente que no lo hayan hecho, sería una pena descubrir que han muerto...-

Reviso la última página de mi ejemplar, tomo la mano de Aria y la presiono sobre el papel, pronunciando su nombre. Luego con la varita doy tres golpecitos a la hoja. -Imprenta Volati.-

El nombre de la Ravenclaw aparece en brillante tinta azul, antes que la hoja se despegue de la revista y se doble sobre si misma. -Ahora podrás recibir la edición semanal de la revista. Lo enviaré con una lechuza más tarde.-

Le devuelvo la revista. -Aún no sé. Cuando termine, creo que iré a trabajar un tiempo con mi padre, y tal vez le ayude a hacer de corresponsal por Gran Bretaña. Será divertido, entrevistar a personas que han logrado cosas asombrosas, pero que no llaman la atención del Profeta porque piensan que están un poco locos.-

Apoyo el codo a la rodilla, y la mano abierta bajo mi barbilla, mirando los estantes desde nuestra curiosa posición. En cualquier momento podía entrar la gata Norris y sacarnos de allí, pero no me preocupa en este momento. -¿Has pensado en como te gustaría ser recordada? Aquí en Hogwarts...-

-Aquí, entre estas paredes. Entre conversaciones de los cuadros y armaduras.- Vuelvo de nuevo mi mirada hacia los trofeos, las copas, las medallas. -Dentro de un año ya no estaré aquí. Pero fue aquí donde hice a mis mejores amigos. Todos ellos serán recordados.- Veo los nombres de Harry y Ron en la copa de Quidditch, de Hermione en varias condecoraciones por excelentes notas. Incluso el nombre de Neville aparece por momentos, y Draco...

-Por eso no me importa mucho que me digan Lunática. Es una manera de saber que, al menos por algunos años, me usarán para comparar a otras personas, así que de alguna u otra manera, me recordarán, ¿no?- La miro con una sonrisa. -Al menos, hasta que aparezca alguien más lunático que yo.-

-No creo que libros; tendría que vivir muchos años y tener una vida muy interesante para eso. Pero si me gustaría saber si apareceré en los libros de historia del futuro. Hum... quizás deba preguntárselo a la profesora Uppsala.-

Me pongo en pie. -¿Te quedarás un rato más aquí, Aria? Creo que ya es hora de cenar en el comedor. Y la verdad, estoy empezando a sentir hambre.-

-Aunque no lo creas, cuando realmente alguien no quiere ser encontrado por otras personas, puede incluso pasar desapercibido entre poca gente... Dicho esto, si, seguro nos veremos en la Sala Común.- Me despido con un saludo suave de mi mano, antes de volver a encaminarme con pasos saltarines fuera de esa sala. Sólo espero que Peeves no decida venir a encantar las armaduras de la habitación de trofeos mientras Aria esté allí...

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