(Vestíbulo) Llegada al castillo

Noche de Halloween, una noche especial sin dudas para todos los magos y brujas, era todo un signo que llegara a Hogwarts, mi antiguo colegio, en esta fecha. Bajé del carruaje mis baúles y mi valija y me detuve un instante para admirar la fachada impresionante del lugar; no es que la hubiera olvidado, pero quería remarcar los detalles en mi memoria. Estaba excitado, ¿o debería decir entusiasmado? Me pasé la mano por el cabello corto y peinado tirante, luego alisé mi capa y chequeé el traje de tres piezas bajo él, no podía soportar la idea de no estar impecable.
Luego de unos minutos de aspirar el aire nuevo del cambio de estación me decidí a entrar, extraje mi varita de entre mis ropas y apuntándola hacia arriba de la escalinata di la orden clara pero suavemente -Mobili sacculos -(no quería que Lucy se enojara).
Con un suave movimiento de la varita fui guiando mi equipaje escaleras arriba hasta internarme en el vestíbulo principal, una vez allí ubiqué las valijas en un rincón y di la orden -Descendo.
Y me detuve a pensar, quizás debía ir directamente a la oficina de la directora y presentarme...

-¡"Inadmisible"! ¡"Perfectamente refutable"! ¡Que desfachatez al tratarme así, esto es humillante!-

La profesora atravesó las puertas de castillo hacia las escaleras, sus ropas y cabellos alborotados por el clima externo. Y quizás también del interno. En su mano llevaba y releía una y otra vez un trozo de pergamino, con sellos en color violeta. A pie de la escalera se detuvo.

-"Apreciamos su interés, más sin pruebas más concretas no podremos actuar en consecuencia..." ¡Pruebas concretas! ¡La tatara nieta de la gran Cassandra les dice que ha visto lo que ha de venir, y dicen que no son "Pruebas concretas"!- Se dio la vuelta, y pareció ser consciente de la presencia del hombre. Comenzó a avanzar hacia él. -Lo vi en las cartas, en mi última bola de cristal... ¡En todas mis tazas de té! Pero ellos dicen... Lealo usted mismo.- Le extendió la hoja casi golpeándolo en el pecho con ella. Es, en efecto, un documento del ministerio, donde de la manera más sutil posible hacen oídos sordos a lo que fuera que la profesora hubiera ido a "informarles".

La llegada de la profesora Trelawne me toma por sorpresa, más aún que se me acerque y me muestre un pergamino del Ministerio con muy poca reserva de lo que parece ser una cuestión de alto calibre. En cuanto me dice:"Lo vi en las cartas, en mi última bola de cristal... ¡En todas mis tazas de té!" no puedo dejar de sentir un paro cardíaco al pensar que la mujer habla de mí, mas enseguida noto que está refiriéndose al asunto del Ministerio, ¡Claro, cómo iba a referirse a mí! A veces mi ego me sorprende hasta a mí mismo.
No puedo evitar alzar una ceja al tomar el papel entre mis manos y la miro vehemente, ella es así, no puede ocultar sus emociones, algo que me complace supremamente, la hace muy digna de mi confianza; pero, el Ministerio de Magia no deja de ser un lugar dirigido por mentes no muy abiertas a pesar de la guerra... es triste que la vidente no se haya ganado su lugar aún después de todo lo ocurrido. De los profesores de la escuela era una de las que más me simpatizaba en mis años de estudiante.
No quiero leer lo que dice el papel, intuyo que es importante mas no sé si debo inmiscuirme, apelo al calor del momento y a la verborragia de mi interlocutora -Ya conocemos cómo es el Ministerio con aquellas predicciones que no le son favorables...-¿cómo la llamo? ¿profesora, Sybill?¿Trelawne? -Profesora -digo por lo bajo, ya que sé que no es un comentario muy canon -¿Qué es lo que ha visto, si me permite preguntar?

Recordaba con algo de dolor el baile de Halloween al que no había asistido porque se había distraído con Ron y desviaron a las cocinas por chocolate caliente.

En realidad iba de camino a la cabaña de Hagrid para hablar con él sobre unos curiosos descubrimientos que había hecho sobre las propiedades mágicas de sus propios cabellos en las pociones de cuidado capilar, pero eso no quitaba el hecho de que estaba en realidad buscando escusas para ir fuera de las paredes del castillo por un rato.

La alegre exaltación que tenía de la última semana en que su mundo se puso patas para arriba estaba presente, por lo que sentía que debía gastar esa energía para no parecer una loca cuando se le diera para gritar como una tonta fangirl.

Sonrió, tratando de ahogar las risitas, algo sonrojada antes de alzar la cabeza, escuchando las exclamaciones de una colega, asomándose de las escaleras para ver una escena bastante... ¿loca?

No que la Profesora Trelawney hubiera estado muy cuerda, por lo que de momento optó mantenerse a distancia, observando con algo de gracia al receptor de las protestas de la mujer. Casi agradecía que el hombre lo hubiera tomado tan a la ligera el tema, la pobre mujer no soportaría que le corrigieran... aunque últimamente se llevaba mejor con la profesora MacGonagall si era consuelo.

Otra persona hizo acto de presencia cerca de nosotros, no sabía quién era ni qué hacía allí pero era incómodo tenerla cerca con este asunto entre manos. Miré hacia la mujer y le sonreí apenas mientras me volvía hacia la profesora -¿Sabe la directora de esto? Quizás lo más prudente sea hablar con ella al respecto... -comenté con reserva, quería que la maga razonara más allá de su enojo.
-La acompaño, si usted lo desea -ofrecí aunque suponía que la profesora no necesitaba de mi "apoyo moral" en esa situación, ni el de nadie, me temía.
Mis ojos iban de la profesora a la otra muchacha, un poco para mirarla un poco más y otro poco para indicarle con mi idioma corporal a la vidente que no estábamos solos.

Bufó ante la mención del Ministerio, como clara muestra de lo que pensaba de aquellos que trabajaban en aquel lugar.

-¡Escépticos todos! Y este... este...- Tomó de nuevo la hoja y revisó la firma. -Albert Flaherty. Oh, lo recuerdo muy bien. Claro que si. Jamás logró ver más allá de su propia nariz, que sigue siendo tan grande como entonces. ¡Seguramente creía que no le recordaría! ¡Pero nunca olvido un rostro, claro que no!-

Movía sus manos con rapidez, como mariposas revoloteantes. Pareció entonces fijarse de nuevo en el muchacho, y se acercó para mirarlo más de cerca a través de las gafas que le daban a sus ojos un aspecto levemente insectoide. -Te he visto antes, mi querido muchacho...- Dijo con voz misteriosa. Siguió la mirada hacia la mujer que estaba algo alejada de ellos. -Oh, Lynnea, querida. Deberías llevar paraguas, te hará falta.- Comentó en voz melosa, olvidando aparentemente unos segundos su mal humor.

"Sybil, buenos días... es agradable verte en buena salud." Saludó la mujer joven, acercándose finalmente al darse cuenta que había sido ineludiblemente notada por los profesores presentes.

Sus pasos eran cortos, la falda larga y la blusa cubría con sus largas mangas de seda su menudo cuerpo. Era algo que nunca se podría ocultar lo que era, entre sus rasgos de hada y la fragilidad que parecía tratarse de una delgada rama que bajo presión se quebraría.

Pero aun así, grandes ojos de color plateado marcando su ascendencia sobrenatural se enfocaron en el recién llegado, extendiéndole la mano, por un momento ignorando la advertencia meteorológica.

"Lynnea Gammel, soy la psico-pedagoga y profesora de Aritmancia del colegio, encantada de conocerle. ¿Es uno de los nuevos profesores?" Aclaró e indagó con una leve sonrisa antes de extenderle la mano a Sybil en clara indicación de que le pasara la carta para ver de que se trataba el asunto... sabía que no tenía que hacer favores, pero a veces la paz del castillo dependía de que la profesora de Adivinación no tuviera un berrinche, Odette a veces le hablaba de la profesora rara de ojos de insecto y como se llevaba mal con la ahora directora.

También le había dicho que se comenzaron a llevar bien cuando la profesora ‘chancho mal atendido’ de la cual en realidad no sabía el nombre ya que en la casa nunca había sido mencionado ahora que lo pensaba, había echado a esta misma mujer de su puesto de trabajo.

"Gracias por el aviso, Profesora Trelawney." Sonrió mucho más cortés que la mayoría de sus colegas, no porque estuviera segura de sus predicciones sino porque por algo debía tener el puesto y un mínimo de respeto le tenía. Claro, lo decía ahora que no la tenía que ver tan seguido, en otra situación no estaría tan segura. "¿Sabe a que hora dejará de llover?"

Desvié mis ojos oscuros hacia la muchacha, al hacerse su presencia y la presentación entre nosotros ineludible -Es un placer señorita Gammel, soy Luthien Flaneur, el nuevo profesor de Pociones -dije en un tono que hubiera deseado que fuera neutro pero se oyó quizás demasiado afable, la examiné minuciosamente con un rápido vistazo, ventajas de los poderes sobrenaturales que mi sangre mezclada me otorgaba; era una muchacha bella, aunque había algo en su mirada que le daba un dejo melancólico casi poético -Veo que el equipo de profesores se está renovando, algo positivo a pesar de las circunstancias que impulsan el cambio... -comenté al azar, la charla ligera siempre se me hacía indeciblemente difícil de mantener, luego volví a la profesora Trelawney  -Profesora, ¿Cree que la directora estará disponible para recibirme? Quisiera presentarme y tal vez expresarle algunas dudas con respecto a los temas de estudio para los alumnos -sonreí veladamente, con mis labios cerrados, luego agregué -Le agradezco el dato de la lluvia, seguramente saldré a dar una caminata bajo el agua, siempre me despeja la mente... -y las ansias.

-¡Flaneur!-

Exclamó la profesora, que por unos momentos parecía haber estado perdida entre sus pensamientos. -¡Por supuesto, ya te recuerdo! Los astros siempre tenían una buena estrella para ti, mi niño. Sobretodo Marte que cuida tus pasos. Estoy segura que habrás notado su poderosa luz soja influenciar en tu vida.-

Miró más de cerca al muchacho con curiosidad, antes de darse la vuelta hacia la profesora de Aritmancia. -¿Ehm? Ah, pues el clima es a veces temperamental y cambiante, Lynnea querida. Pero te aseguro que no durará más de medianoche, ¡eso lo sé!- Había enrojecido levemente, ante la sutil insinuación de su dudosa autoconfianza. Los miró a ambos. -Bueno, si tanto insisten en acompañarme a ver a la profesora Macgonagall, no puedo sencillamente oponerme. Vamos.-

Se dio la vuelta y sus movimientos dejaron de ser elegantemente vaporosos mientras se lanzaba escaleras arriba hacia el despacho de la Directora.

Se quedó un momento congelada, parpadeando un par de veces sin entender como había pasado de intentar irse a... bueno, seguir a la profesora de adivinación en dirección al despacho de Minerva MacGonagall...

La curiosa semi hada se paró junto al nuevo, comenzando a caminar para seguir a la mujer mayor mientras contestaba lo que le había sido dicho.

"Es extraño realmente, es triste ver que se ha perdido a tanta gente capacitada, en mi caso yo me ofrecí ya que venía Durmstrang al torneo de Quidditch, pero principalmente tras la guerra, soy estudiante de Psicología de la universidad de Moscú, había conocido el colegio durante el último torneo de los Tres Magos." Comentó con un paso relajado y un tono ligero que daba a entender que si bien era algo interesante de hablar no era en lo que estaba enfocado su mente en este instante. "Tomé el puesto de profesora de Aritmancia por necesidad aunque para ser profesora aun me faltan al menos 2 años pero dar las clases escolares no es tan difícil."

Di un respingo en cuanto exclamó mi nombre, me había hecho acordar de algunas veces en que me había llamado la atención en su clase y luego vino la perorata de Marte, ¿qué me había dicho en ese entonces? Ah, sí: "Las personas de Marte tienen una gran capacidad de liderazgo, son arriesgadas, se animan a abrir caminos antes que los demás. Valientes, osados, de temperamento ardiente y excitable. Tu vida se orientará en el sentido de la lucha, la independencia y la conquista. Pero, a quien lucha permanentemente le es difícil disponer de un tiempo de tranquilidad necesaria para evaluar lo que procede hacer. ¡Ten cuidado con los impulsos! Tendrás muchas contradicciones entre lo que deseas hacer y lo que debes". No estaba seguro de si sus palabras me describían enteramente pero algo era cierto, había tenido que luchar por cada gramo de tranquilidad y estabilidad en mi vida.
Hice un gesto para indicarles a las dos damas que pasaran primero y yo les seguiría detrás. -Me alegra que me recuerde, profesora -me limité a decir. Escuché la respuesta de la muchacha, la profesora de Aritmancia. -Moscú, ha de ser bello ¿verdad? todavía no lo he visitado pero sin duda está en mi lista -le sonreí de costado mientras subía los peldaños siguiendo a Trelawney -Por mi parte egresé de Hogwarts hace dos años y estuve haciendo una maestría en Alemania -expliqué.

"¿Hace dos años?" Lo miró curiosa antes de asentir con una sonrisa. "Si, es lindo Moscú, hay que ir preparado en invierno pero las temperaturas se ponen agradables en verano, la verdad. La mayor parte del tiempo yo viví en la zona sur así que no es tan mala la temperatura, no sé si habrás conocido sobre Irkutsk, está casi lindando con Mongolia, mis padres eran de allí, pero se habían mudado a Moscú cuando nació mi hermano mayor." Explicó también siguiendo los pasos de sus dos acompañantes en dirección al despacho de Minerva MacGonagall.

"También me gradué de Durmstrang, aunque es un colegio algo más chico... lo bueno es que ahora con el torneo de Quidditch están viniendo algunos, lo malo es que no parece haber combocatoria para jugar, solo tienen un bateador y Hogwarts no ha hecho las pruebas aún."

-Claro, claro.- Murmuró cuando el muchacho se dirigió a ella en la conversación, sin embargo parecía como si se lo hubiera dicho al aire. Se detuvo un momento en los escalones, quedando atravesada mientras el par tropezaba con ella.

-Algo no está bien...- Masculló distraída. Sacó de su mano un pequeño mazo de cartas, y comenzó a barajarlas con rapidez, sin ver, hasta sacar una carta. -Trébol, de nuevo el Trébol. Esto no puede ser una simple coincidencia, no, no, no.- Dijo de forma testaruda. -No puedo ir a ver a Macgonagall de esta manera. Vamos, iremos a mi despacho y luego a ver a la directora. ¡Ah, si tan sólo no fuera a llover! Pero no, no hay tiempo. ¡Vamos!-

Y de nuevo cambió de rumbo, esta vez hacia la trampilla de su salón.

Miré a la otra profesora buscando algún tipo de complicidad en mi asombro, alcé una ceja y me aclaré la garganta, iba a decir que debía ir con MacGonagall pero si ella decía que debíamos acompañarla me hacía dudar, ¿Acaso lo que había visto nos involucraba a los dos? Temía preguntarlo. Abrí mi boca y luego volví a cerrarla, finalmente suspiré y murmuré -La sigo, después de ustedes.

La mujer de cabello plateado se encogió de hombros, comenzando a caminar tras la profesora de adivinación tratando de disimular la curiosidad que le embargaba.

Y es que... demonios, no había entendido un nabo de lo que estaba diciendo la profesora y ya se preguntaba si a eso se refería Odette cuando mencionaba la loca profesora de Adivinación. La mujer le parecía tan inteligente como ilógica y eso era preocupante para alguien como Lynnea que apreciaba y atesoraba con vehemencia la lógica.

"Eh... ¿profesora? ¿Está segura de que no puede ser?" Preguntó indecisa.

Volteó hacia la profesora, con un gesto de leve hastío.

-Por supuesto que no, querida. ¡El trébol, el trébol! Ah, la reina de corazones fue muy constante hasta ayer, sin duda. Pero la reina de tréboles volvió a triunfar. Tengo las notas en mi despacho, sin ellas Macgonagall sólo volverá a dudar de mis palabras.- Avanzó unos pasos más, antes de soltar un suspiro dramático.

-¡Ah, tristes destinos! Perdonen, queridos míos, pero siento que desfallezco. Quizás tarde más de lo pensado. Pero, vayan con la directora. Díganle que iré a verla. Vayan, vayan.-

Con su mano a la espalda, disimuló mientras sacaba una pequeña petaca de cristal, del que se apresuró a tomar un pequeño trago cuando no la veían.

El trébol, la reina, los corazones, el trévol ganando sobre los corazones... cada vez tenía menos sentido la mujer y no encontraba forma de hacer las cosas, de seguir sus palabras. Era como si estuviera hablando de personas y no de cartas. La pobre mujer parecía no entender ella misma lo que estaba haciendo.

Suspiró resignada.

"No se preocupe, profesora. Vaya a buscar sus notas, yo acompañaré al señor a que le atienda la profesora." Asintió indicando con la mano para que el hombre desviara camino hacia la gárgola que protegía el despacho de Minerva MacGonagall, apenas notando un movimiento de la profesora antes de girarse a seguir ahora si rumbo al otro despacho.

Miro a la profesora y sus palabras quedan resonando en mi mente, quizás porque les estoy buscando sentido. Sí, la profesora Trelawney no es una mujer de muchas luces pero algo se podía decir de ella: nunca se había equivocado en sus visiones. Sí, era un bicho excéntrico; sí, parecía subnormal pero es el precio que se paga cuando se tiene un adelanto de lo que vendrá y se tiene que aprender a lidiar con ese conocimiento y esa carga.
Sentí pesar por ella al dejarla, debía ser terrible aquello que lograba trastornarla de esa manera.
-Luego la visitaré profesora Trelawney, si no le molesta- agregué alzando levemente la mano y luego me giré hacia mi colega -Le agradezco profesora Gammel, la sigo. Es usted muy amable en guiarme -acoté mientras me arreglaba la corbata y me estiraba los bordes de mi traje bajo la capa.

"No se preocupe, el despacho de la directora se encuentra actualmente en el cuarto piso." Aclaró, comenzando a caminar con su paso lento y relajado que recordaba más a una dama de la antigüedad con sus grandes vestidos armados que apenas permitían moverse.

En el caso de ella era algo parecido pero no del todo, el encorsetado de metal que impedía que su columna sufriera el rigor del esfuerzo de simplemente caminar. El cuerpo era débil aunque su espíritu quizá no lo fuera tanto, pero con los años desde que comenzó el desgaste la energía había mermado hasta que su cuerpo que parecía etéreo en ocasiones acababa por ser igualado con su alma ya moribunda.

"Últimamente Minerva se encuentra algo estresada. Espero que haya tiempo como para hablar con ella, sino pasa, yo ya tendré tiempo durante la cena, lo que tengo para ella no es urgente." Urgente no, importante si... después de todo era además de todo el trabajo quien daba asistencia a los alumnos y un lugar donde hablar libremente.

-Muchas gracias, qué gentileza -dije inclinando levemente la cabeza, continuamos nuestro camino escaleras arriba y luego de unos peldaños le pregunté -¿Y cómo la trata la tarea de la enseñanza? ¿Qué me puede decir de los alumnos luego de la guerra? -inquirí con verdadero interés, porque estaba claro que una cosa era la opinión de una directora y otra la de una profesora, mientras más puntos de vista tuviera mejor para hacer mi análisis de la situación. -Me imagino que no debe ser nada fácil -agrego tratando de mostrar empatía -Yo estoy recién llegado de Alemania, donde acabo de terminar una maestría, pero antes era alumno de esta casa de estudio. Es bueno estar de nuevo entre estas paredes. -admito no sin cierta melancolía.

"Yo soy rusa de nacimiento, venir a Hogwarts no era una opción ya que mi hermano mayor iba a Durmstrang y era donde me consideraban más segura." No quiso desarrollar el tema por un momento, entre los atentados a la seguridad de su familia y el hecho de que la mitad del tiempo su cuerpo comenzaba a mostrar colapsos era sin lugar a dudas algo demasiado largo de explicar a alguien que recién llegaba de regreso al castillo y caía por primera vez en la cotidianidad del lugar.

"Entonces, ¿a que casa perteneció?" Preguntó curiosa. No todos eran agradables, pero escuchaba lo que decían de una casa o la otra, los Slytherins tratando de redimirse y los Gryffindor cayendo en desgracia aparentemente no era lo que todos estaban acostumbrados, pero ella había pasado solo un año dentro del colegio previamente por lo que no podía terminar de juzgar la situación de las casas, encima habían sido emparejados con los Slytherins para acomodarse y eso significaba que solo a ellos conocía pero por arriba, nada muy personal, su hermano se encargaba de mantenerla oculta de las miradas extraviadas.

"La verdad... no sé cuan bien lo estoy haciendo. No soy profesora... el título solo me lo dieron por el trabajo pero aun no termino un profesorado de Aritmancia. Ineludiblemente si quiero seguir trabajando aquí voy a tener que hacer la capacitación necesaria, pero nunca pensé estar trabajando de esto en primer lugar. Los alumnos no parecen muy interesados y es una materia tediosa si no se le pone un poco de ganas, la falta de interés y participación es preocupante." Y eso era solo la punta del iceberg, no quería pensar lo que sería en materias que realmente requirieran el esfuerzo.

Deslicé una sonrisa -Yo soy de nacionalidad franco-alemana -hice un gesto con la mano -Mi padre era alemán y mi madre francesa -expliqué -Los rusos tienen fama de ser buenos con los numeros -dije -Quizás asista a una de sus clases, me parece una asignatura de lo más interesante... aunque cuando era alumno no lo supe ver -afirmo mirándola de lado, qué apariencia más peculiar tiene, tan etérea y frágil, sin embargo su voz no es la de la alguien frágil: tiene dicción segura, clara, es resuelta y afirmativa. Supongo que debe tener una personalidad fuerte, después de todo aceptó exponerse al tempestivo carácter de los adolescentes y a la traumatizada cabeza de los niños hijos de la guerra, como yo.
-Durante mi estadía en este colegio fui alumno de Slytherin -comenté expandiendo mi sonrisa, sabía que nuestra fama nos precedía, para bien o para mal. -¿Y cómo la trata su residencia aquí? ¿ha hecho amigos ya? El clima antes de la guerra era más amistoso, aunque ahora no sabría decirle.

La mujer rió, negando con la cabeza, aun su pose relajada y conservadora, pero con un brillo de diversión que no hacía juego con la falta de vitalidad que presentaba su cuerpo. Era contradictoria en base, pero no parecía necesitar detenerse para explicarse: Todo tenía sentido al menos para ella. Pero la fama de los rusos y el cambio de opinión sobre una materia le resultaba gracioso de todas formas.

"No es que seamos buenos, es que nos han enseñado más fuertemente la importancia de las matemáticas: Si son laxos con los deberes estas se olvidan. Dudo poder olvidarme de las cientas de veces que los profesores corregían y reprobaba. Tenía dificultad para ir a clase así que imagínate la cantidad de cosas que me perdía y debía intentar compensar en casa." Recordaba las noches estudiando con su mamá al lado estudiando sus signos vitales ya que la chiquilla era demasiado testaruda como para dejar de estudiar aun por su salud y es que si no hacía nada y se la pasaba en cama se aburría... nadie quiere a una preadolescente aburrida, ciertamente era más problema que el necesario.

"De momento, creo que no he hecho muchos amigos, casi todo el tiempo lo paso con los alumnos, sea por clase o por asistencia psicológica, solo he tenido la suerte de tratar con mi actual pareja..." Se pasó una mano por el cabello pensativa, jamás le había preguntado a Ron que eran realmente aunque todo el mundo sabía que había algo entre ellos ella no tenía idea de como definirlo. No había promesas de amor eterno pero si un profundo cariño, amor y respeto al menos de su parte. "Supongo que me he pasado la vida en el despacho de la directora más que haciendo sociales aunque me he cruzado con los profesores en un momento u otro. ¿Y tu? Recuerdo haber estado hospedada con los Slytherins durante el torneo hace unos años, ¿Conoces a muchos de los actuales profesores?"

La miro, ¿por qué dice que tenía problemas para ir a clases? Quizás sí esté enferma.
-Mmm, claro el trabajo de la enseñanza es absorbente -comento tomándome el mentón con una mano -Qué bueno que tiene una pareja para tener algo de conversación adulta fuera de lo que es el trabajo, si no uno termina hablando como un adolescente también, o lo que es más peligroso, pensando como uno -me reí por lo bajo, luego retomé la seriedad -Si bien no estamos tan lejos de ellos en edad, sí lo estamos en madurez, o eso quisiera pensar -dije reflexivo.
-La verdad es que no estoy seguro de si conozco a muchos de los profesores... de hecho, tengo que actualizarme con respecto a algunos cambios -reconocí -Solo conozco a MacGonagall por obvias razones y... ¿quiénes son los otros profesores? -pregunté curioso, dándome cuenta de que no lo sabía -¿Ha quedado alguno de la vieja escuela?

No pudo evitar la sonrisa secreta de sus labios ya que su pareja era menor que ella y de entre los adolescentes en realidad, ambos eran quizá los que más se comportaban como adolescentes, más incluso que los alumnos a los que enseñaban, la debilidad por la comida, la locura de jugar en la nieve o las salidas a descansar en el pasto además de sus locas ocurrencias de atragantarse, reírse por nimiedades y disfrutar de las cosas como venían.

"Sprout, Flitwick, MacGonagall, Hagrid... aunque la profesora de Criaturas mágicas es nueva él está como guardián de los terrenos. No sé si hay alguien más realmente, no conozco mucho de lo que era Hogwarts antes..."