Les Fleurs du Mal § Samuel Broddick

La Saeta de Fuego surcaba el aire a gran velocidad, una, dos, tres veces con un violencia inusitada para alguien como ella que solía mantener un buen humor constante, aun cuando su copa tenía drogas y cuando la gente solía despreciarla porque era solo una hija de muggles huérfana y sin otra cosa que hacer que jugar quidditch en su tiempo libre porque no tenía amigos reales.

Y no hablar cuando consiguió una custodia para tener a Niniel en la casa: Una niña cuidando de otra era inusitado, pero era lo mejor que tenían considerando las leyes de los magos y lo desbordados que estaban los sistemas.

Las giras con el equipo no eran muy agradables y si quería terminar el colegio debía asegurarse de estudiar mucho en esos ratos que tenía entre entrenamientos y clases los cuales eran en realidad casi nulos.

Bufó, dando una vuelta en espiral descendiente hasta acabar en un Wronski Defensive Feint, aterrizando con algo más de cuidado, cansada de haber estado casi dos horas aprovechando el campo libre un sábado por la mañana. Debía mantener la forma si quería que renovaran el contrato el año que viene.

Aún con el sabor de Astoria en mis labios (Joder, que han pasado ya unos cuantos días, pero simplemente no dejo de saborearla...) tuve mi "regreso a la vida" como quién dice. De nuevo recordar que aún hay clases, que estoy en un lugar del cual no me puedo ir aún. Y ya las cosquillas en los pies de todo el que ha nacido con alma nómada me dice que tengo que seguir. La cuestión está en: ¿como?

Pero dejé de pensar al momento que puse pie en campo de Quidditch, y pude ver a Louise realizar aquella peligrosa maniobra, que por unos segundos me hizo pensar que daría contra el suelo. Y luego aterrizaba, tan elegante. Sonreí, le debía una TREMENDA disculpa, y al mismo tiempo tenía ganas de besarla por darme el "empujón" hacia los brazos de la Slytherin.

-¡Eh, chica-ave!- Grité, avanzando hacia ella. Alcé una ceja al ver su uniforme. -¿Y esa ropa? ¿Es que hay fiesta en el barco de los "Navegantes Vikingos" y estás pensando colarte?- Comenté con sonrisa burlona.

Puso ambos pies en el suelo, su Saeta de Fuego quedando en el pasto un momento y ella solo observándola... la observaba, con esa curiosidad de un felino que encontró un ratoncillo en su rango de visión y deseó comerlo, pero era más interesante observar esos extraños y rítmicos movimientos con sus diminutas patitas mientras ella...

Sacudió la cabeza, escuchando una voz que parecía llamarle...

"¿Chica-Ave? Esa es nueva..." Comentó curiosa, abriendo la campera deportiva de Durmstrang para poder sacarse un poco el calor que sentía en este instante al estar acalorada por el ejercicio que había hecho en el aire principalmente calentando con movimientos de bateo y elongaciones en el aire.

Tardó sin embargo un poco más en entender lo que el chico castaño le estaba diciendo, todo resumiéndose en un largo ‘¿Eh?’ seguido de una cara incrédula de quien no ha entendido absolutamente nada de lo que le han dicho.

"Ah, ¿No eras el que estaba con la chica que cantaba? Lo siento, mi más sincero pésame... debió haber sido duro." Comentó de repente cayendo en cuenta sobre quien era el chico, bajando los ojos un poco apenada. Había escuchado que él se había ido con otra chica mientras su compañera se quedó haciéndose cargo del entretenimiento antes del ataque. Aunque nadie le dijo como es que la cantante había llegado a estar en el borde del lago cuando convirtieron en Inferi al ex director de Hogwarts, la verdad que nadie hablaba mucho del tema en primer lugar.

Esta vez fue mi turno de poner cara de circunstancias y soltar un "¿What?"

-Momento... ¿De que diablos me estás hablando?- De repente se me encendió el bombillo, y comencé a reír. -No puedo creerlo. ¿Me estás aplicando la ley de hielo o algo así? Oye, que no tienes derecho a quejarte, tú fuiste quién me lanzó a los brazos de Astoria, literalmente. Por cierto, ¡Te voy a amar el resto de mi vida por ello!-

Me lancé hacia ella y la alcé por la cintura, girando con ella en el aire. Resultó ser bastante liviana. Volví a ponerla al suelo. -Vamos, Louise... Voy a comenzar a pensar que estás celosa.-

"¡¿Que m...?!" Ni siquiera el insulto llegó a salir completo al sentir que era levantada en el aire y sacudida en círculos, el cuerpo pequeño y demasiado ligero ondeando como vandera entre las manos del loco chico castaño.

"¡SUELTA!" Comenzó a gritar y patalear.

‘Los hombres solo quieren una cosa, él no es diferente, Lou.’ Le recordó una voz masculina que no podría reconocer aunque quisiera aunque se parecía peligrosamente a la de aquel chico que había conocido junto al lago.

Esa simple expresión fue que hizo que entrara en pánico. No le gustaba ser tocada sin permiso, no le gustaba ser tocada, no quería seguir siendo sacudida, pataleando y golpeando hasta por fin ser bajada, observando solo un momento con pánico antes de comenzar a correr por el campo en busca de alguna zona más habitada, olvidando detrás su escoba y bate, sin saber si trataría de alcanzarla.

¡No sabía de que mierda le estaba hablando! ¡No conocía ninguna Astoria para empezar! ¡Realmente la muerte de su compañera le debió haber afectado de sobremanera!

-¿Pero qué...?- Había logrado decir, sintiendo los golpes y las patadas que daba al aire. Entonces me miró.

"Una mirada de terror, ante una criatura de pesadilla.
Una mujer que grita en una habitación de hospital, acechada..."

Di un paso hacia atrás, fulminado por aquella mirada. Hubiera tenido el mismo efecto si me hubiera golpeado el estómago, o pateado los testículos. Me sentí sin aire, dolido y confundido a un tiempo. -Mierda...-

¿Qué carajos había pasado? ¿Qué le había hecho para que actuara...así? La veía alejarse... -¡Lou!- Me llevé la mano a la frente, cerrando los ojos. ¿Por qué demonios me había mirado de esa manera? No soy un monstruo... No soy un monstruo...

Soy el hijo de uno...

Se giró al ser llamada nuevamente, deteniéndose en su correr aterrado. Aunque ya había puesto varios metros de distancia entre ellos al ver que no se había movido el chico se quedó allí, acalorada y sonrojada por la loca carrera que se había mandado y el miedo que le dio ese momento, ese pequeño instante.

"¡No vuelvas a agarrarme así!" Le recriminó sin aliento, aun confusa y molesta pero sin el pánico que había sentido en primer instancia. Quería ser lógica. El chico la debía estar pasando mal considerando que su amiga murió en un atentado en este mismo colegio.

Suspiró, respiró profundo y volvió a suspirar para deshacerse del manojo de nervios que era.

"Entiendo que no es un buen momento para ti, pero no sé de que me hablas... ¿has considerado ir con la enfermera a hablar?" Comentó, sugiró en un intento de que las cosas fueran claras. Confiaba en que no intentara nuevamente acercarse a tomarla así como hizo antes, no le gustaban las sorpresas, mucho menos si tenía de trasfondo la historia de Niniel para respaldarse y esa insistente voz en la cabeza.

Intenté sonreír, al verla mirarme de nuevo. Pero me fue imposible. Parecía realmente molesta. ¿Por qué?

-Lou, escúchame.- Dije, con las palmas abiertas. -Lo siento. ¿Es por lo del baile? No creí que te molestaría, de verdad.- Me llevé la mano detrás de la nuca, apretando con frustración. -Quiero decir, me dijiste que estaba bien. Me animaste a ello. Y es evidente que te malinterpreté. Ya ves lo idiota que soy intentando entender a las mujeres.-

Forcé la sonrisa, pero esa manera de mirarme seguía siendo tan... poco ella. -Lou, ¿Que hice? ¡Dime, por Dios que te hice!-

"¡¿Que hiciste?!" Gritó frustrada tratando de entender que era lo que le pasaba al chico que se veía tan confiado.

"¡Ni sé tu nombre y acabas de sacudirme por los aires!" Espetó molesta, con la sensación de que se debería quizá sentir herida o puede que alegre, que no debería ser tan cruel con él, pero es que ¡No sabía su nombre! "Aunque sea dime que estabas consciente en Halloween... comienzo a creer que estabas borracho o algo así para... que sé yo. ¿Fuiste a la enfermería?" Preguntó, una parte de ella empujándola a preocuparse por él, a querer saber como estaba, otra parte renegando de eso, con miedo a acercarse a una persona tan confiada.

Se sentía tonta, como un ave herida tratando de sanar a otro en medio de su más absoluta confusión.

-¡¿Que no sabes...?!- Me llevé las manos a la cabeza. -Oye, mira. No sé a que estás jugando, Lou. Pero no me da tanta risa, ¿vale? Prefiero que me digas "Sam, eres un imbécil", o lo que sea que te tenga de esa manera, pero decirme la verdad a la cara. Joder, ¡pensé que éramos amigos! ¡Que podíamos ser francos el uno con el otro!-

Me acerqué dos pasos, señalándola. -Te dije cosas que no pensaba decir a nadie, y tu me hablaste de ti, y las veelas, sirenas o lo que sea. Entendiste mi frustración por el juego que Astoria tenía conmigo, y tuvimos un momento...-

Desvié la mirada. Aún podía recordarlo, y me molestaba que ella se estuviera portando con aquella actitud. -Fue genial. ¿Sabes? No hizo falta palabras, sólo... estar allí. Fue lo que sentí.-

"No sé a que juegas... pero yo no soy Liese Odell, deberás tarde o temprano aceptar que está muerta." Era entre la cruda desesperación y el miedo que decidió que estar en presencia de este chico raro no habría nada nuevo, comenzando a caminar nuevamente, aterrada por lo que trataba de decirle. "Yo fui al baile con uno de mis compañeros de clase, Viktor. Pregúntale si quieres, pero no me trates de confundir con tu amiga muerta."

Ugh, este chico le confundía, quería ayudarlo, pero no sabía como y ciertamente no era el momento para comenzar a pensar en esas cosas. Si, era cruel decir las cosas así pero es que sino él no parecía entender, parecía convencido de que la conocía de algo y no era cierto, ella era Rusa, es más su acento como mucho se mezcló con el alemán de haber hablado siempre con sus compañeros de equipo, pero en general incluso tenía más marcadas las R y todo.

Miró el reloj con impaciencia.

"Oye, lo siento por tu amiga, pero realmente me tengo que ir, tengo practica en 15 minutos y debo ir a cambiarme antes de que me echen, y créeme, no quiero que me echen." Aclaró con un suspiro angustioso de confusión. No entendía lo que pasó y una parte de ella no estaba segura de querer entender porque los reclamos de él le herían, no sabía que habría hecho esa chica, Odell, pero ciertamente parecía que había sido una buena amiga si esto era lo que pasaba.

Dio unos pasos para nuevamente dirigirse al barco pero se detuvo solo un momento.

"Por cierto, leí en el periódico lo de tu amiga, realmente parecía buena chica, pero ya no está, no me parece justo que vayas tratando de reemplazarla con otras personas." Admitió aunque por un lado se sentía culpable de recriminarle, evidentemente alguien debía hacerlo antes de que se terminara de volver loco.

¡¿QUIEN DEMONIOS ES ODELL?!

Pero no, ya no podía estar jugando. Nadie puede mantener una farsa tanto tiempo. -Lou... Louise Eisenberg. De verdad, ¿no me recuerdas?-

Intentó dar un nuevo paso a ella, esta vez más confundido. -Louise, soy Sam. Samuel Broddick. Sam... Me salvaste de una bludger.- Cerré los ojos, intentando recordar todo lo que había hablado con ella. -Eres... Eres una veela, estás en la casa de Hufflepuff. Eres bateadora, y eres genial. Te gustan las plantas, sabes mucho de ellas, pero detestas transformación.- Sonreí, aunque me sentía nervioso, confundido. ¿Por qué no podía recordar? Pero su nombre es Louise, su nombre es Louise.... Eso si lo recuerda. -Cerca del bosque, hay un árbol de limones de cuatro estaciones, que tienen Azahar en flor. Tú me lo dijiste, me lo mostraste. Y cantas, maravillosamente... Bailamos. Tu y yo, allá arriba.-

Tenté otro paso. -Lou. Soy Sam... soy t...tu Sam...- Tartamudeé la última frase. No sabía porqué lo había dicho de esa manera, pero era así. Sólo en ella me había confiado por completo sin esperar algo a cambio. Esto estaba siendo una putada del destino, diciéndome... Diciéndome que no podía confiarme en nadie.

"Mi... Sam..." Esas palabras la congelaron en su lugar, casi pareciera que alguien le hubiera lanzado un Petrificus Totalus, porque su cuerpo se congeló en ese lugar.

‘Te debes quedar aquí, ya sabes que no puedes, no en este estado.’ ¿que estado? ¿que era lo que susurraba esa voz? Sam, Sam... Samuel era su mejor amigo de la infancia, lo sabía pero por alguna razón giraba y giraba y no encontraba sentido, quería acercarse para que no sufriera, no quería que él sufriera, ¿por que temía sus lágrimas? ¿Por que se sentía culpable?

"Yo..." ‘No te conozco pero te me haces familiar’. ¿Sería que si lo conocía? ¿Flores de Azahar? ¿Había Flores de Azahar en Hogwarts? ¿Por que de repente no parecía poder salir de su mente? ¿Por que no podía expresar las dudas, atrapada entre lo que pasaba y memorias o cosas que se imaginaba podría haber pasado.

Y lo peor es que se sentía mal por él, no sabía porque se sentía responsable pero era responsable de alguna forma de cuidar que no se sintiera mal por su culpa.

"No, no... Samuel, no estés triste." Se acercó un poco, le dolía en el pecho eso que le decía que ya tenía que estar entrenando, esperaba que no fueran muy duros con ella. "No te conozco, pero... podemos conocernos, ¿verdad?" Trató de negociar aunque sabía en el fondo que esto no era lo que él quería. "Soy... soy Louise Eisenberg, tengo 16 años y soy de Rusia... este, soy humana, mis padres eran muggles hasta lo que recuerdo. Y... ya, tengo la custodia de una chica, me dice mamá y pierdo a veces la paciencia porque no sé que hacer con ella o para ayudarla. Juego quidditch para el equipo de Alemania y solo sé bailar pero soy muy torpe para hacerlo bien."

Se acercó con voz conciliadora, mostrandole las manos en indicación que no estaba intentando ningún truco.

¿Por que quería abrazarlo? ¿Por que trataba de ayudarlo? No era su responsabilidad, no tenían nada que ver, pero una parte de ella deseaba abrazarlo y robar ese pánico de su mirada y su tristeza, pero no podía, ella no era esa persona que buscaba.

La veo acercarse con ese tono conciliador. No sé que hacer, ni como responderle. No puedo entender lo que está pasando, si es ella la afectada o si soy sólo yo. ¿Qué es cierto, que es falso? ¿Quién es esta chica frente a mi?

Al ver sus manos extendidas me acerco un paso más, extendiendo también mis palmas hacia ella, que vea que en ningún momento he tenido malas intenciones. Quiero tomar sus manos como aquella vez en que me llevó a ver las flores, quiero apretarla contra mi y cantar un waltz para ella. Pero no es la misma Louise. ¿O no soy yo el mismo Samuel?

-Tienes razón, quizás deba ver a la enfermera.- Termino admitiendo, sin poder mantener su mirada. Recordaba un vestigio violeta en sus ojos la última vez, ahora son aquamarine. -Lo siento, Louise Eisenberg. Es... un gusto conocerte...-

Se pasó una mano por el pecho para ocultar la incomodidad, tratando de tapar el dolor que parecía haberse alojado allí este momento, comenzando a dudar, deseando ser esa persona que él decía, le encantaría poder ser esa persona, ¿por que le daba ganas de llorar? Ella quería ayudar a un chico nada más, era solo eso, solo lo que...

Soltó un sollozo al frotarse en el pecho, el corazón tintineando, el relicario con forma de corazón que parecía encerrar sangre en esa preciosa gema roja que caía entre sus senos, tan sensibles, no sabía porque pero era algo que los enfermeros habían revisado en el último tiempo y dijeron que sufría de un exceso hormonal solamente, pero... pero algo faltaba.

"Ven, vamos... yo también debería ir a la enfermería. Solo... me siento un poco angustiada." Admitió, dando los cuatro pasos que la separaban de él y tomándole de la mano se giró para encaminarse en dirección al castillo de la misma forma que lo había hecho en algún pasado oculto. Era el mismo dulce aroma que la rodeaba y la misma calidez en su pequeña mano aunque dijera que no lo recordaba y en este momento daba la sensación de que se pondría a llorar por cualquier absurda razón ella estaba allí, guiándolo a la enfermería de Hogwarts.

Me dejé llevar por ella, sosteniendo su mano como si en ella se encontrara el último vestigio de realidad; porque ya nada parecía tener sentido. Apreté con algo de fuerza su mano, seguro que en el momento que ella me soltara todo cambiaría por completo, ya no seríamos Sam y Lou bailando sobre las gradas, sino Samuel y Louise, dos extraños el uno con el otro.

No, no podía resignarme aún. Pero quizás este no era el mejor momento.

-Louise... Me quedaré aquí en Navidad. No.. tengo otro sitio.- Admití, pensando que quizás pasaría un día en San Mungos, pero no me dejarían dormir allá. -¿Podremos vernos después? Seguramente nos permitirán visitar Hogmeade. ¿Has.. ido allá?-

Se detuvo un momento pensativa. Esa pregunta le era sorpresiva al igual que esas reacciones. Era raro, pero quería cuidar de este chico, como no había cuidado a nadie, quizá era un poco de miedo ante las reacciones que obtenía de él.
Cuando no pudo más solo le quedó detenerse, girarse a él y con un suspiro buscar un árbol, era grande, de limones... ¿que hacían árboles cítricos en el parque del colegio Hogwarts? Eso sería un misterio realmente. Sin más lo guió allí, haciendo que se siente y ella también para que se acurrucaran juntos. No sabía porque pero sabía que eso era lo que él necesitaba en ese instante, quizá alargar un poco este tiempo juntos.

"Ven, necesitas un poco de aire más parece." Comentó con una sonrisa indicando que se sentaran allí con las piernas cruzadas, invitándolo a apoyarse en ella, sea su pierna o su hombro. "Te invitaría a pasar la navidad con nosotras, pero siendo un chico probablemente Niniel no se sienta muy cómoda... pero podemos encontrarnos cuando gustes, he ido de visita a Hogsmeade, es lindo pero no tuve tiempo de conocer demasiado..."

Cuando la veo dirigirse a ese árbol, el mismo árbol, la esperanza me retornó al cuerpo con fuerza. No todo estaba perdido, lo sé. Tomé asiento junto a ella, y apoyé mi cabeza sobre sus piernas cruzadas, en una posición que sólo he tomado con mi madre, acurrucado en sus brazos y dejándome consentir.

-Me alegra saber que no se devolverán a... donde sea que vivan para vacaciones.- Le dije con ojos cerrados, respirando con profundidad. -Dicen que la Navidad en Hogwarts es demencial.-

Le tomé la mano y la sostuve sobre mi pecho, como un perro que se aferra con suavidad pero con seguridad a un hueso. -Gracias por darme una oportunidad, Louise. De... conocernos.-

"No sé si sea demencial... y me he mudado a Londres. Es una zona que Niniel maneja y el idioma es muy diferente así que si le pasa algo o necesita algo nadie le entendería me temo." Admitió recordando que el Alemán era el segundo idioma para Rusia mientras sus dedos jugaban con el cabello oscuro del chico, buscando que se relajara para poder ella también apoyar la cabeza en el árbol en un gesto adormilado, cerrando lentamente los ojos y quedando así mientras lo acariciaba.

"No te preocupes, por alguna razón me caes bien, realmente querría volver a verte aunque fuera en otro contexto donde no haya profesores presiguiendonos por todos lados la verdad."

"Por alguna razón", dice...

¿Cómo fue que sucedió esto? Un día canto y bailo con ella, sostengo su mano y me siento natural. Al siguiente se asusta y huye de mi. Tan... repentino.

Tuvo que ser la Fiesta de Halloween. Esa noche pasaron muchas cosas, de las cuales no me enteré porque estaba idiotizado por la serpiente. Algo tuvo que ocurrir ese día. ¿Acaso alguien podría contarme... Algo?

Recordaba a la profesora Susan, a Ophelia... Quizás pudieran hablarme más de ello. Quizás podría adivinar que había sido de Louise. Mi Louise. Y de la supuesta cantante rubia que había muerto. Porque yo no estaba loco... Aún cuando el significado de loco es estar seguro de algo que el resto del mundo cree imposible.

-Londres. Guay. Apenas si le he visto. Soy Americano; canadiense, en realidad, pero solo de nacimiento.- Comenzar de nuevo. Ahí vamos...

"Canadá..." Se quedó pensativa, como si su mente estuviera buscando rescatar alguna memoria. Los pequeños dedos acariciando su cabello de forma ausente. "Hace poco tuvimos que ir allí, aunque fue solo por el día por lo que no conocí nada la verdad. ¿Quizá puedas mostrarme algún día? No sé si me dejarán en realidad, pero quizá conozcas lugares interesantes allí, ¿verdad?" Tanto que había viajado y tan poco que había conocido en los últimos meses, realmente debería cambiar su ritmo de vida porque a este paso no habría otra cosa que imágenes borrosas.

"Yo viví siempre entre Rusia y el camino por Bielorrusia, Polonia, he pasado por Kasajistan varias veces, pero jamás crucé el Océano por más que un partido." Admitió tras un momento, aun los dados acariciándolo pensativa. "¿Sabes? Yo tenía un amigo que se llamaba Samuel... era de Gryffindor, le gustaban las bromas pero desde que entramos en el colegio poco tiempo pudimos pasar juntos... hubiera cumplido 17 esta semana."

Sé que en mi rostro apareció una mueca en el momento que me dijo si la llevaría a Canadá. Para mi, Canadá es... él. Si vuelvo, cuando vuelva, no será para visitar las Cataratas del Niagará, o hacer turismo por Toronto.

De todas formas intenté formas una sonrisa. A la otra Louise le hablé de mi padre.. A esta Louise temo asustarla si lo digo. -Claro. Cuando esté allá te enviaré una lechuza.- Disimulé, enfrascándome en escuchar sus palabras y esperar que desviara el tema. Gracias a Dios, lo hizo.

-¿Otro Samuel de Gryffindor? Y yo que comenzaba a sentirme especial...- Dije, pero no me reí. El "hubiéramos" era muy importante. -Lo siento.-

"No te preocupes... era mi mejor amigo y no creo que hubiera querido menos que morir luchando por sus ideales." Admitió encogiéndose de hombros. "Él era hijo de muggles, así que con más razón quería participar, quiso hacer las cosas bien y salieron como pudieron. ¿Que puedo decir al respecto... lo extraño, pero no puedo volver el tiempo atrás." Comentó con una leve sonrisa, tratando de no recordar ese hecho.

Las cosas no habían funcionado bien, cuando llegó a ayudar con el grupo de amigos de Viktor Krum recordaba ver el cuerpo desollado de Samuel, una dura realidad que había golpeado demasiado cerca de casa.

"Yo no fui de mucha ayuda, cuando logré llegar ya era tarde." Admitió tras un momento, encogiéndose de hombros.

Miré hacia el atardecer que comenzaba a caer, sin saber muy bien como sentirme. Habían muchas cosas, impotencia, enojo, incapacidad de entender...

-¿Por qué matar niños en una guerra? ¿Por qué matar personas, en general? ¿Por qué demonios tiene que aparecer alguien y acabar con la vida de gente inocente?- Solté, cansado. Cansado de escuchar de esta guerra que daño a tantos, a todos. De no sentirme parte de nada, puesto que no pasé lo que ellos. Y que pareciera que todo me llevará siempre a lo mismo: nunca apegarme a nada ni a nadie, ser un nómada, cumplir con mi venganza.

Me levanté de las piernas de Louise, tomándole una mano, besándola en la muñeca.

-Louise Eisenberg, gracias por este momento. Mi pasado, presente y futuro son un caos en este momento, y debo pasarlo solo. Perdona que te deje ahora; te buscaré, o te escribiré.- Volví a besar esta vez la palma de su mano, para dirigirme al castillo. Había cosas que hacer, o mas bien decidir...

Suspiró y asintió con una sonrisa, apenas dejándolo marchar bajo las largas pestañas, apenas espiando la dirección en que iba el chico, un poco de lástima, un poco de miedo. ¿Que había pasado que les había arruinado la vida así a todos?

¿Como había fallado tan fuerte? ¿Caído tan bajo?

Ese baile le parecía que iba a ser la cumbre de sus problemas, o quizá es que no veía todo. Y por ello tenía que investigar, demasiados secretos se ocultaban en los pasillos de Hogwarts y no sabía por donde empezar. ¿Sería este su hogar? ¿Sería aquí donde pertenecía? ¿Cuales eran sus aspiraciones?

De momento le quedaba el sabor amargo de no poder ayudar a este chico, realmente deseaba hacerlo, deseaba ayudarlo en lo que necesitara pero aun no sabía como. Por eso lo dejó marchar, preguntándose si en otro momento no hubiera podido hacer algo por él, hacerle sentir mejor... ¿quizá bailar? Por alguna razón le sonaba que podrían bailar juntos y eso mejoraría todo. Solo esperaba que recordara ir a visitarle en las vacaciones.