If you come closer-Sam Broddick {+18}

Casi me mato al correr por las escaleras, estaba tan distraída mirando hacia atrás para ver cuanta ventaja le sacaba a Sam, que casi me resbalo en dos ocasiones y me voy para abajo.
Pensaba que iba a adelantarme en cualquier momento, pero por alguna razón llegué yo primera a la puerta de madera oscura en la que hacía pocos días, Hermione y yo nos habíamos encontrado y emborrachado.
*Un lugar donde nadie nos moleste* Pensé cerrando los ojos. Antes de que Sam apareciera, me escondí tras una de las columnas y esperé a que llegara.

Sabía que iba a ocurrir a continuación, y una parte de mi lo deseaba...pero la otra...La Astoria Greengrass que usaba la lógica me susurraba al oído *Mañana por la mañana va a desaparecer tras echarte un polvo* Agité la cabeza para espantar esas ideas y me mordí el labio antes de que Sam apareciera *¿Y a ti no te gustaban los chicos mayores?*
Oí sus pasos y justo cuando estaba acercándose a mi posición salí de mi escondite y le toqué la espalda, girando a su alrededor para que no pudiera verme. Le volví a tocar el hombro y esta vez, cuando se giró, salté y pasé mis brazos por su cuello y enredé mis piernas en su cintura.
-¿Recuerdas por donde íbamos?-Dije apoyando mi frente en la suya con una sonrisa de oreja a oreja-¿O quieres volver a empezar?

Sentí la puerta de madera a mi espalda y la empujé poniendo mis brazos hacia atrás.
Por el rabillo del ojo vi que la sala se había transformado en una bonita habitación en la que había una especie de bar en uno de los lados, una bañera enorme en una esquina y una cama enorme en el centro de la habitación, decorada en tonos rojos y verdes entremezclados. Observé los detalles, no faltaba nada ni había nada fuera de su sitio, incluso había un cuenco de fresas en una mesilla al lado de la cama, lo cual era preocupante ya que parecía indicar que más parejas antes que nosotros habían usado la sala para ese fin. La puerta se cerró con un "clack" tras nosotros.

-Esto es la sala de los menesteres-Pasé mis manos por su cuello y las enterré en sus cabellos, sintiendo como la excitación crecía en mi.

Aquella carrera había parecido un juego de gato y ratón, donde el ratón es definitivamente mucho más listo y escurridizo... Vaya, es primera vez que me comparo con un gato. Debo admitir que estaba verdaderamente ofuscado, sin ver a nada ni nadie en nuestro camino y sólo atento a la risa de campanillas de Astoria. Había momentos que desaparecía de mi vista, antes que volviera a vislumbrar la ondulación de su falda y reiniciaba mi carrera en pos de ella.

Aún sigo sin entender como subí todos aquellos pisos sin tener que detenerme por aire. Es definitivo, esta chica puede sacar lo más oscuro de mi. Avanzando por aquel pasillo vacío, sentí una mano a mi espalda. Al voltear, nada. Sonreí al volver a sentir el toque, y esta vez me recibieron sus labios, sus piernas, su cuerpo entero, mientras atravesábamos el portal de la habitación.

-Eres una diableza, chica S.- Logré murmurar contra su cuello, al escuchar como me animaba a seguir hurgando entre los rincones de su cuerpo. Tuve que despertar un instante de la visión de ella para poder notar nuestro entorno, que me presentaba. Y no pude evitar alzar una ceja, completamente divertido. Le mordí el cuello con pasión, ahogando la risa. -¿Debería preocuparme que conozcas este lugar? ¿A cuantos otros incautos como yo has traído a tu guarida, princesa S?-

-¿Pero no era una serpiente?-Dije con una voz inocente y virginal, sonreí y dejé caer mi cabeza hacia un lado para dejar que sus labios recorrieran mi cuello. Mientras, mis manos jugaban con el cuello de su camisa y se aventuraban hasta la cinturilla de sus pantalones, desatando el primer botón del cierre.

Me separé de él un instante y sonreí. ¿Qué responder a esa pregunta?
-Mmmmm...Digamos que no he traído a ningún chico a este lugar-Nunca mejor dicho-Y yo no atrapo a incautos, me gustan los príncipes...o los villanos.

Me bajé de su cintura y le empujé hasta que se quedó sentado sobre la cama, con un rápido movimiento, me incorporé y me quedé de pie en frente suyo, con una sonrisa maliciosa en los labios. Me llevé las manos a la cabeza, para quitarme la corona que mantenía mi peinado, dejando que mi oscuro cabello cayera ondulado sobre mi espalda. Después, dejé caer uno a uno todos los accesorios que llevaba, que chocaron contra el suelo con un sonido metálico. Solo después, puse mis manos sobre la cintura de mi falda y lentamente, abrí el cierre y la dejé caer sobre mis pies.
Mis bragas eran de color negro, de encaje oscuro,  pequeñas y ajustadas, ya que si no se hubieran traspasado tras la falda.
Agarré la varita de Sam del suelo y pronuncié el hechizo anticonceptivo que mi hermana me había enseñado (cuanta sabiduría) sobre mi vientre, dejé caer la varita y me senté a horcajadas sobre Sam, empujando sus hombros tal que él quedó tumbado y yo encima de su cintura. Me acerqué a su rostro y dejé que mi cabello acariciara su cuello.

-¿Sigues pensando que soy una princesa?-Volví a unir nuestros labios con deseo, mientras mis manos jugueteaban con su camisa, pensando si abrirla despacio, para torturarle, o arrancarla de un golpe y dejarnos de juegos...

¡La gatita nerviosa me salió tigresa! ¿Es que no se ha dado cuenta que me ha dejado sin respiración? La garganta seca, el corazón acelerado, la piel ardiendo. Vale, ahora si me creo lo de que hay un Dios arriba que nos da todo lo que pedimos. Y envuelto en encaje negro...

-No... Acabas de ascender a semi-diosa...- Jadeé, colocando mis manos sobre sus caderas, pasando mis pulgares arriba y abajo sobre su vientre, rozando las bragas de encaje. El cosquilleo de su cabello pasa por mi cuello y pecho al descubierto, sintiéndola tironear de los bordes de mi camisa. Presioné con mis dedos sus glúteos firmes, empujándola más contra mi pelvis para que pudiera sentir bajo de ella el efecto de su desnudez y de su juego sobre este pobre mortal. Joder, como siga así ni siquiera hará falta que le quite el encaje: se lo romperé a punta de pollazos.

Agarrándola con fuerza, me senté de nuevo en la cama manteniendo el cuerpo de ella sobre mi regazo, un brazo en su espalda y una mano aún en su trasero. -Te voy a hacer una verdadera chica S...- Le murmuré, mordiendo sus clavículas y haciéndola arquear la espalda para alcanzar sus pechos con mi lengua.

Aunque con el control que tiene esta chica sobre mi, terminaré siendo yo el "chico de Astoria" y no ella la "chica de Sam"...

Sus manos sobre mi piel dejan de ser suaves caricias a ser ardientes, tanto que parecía que mi piel quemaba.

Pude notar como crecía debajo mio, y quizás él pudo notar como mis bragas se humedecían casi al instante. Sentí sus labios en mi clavícula y arqueé la espalda dejando que mi cabeza cayera hacia atrás. Su lengua estaba recorriendo mi pecho, tan solo cubierto por el sujetador metálico del disfraz.
Sujetador que no tardó en desaparecer bajo mis manos, dejando vía libre a su boca...Y bajo ese segundo de distracción, una de mis manos se coló bajo su pantalón y tenté la banda de sus boxers, jugando con su piel...o torturándole.

-¿Chica S? Claro...chica Sam...muy listo-Sonreí y me acerqué a su cuello para morderlo suavemente-Bueno...¿y a que esperas para hacerme tuya?
Le deshice el cierre del pantalón y tomé una de sus manos, guiándola hasta mis bragas y su interior, mostrandole la excitación que sus acciones me provocaban a mi.

...

Baseball.. Tarjetas de baseball... bate... ¡Joder, joder! Samuel, por todo lo que tienes sagrado de tu vida, ¡no hagas base por bola!

Un jadeo ronco logró escapar de garganta seca cuando mi mano llegó hasta sus bragas y las encontré mojadas; al tiempo que la serpiente con piel de mujer iniciaba su tortura con el elástico de mis boxers. Dioses... En esa posición ella iba a terminar dejándome en ridículo. La alcé por la cintura y la cambié de posición sobre la cama, quedando ella recostada y yo encima de ella, con sus piernas alrededor de mi cuerpo. Intenté sonreír sin que se me notara el nerviosismo, inclinándome sobre ella para humedecer sus pezones con mi lengua, tentando entre las bragas para hacerlas a un lado, usando el dedo índice y pulgar para juguetear la entrada de su sexo.

-Que impaciente, chica S...- Logré murmurar entre sus senos, aunque la voz apenas si me salía. -¿No me gritaste una vez que no me soportabas? ¿No te aseguraste de ponerme en ridículo para al final no ir conmigo al baile?-

Alcé la mirada, con ojos brillantes. -Astoria Greengrass...- Dios... Como te deseo...

No se como ni cuando, pero cuando me quise dar cuenta Sam estaba encima mio, mis piernas en su cintura y sus labios sobre mi pecho, que subía y bajaba cada vez más rápido por la excitación de sus toques.
Y entonces fue cuando un corto gemido salió de mis labios al notar como uno de sus dedos tocaba mi centro, mis manos arañaron su camisa y se deslizaron sobre su pecho, arrancando los botones con una fuerza que no se de donde había sacado. Daba igual, su pecho contra mi pecho y sus labios contra mis labios. No podía separarme de él, como si una corriente nos uniera y no permitiera que nuestras pieles fueran una.
Joder, y sabía que tenía buen cuerpo, pero no que estaba así de bueno.
Mis manos pasaron suavemente por sus abdominales, acariciando su ardiente piel, hasta que llegaron a la cinturilla de su pantalón.
-Esto sobra-Murmuré metiendo las manos por ella, hasta que oí su comentario y no pude evitar sonreír ante su idiotez-Y aun no te soporto, Samuel Broddick. Pero a ambos nos gusta jugar ¿No?-Sonreí-¿Acaso crees que si no hubiera querido estar contigo no habría salido espantada cuando tu pantalón "se elevó" ligeramente cuando te caíste del árbol y comprobé que no te habías roto ningún hueso?-Mis labios encontraron un camino hacia su oreja, le mordí el lóbulo y sonreí-¿Tan inocente crees que soy, Samuel Broddick?-Susurré a su oido.

Ya no podía aguantar más, mis manos tiraron de sus pantalones y volvieron a tentar sus boxers. Era mi turno para hacerle sufrir.
-Aunque...si quieres, puedo irme-Sonreí y me moví hacia arriba impulsándome con las manos, librándome de sus toques y reptando hasta el cabecero de la cama, donde me acomodé entre los almohadones y le sonreí con una sonrisa... "juguetona"-Todavía puedo seguir corriendo y nunca me atraparías...¿Es lo que quieres?

Así que si lo había notado. Puf, va a resultar que soy más inocente que ella. Se me escapó un jadeo cuando la vi alejarse hacia la cabecera, el encaje de su ropa interior levemente movido, dejando expuesto ese triángulo de placer en el que estoy muriendo por hundirme. Dios, esta chica sabe como manejarme como si fuera una marioneta sin cerebro.

Me quité lo que quedaba sin rasgar de mi camisa, y me saqué los pantalones para lanzarlos al otro lado de la habitación. En cuatro patas, volví a acercarme hacia ella, ciego de deseo.

-No. Sabes bien lo que quiero...- Dije al alcanzar su pie, halándola para que se soltara de la cabecera, para que volviera a quedar debajo de mi. -Me tienes en tu trampa, el león convertido en ratoncillo para que se lo coma la serpiente.-
Le mordí el tobillo, luego la carne suave detrás de su rodilla, acercándome más a ella.

Me llevé el dedo índice derecho a la boca y lo pasé por el interior de mi labio inferior lentamente, jugando con su autocontrol y aguardando el momento en el que se abalanzara sobre mi como si fuera la presa de un león.
Observé como su camisa volaba y como lo hacían sus pantalones poco después, una sonrisa pícara surcó mi rostro y esperé, paciente, a que se acercara.

Sentí como agarraba uno de mis tobillos y tiraba con fuerza de mi, pero no me dejé llevar y esperé a que se acercara más...y más...y más.
Sus labios sobre mi pierna, el escalofrío que me recorrió y acabó en mi vientre, la sensación de ser suya...no, no era suya...aun. Con el poco dominio que aun tenía de mi cuerpo, me coloqué de rodillas enfrente suyo y sonreí.
-La serpiente tiene veneno en la boca-Dije antes de abrime de piernas sobre la cama, la flexibilidad siempre había sido uno de mis dones-Pero el león tiene garras, y colmillos....Y la serpiente es vulnerable si cambia de piel....
Volví a tumbarme en la cama y pasé mis manos por mi vientre, sacando la última prenda de ropa que cubría mi cuerpo. Mis bragas desaparecieron en algún lugar entre las sábanas y esperé con una sonrisa a que Sam cubriera mi cuerpo con el suyo.
-¿Vas a quitarte eso o quieres que te lo arranque?-Dije son una sonrisa, mirando sus calzoncillos que estaban...abultados.

Jooooooder... ¡mierda, mierda, mierda!

Mi mente había quedado en blanco al verla abrirse de esa manera. Ostia, si era capaz de abrirse así... Dioooooosssss....

No más encaje, aunque hacía un buen rato que ni me había percatado que aquel pedazo de tela aún existía. Esta vez, con mas fuerza, puse mis manos en sus muslos y la atraje al centro de la cama, empujando levemente para mantenerla abierta. Volví a inclinarme sobre ella, sosteniéndome sobre un solo brazo que pasé bajo su espalda, mientras con la otra mano me apresuraba a sacarme los calzoncillos a media pierna.

Presioné la punta de mi miembro sobre la entrada a su sexo completamente empapada, con una sonrisa tomé su muñeca con mi mano y la apoyé contra la cabecera, siendo mis dedos los grilletes que la ataban a los barrotes. Al mismo tiempo que me sentía hundir entre los pozos verdes que eran sus ojos, me fui hundiendo en ella hasta que nuestras pelvis estuvieron unidas. Jadeé ante lo caliente y apretada que estaba, iba a necesitar muchísima fuerza de voluntad para no acabar allí mismo. Bajé hasta que mis labios rozaron los suyos, y presionando mi mano libre en su cintura comencé a entrar y salir de ella, intentando no acelerarme demasiado.

Un jadeo es lo único que salió de mis labios al sentir como entró en mi, me agarré a su espalda casi clavando las uñas en su piel...solo quería que estuviera más cerca de mi piel...más cerca.
-Sa...Sam...-Volví a jadear en su oreja, con la respiración acelerada al compás de sus movimientos. Joder...se sentía tan bien....

Enredé las piernas en su cintura para sentirle más dentro de mi, soltando un grito de placer cuando sentí que salía y volvía a entrar. ¿Cómo aquel chico que me había cantado delante de todo el colegio y a el que había humillado rechazándole cuando me pidió ir al baile, había acabado enamorándome con cada fibra de su ser?
-Díos...Sam-Volví a clavar las uñas en su espalda y esta vez dejé pequeños surcos rojos en ella, marcas de placer que durarían el día siguiente.
-Te deseo-Murmuré-Te deseo mucho...

El jadeo de su cuerpo, y el lacerante pero excitante dolor de sus uñas en mi espalda me nubló la conciencia, deseando devorar sus labios como si fueran gotas de agua helada para el sediento. Solté su muñeca para apoyar mi mano en su seno, y aprisionar su pezón entre mis dedos, aumentando el movimiento de mi pelvis contra su sexo, su calidez interna convirtiéndome en un ser primitivo.

Levanté la mirada al escuchar sus palabras, y una sonrisa entre divertida y lujuriosa apareció en mis labios. -Me vuelves loco, Astoria Greengrass.- Mordí su cuello y sus pechos, pasando mi lengua sobre sus pezones endurecidos. Tomé uno de los almohadones de aquella cama, y lo coloqué bajo el cuerpo de la Slytherin, de manera que su vientre quedó elevado para permitirme una entrada más profunda en su ser. Lo sentí apenas volví a penetrarla, como su vulva comenzó a rozar la base de mi miembro, y tuve que morderme el labio para retrasar la explosión dentro de su vientre, aunque por la pinta que tenía aquello esa noche no íbamos a tener descanso.

Mis manos dejan su espalda lastimada y se agarran a los almohadones que están detrás de mi cabeza, alzando la cintura para profundizar sus movimientos.
Siento calambres en mi interior que me avisan de que no podré aguantar mucho más la explosión de placer que se crea en mi vientre, pero quiero que esto dure...que dure para siempre.

Sacando fuerzas de flaqueza, me agarro a su espalda y le hago rodar hasta que quedo yo arriba, jadeando entrecortadamente. Coloco sus manos en mi cintura y acaricio su vientre, comenzando un movimiento hacia delante y hacia atrás que aumenta de velocidad progresivamente.
-Samuel Brod...-No puedo terminar la frase ya que mi cabeza cae hacia atrás con un gemido de placer.
Noto como las contracciones de mi vientre aumentan y tengo que agarrarme a las sabanas para no llegar...aun...
Quería llegar con él, quería que ambos fuéramos uno...

Iba a tener que pedirle que me pusiera crema cicatrizante en la espalda después de eso.

Pero, Dioses... Lo que sus uñas hacían era incluso más excitante, desatando la mente animal. Lo que no sé es de donde sacó la maldita fuerza para hacerme rodar. Sólo sé que me dejé, y al hacerlo perdí el control por completo, siendo el cuerpo de ella quién mandaba. Me aferré a sus caderas al darme cuenta de lo rápido que estaba por venirme, pero ni eso fue suficiente. Pensar en baseball no fue suficiente, morderme los labios no fue suficiente. El gemido de placer orgásmico que dejó escapar vino acompañado de una presión excitante en mi pene, y ya no pude más..

-Jo...der... ya...lle...- No resistí, enterrando mi mano en su cabello y atrayéndola a mis labios, acallando un potente gemido gutural acompañado de la eyaculación, que fue como si descargara todo mi deseo y lujuria en su vientre tan cálido, tan húmedo.

Sentir como se venía en mi interior me hizo perder cualquier control de la situación y llegar al orgasmo de una manera casi escandalosa, las contracciones en mi interior llegaron al límite y pude sentir como mi interior se contraía sobre su miembro...un último y prolongado gemido escapó de mis labios y me quedé paralizada entre aquel momento de placer instantáneo que me sacudía como una ola. Mis manos se agarraron a sus manos buscando algo con lo que mantenerse a flote en aquel mar de sensaciones.
Joder...¿Algún chico me había provocado eso alguna vez? No...no lo creía.

Las contracciones de mi vientre aun persistían en menor manera, pero el agotamiento que me había provocado todo aquel acto de amor carnal me hizo rodar a su lado y abrazarme a su pecho, que subía y bajaba como el mio.
Cerré los ojos disfrutando del momento unos segundos más, recuperando el aliento perdido y las fuerzas gastadas y acercándome a su ardiente cuerpo lo más que pude .Tras abrirlos, me incorporé sobre un codo y busqué sus labios, jadeante y sonriente, murmurando a pocos centímetros de ellos.
-Wao-Murmuré aun sonriendo, y uní nuestros labios en otro ardiente beso ¿Habría segunda ronda?

La sentí deslizarse a mi lado, jadeante, y radiante por el sudor. Dios mio, ¿como puede oler tan bien? No había centímetro de su piel que no dejara sin tocar, tan suave que parecía moldearse bajo mis caricias.

-¿Sólo wou?- Le susurré al oído, mordiendo el lóbulo de su oreja, y saliendo muy levemente de ella. Mi miembro quedó apoyado entre sus piernas, recubierto del líquido de nosotros dos. -Eso no basta. Habrá que hacerlo una segunda, y una tercera, hasta que saquemos algo más que Wou.- Le dije divertido, sosteniendo su cintura para que su cuerpo no se separa del mío. Pellizqué sus labios con los míos, antes de, reticente, hacer ademán de levantarme.

-Me pareció haber visto una botella aquí cerca.- Murmuré, inspeccionando a nuestro alrededor hasta que di con la mesita donde estaba la botella y un plato de fresas. Con mucho cuidado volví a ponerme en la cama. -¿Te tienta?- Le dije, acercando una fresa casi tan roja como sus labios.

-Exigente-Dije con una sonrisa ladeada, sintiendo su miembro húmedo sobre mis piernas-Bueno, pues si tenemos que repetirlo...hagamos el sacrificio...¿no?-Me revolví en la sábanas mientras él tomaba algo de la mesilla y admiré unos instantes su cuerpo desnudo, mordiéndome el labio inferior en un vago intento de control para no agarrarlo y volver a tirármelo sin descanso.

Puso una fresa cerca de mis labios, roja y con aspecto jugoso. ¿Acaso quería comenzar un juego que no podría ganar? Mala elección, Broddick...
Me acerqué gateando a la fresa que sostenía y con la lengua lamí el suave contorno de la fresa, aguantando la mirada sobre los ojos de Sam, y sin borrar la sonrisa. Aparté la lengua y lentamente mordí la punta de la fresa, saboreando su delicioso y húmedo sabor.
-Mmmm-Murmuré sonriendo, mordí la fresa de nuevo, metiéndola entera en mi boca. Tras másticarla, tomé una del bol que tenía Sam y empujando sus hombros sobre la cama, volví a sentarme sobre algo más arriba de la cintura, siendo solo la sábana lo que separaba nuestros cuerpos.

-¿Te tienta?-Dije acercando la fresa a sus labios, mientras mi otra mano acariciaba su torso lentamente.

¡HE ENCONTRADO A UNA DIOSA DEL SEXO!

Lo hubiese gritado sin remordimiento alguno, pero el que me pusiera el miembro duro con su sola presencia decía más que mil palabras. ¡Joder, joder! Me entraron unas ganas enormes de ponerme una fresa en la punta del miembro solo para que repitiera aquel juego, pero se colocó sobre mi antes de que mis neuronas conectaran para dar la orden.

-Tú me tientas...- Respondí a su sonrisa, agarrándola por la muñeca para mantener su mano cerca de mi boca, alcanzando la fresa y sus dedos al mismo tiempo, mordiéndolos, lamiéndolos. Llevé mi otra mano hasta su montículo hinchado, empapado, y comencé a pellizcarlo con mi pulgar e índice, sin tener intención alguna de liberarla pronto.

Si tan solo hubiera unas esposas... O un lazo. Que ganas de atarla a la cama y...