[Consultoría] Fuerzas para no caer... o recaer. (Lynnea Gammel)

Ese había sido el trato. "Puedes volver, pero seguirás tratándote." No le basta con haber salido de Alcohólicos Anónimos como para que también tuviera que verme un psiquiatra.

Además, es mujer. No tengo nada en contra de las medimagas, pero las mujeres te miran de una forma distinta, como si estar caída es una vergüenza para el sexo femenino. Patrañas. Para ellas los hombres no necesitan de muchas desgracias para tirarse a morir, mientras que el peso en los hombros femeninos debía ser una verdadera carga imposible para mostrar un punto de debilidad. ¿Pero, saben qué? Nosotras también tenemos derecho a ser débiles. La diferencia está en volvernos a levantar.

Toqué la puerta de la consulta, esperando ser atendida.

"Adelante." Llamó alzando la cabeza para ver curiosa a quien se había acercado a su consultorio improvisado como extensión de la Biblioteca. Era raro que la gente se acercara sin cita previa, por eso se imaginaba quien podría ser, una nueva paciente, evidentemente, alguien a quien unos años atrás vio apenas por un rato entre la conmoción del torneo de los Tres Magos.

Preparó la tetera, sirvio unas galletas y esperó que se acercara a sentarse en los sillones, la verdad que hoy no tenía ganas de estar en la silla. En parte porque el cuerpo aun lo tenía algo adolorido tras una noche ‘agitada’ redescubriendo su propio cuerpo y por el otro porque... se sentía como una anciana detrás del armatoste de madera.

"¿Hannah Abbot?" Preguntó con una sonrisa indicando el lugar donde quisiera sentarse. La mesa de café entre ellas sostenía la bandeja con el brebaje.

Miré al techo, aspiré aire y entré. Allí estaba quien sería mi tratante, una mujer que sin embargo debería tener un par de años más que yo. Miré mi reflejo en una de las superficies reflectantes, donde se hacía evidente que mi aspecto, si no tengo cuidado, es de alguien mucho mayor, incluso más que esta Lady Gammel.

-Buenos días.- Saludé, intentando que mi voz no sonara reseca. Por un sentido de culpa hacia mi padre, no había recurrido al bolso antes de venir, así que me era más difícil aparentar tranquilidad, o incluso forzar una sonrisa. -Si, Abbott. Sexto de Hufflepuff.-

Miré las sillas antes de decidir a acercarme a la contigua a ella, posando la mirada en el servicio, antes de levantar la mirada hacia ella. -Dudo que ya tenga mi expediente... ¿Donde quiere que empiece?-

"El expediente está, aunque no he tenido tiempo de leerlo fuera de los datos personales si te soy sincera." Admitió sin penas ni glorias, sirviendo dos tazas de té y ofreciéndole una a la espera de que comience a hablar.

"¿Que tal si empezamos por la razón para tratarte?" Ofreció como un inicio doloroso pero necesario. A nadie le gustaba enfrentarse a sus problemas, a ella misma no le gustaba la idea de tener que decir sus problemas, la vez que fue al ministerio y se había enfrentado a los aprendices de auror había sido una tortura, aun más mostrar su piel desnuda ante ellos. Pero lo había hecho porque sabía que no podría solucionar nada si seguía escondiéndose.

"Sexto año, según lo que pude ver deberías haberte graduado ya el año pasado, no?"

Tomé la taza en mis manos y asomé una sonrisa aguda. Razones para tratarme. Si revisara mi bolso y multiplicara su contenido por diez, quizás comenzaría a acercarse.

-Si, debería haberme graduado. Pero al morir... no, cuando asesinaron a mamá, papá me sacó del colegio.- Ya no me cuesta tanto pronunciar esa palabra. Asesinato. A sangre fría. -Ahora que todo ha acabado, quisiera terminar los estudios; aún cuando mi papá dice que no es necesario. Pero se lo debo, ¿sabe? Mamá hubiera querido ver que salía, si no con honores, al menos con buenas notas, como ella lo hizo en su tiempo...-

Tomé una de las pastas de la bandeja y la remojé en el té, antes de darle un mordisco. -Están buenas...-

Tomó nota de algo, se llevó la taza de té a los labios para tomar un poco y tomar una galleta, sonriendo en agradecimiento por el cumplido antes de regresar al tema entre manos.

"¿Y que es lo que deseas tu?" Preguntó al punto. Siempre todos los que llegaban con este tipo de asuntos tenían un pequeño problema que era distinguir donde terminaba el deseo del otro y comenzaba el propio. Sabía por lo que decía que era deseo personal el terminar los estudios, pero a su vez le estaba agregando una carga innecesaria que era el deseo ajeno, una expectativa de alguien ya muerto que podía llegar a nublar el juicio y de a ratos desanimar.

¿Pregunta capciosa?

-Hace un tiempo aprendí que los deseos no se hacen realidad, así que dejé de "desear".- Expliqué apenas mirándola, saltando a otra galleta como si estuviera hambrienta. La verdad, lo estoy. -Pero, en caso de desear algo, desearía poder llegar al final del próximo año al menos.-

Tiempo. Uno no considera la importancia del tiempo hasta que sabe que cada vez es menos.

Las charlas se hacían cortas frases que iban y venían sin sentido. O al menos, no tenían sentido para los que no buscaban el detalle y se sentaban a analizar cada palabra.

Y lo que la chica le decía era algo indudablemente contradictorio...

Deseaba llegar a fin de curso, los dos años para graduarse, pero eso era todo lo que aspiraba, ¿luego que? ¿Que era lo que aspiraba y deseaba? Si consideraba que los sueños no se hacían realidad algún deseo aun permanecía en ella.

Odiaba ponerse en posición del otro porque sus historias eran diferentes, sin embargo cuando ella entró en esa sala de conferencias lo había hecho con un pensamiento claro ‘Espero sobrevivir... aunque sea hasta que lo atrapen’, un punto final a todo... sus sueños de una forma rara se hicieron realidad, y decía de forma rara ya que siempre se sugestionó con el hecho de que iba a morir tarde o temprano, así que se podía decir que en estos momentos era feliz porque se le habían realizado los sueños que no sabía que tenía aun.

"¿Por que crees que no llegarás a fin del año que viene?" Preguntó tras un momento de silencio, sabiendo una posible respuesta pero dejando abierta la posibilidad de que se expresara como deseara.

Me detuve en el acto ya mecánico de comer galletas. Me limpié las manos de migas de galleta, bebí un poco más de te, y coloqué mis manos sobre las rodillas, todo esto con infinita paciencia, antes de mirarla.

-Porque estoy enferma.- Dirigí mi mirada hacia el fuego, apartando levemente mi cabello para dejar descubierto mi cuello, donde la sombra de un hematoma oscura se dibujaba, no más grande que un lunar de piel, pero síntoma, al fin y al cabo, del veneno que corre en mi sangre. Volví a cubrirlo con mi cabello, mirando de nuevo la bandeja de galletas. Tomé otras dos y seguí mirando a la profesora. -VIH.-

La miré unos segundos en silencio. -Etapa avanzada, si no tengo cuidado una simple gripe puede matarme.-

Asintió lentamente.

Era un tema complejo y tristemente ella misma no estaba segura de que era lo que había hecho la psicóloga que la trató cuando se dio cuenta que su muerte era ineludible, era una realidad que tarde o temprano la alcanzaría por mucho que luchaba por atrasarla.

Y si bien conocía el sentimiento de plantarse ante lo ineludible también era consciente de que no era una situación igual: Lynnea supo desde siempre que su destino era morir, fuera por el título de Lady of Shalott o fuera por el simple hecho de que era una criatura que no debería existir.

En cambio esta joven no, ella podría haber tenido otra enfermedad pero en cambio por sus venas ahora corría una enfermedad mortal que la iba a consumir lentamente lo quisiera o no, no importaba que filtraran su sangre tantas veces como quisieran o consumiera inhibidores.

Debería investigar la enfermedad, lástima que era una amiga de la profesora de Estudios Muggles... no podría consultar con ella, debería hacerlo por su cuenta ya que esta era una enfermedad muggle pero que afectaba con descaro a cualquiera que tocara.

"¿Como se descubrió que tenías la enfermedad?"

-En el hospital. Me ingresaron por sobredosis.- Ya no solo como las galletas, las devoro con tragos de té. Aún cuando hablo pausada, aunque trato de mantener una cierta tranquilidad, la ansiedad se apodera de mi. Siempre lo hace. -No sé aún como me contagié. Pudo ser una inyectadora infectada, o quizás me acosté con alguien. Fueron unos meses un poco extraños. Son pocas, minúsculas, las cosas que recuerdo.-

¿De donde sacaba fuerzas para escribir a Susan? ¿Para mentirle tan fácilmente? No lo sé. -Ahora están probando una droga nueva. AZT, parece ser efectiva.-

Debería investigar sobre el tema, se sentía un poco tonta sin poder ayudar a una paciente porque no sabía realmente de lo que le hablaba, apenas conocía sobre la enfermedad y mucho le costaba controlar sus expresiones faciales... quería a Ron, o a alguien, quien fuera. Dolía ver a alguien haber sin quererlo destruido su vida y aun cuando ella se consumía por dentro le dolía más ver que alguien lo hacía a la par y probablemente mucho más rápido que ella. Y era aun más doloroso el tener que hacerlo con esa expresión de nada como si no le importara.

"Quizá debas comenzar por el principio. Retrocedamos un poco más... supongo que habrás sufrido lo que todos aquí, la guerra." A veces para conocer la historia de las personas hay que retroceder un poco y luego avanzar. El HIV es la conclusión, pero, ¿que llevó a esto? ¿como podría ayudarle a enfrentar con fuerza este camino tan duro? Y si no lograban ‘sanarla’, ¿como podía ayudarla a cruzar del otro lado sin culpas? ¿como hacer sentir a alguien que ha vivido de forma plena? Aun cuando evidentemente había cometido errores, esta chica delante suyo había vivido cosas que nadie a esta edad merecía vivir, cosas que nadie debería enfrentar o ver.

"Cuentame sobre tu último año de colegio, ¿tenías amigos?"

La guerra. Siempre la maldita guerra.

-Tampoco fue mucho el tiempo que estuve ese año. Mi madre fue una de las primeras bajas.- Dije, intentando mantener su mirada. -Ya el año anterior comenzaban los aires de peligro; me uní con Susan, Ernie y Justin a lo que se llamó el Ejercito de Dumbledore. No sé que tanto te contaron de ese entonces, y la pequeña rebelión que formamos.-

Sonreí un poco, recordando aquellos momentos de loca adolescencia, las primeras semillas de lo que sería un verdadero ejército, aún amateur pero más fuerte, más maduro. -Ellos eran, y siguen siendo mis mejores amigos.-

No tomó nota, ella no lo necesitaría y Hannah tampoco, fuera la que tuviera primer destino trágico, Hannah evidentemente no querría que se enteraran de su enfermedad por puño y letra de Lynnea, por lo que dejó el anotador a un lado y se relajó un poco en su asiento, tomando la taza y una galleta en un gesto pensativo.

"Bien, supongo que a Susan la has visto, no he llegado a conocer a los otros chicos, aunque quizá los vi hace unos años." Comentó tratando de dejar de sonar como una roca analítica.

"Me han contado un poco, quizá no de forma directa pero es conocimiento popular de los más jóvenes." Asintió con una leve sonrisa. Ron poco le había contado pero siempre había alguien hablando sobre el tema por lo que ella se había enterado del panorama general interno del colegio y cuando no, Minerva le había hablado para que supiera a que se enfrentaba a la hora de incluirse como psicopedagoga al colegio. Por supuesto que la directora no sabía todo, si bien los ayudaba constantemente en donde podía no estaba al tanto de los detalles internos.

"Te retiraron entonces a mitad del sexto año de colegio. ¿Que hiciste entonces? ¿Seguiste estudiando?"

Al verla reducir un poco la actitud de psicóloga, admito que también decidí relajarme un poco. Al menos intenté controlar la compulsión por seguir comiendo las galletas sólo por hacer algo con mis manos y mis labios. Me relajé más en el asiento, deslizándome un poco en él en vez de mantener la espalda recta contra el respaldar.

-No, la verdad.- Apoyé mi mano sobre el hombro, masajeando un poco mi espalda mientras me enfocaba en volver al pasado, en traer los recuerdos.

-Al principio, mi padre y yo nos fuimos de casa. Primero con familia, pero casi siempre nos íbamos al pasar uno o dos días, por miedo... No sé, a que no se hubieran detenido con mi madre. Nos alejamos de cualquier cosa que tuviera que ver con el mundo mágico. Lo odiaba.-

Me mordí los labios, como si dudara en decir lo que pensaba, lo que sentía. -No podía verlo así, perdido sin mamá. Intentando ser fuerte. Lo escuchaba llorar cuando creía que dormía. Comencé a escapar durante la noche; a veces peleábamos por ello. Conocí gente. Gente mala.-

"Gente mala..." Estiró las palabras un poco en un gesto pensativo. Ella misma en su lugar había hecho exactamente eso o no, más bien la gente mala la había encontrado a ella ya que su hermano era uno de esos mortífagos. No regocijándose en torturas pero si lo suficiente como para asesinar y maltratar gente. Era capaz de hacer cosas que ella prefería ni pensar.

"Comprendo que te habrás metido en algo allí, ¿como fue eso? ¿Te acercaste a ellos? ¿Ellos se ofrecieron?" Uniendo ‘gente mala’ y ‘jeringuilla’ ya tenía un panorama de lo que estaban hablando. Era por un lado una pena ver a alguien que evidentemente no tenía una veta malvada en su cuerpo decaer en esas cosas, pero no era imposible, las personas más buenas y tranquilas habían decantado en esa necesidad de escapar de la realidad.

"¿Tu padre llegó a enterarse?" Preguntó finalmente sabiendo que ese sería un tema delicado de tratar.

-Fue... fue una tontería.- Admití, recordando la primera vez. -Varias veces los había visto, cuando comencé a escaparme. Escondidos en algún callejón, bajo algún puente, los veía pasarse cosas de mano en mano, mirar alrededor vigilantes. A veces estaban en los parques nocturnos, cerca de los juegos infantiles, riendo con alguna botella en la mano y un olor particular. Aquella noche me sentía con ganas de hacer algo distinto, algo ilegal, que me llevara a escapar del miedo, de la nostalgia. Me acerqué a ellos. Al principio me miraron con duda, pero quizás leyeron la desesperación en mis ojos como para creer que realmente lo necesitaba. Eso fue el principio.-

Un poco de ganya, dos E y media botella de ron hicieron el truco. Había pasado el día siguiente bebiendo agua como loca, vomitando y con dolor de cabeza. Pero esa misma noche regresé. -Después la marihuana dejó de parecerme suficiente. Las cervezas me parecían agua, el ron golpeaba al principio pero nada más. Esnifé, probé, mezclé, aprendí a inyectarme. Simplemente no me eran suficiente.- Me llevé la mano hasta los brazos, sobre las venas llenas de agujeros que estaban cubiertas por las mangas de la camisa. -Mi padre fue quién me encontró en el suelo con sobredosis. Lo supo todo en el Hospital.- Que fácil resulta confesar tus pecados al saber que redujiste tu vida a meses.

Asintió como para darle espacio, un poco de maldita privacidad en una situación donde la privacidad estaba costeándose una vida que tanto tenía por vivir. Una chica que tenía un futuro brillante y solo reduciéndose en un ser que poco más que lástima podía dar porque no se daba el tiempo a realmente entender que era lo que había tratado de hacer como para acabar así.

Y aun así entendía el síndrome de la desesperación, la necesidad tácita de sentirse vivo nuevamente, una razón, un poco más, esas emociones que tapaban la amargura que realmente sentía en su interior.

"Te encontraron con sobredosis... ¿En que momento te dijeron que habías contraído SIDA? ¿Que pasó por tu mente en ese momento?" Una parte de ella no quería escuchar la respuesta ya que era la misma probablemente que en el momento que le dijeron a ella que al ser semi banshee su expectativa de vida era poca y casi nada, probablemente más nada que poco.

Intenté no estremecerme cuando fue ella quién pronunció la palabra. Esas malditas cuatro letras. Pero no pude. Me estremecí, y desvié la mirada. Al decirlo yo, no suena tan real que cuando es pronunciado por otra persona.

-Mi padre lo supo antes que yo. Creo que lo pude leer en sus ojos cuando me miró al despertar del lavado de estómago. Me sonreía, feliz de que hubiera despertado, pero leí la muerte en sus ojos. Ni siquiera se atrevió a mantenerme la mirada cuando el doctor fue a verme, a explicarme...- Me sentía de nuevo en aquella habitación de hospital, rodeada de gente pero completamente sola, porque ninguno de ellos se estaba muriendo.

-¿Qué pasó en mi mente? Te vas a reír.- Sonreí amargamente, recordando mi expresión. -"¿SIDA? ¡Pero si el condón decía 'Ultra Resistente'!"-

No pudo evitar esbozar una sonrisa ante el tema. Era cierto, cada uno salía con cada cosa cuando se trataba de la muerte... ella misma no había sido mejor ejemplo, pero en su caso ya había nacido así, ya había nacido con esta condición, no necesitaba adaptarse a una debilidad diferente o un dato que parecía imposible, por el contrario, desde que nació supo que iba a morir, era su designio, el Sino al que estaba sujeta desde siempre.

"Comprendo, es algo por lo general difícil de entender... al menos la primera vez que se tiene conocimiento de estas situaciones. Supongo que estarás en tratamiento... ¿Como te adaptaste a esta nueva vida? ¿Aun has seguido frecuentando?"

Me incliné un poco hacia adelante, apoyando mis brazos a mis piernas.

-No seguí con ellos después de eso. Por un tiempo mi papá me tuvo bajo su mirada fija, y pareció compadecerse menos de si mismo. No sé, supongo que se sintió responsable de lo que pasó. No entiende que lo hice no por él, sino por mi. Luego me llegaron las noticias de Susan. No se como hizo para poder enviarme notas con lo estricto que estaban las reglas durante el período de Snape como director, pero lo hizo. Supe que mi lugar era aquí... o quizás quería que me mataran de forma honorable. Como sea, volví y luché. E irónicamente, sobreviví a muchos...-

Desvié la mirada mordiendo mi labio inferior. Tantos que no debieron morir, maldita sea. Y yo que ya estoy moribunda sigo viva.

Trató de sonreír, la muchacha estaba haciendo lo posible, no podía recriminarle, era normal, esperable, uno deseando morir con honor, ella misma lo estaba haciendo a su forma. Estaba muriendo mientras trataba de remendar el daño que su hermano y el resto de los mortífagos habían causado.

"¿Que piensas?" Era una pregunta sencilla, cualquiera pensaría que era porque se había quedado pensativa la mujer, pero la realidad era un poco más profunda: La castaña había sobrevivido mucho tiempo más que lo que tenía planeado, aun cuando otros estaban moribundos, ella que lentamente se consumía moría lentamente. Cuando los cuerpos cayeron, ella seguía de pie: Eso no debía ser agradable para ninguno.

-En que ellos no están aquí, y yo si...-

Le digo, volviendo a mirarla. -Es lo que pienso a cada momento, cuando camino los pasillos, cuando veo a viejos compañeros. ¿Por qué no yo? Todo sucede por una razón, pero esa razón apesta.-

Me encojo un poco más en la silla, cansada. -Pero ya que pasó, ¿que demonios, no? Mejor intentar hacer algo con ello, algo bueno. No sé, darle una alegría a mi padre antes de morir. Soñar por un instante que pudiera tener un puesto en el Ministerio de Magia, como mamá. No pierdo nada con intentarlo, no cree?-

Sonrió levemente y asintió.

"¿Por que no?" En realidad sabía que estaba tratando de justificarse, la forma en que presentaba las palabras era algo demasiado enredadas para alguien que estaba seguro de lo que hacía, pero eso no quitó que sonriera para ella, asegurandole que las cosas estarían bien, que quizá la vida no sería tan larga como deseaba o tendría tanta fuerza, el cuerpo se agotaría días si y días no... estaría cansada y desgastada, pero allí estaría, era mejor disfrutar y si quedaba una esperanza aunque fuera, investigar, seguir investigando para ver si podrían mejorar o sanar sus males.

"Creo que ya se ha hecho tarde... cualquier cosa, si necesitas hablar o lo que fuera, sabes como encontrarme, ¿no? No creo ir muy lejos realmente. Y si necesitas..." Suspiró, no le gustaba estar hablando de su propia ‘enfermedad’ por lo que era difícil tratar sobre el tema de forma tan directa a las consecuencias de lo que podría pasar. "Si necesitas pociones para evitar enfermarte, quizá tenga algunos de los que yo uso. No son una cura a la enfermedad pero evitarán que contraigas otras cosas que puedan complicarte..." No sabía que hacía exactamente la enfermedad solo que era una autoinmune...

Parpadeé un instante, mirando hacia la ventana. Vaya, no había notado como el tiempo pasara tan de repente.

-Claro...- Asentí, poniéndome en pie. Una duda me asaltó un segundo. -¿Pociones?-

No pude evitarlo, soltando una suave carcajada. -Lo siento.- Le dije, un poco avergonzada. -Me has hecho pensar en los psiquiatras y sus pastillas para la ansiedad.-

La miré entonces, con curiosidad. -¿Tomas pociones para no enfermarte? Eso es un poco extremo...- Quizás era una maniática de los virus y esas cosas, aunque no tenía la apariencia de obsesiva compulsiva. Ya lo he escuchado antes: "Doctor, cúrese usted mismo." Suspiré. -Pero me valdrían de mucho, la verdad. No quiero morirme de resfriado, siendo sincera.-