The undying need to scream ~ Lynnea

Repaso las letras del Profera, formando palabras e hilando frases que no sé como creerme. Las nuevas leyes para Criaturas Mágicas me recuerdan en parte que en el Winzengamot nunca han dejado de ser unos idiotas. Cegados por los prejuicios de la guerra tratan a las criaturas como alguna vez Grindelwald trato a los Muggles. La única diferencia entre Voldemort y Grindelwald es que el primero los quería muertos y el segundo aspiraba a gobernarlos y para eso los segregó.

Ahora nuestro Winzengamot nos demuestra que le teme a las criaturas y para eso las segrega. Voldemort tuvo a su lado a licántropos hartos del rechazo del ministerio y ahora el ministerio lo único que hace es molestarlos más. No sólo a ellos. A veelas, vampiros, que no tienen vela en ningún entierro, a todos. Es injusto, lo que me hace fruncir los labios y casi oigo la vo de Zach en mi cabeza: "Defensora de las causas perdidas" con Justin asintiendo, de acuerdo. Muchos años y fue en lo único en lo que lograron estar de acuerdo.

Pienso que tengo que hablar con alguien de eso, cuando recuerdo a Lynnea, la psicopedagoga del colegio. También, según sé, pertenece a los tribunales, por un cargo heredado, pero es demasiado joven. Probablemente no tenga demasiada importancia y su voz sólo será una de tantas pero... Me siento impotente allí, enseñándole a mis alumnos a no crear prejuicios mientras el Winzengamot los crea de a gratis. Así que cuando me doy cuenta estoy ya en la biblioteca, frente al despacho de Lynnea, sin saber sí estará o no ocupado.

Llamo a la puerta.

—¿Lynnea Gammel? —Espero un momento antes de continuar—. Siento sí la interrumpo, sólo quería hablar de algo...

Total, si está ocupada siempre puedo volver después.

La semana se había hecho larga, tediosa, odiosa y sin lugar a dudas agotadora.

Un tema es dar clases de Aritmancia, otro tema era ser psicopedagoga, pero además debía dedicar tiempo a la música para no oxidarse, hacer los bocetos que podrían salir de un momento de inspiración y por supuesto el Wizengamot...

Mientras lo primero requería solo 4 horas semanales gracias a las clases conjuntas, dos horas para prepararlas y corregir ejercicios, lo segundo requería al menos 1 hora por paciente que son un total de 30 a 40 horas, debía practicar unas 2 a 3 horas diarias para mantener la forma y comer como anima nueva para no PERDER la forma.

Pero el Wizengamot le estaba dando problemas. Muchos problemas ya que su título era heredado al igual que la nacionalidad por descendencia. Lo mismo pasaba con su hija la cual era completamente humana y ella considerada bestia por ser en parte una Banshee. Y ¿que decir? No era como si las banshees fueran conocidas por su coherencia y amabilidad.

Necesitaba un descanso, para tratar de no sentirse culpable mientras lidiaba con los obstinados y obtusos hombres del Wizengamot. Era algo fuera de lo habitual, de veras. Ya estaba en la pajilla corta de sus ideas y no sabía por donde investigar para crear una razón convincente por la cual no debería mantenerse la ley que pasaron aun con los votos en contra y por sobre el juicio del Ministro de Magia, el Auror Shacklebolt.

"Claro, pasa... está libre." Avisó, la tetera nuevamente llena con té a pesar de que tras meses a base de ese líquido moría por una buena taza de café.

Entro en el despacho con curiosidad, pues aunque sé de la existencia de Lynnea, desde que comenzó a desempeñarse como psicopedagoga y desde que los alumnos empezaron a visitarla, algunos obligados, algunos por gusto, pero casi siempre en masa. Por lo demás, sé muy poco sobre ella, pero es parte del Winzengamot, así que puede ser una importante aliada. La mujer es pequeña y demasiado delgada, parece un poco cansada.

—Gracias… —me siento en una de las sillas que está enfrente de su escritorio, dirigiéndole una mirada a todo el despacho, con curiosidad, espero un momento para empezar a hablar, no sé qué decirle exactamente, ni cómo empezar lo que quiero decir sin sonar brusca o demasiado desesperada.

Me quedo callada unos segundos y el silencio inunda el lugar mientras ordeno las ideas en mi cabeza y busco las palabras correctas para llevarlas hasta mi garganta y de ahí pronunciarlas. Empiezo lentamente hasta que tomo un poco más de confianza.

—Sé que eres miembro del Winzengamot… —le digo—, por eso estoy aquí. —De repente no sé cómo continuar, pero algo en mi cerebro me recuerda a las leyes estúpidas promulgadas que es por lo que estoy allí—. Y… bueno… no se me ocurrió con quien más hablar sobre las nuevas leyes… —suelto un suspiro medio hastiado, que delata todas las vueltas que le he estado dando—. Sé que mi tía tenía muchos conocidos que reconocerían mi apellido, pero… no sé con quién ir. No sé a quien acudir y me gustaría hacer algo para evitar que se sigan tomando esas medidas, pero me parece como luchar contra muros…

Mi voz, cada vez más rápida, delata el nerviosismo. Maldita sea, me digo, por eso no me labre una carrera en las leyes.

"Molinos de viento." Sonrió con una leve corrección a la expresión. Contra muros estaba bien dicho, sin embargo lo que se enfrentaban en realidad era algo más que muros. Era gigantes en forma de molinos de viento porque no sabían que parte de lo que hacían era real y que no.

El despacho era evidentemente una extensión de la biblioteca: Dos paredes estaban cubiertas de libros del piso a la pared, Libros con temáticas varias, pero la mayoría de ficción tanto muggle como mágica. Eran realmente difíciles de encontrar los títulos en realidad.

"Si, soy miembro del Wizengamot... aunque te imaginarás la influencia que tengo, ahora aun menos considerando que han expuesto que no soy completamente humana... de todas formas me sorprende que no se hubieran dado cuenta antes en su mayoría." Sonrió aunque la sonrisa era pequeña y algo amargada en su ironía. Y es que si se le prestaba atención, sus ojos no eran grises sino que plateados y su cabello poseía ese lustroso tono blanco plateado natural que crecía hasta la cintura cuando caía lacio.

"Me gustaría saber como ayudar yo misma. Realmente no tenga dudas de que me encantaría poder hacer algo, debí insistir en que tomaran a mi hija como alumna de intercambio en Durmstrang este año ya que veía venir este tipo de leyes ya que probablemente hubieran intentado quitar la custodia al mi marido haber muerto hace... poco." No que lo extrañara. Era bueno, era amable... era un mortífago y ella no quería tener nada que ver con él o los que son como él... aunque con el tiempo aprendió a perdonar a su hermano, aun el hecho de que hubiera sido mortífago pesaba en su conciencia y odiaba haber dejado a Odette a su cuidado.

"Si tiene una idea, por favor, soy todo oidos."

—Sí, eso, molinos del viento —me corrijo rápidamente. Es una expresión que se acerca mucho más a la lucha que mantenemos en ese momento, o intentamos mantener… realmente no sé cuanta influencia pueda ganar en un momento y no quiero meterme en juegos de poder que no soy capaz de mantener realmente. ¿Qué demonios puedo hacer en ese momento?

Oigo a Lynnea y tiene razón, aunque sea en un miembro no representa a una aliada poderosa debido a su condición semi-humana, que se nota a lo lejos, aunque algunos insistan en ignorarla, en hacer como que esa condición no está allí. Yo no tengo ningún problema, podría pasar de todo el asunto, pero estoy allí, peleando, como dice Lynnea, contra molinos de viento que se alzan muy por encima de nosotras.

—No tengo demasiadas ideas… sé que al final todo depende de la influencia de miembros mucho más poderosas, yo ni siquiera tengo un lugar en el Winzengamot —ni quiero uno, aunque podría labrarme una carrera allí, precedida por mi apellido. Pero no quiero que me conozcan como «la sobrina de Amelia Bones», aunque seguramente en algún momento alguien lo hará—. Realmente la sociedad mágica parece no tener opinión a veces, se deja llevar demasiado por los medios y quizá podríamos usarlos pero… no garantiza nada.

Debería haber tenido una idea mejor antes de presentarme, pero sé que mientras más tiempo pase más cosas se torcerán y todo se volverá imposible de cambiar.

—¿Tienes una hija? —pregunto finalmente, con un atisbo de curiosidad—. Supongo que tendrás problemas con… bueno… eso.

"Quizá la hayas visto, era de primer año en Slytherin hace solo 2 años atrás. Odette, no tenía familia, tras casarme conseguimos la custodia, aunque fue todo un trámite difícil ya que era internacional la adopción. Tras un tiempo uno se olvida, pero si... tengo problemas con la ley, ella al ser humana y yo una semi banshee ciertamente complica las cosas. Mis votos en contra fueron descartados por ‘parcialidad’, dicen que mi condición y situación en general me predisponen a no ser imparcial." Apretó los labios, claramente sin poder negar dicho hecho pero tampoco pudiendo estar de acuerdo: La ley era injusta, no solo con ella, con muchos más también.

Solo en Hogwarts había al menos 3 niños que perderían sus hogares, probablemente la chica de Hufflepuff perdería a su hija y ella no podía dejar que Odette estudiara junto a sus amigos por miedo a que se la quitaran también. Y eso solo en este castillo, no quería pensar que pasaría con los vampiros, los Hombres Lobo, jamás le había preguntado al Profesor Flitwick si tenía hijos y nietos, pero probablemente sus nietos estuvieran en riesgo si estas leyes insensatas seguían avanzando.

Todo era una locura.

"¿Que formas podemos usar para evitar que pasen las leyes? Cambiar el Wizengamot y su jurado, conseguir voto popular o convencer a los que están de cambiar de idea. Nos odian porque nos temen como la gran mayoría y tienen la loca idea de que sin Voldemort ahora nosotros nos revelaremos..." Las complejidades del mundo y la desastroza psicología humana.

—Odette... —la verdad es que quizá la he visto, pero al no ser de tercero no estoy segura. Además es de Slytherin y no se puede decir que nunca les haya prestado demasiada atención. Sin embargo, por la manera en que Lynnea habla de ella, me parece que me fijaré con atención en la próxima comida en el Gran Comedor—. Supongo que ahora las cosas se complicaron aun más... ¿Crees que puedas conservar la custodia? —De todos modos, sólo es una semi banshee, quizá tenga una pequeña e ínfima posibilidad—. Aunque supongo que muchos se opondrán...

Muchos niños iban a perder hogares y ni siquiera sabrían por qué. Les estaban quitando la oportunidad de tener una familia de un tajo y muchas veces los chicos necesitan a sus familias, por más raras y extrañas que sean.

—El voto popular no nos ayudará si no cambiamos la mentalidad de la gente... Tenemos que hacer que se den cuenta de que destruirán hogares, además de que le están negando oportunidades que todo el mundo debería tener —solté—. Y sin embargo, hay criaturas que están de acuerdo con esta locura... ¿así como conseguiremos algo?

"Si deseas te miento..." Comentó con los labios apretados en una fina linea furiosa. La custodia de Odette estaba en juego, quizá no de forma inmediata, pero si pasaban la ley de criaturas les tocaría regularizar también a las ‘semi-bestias’, con el tiempo otros más les seguirían porque lo ‘diferente’ es peligroso para los magos que se han acostumbrado a ser la cabeza en la escala social.

Por debajo de los hijos de muggles están los mestizos de criaturas, siempre había sido así y estaba segura de que no cambiaría precisamente ahora.

"Velo así... Odette se tuvo que quedar en Rusia con mi hermano porque temo que si viene para Escocia puedan usarla como escusa para quitar la custodia y retirarme del Wizengamot... Y ese es un riesgo que no estoy dispuesta a correr ni en este momento y si es por mi, nunca." Comentó tratando de relajarse, indicando por si quería té o galletas de canela.

"Es una buena pregunta lo que planteas, las razones para apoyar esta ley es lo que me preocupa... la mayor parte de las veelas la apoya para tratar de evitar que copulen con humanos. Una parte de mi se compadece por ellas, las mestizas veela lo pasan muy... mal en general. No es extraño escuchar sobre violaciones a veelas y semi veelas, pero las primeras tienen mayores posibilidades de protegerse que las segundas." Suspiró pensativa.

"Si fuera por consentimiento tampoco estaría muy de acuerdo con el emparejamiento con una banshee... soy mestiza de ellas y soy un ser entre la vida y la muerte. ¿Que podemos decir en defensa de nuestros padres criatura? ¿Que son buenos padres? Las culturas entre ellos y nosotros son demasiado diferentes... es principalmente un tema psicológico el hecho de demostrar que una criatura PUEDE criar un infante con ‘necesidades diferentes’. Pero, ¿conoces a alguno que lo haya hecho?" Era una buena pregunta, ella misma no sabía si había padres criaturas que sirvieran como defensa.

—Mejor no lo hagas... —le respondo. Aunque lo cierto es que me gustaría oír una mentira y ser lo suficientemente tonta como para creérmela. Acabamos de salir de una guerra y ya están haciendo tonterías con las leyes, realmente no me lo puedo creer.

O será que de verdad pensé —tonta de mí—, que el mundo podía ser un lugar mejor. Y que cuando la guerra acabara definitivamente lo sería. Todo es mejor que el año que estuvimos en guerra, pero falta mucho para que el mundo mágico, al menos en el país, esté bien. Es tan complicado...

—Algunos tienes razones, pero otros lo perderán todo... —Sé que una facción importante de veelas lo apoya y sus razones son perfectamente lógicas y cuerdas, pero ciertamente no se paran a pensar en aquellas que perderán a sus hijos—. Y ciertamente hay algunos mestizos que tienen existencias realmente terribles, pero... todo el mundo tiene derecho a vivir, a tener una familia, por más que sea una familia extraña. A veces es mejor eso, que nada.

"No te imaginas, no te haces una idea de lo que se puede perder. No comenzamos a imaginarnos las familias que serán destruidas. Es como que en New Jersey tras conseguir la adopción Homoparental este año le dijeran que no, que les quitaran a sus hijos y los condenaran después." No le gustaba envenenarse, porque cada vez que se enojaba o se contenía su cuerpo le reclamaba al tiempo.

"Odette estaba en la calle, había sido maltratada en la casa de acogida, había escapado y estaba viviendo en la calle cuando le dieron el pasaje para entrar en Hogwarts. Este es su hogar, el lugar con el que soñó, donde la conocí y ahora le tengo que decir que no puede venir porque a un grupo de viejos chiflados se le ocurrió que si pisaba esta tierra como tiene documento inglés ya no podrá vivir conmigo... Tiene Catorce años y ya ha vivido suficientes porquerías, ¿con que cara crees que le tuve que decir que no podía regresar conmigo?" Había una pasión tras sus palabras que no solía poseer en su clásico y moderado discurso, una forma de hablar fuerte y dolida ante la idea de lo que podría pasarle a ella y cuantos podrían estar en esta situación.

"No seré una adulta mayor, apenas salgo de la adolescencia para algunos, pero lo que hará esta ley no tiene nombre... ¿Cuantos niños perderán a sus padres y cuantos padres a sus niños? Ni siquiera me atrevo a preguntarme que pasará con los bebés o como planean evitar que estos sigan naciendo, de hecho, no sé porque lo hacen, solo que necesitaban un nuevo chivo expiatorio para borrar las culpas de la inactividad durante el gobierno de los Mortífagos y para hacer eso van a arruinar las vidas de cientos."

Tardó un momento en recuperar aliento, las mejillas rojas en furia y los ojos brillando con la desesperación de lo que pasaría, de lo que les estaban haciendo. Ella siempre fue fuerte, siempre fue íntegra y digna, trató a todos con respeto, pero ahora, un grupo de viejos le estaba diciendo que no tenía derecho como madre ni como mujer, que no era humana, que no debería mezclarse con humanos porque era antinatural...

Se negaba a sentirse indigna, pero quemaba en su pecho la idea de que nuevamente debería enfrentarse a la opinión del resto, y aun así, con ojos húmedos de lágrimas que se negaba a derramar porque estaba enojada, estaba furiosa de que la posicionaran nuevamente como un ser indigno, un ser inferior, estaba decidida a darse solo unos minutos de debilidad porque tenían que encontrar la forma de arreglar esto, no podía seguir viviendo con la idea de que Odette no pudiera regresar con sus amigos o nuevamente abandonarla a su suerte o que un montón de locos juzgaran su relación con Ron Weasley porque simplemente no era humana y la posibilidad de descendencia fuera considerada anómala.

No planeaba tener hijos, quizá porque no creía poder tenerlos después de que perdió a los mellizos porque su cuerpo no pudo sostener el embarazo a término, pero si algún día se le ocurría que podía y deseaba, si estaba fuerte y deseaba intentarlo, no podía vivir con la idea de que un grupo de hombres le dijera que no podía porque no era humana completamente.

—Realmente afectará a mucha gente, no puede no preveer las consecuencias... —o quizá las previeron, pero, como no son afectados por sus propias medidas restrictoras no se preocuparon demasiado por el asunto—. Pero alguien tiene que haber pensando en eso, dirigir los pensamientos hacia allá hará que quizá alguien se atreva a reflexionar sobre lo que está pasando.

No podemos esperar milgaros, están vetados para las minorías o aquellos que no tienen poder, pero debe de existir alguna manera de sumar gente a la causa, de hacerlos reflexionar sobre las inhumanidades que se están cometiendo bajo el amparo de la misma ley que ellos promulgaron. Las nuevas leyes son restrictoras y están volviendo a las criaturas ciudadanos de segunda. Y aunque aun se vele por los mestizos, ¿cuánto se tardará en degradarlos, ya que se ha degradado a uno de sus padres?

—La gente que no piensa en los casos específicos cuando son estos los que más te pueden abrir los ojos, Lynnea... —empiezo, después de oír todo lo que dice sobre si hija. Enternecedor, sí, pero no es la única; debe de haber más así, más familias completamente destruidas—. Pero no hay modo de que abran los ojos a aquello que temen y empiecen a comprenderlo. Temen a las criaturas porque no las comprenden y... bueno... bastantes porquerías ya se han hecho contra ellas.

Realmente Lynnea es muy joven y yo lo soy aun más. Es como estrellarse contra una pared que se ampara en su experiencia y en su edad para no dar paso a nuevas opiniones. Observo a la mujer, furiosa, incapaz de reprimir sus sentimientos y me obligo a controlarme. Al menos alguien debe mantener la cabeza fría en una situación así, porque si no todo se volvería una secuencia de insultos y no llegaríamos a ninguna posible solución. No es que la haya, tampoco, pero... a veces es bueno soñar con que todo tiene solución.

Suspiró, tratando de desarmar el nudo en su pecho que amenazaba con explotar, como veneno que corría por sus venas, y quizá fuera su lado criatura que deseaba muerte, pero ella no se sentía del todo cuerda en este instante.

"Quizá las historias personales pero no la mía... soy miembro del Wizengamot, argumentarán que lo uso para manipularlos y con eso se cerrarán aun más. Quizá si hablas con los otros alumnos o creo que ese profesor nuevo, ¿no era semi-vampiro? No sé si fue alumno de aquí. Miss Lovegood estaba en una situación complicada también aunque no hayan amenazado con quitarle a su hija, verdad? Y había de Durmstrang una alumna con la guarda de una humana. No creo que le afecte ya que no son de aquí, pero su historia puede servir, ¿no?" Estaba pensando en todas las criaturas del castillo, incluso Hagrid y el Profesor Flitwick ya no sabía directamente contra quien argumentar.

Se tomó la cabeza entre las manos tratando de calmar sus pensamientos desbordantes. Bastantes injusticias sin lugar a dudas, ella era una injusticia que se le había impuesto a su madre Banshee.

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