Extrañando a Sprout {Lynnea/Libre}

Aún no habíamos tenido ni una sola clase de Herbología y lo cierto es que la extrañaba. Había caminado hacia allí con el deseo de encontrar aquella puerta abierta, pero nada. Me senté en un banco cercano, no tenía clases hasta dentro de unas cuantas horas, no quería volver a retrasarme.

-¡Qué bien...!-puse mis manos atrás para poder estirarme en el banco.

Era demasiado agradable notar el sol en la piel. Tenía que pensar en el trabajo de Historia, no estaba segura de si Luna me había descubierto. Me quedé ahí pensativa, mientras la tira de mi bolsa iba resbalando por mi brazo.

"¡Esto debe ser un chiste! ¡Claro que no funciona muy bien! ¡A quien se le ocurre hacer una poción Matalobos, ¡SIN MATALOBOS!" La expresión furibunda de la raquítica mujer era un entendimiento. Sabía que la poción base era sin matalobos, pero...

Argh... ¿es que nadie piensa con la cabeza o es que las hormonas les han nublado el juicio a todos? El recetario oficial era incompleto, Luparia era el ingrediente secreto de la poción matalobos más efectiva y precisamente no la podía preparar nadie sin un preciso conocimiento porque la Wolfbane era una planta que era TÓXICA para los lobos, no se debía aplicar más de dos gotas del estrato de la planta diluido en una medida de placebo acuoso.

Su segunda especialidad siempre fue pociones precisamente porque hacía la Matalobos para su amigo Alexander y las pociones que su cuerpo necesitaba para sobrevivir, sin hablar de las de Roderick o Mihail cuando necesitaban curarse de algo. Lástima que el último y actual profesor de Pociones fuera un fantasma, sino la directora no le hubiera mandado a evaluar a un asistente para que hiciera la poción para los alumnos que contrajeron licantropía durante la guerra.

Abrió la puerta desde adentro, aun fulminando el suelo con una mirada, pero agradeciendo el calor del sol que de repente le golpeó, aprovechando un saco que llevaba puesto para acurrucarse y disfrutarlo, alzando la mirada para notar que el banco estaba ocupado.

"Buenos días." Saludó y sonrió de forma mecánica tratando de ser amable.

Sin más la puerta se abrió y una mujer con el cabello platino apareció. Di un pequeño brinco de forma inesperada mientras abría mucho los ojos por la sorpresa.

--Bu...buenos días-no podía quitar la vista de sus ojos, era como si te atraparan.

No recordaba haberla visto por los pasillos, aunque lo cierto es que en esta primera semana no había paseado demasiado. Quizás era una alumna de intercambio. Me fijé en que seguía mirándome

-Emm.. soy Aria-me incorporé y colgué el bolso de mi hombro, se suponía que debía ser agradable. Únicamente rezaba porque no fuera otra alumna que me contara sus penas.

Iba a decir Svetlana, pero recordaba que ese nombre no era más que una ficción creada por su hermano que necesitaba alejar la naturaleza de ambos del centro de conflicto. Necesitaba que ya no fueran ellos mismos, pero Svetlana no existía.

"Lynnea Gammel." Se presentó con la suave curvatura en sus labios. "Soy la psicopedagoga." Aclaró para que no le confundiera. Y es que con su aspecto de ojos y cabello plateados, grandes ojos almendrados y cuerpo tan delgado que parecía un ligero y raquítico árbol parada, los huesos sobresaliendo en extraños ángulos bajo las telas que le cubrían.

"¿Vienes a usar los invernaderos?" Indagó curiosa ante la presencia de la chica que parecía también disfrutar del sol como ella en esa extraña tarde soleada en una tierra donde el simple hecho de que Febo asome era un milagro en si mismo.

Me quedé observando a aquella extraña mujer. ¿Psicopedagoga? ¿Acaso había de eso en Hogwarts? No uería que notara mi falta de información pero mi expresión me delató un poco.

-Ahhh...-subí los hombros-No exactamente...-dije respondiendo a su pregunta-...vine a comprobar si seguían cerrados o no.

No es que la Herbología fuera  mi clase favorita ni mucho menos. Pero el olor de vegetación  variada me apaciguaba.

Últimamente Hogwarts no había sido duro, cierto es que seguía habiendo llantos y caras tristes a cada esquina, y el hecho de que el castillo estuviera tan vacío no ayudaba; pero las clases eran más fáciles y las normas no eran tan rígidas como antes.

Al ver la confusión en el rostro de la joven rió tapándose los labios con la punta de sus dedos.

"El plantel de psicología se abrió este año para ayudar con la reconstrucción y los alumnos que sufren de Estrés Pos Traumático." Aclaró para que la chica no se preocupara demasiado antes de girarse levemente para ver de que casa era ya que conocía a muy pocos en este colegio. Salvo por la chica que poseía un grave tema de depresión con tendencias psicóticas y la chica con precisamente síndrome pos traumático... y claro, Trixie Hadrada que había entrado en Durmstrang en su último año.

"Los invernaderos están abiertos, aunque Madame Sprout no sabe si podrá continuar con la enseñanza. ¿Era una de tus materias favoritas?" Trató de entablar conversación, tratando de hacer algo normal en un país extraño donde la responsabilidad se le agolpaba sin fin.

-Lo cierto es que...no-me sonrojé un poco-Es una asignatura preciosa sí, pero no es de mis favoritas.

Subí y bajé los hombros. Lo que me gustaba de los invernaderos era colarme. Sprout jamás dejaba a los alumnos cerca de sus amados tesoros por lo que de esa manera me aseguraba de estar sola y disfrutar de diferentes y maravillosos olores.

-Sin embargo disfruto mucho de la compañía de las plantas.

((Eso no ha sonado a ser muy sociable Aria))

-Quiero decir que disfruto de la vegetación...

Rió por lo bajo al notar que la chica trataba de corregirse, la pobre sonaba más atolondrada cuando trataba de solucionar algo ya hecho. Pero en cierta forma agradecía que fuera así, la misma Lynnea no era muy social, siempre había vivido bajo la protección de su hermano o bajo el miedo de relacionarse solo para dejar gente sufriendo detrás de si cuando su hora se acercara.

Tiempo tuvo que tardar en aceptar que ella no era una isla, que no podía renegar de todas las personas y aislarse, quizá por eso favorecía la música. Le permitía comunicarse, expresarse sin necesidad de ser una con la persona, el terror que tenía a las emociones propias inclinandole a estudiar a las ajenas y renegando del hecho de que quizá, solo quizá, fuera mucho más sano abrirse y experimentar las cosas con su propio corazón en lugar de hacerlo con uno ajeno.

"Las plantas son hermosas si se saben comprender. Yo no soy exactamente la mejor en herbología pero durante mi academia las pociones eran lo que más me gustaba y en consecuencia me relacioné mucho con la Herbología y las Criaturas Mágicas." Explicó, ofreciendo algo de todo lo que rondaba por su mente en aquel instante. Esperaba que lo que estaba haciendo le sirviera a alguien, sino sería un desperdicio.

"¿Cuales son tus materias favoritas?" Intentó una vez más, tentada a quedarse dormida allí, probablemente era que su hígado estaba fallando, ese sueño que sentía no era normal, pero tampoco quería buscar más pociones para beber.

Me agradabla escuchar a aquella mujer, no sabía si era por sus palabras o el tono de su voz. Pero relajaba.

-Defensa y alquimia-asentía mientras pronunciaba las palabras.

Lo cierto es que en defensa destacaba, era fácil decantarse por la asignatura que más fácil me resultaba. Pero la alquimia me apasionaba, pasaba noches en vela leyendo o releyendo libros sobre el tema.

-Lástima que aún no hayan encontrado ningún profesor para la asignatura, aunque supongo que la lista de voluntarios no será muy extensa.

Después de los antecedentes que tenía esa asignatura me extrañaba que algún mago inteligente decidiera impartir esa clase.

"No, tristemente no es extensa. Es por eso que están recurriendo a profesores extranjeros y subgraduados, y aun así la mayoría no quieren regresar, no les gusta ver el castillo en este estado tras haber sido el refugio de la infancia. En el caso nuestro, de los extranjeros la mayoría no asistimos a Hogwarts de pequeños así que si bien podemos soñar con como fue, jamás sabremos la verdad." Explicó suavemente alzando la cabeza al enorme castillo y la torre que estaba allí y sin embargo se veía tan destruida que no era necesario decir más.

Sonrió levemente. A pesar de no haber sido parte esencial del torneo había asistido hacía unos años de la mano de su hermano Mihail, esa alianza fue lo que le permitió en estos días trabajar activamente en Hogwarts. Sin embargo no sabía si realmente estaba trabajando o trataba de compensar todo lo que no pudo hacer en esos años de terror, esos años donde si bien ella no había estado en el bando de Voldemort había activamente formado parte de una familia mortífaga.

"Mi esposo odiaba Hogwarts, no entendía como un castillo tan grande y tan mágico podía albergar tan poco sentido." Comentó divertida ante el recuerdo del rostro de Jared la primera vez que había visto el castillo, siendo él varios años más grande que ella, uno de los asistentes de Durmstrang, un hombre tan amable como... como tonto, realmente no encontraba otra palabra. Y es que creer que podría proteger a su esposa uniéndose a los mortífagos solo era tontera a su parecer.

Escuché lo que comentaba sobre su esposo. ¿"Era"? ¿Ya no pensaba lo mismo o estaba muerto?. Preferí no preguntar pues seguramente sería lo segundo teniendo en cuenta la guerra.

-Yo amaba este lugar antes incluso de llegar...-voltee a mirar al castillo también-Únicamente había leído sobre él, pero me moría por venir. No me arrepiento de estar aquí y menos aún de intentar ayudar en su recostrucción. El castillo ha dado hogar a muchísimos magos y brujas que se encontraban perdidos, dándoles opción a mejorar y no hundirse. Lo mínimo que podemos hacer ahora es devolvérselo.-asentí con el ceño fruncido.

"Supongo que tienes razón." Alguna parte de ella la tenía, aunque no sabía exactamente que era lo que tenía razón, ella no tenía ninguna afiliación con ningún lugar en particular, aunque quizá para los alumnos de aquí el castillo era como para ella la torre... esa torre que amaba aunque le diera escalofríos el solo pensar lo que la primera en portar su título había pasado allí, preguntándose en lo profundo quien había sido el que dejó esa maldición para que nunca viera las viejas tierras. ¿Que era verdad y que mentira en los mitos artúricos? Ah, una pregunta sin respuestas de momento.

Así que sin nada que agregar se encogió allí, observando el castillo, recordando la primera vez que lo vio, Mihail negociando con Jared para casarla a pesar de que tenía solo 16 años y con intensión de anotarse. Ella confusa entre un lugar de habla inglesa cuando apenas sabía el idioma y solo servía para hacerse entender por lo que junto a otros varios tenía que recurrir a hechizos... recordaba que Viktor Krum había sido amable y había compartido unos amistosos momentos con ella cuando no era acosado por sus fanáticas...

difícil para ella ser una ya que lo conocía de siempre, cosa que pasaba con casi todas las mujeres de Durmstrang.

Volteé a mirar a la esquelética mujer, no me atrevía a preguntar por su edad, pero si no fuera por su cara consumida, podía hacerse pasar perfectamente por una alumna de intercambio.

No estaba segura de cómo entablar conversación, ya que parecía que la platina se encontraba ensimismada en su mundo.

-Supongo que será duro su trabajo aquí. La mayoría de los que regresaron siguen llorando las pérdidas, y otros muchos siguen sintiendo que el castillo no es seguro...

En los días que había estado alli no había intercambiado ninguna palabra sobre el tema, temía llantos repentinos y horas consolando; pero suponía que aquella mujer hablaría desde otro punto de vista y deseaba averiguar cuál era.

Lentamente giró la mirada para verla con un dejo de curiosidad, alzando los ojos y volviendo a bajarlos por las paredes de piedra que tenía de frente, el vidrio que protegía le invernadero aliviando su ardiente espalda y dejándola adormilada.

"Hay demasiados sufriendo y muchos que no deberían estar aquí sino que recibiendo ayuda profesional lejos de estas paredes. He conocido a una chica que solo está en Hogwarts porque no quiere regresar a su casa y ese es un solo caso de varios. Trato de ser objetiva y de tratar todo como un caso más, pero tristemente hay muchos que se convierten en un cáncer y causan un decaimiento comunal dentro del castillo dificultando el mejorar el ambiente... y aun así hay otros que en comunidad encuentran un lugar donde comenzar a sanar... se puede entender la mente humana pero es muy difícil de predecir y este año que tenemos por delante será muy difícil para varios."

Podría simplemente haber dicho ‘Si, mucho trabajo’, pero a veces hasta los psicólogos necesitaban desahogarse respecto a lo que pasaba por sus mentes. Este era uno de esos casos, había escuchado demasiados, pero no encontraba realmente el punto de desahogo... quizá porque realmente no estaba muy segura... quizá era que su terapia era escuchar a otros para no sentir que estaba sola en su sufrimiento, todo era posible...

"Será mejor que marche. El Profesor Snape no debe estar muy contento con el retraso." Comentó con una ligera sonrisa entre los labios. Ciertamente el Profesor Severus Snape era un hombre estricto que apenas había conocido en vida a lo lejos cuando habían sido parte del Torneo de los Tres magos, justo en medio de la vorágine del casamiento y el compromiso.

En muerte era planamente desagradable... inteligente, muy inteligente, pero igualmente desagradable. Por suerte no tenía una relación personal salvo para hacer pociones y de esa forma es que siempre discutían cuando estaba preparándolas.

"Cualquier cosa, mi despacho está adjunto a la Biblioteca, por si necesitas hablar de algo..."