El sendero Negro y los tormentos de una cierva plateada(Lynnea)

Cobbs & Webbs era un lugar bien conocido para Lynnea. No porque deseara ser parte de este lugar tan oscuro, no porque deseara este patético rincón del mundo como su refugio sino porque no había otra opción, no había lugar tan oscuro como para encontrar la respuesta a su mal en la luz, no había forma de sanar, de vivir mientras se encontrara a la luz. Era triste admitir que su hermano tenía razón en ese aspecto, necesitaba meterse, indagar en los rincones más oscuros para conseguir la respuesta final sobre QUE era ella... y ella era un ente, solo un fragmento de lo que podía ser, una simple...

"... Muñeca..." Susurró con asco, realmente una parte de si misma quería sacar de su sufrimiento a Lemuri con un simple acto de compasión que era ponerle fin a esa patética vida sin sentido que llevaba, incluso ella tenía más sentido que la chica y lo decía la que debió enfrentarse a dragones embarazada, casada antes de terminar el colegio y que venía a este lugar con un único objetivo: No morir...

Pero a veces la solución para no morir era abrazar la muerte, estaba realmente revisando los escritos de Nigromancia y Necromancia, lo cual le llevaba a nuevos niveles de locura. ¿Por que? ¿Por que no podía encontrar una solución? No quería ser vampiro, sabía que era posible, pero si esta media vida era tediosa, monótona... aburrida; ¿como sería la vida de un vampiro? Siempre joven viendo a la gente que le rodea envejecer, perderse, morir, y no poder hacer nada porque es un maldito vampiro.

A veces creía que quizá lo de matar un unicornio para beber su sangre no era tan mala idea... pero era lo mismo que convertirse en vampiro: Solo una media vida maldita concederá la sangre de unicornio.

Pero los libros no tenían respuesta, no tenían una maldita respuesta y Mihail no estaba allí para ayudarle, no estaba Kyle para decirle que todo estaría bien y no tenía a Alexander diciendo que todo estaría bien, no estaban ni sus amigos ni su médico y lo único que tenía era un frustrante paseo por Londres para encontrar NADA, no había nada, nada, nada y solo quería descansar, se sentía mal, la cabeza dolía...

Así que salió por la puerta, apenas una inclinación de la cabeza reconoció la presencia del vendedor, no sabía si era Cobbs o Webbs, pero ya daba igual, especialmente cuando sus ojos se posaron en una figura y el pulso se disparó con un dolor en el pecho al sentir como la adrenalina le recorría con violencia.

... No otra vez.

Se recargó en la pared a un lado de la ventana para detener el mareo de un dèja vú, recordaba hacía pocos años, un día parecido, un Londres diferente pero las mismas ventas, los mismos escaparates, los muggles del barrio por el que caminaba ahogando sus penas le habían ensordecido y se había convertido nuevamente en el ciervo plateado, recordaba que se había tenido que inclinar ya que su endeble estómago no resistió la fuerza de su mente o los recuerdos de sexo y sangre que aun se recargaban burlones en su interior.

¿Por que había venido a Bretaña, porque estaba aquí? ¿Es que había hecho algo tan malo que el Karma la odiaba así?

Cada sombra proyectada por las tenues luces presentes en aquel callejón resultan acogedoras para él, a un punto de convertirse en una suerte de ambiente tan familiar que ha sido utilizado en muchas ocasiones como terreno para poder terminar de atar cabos en sus trabajos. Producto de su efecto "ventanas rotas" que construyeron las historias validadas por los prejuicios de los magos y brujas.

   Habían transcurrido unos minutos y se detuvo frente al escaparate del local, observando precisamente el reflejo de aquella vitrina. Si bien hay calderos, algunos textos como también pócimas de muestra como otros objetos de carácter exótico, Mikes va recordando las prácticas ceremoniales como él Águila Roja aplicado a uno que otro mago o bruja perteneciente a la secta radicalista de los Mortífagos  y que sólo fueron reportados tres de esos asesinatos tanto por los Aurores como miembros pertenecientes al culto a la ideología del Voldemort. El resto, simplemente la noche sin estrellas termino devorándolos y convirtiendo buena parte de sus cuerpos en ingredientes para hechicería oscura.

Un escalofrío recorre la espalda de Mikes, puede sentir un par de ojos en la espalda, observado y un cambio muy sutil en el ritmo de los tambores de guerra que invoca su corazón. Observando desde el rabillo de su ojo y creyó ver por un momento, un destello plateado.

Esa mirada almendrada entrecierra con cierta suspicacia carente de emotividad,  acercando su mano derecha a la altura de la manilla de la puerta del local.

"No...no tendré tan mala suerte..."

Piensa mientras gira la perilla y empuja la puerta de Cobb´s and Webb´s  con la intención de realizar algunas compras para actualizar el inventario de sus herramientas esgrimidas al servicio del Espiral Descendente. A medida que cada paso dado por él da la impresión de dar esa falsa esperanza a Lynnea de no haberse percatado aun de su presencia.

La mirada es de costado...

Pero esa negación es una ilusión, hay un aroma familiar en el ambiente,  que despierta emociones y deseos encontrados . Negado en cambiar la mirada para poder observar los flancos y así encontrarse con ella. No deseaba encontrarse con aquella bruja en ese momento, no ahora a diferencia de la demanda proveniente de sus entrañas y "necesidades básicas de tipo sexual acompañada de emociones desconocidas como aterradoras para él."

La parálisis duró un momento, no podía dejarse engañar, sabía que le había visto, lo sabía con tanta certeza que no pudo siquiera ladear los ojos para encontrar su mirada. Ya sabía que estaba allí, sabía que la observaba y era conocedora de lo que podría llegar a implicar esto.

Por lo que su corazón acelerado se detuvo un momento, poniendose de pie, erguida en toda su media estatura antes de comenzar a caminar, tratando de alejarse lo más pronto posible de él. Lo quería lejos, muy lejos, como YA en la otra punta del planeta. Esto no le podía estar pasando, solo necesitaba alejarse de una vez por todas.

off topic: Me aclaras la distancia de ella de Mikes , si esta muy lejos o para modificar a la brevedad el post.

-De todos los lugares, era demasiado predecible que un encuentro así sucediera-.

La observa de reojo, ladeando su cabeza para poder verla con mayor atención y de una vez por todas enfrentar el sabor amargo de encontrarla en aquel lugar.

-Lamentablemente, nuestros intereses mágicos nos llevarán a los mismos lugares-.

Es estúpido que niegue sus emociones, negar que esta al tanto de la presencia física de ella.  Avanzando paso a paso mientras se cruza de brazos, con un enfado presente en su corazón negro porque de todos los tiempos que existen y fluyen en el día como en la noche, ambos debían de encontrarse en el mismo. 

La pregunta no debe ser de autocompasión ni menos preguntar porque....sino ¿para que? ¿hasta donde están dispuesto a llegar los dos realmente?

Deteniéndose a cinco pasos de ella, con esa expresión fría y distante que contrasta absolutamente con las emociones capaces de invocar aquella mujer de cuerpo enfermizo. Sin poder negar en absoluto todas las fantasías capaces de despertar en él.

-Detén tus pasos Lynnea, por favor-.

Ignorarle hubiera sido fácil, realmente fácil, un pie delante del otro se llegaba a Diagon Alley y más allá. Todo sería sensillo a la distancia, no tendría que preocuparse de sus males, no tendría que verlo, que sentirlo, que sufrirlo.

Y aun así...

Gruñó por lo bajo al sentir como su cuerpo se paralizaba ante el pedido de que no se fuera, de que no hiciera las cosas así, que no lo hiciera fácil porque él tampoco podía hacerlo bien, no podía simplificar el maldito mal y encima asumía que estaba en Knockturn por algo que le interesaba... no, no era así, no era por sus estudios que lo hacía...

"Para tu información, no es por interés, es por necesidad que me encuentro aquí." Aclaró girándose a él, los ojos plateados y muertos observándole con recelo al girarse a solo unos 6 pasos de distancia. Por favor, dos palabras que no encajaban en los labios de un abusador y sin embargo este las soltaba con tanta facilidad que le aterraba, lo odiaba, que esa manipulación sutil tuviera efecto en ella que ya sabía estaba siendo manipulada.

La mirada solo duró un instante, rápido desviándola, en su mente recordando ese cuerpo desnudo, las marcas de él el daño de su agarre y la sangre de su inocencia, no pudo evitar toser con nauseas, tratando de apartarse un poco el cabello, realmente se sentía mal... ¿le quedaban pociones para las nauseas?

¿Porque tiene que ser tan torpes los comentarios de ella?

La observa, cada uno de esos gestos que son seductores y a la vez cargados de esa energía enfermiza, que a su parecer resulta tan cínica al negar todos los afectos como también terrores que dominan a aquella criatura de su interés.  Levanta un poco su mentón , lo que lleva a que se oscurezcan más el color de sus párpados.

-Oh, y esa es la respuesta más ingeniosa que he escuchado durante el transcurso del día-.

Deja escapar un suspiro a través de su nariz, dando a conocer esa expresión de desencanto y cansancio a primera vista en su semblante físico. Aunque los sentimientos que acompañan sus órganos como entrañas, sigue despertando un cierto grado de incomodidad en él.

Iba a dar un comentario, pero al verla toser, termina reprimiendo su ironía  y la observa con mayor atención. Un tanto confundido y negada aquella sensación cuando decide avanzar  para poder ayudarla, intentar...contenerla

¿Que mierda haces?¿porque la estas buscando realmente?

Avanza un par de pasos, y al extender su brazo derecho, se detiene en el gesto contenedor, retrayéndose como si un sentimiento de censura y culpa esta dominando en él.

-Déjame ayudarte...por favor-.

¿Porque se preocupa de ella realmente? ¿acaso es realmente un sentimiento de culpabilidad sincera o porque esta emergiendo un sentimiento encontrado, cruel y amoroso hacia ella? Sea la sensación que sea, no esta siendo agradable para él y solo por orgullo intenta mantener el control de las emociones creyendo que a través de la manipulación del medio  podrá conseguirlo. Algo un tanto torpe e inexperto de su parte.

Quería llorar, rogarle que no abanzara más, que no la tocara, que no la sintiera. Estaba ardiendo y este era su infierno personal, un infierno que ella eligió fuera su tortura por el resto de sus vidas. ¿Como podría él ayudarla? ¿Como podría sostener ese cuerpo que se debilitaba a cada paso?

¿Acaso no entendía? Estaba aquí porque no tenía otra opción... o luchar o sucumbir sin dar pelea... si luchaba podría llegar a vivir, si se dejaba morir no tendría sufrimiento. Hiciera lo que hiciera había algo que ganar y algo que perder, como esta parte, quería comprender. Quizá... solo quizá...

Estaba tan cansada de luchar que comenzaba a sonar sensato dejar de escapar de si misma, dejando que el cabello se tiñera de negro como su figura natural lo era, sus piernas temblando en la lucha por mantenerse de pie. ¿Por que? ¿Para que deseaba permanecer de pie cuando ya no había alma para luchar bajo todas sus capas de piel y huesos. Moriría entre los brazos de su verdugo, ese era su tormento y su destino... no solo debía sanar una enfermedad sino que debía levantar la maldición que pesaba sobre todas ellas.

"¿Como puedo confiar en ti? ¿Como puedo saber que no terminarás de quebrarme con el apogeo del otoño?" Susurro, siendo ella la que debió sostenerse del brazo de él, su cuerpo se estaba rindiendo ante su miedo y los nervios, ya no quedaba fuerza para seguir luchando, ¿acaso esto era así de fácil? Un día estaba aquí y al otro ya no...

Su captor el único testigo de que su cuerpo solo se mantenía firme gracias a las varas de metal que armaban su corset.

Esta cierva gusta de manipular con su fragilidad.

La observa atentamente, esta vez, avanzando con más seguridad en cada paso , amenazando en privarle más de ese espacio que ella necesita para poder respirar y sentir que es libre de tomar sus decisiones . Ese pequeño reducto de su psiquis quebrada donde cree que puede enfrentar a su captor en tanto sea capaz de negar las emociones invocadas por su mera presencia.

-Cada vez tu discurso se torna más confuso-.

Sus  manos se van extendiendo como si fuesen las largas patas de arañas que van tejiendo esa gran telaraña sombría e ilusoria,  la cual va envolviendo ese cuerpo famélico pero a la vez atractivo en fragilidad como también en esa crueldad reprimida.

-Y ese es el punto...me has ubicado como la sombra capaz de traer el otoño que tanto temes-.

Ella invadió su espacio antes, en un momento no supo que hacer realmente, sintió un escalofrió intenso recorrer cada nervio de su carne y piel.  Intentando mantener ese rictus serio, a pesar de que ella ha resultado ser capaz de descolocarlo en ese comportamiento tan enfermizo, dependiente y femenino.

-Pero que....-.

Casi como un susurro, recordó que no debe dejarse quebrar por ella completamente.De repente, sus dedos se posan en las mejillas de ese rostro triangular, hermoso y maduro ante sus ojos sombríos, los cuales observan con atención cada una de esas facciones hermosas, esa nariz recta y fina como también esos labios carnosos que desea  besar. Así poder callar las palabras de ella como también invocar la eterna noche en esa mirada cuyo brillo plateado es tan intenso como un claro de luna.

-Si temes que pueda quebrarte, ¿porque tu cuerpo te traiciona?-.

Su cuerpo, invasivo, quedando a escasos centímetros de ella, obligándola a mirarlo directamente a esos ojos oscuros que pertenecen a él. A pesar que desde un comienzo, Lynnea  se había sostenido del brazo de él en un momento, esta vez, intentando ser más acogedor con ella a pesar de esos tintes de evidente crueldad tan natural en él.

-Déjame ayudarte...por esta vez. Mira nada más tu estado en este momento-.

"¿Como puedes...?" Preguntó luchando contra la debilidad de su propio cuerpo, obligando a los párpados a permanecer abiertos tanto como fuera posible, sabiendo que tarde o temprano caerían finalmente hasta no tener más defensa que su inconciencia.

"Sé que has visto a Trix, aléjate del colegio, Mikes... no te atrevas..." Susurró, las uñas aferrandose al brazo de él con el fin de no dejarse morir en medio de esta calle oscura. Quería escucharlo de sus labios... este tipo de gente nunca elegían una única persona, dudaba que su cuerpo tan frágil y tan enfermo fuera lo suficientemente atractivo para nadie, en la actualidad apenas podía pasar bocado y ni intentaba hacer actividad física elevada por miedo a las consecuencias.

"Aléjate de ellas o te mataré..." Susurró, una promesa que dudaba poder cumplir en este estado, pero que lo intentaría, no debía dudar de ello, no quería siquiera pensar en que hubiera otra víctima, ¿les haría lo mismo que a ella? ¿Las tendría frágiles, temerosas, aisladas? ¿Sus gritos serían ahogados por paredes de piedras y diseñaría nuevos dibujos en sus tiernas pieles con un cuchillo? ¿Que era capaz? ¿Cual era el verdadero sendero a la oscuridad? Porque ella recorría un sendero oscuro sin lugar a dudas, pero en ningún momento lo sintió como Oscuro realmente... había sufrido casi todo lo que una persona puede resistir en una vida en tan solo un puñado de años, su cuerpo se rendía, pero ella seguía peleando, pero llegado este punto, nuevamente, como tantas veces antes se volvió a plantear lo mismo...

¿Contra quien peleaba?

- Lo pido porque puedo hacerlo...sólo por eso-.

Sentir que esas uñas se entierran en los brazos de él, amenazando con traspasar el telar de sus túnicas no hace más que intensificar su deseo de ver cuan lejos esta dispuesta ella a llegar en su sentimiento de venganza. Un estado emocional tan femenino, impulsivo y de desborde que siempre ha sido el primer salto irreversible hacia el abismo.

No me digas que...oh sombras me amparen.

En ese momento su expresión muestra una seriedad sepulcral, incluso en esas fosas nasales que se expanden más por unos segundos dan a conocer el sentimiento de indignación en él.

-Te equivocas, no soy un perverso-.

Presiona el cuerpo de ella contra el de él luego de deslizar su mano izquierda a la altura de la cintura, observándola detenidamente a los ojos , sin pestañear y sin arrepentimientos que valgan la pena develar.

-Puedes matarme si lo deseas. Y aun así no cambiara el hecho de que has resultado ser mi primera y última vez-.

Entreabre los labios, entrecierra los ojos, presionando más la punta de sus dedos de la mano derecha en la mejilla de ella.

-Y sabes, esta situación es complicada para ambos, más de lo que puedas creer-.

Si, acaba de revelar entre lineas que con ella se inicio sexualmente, que fue su última vez en ese momento y es algo que no ha dispuesto a aceptar. Que sus sentimientos y atención se encuentran centrados solo en ella, en nadie más,  ¿eso es amor realmente o solo es una justificación para validar su comportamiento obsesivo?

No entendió del todo lo que le estaba diciendo, el oxígeno que mantenía con vida su cerebro, simplemente su cuerpo no daba más, sentía que moriría allí mismo cuando separó los labios tratando de captar un extra de aire solo para finalmente caer, la rodilla aflojándose y la espalda retrocediendo, solo una cosa deteniendo su caída lenta, la mano que le sostenía y el cuerpo que la retenía, la caricia en su mejilla mandando señales de alerta por su columna hasta solo dejar una estela de destrucción en sus terminaciones neuronales.

"¿Como puedo creerte?" Susurro aun temblando, pero este frío era diferente, muy diferente, no era el helado frío de su cuerpo habitualmente, era algo que nacía desde dentro y se extendía lentamente por su cuerpo.

¿Como había llegado allí? Desde que había hablado con Trix se había obsesionado, lo debía encontrar, Trix era demasiado chica, demasiado tonta a veces, apenas un poco más grande que cuando ella y él...
Se había descuidado, así de estúpida era, siempre lo fue, no había forma de negarlo, apenas se podía mover gracias a no tener los suficientes recaudos, no podía recordar cuando fue la última vez que bebió la poción para mantener en funcionamiento sus pulmones o desde cuando dolían tanto sus articulaciones pero así era, dolía, le incomodaba, necesitaba sacarse algo de todo esto que molestaba en su cuerpo y se sentía tan helada contrario a la temperatura que levantaba su cuerpo a pesar de que este temblara afiebrado.

No era natural su color y la forma casi humana se distorsionaba en su inconsciencia.

Su mirada fría comienza a perder esa neutralidad, esa simple pregunta conlleva a emerger una vez más aquellas necesidades tan básicas que no resultarían molestas si no estuviesen asociadas a aquellas emociones tan extrañas, pero a la vez cargadas de curiosidad que se transforman en la materia prima de sus ideaciones obsesivas.

Las terminaciones sinápticas mandan mensajes contrarios a sus emociones, al punto  de creer que esta situación ha llegado a perder toda sincronización capaz de ubicarla en un lugar de sensata lógica.

Su dedo pulgar acaricia el labio carnoso inferior de ella, deseando que termine de tragarse todo el dolor que puede depositar en ese cuerpo enfermizo, femenino y tan deseado para él. Partir la mente de Lynnea en dos porque él sabe cuan escalofriante puede llegar a ser.

Una suave mordida es depositada en el labio inferior, punzante y cortante, lo suficiente para dejar un sabor carmesí que él ha propuesto compartir con ella. Presionando más a Lynnea contra él, así juntar ambas pelvis y poder sentir el ritmo agitado  que puede despertar en ella. Confiando en que esas emociones femeninas serán tan desbordantes que concebirán el silencio en los sentimientos de él. 

La mordida es suavemente agresiva, transformándose en un beso como la metamorfosis de una mariposa negra que anuncia la Muerte como credo para ambos.  Apartando esa crueldad tímida de aquellos labios color hígado para mirarla directamente a los ojos.

-¿Sabes?...soñé contigo por veinte y siete años antes de verte-.

Su mirada se transforma en una rabia pasiva, como si estuviese dando a entender que esta dispuesto a ceder un poco para poder tener más control sobre la situación.

-Y te extrañe por la misma cantidad de años-.

Deseaba que ella se tragara todo el dolor, que la envenenara, que el miedo la invada para no hacer evidente el hecho de jamás sentirse preparado al momento de volver a encontrarse con aquella cierva plateada. Y menos desear reconocer que desde hoy y antes cometió errores en su vida como creer que ella podría perderse para siempre en el laberinto de sus recuerdos.

Dios...soy soy muy miedoso y por eso siempre logro superarme.

No entendía lo que pasaba, se ahogaba en el sabor a sangre, un sabor metálico, amargo, demasiado conocido. Ni siquiera podía asegurar que fuera realmente amargo, al final de su paladar los receptores cantaban una melodía demasiado dulce como para relacionarlo con amargura.

Estaba Helada y sus ojos se cerraban lentamente, allí, entre los brazos de su enemigo deseaba descansar, deseaba desaparecer y que la tierra misma la tragara entre su elemento, ya nada tenía sentido, hasta comenzaba a apreciar esas caricias que como lijas se extendían por su piel, dejandole expuesta, su interior a carne viva, sabiendo que él estaba allí...

No podía mentirle, aun recordaba el sonido de placer, los ojos deseosos cada vez que la veía sangrar, desarmarse, quebrarse ante él. Esta era ella, quizá masoquista, quizá demasiado débil como para seguir enfrentándose a lo inevitable en el momento en que tomó silencio y se dejó mover, los brazos lentamente cayendo muertos a sus lados, apenas respirando, pálida como si de la misma muerte se tratara.

No quería morir, mucho menos así, mucho menos ahora, pero si no ocurría un milagro o dejaba que le ayudara probablemente ese fuera su fin. Así que se odio, sin responder porque cada aliento era preciado de sobremanera, hizo un leve sonrisa, apenas un burdo gesto con los labios que indicaba que aunque no lo pareciera seguía despierta cuando todo se convirtió en negro absoluto, lo único que la anclaba eran los latidos del corazón de él.

"Aun no nacía..." susurró a media voz, dejando que moviera su cuerpo a placer. Veintisiete años... ¿por que veintisiete años?

-No tenías que nacer para poder imaginarte, desearte, odiarte y extrañarte-.

De repente, los dedos de su mano izquierda se entierran un poco en ese punto que conecta la pelvis con la última terminación asociada al coxis donde emergen esas caderas bien proporcionadas. Que solo hacen resaltar más el aspecto frágil de aquella Veela de ojos plateados.

Deposita un suave beso en la frente de ella, mientras la mano derecha desea recorrer el mismo camino que su contraparte. Descubriendo cada curvatura  que en ocasiones debe remarcarse más por las uñas, generando ese grado de umbral de dolor bajo para que sea placentero, adaptativo y no tan desgarrador como otras veces. Un show lento y torpe que tiene por objetivo desconcertarla para que ella no se percate de los terrores emocionales en él.

-Antes de la carne...había soñado contigo y lo seguí haciendo toda esta vida que debe convertirse en cenizas tarde o temprano-.

Ambas manos recorriendo aquella cintura más estrecha de lo normal producto del corsé, presionando más ese Venus hacia ese Marte que poco a poco emerge, sin ser invasivo en querer apoderarse de esas entrañas potencialmente maternales y amantes.  

-Y eso es aterrador, antes de que naciera, ya te había imaginado en la más profunda  Oscuridad. Al abrir los ojos apareciste y ese pensamiento absurdamente mágico fue...perturbador-.

Una expresión de amargura se dibuja en sus labios bajo una falsa sonrisa, volviendo a besarla con más violencia, pero bajo una suerte de gota a gota como si desease administrar el placer y dolor que ella pueda estar experimentando en ese momento. Poco a poco esgrimiendo la punta de su lengua para batir contra la de ella.

Deseando sentir como esos pechos firmes dan a conocer esa respiración agitada, enfermiza y excitante que pudiese desgastarse bajo su ritmo más ausente pero que no dejaba de anunciar el deseo que ella es capaz de despertar en él.

Me aterras tanto, me gustas tanto.

‘No fue perturbador, es que eres patético y caíste por un sueño al más profundo abismo.’ Quizo decir, pero ya su cuerpo se había rendido, trató de parpadear, trató de luchar, pero hasta su corazón estaba débil, el retumbar de cada latido resonando en sus oídos, realmente estaba allí y a su vez no estaba.

Podía sentir la fuerza de su cuerpo como deseaba dominar sobre el suyo tan frágil, el miedo al sentir que aun así en su miseria podía causar reacciones indeseadas, el recuerdo del dolor al ser desgarrada una y otra vez, la sensación de marte tratando de destruir a venus en una guerra sanguinaria era una fantasía que ahogaba las sensaciones reales de su cuerpo.

Solo deseaba apagar sus sentidos, como si esto nunca hubiera ocurrido y caer finalmente en la gran nada...

De hecho, agradeció cuando su cuerpo finalmente se rindió, los brazos perdiendo toda fuerza y las rodillas aflojándose, dando la bienvenida a la inconsciencia.

Cuantas fantasías se generaron en aquella circunstancia en la que ambos eran unos verdaderos inexpertos. Hasta un punto en que se vieron tergiversados actos de trasngresiones corporales  por ambas partes. ¿Hasta que punto él fue capaz de someterla realmente? ¿hasta que punto ella entrego su cuerpo a aquella sombra acechadora? ¿hasta que punto las emociones nublaron sus sentidos, sus emociones y llevaron a distorsionar lo que aconteció realmente entre ambos?

-Este temblor adorado, por culpa de una chica loca-.

De repente sonríe con una profunda amargura, mientras la mano derecha empieza a acariciar aquellas hebras de plata, tan suaves y pesadas como si reaccionasen al estado anímico de ella.

-Aunque me deslice lejos de ti, por más que desees esconderte. Nos encontraremos si lo deseamos-.

Las caricias se sostienen por unos segundos, hasta que los dedos reptantes y sigilosos dan cuenta de su destreza se posan en ese mentón triangular. Obligándola a mirarle directamente a esos ojos vacíos.

-Nos enredamos, volvemos a caer en un vacío-.

Entrecierra los ojos, realizando pequeños movimientos circulares como caricias. Deseando secuestrarla, llevarla lejos y volver a tomarla aunque sea por una noche.

-Me pregunto que murmuran las sombras a ti en este momento-.

Como un ladrón de medianoche vuelve a robar un par de besos, jugueteando con la intensidad como si desease descifrar todas las maneras de romper las llaves capaces de desencadenar las pasiones tan reprimidas en ella producto de ese temor tan seductor, tan dócil y peligroso.  Acariciando con la punta de la lengua aquella región bucal que aun pareciese virgen e inexperta,  deseando poder robarle el aire y poder tomar todo cuanto es de ella aunque sea sólo por una noche. 

Decirle en caricias, en su mirada cuan importante es aquella mujer enfermiza para él, poder confesarle sin emitir palabra alguna cuanto la ama realmente.

El cuerpo era ligero, apenas sensible al mundo exterior. No sabía lo que pasaba, no sabía lo que sentía, apenas consciente de la suave respiración y el frío que nacía de su corazón y se extendía hasta las extremidades. Estaba muriendo, ¿estaba muriendo?

¿Así se sentía? ¿Quien cuidaría a Odette? ¿Que pasaría con su hermano? ¿Realmente en el vacío de su abismo solo estaba en brazos de su enemigo? Esto era tan oscuro y terrible... todo se veía tan oscuro pero ya no tenía fuerza para preocuparse cuando sintió el calor de labios ajenos en los suyos que comenzaban a cobrar un tono azul.

La ausencia de respuesta no hace más que otorgar una connotación de odio y amor confuso existente entre ambas hadas,  que se han entregado completamente a esa sensación de espiral descendente. Exteriorizando desde las sinapsis químicas y la liberación de hormonas acompañados de cambios corporales  aquellos sentimientos tan aterradores, repudiados, anhelados y demandados para ambos.

-Deberíamos ir a otro lugar-.

Dice luego de apartar sus labios de ella, cesando aquel beso para mirarla directamente a los ojos. Como si en ese momento ella se convirtiera en aquella luna, esa pequeña luz que revolotea de forma molesta en el abismo que es representado por él.

-Cierra tus ojos. Porque cansada y débil estas-.

Dice mientras acaricia la mejilla derecha de ella, manteniendo sus ojos posados en ella. A la espera de la respuesta que ha de brindar ante su petición.

off topic: ¿puedo usar aparición para teletransportarnos?...Y si, era fácil darse cuenta que Lynnea se había desmayado   

Lo que faltaba...no puede ser más histérica.

Se percata de que ha perdido completamente la conciencia, dejando escapar un suspiro con cierto cansancio  ante este evento tan inesperado. Llegando a pensar que Lynnea es la suma de varias somatizaciones y tensiones que termina siendo curioso el como ella intenta imponer al entorno un ego carente de base solida.

Apoya la mano derecha en la región media de la espalda, mientras la izquierda se ubica a la altura de las rodillas de ella luego de agacharse un poco e inclinar su espalda hacia delante. Como si se tratara de una escena cliché, la carga en sus brazos y observa los alrededores por un momento para poder dar con aquel callejón.

Bien...deberé llevarla a mi refugio.

Más pareciendo un deber lo que acaba de pensar, toma la decisión de encaminarse hacia el este, cargando el cuerpo de Lynnea y pensando que aquella situación se esta volviendo más extraña como también más compleja de lo que pudo haber creído.

¿Porque he vuelto a dar con ella realmente?

off topic: Entonces será caminata a la antigua para llegar a la escena.  Deberé de comprar aparición para validar la habilitad que me anote y no me censuraste jo!!! 

En muchas ocasiones, el orden temporal se había roto desde que se volvieron a encontrar. Mikes mientras carga el cuerpo menudo y enfermizo de Lynnea, se sigue preguntando  que lo lleva a experimentar estos sentimientos tan encontrados hacia ella. Una mujer que ha despertado su curiosidad en muchos sentidos, desde la torpeza emocional e histérica dada a conocer como también esa fragilidad tan manipuladora que permite tener una suerte de atención destructiva hacia el entorno. 

Las sombras se habían apoderado de todo, era solo un laberinto que se construye entre telarañas y sólo un sendero que lleva a la araña al regreso de su refugio. Un lugar entrampado que solo podía encontrarse en ese lugar que es considerado prohibitivo y asociado a lo delictual, pero a la vez acordado por los estatutos legales. Casi una suerte de desviación geográfica.

Había aparecido el sonido pesado de una puerta al abrirse, como también  el sonido hueco y pesado en cada paso dado al igual que el rechinar de la cama grande de dos plazas al depositar el cuerpo de Lynnea en él.

El piso era un lugar oscuro, de muebles decorativos del mil novecientos tres, con algunos cuadros que no fueron afectados por el paso del tiempo. Al igual que algunas velas negras , púrpuras y blancas depositadas en candelabros de color plata sucia, además de existir dos puertas que dan a un armario y otra a un amplio baño.

Mikes se había sentado en el lado izquierdo de la cama, sacando un frasco de cristal pequeño, no superior al tamaño del dedo indice.  Abriéndolo y dejando asomar un aroma fuerte de hierbas en la nariz de Lynnea, siendo este romero con toques matizados de alcanfor  y así asegurarse de poder despertarla para poder confrontarla directamente.

A pesar de estar seguro en su decisión, experimenta esos sentimientos  que van tejiendo una telaraña en sus músculos como también huesos y nervios.  Manteniendo esa expresión seria en su rostro a pesar de que los latidos de su corazón se transforman en una suerte de tambores de guerra que solo anuncia la llegada de aquel temor compartido por ambos. 

Atento y a la expectativa de que ella despierte.

Spoiler:

Pero ella no despierta. Probablemente no lo haga nunca más.

Un cuerpo debilitado tiene sus límites, especialmente uno que no esta hecho para vivir, ¿cuanto había tardado en encontrarle? ¿Cuanto tiempo tendría despierta? ¿Sin comer? ¿Sin dormir? Era una expectativa graciosa cuando su respiración superficial pasó a ser dolorosa, cuando la mitad de su cuerpo en su semi conciencia se paralizó y los ojos ya no respondían. La oscuridad había dominado su mente y su cuerpo, no podía respirar y cada intento dolía, era más que evidente porque las pociones necesarias no habían sido aplicadas a tiempo, en el momento que las necesitaba.

La medicina mágica tiene sus límites... no puede curar la licantropía, no puede sanar el cáncer y no puede cambiar tu genética. Ella tenía todos esos problemas salvo por la licantropía ya que lo suyo era de nacimiento. Si fue movida o no realmente no importó ya que en el momento que la cambiaron de posición la punzada que le atravesó el páncreas  le sumió en absoluta oscuridad nuevamente.

Ya los aromas no ayudaban, tampoco ayudaba el hecho de que no sentía su cuerpo aun cuando recuperaba los cortos lapsos de conciencia.

Y mientras la criatura le cargaba a su hogar argumentando poder despertarla, el hada se marchitaba, su cabello plateado perdiendo la magia y cayendo muerto en un tono azabache, su piel blanquecina tomando un tono verdoso, incluso bajo esos parpados cualquiera podría adivinar los ojos absolutamente negros que debía poseer.

El proceso inevitable de degeneración había iniciado, que casualidad, ¿no? El proceso de muerte de un ser mágico en el que su cuerpo consumía toda la magia para tratar de regenerar algo imposible ya que el problema estaba en su interior.