The Chandelier § Luthien Flaneur

Se sentía mal, en medio del The Fabric no podía hacer más que perderse. El ruido de la música en alto y su corazón estaba desbocado, esa pastilla que le habían metido al trago esta vez parecía estarse burlando de ella como cada noche, solo no sabía donde estaba parada, no entendía nada, tenía tanto alcohol en las venas que si sobrevivía esto era un milagro.

¿Por que? ¿Por que no podía ser como el resto? Salir con amigos, tomar algo, si no quería no tomar nada, bailar y cuando regresara a casa podría irse a dormir, despertarse con una mamá propia que le cuidara o alguien, quien sea. Estaba cansada, agotada de ser el sacrificio, pero no cambiaría su lugar con nadie, esta era su vida, debía aceptarla y hacer lo posible con ella. Por eso cuando llegó la pastilla como cada noche no había dudado en beber: Si se negaba arriesgaba su puesto y si perdía el puesto no tendría trabajo ni forma de mantener a Niniel, ni a si misma tampoco, como camarera apenas podía mantener su pequeña habitación y comer decentemente ella sola.


Solo necesitó un momento para darse cuenta de que la fiesta se había terminado, pero aun su corazón no se tranquilizaba, la energía de su cuerpo y la sed iban en aumento, sabía que tenía que salir de allí antes de volver a sentirlos. Como todas las noches optó por bailar sobre el parlante, no porque le gustara sino porque allí era menos accesible para la gente, la tocaban, la manoseaban, el descaro de la mayoría era ineludible, pero ninguno podría tratar de llevarsela de la pista mientras se encontrara allí en lo alto. Nadie pretendía más que tocarla...

Aunque el asco esta presente, impreso en sus venas, al menos no era lo que podría ser. No sabía porque pero siempre había tenido un cierto rechazo a la idea del sexo, de la acción física... al menos hasta que había estado con Luthien, lo cual la confundía, no sabía si era por la naturaleza de él, pero ella se sintió segura, por un rato como si el peso del mundo no estuviera en sus hombros.

I'm gonna fly like a bird through the night, feel my tears as they dry

Se escapó, rápido, sus piernas temblaban y los labios se sentían resecos, deseaba escapar a toda velocidad, quizá conseguir algo... revisó en sus bolsillos rezando por lo que fuera, cambio...

Tragó, mirando hacia bajo, su piel insensible por el alcohol no le había avisado que allí, en su pierna debajo de los shorts, en el porta-ligas alguien ‘amablemente’ le había dejado ‘propina’ como si hubiera sido una mujer de la noche. Deseaba llorar de solo pensar en ser así, ¿que era necesario para que no fuera como era ahora? Necesitaba un trabajo que le pagaran la misma cantidad, cosa imposible a su edad. Probablemente facturaba más que el dueño del Caldero Chorreante en estos momentos y entre medicamentos, tratamiento psicológico, pagar la casa, mantener a Niniel con sus frecuentes visitas psicológicas... no podía darse el lujo de perderlo y ella no era una genia de alguna materia que de repente contratarían para que se dedicara a ello... a menos que fuera herbología, por supuesto.


Aunque no le gustaba tomó el dinero y lo usó para un taxi, tomando la red Flu desde el Caldero Chorreante hasta el Barco de Durmstrang, apenas alzando la cabeza para ver la hora. Aun tenía media hora pero había dicho que llegaría a tiempo, debiendo correr desde el barco sin siquiera pasar por la habitación, corriendo al lago, un rincón escondido de la vista donde las criaturas rara vez se asomaban.

Se quitó la camisa que tenía tapando la ropa, el olor a sudor era asqueroso, por ella lo quemaría, olía a todas esas personas que le hacían sentir sucia y desagradable y no quería tener algo como ello puesto cuando se encontraran por lo que movió un par de rocas y lo colocó bajo agua para tapar el olor a su propia nariz y aprovechar que se fuera remojando, le siguió la gorra del equipo, la camiseta con su nombre también quedando apenas en un top estilo tubo, el corazón con la Q remarcadas sobre su seno, la piel erizándose de frío.

"No bebas mucha agua..." Murmuró para si misma aun antes de inclinarse y comenzar a beber un poco, pero la sed le ganaba, se sentía horrible, esas pastillas eran una tortura. Siempre daban sed y le costaba controlarse aunque sabía que debía hacerlo por el riesgo que implicaban.

Gimoteó, hundiendo la cabeza entera en el agua para tratar de controlarse. En la mezcla de alcohol y drogas que corrían por sus venas, el deseo de borrar todo hombre de su cuerpo que no fuera Luthien ganó, quitándose los zapatos y comenzando a hundirse en el lago, short negro, ligas y camiseta... el frío era terrible pero su cuerpo estaba demasiado insensible como para notarlo.

Era una noche terrible, sacada de las profundidades del pasado glacial de la Tierra. La luna creciente brillaba en medio de un  firmamento negro y límpido como el espacio mismo, haciendo dudar por momentos de la existencia de la atmósfera... Pero entonces, ¿cómo no echarle la culpa del frío al viento impiadoso que agitaba mi capa?
Muchas preguntas circulaban por mi mente y muchos deseos por mi corazón, tanto que mis venas ardían y mi cuerpo experimentaba una inusual tibieza.
Mientras iba de camino al punto de encuentro, me preguntaba justamente por qué me estaba arriesgando con esta muchacha que apenas conocía, entonces, la respuesta venía a mí mente más rápida que un rayo: la has probado, sabes que hay más en lo profundo de lo que se ve en la superficie y yo... quiero que sea mía, toda mía, hasta sus secretos más profundos.
Además, ella se me entregó, nadie más ha hecho eso salvo... bueno, ella. Hice un gesto, me dolía el todavía no poder decir su nombre y ya habían pasado más de tres años.
Bordeo el lago, hacia el bosque prohibido, la escarcha cruje amablemente bajo mis pisadas y el perfume de la noche se mezcla con el murmullo de las aves nocturnas.
Estaba perdido en estos pensamientos cuando veo a una chica en el lago ¿Está intentando suicidarse? Eso parece, ¿o está tan borracha que quiere nadar desnuda?
Me acerco más y noto con sorpresa que es Louise.
-¿Louise! -exclamé y la saqué del agua -¿Qué piensas que estás haciendo? -le pregunté tomándola por los brazos, la abracé para darle calor ya que estaba helada y pensé "No me abandonarás, todavía. Te lo prohibo.".

El cuerpo era pequeño, tan fácil de amoldar, tan sediento de calor que con el más mínimo contacto con la piel cálida en comparación a la suya comenzó a temblar y tiritar, los labios rojos habiendo palidecido y las pupilas dilatadas que recién comenzaban a reaccionar, dejando paso al color verde del olvido, aquellos ojos que no le pertenecían y que cada vez que los veía en el espejo siempre sentía que no encajaban al igual que su cabello rubio rojizo.

"Perdón..." Murmuró con labios congelados, aun delirante entre el frío y las drogas. "Solo quería... que no me vieras así. Ya se me pasará."

Solo quería borrarlos, quería borrar lo que hacían de ella, ella no era de las personas que pudieran expresarse del todo bien aunque podía expresar cariño o confusión o deseo, no se le daba bien expresar el malestar que sentía física o mentalmente. Solo deseaba esconderse un rato más, olvidarse de lo que le daban de beber, lo que le obligaban a hacer aunque se pusiera a cierta distancia para evitar lo peor siempre era difícil para ella aceptar que era un problema, que no quería que esto siguiera...

Se acurrucó un poco, mientras esa pastilla bajaba la temperatura de su cuerpo comenzaba a sentirse, no quería que se enfermaran, Niniel necesitaba ayuda y enferma no podría ayudarla a cambiarse o a bañarse...

"¿Podrías... secarme?" Pidió en un susurro en referencia a que usara magia, escondida contra su cuello, el pulso tanto más débil que el de un humano le era reconfortante en comparación al aleteo de colibrí que ella solía tener en el pecho. Estaba asustada, muy asustada, podría haberle pasado algo grave... y a su vez... ahora que sabía estaba viva temía lo que él pensara de ella. Se sentía como una bebé, completamente confundida, esperando que ocurra algo pero sin poder hacer nada para tratar de evitarlo.

"No trataba de... morir." Confesó en un vago intento de que no se enojara. Ella lo estaría, tras tanto luchar por vivir, morir se le hacía extraño, la idea de poder haber muerto. "Creo que hoy no podré darte de mi sangre." Agregó avergonzada por ese hecho. No quería pensar lo que pasaría si él bebía de lo que corría por sus venas.

Puse mi mejor cara de “Tienes mucho qué explicar”, me alejé y sacando mi varita la sequé de pies a cabeza luego la abracé para cubrirla con mi capa, intuyendo que allí había gato encerrado y mi olfato no me engañaba: a pesar de que estaba diluido con el agua podía percibir el olor del tabaco, el alcohol y la transpiración... No entendía qué tenía de malo algo tan natural como ir de baile, ni que fuera puritano.
-¿Qué no te viera como? ¿Metiéndote en el lago hasta la cabeza? -repuse divertido, pero no algo andaba mal de verdad, ella no estaba totalmente en sus cabales, estaba algo errática. Le saqué mi capa y volví a alejarme de ella unos pasos -Quédate quieta -dije y le apunté con la varita, di un giro elegante con la mano y murmuré con voz grave -Desideravit vestem.
Al instante una abrigada capa de terciopelo azul se materializó sobre ella cubriéndole los hombros y toda su esbelta figura hasta los pies, me acerqué para corroborar que estaba forrada con la más suave lana por dentro, tal y como la había visualizado. Tiré de las solapas para acercarla a mí -Louise, Louise -negué con la cabeza -En verdad aprecio que me des tu sangre, es algo que casi nadie ha hecho por mí -reconocí acariciándole un costado del rostro, sonaba tan extraño e íntimo hablar de ello con otra persona que no fuera yo mismo -Pero no es lo único que me interesa de ti- me pasé la lengua por los labios -Ahora, ¿vas a decirme qué pasó o tendré que averiguarlo de una manera menos amable?
Estaba preocupado por ella, aquello era algo nuevo para mí; solía ser empático pero interesarme por alguien como lo hacía por ella, y apenas conociéndola, era ya de por sí algo desconcertante y reconfortante.

Movimientos que iban y venían, era tan raro, tan... tan absurdamente reconfortante, como si fuera normal, que alguien la recibiera y le cuidara. Era algo que no había sentido nunca, no recordaba de nadie que la cuidara solo porque quería hacerlo, porque realmente deseara verla bien. Hasta el momento solo recordaba a las mujeres del orfanato, no hacían mal trabajo pero era un interés económico lo de ellas, si bien les tenían cariño era algo general a todos, no podían cuidarles uno por uno o secarlos cuando debían bañarse o hacerse cargo de detalles como ese, el como sentía la suave lana darle calor a su pie, la suavidad del azul terciopelo arropándola como si de una extensión de él se tratara, un mimo sutil, que no necesitaba de aspavientos o contacto físico, era una atención sutil pero que le decía que no solo era esto, aun había muchas cosas, tanto para aprender uno del otro..

Y era por eso, el impulso de querer estar con él, de sentir esto una y otra vez... aunque si lo pensaba, no... había algo más. Quizá si fuera otra persona no se sentiría así, no creía. Pero a su vez era muy nuevo todo, debería ver que pasaba o a donde iban, pero de momento... al sentirse ser acercada, sus labios sedientos buscaron los de Luthien, rozándolos, tratando de mostrarle el agradecimiento aunque sabía que no entendería, al menos no aun ya que no conocía toda la historia. Una parte deseaba que no la conociera, que no supiera las cosas que hacía, sin embargo... regresaba al punto uno, esto se sentía real, pero si mentía dejaría de serlo, pasaría a ser una mentira más de todas las que tenía que decir en un día.

Tragó ante el pedido mezclado con una amenaza superficial de averiguar por otros medios lo que había pasado con ella. No era que tuviera miedo, quizá por tonta, por confiar demasiado, aun no se conocían tanto, pero e pocos días le había entregado su confianza al punto que no deseaba que nadie la tocara salvo por él... antes no deseaba que la tocaran simplemente pero ahora... sus manos frías se sentían como fuego contra su piel ardida.

"El equipo... suele querer salir de fiesta." Admitió, acurrucándose contra él, esperando el juicio del hombre, ¿cuando había comenzado a sentir tanta inseguridad? La mitad del tiempo esperaba rechazos por una razón u otra, se sentía patética, como si toda su vida hubiera hecho frente a constantes rechazos... "Como soy la novata debo prestar entretenimiento al resto del equipo, de todas formas soy suplente así que casi nunca tengo que jugar al día siguiente." Burda forma de poner que la usaban de centro de juego.

Suspiró, inspirando el aroma masculino, el olor que ella cargaba le enfermaba, realmente era asqueroso, quería borrarlo pero no podía. Era una locura lo que hacía cada vez que la llamaban y todo se volvía realmente lejano e insondable.

Me dejé rozar por esos labios tibios y suaves, embelesado por esa belleza salvaje pero inocente que proyectaba, como si hubiera salido de algún jardín de las delicias escondido a los ojos de los hombres y el tiempo. Aunque tampoco era un idiota o un romántico sin remedio y sabía que ella no tenía nada de inocente y lo que dijo a continuación vino a confirmar dramáticamente mis pensamientos.
-¿Qué ellos te piden qué...? -pregunté no dando crédito a lo que me estaba confesando -¿qué clase de entretenimiento? -pregunté mirándola de reojo. Tardé unos segundos en proseguir, debatiéndome entre hundir el dedo en la llaga o no, suspiré mientras miraba hacia el lago -¿la clase de entretenimiento que te hace querer lavarte en un lago semi congelado y que te hizo deshacerte de tu ropa? -volví mis ojos hacia ella, trataba de parecer calmado pero la verdad es que de pronto castrar a todo el equipo de Drumstrang no parecía mala idea en mi cabeza -¿Hace cuánto que pasas por esto? -su actitud denotaba que no disfrutaba de lo que fuera que le hicieran y eso me enfurecía más, ¿chantaje sexual? ¿A una pobre adolescente?¿Tan bajo había caído todo?

Odiaba esa pregunta más que la anterior, ¿Hace cuanto? ¿Que era lo que pasaba por su cabeza? ¿Como podía?

Suspiró, apartándose un poco, con los ojos señalando el suelo, allí entre las raíces que se pierden en el agua del lago, buscando como acomodarse entre ellas, buscando dar la apariencia de fuerte, de sabida, como si esto que le pasara no era la tortura que realmente era en primer lugar:

"Hace unos 6 meses... Cuando le ofrecí a Niniel un lugar para vivir tenía algunas trabas. Entre ellas el tema de hogar e ingresos." Admitió resignada a admitir los altibajos de su vida, tomando una piedra y arrojándola al lago. "16 años y teniendo que pensar en otra chica más que se comporta como una bebé, necesitaba un empleo urgente y que pagaran lo suficiente... el equipo profesional de Alemania necesitaba una bateadora suplente y me habían ofrecido para jugar, pero no estaba segura al principio, pero la propuesta seguía en pie cuando me acerqué, era lo único que se me ocurría, había trabajado en un bar, de mesera, limpiando mesas, esas cosas alcanzaban para mi sola..." Se pasó una mano por el cabello rubio rojizo. "Luego la primer salida no fui porque tenía que regresar con Niniel que recién había salido del hospital... pero se volvieron más insistentes hasta que fui y luego comenzaron las copas... Tuve que tragar lo que me daban hasta que me dieron una de esas pastillas."

A cortas, le habían drogado, disfrutaban haciendolo, ella no lo disfrutaba nada, a veces hacía cosas idiotas, otras se la llevaban como si fuera una prostituta barata hasta que había aprendido a eludirlos.

"Luego aprendí que mientras más alta e inalcanzable mejor, me trepaba a parlantes, a barras... aun me hacen beber y tomar esas pastillas, son horribles y no puedo evitar que metan mano, pero te juro que no estuve con nadie más, lo juro." Apretó las manos en su regazo para contenerse, no se pondría a llorar, ella tenía la culpa de meterse en estas cosas, ¿quien le mandaba a tomar esta clase de empleos? Era horrible, una idiotez. Debería haber buscado otra forma de ayudar en lugar de hacerse responsable y así acababa todo...

No había tenido relaciones recientemente salvo por Luthien, pero cada vez que la tocaban... antes era desagradable, ahora era peor, inadecuado, asqueroso, no eran la persona que deseaba, a últimamente cerraba los ojos y se imaginaba la mirada de él y no sabía si sentirlo como un alivio por la distracción o la culpa ante la decepción de esos ojos.

Me quedé mirándola, shockeado. Por lo general siempre soy bastante elocuente y suelo tener una respuesta para todo pero no estaba preparado para esto. Ante todo no quería que ella pensara que la estaba juzgando, por lo menos no como lo haría cualquier otra persona; yo mismo no soy ejemplo de nada. Que su táctica había sido sumamente estúpida y desesperada no había duda, la pregunta no tardó en salir de mis labios -¿Por qué no lo denunciaste? ¿Es que acaso nadie podía ayudarte? ¿La autoridades de Drumstrang? No... ¿no tienes padres Louise? -mi voz estaba herida por una intensa consternación.
Quizás en verdad nadie podía ayudarla. La estreché contra mí poniendo su cabeza sobre mi pecho, envolviéndola con mis brazos. -Dame una buena razón para no castrarlos a todos - ¿Lo había dicho? El pensamiento pasó muy rápido por mi mente al igual que mi corazón bombeaba frenéticamente a causa de la adrenalina, estaba tan lleno de ira que podía literalmente matar a todos esos pendejos abusadores.
-Perdón, no quise decir que los mataría -¿había dicho que los mataría o solo lo pensé? Luthien, ordena tus pensamientos. -¿Louise, no has pensado en hablar con alguna autoridad de Hogwarts para ver si pueden ayudarte en tu situación, creo que MacGonagall sería bastante comprensiva... -solté, tratando de alejar de mi mente la idea de degollar a todo un equipo de béisbol.

Se pasó la mano por el cabello en un gesto indeciso sobre como explicar las cosas. ¿Empezar desde el principio? ¿Valía la pena comenzar desde el día en que nació? La pregunta real: ¿Que sabía a ciencia cierta del día en que nació?

Nada, la realidad es que vivía con dudas hasta de porque hacía las cosas. Lo más irónico de todo el asunto es que solo dos personas se sentían reales para ella, Luna Lovegood y... Luthien. No debía arruinarlo, no querría arruinarlo.

"Jamás llegué a conocer a mis padres." Confesó como si se tratara de un pecado, tirando atrás su cuerpo hasta que su cabeza descansó en el tronco, mirando el cielo estrellado, una escusa más para no tener que verle de frente. "Me dijeron que mamá estaba desesperada cuando dejó a mi hermana y a mi en el orfanato... y mi hermana ha desaparecido. Somos hijas de Muggles o eso creo..."

La confesión de querer castrarlos fue algo contradictorio para ella, por un lado le llenó de calidez, sentir que por una vez alguien velaba por su seguridad en lugar de a la inversa. Era algo realmente excitante para sus sentidos, el sentir que por una vez no necesitaba ser fuerte. Por el otro le daba miedo que hiciera una tontería.

"Necesito este empleo..." Le recordó en un débil argumento, tratando de recordar la base para ello. "En ningún otro empleo me pagarán como en este."

La idea de hablar con alguien no sonaba tan mal pero de repente supo que no podría, ¿si la investigaban? ¿Que diría sobre Luthien? ¿Serían capaces de alejarla de él si no hacía lo que querían? ¿Si no se humillaba para ellos harían algo peor? ¿Le quitarían la custodia de Niniel?

"¿Y si se entera de... esto?" Preguntó insegura sobre como clasificar esta relación que compartían.

Una huérfana, quise reírme para mis adentros, ¿no éramos acaso la pareja más terrible y disfuncional de todos los tiempos? Éramos el mismo producto de esta tierra regada por la sangre de la guerra, de ese mundo que por momentos parecía vacío de sueños. A cada palabra, con cada revelación de su persona, me resultaba más difícil la idea de alejarla de mí.
Mi naturaleza de predador, diluida en la sangre mezclada de mi propio ser, la analizaba sin descanso detectando con deleite detalles mínimos que la tornaban más encantadora e irresistible a mis ojos: la forma en la que sus labios temblaban suavemente por los sentimientos involucrados en sus palabras, la manera en que sus ojos iban y venían, en que sus cejas cobrizas se alzaban como delicados arcos sobre sus iris verdes ¿o violetas?, en que su cabello se mecía en el viento como arrullado por la misma madre naturaleza. Los ángeles deben estar celosos de esa piel nívea, de la mirada beatífica de esas pupilas; los demonios deben estar envidiosos de ese cuerpo que haría pecar a cualquier mortal e inmortal.
El viento de la medianoche me trae su aroma de mujer, el perfume de su cabello, el latido desbocado de su corazón. Qué perfecta criatura.
En ese instante me doy cuenta de que no voy a permitir que sea de nadie más, que será mía y solo mía.
Quizás los dioses que juegan con nosotros en el tablero de ajedrez de esta vida hayan escrito su nombre en mis venas porque no hay otra forma de explicar este arrebato de fascinación, esta intensa obsesión.
Me acerco porque me resulta difícil estar lejos de ella, aquí en donde nadie puede vernos y en donde no tengo que fingir esa distancia que debería existir entre nosotros.
-¿Y si te tomo como asistente mía en el laboratorio? ¿Y si tú y Niniel se mudaran a Hogwarts? -sostengo, mostrándole que quizás sí haya otro camino. -¿Cómo es posible que te valores tan poco, hermosa mía? ¿que te expongas a la humillación y a la vejación como si fuera tu culpa, como si lo merecieras?-en mi voz no había rastro de acusación, solo desconcierto.
Tomo un mechón de su cabello entre mis dedos y lo huelo, luego mi mano vuela a su rostro, repasando con las yemas la suave curva de su mejilla, de sus labios.
-Louise, mírame -digo, levantando su mentón hacia mí -No voy a juzgarte, créeme que no -afirmo en la forma más sincera que me es posible -Yo no soy ningún santo, mi naturaleza y la vida misma me han empujado en el pasado a hacer cosas de las que no estoy orgulloso. Si te digo todo esto es porque creo que mereces más -mi brazo se extiende hacia el tronco del árbol dejándola prácticamente encerrada contra mí.
-Podemos fingir que somos solo profesor y alumna, ¿verdad? -inquirí mirándola de lado y sonreí levemente -Contaremos lo que ha pasado hoy, cómo nos encontramos, lo que me has dicho; por experiencia sé que si hay que mentir la mentira debe ser lo más cercana a la realidad posible: hace más fácil mentir y la posibilidad de equivocarse es nula, solo hay que omitir detalles -suspiré y la besé fugazmente en los labios -Como ese -aclaré y luego proseguí -Pero eso solo si tú quieres, no voy a obligarte a hacer nada, no soy quien -me encogí de hombros -Tan solo quiero que tengas en claro que si te expones a que alguien más te posea estarás firmando su sentencia de muerte, no sé si pueda tolerar que te lastimen, ahora mismo me es dificultoso estar calmado a pesar de que no lo parezca.

Las palabras quemaban. Quemaban, herían y las deseaba, porque necesitaba escucharlas. Por un momento deseó llorar, los ojos empañados de la verdad y tomándose de los cabellos para tratar de ser razonable, trataba, lo intentaba, con todas sus fuerzas. Así que se frotó el rostro entre sus manos. Es cierto... debía pensar, debía pensar como adulta, no podía darse el lujo de ser una adolescente con problemas cuando tenía que pensar en Niniel.

"Tienes razón... tienes razón..." Susurraba mientras trataba de ser razonable, de entenderse a si misma, de ayudar a su ‘hija’, la chica que le decía mamá porque no conocía otro tipo de mamá, porque no sabía quien era su verdadera familia y se había tenido que conformar con lo que le daba el destino. Una mamá usada, cansada y que no podía proveer para ambas, una mamá que apenas empezaba a vivir ella misma.

Fue lento el movimiento, los brazos rodeando su cuello al ver como se acercaba a ella y acercándolo para un beso, un beso suave, lento, buscando sentir esa conexión que los unía, necesitaba sentirlo, no en un rato, no en un lugar cálido, si... quizá las drogas en su cuerpo ayudaban al descaro que sentía en este momento. No importaba nada, lo quería a él ahora. Quizá es por eso que se quitó la capa, seguido de la camiseta... sentía el frío del aire aunque su piel ardiente espantaba un poco este hecho, se sentía algo torpe ofreciendose así, sin pedir permiso o preguntar si la quería, si la deseaba...

"Quiero quedarme aquí, aquí es más agradable, en Rusia no es así... es un lugar sin cariño." Admitió para ambos. No era que no hubiera tenido el amor de su hermana o la compañía de otros chicos, pero, era distante... había más sol que en Londres pero las calles se  veían lejanas, totalmente austeras. "Quiero quedarme cerca... Luthien, ¿Que me has hecho?" Preguntó en parte en pánico, habiendo escuchado todo lo que decía, si quería quedarse cerca, trabajar para él, mudarse con Niniel allí donde estarían mucho mejor, donde no tendrían que separarse al terminar el año... y... ¿Que pasaría con el equipo de Alemania? ¿Y si no la dejaban ir? ¿Acaso no la alcanzarían aquí?

La declaración hizo que la lagrima rebelde resbalara. No, hoy no hablaría, quizá mañana, ahora necesitaba algo mucho más que su vida. No quería que matara a nadie, pero...

"No quiero pertenecerle a nadie más, no quiero que me posean, no quiero que nadie más me toque... no sé que hacer... tengo que mejorar, tengo que hacer las cosas bien, no puedo defraudarlos, no quiero... Por favor, Luthien. Ayúdame." Susurró acariciando su mejilla, por una vez aceptando que necesitaba ayuda, que debía mejorar, que tenía que hacerlo bien.

Ella me daba la razón, pero claro, había sido algo duro, bastante directo y poco sutil a propósito, no había forma de que alguien en sus cinco no me diera la razón. Después de todo por lo menos no había perdido la cordura.
Podía ver las preguntas en su rostro, la preocupación, los deseos de su corazón. Estaba cansada y cómo no estarlo.
La rodeé con mis brazos para salvarla del frío, ¿acaso estaba loca? Tenía muy en claro que mi sex appeal era difícil de resistir, sin embargo tampoco la iba a tomar allí, en medio de la noche invernal cuando se está muriendo de frío... Aunque su piel está ardiendo y el paraje no es tan helado... Hmmm
La miro, esos ojos tan suyos, esa mirada tan mía. Creo que por momentos olvida que soy peligroso, ¿o acaso ella es tan peligrosa como yo? Tantas cosas por averiguar todavía...
Quizás ella olvida que trato de ser bueno, trato de luchar contra mis más bajos y oscuros deseos pero no suelo ganar. Y a veces no quiero.
No quiero engañarla, pero nunca lo he hecho, siempre me he mostrado como soy. Nunca he venido a ella con una promesa de salvación, porque no creo en la salvación. Solo quiero que esté junto a mí en este momento, en esta vuelta de la rueda de la vida y quiero que sonría porque cuando lo hace siento que todo puede ser mejor, hasta yo mismo.
Me dice que quiere quedarse, yo también lo quiero. Por un instante, pienso en qué magnífica vampira sería, nadie podría resistírsele.
-Yo no hice nada -repliqué acariciándole el cabello, encogiéndome de hombros con simpleza -Qué me has hecho tú, debería decir -mis brazos apartándola del tronco rugoso, surcado por sinuosas figuras en su cubierta, para envolverla.
-Sí, te ayudaré -susurré mientras besaba sus lágrimas y luego sus labios, mis dedos recorrían la piel tersa y erizada de su brazo, de su espalda. ¡Qué rápido latía su corazón y con qué fiereza! Ella me había dicho que no bebiera pero me estaba costando controlarme, sobre todo ahora que conocía el sabor tan particular de su sangre. Mis besos se dilataron hacia su cuello y hacia sus pechos, lamiendo la tersa y salada piel, saboreando ese corazón que me llamaba con cantos de sirena, que hacía vibrar la piel contra mis labios.
De pronto, me aparté. -No, hoy no. No ahora, no así -susurré. -Quiero que me veas mañana, ¿podrás? Hay una casa a dos cuadras de la estación de Hogsmade, no para el lado del pueblo sino para la dirección contraria, hacia el bosque. La casa es de piedra, la reconocerás porque es la única que hay, en la puerta tiene un llamador que es una serpiente mordiéndose su propia cola, toca tres veces y luego dos veces, la puerta se abrirá. Te espero allí por la noche. dije y luego tomé la camiseta y se la puse con gentileza -Vamos, te dejaré en el barco.

‘Sé razonable, Louise, sé razonable... estás actuando como una chiquilla caprichosa.’ Era apenas un susurro, si no fuera por el sentido agudo de los vampiros o el hecho de que era ella misma quien lo decía, casi parecía que fuera a ser su mantra, un mantra realmente pesado y lacónico, apenas unas palabras para recordarse que aun estaba viviendo bajo los efectos de la droga que corría su cuerpo.

Era la frialdad del momento, quizá el sabor amargo de la realidad, pero sabía que debía contenerse, que no debía dejarse llevar por su deseo que no sabía distinguir, si era un deseo de él o un deseo de borrar lo que su cuerpo experimentaba, el odio a si misma, el terror al sentir manos que deseaban apoderarse de ella, de hundirla en ese lago oscuro en el que se había metido hacía solo un instante. Deseaba lavar todos los recuerdos, borrar los recuerdos que aun habitaban en ella y buscar algo nuevo, algo más lejano.

"Ni mis pensamientos tienen sentido ahora..." Admitió antes de suspirar, dejandose mover, sintiendo como su cuerpo se apartaba del rugoso árbol solo para sentir el calor del cuerpo de Luthien. No era caliente, no como el de un humano y menos como el suyo, pero era mucho más caliente y reconfortante que el agua donde trató de ahogar y enterrar los recuerdos hacía solo instantes.

"Mañana no creo poder moverme mucho..." Admitió por lo bajo, recordando el tiempo que estuvo sobre el parlante y los malabares que debió hacer para mantener la cordura y las manos lejos. Las drogas y el alcohol le ayudaban a ignorar los dolores corporales, pero no creía tener tanta suerte al día siguiente. Esperaba tener esa pomada para los dolores musculares al despertarse... "No... si... Estaré allí, haré lo que pueda, lo prometo, trataré de no llegar tarde." No pudo prometer el llegar a tiempo, pero sabía que estaría allí, quizá no por el sexo, quizá era más por el confort y la agradable compañía, pero no renegaría de ninguno, mientras dejaba que levantara sus brazos para vestirla, sabía que no sería agradable de explicar a sus compañeros porque andaba caminando semi desnuda por el barco.