30 minutes ♣ Argine

El pasadizo es el mismo de siempre, da igual cuantas veces lo recorra, sé que siempre estará allí para mí como el año pasado lo estuvo tantas veces. En realidad se supone que no puedo ir a Hogsmeade cuando me da la gana y en ocasiones normales no lo haría, pero cuando no quiero encontrarme a nadie voy hasta Cabeza de Puerco donde sé que puedo ser yo mismo, donde no tengo que intentar poner buena cara para nadie. Allí no hay necesidad.

Saludo a la Liebre de Marzo con un asentimiento de cabeza y subo las escaleras casi corriendo, con la túnica con el escudo de Gryffindor ondeando detrás, ese uniforme del colegio que se ve sospechoso en ese ambiente, pero que se ha vuelto completamente normal. En Cabeza de Puerco nadie hace preguntas extrañas, todos van a lo que van, y allí arriba hay un mundo extraño al que ya me acostumbre, no sé quien estará pero…

Llego a aquellas habitaciones y abro una, preguntándome si me encontraré con Judith o con Argine o con las dos, y con las ampolletas que están a veces en su espalda y la incoherencia y la falta de recuerdos. Las palabras que carecen de sentido y pasan a tenerlo allí. Allí los días no son tan largos que parece que se estiran y las paredes no me traen malos recuerdos. Allí puedo ser otra persona, allí no tengo porque sonreír del todo.

Abro el picaporte con lentitud y me pregunto que habrá dentro, además del aroma a pociones mezcladas.

Gloomy Sunday:

Las notas flotan en el aire a medida que el arco pasa por las cuerdas, el suave polvillo de la resina haciendo vibrar las cuerdas del violín prestado. Y es que se notaría demasiado si sacaba su violonchelo del colegio. Era algo que debería arreglar o conseguir otro violonchelo pero de momento un violin mágico alcanzaría.
El sonido flota distraído. Ya había tenido mi sesion, aun me dolía la espalda y los costados y no puedo pararme porque el mareo que cargo es demasiado fuerte como para realmente poder pensar en absolutamente nada coherente. Realmente no sé como Judith puede hacer esto tan a menudo y mis drogas son más suaves ya que tengo la resistencia de todo ser humano.
La música me tranquiliza, tocarla por mi misma aunque debo tener cuidado con el oido izquierdo he llegado a un arreglo conveniente conmigo misma para no tener que dejar de tocar.
Según Percival Lightwood en dos semanas estaría como nueva porque Madame Pomfrey había encontrado una cura milagrosa. Dudaba que así fuera a esta altura pero no había tenido el valor para decirselo de frente considerando la situación de que me esplotó el oido tras él insistir que yo podía tocar aunque le dije que no podía.
Tras el antifaz de plumas doradas sonrio ante la ironía de esa situación vivida.
Tardo un momento en alzar la cabeza notando que hay alguien más en la sala.
Hoy el lugar está tranquilo, las pociones han dejado un aroma a hierbas recién cortadas al menos esta vez, usualmente dejan un sobretono rancio que no puedo soportar. Los frascos estan apartados para lavarlos y volver a esterilizarlos. La camilla fue reemplazada por una cama baja y simple para un cuerpo y medio considerando que Judith hoy no se encuentra.
-Sombrerero. Es la primera vez que te veo... al menos a solas.

Argine.

Nunca me he molestado en averiguar que se esconde tras la cara debajo de la máscara. De hecho, creo que nunca nadie se ha molestado en hacerlo y de momento planeo dejarlo así. Me causa curiosidad, pero no la suficiente como para hurgar dentro de su ser.

—Sí, la primera vez…

Es curioso, realmente. Sobre todo porque yo me escabullo del colegio cada que puedo hacia Cabeza de Puerco, pero casi siempre estoy allí para ver a otra persona. Las veces que no estuvo Andrómeda me encontré a Judith, que es diferente, tiene una voz más melodiosa, mientras que Argine habla casi en voz baja, o al menos así me lo parece.

—Realmente no sabía a quién iba a encontrar tras la puerta —admito, aunque me parece un comentario tonto. No sé que decir. Nunca he tratado con Argine aunque la vi en la fiesta de té. Hay algo en ella que me recuerda a una persona delicada, pero a la vez hay algo que despierta mi instinto de supervivencia y me insta a correr lejos, no sé qué es—. Judith me dijo que habías estado viniendo todas las semanas.

Dudo si acercarme o no. Al final doy unos pasos hacia la cama baja que está allí.

Mis ojos tras el antifaz se mueven siguiendo cada movimiento como abre de presa. Puede que le incomode, puede que no le guste que mire asi pero es la unica forma que se mirar. No hay remedio para mi ya que es natural que no sienta confianza en nadie que se acerca a nosotros.
Soy un alma en pena o solo la sombra de quien solia ser. De una forma u otra esta persona se ha acercado, admitiendo que no nos conocemos pero parece que ninguno de los dos quiere estar realmente solo. Por eso es que solo lo observo esperando que diga algo mas aunque puede que todo se resuma a su movimiento hasta la cama y que se siente en ella. Demasiado cerca aunque no me importa lo cerca que este, mi cuerpo no es mas que una herramienta, se que no posee un deseo fisico hacia mi como yo no puedo sentir deseo fisico por nadie.
-Vengo para los experimentos. Mientras ella desea ser humana ‘nuevamente’, yo deseo dejar de ser.- El nuevamente es algo que no comprendera quiza. Ya que se trata de una ironia que siempre suele decir la misma Judith. Ella en algun momento tuvo un corazon humano. No recuerda si lo compartio o si era realmente suyo. Lo que si sabia era que era humano y que se habia sentido bien el tiempo que duro.
Contrario a mi, que se donde quedo mi corazon y es que yo misma lo he descartado y encerrado en el lugar perfecto para esconder cosas: La sala de los menesteres.
-No eres parte de los experimentos. Eres un reclutador entonces, sombrerero?

No evito su mirada, pero lo cierto es que no me gusta nada. Argine, tras la máscara, tiene todo el aspecto de un depredador, con esa mirada que examina, que sigue a todo como si el mundo fuera su presa. No puedo evitar demostrar que me incomoda un poco, claro, aun cuando he visto su cara…

(¿La he visto? ¿Me he parado realmente a verla sin ignorarla?)

… y no parece más que alguien normal. Parece, porque la máscara le confiere otro aspecto y otra aura. Tras la máscara se convierte en el depredador y mi instinto de supervivencia me insta a irme lo más lejos posible. Aun así me acerco hasta sentarme a su lado en la cama baja.

—¿Y en dónde acabaste de tirar tu humanidad? —pregunto, con curiosidad. Entiendo eso, porque aunque yo no me he desprendido de ella, sí lo he intentado.

Y, mirando la manera en qué conocí a Alicia. O a… mi Alicia, podría decirse que he fracaso terrible y estrepitosamente.

—Sí, reclutador me dice. Convenzo a la gente de que actualmente es bueno para el mundo convertirse en un experimento la mayor parte del tiempo. O para ellos… o que es bueno para alguien.

Tardé un momento, si. Lo estoy poniendo incomodo. Lo sé. Esos movimientos no son de alguien que esta bien bajo el escritinio ajeno. Algo normal. Quiza en algun momento yo hubiera temblado y balbuseado algo antes de esconderme nuevamente. No hay dudas sobre lo que yo soy capaz o no de hacer y de quien fui y soy.
En algun momento estoy segura de que seria la persona que se arrincona y sufre porque no puede. No puede vivir. No puede sentir. No puede creer y su vida se hace largas y miserables horas hasta que se sienta a esperar a que acabe todo. Y cuando nota que no lo hara pronto decide acabarlo por si misma. Como esta canción que aun resuena en las cuerdas del violin: My heart and I have decided to end it all.
Pero no habia ocurrido, habia seguido con vida y aqui estoy para explicar cual es mi problema. - Nunca tuve corazon. Cuando naci mi hermano se quedo con mi corazon asi que esto es solo mas de lo mismo para mi.- No hay mayor cosa que explicar. -Por eso no necesite un reclutador. No tengo humanidad ni nada que perder. Y tu? Dime, Acaso conoces eso que temerias perder?

La Reina tenía razón, Argine es un peligro. No sé si para todos o para sí misma, pero cubierta con la máscara tiene la actitud de un depredador evito su mirada y la clavo en la pared fingiendo examinarla, porque no tengo ni idea. Ella llegó a la causa por su propio pie, no necesito que alguien como yo la convenciera de que estaba haciendo lo correcto. Ella simplemente, ¿hace lo que quiere? Si no tiene corazón, tampoco puede sentir nada.

—Lo que temía perder ya lo perdí —respondo.

«Colin y mi familia», pienso. No sé si temo perder a alguien más pero si sé que no será tan malo como eso. Nada será como arrancarme el corazón de nueva cuenta, simplemente no debo dejar que me crezca uno nuevo. Me he quedado vacío por dentro, al menos un poco y así estoy mejor.

—Ahora sólo deseo vengarlo.

Venganza. Eso me mueve. ¿Pero a Argine? ¿A Argine que la mantiene allí?

-Todos queremos venganza. De cosas diferentes.- Trate de sonar tranquila o relajada siquiera. Pero dudo realmente haber logrado expresar demasiado fuera de ese rango. Arrancar corazones, evitar sentir, el resentimiento que siento, el odio que me invade cada dia cuando recuerdo como las tenian a ellas, como obligaban mi mano como complice en sus juegos sadicos. Mi venganza no es por lo que mataron, por lo que me quitaron. Es por lo que me obligaron a quitar. Nadie es inocente en una guerra pero ser obligada a ver esos juegos sadicos que compartian mis hermanos, esos ideales que les obligaban a matar a jovenes.
Yo solia ser blanda. Solia ser temerosa y esconderme. No poder gritar ni llorar ni rogar porque no siguieran obligandome alli a permanecer. A ver lo que les hacian.
-Mi venganza es algo mas personal que la de la mayoria pero es venganza que al final del dia deseo cobrarme. Que sería de nosotros si no sintieramos deseos de vengarnos? No encuentro mayor motivacion que esa. Si no estuviera la guerra. Que hubieras hecho?

—¿Y tú? ¿Contra quien te quieres vengar?

La pregunta no es esa, si no si obtendré la respuesta. Argine me da, simple y llanamente, miedo. No sé que se esconda tras la máscara, pero sé es que la carta más voluble, que puede explotar en un sólo segundo y desatar el infierno sobre la tierra.

—Sin la guerra... —me pongo a pensarlo. No lo pienso mucho—. Sin la guerra sería el Dennis de antes. Ya no lo extraño, pero antes si lo hacía, antes me preguntaba cómo iba a lograr sobrevivir sin Colin, exactamente, y ahora... ahora... Ahora ya me acostumbré. Casi soy, complementa, el sombrerero.

Sin escrupulos. Ya los aventé de una cañada. Sin consiencia. La ahorqué para que se callara de una vez. Sin sentimientos. Me los arranqué para que no hubiera remordimientos o dudas.

—Sólo soy una marioneta, Argine, como tú —aunque... ¿realmente no somos todos sus marionetas sin darnos cuenta? Le doy vueltas a todo eso a cada segundo que paso cerca de ella, con su mirada penetrante y calculadora—. Pero elegí serlo, así que no me puedo quejar.

- Contra todos. - Respondo con simpleza y al grano. No hay una persona contra la cual quisiera vengarme o una idea... es todo. Todo lo que pasó nos fue matando, nos convirtio en esto, cosas, juguetes, marionetas, artifices de una realidad que mata lentamente hasta convertirlos a todos en solo rosas en el jardin de espinos.

- Antes de de ser una marioneta ya era una marioneta. Podia sentir el filo contra mi piel y como me obligaban a verlos gritar. No les importaba nada, los cortaban, los mutilaban, los cocian de nuevo y los volvian a destrozar. Me decian que debia aprender de ellos, que debia alejarme de mi hermano mellizos porque él no sabia. Porque mi hermano no era bueno, pero ellos podian abrir los ojos de alguien tan inteligente como yo. Solo tenia que verlo, tenía que hacerlo. - Cuento con voz tranquila, aunque siento los ojos secos de emociones cerrar mi corazon y endurecerlo para no sufrir. - Yo no era la victima. Era el victimario. No por deseo sino por la fuerza. Noche tras noche me encadenaban a ver lo que les hacian.

No sé en que punto el miedo se convierte en culpa y la culpa en odio para caer en el deseo de venganza, de una redención torcida que estaba dispuesta a destruir a todos para conseguir mi objetivo. Los mataria a todos con tal de limpiar mi piel de la sangre de los inocentes que habian tenido que sufrirme, que sufrirlos.
- Naci marioneta en mi caso. Solo elegi que el titiritero sea diferente.

—Yo no lo era —le respondo, con la voz seca—. Nunca lo fui hasta que el murió.

Murió. Morir. Que definitiva es la muerte, convierte los "es" en "era" y arrasa con todo, menos con los recuerdos. Oigo la historia de Argine y me da lástima, pero cuando recuerdo quién la cuenta se me va y vuelve el miedo. Porque Argine ya ha perdido toda la conciencia, o quizá nunca tuvo uno.

—Yo no lo era —repito—. Pero él murió y me convertí en una para vengarlo. No elegí al titiritero, sólo me aferré al primero que encontré.

Supongo que es diferente. Yo no tuve demasiadas elecciones, ella sólo se aferró a lo que le convenía. Siempre ha sido un títere, después de todo.

- Eso nos hace diferentes. Tu tienes una escusa. Patética, barata, marcando con odio la muerte de alguien querido. Yo no me gasto en indicar a nadie mas. Es una perdida de tiempo. Al final del dia sere yo la que muera alla al frente haciendo algo que nadie mas cree pero que hara una diferencia aunque a nadie le guste. - No tengo otra razon. Y probablemente a otros no les guste escuchar esa verdad. Todo son escusas. La de Judith de que su hija no conocera a su padre y la de Andromeda sobre haber perdido a su familia.
La unica que no nos vende escusas es Arashi y aun asi su presencia es la mas cuestionada de todas porque no tiene una razon en primer lugar para apostarlo todo en busca de una respuesta.
- Supongo que no queda mas que eso. Aferrarse al titiritero y jugar las cartas que nos quedan. - Acaricio el violín de forma ausente. Debo buscar una nueva melodia.

—Excusa patética, barata... pero me deja dormir por las noches —tuerzo una media sonrisa, admitiendo algo que no me había atrevido a admitir en mucho tiempo: que lo único por lo que mantengo a Colin vivo en mi mente es para poder dormir en las noches pensando en lo que estoy haciendo—. Se siente mejor, quizá, para mí, saber que si muero, moriré por alguien más. Altruista, bonito, pero jodida mentira repetida hasta la saciedad para lograr creérmela.

¿Jugar las cartas? Aventar las cartas que nos quedan y rogar que el mazo nos conceda una mano que nos favorezca. O que si no nos favorece, al menos perjudique a los otros...

—Yo ya sólo quiero una buena mano de cartas que jugar... —me pongo en pie, no oculto que Argine me da miedo, no sé que cartas nos pueda jugar encontra—. Tengo que irme... aun tengo que fingir que voy al colegio. Volveré después, quizá la semana que viene.

Asiento con la cabeza aceptando que se ira. Una carta mas del mazo retorsido de cartas en el que nos encontramos todos perdidos. Aun los que no saben que son parte de él deben jugar. Es cuestion de tiempo para que finalmente toque la siguiente ronda y para entonces quiero estar entre las cartas mas altas o en la posicion de titiritero.

Es por eso que siempre seremos asi y siempre destruiremos todo. No podemos aceptar simples derrotas.