Burbuja chispoteante {Theo}

-Joder-Me desperté en un jadeo nervioso después de un sueño...no, no un sueño, un torbellino blanco y negro de recuerdos pasados y momentos presentes.
La había amenazado, había agarrado su cuello y la había levantado del suelo, mis manos era garras que querían destrozar la piel de su cuello y acabar con su existencia.
Me sentía como una mierda, los remordimientos me estaban destrozando la consciencia, y si ya mi sueño esos días era escaso...ahora era simplemente imposible.
Era la cuarta vez que me despertaba aquella noche, cansado de intentar concebir un sueño que nunca llegaría.

Me levanté de la cama, respirando profundamente, había dormido con los pantalones del pijama y sin camiseta y el frío que entraba por la ventana abierta me hizo temblar.
Era de madrúgada, no sabía que hora era y tampoco me importaba, sabía que que no iba a dormir más.
Salí de la habitación, con dirección al baño de prefectos.

Una vez ahí, murmuré la contraseña a la estatua y entré en el baño.
Me despojé de las dos últimas prendas de ropa que llevaba, y me zambullí en el agua templada de color cristalino que llenaba la bañera, deseando que el agua arrastrara mis pensamientos, mi arrepentimiento, mis recuerdos...
La bañera tenía pequeñas islas de espuma perfumada y desprendía vapor que empaño los cristales del lugar.

Un ruido a mi espalda me hizo girarme, preguntándome que quién estaría despierto a estas horas.
Y como no, era ella.
-Aria...-Susurré

Estaba desnuda...no no estaba desnuda pero casi...
Aparté la mirada de ella, no quería cagarla más...ya la había asustado bastante, mirarla de arriba abajo recorriendo cada esquina de su piel.
Por mucho que quisiera.

-Tranquila...no miro...-Dije atrayendo la espuma hacia mi.
Si, había visto sus pechos durante un segundo, un instante hasta que aparté la mirada. Sus labios entreabiertos habían pronunciado mi nombre en un susurro.

La sirena, que poco antes había estado sonrojada mirándome mientras me bañaba, se encontraba observándonos con ojos enormes y curiosos, la incómoda situación se podía sentir desde cualquier perspectiva.

-Si...si quieres...me voy-Dije

No me giré, seguí mirando hacia el otro lado de la habitación, con el agua caliente rodeándome, aunque ni su agradable sensación me distraía de esa estúpida e incomoda sensación.

Sentí que se zabulló en el agua por las hondas que provocó, volví a girarme y suspiré, mirando el agua y las pequeñas burbujas que había.
No quería mirarla, no quería hablarla, no quería sentirla en la misma habitación. La odiaba, la quería, me odiaba, estaba confuso...Dios...

Agité las manos en el agua durante unos instantes, jugueteando con la espuma de mi alrededor.
Y entonces, la vena culpable poseyó y jugó cartas por mi.
-Aria...yo...-Dije.

No, yo no pido perdón.
Nunca he pedido perdón.
No le voy a pedir perdón.
Nunca le pediré perdón.

-Aria...yo...lo siento-Dije eso un poco más bajo, las palabras hablaban por mi-No debí...haberte agarrado de esa manera...-Dije
Agité el agua a mi alrededor, como si fuera capaz de apartar los pensamientos que antes había intentado ahogar lejos de mi, lo mas lejos que pudiera.No sabía que más decir, no sabía como continuar.
Por eso odio pedir perdón, porque la gente espera una razón que te haya impulsado a hacerlo.
La gente no puede tomar la disculpa e irse ¿verdad?

Miré hacia su dirección. El agua tapaba su cuerpo hasta los hombros, su cabello caía sobre ellos y sobre su espalda como una cortina de ébano, brillante. Parecía una sirena.
Esperé que dijera algo, una palabra o un gesto...lo que fuera.

Apartó la mirada para hablar; las gotas de agua se fueron deslizando por su pelo hasta acabar con la vida de las pobres burbujas. ¿Theodore Nott disculpándose? Me incliné provocando que mis hombros se sumergieran, lo cierto es que a penas conocía al chico con el que estaba compartiendo ese baño.

-Yo empecé, no debí haber llegado a ese extremo- no aparté la mirada de él-No comprendo muy bien lo que me pasó...-segui durante unos segundos con la boca abierta tratando de pronunciar las palabras correctas pero no aparecían, tomé aire y me dejé envolver por aquel líquido.

Era tan placentero sumergirse, tan simple y relajante. Desde ahí los problemas se transformaban en imperceptibles susurros, los recuerdos en imágenes borrosas y las voces en ecos lejanos. El único problema se encontraba en un minúsculo pero molesto detalle: los simples mortales no podíamos aguantar demasiado bajo el agua.

Emergí atrapando una bocanada de aire, parpadeé varias veces al notar el agua resbalar por mi rostro mientras separaba los labios de nuevo.

-Todos tenemos demonios que nos persiguen...

Conocía los míos sí, pero.. ¿Theodore Nott? ¿Qué escondía aquella serpiente?

-No, no te disculpes-Dije-No debí haberte besado, no debí haberte amenazado.

Suspiré y me sumergí bajo el agua agotado.
Ojalá pudiera colarme por el desague y huir de esa situación, desaparecer de una vez por todas y no volver a ver a Aria.
Si, me había besado, pero yo había empeorado las cosas como un estúpido.

Volví a emerger, respirando profundamente.
-Si hay algo que pueda hacer para compensarte...dímelo-Dije mirándola fijamente-Mis demonios ya no están para perseguirme más.

Moví el agua a mi alrededor, observando como las hondas llegaban a ella.

Negué con la cabeza.

-No Aria, yo no me abro con facilidad, no quiero contar mis secretos, no quiero desenterrar mis demonios-La miré-Te agradezco que me hagas saber que puedo hablar contigo, pero mis demonios están bien donde están.

Volví a mirar el agua, no quería mirarla estando tan cerca de mi, no quería joderla otra vez.
-Los demonios son como el agua, pueden ser ardientes o helados, pero siempre estarán ahí-Moví los brazos y rocé su piel sin querer.

La situación estaba siendo cada vez más rara e incomoda, esta mañana casi la estrangulo y ahora estamos en la misma bañera, al lado y comentando nuestra vida. Desde luego, la vida en Hogwarts era una moneda, una moneda que se lanzaba al aire todos los días y que caía en cara o cruz, Drama o Alegría.
Creo que el destino se decanta mas por el drama, al parecer. No se cuando volveremos a la normalidad y cuando dejaremos de estar en manos de alguien que juega con el azar.

-Disculpa-Dije, apartando los brazos.

Volví a sumergirme en el agua, cerrando los ojos.
-¿Qué hay de ti?-Dije al emerger, empapado.

Si tuviera que describir aquella escena con una única palabra sería: rara. Sí, rara. No incómoda, ni excitante, ni vergonzosa o reprimida; sino rara.

Horas antes nos habíamos dirigido palabras con tonos despectivos, juguetones y hormonados sí, pero despectivos. Incluso habíamos compartido "flujos corporales", tal y como estábamos haciendo ahora.

Nos encontrábamos en el baño de los prefectos, de noche y sin ropa. El vaho cubría los enormes ventanales, la sirena nos observaba sonrojada y nuestros poros se encontraban dilatados y expectantes. Sin embargo, toda la excitación del momento se encontraba totalmente congelada; quizás nuestras hormonas habían hecho los baúles y se encontraban camino de algún país lejano.

Ninguno de los dos dábamos señales de sentir curiosidad o preocupación por el cuerpo desnudo del otro. Y era justamente eso, lo que hacía la escena cómodamente rara.

-Sí, como el agua; es por eso por lo que no pueden dejarnos tranquilos. No existiríamos sin agua...-separé los brazos y me giré estirando el cuello.

El vaho comenzaba a nublarnos la visión, el aire comenzaba a ser sofocante, pero aunque resultara extraño, no me incomodaba en absoluto.

-No te equivoques Theodore, no espero que me hables de tus alegrías o tus penas; tus esperanzas, proyectos e ilusiones. Simplemente que hables, que digas algo que no sea sexual o arrogante.-curvé la sonrisa haciendo una pausa, centrando la mirada en las gotas que recorrían ahora sus hombros.