Viva la Vida § Ron Weasley/Abierto

One minute I held the key
Next the walls were closed on me
And I discovered that my castles stand
Upon pillars of salt and pillars of sand

La mujer se adentró en le departamento, nerviosa por lo que venía a pedir. Realmente jamás quiso llegar a estos extremos, pero es que realmente no encontraba una solución. Pero si se había negado a ser débil hasta ahora, no planeaba dejarse caer. No ahora, no nunca. Su hermano, su familia la necesitaba y ella planeaba hacer lo mejor que podía.

Como miembro del Wizengamot tenía permisos especiales, pero esta vez venía a hablar con los aurores y los candidatos a recibirse con tales títulos. Lo triste es que el auror a cargo le llevó para que hablara de su caso, un caso frío que no podía abrirse nuevamente porque los hechos fueron en otro país y la extradición estaba fuera de orden. No habría solución, pero podría ayudar a que entendieran este tipo de casos fuera de orden con los crímenes de guerra.

Odiaba exponerse, pero tras haber sabido de su encuentro con Trix su mente se había cerrado y centrado, no podía permitir que nadie más sufriera en manos de alguien como él, que según decía ‘no era perverso’ y sus ojos solo estaban en su raquítico y frágil cuerpo. Pero eso no quería decir que otros fueran así y aunque lo fueran, no deseaba en nadie más el peso de lo que él le había hecho.

Es por eso que ese día estaba al frente de la sala de conferencias dispuesta a explicar los crímenes de guerra por el lado psicológico y como víctima de ellos.

La sala estaba llena de rostros sin nombre, algunos que había visto gracias al trabajo constante dentro del mismo edificio aunque ella usaba la Red Flu directo desde el colegio a su oficina y de regreso por lo que la mayoría eran simplemente desconocidos dentro de las mismas paredes.

Estaba de vuelta a lo que era su mundo ahora. Era en esos momentos en que se daba cuenta que las horas que pasaba en Hogwarts no eran más que deseos de nostalgia, pero inevitablemente tendría que aceptar que ya no podía regresar allí como cuando era un alumno. Su sitio estaba allí, en las calles de Londres, haciendo lo posible para convertirse en Auror.

De nuevo, Harry no estaba. Quizás lo habían enviado a alguna otra misión, o estaría enfocado en su propia búsqueda personal. Era extraño esa nueva lejanía entre ellos, acostumbrados a ser el dúo dinámico. Y resultaba incluso más difícil cuando tampoco podía contar con Hermione. Comenzaba a descubrir que a partir de ese instante, habría muchas cosas que debía pasar por su cuenta, y superarlas para poder crecer y avanzar.

Fue uno de los últimos en entrar a la sala, donde parecía que se llevaría a cabo una denuncia, o eso creyó entender de los otros aspirantes a aurores que habían entrado con él. El rostro de la mujer en el centro de la sala le parece levemente familiar, como si la hubiera visto recientemente. Pero no estaba muy seguro donde.

"Buenas Tardes." Saludó lentamente, observándolos a los presentes, sentada delante de todo. Estaba buscando como acomodarse, era incómodo el corsette que le sostenía pero tan incómodo como necesario, sin él no sabía si podría sostener los órganos en su lugar a esta altura.

"Es para hablar de una denuncia imposible de tratar pero para que los estudiantes conozcan de primera mano un caso legalmente imposible que deben ser tratados con cuidados. Mi nombre como saben es Lady Lynnea Ariana Gammel de Shalott, sin embargo llamenme Lynnea Gammel, el resto son títulos innecesarios." Comentó hablando con los pocos que eran, cuatro personas entre las cuales reconocía solo a Ronald Weasley de verlo dando vueltas por el castillo.

"Soy miembro resiente del Wizegamot como herencia del título pero mi mayor trabajo es en Hogwarts como Psicopedagoga y profesora de Aritmancia." Agregó tras un momento. "Pero el caso que vine a compartir es... es algo personal..."

Tragó pesadamente, era algo personal, algo que no le gustaba exponer pero que era necesario ya que ellos debían acostumbrarse a esto, a gente que llegaría con temas tan sensibles y personales que no podrían manejar de formas habituales.

"Espero que nadie se sienta incómodo con temas delicados... el invierno del año 1991 sufrí un ataque sexual. Y soy quien lo está contando porque quiero que entiendan que estas cosas no se restringen a un grupo social específico sino que yo misma viniendo de una clase alta, una familia sangre pura puedo hablar sobre lo que ha ocurrido." Era fácil negar sus sentimientos, cerrarse, pero era por esto mismo que estaba hablando y eran tan pocos, sabía que probablemente en solo un minuto la mayoría huiría de este lugar ya que era necesario que vieran lo que él había hecho con su cuerpo. "Si alguno es sensible a las heridas físicas le recomiendo que salga ahora..."

Asintió al escucharla presentarse, recordando en donde la había visto. Sin embargo hasta el momento no habían cruzado palabra. Se dedicó a escuchar sus palabras con atención, pasando de leve curiosidad a repentino interés. Por un momento sus manos se crisparon cuando, como la imagen de un fantasma, pudo ver reflejado en la mujer a la propia Hermione. Parpadeó un instante y de nuevo estaba la imagen de Lady Lynnea. Apretó los puños levemente, no era momento para dejarse llevar por las emociones de odio y frustración. Estaba allí para aprender; si quería llegar a ser un auror competente, debía controlar los sentimientos para que no nublaran su juicio al momento de actuar.

Nadie pareció querer levantarse luego de su advertencia final, pero pudo ver que algunos de ellos tenían una leve palidez, quizás no muy seguros de estar preparado para lo que verían. Él tampoco se sentía completamente seguro. Aún así se quedó allí.

De momento nadie se movía, aunque sabía que lo que tenía para mostrar no era agradable, en parte por sus problemas físicos y en parte porque eran las marcas de él, él le había hecho esto...

"Verano, 1991 en la zona central de Rusia." Comenzó a relatar mientras con cuidado se desabotonaba la parte superior del vestido, sabía que a uno ya la idea de verle la piel le había incomodado y estaba observando la puerta razonando que posibilidades había de irse sin quedar como un cobarde. "Tras la muerte de nuestros padres solo quedamos mi hermano y yo en la familia, no había privacidad salvo por el tiempo que teníamos en el bosque o con nuestros estudios. Joven, tonta y aventurera decidí pasear cerca de los terrenos de la casa donde él me encontró." Al decir esto se giró para que pudieran ver su espalda mientras bajaba la tela solo para mostrar un corsette de estilo antiguo con varillas metálicas que servía para sostener su figura antes de comenzar a desabotonarlo por delante.

Y al hacerlo hubo un sonido de asco, uno de miedo y el de dos sillas corriéndose para ir a la puerta sin poder soportar la visión.

No era solo las cicatrices. Estas se tejían para dar forma a una enorme tela de araña que comenzaba por sus hombros, recorriendo la parte trasera de sus brazos y descendía desapareciendo debajo de la falda, solo ella sabiendo realmente la extensión del daño con esas cicatrices gruesas y furiosas. Pero no era solo eso. Sus costillas se marcaban dolorosas en esa piel que parecía hecha de papel de arroz, tan fina y transparente, apenas oculto el busto por un vendaje que evitaba incomodidad.

"Al principio parecía una persona normal... pero luego me tomó y me llevó al interior, una zona inexplorada al menos por mi donde comenzó su ‘juego’. Me llamaba su ‘cierva plateada’, hablaba soñando con el día en que estuviera madura, en que mis caderas estuvieran listas para recibirle... allí, en ese suelo me puso de rodillas y al negarme..."

Se atragantó, demasiado expuesta, demasiado temerosa y probablemente ya nadie quedaría para que le contara como fue, o que pasó o como manejar esto. Se sentía débil al estar algo desnuda probablemente ante desconocidos siendo que solo dos personas la habían realmente visto así, su violador y su esposo fallecido.

...

Una puta telaraña. Tenía que ser una jodida broma del destino, ¿no? Fue inevitable que Ron apartara la mirada de repente, sintiendo las manos frías y el estómago vacío. No era el único, a su alrededor muchos mostraban ese mismo horror, de pensar que había alguien capaz de hacer algo así. Él sabía que al menos había existido alguien así: Bellatrix Lestrange. Ahora podía comprobar que aquella era sólo una de tantos, que posiblemente continuaran aún torturando, aquellos que no se habían rendido al morir Voldemort.

Se obligó a levantar los ojos de nuevo a esa espalda que era parte de sus mayores miedos. Intento resistir la tentación de gritarle que se cubriera, de salir de la habitación. Siguió las marcas malditas, que parecían cosidas una y otra vez en la piel blanca. Aquella mujer tampoco parecía querer seguir hablando, ni nadie se atrevía a preguntarle nada. Sacó voz de donde pudo, sintiéndolo casi visceral.

-Debió ser casi una niña entonces...- La animó a continuar, calculando que aquella mujer no podría tener más de veinte o veintidos años. Quería que supiera que si la estaban escuchando.

"Tenía apenas doce años, cumplí los trece en cautiverio." Comentó inclinando la cabeza para ver hacia atrás a quien hablaba, suavemente moviéndose para frotar su vientre... se sentía bien no estar apresada por el corsette metálico realmente. En estos días estar con ropa ligera era un lujo que poco podía disfrutar por lo que optó por dejarlo de lado antes de volver a colocar la camisa de forma meticulosa para cubrir las marcas, sabiendo que ya no estarían todos los que estuvieron en un principio.

"La violación tiene varios factores, mi caso ha sido lo suficientemente especial como para considerarse un caso clínico." Aclaró tras poder girarse a ver que quedaba Ronald Weasley junto a otro más desconocido por completo. "La violación sexual, sea con acceso carnal o no abarca factores que incluyen la humillación y el miedo... la persona que me encontró ‘fascinante’ sin embargo fue más allá y aplicó métodos de tortura que implicaron un claro miedo de él a mi persona. Temía algo, quizá su propio deseo o quizá que un infante pueda causar ese deseo, lo cual nos lleva a varios temas que incluyen la pedofilia y la erotización infantil donde se crea una imagen que no corresponde a la edad... esta persona aun sigue allí, sigue ‘buscandome’, a veces comienzo a sentir culpas que sé no me corresponden porque pienso que soy yo quien lo busca... pero así funcionan los abusadores y más los obsesivos. La visión distorcionada hace que canalicen lo que ellos creen en el otro haciendo un espejo de si mismos en sus víctimas." Hablaba pausadamente, acomodándose sentada para poder sostenerse sin problemas una ves vestida.

"Durante dos semanas fui obligada a complacerle y cuando no solía ser azotada. La forma de las cicatrices es una ironía, una que él mismo no creía tomaría dicha forma lo cual parece una crueldad, las alaba como si fueran sagradas. Cada vez que se me acerca cree que existe una complicidad fuera de la relación victima-victimario. Y eso es porque ahora está en Gran Bretaña..."

La imagen de un hombre sin rostro, sin rastros de humanidad siquiera iba formándose en la mente de Ron. Estaba hablando de un ser real, como lo habían sido Fenrir GreyBack y los Lestrange. No sabía si estremecerse de repulsión, si sentir compasión de la pálida mujer que estaba mostrando las marcas de su humillación ante ellos.

No pudo evitar saltar de la silla e inclinarse hacia adelante al escuchar la última declaración. -¿Que está aquí?- Había preguntado, quizás comenzando a comprender la razón de esa reunión. -Eso quiere decir que lo ha visto... ¿Y él... la ha visto a usted? ¿La ha reconocido?- Volvió al hecho de que Lady Lynnea trabajaba en Hogwarts, pasaba la mayor parte de su tiempo allí: un sitio lleno de niños y niñas de distintas edades. -Joder.- Murmuró casi para si mismo que para el resto. Comenzaba a vislumbrar... y no le gustaba lo que veía.

Otro menos... y allí estaba, solo el pelirrojo que había pasado tiempo en Hogwarts constantemente y ella. Sabía que no era habitual estas charlas de uno en uno, no era habitual, especialmente porque ella no estaba lista para desnudar su alma, solo lo hacía porque sabía que Trix lo vio y necesitaba ayuda, necesitaba que ellos previnieran víctimas.

¿Como podía confiar en él luego de lo que hizo? Siempre le pedía su confianza, pero... los perros no vuelven a confiar en la misma mano que los azotó sin piedad.

No había nadie más, así que se acomodó la falda y se sentó de piernas cruzadas sobre el escritorio. Mientras estuviera allí nadie se acercaría, siempre era fácil tratar con los casos cuando no parecían más que papel notas y fotografías, pero el momento de enfrentarse a la víctima era muy trágico para muchos de ellos, porque era ver el rostro de quien sufría y había sufrido en el pasado que buscaba consuelo y una mano amiga o como mínimo alguien en quien confiar, el ser el sostén de alguien así era difícil... y ella ya no lo necesitaba o quería creer que no lo necesitaba.

Porque aun habiendo estado casada, teniendo amigos en el pasado, un hermano, una hija adoptiva... a pesar de todo eso, ella era la primera vez que hablaba abiertametne sobre lo que había pasado, algo que recordaba con tanta claridad que a veces temía no fuera cierto.

Se llevó la mano a la boca, soltando una tos seca antes de buscar un pañuelo y secarla.

"Si, me ha visto... sabe donde estoy, me ha encontrado y ha indirectamente declarado su amor por mi." Sonrió al único que quedaba. Una sonrisa resignada, de quien se ha cansado de luchar tantos años. "Lo bueno es que no tendrá más juguete para entretenerse dentro de poco... lo malo es que si ya no puedo centrar su atención en mi, ¿que puede pasar con mis alumnos? ¿Que puede pasar con otros? Ya... posiblemente pronto no estaré para seguir luchando. Tengo una enfermedad degenerativa de nacimiento, es un milagro que pueda haber llegado aquí para hablar..." Lo miró significativamente. Ella estaba muriendo pero no quería que esa fuera la última imagen que se llevara nadie de ella.

Así que sonrió tratando de ser reconfortante. Pronto podría descansar, pero hasta que llegara ese día seguiría luchando.

Se contuvo de soltar un resoplido de enojo ante sus primeras palabras. ¿A eso alguien, cualquiera, podía llamar "amor"? La imagen de aquel ser que se formaba en la mente de Ronald se convertía cada vez más en una figura degenerada. Miró a los lados, dándose cuenta que había quedado sólo, y que podría hablar con algo más de familiaridad con aquella mujer.

-Joder... ¿Sabía él de esta enfermedad? Bah, lo supiera o no, todo eso que hizo... Joder.- Las manos le estaban temblando de sólo pensarlo. -No sé... aún, como es el procedimiento legal aquí, excepto por lo que me cuenta papá. Y no ha quedado nadie...-

De repente el pelirrojo golpeó el puño contra su palma, frustrado. -¿Como esperan ser de ayuda si no se atreven a mirarte?- Harry y Ron había querido ser Aurores desde el inicio, pero jamás les dijeron todo el proceso burocrático, como las prioridades dependían de órdenes de más alto nivel. ¿Podía tener esperanza en que el Ministerio haría todo lo posible, de verdad, por ayudar a Lynnea? ¿Qué podía hacer él al respecto? -Sé lo que pasará, y no me gusta... Sé que tomarán en cuenta tu petición, y se abrirá una investigación. Pero, cuando mueras, es posible que lo releguen; y tendrá que ocurrir algo para que vuelvan a recordarlo. ¡Aaarg!- Gruñó, poniéndose de pie, comenzando a andar de un lado a otro. -¡Mierda! ¿Cómo pueden haber hijos de putas tan... tan... ¡ARG!- Quiso patear algo, pero se contuvo. La miró fijamente. -Debe haber alguna manera...-

Siempre fue una mártir, ¿para que negarlo? Cuando pasó, protegió a su hermano del daño que le habían causado, cuando le dijeron que moriría irremediablemente lo negó para que ni Mihail ni Roderick se enteraran. Sacrificó su inocencia, se casó, adoptó una hija y perdió a otro. Y siempre lo hizo por el bien de alguien más. Siempre intentó dar lo mejor de si para poder seguir adelante y que nadie sufriera en un intento egoísta de no darles la oportunidad de despedirse a nadie. Si no se despedían entonces ella era libre. Podía seguir viviendo engañada sobre su capacidad de resistir.

Por eso cuando lo vio así, pelearse contra alguien, por una vez quiso ser egoísta y agradecer que alguien, aunque sea una persona en este planeta supiera de su dolor, de su pesar, de todo lo que le pasaba y debía sufrir en silencio, para a cambio solo pudo moverse, con la misma suavidad que le caracterizaba y tomarle de la muñeca para llamar su atención antes de abrazarlo.

"No envenenes tu alma, Ron. No puedes encontrar justicia si lo tomas como algo personal, solo saldrás dañado tu." Le explicó, tratando de dejar aunque sea una enseñanza. Por todas las decisiones equivocadas que había tomado necesitaba redimirse. Debía buscar algo para liberarse. "Mi vida no ha sido buena, pero adopté una niña, tengo un hermano que me ama y mis amigos que con suerte no se enteren hasta que sea muy tarde. La única que debe estar preparada es Odette ya que ella hereda el título de Lady of Shalott."

Ante la pregunta no pudo evitar la picardía.

"Un auror titulado no puede llevar a cabo una investigación, pero como parte de una tesis de un estudiante no es un caso que se pueda desestimar y obligará a otros a verlo. Por eso no pedí aurores sino la clase de estudiantes. Quizá alguien hubiera tenido el valor de ver lo que hay afuera." Al decir esto se separó observando con pena la puerta por la que todos habían escapado de la realidad.

El muchacho se estremeció un poco ante el abrazo de la mujer, que resultaba demasiado frágil y fría al tacto. Pero le devolvió el abrazo con sinceridad. No quería involucrar sus sentimientos, pero cuando imaginaba que alguien podría hacer algo así a las personas que amaba... Ya había visto a Hermione reflejada en aquella figura, y ahora Ginny volvía a estar en Hogwarts. Y ni no sólo ellas, estaba Aria, que estaba expuesta al trabajar en "Las Tres Escobas", quién sabía hasta que horas, o la misma Luna que a veces se paseaba en soledad por el Bosque Prohibido. Y la chica con quien había tropezado cuando fuera a hablar con la profesora Macgonagall... ¿Trix, se llamaba?

Levantó la mirada hacia ella ante las últimas palabras, con los ojos fijos en la puerta. Nadie se había quedado; nadie, excepto..

-Yo sigo aquí.- Dijo, volviendo de nuevo los ojos a ella. -¿Te basta con uno, por ahora?-

Sonrió, una sonrisa franca, directa. Un agradecimiento sincero en la expresión, alejándose para posar una mano en la mejilla del pelirrojo. Era un gesto casi maternal de quien ofrece consuelo y agradecimiento a la vez antes de buscar donde sentarse tras ella ya que las rodillas comenzaban a doler de estar parada.

"Con uno me basta y sobra. Solo espero no caer en el olvido antes de que pueda ayudarte." Comentó con esa sonrisa relajada. "Solo debes saber esto. No sé si es verdad o no, pero no vayas a él solo si llegas a encontrarlo, es peligroso, hacerlo es casi un suicidio. No sé si realmente está por sobre el asesinato y de buena mano sé que es perfectamente capaz de crueldad. Solo fijate si te atreves, mientras me quede aliento haré todo lo posible para ayudar, no puedo dejar que ponga en riesgo a mis alumnos aunque estos no hayan aprendido la lección de no hablar con extraños aunque el nombre de estos esté en libros."

Asintió. Se había enfrentado a mortífagos y carroñeros, pero en la expresión de Lynnea entendía que aquel ser quizás no era un idiota que sigue órdenes, o uno con ganas de sangre y violencia. No, debía ser un asesino frío, calculador, capaz de lograr lo que había hecho a aquella mujer poco a poco, por tanto tiempo.

-No lo enfrentaré, pero quiero prepararme para ello llegado el caso. Quiero creer en la justicia del Ministerio, pero no sé si una vida en Azkaban sea suficiente para hacerlo pagar por lo que te ha hecho... Lo que habrá hecho a otras cuando no estaba aquí.-

Le sostuvo la mano mientras la veía tomar asiento, arrodillándose a su lado. -¿Por donde empezar? No puedo salir simplemente a su caza, o gritar a mi alrededor para darlo a conocer. ¿Me ayudarás a conocerlo, para así ser capaz de destruirlo?- Su mirada se tornó repentinamente feroz.

"Ron. Tranquilo." Murmuró, acariciándole nuevamente la cabeza antes de abrazarle nuevamente desde su posición sentada tratando de contener la rabia de él en su cuerpo enfermo. Es horrible sentir que tienes esperanzas, que quieres esas esperanzas, que quieres aferrarte a la vida con fuerza y aun así esta se te escapa. Esto que hacía algo le decía que era egoísta como todo lo que hacía. Estaba condenando a alguien a una eterna búsqueda por un hombre que no creía pudiera ser condenado realmente pero que tenía esperanza de poder llevar a la justicia, de poder alejarle de otras potenciales víctimas.

"Escúchame. Por favor, no enfurezcas. Tienes el potencial para ser el mejor auror que haya en todo Gran Bretaña y yo te ayudaré. Eres bueno y noble, pero debes calmar tu rabia. Yo te guiaré, no soy la mejor, pero puedo ayudarte a entender lo que hace y como lo hace. Prometo tratar de hacer lo posible para que tengan los medios." Prometo no morir antes de darte las herramientas.

Se quedó un momento así, tratando de absorber todos esos pensamientos dañinos del cuerpo del pelirrojo como si con un abrazo pudiera borrar el daño que le estaba causando con la otra mano. Esperaba que cuando fuera al infierno al menos hubiera valido la pena. Aunque al mismo tiempo admitía que necesitaba abrazarlo por si misma, ¿hacía cuanto no había sido abrazada por alguien que no le hubiera causado daño irreparable a su cuerpo y su mente? No podía recordarlo, solo recordaba las caricias corrosivas de Mikes en su piel, sus brazos sosteniéndole.

Sostener a alguien más para que no caiga en la oscuridad se sentía agradable para variar un poco aunque fuera un cariño insensato de alguien que trata de redimirse como ella.

Se dejó abrazar, sintiéndose de repente como un niño pequeño que ha pegado una pataleta. Aspiró profundamente, ya no era un niño; ese año que habían pasado huyendo le había enseñado muchas cosas, entre ellas a enferntar sus miedos y usar todo lo que había aprendido con ingenio para salir adelante. Y a veces, sólo había que improvisar.

Levantó los ojos hacia Lynnea. -Lo siento. De acuerdo, intentaré calmarme.- Le dijo con media sonrisa algo irónica, aunque no por ello menos verdadera. Se alzó un poco, pero no mucho ya que con su altura no le hacía falta estirarse más para estar al nivel de la mujer. -Enséñame.-

"Si tuviéramos un pensadero sería más fácil." Comentó para si misma con cansancio, inclinando el cuerpo hacia delante tras soltarle. Se sentía un poco mal, pero no era un malestar grave. Una parte de ella había aceptado que la mitad de sus problemas eran somatizaciones aunque era inevitable el hecho de que cuando se exponía realmente se sentía enfermar ante las miradas y los juicios de la gente.

Había llegado hace 15 minutos, en los primeros dos había espantado a los primeros, en los posteriores cinco había espantado al que quedaba hasta que solo eran ellos dos.

"No quiero hacerlo personal, pero admito tu valor donde todos temieron y huyeron. Hubiera querido ser como tu. Tan valiente frente a nuevos retos. La realidad... el primer recuerdo que tengo de él es a los 5 años, tras la derrota de Voldemort, allí en mis tierras cerca de Rusia. No fue algo fácil... no podía contarle a nadie lo que me había pasado, ¿quien le creería a una niña? Madre y padre aun no morían y mi hermano solo tenía un año más que yo y necesitaba más cuidado en ese momento. Yo siempre fui frágil físicamente por mi mestizaje, pero siempre tuve la fortuna de aprender rápido y resistir. El como me cazó no es muy difícil, menos a esa edad. La clase de torturas fueron suaves, mi cuerpo no dejó marcas que no se borraran con el tiempo, todos asumieron que me había caído nuevamente y con la sensibilidad de mi pie me había amoratado. Apenas hablaba y era muy torpe caminando aun."

Al decirlo estiró el brazo y apretó un pulgar dejando una marca roja que sabía en unos minutos comenzaría a tornarse verde y posteriormente a morado.

"Ese recuerdo es borroso e incierto. Puede ser que algo haya hecho, y que se avergüence de aceptarlo. Modificar la memoria para que la victima no se de cuenta que le ha pasado, hay vergüenza en su acto, hay miedo a las consecuencias o quizá afrontar lo que hizo, cree o creía que tenía escrúpulos y el haber quebrado implica un corte en su código de conducta que va más allá de su razonamiento interno." Habló lo más profesional posible pero los ojos plateados clavando los azules del pelirrojo. Su vida, su alma y todo en ella estaban en manos de él en este momento.

De nuevo intentó centrarse, aunque supo que había palidecido levemente.

-Cinco años... Cinco...- ¿Pero... pero que hijo de puta hacía algo así? No pudo evitar volver a tensarse, mientras miraba entre maravillado y horrorizado a aquella mujer que parecía haber conocido la rudeza de la vida en demasiado poco tiempo. Algo que nadie, NADIE, debería haber vivido. Tragó con fuerza para darse valor de seguir escuchando. -Entonces lo habías conocido mucho antes de ser conciente... ¿Estuvo siempre allí? ¿Acaso estaba esperando una edad más apropiada?-

Aquello lo hizo marearse de nuevo, y tuvo que aferrarse a la silla un momento. ¿Edad apropiada? ¿12 AÑOS UNA EDAD APROPIADA? Le estaba costando mantener la promesa de mantenerse calmado, puesto que aquello lo estaba dejando lívido. Pero tenía que intentarlo. Por ella. Y por todas aquellas que podía llegar a salvar.

"No hubo edad más apropiada." Susurró con una frialdad que era confusa para cualquiera. "No esperó tanto, sus palabras eran bonitas pero se confunden con lo que realmente hizo. No esperó tanto. Por eso las memorias se confunden y me pregunto cuando comenzó porque esa noche... recuerdo que festejaban que Harry Potter había derrotado al lord oscuro mientras él me llevaba al bosque y luego todo se vuelve borroso, recuerdo dolor y desesperación. Mis padres nunca quisieron decir cuanto tiempo tuve desaparecida. No sé si realmente lo hicieron por mi o por ellos mismos la verdad."

La ignorancia es una virtud que sirve en pequeñas medidas, pero en grandes cantidades solo siembra prejuicio. La familia Gammel no quería saber. Nunca quiso aceptarlo, pero en la temprana adultez donde debió poner el pecho a lo que pasó debió confesar aunque fuera solo para si misma que a su familia en ese momento le importó más el que dirán que su seguridad física y mental.

Solo no esperó.

"Susurraba cuando tenia 12 años lo impaciente que estaba porque mis caderas se desarrollaran, cuando estaría lista para él." Los recuerdos se arremolinan, deseaba acallarlos, bajando la cabeza, el suelo se ve interesante, pero puedo sentirlo, quizá pura empatía lo que tenía para percibir la inquietud de mi compañero en este crimen. ¿Que tengo para calmarle? Solo soy una persona en este rincón del mundo.

Aun tengo fuerzas para protegerles, aunque no sé si tendré la fuerza para proteger a Ron Weasley.

"Ven, por hoy es suficiente. Sé que escucharlo no es agradable, realmente desearía poder ser más suave. Solo que lo único que recuerdo siempre ha sido crudo." Suspiro, abriendo mis brazos para ofrecerle confort. Irónico, una moribunda confortando al médico.

-No, está bien, puedo soportarlo.- Logró decir, aún cuando era evidente la lividez en su rostro, más cuando cada palabra que decía relacionado con aquel ser era cada vez más repungnate, más atroz. "Esperar a que sus caderas..." Cerró los ojos y casi los abrió al instante, pues sólo con cerrarlos las imágenes de tortura se mezclaron demasiado rápido en su mente.

Quizás fue por esa razón que no dudó en dejarse abrazar por aquella mujer, intentando recuperar el aplomo que parecía haber perdido por unos instantes. De el trío, nunca había sido el más valiente, ni el más controlado, excepto en lo que sabía que era bueno. Era buen estratega, y tenía la capacidad de absorber y recordar detalles aún cuando Hermione estuviera convencida que nada podía entrar en aquella "cabeza dura pelirroja". Eso era lo único que podía ofrecer a Lynnea, por ahora.

Respiró profundo. -Lyn... ¿Puedo llamarte Lyn?- Ya había comenzado a tutearla desde hacía unos minutos, sin embargo hasta el momento no había pronunciado su nombre. Ella, sin embargo, si lo había llamado Ron, en aquella voz frágil pero segura. Levantó la mirada hacia ella, intentando que sus ojos no mostraran pena u horror. Sabía que el resto de los aspirantes a auror la verían de aquella manera, aterrados por las heridas que habían visto. Él, en cambio, veía a una mujer fuerte intentando no desmoronarse en un suspiro. -Te juro que no te dejaré sola con esta carga.-

Esas palabras la desarmaron, apretando el abrazo con una fuerza que no tenía. Pero se sentía bien. Realmente le gustaba esto y no tenía suficientes palabras para expresar lo que sentía en este momento. Por un momento no sentir que estaba sola cabalgando contra el apocalipsis personal que era esta treta.

"Creo que a esta altura me puedes llamar como quieras." Rió por lo bajo, apretandose un poco más, los ojos lagrimeando suavemente y luchando por contener las lágrimas que luchaban por derramarse. "No sabes lo mucho que esto significa para mi. No tienes idea de lo importante, que alguien sepa lo que pasó, que alguien pueda escucharlo sin darme la espalda." Se aferró a él con la amargura de su corazón, tratando de aliviar la pena propia y la ajena. No podía ser fácil pararse allí y escuchar como alguien era torturado constantemente desde tan temprana edad.

Entendía aquello, lo de ser el paria, y el Ministerio tenía la fama de hacerse de oídos sordos y ciegos a cosas como esas, a casos como esos. Nunca había sido el protagonista de ello, pero había apoyado una y otra vez a Harry lo que lo había llevado a ser insultado, tildado de mentiroso, rehuido, hasta que la suerte cambiaba y los que al principio lo trataban como basura intentaban ahora ser su amigo.

Viendo a Lynnea, podía entender la soledad dentro de ella. Quizás la misma soledad que estaba comenzando a sentir él, alejándose de su familia para no causarles más dolor, el trío inseparable tomando caminos muy distintos los unos de los otros. Hermione seguía rehuyéndole y él no se había atrevido a hablarle, a confesarse, por miedo a alejarla aún más. Pero allí había alguien que no estaba rechazando la ayuda que él podía brindar, y de alguna forma, de alguna manera, lo hacía sentirse menos solo.

Miró a su alrededor, aquel lugar que había quedado completamente solo, sillas vacías que apuntaban hacia ellos agigantando esa sensación de no poder contar con nadie más. -Vamos a otro sitio, Lyn. Ya no hace falta estar aquí.-

Tragó y asintió sin esperar mucha respuesta.

Lo necesitaba, y él evidentemente lo había entendido por esa mirada determinada que podía captar en sus ojos. Necesitaba de Ron Weasley, un chico de Hogwarts, 2 años menor que ella. No había que confundir con necesidad sexual, muchos solían poner palabras donde no iban, es algo diferente. Lo necesitaba porque él era una esperanza para ella que era alguien que había nacido sin ninguna esperanza propia.

Estaba destinada a morir joven. Con esperanza aun le quedaran algunos años, lo dudaba, pero realmente estaba buscando soluciones por donde podía. Se había casado obligada por un contrato, había tenido un hijo que murió de su hermano por obligación ante la necesidad de un heredero pero su cuerpo demostró no poder mantener un embarazo en este estado aunque lo había intentado, realmente lo había intentado. Enviudó, salió herida, fue abandonada...

Y lo único brillante en su camino era un chico recién salido del instituto dispuesto a darlo todo para lograr lo que otros no. No podía evitar esa sonrisa divertida por lo bajo ante las ironías de la vida, realmente no podía evitar notar la ironía del hecho que ella misma solo tenía 20 años, solo 20 años realmente, a veces presentía haber hecho enojar a un dios muy vengativo en algún momento de su vida. Quizá Odette era lo único salvo por este instante Ronald que había salido bien y eso era porque Odette necesitaba de ella como ella necesitaba de Odette.

Las ironías podían continuar en el momento que se paró y con cuidado tomó el corsette del escritorio tocándolo con la varita y murmurando un encantamiento para reaparecerlo en su casa.

"Vamos, realmente quiero alejarme del ministerio. Que nadie me escuche decirlo, pero la política nunca fue mi plato fuerte." Admitió con una sonrisa que trataba de ser brillante. Estaba insegura, ahora él sabía su historia, solo esperaba que no la hiciera sentir más frágil de lo que ya era de por si. "¿Donde vamos?"

-No lo sé.- Admitió el pelirrojo, mostrando una sonrisa tímida. -A cualquier sitio, a ningún sitio. La verdad ni siquiera he desayunado...-

Y en parte daba gracias a Merlín por no haberlo hecho, o quizás no hubiera podido mantener nada en el estómago. Tampoco que tuviera mucha hambre en ese momento, pero quizás algo caliente y reconfortante era lo que necesitaban. -No conozco mucho Londres, podemos dar una vuelta entre muggles, lejos de la magia un rato. Pedir un café, o algo más fuerte... ¿O quizás estabas pensando en volver temprano a Hogwarts?-

"Creo que un paseo por Londres Muggle es lo más adecuado... quizá un chocolate caliente y pastelillos, conozco el lugar perfecto." Comentó con los ojos iluminándose al recordar ese rincón perdido que era las artesanías de chocolate. En ese lugar había llevado a Odette cada vez que hacía un progreso en el estudio de música.

"Espero que te guste el chocolate. Porque es el mejor que he probado en mi vida." Animó caminando a la puerta, cada tanto acariciandose las costillas al sentirse suelta por primera vez en bastante tiempo del encorsetado.