Pensamientos Acuáticos (Prefectos o aquellos con contraseña) +18

Me adentro al baño luego de pasar la contraseña, con la mirada distraída y sintiendo el frío de las baldosas bajo mis pies. Abro los distintos pomos de agua, un poco más de burbujas, algo de agua rosa perfumada y todo muy caliente, haciendo que un leve vapor empiece a empañar los espejos y vidrios de aquel lugar.

La sirena de los azulejos continua su acicalamiento al notar que no es un chico quién ha entrado. Lentamente, voy retirando mi ropa y la coloco en un lugar seco.

Ha sido una semana extraña, muy pacífica. Con muchos hechizos mal hechos, y muchas risas. Aunque también llena de emociones extrañas y pesadillas que me recuerdan que no ha pasado tanto tiempo, que apenas empezamos a curarnos por dentro. Mis pies se adentran en el agua cálida, un delicioso escalofrío sube desde mis tobillos a mi espalda. Por unas horas quiero olvidar las heridas invisibles, los tormentos que no dejo ver, que nadie tiene porqué saber. En silencio, en soledad, dejo que las lágrimas por aquellos que se han ido fluyan, lágrimas por aquellos que no volveré a ver o escuchar. Lágrimas por el pasado que no puede recuperarse, y esa sensación, esa sensación de que no soy la misma que en aquel entonces. Sólo en aquel lugar puedo admitir lo que no dejo a nadie saber: ya no soy la niña inocente que fui una vez.

Sí, esta vida no siempre es graciosa
No, está vida no siempre es fácil
Y a veces piensas que estás completamente solo
Y solo entiendes que nadie se preocupa de ti
Y ahora dejas salir a las lágrimas y lloras

Se deslizó sin ser percibida, realmente no quería estar en clase, no quería estar en la casa y simplemente no quería seguir allí. se había adentrado en el colegio con la vaga esperanza de sentirse ella misma nuevamente, pero no había nada que pudiera calmar sus ansias, estaba lejos de su hija, estaba allí, tratando de ser una persona normal nuevamente... una humana en primer lugar.

Pero no importaba cuanto hubiera intentado, no importa cuanto luchara contra su destino, se hundía más y más hasta solamente quedar un atisbo de la Louise que todos querían, un resultado de la Louise que fue. Ya ni siquiera podía decirse que era Louise, una parte de ella había renunciado, había bajado los brazos y abrazado esa voz que le llamaba Judit, solo una carta más en el mazo, una carta importante, tanto así que tenía su propio nombre.

Suspiró y reprimió el deseo de quejarse, su cuerpo dolía, realmente deseaba descansar aunque sea una vez más en el refugio que tantas guerras de agua había visto con sus amigos cuando lograban escabullirse allí sin ser notados, el calor del vapor golpeando sus heladas mejillas y haciendo que volviera a sentir su rostros cuando los ojos de pálido hielo recorrieron el recinto, reconociendo una figura más allí...

Jesse solía compararlas, no porque pensaran igual sino por la actitud que tomaban ante las cosas, algo que casi parecía indiferencia hasta que escuchaban lo que decían. Luna Lovegood no era realmente una desconocida dentro del colegio por su excentricidad, Louise Eisenberg en cambio era mucho más sutil, casi parecía a veces que solo los profesores sabían de su existencia. Algo más baja y el cabello algo más largo, pero en esencia poseían rasgos bastante parecidos o al menos las características principales.

Estaba de espaldas a ella, por lo que dudó, observando la espalda desnuda de la Ravenclaw, dudando si interrumpir la meditación de esta ya que el vapor distorsionaba la imagen y no podía saber si se encontraba despierta en primer lugar.

"¿Se puede?" Preguntó suavemente para no asustar, la ligera sonrisa en los labios rojos mientras se quitaba la chaqueta que usaba sobre la camisa blanca del colegio. Ya no había escudo de Hufflepuff ni corbata negra y amarilla, solo la camisa y la falda para no desentonar demasiado.




Todos tratan de disuadirte tus sueños
Porque esperan que empiezas a renunciar
Y te preguntas cuando terminará la lluvia
Porque no pueden terminar de pisarte
Sientes las vistas y sabes que no estás bienvenido
Aquí no estás bienvenido porque no recibes amor
Este cemento se llama vida, chico, y estos son dolores de cabeza

La voz me toma por sorpresa, aunque es suave y melódica, de alguien que teme interrumpir. Me llevo una mano a los ojos un instante, para borrar las marcas de las lágrimas. Quizás mis ojos enrojecidos no me delaten, quizás el vapor ser capaz de distorsionar por completo el dolor que refleja mi mirada. Quizás.

Giro mis hombros para poder ver a quién ha entrado furtivamente, reconociendo el cabello rubio de la ex Hupplepuff. -Hola. Tranquila, puedes pasar.- Si, es la Louise de siempre, aún cuando parece distinta. Como ese día en Honeydukes. De repente soy consciente de mi desnudez, llevándome a cruzar mi brazo sobre mis senos en un torpe intento de parecer menos desnuda. Tampoco es que haya mucho que cubrir. Suelto un suspiro leve, de esos que solo me permito en soledad, cuando mi mente me traiciona y me lleva a compararme con otras. Como con Louise Eisenberg, de perfectos labios rojos y curvas atractivas. O Aria D'Angelo, cuya ropa parece comenzar a quedarle pequeña. Incluso Hermione es capaz de despertar atracción de chicos tan distintos como son Ronald y Draco. Y yo... Soy simplemente Luna.

Chapoteo el agua desde mi posición al borde de aquella piscina de piedra, creando ondas suaves que van a chocar contra el otro lado de la pared.

Apenas notó un tono levemente quebrado, conociéndolo de tantas veces que lo había escuchado en otros, pero prefirió no comentar, quitándose los zapatos, falda y ropa interior. Era extraño esto del baño de prefectos compartido, por lo general se reservaba para cuando alguno deseaba nadar, pero era agradable simplemente aparecerse por allí de vez en cuando, tratando de no agarrar a nadie en posiciones incómodas.

Este año era la primera vez que lo usaba, como siempre Sam había conseguido la contraseña que usaban los profesores el año anterior para poder seguir usándolo aunque no les dieran el puesto de prefectos. Y así estaba, tras un instante, hechizando la ropa para que se doblara sola antes de avanzar al agua, el cambio de temperatura erizando su piel al roce con los dedos del pie antes de optar por saltar.

No le gustaba el silencio de Luna. Quizá no era su mejor amiga, sabía poco de ella, aunque sabía lo necesario como para que muchos las compararan por lo que creían sin sentidos. Pero no entendían, así como Luna tenía sentido en sus desvaríos, ella también lo tenían, solo que la gente no se detenía a escuchar solo porque lo sentía diferente. Louise además tenía de desventaja la dificultad con el idioma ya que Inglés no era su idioma nativo.

Fue con una sonrisa que notó que Luna trataba de taparse a pesar de estar a practicamente un metro. Ella misma no era de grandes pechos, era más bien muy baja y tenía un trasero en el cual caer cada que rebotaba de la escoba, pero en ese departamento si bien armoniosa no estaba demasiado dotada.

"Luna, ¿que pasa?" Sonrió acercándose, tomando una mano de esta para que la apartara. "Se supone que vienes a bañarte, ¿no?" Le recordó con unas risas bajas, invitándola a que se apartara de ese rincón donde se había quedado quieta, con toda la intensión de aprovechar la pequeña piscina.

Las ondas se expanden y el agua salpica al momento que Louise se lanza al agua, detengo el movimiento de mis pies, observando sus movimientos que bien podrían ser confundidos con los de una sirena. Y de nuevo esa extraña sensación que me había recorrido la última vez que habláramos, como un calor suave que se expandía al sonido de sus palabras. Ese calor se concentra en el punto donde coloca su mano al tomar la mía, invitándome a saltar al agua. Intento volver a sonreír, por sus palabras sé que esta vez no puedo pasar desapercibida, no me ignorará con un simple "así es Luna". No, no estoy siendo la Luna de siempre, y ella tampoco es la Louise de siempre. ¿Qué ha cambiado?

-No sé.- Parpadeo un momento. Por unos instantes, recuerdo a la chica pálida, confundida, que parece temerlo todo y a todos. Esas fueron sus palabras casi siempre. No sé, no sé... Y es que, es difícil. De verdad es difícil intentar recordar como era antes. Pero he podido hacerlo, nadie me pregunta, nadie quiere saber que pasó. Nadie se interesa por esos meses en no estuve aquí. Y es mejor así, no quiero que me compadezcan, porque no hice nada, nada más que gritar. Sólo gritar. Por un instante, aparto la mirada de los ojos hielo de la Hupplepuff, mientras me deslizo al agua. Pero me repongo, de nuevo sonrío, siendo el calor de su mano en la mía incluso más agradable que el agua de aquella pequeña piscina. -Estoy bien, sólo que, a veces uno no puede controlar los recuerdos...-

Sonrió, tirando suavemente de su mano para poder moverlas de posición, haciendo que la rubia estuviera más en el centro y girando como la sirena del vitreaux, sus cabellos volando levemente para poder estar detrás de ella, soltándole la mano solo para tomar el cabello de esta, disfrutando del tacto de las pesadas ondulaciones algo mojadas de Luna Lovegood.

"Los recuerdos siempre son importantes, aunque es cierto que a veces se convierten en un dolor de cabeza." Comentó recordando realmente como comenzó todo, como su decadencia llegó, solo con una negación.

'Se acerca Beltane...'
'Pues si.'
'E irás en busca de alguien con quien...'
'Ajas...'
'Pero es la celebración de la fertilidad y nadie te va a cuidar como debe, Lou... No puedes irte con cualquiera.'
*Silencio*
'Mad, si quieres yo puedo...'
'J. Solo has estado con un puñado de chicas, sé que no quieres, no te preocupes, estaré bien.'
'Lou... cuidate, ¿si?'
'Tranquilo, todo estará bien.'

"Los recuerdos acosan a los más inteligentes, Lulu, no deberías preocuparte tanto, sé que es difícil y no me puedo imaginar lo que habrá pasado para que estos te acosen, pero ya estás aquí, en Hogwarts nuevamente... eso es algo bueno, ¿No?" Preguntó curiosa, estirando la mano, el cuerpo pequeño y desnudo pegándose por detrás en un intento de alcanzar el shampoo que era solo un grifo pequeño a un lado de la piscina solo para masajearlo en la cabeza de la casi estática Ravenclaw.

"Hablame, Luna... no es como si tuviera a quien contarle."

Me dejo hacer, intentando relajarme, mientras siento aquellas manos pequeñas enredándose en mi cabello.

-Si, es Hogwarts. El mismo castillo, aún cuando hayan paredes derruídas. Los mismos cuadros, Peevees, Flich y su gata. Es como... como si nada hubiera pasado.- Cierro los ojos al sentir su cuerpo cálido contra el mío, un contacto que resulta extraño pero agradable. Me estremesco, y me descubro de repente nerviosa. ¿Por qué? No lo sé, pero ese cuidado que está aplicando Louise a mi cabello se siente bien, su tacto me relaja. -Todos están intentando volver al pasado... Todos quieren volver a sentir que están seguros, y soñar... soñar que van a volver. O al revés. Quieren venganza, quieren herir a un ser invisible creyendo que al hacerlo las pesadillas desaparecerán, y quizás, sólo quizás, aquellos que murieron regresarán.-

Me doy la vuelta, para quedar frente a ella. -La vida sigue, ya no hay a quién herir, y sólo quedan ecos... ¿Como callas los ecos de tus gritos en la oscuridad?- Me muerdo los labios, sin poder evitar que las lágrimas comiencen a correr. Estoy más que literalmente desnuda ante ella, desnudando mi alma por primera vez. Y es que no soy fuerte, no soy valiente. No soy más que la hija única sobreprotegida por un padre amoroso. La niña que prefiere vivir en fantasía para olvidar por unos segundos que la vida no es un cuento de hadas.

Entendía, quizá entendía demasiado bien. No era una hija única, pero si era una de las dos hijas de una pareja de veelas, una pareja de dos mujeres que no podían realmente reproducirse entre ellas, o eso era lo que debía suponer, hasta ahora es lo único que se le ocurría como respuesta a las interrogantes sobre ‘de donde vienen las veelas’.

Suspiró lentamente, recordando sus propios gritos en la oscuridad, el cuerpo desarmado de Samuel, el miedo esa semana sola en el hospital a punto de dar luz, la soledad sin sus amigos salvo por Solaranielle y la confusión al saberse esperando una niña de alguien que había desaparecido probablemente durante la guerra, las promesas que nunca se cumplirían con Jesse, la eterna espera por Stanley.


Tantas veces se había preguntado lo mismo solo para darse cuenta que ella seguía viviendo la misma pesadilla que en un principio, simplemente no había descanso, debía seguir luchando si quería que Maddy tuviera una oportunidad en este mundo que se burlaba de ella a cada rato, sus errores condenando a más y más gente. Y aquí Luna... vistiendo su alma desnuda, recordándole que no es solo por si misma que debe seguir.

"Realmente me gustaría poder borrar esas memorias..." Susurró con ternura, apenas girando un momento la cabeza para asegurarse de tener detrás de si el borde de la pileta para sentarse en esta de un salto, apenas en el borde antes de atraer a Luna contra si.

Sabía que nadie más comprendería el porque, la realidad era que era demasiado baja, siempre lo había sido y quería que esta chica se sintiera protegida, por una vez quería hacer algo bueno que no implicara muerte o destrucción, solo... solo ellas, era un lugar cálido, sentía el cabello húmedo pegarse a sus curvas mientras guiaba a Luna hacia su cuerpo, atrapándola entre sus piernas en un abrazo solo para besar sus lagrimas, una a una, sintiendo la sal de estas en su lengua, sosteniéndola firme contra su pecho para que se desahogue, los dedos acariciando la suave piel de la espalda y los húmedos rizos en su cabeza, las curvas de ambas amoldandose para compartir calor.

"... pero supongo que uno solo puede aprender de ellas, resistir, superar y seguir adelante. Las cosas cambian, siempre cambian... quizá algún día todo vuelva a estar bien." Lo cual en realidad no lo creía, al menos en su caso personal, pero Luna... Luna tenía posibilidades. Dolía verle llorar, le daba ganas de llorar a ella también. "Shh... princesa, las cosas mejorarán, prometo que mejorarán."

Sin darme cuenta me refugio en su abrazo, por una vez dejando que alguien comparta las lágrimas que hasta ahora sólo reservaba para mi. Mis brazos cruzados sobre mi pecho entran en contacto con el suyo; sus labios dejan marcas de calor en mi rostro, sus palabras parecen querer acariciar mi espíritu de la misma manera en que sus dedos se pasean por mis rizos empapados y llenos de espuma.

Es confuso. Excepto por mi padre, que me abraza como si fuera su mas preciado tesoro, y Draco, que se siente responsable de lo ocurrido; nadie más me ha abrazado porque quiere, hasta ahora. Siento el calor de su cuerpo extenderse hacia el mío, que poco a poco calma la agitación de mi pecho, y el llanto pasa a ser un gimoteo suave, silente. Dejo que me arrulle, que bese mi rostro, antes de reclinar un poco mi cabeza hacia atrás, tropezando mis labios con los suyos. Y con ese leve contacto, donde ahora son mis labios y no mis mejillas las que arden, le doy las gracias por hacerme sentir querida por esos instantes, por querer descubrir lo que escondo al resto del mundo, y no compadecerme por ello. Le doy las gracias, entreabriendo mis labios un poco mas sobre los suyos, por estar aquí en este momento, cuando me encuentro tan vulnerable, resquebrajada, donde una simple punzada, una palabra dicha con mala intención, sería capaz de romperme en miles de trozos de cristal.

El movimiento fue suave, un roce en los labios que correspondió con dulzura, los dedos acariciando con calidez las mejillas de Luna, dejándola descansar contra su cuerpo desnudo. No siempre podía estar en lo alto y ofrecer refugio, se sentía bien variar la posición, no ser la sobreprotegida sino que ofrecer donde desahogar las penas, ofreciendo robar, consumir las penas de la otra rubia con sus caricias, los dedos bajando de su mejilla al cuello y sonriendo al separarse antes de reír por lo bajo, los brazos y las piernas reteniéndole contra su cuerpo, sin fuerza, pero una caricia secreta allí entre ellas.

Era bonita, en una forma muy particular, no eran los rasgos de una veela, aunque el color de cabello le hacía pensar que quizá hubo un ancestro que se cruzó con la raza al menos una 5 generaciones atrás. Era extrañamente contradictoria su normalidad física con lo afilado de su mente y lo extravagante de sus sueños y aun en este momento de debilidad era una bocanada de aire fresco para alguien que vivía sintiendo que el peso del mundo le aplastaría en cualquier momento, que no podía con todas las responsabilidades, le daba aunque fuera un atisbo de esperanza, una pequeña luz al final del camino que podía seguir haciendo cosas buenas sin dañar a nadie.

Con una sonrisa besó la punta de su nariz y su frente finalmente, dejando descansar allí sus labios un momento antes de bajar la mirada de regreso a los ojos celestes.

"¿Te encuentras mejor?" Preguntó en un susurro, recogiendo agua con las manos, lentamente quitando la espuma del suave cabello de su acompañante.

La escucho reírse y me río con ella; es una risa de complicidad, de un secreto compartido entre dos personas que comienzan a conocerse. El beso en la nariz me produce un cosquilleo que me lleva a hacer un movimiento parecido al de un conejito, y por fin me atrevo a mirarla a los ojos directamente. Asiento a sus palabras con una pequeña sonrisa, sin separarme, cerrando los ojos e inclinando la cabeza mientras siento el agua bajar por mi cabeza, por el cuello y la espalda. Y no intento cubrirme con los brazos, sino que me ayudo de mis dedos para ayudar a la Hupplepuff a ir desenredando mi cabello, en gestos que parecen casi ritualistas, como las magas en la antigua Grecia que hacían llamar Vestales. 

-¿Sabes? Es curioso que las Vestales mantuvieran esa idea de que sólo podrían hacer magia mientras permanecieran vírgenes...- Digo algo pensativa, con la mirada perdida. Y por una vez, sé que no me mirará con cara de no entender, aún cuando sé que no es fácil seguir mi vía de pensamientos.

-Gracias Louise.- Apoyando mi frente a su piel un segundo, en esa posición donde al menos por esos momentos, la veela es más alta que yo.

Lentamente alzó los ojos en un intento de recordar que sabía sobre las Vestales. Y es que sabía que era un tema de virginidad pero era más algo social que físico. La virginidad era relativa, había quienes decían que cuando el amor no se encuentra el corazón permanece virgen aunque el cuerpo sea impuro... también quienes sacrificaban todo por esa piel que protegía el útero de la mujer...

"Todo depende del punto de vista, supongo... para nosotros lo que importa es el alma y la fuerza interior para alcanzar los objetivos." Comentó tranquila, pensando en todo lo que implicaba ser parte de las cofradías Wicca de las veelas de Alemania. "Aunque realmente no hay una diferencia real que se pueda percibir, supongo que la comunión con el propio poder se desbalancea levemente por un momento hasta poder reconocerte nuevamente en tu propio cuerpo... no sé si tiene sentido." Sonrió por lo bajo, acariciando el cabello de Luna antes de enredar los dedos en la parte baja de su nuca, atrayendola nuevamente para compartir un nuevo roce de labios apenas perceptible pero lo suficiente como para que comprendiera y sintiera el cambio de eje que se producía cuando algo era nuevo y hacía que la mente de la gente perdiera el foco que solía poseer.

Era la reacción a la sorpresa y la curiosidad, cuando algo no es lo que se espera.

"No le digas a nadie que tuvimos una charla inteligente, primero no te creerían y mi fama de tonta se acabaría." Agregó en claro gesto de broma, indicando con un dedo que se girara para poder hacerse cargo del cabello de ella y terminar de desenredarlo.

Esta vez me toma algo por sorpresa el sentirla acércame de nuevo a ella, el que me permita sentir de nuevo el calor de sus labios sobre los míos, aún cuando se trata sólo de un roce casi hecho con ternura. Es curioso, como el juego de hermanas que se reconocen mutuamente, aprendiendo de besos y caricias que aplicarán ya cuando sean mayores. No sé si esto sea nuevo para Louise, pero lo es para mi, y me descubro queriendo repetirlo, respirar en sus labios el aroma cálido de otro ser, quizás no tan distinto a mi.

Debo parpadear varias veces cuando se aleja de nuevo, y comprendo entonces lo que quiso decir. Si, me había sentido desestabilizada en ese instante, teniendo que respirar de nuevo una vez, dos veces, mientras intentaba encontrar el punto de apoyo en la piscina, habiendo colocado mis manos sobre su cintura para no caer hacia adelante. Vuelvo a sonreír a sus palabras. -Será nuestro secreto.- Le murmuro, andes de volver a darme la vuelta, aún atrapada en ese abrazo de sus piernas que rodean mi cuerpo.

Le soltó levemente para que se pudiera mover, las rodillas suavemente posándose en la cintura de ella, sintiendo el calor de su cuerpo a cierta distancia del propio mientras a ciegas movía las manos en busca de un cuenco que usaba para enjuagarse. Con cuidado tomaba agua para ir desenredando, estirando el cabello, desenredando con paciencia, suaves caricias relajantes, peinando para que se acomodara para que se encontrara cómoda antes de buscar si había crema para desenredar antes de volver al suave movimiento de los dedos, separando cabellos y desarmando nudos. Era agradable la sensación del cabello largo, sentir que no era la única que debía tomarle tanto cuidado al cabello, casi parecía irónico...

Físicamente al menos, salvo por el detalle de que ella era una veela, con Luna se parecían bastante. Claro que debía considerar quizá volver a cortarse el cabello como solía hacer antes del parto podía llegar a ser más práctico que nada.

Lentamente acomodó todo, buscando si tenía algo como para atarlo antes de optar por hacer un nudo cuando estuvo segura de que el cabello estaba limpio ya que no tenía como atarlo de otra forma.

"Es agradable compartir ese secreto." Comentó con una sonrisa divertida. Si, ERA propensa a los desastres, aunque el 90% de estos eran provocados deliberadamente. Realmente gustaba de probar límites inexplorados por nadie, experimentar, ver si sus teorías se podían practicar en la diferencia de lo que se cree y lo que se sabe, tantos encasillando el conocimiento en cosas estáticas cuando día a día se volvía a crear, se volvía a inventar, quizá era por eso que las teorías de Luna le resultaban interesantes.

Eran diferentes, abrían las puertas a nuevos experimentos. Suponía que ella no le juzgaría por sus experimentos que solían derivar en curiosos resultados con riesgos varios.

"Ya estás, ¿En que piensas?" Preguntó curiosa, estirándose e inclinándose para depositar la barbilla en su hombro.

El silencio que acompaña ese momento mientras Louise desenreda mi cabello no es incómodo. Solo se escucha el suave chapoteo de agua, de los grifos abiertos, de la respiración de ambas que rebota entre los muros de ese recinto de piedra.

Siento su barbilla sobre mi hombro, inclino mi cabeza para apoyar mi mejilla a la suya. -¿Te refieres a en este instante? ¿O a lo que me trajo aquí?- Resulta irónico ver que, en ese momento de completa relajación, mi mente no se ha detenido en ningún momento. Guiada por el tacto encuentro sus manos y entrelazo mis dedos con los suyos, rodeando mis brazos con los suyos, queriendo que me abrazara y poder sentir ese calor que tiene su piel cubrirme por completo. -Pienso en lo agradable que se siente ser protegida. Es así como se siente el abrazo de una madre, ¿cierto? Es distinto al abrazo sobreprotector de un padre, porque él no fue quién tuvo que dar a luz. Es curioso sentirse persona y no objeto, por mucho que mi padre me cuide.- Respiro y siento que la estoy respirando a ella, que su olor se ha mezclado ya con el aire a mi alrededor. -También pienso en lo curioso que sea que hayas sido tú la que me mostraras esta calidez, cuando apenas nos conocemos. En lo injusto que es, que cuando salgamos de esta habitación, no sabré cuando podré verte de nuevo, porque ya no estás aquí. Y en lo que daría para detener el tiempo en este momento, para aprender todo de ti sin usar palabras.-

Cierro los ojos, suspiro. -¿Por que estás aquí, ahora, Louise Maddison Eisenberg?-

Sonrió, frotando mejilla con mejilla, un suave sonido contento en sus labios. Era tan realajante, tan real que se sentía placenteramente conmovida con la simpleza del momento, un momento que probablemente no se repetiría por algún tiempo. Pero esto era agradable. Se sentía ella misma, como si su equilibrio se encontrara aquí aunque no supiera cuanto duraría era... era bueno, ¿no? No vivir con el miedo del que dirán o que pasará en el siguiente minuto.

"Puedes contarme todo y nada, Luna Lovegood. Que piensas ahora y que pensamiento te trajo aquí." Explicó, atrayendola aun más para que su cuerpo algo más pequeño la envolviera, sintiendo el entrelace de sus dedos parecía tan natural. Ella podía protegerla, intentaría protegerla si pudiera. Quizá Luna era la única que pudiera entender lo que pasó en la infancia Louise.

"Me podrás encontrar, estaré a una lechuza de distancia y si me avisas cuando vas a Hogsmeade allí estaré. Aparte... estaré por el colegio a menudo por las clases, al menos vendré dos veces a la semana." Trató de tranquilizarla, la mano libre acariciando su brazo en consuelo, tratando de que no se sintiera obligada a sentir algo por este momento, solo dejándola ser.

"Yo... presiento que quiero escapar. A veces siento que el mundo me supera. No sé si tengo la fuerza para hacer lo que debo y lo que debo es demasiado grande para poder... solo... solo no sé si soy yo misma últimamente. Tengo una responsabilidad demasiado grande."

-A veces el destino nos pone obstáculos en el camino que parecen infranqueables, pero tampoco es tan cruel como para darnos pruebas que no podamos superar...-





Había sobrevivido día tras día, dispuesta a resistir un día más. Había regresado a Hogwarts a seguir luchando, a dar esperanzas a los más jóvenes. Líder temporal de la Armada. Todo ha acabado ya. De vuelta al principio. Sólo que esta vez no estoy sola.

-... aún en esos momentos cuando todo parece perdido, cuando no estamos seguros de poder seguir, aparece algo, alguien, que nos impulsa. Como estás haciendo ahora por mi.-

Miro nuestras manos, como dos mariposas blancas. -Es curioso. Siempre fuimos muy parecidas; incluso nuestros sobrenombres se parecen. "Mad y Looney". Creo que estábamos destinadas a coincidir, sólo tenía que llegar el momento justo.- Vuelvo a cerrar los ojos. Mañana deberé seguir, de nuevo entre las aulas, los alumnos, las paredes que guardan en silencio los recuerdos de la batalla. Y seguiré sonriendo, con una palabra de aliento para quién lo necesite, un toque de realidad quizás incómoda pero cierta para todos. E ignoraré el mar de recuerdos que intenta hacerse paso, y que a veces, como hoy, no me dejan respirar, me ahogan y me pierden. O así hubiera sido...

-Eres mi burbuja de aire. ¿Dejarás que sea la tuya?-

Aire... ¿que era eso? ¿Que era el aire cuando vivía ahogándose en el Mar Rojo? ¿Acaso habría descanso para alguien como ella? ¿Realmente tendría un momento de paz?

Aunque Paz era lo que sentía en este instante... si...

Los brazos se afirmaron, trayéndole más cerca, deseando fundir los cuerpos desnudos, no como algo sexual, el deseo de protegerle pero a su vez la necesidad de que ella consumiera sus penas, que borrara las marcas, los miedos, las inseguridades. Se sentía indigna de estar así con Luna cuando hacía poco le había dicho a Alan que le gustaba cosa que era cierto y a su vez... Madison, ella era madre, no podía pensar como mujer, no debería hacerlo aunque su piel se erizara y quisiera explorar el largo camino de las veelas, la sexualidad siendo algo natural para ellas, una necesidad de tantas que existía.

Su pecho tembló un momento, acallando un gimoteo de dolor, el calor de su cuerpo necesitando refugio.

"No puedo pedirte eso..." Susurró dejando abierta la frase. ¿Quería que fuera su burbuja de aire puro en medio de la corrosión que vivían? Si, lo deseaba, deseaba que le abrazara y borrara los recuerdos, borrara el dolor, sus torpes intentos de ser una joven normal, los errores de su juventud y aquel ritual de Beltane con preciosas consecuencias que habían robado su juventud e inocencia. No podía pedirlo, pero lo deseaba, deseaba que se fundieran en este abrazo y que nunca pudieran separarlas y volver a herirlas.

"... porque he cometido tantos errores y algunos de ellos son parte de mi vida, dejan de ser errores y pasan a ser cosas bellas, aunque no me siento preparada, Luna Lovegood. No estoy preparada y tengo miedo, tengo tanto miedo de abrir los ojos tras un sueño bonito... solo... solo abrázame, ¿si?" Lo último fue un susurro, era un ruego desesperado, era la primera vez que realmente hablaba de sus sentimientos y les ponía palabras.

Es que Solar ya los conocía, no necesitaba hablar con ella para que la conociera a la perfección, su inseguridad a pesar de ser una veela, el miedo a su propia femineidad y el terror de cometer un error al intentar ser una madre responsable. Estaba aterrada de que Maddy se avergonzara de ella, de que las cosas no salieran bien y no poder ofrecerle lo mejor a su disposición a la pequeña. La amaba, era su hija, su sangre y vida, la esencia de su corazón y a partir de ahora su responsabilidad, porque una no es madre por un rato sino que para toda la vida.

-No tendrías que pedirlo...- Mi voz apenas es audible, mientras escucho su petición. Ella es quién me mantiene a flote en este momento, y a cambio sólo quiere que la abrace. Es un pago muy pequeño para lo que está haciendo por mi.

Pero es algo que ella necesita, y yo puedo dárselo, porque también yo necesito que me abrace, que... que me quiera, quizás. Aún cuando sólo sea por esos instantes, entre esas cuatro paredes. Me giro de nuevo hacia ella, y tomo su rostro entre mis manos. -...quiero hacerlo. Quiero quererte.-

Mis ojos azules con su eterna expresión de sorpresa se cierran una vez mas, cuando por tercera vez toco sus labios. Ya no un roce incierto, algo más que una caricia. Esta vez atrapo su labio inferior entre los míos, suavemente rozando el borde con mi lengua. Suspiro, antes de separarme, presionando una, dos, tres veces nuestros labios. Mis manos bajan de sus mejillas a su cintura, y de allí a su espalda, donde las cruzo para abrazarla, para apoyar mi mejilla a su pecho y escuchar el latido de su corazón.

¿Podía dejarse querer? Si lo hacía entonces Luna debería saber... saber sobre Madison, debería saber todo lo malo que había hecho y los miedos que le acechaban. Pero ese contacto, ese momento en que sus labios se encontraron por tercera vez las cosas ya no eran iguales. Eran dos chicas que ya de jóvenes tenían poco, y nada de inocencia que podrían razonar, dos jóvenes luchando contra la memoria, una contra el miedo del pasado y otra contra el miedo del futuro...

Pero estaban aquí, estaban vivas y quizá, comenzaba a razonar, quizá era esto, aprender a vivir, una pareja tan igual que nadie podría comprender pero el abrazo era cálido. Su corazón se había acelerado con ese beso, una sensación placentera que no deseaba dejar escapar. Si, quizá esto era lo que necesitaba.

"Entonces... quiereme." Susurró con una sonrisa, atrayendola, cerrando los ojos pensativa sobre que debía decir en este momento. La sinceridad era difícil de manejar en su caso particular. El silencio ganando este momento antes de acariciar la mejilla de ella con sus dedos, ahogando las lágrimas en este silencio que se empañaba con el vapor antes de decidir... decidir que podía intentarlo. Quería a Luna como uno puede querer a alguien a quien tiene aprecio, pero en este momento eso brillaba dudoso en su mente. Dudaba porque comenzaba a creer que no era tan loco el verlas juntas, la idea de Maddy entre sus manos no le parecía tan loco o peligroso, algo le decía que no la dañaría nunca.

Y a su vez temía lo que dijera... no deseaba ser mala, no quería que luego se arrepintiera de este momento, ya había sido rechazada por Maddy, tenía miedo de abrirse nuevamente y seguir sufriendo al final.

"Luna..." Comenzó relamiéndose para buscar las palabras. "Yo... tengo una hija. Por eso no puedo seguir en el colegio." Admitió, soltándola levemente, bajando la cabeza temerosa de su rechazo, Sabía que Luna era especial, pero temía que lo especial en ella no alcanzara para darle paz.

Levanto la mirada hacia ella para escucharla. Hay un temblor en su voz al decir esas palabras, un estremecimiento en la pupila de sus ojos. Yo sólo la miro.

-Oh.- Por un momento, bajo mi mirada a su vientre, donde pongo la mano; como si esperara sentir el latido de su hija a través de ella. -Bueno, no es exactamente convertirte en agente secreto de los aurores, pero debe ser igual de emocionante. Y te da más oportunidad de acercarte a la herbología, ¿sabes? Existen muchos medicamentos naturales y pociones para el cuidado de los bebés.- Mi mano queda sobre su ombligo, haciendo pequeños círculos con mi pulgar, cuando vuelvo a mirarla a los ojos. -¿Jesse? ¿Samuel? ¿O es una capacidad de reproducción propia de las Veelas?-

Parpadeo. No, quizás no es algo de lo que quiera hablar o recordar. -No tienes que decir nada si no quieres.- Tomo una de sus manos para que la ponga sobre la mía, sobre su vientre, y entrelazo mis dedos de nuevo con su otra mano. -¿Cual es su nombre?-

Sonrió, soltando una ligera risa ante la idea. No estaba tan lejos de la realidad, pero tampoco era la razón por la que no podía seguir en el colegio. Era algo diferente por completo.

"El consejo de padres de Hogwarts no me han dado permiso para permanecer en el colegio con una cria." Comentó suavemente, el contacto con su vientre se sentía agradable, generando un sonido placentero de sus labios, ese calor que se espandía por su cuerpo mientras pensaba en él...

"No, fue... fue un rito de Beltane. Es... es mi adultez temprana. Al ser un rito de fertilidad en fechas mágicas había posibilidades de que si no era cuidadosa yo..." Se observó el vientre significativamente, allí donde las manos se entrelazaban, tratando de indicar precisamente lo que ocurrió. "Jesse se había ofrecido a ser mi pareja en el rito, decía que él me cuidaría bien y que nada pasaría porque usaría protección, pero no quería condenarlo si algo pasaba, así que busqué a otra persona... un auror. Era bueno y amable en el rito, pero..." Pero no quiso tomar los recaudos necesarios porque quería alguien que portara sus genes.

Por un lado agradecía, por el otro maldecía ya que él ya no estaba, pero si había alguien que lo portaba en su sangre.

"Madison Rose Eisenberg." Susurro con una pequeña sonrisa, recordando a la diminuta niña que ya tenía los piecitos tan grandes que demostraba probablemente heredara un tamaño más ameno como el del padre contrario a la pigmea de su madre. "Nació con cinco meses, el cuerpo de una veela trata de adaptarse a los cambios y reniega de los embarazos mestizos, es difícil..." Estaba balbuseando a lo ultimo, suavemente inclinandose para enredarse más en ella, en su calor.

-Es un nombre muy bonito.- Le sonrío. -Un nombre apropiado para un milagro.-

Beso su vientre sobre el punto donde se unen nuestras manos, con dulzura. -Debe ser como una personita muy chiquitita, pero con todo el cuerpecito exactamente como debe estar. Y grandes ojos, y quizás un mechoncito de cabello rubio.-

No es difícil imaginarla. Debe ser una mini Louise, capaz de sonreìr con la mirada y romperte el corazón cuando llora. -Quisiera conocerla.- Vuelvo a mirarla, y de nuevo una calidez me llena. Eso es lo distinto en ella: el brillo de madre. Ese regocijo interno de ver cada dia a esa pequeña criatura que tuvo en su vientre, y reconocer en ella tanto a si misma como la persona que estuvo con ella. Por un momento creo que mis ojos reflejan una extraña tristeza. Al quererla a ella, también querré a la pequeña Madison, pero entonces, ¿Me vería Louise como una intrusa? No puedo evitar recordar el episodio en el Callejón Diagon, como la Veela se había mostrado a la defensiva con los dulces. Sé que un bebé no es lo mismo que un dulce, pero quizás ella no quiera que nadie se acerque a su hija por miedo a que se la quiten... -¿Me dejarías conocerla?-

El contacto le erizó la piel, un escalofrío placentero empezando desde ese punto donde los labios afiebrados de Luna rozaron su piel y estirándose para sentirlo en la punta de sus dedos. Y eso había sido nada más que un beso inocente, no quería pensar lo que sería capaz de causarle con esos labios si seguía.

"El... viernes este, vendré con Maddy. Los profesores me pidieron conocerla, Profesora Sprout deseaba verla y Hagrid estaba ansioso." Comentó apenas un susurro tembloroso. "Espero... espero que estés allí para verla, si quieres cuando terminen las clases estaré afuera..." Agregó con un suspiro, conteniendo el ruego de más antes de observarla a los ojos, la respiración algo más pesada que al principio.

"¿Puedo?" Preguntó, pidiendo permiso, un permiso para explorarla... aun sin la desesperación, deseaba borrar todo recuerdo funesto con sus labios así como ella lo estaba haciendo la Ravenclaw por ella. Era suave, dulce, inocente, pero en su interior generaba toda esa calidez que creía haber olvidado en los últimos meses.

Hay algo en el reflejo de sus ojos, en el temblor de su voz, que me eriza la piel muy agradablemente. El miedo que por unos instantes había sentido es remplazado por la curiosidad y el nerviosismo.

-Puedes.- Digo simplemente, sin necesidad de explicar más. Me separo sólo lo suficiente, para mirarla y que ella pueda observarme a mi, sin esta vez intentar cubrirme; este cuerpo quizás demasiado delgado, quizás no lo suficientemente atractivo. Pero esta vez no siento la punzada traicionera de no ser más bonita, o más llamativa. Es de tontos pensar que un humano cualquiera pudiera compararse a una criatura como la rubia que se sienta frente a mi.

Aún así la dejo mirarme, al menos un instante, al menos un segundo, antes que esa pequeña separación se haga extrañamente insoportable y de nuevo me acerco a ella, de nuevo coloco mi mano en su vientre. Tomando nuestras manos enlazadas, coloco su dorso contra mi mejilla, cerrando mis ojos solo un momento antes de volver a compartir esa curiosa mirada de comprensión, cómplice y soñadora.