Sweet Nothings, Sunshine // Salida Organizada

Louise corrió dentro de la heladería, parándose emocionada pero desanimándose rapidamente por los precios, esperando a ver si alguien más se sumaría antes de tomar su saco de dinero.

Solo había traído lo necesario y había comprado chucherías antes por lo que ya no debía gastar porque sino no le alcanzaría si necesitara reemplazas cosas del kit de pociones básico. Con un morrito se acercó a Florean, indicando un vaso pequeño y el gusto de canela manzana y miel.

Alan llego al rato, pues caminando al ritmo de una persona normal no se podía mantener el paso de la veela, que iba para todos lados como un misil. Esperaba encontrársela prendida a los tachos de helado de cinco kilos, pero por la salud del público en general, se había elegido un vaso chiquito.

El irlandés quiso molestar un segundo y tomó una cucharita con la que se acercó sigilosamente por detrás a Louise y le robó un pequeño bocado de su helado.

Hmmm-Dijo mirando hacia arriba tratando de adivinar el sabor ante la soprendida rubia-¿Canela? ¿En serio vas a hacer valer tu apuesta con un helado de canela?-Dijo riéndose mientras se acercaba al señor Fortescue para pedir su habitual chocolate con avellanas.

‘Comwell... ¿en serio? Apuesto que si tan solo le parto los dedos...’
‘¡Jesse! ¡No seas tonto, no te metas en problemas! Sabes que sin ti y Sam no sería nada...’
‘Mira quien habla, Miss Detención 1996. Hablando de Sam, ¿puedo...? No sé, quizá romperle una pierna para que deje de ser tan... insoportable.’
‘Ya, jush jush jush, te compraré un helado y será el más rico de todos...’
‘Pues que sea de Canela, Manzana y miel....’
‘¿Realmente vas a comer eso? Jo, J. a mi déjame con el de fresas.’

Se sonrió y soltó una risa baja al recordar sus charlas con Jesse, quien había egresado hacía ya un año entero. Justo antes de la guerra él había salido y regresado para esta.
Sabía que era tonto reirse con sus muertos, pero era lo único que le quedaba de él, ya no habría abrazos en la oscuridad, ya no habría refugio ni encuentros incómodos como esa vez en la biblioteca lo cual incluía dos chicos y poca ropa además de una niña de 13 años entrando sin tocar la puerta.

De hecho, recordaba que la primera vez que había visto a Comwell había sido hacía ya unos 4 años cuando por la mañana todos los días llevaba la poción para la resaca constante que tenía encima Jesse a la sala de Ravenclaw. Los acertijos nunca fueron lo suyo por lo que siempre esperaba fuera.

Observó la cuchara llegar por detrás, tomar helado y retirarse, arqueando la espalda y dejando caer la cabeza para observar al chico con una ligera sonrisa en los labios y risa aun en la mirada.

"La apuesta era para que me acompañaras a la enfermería, pero tu necesitabas más a la enfermera que yo... aparte, este helado ya está pago por lo que tampoco compensa la bludger loca que me tiraste." Aclaró negando con un dedito y apartándose para que él pudiera pedir lo suyo, moviendo la varita para generar un patronun y susurrándole algo para que fuera mensajero.

El Patronus de Louise era de por si tan llamativo como ella, el ornitorrinco parecía nadar por el aire, acercando el pico de pato a la chica, como si quisiera acariciar su rostro y su vientre, dando vueltas a su alrededor un par de veces en la misma hiperactividad que Louise había compartido con Samuel y Jesse y que le había metido en tantos problemas como para que los profesores conocieran su nombre al derecho y al revés.

"Vamos a la terraza, necesito un poco de sol hoy que está lindo el día."

No veo sentido a ver telas o vestidos, ya tengo cosas para usar en mi baul. Así que avanzo hasta la heladería, donde Louise y Alan siguen mostrando esa confianza entre ellos de hace unos minutos; no recuerdo que fueran tan buenos amigos antes.

Me acerco al mostrador y pido una barquilla de kiwi con coco. ¿Por qué? No estoy segura, pero fue el primer sabor que se me vino a la mente... Y con la barquilla en la mano admiro el ornitorrinco plateado que gira alrededor de Louise. Si me preguntan, es un ornitorrinco muy maternal, por sus movimientos y sus gestos.

La sonrisa de la platina se amplió, girándose a Luna al notar su presencia.

"Por un momento pensé que querrías comprar túnicas, como lo mencionaste antes..." Comentó vibrando emocionada, tratando de recordar donde estaba el norte y el sur al volver a pararse derecha para ver a la Ravenclaw.

‘Ugh, a veces te pareces a Lunática.’
‘¿En serio? A mi nunca me pareció...’
‘Si, dices demasiada verdad y me miras como si no hubieras hecho nada...’
‘Es que no hice nada... solo te dije que no podías seguir así... jamás he preparado tanta poción para la resaca como este año y ese chico de Gryffindor te sigue buscando. Jesse, realmente no sé si es buena idea que vayas a esa fiesta, puede ser peligroso.’

Se sacudió como si tratara de limpiar sus plumas, observando a Luna. Probablemente podría recordar a Jesse, pero no sabía cuanto de él podía recordarse en realidad ya que solo destacaba en un momento y ese era cuando estaba de fiesta, adoraba ser el alma de la fiesta realmente, siempre vivía al límite él.

"Te esperamos para subir." Agregó esperando que le entregaran el helado antes de indicar las escaleras.

-Hum, al final no quería ver más ropa. Tengo mucha en casa, y a mi papá le gusta ser quien compra mi ropa, así que le dejaré seguir teniendo ese placer unos años más.- Les sonrío, mientras recibo mi helado y lo pago en caja.

-Estoy lista. ¿Quieren un poco?- Les digo, ofreciéndoles de mi helado. -Sabe a playa, a mar y arena. Bueno, realmente sabe a kiwi con coco, pero es lo que me evoca esos sabores.-

¡Luna!-Por un momento la idea de estar un rato solo con Louise le había causado algunas fantasías difíciles de desvanecer, pero la figura de la chica Lovegood en la heladería le había recordado que entre Louise y él había un...asunto pendiente por parte de la rubia, y la posibilidad de terminar muerto en un gracioso y poco común accidente, esto le ocupó el cerebro en unos segundos en que las dos mujeres hablaban y Alan pasaba por abstractos paisajes mentales, muy poco comunes para él.

De manera que le dio un lenguetazo distraído a su cono lleno de chocolate amargo y avellanas y encaró para la escalera después de rechazar el helado de la Ravenclaw que se le antojaba exageradamente frutal.

Curioso, mis padres siempre van a la playa, pero a mi no me emociona mucho que digamos-Mar, arena, maaaaaaar, areeeeeeeeena, ¿Qué tenía de especial? Además de las chicas con poca ropa claro.

"Yo nunca fui a la playa." Admitió con una sonrisa, tratando de recordar si el lago cerca del que vivía tenía una playa... pero no, y en Moscú había un lago importante pero no era una playa llamativa, de hecho, había poca playa y era a unas horas de viaje...

Y aun así ella estaba más cómoda en el nightclub que en la playa, eso era algo más de Emma con las amigas de esta. Ella prefería otro tipo de vida, una vida que había renunciado ya hacía unos años pero había vuelto a reconsiderar hacía demasiado poco.

"No sé a que sabría una playa... yo prefiero las fresas, siempre me gustaron las fresas... solo quería un gusto diferente." Comentó mirando con cariño el helado entre sus manos, pequeño, muy poco característico de Louise. "Era el favorito de Jesse, era de Raven también, pero un par de años mayor..." Aclaró con una sonrisa antes de adelantarse de a saltitos por los escalones para llegar a la terraza con su memoria y las constantes peleas retumbando en los tímpanos, causando leves risas con el recuerdo de Jesse...

El buen Jesse, su mejor amigo, ese loco que le decía que la llevaría a Marte si quería, porque a él le iban las fiestas y ella era la única que podía seguir su ritmo de vida acelerado.

No sabía que le había detonado, quizá la dulce melancolía del helado y la vergüenza, pero era algo que no podía evitar cada vez que entraba a Diagon Alley, tarde o temprano los veranos con sus chicos regresaban a ella como alegres notas de un pasado inconcluso, por lo que no se preocupó por las miradas mientras reía tarareando una canción alegre y buscando una mesa donde entraran todos cuando el resto terminara con las túnicas.

-¿Jesse?- Intento recordar. Hum, si.. Había un chico con ese nombre, que siempre tenía cara de pocos amigos por la mañana. No traté mucho con él...

...Aunque, de nuevo, no trataba con muchos antes de ahora. Sigo a la sonriente rubia escaleras arriba, agradeciendo el toque de sol entre las nubes grises, que hacía el disfrute del helado algo más apropiado y agradable.

La vista del Callejón Diagon desde ese punto es muy agradable, poder ver pasar a los transeúntes e intentar reconocerlos. -Haremos señales a las chicas cuando las veamos, así sabrán donde estamos.- Les digo, tomando uno de los puestos más cercanos al barandal.

¿Jesse?-¿El maricón insoportable?-Creo recordarlo-Dijo sin imprimir sentimiento particular, en lugar de eso se limitó a subir las escaleras mientras le daba un lenguetazo distraído al cremoso helado que tenía entre manos.

Está empezando a hacer frío-Soltó el irlandés cuando sintió que la temperatura de su cerebro se igualaba con la de su cuerpo-Hay que comer todo el helado que se pueda ahora-Sentenció riéndose al llegar al barandal.

Jesse, en algunos aspectos podía parecerse a Alan, pues a los dos les gustaban los ambientes alegres y eran de socializar, pero era cuestión de destino a veces que las personas que se parecían se desagradaran entre sí. Quizás a causa de esos amigos incomprensibles de Louise era que el rubio no había sido un amigo más cercano en tiempos anteriores.

Pero ahora Jesse y muchos otros eran cuestión del recuerdo para la vida cotidiana de Hogwarts, y todo se reestructuraba con el paso del tiempo.

La platina asintió, sentándose en lugar de en la silla en el barandal de la heladería, recordando veces anteriores que había hecho exactamente lo mismo.

"Jesse..." Confirmó pensativa, una sonrisa soñadora en los labios mientras veía al frente el negocio de Madame Malkins. "Todos los veranos me invitaba a Diagon, porque decía que sino pasaría demasiado tiempo con Samuel luego en el colegio y no quería que lo olvidara. Nos sentábamos para que él me contara donde había estado este verano y quien era su nuevo interés, además me hacía un recuento de todas las fiestas ‘privadas’ que habría en Hogwarts para que lo acompañara... comíamos helado y a veces soñábamos." Explicó, estirando los brazos y acomodándose para que el barandal quedara bajo estos y las piernas pasando por debajo, claramente distraída.

"A veces Sam venía también." Comentó comenzando a reir descontrolada al recordar que no venía como parte del grupo, jamás se podía juntar a Jesse y a Samuel sin que estos trataran de matarse, en realidad iba para reclamar que había secuestrado a Louise de su casa y así comenzaba la discusión hasta que la rubia encontraba alguien con quien distraerse... nunca llegó a ver el final de ninguna discusión de esos dos, quizá hubiera sido bueno saber como solucionaban las rencillas y decidían con quien se debía quedar ese día, es como si esa enciclopedia que se guardaba celosamente en su mente estuviera incompleta sin ese detalle.

"... creo que estoy desvariando incluso dentro de mi mente hoy día." Admitió tras un momento al darse cuenta que estaba pensando en sus amigos demasiado y que realmente debería volver a la normalidad, no era agradable cuando las personas se quedaban mirando a la nada.

"¿Creen que tendremos baile realmente? ¿Como creen que deberemos vestirnos? Si es de disfraces ya dije que yo voy en pijama... de todas formas es bonita y cómoda." Aclaró tratando de borrar de su mente la imagen de la biblioteca y una escena real, REALmente incómoda.

-Sería bonito que hubiera baile. Podríamos usar ropa que no usamos casi nunca, parecer educados y elegantes al menos al principio, y luego ver los escándalos divertidos porque A le dijo a B que C quería salir con A, y cosas así.- Comento sonriendo. -Además, si agregan Hidromiel quizás pasen cosas interesante. Y al día siguiente todos tendrán mucha resaca y tendrás que hacer mucha poción especial, Louise. Puedes venderla y hacer unos galeones extra.-

Me vuelvo a mi helado, mirando de nuevo hacia la calle. -¿Pueden creer que hace sólo unos meses, la mitad de todas estas tiendas estaban cerradas? -

Ah, seguro, los culebrones de fiestas suelen ser geniales-Admitió Alan riéndose mientras las memorias pasaban por su cabeza. En especial cuando le habían lanzado un Furunculus a Roger Davies mientras estaba disfrutando con una francesa el día del baile cuando estaban en segundo.

No quiso mencionar nada acerca de Jesse, o cualquiera de los ajenos amigos de Louise, no era capaz de agregar nada positivo, y por el rápido ensombrecimiento en la cara de la veela, se notaba que había momentos dolorosos asociados a esas personas.

Sí, todo parece volver bastante rápido-Observó Alan sin querer meterse en otro campo escabroso-¿Cómo es que se te da tan bien la poción anti resaca Lou? Recuerdo una vez que casi hiciste volar un caldero en pedazos en primero.-Preguntó curioso mientras volvía a devorar su helado con premura, parecía que la muerte del pobre Florean no había alterado la genialidad de su producto.

Alzó una ceja observando a Alan con un dejo de diversión realmente escondido, esa sonrisa secreta que era tan Louise, sabiendo lo que pensaba la gente de ella.

Así que su cuerpo se arqueó hacia atrás, observándole desde debajo fijamente.

"Oh, ¿si? Yo no recuerdo eso..." Bromeó, a conciencia de que era una evidente mentira. Recordaba haber hecho explotar la poción y posteriormente haber sido encerrada en el aula con el profesor Snape, la mirada resignada de desaprobación que le había dedicado había sido especialmente dolorosa ya que ella sabía perfectamente hacer la poción, el problema había sido contaminación al un cabello de veela haber caído en el caldero.

A veces se olvidaba de que nadie en el colegio le había conocido realmente, quizá era eso lo que más le dolía, el haber sido aislada por sus compañeras por ser diferente, solamente Solar aceptándola y no de buenas a primeras sino que hacía apenas unos cuatro años cuando había ido a investigar a los clanes de Hombres Lobo a Alemania y haberse cruzado ambas prácticamente por error allí.

Quizá es por eso que nadie sabía la cantidad de veces que había sido expulsada de su propia sala común y había vivido con Absy correteando por la noche en las mazmorras con el miedo de ser encontrada, en salones abandonados estudiando o refugiada en las habitaciones de los chicos que se iban haciendo inmunes por sobre exposición al encanto y un extra de inhibidores.

"Mi promedio en Pociones es O." Le aclaró con una sonrisa graciosa, al recordar su record, horriblemente marcado con una T roja y enorme en Transfiguraciones prácticas y solo una A en teórico. "Aunque la poción para la resaca y la de las nauseas es mi especialidad, creo que luego de la tercer o cuarta fiesta esas dos y la Pepper-up son las pociones que más he hecho en toda mi historia académica... Samuel tendría a caerse al lago... y yo tendía a estar parada detrás... empujándolo." Explicó en referencia a la última poción antes de mover las piernas en el aire, curiosa sobre que pasaría si se dejaba caer al vacío desde allí...

Era una larga caída y estaba bien que fuera ligera como una pluma por la forma de sus huesos, pero sabía que por muy tentador que se sintiera ella no era cobarde como para tentar tanto al destino solo para probar las teorías de Stanley.

No hago más que escuchar la conversación de ellos dos, disfrutando de mi helado. Es fácil pasar desapercibida a veces, puesto que todos asumen que estoy en mi propio mundo. No están tan lejos de la realidad, la verdad, aunque en este momento no pienso en nada en especial, y solamente los escucho.

Hablan del pasado, pero de los recuerdos agradables. Hay un Jesse y un Samuel en esta historia, y hay una historia escondida también entre ellos dos. Lo puedo notar en la forma en que se hablan, o como Alan parece querer proteger a Louise de algo. Supongo que a esto es a lo que se refieren cuando dicen que a veces los terceros sobran. Más aún cuando apenas conozco a la Hupplepuff, y con Alan sólo he cruzado palabras una u otra vez, cuando no me mira como si estuviera un poquito loca. Pero no estoy molestando, sólo me limito a estar en silencio, dándoles su espacio para que puedan conversar con tranquilidad.

En realidad no es que eres mala estudiante Louise, pero de alguna forma el destino se empeña para que algo explote cuando estás cerca-Acompañó la observación con una sonrisa para enmascarar su extrañeza por la actitud de la veela, un cierto tipo de mirada que nunca había podido descifrar, esa inteligencia de los ojos celestes de la Hufflepuf que no parecían coordinar con la sonrisa de rubia, era casi como si a Alan le mintiesen a la cara, ahora que sabía la realidad de su estado parecía que cada cosa que Louise hiciera o dijese llevaban un revés extraño.

Aquellos amigos de ella...nunca habían sido de su agrado, de hecho no recordaba haber tratado con ellos nunca más de un par de palabras, ¿Porqué entonces ella se veía tan empeñada en recordarlos ahora cuando ninguno de los dos Ravenclaw podía contribuir a su memoria?

De todas formas yo prefiero no beber, se me calienta el pico y la cerveza de mantequilla es un poco traicionera a ciertas cantidades-El anteaño pasado se había extralimitado un poco en la fiesta de Halloween, pero por suerte no había hecho ninguna suerte de desastre.

Al escuchar las palabras de Alan no pudo evitar soltar una carcajada abierta, el cuerpo dejándose caer como si fuera en cámara lenta, quedando sostenido por el respaldo de una silla debajo de los hombros como si estuviera flotando allí, estática en el aire, los ojos celestes brillando ante los leves rayos de sol, tirándose atrás suavemente. Realmente su cuerpo era ligero como el de las aves. Bueno, quizá no tanto, quizá era menos denso que el de un humano a pesar de que era evidente era compacto, no de esas chicas muy delgadas sino que las curvas en ella eran evidentes.

"¿Estás seguro de que no sea algo que genero a propósito?" Lo desafió, aunque sabía que no era así... bueno, no siempre. Uno no puede predecir lo que ocurrirá cuando está experimentando, y es que si supiera no sería un experimento en primer lugar, ¿verdad? Pues entonces esto se debía traducir en la naturalidad del momento, en ese suave sol sobre los parpados cerrados, la sensación de flotar y no flotar, ese momento de paz.

"Aparte, no puedes culpar a alguien enamorado de la vida por soñar y disfrutar de todas las formas hasta las más tontas. Me gustan los tragos fuertes y el amor ardiente." Bromeó de buena gana.

-Eso es bonito, los sueños y las pasiones. Mientras no sea en exceso, porque de allí pasan a las tristezas y arrepentimientos.- Les digo con mirada perdida, dando lametones suaves a mi helado para evitar que se derrita. -También hay que aprender a aceptar el momento en que todo debe acabar, sino vivirás cada día con miedo. Es lo malo de estar enamorado de la vida, que llega un momento en que temes que acabe muy pronto.-

Con mis pies hago círculos en el suelo. -Son esos momentos cuando piensas en todo aquello que quisiste hacer y que nunca lograrás. Y después, cuando descubres que aún vives, pueden pasar dos cosas: te olvidas de ese momento de claridad y sigues como vivías antes, o buscas, con todo tu corazón, lograr lo que soñaste.-

Miro a Louise. -¿Que sucedió para que te enamoraras de la vida?- Luego miro a Alan. -¿Y a ti?-

"Que sucedio...?" Susurró para si misma, dejando su conciencia vagar en diferentes direcciones tratando de usar su memoria y el pasado que le había marcado para recordar. ¿Que debía recordar?

‘¡Suelten a Ai!’
‘Aw, mira, la veela quiere proteger a la mestiza, ¿no es tierno?’ La voz masculina desbordaba ponzoña por donde le escuchara.
‘Quizá si nos deshacemos de ella.’ Sentía el metal del arma en su craneo, tan fría y ella tan desprotegida.
‘¡¿ACASO CREEN QUE TENGO MIEDO?!’
‘Uh... el pajarito está mostrando el pico. Pero no te preocupes, tenemos algo para ti. Nos dijeron que tenías una hermanita perdida.’
‘¿Que? ¿Emma? ¡Emma! No, sueltenme. ¡Emma!’

Hum... si, era algo así sin lugar a dudas, un día de los peores, especialmente porque había realmente perdido el control siendo tan pequeña, tan insignificante, tan... tan débil. Y eso lo había pagado Ailina a quien no llegó a proteger. Claro, Louise de 12 años protegiendo a una chica de 16 semi veela... el resultado fue nefasto para todos. Aunque ella misma dudaba que esa fuera la respuesta o el inicio de sus problemas realmente.

"La vida era dura en casa, así que se puede decir que siempre tuve un aprecio especial a la vida." Admitió girando los ojos a Luna.

Iba a hacer alguna observación graciosa de las palabras de Louise, no sería tan difícil ya que alguna de sus anécdotas eran de dominio público, pero las palabras de Luna le interrumpieron y se quedaron en su cerebro unos segundos, fundiéndose, como el pedazo de helado que tenía en la boca.

Luna Lovegood lo hacía de nuevo, esas observaciones agudas que no se emparejaban con el aspecto a veces demasiado desenfocado de la Ravenclaw. Ese tipo de preguntas hacían pensar a Alan, pero no como le gustaba pensar a él, no había acertijo que resolver ni olla de oro al final del arcoiris, eran ese tipo de preguntas que solamente engendraban más preguntas sin respuesta precisa.

Una frase de su padre le vino a la cabeza, seguramente algo más coherente que lo que su cerebro entumecido por el helado podía formular.

Todos nos morimos, los que viven mucho se mueren de golpe, y los que viven poco mueren un poco cada día.-Le dio otra lamida al suave y cremoso postre de chocolate con avellanas mientras desviaba la vista hacia Louise pensando en lo difícil de su infancia y su condición particular de la que él todavía ignoraba mucho. Le daban ganas de abrazarla, pero se contuvo, no era tiempo ni lugar.

Supongo que no sé vivir de otra manera-Dijo sonriendo después de tragar el helado.

-Como si cada día, con cada comida, tomáramos una gota de una poción que nos envejece lentamente... Y a veces esa poción se mezcla con los sentimientos negativos, haciendo que envejezcamos mucho más rápido. Y otras veces sólo decides lanzarte del precipicio para ver que sucederá cuando caigas y te rompas los huesos.-

Le doy una nueva lamida a el helado. -Hum... Es mejor que cambiemos la conversación, la he vuelto muy tétrica de repente. Sigan hablando de sus anécdotas graciosas del pasado, ya diré alguna cosa que no sea muy extraña para mantener el buen humor.-

Abrió los ojos, dejando caer sus piernas lentamente, usando la espalda como soporte, algo que para la matoría era algo antinatural solo siendo permitido por su naturaleza que le daba unos huesos ligeros.

"Supongo que tienes razón. Así que... ¿Memorias alegres?" Ofreció con una gran sonrisa, volviendo a sentarse en el borde del barandal que daba al vacío, solo que esta vez las piernas estaban para dentro, moviendose delante y detrás bajo su vestido blanco y violeta, los zapatos casi parecían infantiles en su cuerpo, la cartera había sido abandonada junto a los chuches en una de las tantas sillas que tenía la mesa.

"¡Ya sé!" Expresó al una memoria cruzarse en su cabeza. "Conocí a Jesse en diciembre cuando estaba en primer año. Casi todos se habían ido a sus casas por las fiestas pero nosotros nos quedamos, todavía estaban buscando a mi hermana así que era mejor que yo me quedara. Mis compañeras me dejaron fuera del dormitorio, lo hacían a menudo y no tuve mejor idea que ir a buscar algo para comer y luego irme a la torre de Astronomía. Escuché a Filch hablar con Mrs. Norris así que tuve que girarme pensando que si iba por el otro lado no me verían, pero como Jesse se había vestido de negro a él tampoco lo vi y nos fuimos tres pisos tumbando por escaleras. Aun ni sé como no nos desnucamos." Comentó con unas risas bajas ante el recuerdo de ese accidentado primer encuentro. "Estuvimos cuatro días en la enfermería y otras dos semanas de detención con el Profesor Snape además de que estaba muy molesto de saber porque siempre vagaba por los pasillos a la noche."

Molesto era un entender. A veces veía algunos Hufflepuff encogerse temerosos ante el languido muy alto y muy flaco chico y realmente Jesse si intimidaba a un osito de felpa era un logro, pero había logrado inspirar algo entre los de su casa.

Lo cual no ayudaba mucho porque le seguían sacando de noche y dejandola vagando por el colegio en soledad. Así había conocido a varios Slytherins que ya no eran parte del colegio, unos Gryffindor y cuando no, algún que otro Ravenclaw como los dos que tenía de frente.

Con una sonrisa se giró a Luna, enfocándose en ella.

"Luna, tu eres amiga de Harry Potter y compañía, ¿como les conociste?"

Sonrío ante su historia. Vaya forma tan emocionante de hacer amigos. Emocionante y catastrófica. Las detenciones con el profesor Snape nunca han sido... agradables. Aunque siguen siendo mejores que las de Filch. Me pregunto si ahora que es fantasma pedirá como detención que limpien su ectoplasma de los viales...

-¿Hum? Oh, a Harry, Ronald, Hermione y Neville me los presentó Ginny cuando estaba en 4rto año, en el tren de Hogwarts. No había sitio donde sentarse y tuvieron que sentarse conmigo. No es una historia muy impresionante, la verdad. Creo que hubieran pasado de mi si no hubiera sido por los Thestrals... y aún así me ignoraron gran parte de ese año, hasta se inició la Armada de Dumbledore y luego nos enfrentamos a los mortífagos en el Ministerio. Después de entonces nos hicimos amigos.-

Curioso, parece casi intencional que nunca me involucré con nadie del grupo de Potter, hasta ahora claro-Sonrió, no le parecía algo realmente malo, después de todo, esa negación de las catástrofes del colegio asociadas al Chico-Que-Vivió le habían costado ser algo marginado ahora, sería una lección para la vida, la de ser demasiado abstraído de las cosas importantes.

Recuerdo que en el baile del Torneo de los Tres Magos estabamos tan borrachos con Michael Corner que nos pusimos a molestar a las parejas que...ehmm...."aprovechaban" en los arbustos-Comenzó a reirse, era uno de esos episodios tan graciosos que era realmente imposible recordarlo sin estallar.

Y Roger Davies, estaba con esa francesa, la campeona, casi lo dejamos seco, ya ni me acuerdo con que hechizo le dimos antes de esprintar-Cierto, era una broma muy "de chico" ¿Quién no había hecho una broma así?

Rió de buena gana, recordando esa clase de bromas que había jugado en sus tiempos cuando todo era tan sensillo y no vivía con amenazas de muerte sobre su cuello.

"Si, yo una vez agarré a un par en la playa del lago negro... no recuerdo ni que hice para llamar el Calamar Gigante, pero de repente se dieron cuenta de que había cinco manos en lugar de cuatro. ¡Dieron terrible salto! Realmente me encantaría recordar que hice para poder repetirlo." Recordó con ojos brillantes.

Recordaba que había tenido 13 años y en realidad más que por la broma lo había hecho por resentimiento. Pero eso no quitaba esa satisfacción y la risa cuando vio a los dos jóvenes de vida sexual evidentemente activa saltar con pantalones bajos mientras el calamar gigante les ‘metía tentáculo’. Esa memoria sería eternamente atesorara para ella.

Claro que no había sido un evento único. También había comenzado a cantar junto a una parejita, había hecho el vello de todo el cuerpo de una mujer se tornara de un color brillante... como morado en el último caso. También había llevado a otra gente a los lugares para que se escandalizara, lo cual no sonaba bien, pero los gritos eran geniales, especialmente porque no la podían señalar como culpable.